Fabrizio Mejía Madrid
"Para entender la violencia siempre será necesario volver al año que
todo comenzó, el 2006 y la idea de Calderón de que la seguridad era la
voluntad de un sólo personaje y que la testosterona era una política
pública. Porque, en el fondo, lo que la derecha Mcprianista reivindica
es al vengador ranchero. Y en eso han tratado de convertir al difunto
Carlos Manzo".
El video empieza cuando Carlos Manzo pone una caja de donas Krispy Kreme
en una mesa al lado de un maletín negro. Atrás está el publicista
político Carlos Alazraki deglutiendo una dona mientras observa hacia
otro cuarto de donde salen aplausos. Alazraki es, desde el año 2000, el
propagandista personal de Roberto Madrazo, exgobernador de Tabasco y
dueño familiar de Latinus. Antes, este anunciante fue el creador del
eslogan de la campaña de Arturo Montiel para la gubernatura del estado
de México en 1999 que decía: “Los derechos humanos son para los humanos,
no para las ratas”. Lo que significaba, desde entonces, que había un
discurso fascistoide de negarle el derecho a un juicio a los
delincuentes y ejecutarlos sin mediar investigación. En el video
aparece, de pronto, Jesús Ortega exdirigente del desaparecido PRD, y
Rubén Moreira, el guardaespaldas del porro Alito en el PRI, quien le
estrecha con énfasis la mano a Manzo que tiene puesto el sombrero que se
tambalea. Rubén Moreira es Diputado del PRI y exgobernador de Coahuila
entre 2011 y 2017 y, junto con su hermano, endeudó a su estado hasta el
2044. También ha sido relacionado con una mega red de huachicol fiscal
de combustible de contrabando manejada por el Mono Muñoz Luévano, el
lavador de dinero de Los Zetas, capturado en 2016 en España, extraditado
a Estados Unidos donde se declaró culpable, y ahora preso en México. En
el video, Alazraki le pregunta a un hombre calvo que entra al cuadro de
la cámara si conoce al Presidente Municipal de Uruapan. El calvo es
Rubén Aguilar, exvocero de Vicente Fox, quien responde, efusivo: “Lo he
visto en las fotos y rompiendo madres, diciendo lo que se requiere
porque es lo que se requiere”. Después de haber sido vocero de Fox, lo
fue también de Ricardo Anaya, y escribió un libro ---sí, escuchó bien---
un libro con Rubén Moreira llamado “Jaque mate al crimen organizado”, y
cuyo prólogo proviene del puño decisivo de Jorge Castañeda, el
excanciller de Vicente Fox. Con la entrada de Aguilar nos damos cuenta
de que lo que estamos viendo es el final de una reunión. Chucho Ortega
felicita al Alcalde de Uruapan y se va. Moreira empieza a advertirle
algo. Alazraki le pide el teléfono de su yerno al exvocero de Fox porque
Rubén Aguilar es suegro de Jorge Álvarez Máynez, el excandidato
presidencial del Movimiento Ciudadano. Mario di Constanzo, economista
del ITAM y actual vocero del PRI, se acerca para pedir una foto con
Carlos Manzo. Quien está grabando el video le pregunta a Constanzo si
quiere que le tome la foto con el Alcalde de Uruapan y ahí se corta el
video.
Empiezo esta columna con la descripción del video porque me resulta
notable esta reunión de la minúscula familia del McPRIAN al menos por
tres razones. Una: que todos estos personajes se acerquen para saludar a
un simple Presidente Municipal como era el de Uruapan. Segunda: me
pareció también notable el nivel de familiaridad con el que lo tratan.
“¡Maestro!”, lo saluda Moreira. Y, por último, me parece significativo
que exista este video, es decir, que quien lo tomó lo centrara en la
visita de este Presidente Municipal al final de una reunión de lo más
apolillado del McPRIAN. No quiero especular. Lo único que sabemos de
cierto es que esta reunión existió cuando ya era el Presidente
Municipal, es decir, en algún momento entre su elección el 2 de junio de
2024 y su asesinato el primero de noviembre de este año.
Lo que siguió es lo que me interesa. La creación de un personaje después
de muerto. Estos mismos opositores lo tomaron como una bandera
---quizás lo única que tienen--- para llamar a un sector de la población
a la exasperación, al enardecimiento, y finalmente a la violencia. No
otra cosa fue juntar la convocatoria a la supuesta marcha de la
generación Z con el homicidio del Alcalde y con el bloque negro que ha
irrumpido en todas las protestas menos las de la Marea Rosa o Xóchitl
Gálvez. La intención es generar imágenes de violencia, aunque sea con
porros disfrazados con uniformes de la Guardia Nacional. La vida pública
de Carlos Manzo empieza después de su asesinato como lo que tanto le ha
gustado a la derecha: los vengadores. Esos personajes que surgieron en
el sexenio de Vicente Fox como Isabel Miranda de Wallace o Alejandro
Martí encarnaron, al menos en la creación de su propio mito, que el
problema de la seguridad se arregla por pura voluntad de un hombre o una
mujer y que el Estado no sirve ni para perseguir o investigar y menos
para impartir justicia. Así, el vengador detenta a la justicia como algo
personal. Es interesante que el mismo Felipe Calderón o Genaro García
Luna trataran también de encarnar al vengador cuando usurparon no sólo
al poder presidencial por medio del fraude electoral de Fox contra López
Obrador en 2006, sino el legislativo y el judicial porque aplicaron
leyes que no existían para impartir la supuesta justicia de las armas,
la tortura, el desplazamiento, y la desaparición. Calderón es un
usurpador de los tres poderes de la República porque jugó a disfrazarse
con un uniforme que siempre le quedó grande: Quiso personificar a una
autoridad individual, solitaria, que ejercía una fuerza ilegal contra
supuestos transgresores de alguna ley. Eso lo decidía él y García Luna,
nadie más. Asesinaron y detuvieron personas que eran declarados “daños
colaterales” o acusados ante los medios de comunicación como
narcotraficantes y que salían liberados por los jueces en números
exorbitantes. Casi el 90 por ciento de los supuestos narcotraficantes
exhibidos ante las cámaras de televisión como delincuentes salieron
libres después. Así que esos vengadores como Calderón y García Luna
supuestamente buscaban cumplir con alguna concepción de justicia pero,
al hacerlo, usurpan la autoridad del Estado mexicano. Pero también había
un contenido de clase en todo esto. Los vigilantes buenos eran
empresarios que habían sufrido un agravio como un secuestro, pero había
unos malos, los pobres que linchaban a un supuesto ratero. Mientras los
medios ensalzaban a unos, condenaban a los otros y exigían que la
autoridad los encarcelara por tomar la justicia por propia mano. Cuando
llegó Calderón, el asunto estaba legitimado a tal grado que una parte de
la población creyó que unos mexicanos tenían que morir para que los
demás vivieran seguros. Esa mentalidad de guerra es la guerra de una
sola persona que sabe qué es la justicia, que la aplica por sí misma, y
que no le importa ni la proporcionalidad del uso de la fuerza, ni las
consecuencias de sus acciones.
Ese es el mito que han tratado de inflar de Carlos Manzo: un justiciero
solitario que no necesitaba del Estado para hacer el bien y que murió
porque lo dejaron solo o, ya instalados en el delirio flotante, como
Salinas Pliego, que lo asesinó Morena, es decir, un partido político.
Eso, por supuesto, no tiene nada que ver con la relación real de Manzo
con poderes fácticos en su ciudad o con las reuniones con el PRIAN, pero
esa es la creación mediática después del asesinato. Más allá de esto,
la idea del hombre que logra hacer justicia por su sola mano no sólo es
anti-estado de derecho, sino que va en contra de lo que consideramos
justicia: que haya procedimientos imparciales y conocidos por todos. Lo
que hizo Calderón fue una matanza de inocentes ---porque todos, antes de
una sentencia, somos inocentes--- sin aportar nada a la reconstrucción
del sistema judicial ni al respeto por las leyes. Fue todo lo contrario
por carecer de un diagnóstico y un plan. Fue contraproducente porque
usurpó poderes legislativas al estar el Ejército fuera de la ley, y del
judicial al ejecutar y detener personas sin investigar. El resultado fue
el aumento del 148 por ciento de la violencia en su sexenio. Algo que
tardó más de una década en revertirse como tendencia y que ahora resulta
ridículo reivindicar ante el despliegue de todo el Estado mexicano, no
sólo de las fuerzas de seguridad, sino de educación, empleo, salud,
deporte, cultura, caminos para dar una opción pacífica a quien esté
siendo obligado a insertarse en el crimen. Ya lo hemos dicho: los
abrazos son todas esas opciones que se tienen al momento de decidir si
se delinque o no. Si no hay esas opciones y sólo la amenaza de morir, la
decisión no cambiará. Eso, por supuesto, no elimina a quien decida
incorporarse al crimen. No es magia, es una opción. Por eso resultó tan
ridículo que TvAzteca tratara de desprestigiar el modelo de seguridad
actual diciendo que el asesino de Manzo estaba en edad de recibir su
beca del Bienestar.
Pero volvamos a la creación del Alcalde de Uruapan después de muerto. Lo
del sombrero, por ejemplo, es una condición de un estereotipo del campo
privatizado. La clave es la palabra “Independiente”. Se dice que era un
Alcalde independiente, aunque en realidad sólo era sin partido. La
reunión con sus excamaradas del PRI del que fue militante de las
Juventudes Revolucionarias en Michoacán, desmiente ese mito, pero no
importa para el caso de su construcción post-mortem. El ranchero
independiente, con sus botas de charol y su sombrero blanco, es Vicente
Fox en su campaña del año 2000. El ranchero se siente superior a los
ejidatarios que cultivan y cosechan en colectivo. Él es tan
autosuficiente que resulta petulante. Él vive de la ilusión de que uno
consigue por sí mismo el destino y que, además, está justificado si lo
defiende con las armas. Él es recio porque no tiene pasado ni futuro,
sólo un espacio ilimitado de presente. A lo mejor por eso nos dicen que
dejemos hablar del pasado cuando tratamos de explicar la raigambre que
fundamenta un desarreglo tan profundo como la seguridad y la justicia en
México. Que ya no hablemos de Calderón o, como dice el Reforma, que
dejemos de echarle la culpa al pasado. Me pregunto si es un problema de
culpa o de responsabilidad. No se trata de pecados, como podrían pensar
los acólitos de Junco, sino de compromiso, que es muy distinto. Para
responsabilizarse de algo hay que entenderlo y trazar una ruta para
modificarlo. Y, para entender la violencia, siempre será necesario
volver al año que todo comenzó, el 2006 y la idea de Calderón de que la
seguridad era la voluntad de un sólo personaje y que la testosterona era
una política pública. Porque, en el fondo, lo que la derecha
Mcprianista reivindica es al vengador ranchero. Y en eso han tratado de
convertir al difunto Carlos Manzo.
Ahora bien: Vicente Fox, al responder a una pregunta de esa humanista
llamada Beatriz Pagés Rebollar en el Atypical que tan cálidamente
recibió al Alcalde de Uruapan, sobre cómo hacían para que la gente
saliera a votar por la revocación del mandato de la Presidenta de
México, Fox cruelmente sólo dijo: “La mitad del trabajo ya la hizo
Carlos Manzo. Ahora nos toca a nosotros la otra mitad”. El muerto usado
como publicidad electoral. En el mismo tenor, otro supuesto ranchero,
Diego Fernández de Cevallos, cuyo mayor rancho fue hasta hace poco el
Poder Judicial, escribió sobre el asesinato en Milenio: “Muerte
maravillosa”, en un texto en el que llama “arpía” a la Presidenta de
México, y clama a los cielos tormentosos de su imaginación degradada,
cito textualmente: “Ojalá que las multitudes en Uruapan y en muchos
municipios de Michoacán sean preludio de lo que pronto veamos en las
calles y plazas del país; y que se escuche en todas partes el grito
ensordecedor de: ¡Fuera zánganos malparidos!”
La viuda de Manzo no contribuyó a la paz, sino a seguir sacando del pozo
de los votos nulos. En su discurso como interina dijo en su mitin en
Uruapan: “Quienes mandaron matar a Carlos Manzo no supieron que este
sombrero tiene una fuerza imparable, incansable y que en 2027 les vamos a
dar ese voto de castigo porque vamos a hacer valer la memoria de Carlos
Manzo”. La viuda apenas estaba tomando posesión del cargo de su marido
que duró apenas un año y ya estaba en campaña electoral para el 2027. Y
su propuesta era votar por el PRIAN como venganza. En sintonía con Diego
Fernández, Vicente Fox, y el PRI recién inyectado con el botox de la
Generación Z, la viuda no dejó pasar su oportunidad de refrendar el
acuerdo de su esposo de seguir independiente aunque dentro de las
coordenadas del PRIAN.
Es como si el cargo fuera una propiedad y pudiera justificarse la
legítima defensa. La idea es que una persona que no está haciendo nada
malo, que actúa plenamente dentro de sus derechos, no debería estar
obligada a ceder terreno a alguien que sí lo está haciendo. Este terreno
a defender es una propiedad con su cerca de púas y sus caballos; es una
cosa de los rancheros de la frontera del Oeste estadounidense. No se
refiere a la Presidencia de la República donde el rancho sería todo el
país o a un estado o a una ciudad como Uruapan. No existe legítima
defensa en el caso de los representantes populares. Es un delirio que
sólo alguien como Fox o Fernández de Cevallos intentarían sostener: que
una autoridad debe comportarse como un vengador justiciero o como
Batman. Pero ese es el delirio que le quieren vender a la sociedad. Otra
vez sin diagnóstico, sin un plan, ni un objetivo al que llegar. Otra
vez pensando que es una cosa de la voluntad de una persona. O bueno,
ahora de un muerto o quizás, tan sólo, de su sombrero.
13.11.25
Carlos Manzo con el PRIAN
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