Héctor Alejandro Quintanar
"El antiobradorismo y la oposición partidista hoy no se ha dado
cuenta que estas hordas impresentables de fascistas no son excepciones o
anécdotas en esa corriente opositora. Son muchos, son representativos y
son autoritarios. Los que se autonombran intelectuales liberales llevan
años transitando juntos con estos inmundos compañeros de ruta".
Corría el año de 2006, hace ya dos décadas, cuando México vivió un
momento inédito en la historia de su democracia, porque el partido en el
poder entonces, el PAN, decidió poner al proceso democrático en jaque y
optó por emitir una avalancha sin precedentes -debido a su costo
monetario y a su nivel de vileza- de campañas ilegales y sucias en la
competencia presidencial de ese año.
Emitir propaganda sucia no era algo nuevo en México. Por ejemplo, en
1968, desde los turbios sótanos de la Secretaría de Gobernación se
publicaron miles ejemplares de un panfleto apócrifo llamado "El
Móndrigo", que era un supuesto diario encontrado en un joven
perteneciente al movimiento estudiantil de ese año. El libro era una
farsa sucia que pretendía demeritar a los estudiantes movilizados,
pintarlos como exaltados pro-soviéticos o algo así, y, obviamente, con
eso justificar su represión.
Si bien la autoría de ese libelo indigno se le atribuyó al escritor
priista Emilio Uranga, el autor real, como dio a conocer Gerardo Antonio
Martínez, fue Jorge Joseph, un priista guerrerense que era un vulgar
porro, pero tenía a su favor ser un tipejo letrado, y que en 1968 fungía
de asesor de Díaz Ordaz. Más allá de la redacción del libelo "El
Móndrigo", es más memorable que en un diálogo epistolar, Octavio Paz y
Carlos Fuentes se refirieran a ese texto de propaganda sucia como un
“asco” y señalaran que su autor -fuera Uranga o Joseph- era una vil
“cucaracha”.
Asimismo, en la historia del Siglo XX en México, los periódicos y
noticiarios -radiales o televisivos- fueron espacios de abierta calumnia
a muchos actores políticos. Desde el recurrente uso del “transgresores
de la ley” con que Zabludovsky solía demeritar a activistas sociales
hasta Lolita de la Vega inventando desde Televisa, en 1994, que un grupo
de periodistas italianos eran los reales responsables de la creación
del EZLN. No hace falta ahondar más para documentar que mucha de la
cháchara que históricamente ha provenido de los medios alineados del
viejo régimen y del panismo ha sido propaganda sucia.
Pero con el PRI y hasta antes de 2006 esa suciedad solía aparecer
mayormente en la línea editorial de medios oficialistas -como
noticiarios parciales- y en plataformas clandestinas -como el libelo
apócrifo de "El Móndrigo"-; mientras que el discurso oficial del
priismo, sea de sus presidentes o de sus candidatos y sus campañas,
siempre era, demagógicamente, proclive a las exaltaciones populares, y,
por razones de hipocresía y no de convicción, difícilmente se le iba a
ver a este discurso lanzando invectivas directas contra amplios sectores
sociales.
El año 2006 fue un cambio radical en ese sentido, porque por primera vez
en la historia, la campaña oficial del partido en el poder se basaba no
en exaltar las virtudes de su candidato, sino en deturpar, agredir y
mentir contra el principal candidato opositor, su entorno y a la
corriente social que representaba. Si el PRI hacía eso mediante terceros
o con vías soterradas en el Siglo XX, el PAN agravó con cinismo esta
práctica al usar sus tiempos oficiales de su campaña a la presidencia
con espots (esos mensajes históricos y mentirosos o de pánico moral que
apelaban al “peligro para México”) y suciedades por internet, pagadas
con dinero público, que, deliberadamente, violaban varios artículos del
Cofipe, código que también violó el presidente Fox, al convertirse en el
primer mandatario en la historia en intervenir con campañas abiertas
pagadas del erario en horario triple A. En 1994 Salinas hizo algo
parecido con Zedillo poniendo ilegalmente recursos del Estado a su
favor, pero hasta ese fraudulento priista supo actuar con una
estratégica discreción.
De vuelta a 2006, hagamos un recuento de algunas de las bajezas que esa
campaña sucia panista emitió en medios electrónicos y, principalmente
por internet, que, como zona no regulada, fue convertida por el foxismo y
el calderonismo en un inmundo muladar fascista. Por adelantado ofrezco
una disculpa por el tono indigno y soez de las frases siguientes, pero
tal cual se emitieron, y en honor a la verdad, aquí se comparten. En un
pasquín apócrifo llamado "La Neta", publicado en el bajío con dinero
proveniente de erarios locales y federal panistas, se dijo, por ejemplo
que:
1. El verdadero nombre de López Obrador era Manuel Andrés, y sus siglas eran MALO.
2. Se dijo que AMLO asesinó a su hermano cuando niños.
3. Se dijo que AMLO se alzaría violentamente para obtener lo que los votos no le dieron.
4. Lo acusaron de ser dictador en la Ciudad de México.
En internet, desde la Secretaría de Gobernación foxista, convertida en
una letrina goebbelsiana de terrorismo ideológico, con cargo al erario y
con uso de logística pública, se enviaban correos electrónicos por
millones, donde se decía que “AMLO era el whiskas porque ocho de cada
diez gatos lo prefieren”; se decía que AMLO quería hacer un eje
México-La Habana-Caracas; se decía que AMLO tenía una casa en
Chapultepec; que no se había titulado; que estaba recibiendo armas del
ejército venezolano; que tenía operadores bolivarianos en la Ciudad de
México; que había cometido bestialismo con una mula o que había
asesinado a su hermano. Todo, desde luego, no sólo rotundamente falso,
sino indigno de una política civilizada.
Estas turbiedades apócrifas por internet tuvieron, sin embargo su
correlato en la campaña oficial o en el discurso abierto. Es decir, no
se trató sólo de bestias desquiciadas diciendo estupideces en internet,
como si se tratara de las vandalizadas paredes de un baño público, que
pueden mover al asco, pero pareciera que no salen de ahí. No fue así.
Porque esas bajezas sucias y de la web que emitía el Gobierno foxista, y
luego el calderonista, tenían equivalentes abiertos, con nombre y
apellido, en el discurso público donde personajes visibles las
repitieron como loros mentirosos.
Por ejemplo, un porro de Tv Azteca, Jaime Sánchez Susarrey, repitió la
tontería de que AMLO era Manuel Andrés; Germán Martínez retomó en una
entrevista con López Dóriga en 2006 la mentira de que López Obrador no
se había titulado; el periódico salinista La Crónica de Hoy publicó el 6
de marzo de 2006 la falsedad de los recursos venezolanos en la campaña
de AMLO; y hasta el turbio Jefe Diego, en el famoso debate con López
Obrador de marzo de 2000, tuvo el acierto de condenar la mentira de que
AMLO mató a su hermano, engaño muy vil que sin embargo los foxistas y
calderonistas sí reprodujeron en vías anónimas.
La conclusión de la campaña de 2006 no acabó con esta inmundicia, que
fue retomada por la Secretaría de Gobernación del calderonismo, como
expuso el periodista Jaime Avilés en noviembre de 2007, porque desde esa
instancia se enviaban diariamente millones de correos electrónicos -el
equivalente a las granjas de bots de hoy, pero pagadas y emitidas desde
el entramado público- donde se decían cosas como éstas:
1. AMLO de niño mató a un amigo suyo con una bola de béisbol.
2. El pejelagarto hijo de su pejeperra madre y su esposo ocultaron que su hijo asesinó a su hermano.
3. López tiene problemas psicológicos, como epilepsia mental y profunda incultura.
4. Encinas y López Obrador son la jitomata y la perejila.
5. Dolores “Pamierda” quiere hacerse del control del PRD.
Asimismo, esos correos se referían a periodistas de La Jornada como
“ardidos maricones”; y a los partícipes de las marchas contra la
privatización petrolera en 2008 como “gatos acarreados”; y a los
periodistas críticos de Calderón se referían como “cotorras legítimas y
rancias”. Ningún paladín del liberalismo dijo entonces que estas bajezas
era un intento de intimidación del calderonismo contra la prensa
crítica. Ya en exposiciones más viles y preocupantes, en esos correos
también se instaba a llevar comida envenenada al plantón de Reforma en
2006; o se instaba al magnicidio de López Obrador. Este acoso virtual
grotesco duró todo el sexenio calderonista, porque los últimos correos
así se terminaron de enviar el 30 de noviembre de 2012. Si Calderón
convirtió al país en fosa común con su entrega del país al narco,
también le debemos haber convertido al debate público en una fosa
séptica con sus bajezas virtuales.
Y no era cháchara irrelevante esa avalancha de inmundicia. Eran correos
electrónicos que, de nuevo, con cargo al erario y desde la operación de
la Secretaría de Gobernación, cometían la indecencia de emitir
propaganda goebbelsiana; pero también toda esa basura tenía su
equivalente más mustio en periódicos y noticiarios de las derechas
mexicanas, donde, por ejemplo; un farsante mendaz llamado Leopoldo
Mendívil, publicó en el pasquín salinista La Crónica de Hoy en 2011 la
mentira de que AMLO estaba quizá enfermo de diabetes y eso tendría que
inhabilitarlo como candidato presidencial en 2012; mientras en Letras
Libres, el pseudoperiodista Ricardo Alemán inventó en octubre de 2006 el
mito de que López Obrador “mandó al diablo las instituciones”. Por
cierto, 12 años más tarde, en plena campaña de 2018, en mayo Alemán
publicó una incitación al asesinato de López Obrador. Y cuando
obviamente Canal Once y Televisa, medios donde participaba ese porro
irresponsable, lo mandaron al diablo a él, y con razón, por incitar a un
crimen, el tipo graznó censura y acusó a AMLO, que aún no ganaba la
elección de ese año, de ser el responsable. Como siempre: los fascistas
son victimarios con discurso de víctimas.
Así, esa campaña sucia que comenzó en 2006 y se ha extendido por décadas
no tenía precedentes ni tiene hoy equivalentes. En su momento fue la
inversión en propaganda sucia en contra de un candidato más cara en la
historia de la democracia mexicana. Y no se agotaría ahí. Los grupos
empresariales que violaron abiertamente al Cofipe en 2006, volvieron
ellos sí a mandar al diablo a las instituciones en 2008, al emitir de
nuevo spots televisivos contra López Obrador, a quien compararon con
Hitler, Pinochet y Victoriano Huerta, por el atrevimiento del tabasqueño
y su movimiento de demandar que hubiera diálogo democrático en el
Congreso respecto a la Reforma Energética del calderonismo en ese año.
Desde entonces, en el discurso de ese espectro que podemos definir como
antiobradorismo, la mentira, la especulación absurda y la calumnia vil
han sido una parte sustancial de su construcción. Como dijo Carlos
Monsiváis, desde Francisco I. Madero, ningún actor político ni ningún
movimiento ha sido tan calumniado, que no criticado, como el
obradorismo, que ha padecido el acoso desde los años ochenta en Tabasco,
cuando los porros priistas lo acusaban de querer convertir las iglesias
en células soviéticas, hasta hoy, donde cada día surgen nuevos bulos y
agresiones.
En este lapso, ha habido momentos definitorios, donde los ideólogos de
la derecha presuntamente liberal, tuvieron oportunidad de darse cuenta
de esta vena profundamente autoritaria y canallesca que es esencia del
antiobradorismo. Se enlistan aquí algunos ejemplos de cercanías de este
espectro político con posturas absolutamente impresentables:
1. Cuando Felipe Calderón escupió su frase de que él ganaría “haiga sido
como haiga sido”, donde evidenció con cinismo que ni a él ni a su
partido, en ese momento en el poder, le importaba violar las reglas de
la democracia para imponerse en el poder.
2. El desafuero de López Obrador en 2004-2005, episodio que mostró que
Fox y el PAN estaban dispuestos a la regresión autoritaria de hacer un
golpe de estado técnico y encarcelar a un inocente con tal de frenarlo
políticamente y, de nuevo, no perder el poder.
3. La cínica frase de un ex canciller foxista, como Jorge Castañeda,
quien en 2004 excretó con todo cinismo -y en pleno contexto del golpista
desafuero- que a López Obrador había que ganarle a la buena, a la mala o
de todas las formas posibles. Exactamente veinte años más tarde, en
marzo de 2024, fiel a su convicción autoritaria, ese pedante fracasado
exigió en televisión nacional, que Xóchitl Gálvez y el PAN violaran la
ley electoral de nuevo y se dedicaran a hacer guerra sucia, “pero sucia
en serio”, para reducir la ventaja en encuestas de Claudia Sheinbaum.
Por cierto, lo hicieron, y no sirvió de nada.
4. Cuando en 2009 se supo que Salvador Borrego, nazi mexicano,
panfletista exaltador y hagiógrafo de Hitler; primer revisionista
negador del holocausto en lengua castellana y conocido judeófobos, había
votado por Fox, igual que muchos palurdos autoritarios de la
ultraderecha mexicana, que incluso tuvieron puestos clave en su gobierno
y hacían comentarios fascistas, como Ramón Muñoz o Carlos Abascal.
5. Cuando repetidamente se supo de los intentos de fortalecer la raíz
nazi del PAN, como cuando Óscar Sánchez invitó toda la vida al nazi
Salvador Borrego a dar cursos de formación política a jóvenes militantes
panistas, como se hizo público en el año 2013.
6. Cuando en 2014 se supo que un grupo de jovenzuelos neonazis eran
también militantes del PAN y organizaban faramallas militaristas, pero
también tenían vínculos con preeminentes militantes del blanquiazul
jalisciense y con Emilio González, ex gobernador panista de esa entidad,
que sin embargo comenzó su juventud política en el Partido Demócrata
Mexicano, heredero del sinarquismo.
Esos momentos no fueron anecdóticos. Fueron reveladoras puntas de
iceberg para tener idea de qué tipo de gente conformó al antiobradorismo
autoritario en el poder -como en los gobiernos de Fox y Calderón-; y a
qué tipo de escoria, incluso de corte fascista, podían interpelar
socialmente.
Un resumen breve de estos años de propaganda sucia contra el obradorismo
diría lo siguiente: la campaña de mentiras repetidas mil veces lleva
cuatro décadas de existir, se agravó en el bienio 2004-2006, no tenía
precedente ni tiene hoy equivalente alguno. Y, como señalaron los
caricaturistas Toño Helguera y José Hernández en Proceso en 2008, esa
campaña contaminó irremediablemente a la democracia mexicana.
Con estos carísimos y sistemáticos antecedentes, a absolutamente nadie
debería sorprenderle lo siguiente. En las marchas de la oposición
partidista a partir de 2018, sea con los “chalecos amarillos”, FRENAA o
la Marea Rosa, hemos visto exabruptos de esta magnitud:
En las marchas irrisorias de la oposición y de FRENAA en 2019 y 2020,
algunos partícipes decían barbaridades como que Martí Batres era espía
de la extinta KGV; Gilberto Lozano decía sin tapujos, y reproduciendo la
judeofobia del siglo XX, que Claudia Sheinbaum era una “señora
soviética”; algunos asistentes juraban que AMLO no era mexicano sino “un
indio de argentina”; y no faltó quien llamó a que asesinaran a López
Obrador. Cosa que, por cierto, ya habían hecho algunos faranduleros
ridículos como Celia Lora o Eliuh Gil, en 2019. Y, en un caso no
insólito pero indignante, en la marcha de la presuntamente democrática
Marea Rosa de noviembre de 2022, quien robó protagonismo fue una
asistente genuina, quien en un ánimo racista gritó que López Obrador era
un indio patarrajada.
Así, el discurso panista -y también del PRI- ceñido al antiobradorismo,
ha sido, con sus mentiras, bajezas, calumnias, promovidas con dinero
público, desde el aparato del estado y por décadas, el caldo de cultivo
perfecto para radicalizar a entes mal informados, esos sí resentidos y
acomplejados, quienes encuentran su solaz en el autoengaño o sienten que
odiar al obradorismo les da estatus o algo así. Pero lo más temible no
es eso, sino que en el camino han violado sistemáticamente la ley, las
reglas de competencia electoral y han fraguado golpes autoritarios
indignos de un país democrático, como el desafuero o fraude de 2006.
En esa medida, ¿a quién sorprende que en las últimas dos marchas de las
derechas hayan salido grupúsculos nazis de sus cloacas para llamar “puta
judía” a la Presidenta Sheinbaum o vistieran suásticas? A nadie. Cambie
usted el tono, y no hay diferencia alguna entre el “puta judía” que
escupió un nazi desquiciado, y el “Sheinbaum es una judía búlgara” que
espetó Vicente Fox en 2024; como tampoco hay diferencia en la tipa
racista que en la Marea Rosa llamó “indio patarrajada” a AMLO y el “AMLO
es el mesías tropical” de Enrique Krauze en 2006.
El antiobradorismo y la oposición partidista hoy no se ha dado cuenta
que estas hordas impresentables de fascistas no son excepciones o
anécdotas en esa corriente opositora. Son muchos, son representativos y
son autoritarios. Los que se autonombran intelectuales liberales llevan
años transitando juntos con estos inmundos compañeros de ruta. Y, hay
que insistirlo, no se limitan a ser desquiciados de internet o bots o
ciberpiojos. Ahí están como ejemplo no sólo la campaña “haiga sido”
oficial del PAN en 2006 sino también la Operación Berlín de Fernando
García Ramírez y Enrique Krauze en 2018. Hoy, los autores de esas
bajezas son muy similares al Jorge Joseph que Octavio Paz y Carlos
Fuentes llamaron “asco” y “cucaracha”.
Hoy esa derecha partidista y de la comentocracia, en vez de sorprenderse
o indignarse por la aparición de nazis en marchas contra Claudia
Sheinbaum, debería hacerse responsable del monstruo que han ayudado a
forjar. Y no sólo con los nazis sino con la derecha estándar, esa que
desde cargos públicos foxistas o calderonistas y peñistas; o en el
periodismo vil, creen que “haiga sido como haiga sido”; “hagamos guerra
sucia en serio”; “mientras más mentiras digas contra Morena mejor te va”
o “la verdad ya es irrelevante” son consignas válidas, cuando en
realidad son exabruptos reveladores de una naturaleza autoritaria y
miserable que no se aleja demasiado de las suásticas indignas.
O si no logran hacerse responsables, por lo menos deberían cuestionarse
por qué ese tipo de gente secunda sus discursos. Porque esa sempiterna
campaña sucia o de pánico moral que comenzó en 2006 no ha servido para
construir mayorías, sino solamente para fanatizar a lo peor de la
sociedad mexicana, que hoy puede ver en Salinas Pliego a un referente
también. En vez de acusar que hoy se vive “autoritarismo” háganse cargo
del Frankenstein cuya existencia daña a todos, incluidos a sus
creadores.
28.11.25
Krauze, Castañeda, PRIAN: háganse responsables del Frankenstein fascista
27.11.25
Golpe en Marcha: Doctrina Monroe 2.0
Óscar David Rojas Silva
Ha iniciado una operación en México para incluir de facto a nuestro país
en la lista negra de los países que desafían la hegemonía
estadounidense. El primer paso de esta campaña es situar a México en la
lista de los países que tienen problemas estructurales y en los que se
debiera justificar la injerencia y tutela exterior para “resolver” los
propios efectos nocivos de la expansión imperialista. En entregas
anteriores (9 de octubre 2025) hemos revisado cómo la ideología
neocolonial instrumentaliza la democracia y los derechos humanos como
banderas para poder golpear a los países en resistencia. Hoy se adiciona
un nuevo elemento: el narcotráfico.
La mal llamada marcha de la generación Z es la prueba del comienzo de
este periodo de golpeteo trasnacional. Una primera paradoja que surge de
esta marcha es que no fue protagonizada por la propia generación Z, al
contrario, esta fue sustituida por la vieja reacción de la “marea rosa”
más un bloque violento de acción directa, mezclada con el amargo y
dantesco pánico de Salinas Pliego al ver desaparecer aquel poder
judicial que garantizaba sus mecanismos de elusión fiscal. No es un
detalle menor la reciente exploración de este personaje para convertirse
en el Milei mexicano, lo que significa combinarse abiertamente con las
fuerzas trasnacionales de ultraderecha.
Esta marcha contó con un periodo de calentamiento ideológico marcado por
la campaña de “narco-gobierno”, mismo que ha entroncado con la política
estadunidense de presionar a nuestro país con declaraciones acosadoras
que buscan desacreditar la estrategia mexicana e imponer como única
solución la intervención directa (bombardeos) de nuestro vecino del
norte. No olvidemos cómo durante los momentos más intensos de la guerra
arancelaria, las negociaciones comerciales fueron anclados a temas de
seguridad y narcotráfico. El punto cumbre fue, sin duda, el artero
asesinato de Carlos Manzo, presidente municipal de Uruapan, cuya lucha
fue apresuradamente cooptada por la narrativa de derecha a tal grado que
la propia familia se deslindó de la marcha en cuestión.
Todos estos elementos han sido reencuadrados ahora bajo la operación de
una “revolución de color”, estrategia regular utilizada por los EUA para
los cambios de régimen en países con intereses estratégicos. No
perdamos de vista cómo estos procesos son una puesta en escena para el
golpeteo mediático masivo, por ello este pasado 15 de noviembre
observamos una distinción: ya no se trató de un templete con mensajes
políticos sino la búsqueda directa de violencia y provocación para
lograr las escenas necesarias que puedan convencer de que las protestas
sociales son orgánicas y que realmente hay una crisis tal que podría
llevar al derrocamiento.
Ya lo estamos experimentando en tiempo real, mientras que al interior de
nuestro país podemos identificar perfectamente que estas escenas no
representan en lo absoluto la realidad social del país, en el exterior
los poderes mediáticos corporativos globales dan por válido, en forma
automática, el mensaje distorsionado tan anhelado por la guerra híbrida.
La realidad es que el problema del narcotráfico es transexenal y
transnacional por lo que su combate no se limita a asuntos de seguridad
sino de la recuperación integral de la economía sobre el sistema
criminal de cobros de piso, sustitución de productores, comerciantes y
aprovechamiento del proceso de exportación para el lavado masivo de
dinero. No tiene sentido omitir que nada de este poder es posible sin la
participación del sistema bancario internacional.
Como se ha visto, EUA ha decidido elevar la tensión en nuestro
subcontinente, ha comenzado por presionar a Venezuela y a Colombia a
través de ejecuciones directas y extrajudiciales contra supuestos
narcotraficantes en lanchas. Previamente presenciamos las presiones
directas por parte de este país a Panamá en el marco de la campaña
anti-China. Trump ha utilizado sus micrófonos para influir en las
decisiones soberanas de países como Brasil en su lucha contra la
ultraderecha y ha convertido al presidente de Argentina en su bufón
personal del endeudamiento mientras que se atreve a dictar preferencias
electorales. Lo que quiero destacar es que estamos frente a una campaña
continental para intentar operar una Doctrina Monroe 2.0.
¿Por qué ahora? Como se sabe, y no es para nada un detalle menor, la
hegemonía estadounidense se encuentra en su ciclo final, la propia
estridencia y virulencia del Make America Great Again acepta que su
poder ha declinado y que busca recuperarlo de alguna forma (o mejor
dicho de cualquier forma). La mala noticia para nuestros vecinos es que
estos procesos son irreversibles, como la propia historia de otras
potencias nos lo demuestra. No se trata de un asunto voluntario sino de
las fuerzas históricas concretas. Por lo que esta nueva andanada
significa que aquel poder ya no puede ser ejercido a escala global por
lo que retorna, transitoriamente, a la búsqueda de fortalecer la
hegemonía regional.
Desde la interpretación de los propios estadounidenses ya queda claro
que no han tenido, sino que aceptar una tripolaridad de facto, no han
podido ya imponer sus condiciones a Rusia –con las implicaciones que
tiene para mantener el dominio sobre Europa– ni a China –con lo que
pierde el dominio del pacífico– por lo que buscan fortalecer su posición
ajustando su dominio sobre América Latina y el Caribe.
Pero, y este es el punto central, la visión proveniente desde el sur
global está optando por la construcción de un mercado mundial
multipolar, es decir, uno que permita las interconexiones directas y de
libre asociación basada en los intereses de cada una de las naciones. Se
trata de la necesaria afirmación de la soberanía de los países en sus
decisiones de política económica y planificación general de la
estructura económica. No es un detalle menor enfatizar que este proyecto
impulsado por China tiene su fuerza en un ejercicio contundente para
lograr emanciparse del influjo hegemónico, no de hoy, sino de una larga
lucha anticolonial y antiimperialista, todo esto basado en gran medida
por la potenciación del análisis del mercado mundial basado en la teoría
marxista.
Por todo lo anterior es necesario apuntar elementos singulares para
afinar la estrategia de tránsito hacia la visión multipolar antes que a
la tripolar. La afirmación de soberanía, por tanto, es esencial para el
éxito del proceso de transformación. México tiene, una vez más, una
serie de características inéditas que vale la pena poner al frente para
ajustar las velas en el mar contemporáneo. Al mismo tiempo que EUA
quisiera simplemente imponerse como lo hizo durante los gobiernos
neoliberales (o incluso con los gobiernos autoritarios del siglo XX) su
posición post-hegemónica implica una desindustrialización crónica por lo
que necesita de nuestro país para sus propias cadenas productivas, el
TLCAN logró constituir una fusión productiva que ha constituido el
mercado norteamericano – junto con Canadá– como un polo global
unificado.
El Plan México, por ello, representa la estrategia para poder recibir
inversión extranjera directa con miras a facilitar la transferencia de
tecnología y dirigir este metabolismo bajo una planificación estratégica
propia. No debe pasarse por alto que esto que pareciera un deseo
abstracto ha comenzado a tener concreción, especialmente desde la
recuperación estratégica del dominio energético, pero también el de la
recuperación democrática del poder judicial, mismo que durante el
neoliberalismo se dedicó a garantizar privilegios para el capital
nacional y trasnacional, pero que hoy se ha estrenado en una nueva era
al cobrarle impuestos al quinto hombre más rico del país y establecer
multas sustantivas al sector minero. Sin dejar de mencionar que su
democratización disminuye dramáticamente los riesgos del tan temido
lawfare.
México está adquiriendo condiciones para avanzar en las posibilidades de
otro tipo de políticas económicas y sus formas de distribución. Las
condiciones globales están a favor además para la búsqueda de la
diversificación. Por ello, desde mi punto de vista, esta nueva campaña
es virulenta puesto que es la única manera en la que EUA podría
debilitar o desestabilizar el proceso mexicano. Si bien, como hemos
dicho, es de su propio interés la industrialización relativa de México
para su propio objetivo de consolidar la tripolaridad, asume que tiene
el derecho de conducir su proceso sin la molesta restricción de la
coordinación con un gobierno de izquierda.
Todas estas condiciones exigen, especialmente de parte de las izquierdas
(especialmente desde el academicismo), una toma de conciencia de que el
“antigobiernismo” que se instauró en estos movimientos durante el
neoliberalismo no pueden continuar sin sufrir una autorreflexión
profunda, puesto que la mayoría de los análisis se ha quedado a nivel de
lo político electoral y sus falencias (algo natural puesto que el
sistema político es heredado) pero no se repara en los cambios
estructurales a nivel de Estado que están ocurriendo desde 2018. Se le
quiere medir con la misma vara a este gobierno por el solo hecho de ser
gobierno, lo cual no solo refleja una falla epistemológica sino también
de claridad ideológica.
Es decir, el proyecto nacional que está en evolución es mucho más amplio
que lo que sucede en el partido del poder, pero también más amplio que
el propio programa de gobierno. El problema de esta relativización es
que le abre espacio a la injerencia puesto que los grandes problemas que
todavía tenemos, como es el caso del narcotráfico o la desigualdad
estructural, inhiben una defensa clara y contundente del derecho
democrático que nuestro país está ejerciendo frente a la tormenta global
del cambio hegemónico.
La marcha de la mal llamada Generación Z ha sido un intento burdo por
recrear las condiciones pre-2018 donde muchos de nosotros estuvimos en
las calles, debemos tener cuidado de caer en la trampa del “todos son
iguales” que tanto conviene a las fuerzas de derecha, pero sobre todo a
la ultraderecha internacional. El movimiento mayoritariamente electo ha
aceptado el proceso de resolución integral, de fondo, de estos grandes
conflictos, la guerra y las respuestas estridentes nunca han servido más
que para patear el balón hacia adelante, por ello la respuesta frente a
esta problemática ha sido por la vía del fortalecimiento de la
seguridad, nuevo marco contra las extorsiones y el comienzo de la limpia
del poder judicial que liberaba delincuentes los fines de semana, pero
sobre todo es una respuesta de fondo para levantar la economía regional y
con ello reordenar la correlación de fuerzas entre economía criminal y
el proyecto nacional.
Óscar David Rojas Silva*
*Economista (UdeG) con estudios de maestría y
doctorado (UNAM) sobre la crítica de la economía política. Académico de
la FES Acatlán y la UAM Xochimilco. Director del Centro de Estudios del
Capitalismo Contemporáneo y comunicador especializado en pensamiento
crítico en Radio del Azufre y Academia del Azufre.
13.11.25
Carlos Manzo con el PRIAN
Fabrizio Mejía Madrid
"Para entender la violencia siempre será necesario volver al año que
todo comenzó, el 2006 y la idea de Calderón de que la seguridad era la
voluntad de un sólo personaje y que la testosterona era una política
pública. Porque, en el fondo, lo que la derecha Mcprianista reivindica
es al vengador ranchero. Y en eso han tratado de convertir al difunto
Carlos Manzo".
El video empieza cuando Carlos Manzo pone una caja de donas Krispy Kreme
en una mesa al lado de un maletín negro. Atrás está el publicista
político Carlos Alazraki deglutiendo una dona mientras observa hacia
otro cuarto de donde salen aplausos. Alazraki es, desde el año 2000, el
propagandista personal de Roberto Madrazo, exgobernador de Tabasco y
dueño familiar de Latinus. Antes, este anunciante fue el creador del
eslogan de la campaña de Arturo Montiel para la gubernatura del estado
de México en 1999 que decía: “Los derechos humanos son para los humanos,
no para las ratas”. Lo que significaba, desde entonces, que había un
discurso fascistoide de negarle el derecho a un juicio a los
delincuentes y ejecutarlos sin mediar investigación. En el video
aparece, de pronto, Jesús Ortega exdirigente del desaparecido PRD, y
Rubén Moreira, el guardaespaldas del porro Alito en el PRI, quien le
estrecha con énfasis la mano a Manzo que tiene puesto el sombrero que se
tambalea. Rubén Moreira es Diputado del PRI y exgobernador de Coahuila
entre 2011 y 2017 y, junto con su hermano, endeudó a su estado hasta el
2044. También ha sido relacionado con una mega red de huachicol fiscal
de combustible de contrabando manejada por el Mono Muñoz Luévano, el
lavador de dinero de Los Zetas, capturado en 2016 en España, extraditado
a Estados Unidos donde se declaró culpable, y ahora preso en México. En
el video, Alazraki le pregunta a un hombre calvo que entra al cuadro de
la cámara si conoce al Presidente Municipal de Uruapan. El calvo es
Rubén Aguilar, exvocero de Vicente Fox, quien responde, efusivo: “Lo he
visto en las fotos y rompiendo madres, diciendo lo que se requiere
porque es lo que se requiere”. Después de haber sido vocero de Fox, lo
fue también de Ricardo Anaya, y escribió un libro ---sí, escuchó bien---
un libro con Rubén Moreira llamado “Jaque mate al crimen organizado”, y
cuyo prólogo proviene del puño decisivo de Jorge Castañeda, el
excanciller de Vicente Fox. Con la entrada de Aguilar nos damos cuenta
de que lo que estamos viendo es el final de una reunión. Chucho Ortega
felicita al Alcalde de Uruapan y se va. Moreira empieza a advertirle
algo. Alazraki le pide el teléfono de su yerno al exvocero de Fox porque
Rubén Aguilar es suegro de Jorge Álvarez Máynez, el excandidato
presidencial del Movimiento Ciudadano. Mario di Constanzo, economista
del ITAM y actual vocero del PRI, se acerca para pedir una foto con
Carlos Manzo. Quien está grabando el video le pregunta a Constanzo si
quiere que le tome la foto con el Alcalde de Uruapan y ahí se corta el
video.
Empiezo esta columna con la descripción del video porque me resulta
notable esta reunión de la minúscula familia del McPRIAN al menos por
tres razones. Una: que todos estos personajes se acerquen para saludar a
un simple Presidente Municipal como era el de Uruapan. Segunda: me
pareció también notable el nivel de familiaridad con el que lo tratan.
“¡Maestro!”, lo saluda Moreira. Y, por último, me parece significativo
que exista este video, es decir, que quien lo tomó lo centrara en la
visita de este Presidente Municipal al final de una reunión de lo más
apolillado del McPRIAN. No quiero especular. Lo único que sabemos de
cierto es que esta reunión existió cuando ya era el Presidente
Municipal, es decir, en algún momento entre su elección el 2 de junio de
2024 y su asesinato el primero de noviembre de este año.
Lo que siguió es lo que me interesa. La creación de un personaje después
de muerto. Estos mismos opositores lo tomaron como una bandera
---quizás lo única que tienen--- para llamar a un sector de la población
a la exasperación, al enardecimiento, y finalmente a la violencia. No
otra cosa fue juntar la convocatoria a la supuesta marcha de la
generación Z con el homicidio del Alcalde y con el bloque negro que ha
irrumpido en todas las protestas menos las de la Marea Rosa o Xóchitl
Gálvez. La intención es generar imágenes de violencia, aunque sea con
porros disfrazados con uniformes de la Guardia Nacional. La vida pública
de Carlos Manzo empieza después de su asesinato como lo que tanto le ha
gustado a la derecha: los vengadores. Esos personajes que surgieron en
el sexenio de Vicente Fox como Isabel Miranda de Wallace o Alejandro
Martí encarnaron, al menos en la creación de su propio mito, que el
problema de la seguridad se arregla por pura voluntad de un hombre o una
mujer y que el Estado no sirve ni para perseguir o investigar y menos
para impartir justicia. Así, el vengador detenta a la justicia como algo
personal. Es interesante que el mismo Felipe Calderón o Genaro García
Luna trataran también de encarnar al vengador cuando usurparon no sólo
al poder presidencial por medio del fraude electoral de Fox contra López
Obrador en 2006, sino el legislativo y el judicial porque aplicaron
leyes que no existían para impartir la supuesta justicia de las armas,
la tortura, el desplazamiento, y la desaparición. Calderón es un
usurpador de los tres poderes de la República porque jugó a disfrazarse
con un uniforme que siempre le quedó grande: Quiso personificar a una
autoridad individual, solitaria, que ejercía una fuerza ilegal contra
supuestos transgresores de alguna ley. Eso lo decidía él y García Luna,
nadie más. Asesinaron y detuvieron personas que eran declarados “daños
colaterales” o acusados ante los medios de comunicación como
narcotraficantes y que salían liberados por los jueces en números
exorbitantes. Casi el 90 por ciento de los supuestos narcotraficantes
exhibidos ante las cámaras de televisión como delincuentes salieron
libres después. Así que esos vengadores como Calderón y García Luna
supuestamente buscaban cumplir con alguna concepción de justicia pero,
al hacerlo, usurpan la autoridad del Estado mexicano. Pero también había
un contenido de clase en todo esto. Los vigilantes buenos eran
empresarios que habían sufrido un agravio como un secuestro, pero había
unos malos, los pobres que linchaban a un supuesto ratero. Mientras los
medios ensalzaban a unos, condenaban a los otros y exigían que la
autoridad los encarcelara por tomar la justicia por propia mano. Cuando
llegó Calderón, el asunto estaba legitimado a tal grado que una parte de
la población creyó que unos mexicanos tenían que morir para que los
demás vivieran seguros. Esa mentalidad de guerra es la guerra de una
sola persona que sabe qué es la justicia, que la aplica por sí misma, y
que no le importa ni la proporcionalidad del uso de la fuerza, ni las
consecuencias de sus acciones.
Ese es el mito que han tratado de inflar de Carlos Manzo: un justiciero
solitario que no necesitaba del Estado para hacer el bien y que murió
porque lo dejaron solo o, ya instalados en el delirio flotante, como
Salinas Pliego, que lo asesinó Morena, es decir, un partido político.
Eso, por supuesto, no tiene nada que ver con la relación real de Manzo
con poderes fácticos en su ciudad o con las reuniones con el PRIAN, pero
esa es la creación mediática después del asesinato. Más allá de esto,
la idea del hombre que logra hacer justicia por su sola mano no sólo es
anti-estado de derecho, sino que va en contra de lo que consideramos
justicia: que haya procedimientos imparciales y conocidos por todos. Lo
que hizo Calderón fue una matanza de inocentes ---porque todos, antes de
una sentencia, somos inocentes--- sin aportar nada a la reconstrucción
del sistema judicial ni al respeto por las leyes. Fue todo lo contrario
por carecer de un diagnóstico y un plan. Fue contraproducente porque
usurpó poderes legislativas al estar el Ejército fuera de la ley, y del
judicial al ejecutar y detener personas sin investigar. El resultado fue
el aumento del 148 por ciento de la violencia en su sexenio. Algo que
tardó más de una década en revertirse como tendencia y que ahora resulta
ridículo reivindicar ante el despliegue de todo el Estado mexicano, no
sólo de las fuerzas de seguridad, sino de educación, empleo, salud,
deporte, cultura, caminos para dar una opción pacífica a quien esté
siendo obligado a insertarse en el crimen. Ya lo hemos dicho: los
abrazos son todas esas opciones que se tienen al momento de decidir si
se delinque o no. Si no hay esas opciones y sólo la amenaza de morir, la
decisión no cambiará. Eso, por supuesto, no elimina a quien decida
incorporarse al crimen. No es magia, es una opción. Por eso resultó tan
ridículo que TvAzteca tratara de desprestigiar el modelo de seguridad
actual diciendo que el asesino de Manzo estaba en edad de recibir su
beca del Bienestar.
Pero volvamos a la creación del Alcalde de Uruapan después de muerto. Lo
del sombrero, por ejemplo, es una condición de un estereotipo del campo
privatizado. La clave es la palabra “Independiente”. Se dice que era un
Alcalde independiente, aunque en realidad sólo era sin partido. La
reunión con sus excamaradas del PRI del que fue militante de las
Juventudes Revolucionarias en Michoacán, desmiente ese mito, pero no
importa para el caso de su construcción post-mortem. El ranchero
independiente, con sus botas de charol y su sombrero blanco, es Vicente
Fox en su campaña del año 2000. El ranchero se siente superior a los
ejidatarios que cultivan y cosechan en colectivo. Él es tan
autosuficiente que resulta petulante. Él vive de la ilusión de que uno
consigue por sí mismo el destino y que, además, está justificado si lo
defiende con las armas. Él es recio porque no tiene pasado ni futuro,
sólo un espacio ilimitado de presente. A lo mejor por eso nos dicen que
dejemos hablar del pasado cuando tratamos de explicar la raigambre que
fundamenta un desarreglo tan profundo como la seguridad y la justicia en
México. Que ya no hablemos de Calderón o, como dice el Reforma, que
dejemos de echarle la culpa al pasado. Me pregunto si es un problema de
culpa o de responsabilidad. No se trata de pecados, como podrían pensar
los acólitos de Junco, sino de compromiso, que es muy distinto. Para
responsabilizarse de algo hay que entenderlo y trazar una ruta para
modificarlo. Y, para entender la violencia, siempre será necesario
volver al año que todo comenzó, el 2006 y la idea de Calderón de que la
seguridad era la voluntad de un sólo personaje y que la testosterona era
una política pública. Porque, en el fondo, lo que la derecha
Mcprianista reivindica es al vengador ranchero. Y en eso han tratado de
convertir al difunto Carlos Manzo.
Ahora bien: Vicente Fox, al responder a una pregunta de esa humanista
llamada Beatriz Pagés Rebollar en el Atypical que tan cálidamente
recibió al Alcalde de Uruapan, sobre cómo hacían para que la gente
saliera a votar por la revocación del mandato de la Presidenta de
México, Fox cruelmente sólo dijo: “La mitad del trabajo ya la hizo
Carlos Manzo. Ahora nos toca a nosotros la otra mitad”. El muerto usado
como publicidad electoral. En el mismo tenor, otro supuesto ranchero,
Diego Fernández de Cevallos, cuyo mayor rancho fue hasta hace poco el
Poder Judicial, escribió sobre el asesinato en Milenio: “Muerte
maravillosa”, en un texto en el que llama “arpía” a la Presidenta de
México, y clama a los cielos tormentosos de su imaginación degradada,
cito textualmente: “Ojalá que las multitudes en Uruapan y en muchos
municipios de Michoacán sean preludio de lo que pronto veamos en las
calles y plazas del país; y que se escuche en todas partes el grito
ensordecedor de: ¡Fuera zánganos malparidos!”
La viuda de Manzo no contribuyó a la paz, sino a seguir sacando del pozo
de los votos nulos. En su discurso como interina dijo en su mitin en
Uruapan: “Quienes mandaron matar a Carlos Manzo no supieron que este
sombrero tiene una fuerza imparable, incansable y que en 2027 les vamos a
dar ese voto de castigo porque vamos a hacer valer la memoria de Carlos
Manzo”. La viuda apenas estaba tomando posesión del cargo de su marido
que duró apenas un año y ya estaba en campaña electoral para el 2027. Y
su propuesta era votar por el PRIAN como venganza. En sintonía con Diego
Fernández, Vicente Fox, y el PRI recién inyectado con el botox de la
Generación Z, la viuda no dejó pasar su oportunidad de refrendar el
acuerdo de su esposo de seguir independiente aunque dentro de las
coordenadas del PRIAN.
Es como si el cargo fuera una propiedad y pudiera justificarse la
legítima defensa. La idea es que una persona que no está haciendo nada
malo, que actúa plenamente dentro de sus derechos, no debería estar
obligada a ceder terreno a alguien que sí lo está haciendo. Este terreno
a defender es una propiedad con su cerca de púas y sus caballos; es una
cosa de los rancheros de la frontera del Oeste estadounidense. No se
refiere a la Presidencia de la República donde el rancho sería todo el
país o a un estado o a una ciudad como Uruapan. No existe legítima
defensa en el caso de los representantes populares. Es un delirio que
sólo alguien como Fox o Fernández de Cevallos intentarían sostener: que
una autoridad debe comportarse como un vengador justiciero o como
Batman. Pero ese es el delirio que le quieren vender a la sociedad. Otra
vez sin diagnóstico, sin un plan, ni un objetivo al que llegar. Otra
vez pensando que es una cosa de la voluntad de una persona. O bueno,
ahora de un muerto o quizás, tan sólo, de su sombrero.