13.11.25

Carlos Manzo con el PRIAN

Fabrizio Mejía Madrid

"Para entender la violencia siempre será necesario volver al año que todo comenzó, el 2006 y la idea de Calderón de que la seguridad era la voluntad de un sólo personaje y que la testosterona era una política pública. Porque, en el fondo, lo que la derecha Mcprianista reivindica es al vengador ranchero. Y en eso han tratado de convertir al difunto Carlos Manzo".


El video empieza cuando Carlos Manzo pone una caja de donas Krispy Kreme en una mesa al lado de un maletín negro. Atrás está el publicista político Carlos Alazraki deglutiendo una dona mientras observa hacia otro cuarto de donde salen aplausos. Alazraki es, desde el año 2000, el propagandista personal de Roberto Madrazo, exgobernador de Tabasco y dueño familiar de Latinus. Antes, este anunciante fue el creador del eslogan de la campaña de Arturo Montiel para la gubernatura del estado de México en 1999 que decía: “Los derechos humanos son para los humanos, no para las ratas”. Lo que significaba, desde entonces, que había un discurso fascistoide de negarle el derecho a un juicio a los delincuentes y ejecutarlos sin mediar investigación. En el video aparece, de pronto, Jesús Ortega exdirigente del desaparecido PRD, y Rubén Moreira, el guardaespaldas del porro Alito en el PRI, quien le estrecha con énfasis la mano a Manzo que tiene puesto el sombrero que se tambalea. Rubén Moreira es Diputado del PRI y exgobernador de Coahuila entre 2011 y 2017 y, junto con su hermano, endeudó a su estado hasta el 2044. También ha sido relacionado con una mega red de huachicol fiscal de combustible de contrabando manejada por el Mono Muñoz Luévano, el lavador de dinero de Los Zetas, capturado en 2016 en España, extraditado a Estados Unidos donde se declaró culpable, y ahora preso en México. En el video, Alazraki le pregunta a un hombre calvo que entra al cuadro de la cámara si conoce al Presidente Municipal de Uruapan. El calvo es Rubén Aguilar, exvocero de Vicente Fox, quien responde, efusivo: “Lo he visto en las fotos y rompiendo madres, diciendo lo que se requiere porque es lo que se requiere”. Después de haber sido vocero de Fox, lo fue también de Ricardo Anaya, y escribió un libro ---sí, escuchó bien--- un libro con Rubén Moreira llamado “Jaque mate al crimen organizado”, y cuyo prólogo proviene del puño decisivo de Jorge Castañeda, el excanciller de Vicente Fox. Con la entrada de Aguilar nos damos cuenta de que lo que estamos viendo es el final de una reunión. Chucho Ortega felicita al Alcalde de Uruapan y se va. Moreira empieza a advertirle algo. Alazraki le pide el teléfono de su yerno al exvocero de Fox porque Rubén Aguilar es suegro de Jorge Álvarez Máynez, el excandidato presidencial del Movimiento Ciudadano. Mario di Constanzo, economista del ITAM y actual vocero del PRI, se acerca para pedir una foto con Carlos Manzo. Quien está grabando el video le pregunta a Constanzo si quiere que le tome la foto con el Alcalde de Uruapan y ahí se corta el video.

Empiezo esta columna con la descripción del video porque me resulta notable esta reunión de la minúscula familia del McPRIAN al menos por tres razones. Una: que todos estos personajes se acerquen para saludar a un simple Presidente Municipal como era el de Uruapan. Segunda: me pareció también notable el nivel de familiaridad con el que lo tratan. “¡Maestro!”, lo saluda Moreira. Y, por último, me parece significativo que exista este video, es decir, que quien lo tomó lo centrara en la visita de este Presidente Municipal al final de una reunión de lo más apolillado del McPRIAN. No quiero especular. Lo único que sabemos de cierto es que esta reunión existió cuando ya era el Presidente Municipal, es decir, en algún momento entre su elección el 2 de junio de 2024 y su asesinato el primero de noviembre de este año.

Lo que siguió es lo que me interesa. La creación de un personaje después de muerto. Estos mismos opositores lo tomaron como una bandera ---quizás lo única que tienen--- para llamar a un sector de la población a la exasperación, al enardecimiento, y finalmente a la violencia. No otra cosa fue juntar la convocatoria a la supuesta marcha de la generación Z con el homicidio del Alcalde y con el bloque negro que ha irrumpido en todas las protestas menos las de la Marea Rosa o Xóchitl Gálvez. La intención es generar imágenes de violencia, aunque sea con porros disfrazados con uniformes de la Guardia Nacional. La vida pública de Carlos Manzo empieza después de su asesinato como lo que tanto le ha gustado a la derecha: los vengadores. Esos personajes que surgieron en el sexenio de Vicente Fox como Isabel Miranda de Wallace o Alejandro Martí encarnaron, al menos en la creación de su propio mito, que el problema de la seguridad se arregla por pura voluntad de un hombre o una mujer y que el Estado no sirve ni para perseguir o investigar y menos para impartir justicia. Así, el vengador detenta a la justicia como algo personal. Es interesante que el mismo Felipe Calderón o Genaro García Luna trataran también de encarnar al vengador cuando usurparon no sólo al poder presidencial por medio del fraude electoral de Fox contra López Obrador en 2006, sino el legislativo y el judicial porque aplicaron leyes que no existían para impartir la supuesta justicia de las armas, la tortura, el desplazamiento, y la desaparición. Calderón es un usurpador de los tres poderes de la República porque jugó a disfrazarse con un uniforme que siempre le quedó grande: Quiso personificar a una autoridad individual, solitaria, que ejercía una fuerza ilegal contra supuestos transgresores de alguna ley. Eso lo decidía él y García Luna, nadie más. Asesinaron y detuvieron personas que eran declarados “daños colaterales” o acusados ante los medios de comunicación como narcotraficantes y que salían liberados por los jueces en números exorbitantes. Casi el 90 por ciento de los supuestos narcotraficantes exhibidos ante las cámaras de televisión como delincuentes salieron libres después. Así que esos vengadores como Calderón y García Luna supuestamente buscaban cumplir con alguna concepción de justicia pero, al hacerlo, usurpan la autoridad del Estado mexicano. Pero también había un contenido de clase en todo esto. Los vigilantes buenos eran empresarios que habían sufrido un agravio como un secuestro, pero había unos malos, los pobres que linchaban a un supuesto ratero. Mientras los medios ensalzaban a unos, condenaban a los otros y exigían que la autoridad los encarcelara por tomar la justicia por propia mano. Cuando llegó Calderón, el asunto estaba legitimado a tal grado que una parte de la población creyó que unos mexicanos tenían que morir para que los demás vivieran seguros. Esa mentalidad de guerra es la guerra de una sola persona que sabe qué es la justicia, que la aplica por sí misma, y que no le importa ni la proporcionalidad del uso de la fuerza, ni las consecuencias de sus acciones.

Ese es el mito que han tratado de inflar de Carlos Manzo: un justiciero solitario que no necesitaba del Estado para hacer el bien y que murió porque lo dejaron solo o, ya instalados en el delirio flotante, como Salinas Pliego, que lo asesinó Morena, es decir, un partido político. Eso, por supuesto, no tiene nada que ver con la relación real de Manzo con poderes fácticos en su ciudad o con las reuniones con el PRIAN, pero esa es la creación mediática después del asesinato. Más allá de esto, la idea del hombre que logra hacer justicia por su sola mano no sólo es anti-estado de derecho, sino que va en contra de lo que consideramos justicia: que haya procedimientos imparciales y conocidos por todos. Lo que hizo Calderón fue una matanza de inocentes ---porque todos, antes de una sentencia, somos inocentes--- sin aportar nada a la reconstrucción del sistema judicial ni al respeto por las leyes. Fue todo lo contrario por carecer de un diagnóstico y un plan. Fue contraproducente porque usurpó poderes legislativas al estar el Ejército fuera de la ley, y del judicial al ejecutar y detener personas sin investigar. El resultado fue el aumento del 148 por ciento de la violencia en su sexenio. Algo que tardó más de una década en revertirse como tendencia y que ahora resulta ridículo reivindicar ante el despliegue de todo el Estado mexicano, no sólo de las fuerzas de seguridad, sino de educación, empleo, salud, deporte, cultura, caminos para dar una opción pacífica a quien esté siendo obligado a insertarse en el crimen. Ya lo hemos dicho: los abrazos son todas esas opciones que se tienen al momento de decidir si se delinque o no. Si no hay esas opciones y sólo la amenaza de morir, la decisión no cambiará. Eso, por supuesto, no elimina a quien decida incorporarse al crimen. No es magia, es una opción. Por eso resultó tan ridículo que TvAzteca tratara de desprestigiar el modelo de seguridad actual diciendo que el asesino de Manzo estaba en edad de recibir su beca del Bienestar.

Pero volvamos a la creación del Alcalde de Uruapan después de muerto. Lo del sombrero, por ejemplo, es una condición de un estereotipo del campo privatizado. La clave es la palabra “Independiente”. Se dice que era un Alcalde independiente, aunque en realidad sólo era sin partido. La reunión con sus excamaradas del PRI del que fue militante de las Juventudes Revolucionarias en Michoacán, desmiente ese mito, pero no importa para el caso de su construcción post-mortem. El ranchero independiente, con sus botas de charol y su sombrero blanco, es Vicente Fox en su campaña del año 2000. El ranchero se siente superior a los ejidatarios que cultivan y cosechan en colectivo. Él es tan autosuficiente que resulta petulante. Él vive de la ilusión de que uno consigue por sí mismo el destino y que, además, está justificado si lo defiende con las armas. Él es recio porque no tiene pasado ni futuro, sólo un espacio ilimitado de presente. A lo mejor por eso nos dicen que dejemos hablar del pasado cuando tratamos de explicar la raigambre que fundamenta un desarreglo tan profundo como la seguridad y la justicia en México. Que ya no hablemos de Calderón o, como dice el Reforma, que dejemos de echarle la culpa al pasado. Me pregunto si es un problema de culpa o de responsabilidad. No se trata de pecados, como podrían pensar los acólitos de Junco, sino de compromiso, que es muy distinto. Para responsabilizarse de algo hay que entenderlo y trazar una ruta para modificarlo. Y, para entender la violencia, siempre será necesario volver al año que todo comenzó, el 2006 y la idea de Calderón de que la seguridad era la voluntad de un sólo personaje y que la testosterona era una política pública. Porque, en el fondo, lo que la derecha Mcprianista reivindica es al vengador ranchero. Y en eso han tratado de convertir al difunto Carlos Manzo.

Ahora bien: Vicente Fox, al responder a una pregunta de esa humanista llamada Beatriz Pagés Rebollar en el Atypical que tan cálidamente recibió al Alcalde de Uruapan, sobre cómo hacían para que la gente saliera a votar por la revocación del mandato de la Presidenta de México, Fox cruelmente sólo dijo: “La mitad del trabajo ya la hizo Carlos Manzo. Ahora nos toca a nosotros la otra mitad”. El muerto usado como publicidad electoral. En el mismo tenor, otro supuesto ranchero, Diego Fernández de Cevallos, cuyo mayor rancho fue hasta hace poco el Poder Judicial, escribió sobre el asesinato en Milenio: “Muerte maravillosa”, en un texto en el que llama “arpía” a la Presidenta de México, y clama a los cielos tormentosos de su imaginación degradada, cito textualmente: “Ojalá que las multitudes en Uruapan y en muchos municipios de Michoacán sean preludio de lo que pronto veamos en las calles y plazas del país; y que se escuche en todas partes el grito ensordecedor de: ¡Fuera zánganos malparidos!”

La viuda de Manzo no contribuyó a la paz, sino a seguir sacando del pozo de los votos nulos. En su discurso como interina dijo en su mitin en Uruapan: “Quienes mandaron matar a Carlos Manzo no supieron que este sombrero tiene una fuerza imparable, incansable y que en 2027 les vamos a dar ese voto de castigo porque vamos a hacer valer la memoria de Carlos Manzo”. La viuda apenas estaba tomando posesión del cargo de su marido que duró apenas un año y ya estaba en campaña electoral para el 2027. Y su propuesta era votar por el PRIAN como venganza. En sintonía con Diego Fernández, Vicente Fox, y el PRI recién inyectado con el botox de la Generación Z, la viuda no dejó pasar su oportunidad de refrendar el acuerdo de su esposo de seguir independiente aunque dentro de las coordenadas del PRIAN.  

Es como si el cargo fuera una propiedad y pudiera justificarse la legítima defensa. La idea es que una persona que no está haciendo nada malo, que actúa plenamente dentro de sus derechos, no debería estar obligada a ceder terreno a alguien que sí lo está haciendo. Este terreno a defender es una propiedad con su cerca de púas y sus caballos; es una cosa de los rancheros de la frontera del Oeste estadounidense. No se refiere a la Presidencia de la República donde el rancho sería todo el país o a un estado o a una ciudad como Uruapan. No existe legítima defensa en el caso de los representantes populares. Es un delirio que sólo alguien como Fox o Fernández de Cevallos intentarían sostener: que una autoridad debe comportarse como un vengador justiciero o como Batman. Pero ese es el delirio que le quieren vender a la sociedad. Otra vez sin diagnóstico, sin un plan, ni un objetivo al que llegar. Otra vez pensando que es una cosa de la voluntad de una persona. O bueno, ahora de un muerto o quizás, tan sólo, de su sombrero.