PARTE 1: ¿Quién está controlando la seguridad de las vacunas Covid19?

En principio las agencias reguladoras, por ejemplo en Estados Unidos y Canadá, aun no han tomado medidas sobre los potenciales efectos secundarios negativos que, en diverso volumen, se han venido conociendo para las vacunas experimentales contra la Covid-19. Pero esto está comenzando a cambiar.

Por ejemplo, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC) anunciaron, el 11 de junio de 2021, que se celebraría una reunión de emergencia el 18 de junio de 2021 para discutir los informes de inflamación del corazón resultantes del uso de las vacunas Pfizer y Moderna en hombres jóvenes de 16 a 24 años de edad. 

Según el experto canadiense Byram Bridle -de quien hablaremos más adelante- existen diversas razones por las cuales solo ahora estas revisiones estén ocurriendo. Él las enumera:

«Dificultad nº 1: Es demasiado pronto para saberlo con seguridad

Tanto Pfizer como Moderna iniciaron grandes ensayos de fase 3 aleatorizados, doblemente ciegos y controlados con placebo. El grupo de placebo es importante porque sirve como grupo de referencia y ayuda a interpretar los efectos secundarios experimentados en el grupo de la vacuna.

En el momento en que se concedió la autorización de uso de emergencia a las vacunas, cada empresa tenía datos de seguridad y eficacia para una media de sólo dos meses después de la administración de la segunda dosis de la vacuna; en el estudio de los adolescentes, la mayoría de los sujetos tenían datos de seguridad y eficacia sólo para uno o dos meses.

Según los protocolos originales, se supone que cada individuo del estudio debe recibir seguimiento durante un total de dos años después de la segunda dosis.

Dificultad nº 2: Abandono del grupo de control

Las vacunas han sido autorizadas bajo uso de emergencia en muchos países clave, a nivel mundial; y las presiones basadas en el miedo impuestas por las agencias de salud pública para vacunar a todo el mundo han desencadenado que los participantes en el estudio quisieran saber a qué grupo del estudio habían sido asignados, para que los del grupo de placebo pudieran ser vacunados. Por lo tanto, los estudios se han desenmascarado, lo que significa que que ya no hay un grupo de placebo. Esto significa que una evaluación rigurosa de la seguridad en el contexto de un estudio clínico bien controlado ya no es posible, y hay que confiar más en sistemas de vigilancia pasiva posteriores a la aplicación de la vacuna. 

Por supuesto, esto, en sí mismo, es un reto, dado que hay incertidumbre tanto en el numerador (el número de eventos adversos relacionados con la vacuna) como en el denominador (el número que es típico para ese evento, también conocido como la «incidencia de fondo» del acontecimiento). Además, es muy difícil demostrar definitivamente que un acontecimiento está causado por la vacunación (y no sólo asociado a ella) cuando se utilizan sistemas de vigilancia pasiva.

Dificultad nº 3: Notificación insuficiente de los acontecimientos adversos

El problema de los sistemas de notificación pasiva de acontecimientos adversos, que es el tipo de sistema que tanto Canadá como los Estados Unidos utilizan, es que existe un problema notorio de subnotificación de los efectos adversos. Esto se debe a que la notificación es voluntaria; la gente puede desconocer que hay formas de notificar los acontecimientos adversos; a menudo se disuade a la gente de notificar los acontecimientos adversos; la gente (incluidos los médicos) asumen que la afección no está relacionada con la vacunación; o las personas pueden no ser capaces de notificar sus efectos adversos (si están gravemente discapacitados, enfermos o han fallecido).

Lo más desconcertante es la situación, como vemos en Canadá, en la que los informes de eventos adversos que intentan presentar los profesionales médicos son preseleccionados, y a veces rechazados por las autoridades de preselección. En consecuencia, las bases de datos de acontecimientos adversos pueden fácilmente no identificar posibles problemas, o subestimar los problemas en un grado desconocido y, por lo tanto, no son una fuente de  cifras exactas para calcular el verdadero riesgo. 

Por ejemplo, utilizando el VAERS de Estados Unidos, se estimó que el riesgo de anafilaxia era de 4,7 por millón para la vacuna Pfizer y de 2,5 por millón para la Moderna; sin embargo, en un estudio de vigilancia activa de 64.900 trabajadores sanitarios vacunados, la tasa fue en realidad de 216 por millón , lo que representa una tasa potencial de subnotificación de 46 a 86 veces. A pesar de estas limitaciones, los sistemas de vigilancia pasiva son útiles para identificar posibles riesgos que podrían investigarse en estudios de seguridad adecuadamente diseñados.

Dificultad nº 4: Falta de consistencia global y de rigor en la definición de los eventos de especial interés

Mediante el VAERS de EE.UU. y otros sistemas similares de notificación de acontecimientos adversos en todo el mundo, existe un seguimiento continuo de los acontecimientos adversos de especial interés. Pero se deja a cada jurisdicción la decisión de decidir qué acontecimientos adversos de especial interés, si los hay, serán objeto de un examen más minucioso. Por ejemplo, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ha elaborado una lista de eventos médicos importantes (EMI) que siempre deben clasificarse como graves. Los EMI que se notifican con mayor frecuencia tras la vacunación con COVID-19 (en orden descendente) son:

– Desmayo (síncope)

– Coágulo(s) de sangre en los pulmones

– Reacción anafiláctica

– Trombosis venosa profunda

– Neumonía

– Recuento bajo de plaquetas (trombocitopenia)

– Coágulo(s) de sangre o hemorragia en el cerebro

– Alucinaciones

– Derrame cerebral

– Pérdida de conocimiento

Todavía no se han establecido relaciones definitivas de causa y efecto para estos acontecimientos; se espera que, con más vigilancia y tiempo, se comprenda mejor el papel de las vacunas en la causa de estos acontecimientos. Mientras tanto, dado que la proteína de la espiga está biológicamente activa y que existen mecanismos que podrían explicar algunos de estos EMI, hay buenas razones para preocuparse de verdad.»


PARTE 2. Signos preocupantes más allá de la supervisión oficial

Al momento de preparar este reporte, poco más de seis meses después de iniciada la vacunación en el mundo, algunas de esas señales de preocupación que menciona Bridle están adquiriendo un volumen y una visibilidad que los va haciendo discutidos en círculos algo más amplios a los de los grupos críticos más duros. Esos problemas demandan explicación. ¿Cuáles son esos problemas, para empezar pues?

Sigamos la recopilación realizada hasta el día 11 de junio por Austin Walters para Estados Unidos. En ese país de más de 330 millones de habitantes, aproximadamente la mitad de la población ya está vacunada (53% una dosis; 47% dos dosis), y sólo están usando vacunas de nueva tecnología (ARNm o vectorizadas). Por tanto, Estados Unidos, país enorme y diverso, sirve como una gigantesca muestra de razonable relevancia. 

El VAERS (Sistema de Reporte de Efectos Adversos de Vacunas) norteamericano reporta a esta altura un número de fallecimientos vinculados a las vacunas contra COVID muy alto, en términos comparativos, respecto de todas las vacunas conocidas antes en todos los años de existencia del mecanismo VAERS. Esta es meramente una comparación interna que no permite extraer conclusiones finales sobre lo que esté pasando, pero el gráfico inicial es llamativo: 

Reportes de muerte en VAERS desde 1990 al 28 de mayo de 2021. Números absolutos.

Estos datos han sido inmediatamente recibidos con una andanada de críticas de parte de los usuales «fact-checkers» que, lejos de ser fuentes objetivas de verificación, son organizaciones ideológicas y políticas totalmente comprometidas con la defensa del discurso ortodoxo relativo a Covid-19. De modo que si el lector intenta hacer una verificación superficial de cualquier crítica que se haga a las vacunas, lo primero que encontrará si usa Google será una gran cantidad de «verificaciones independientes» que dirán lo contrario. Así funciona la censura y el control mental de las grandes compañías tecnológicas estos días, de modo que el lector que quiera realmente avanzar en la veracidad de las cosas deberá ir más allá de esta primera barrera de desinformación que se le tira encima. 

Lo llamativo es que incluso PolitiFact, uno de los fact checkers más conocidos, parciales y comprometidos con la ortodoxia Covid, no puede negar totalmente los hechos. Lo que hace es relativizarlos, y decir que el VAERS no debe usarse como mecanismo para «sacar conclusiones definitivas», sino que «es bueno para detectar patrones de eventos que podrían indicar un problema, lo que a su vez podría desencadenar una mayor investigación de un posible problema de seguridad«.

Obviamente, solo un tonto sacaría conclusiones exclusivamente por los datos del VAERS. Pero es justamente el patrón de eventos que notablemente y sin lugar a muchas dudas emerge del VAERS, lo que debería «desencadenar una mayor investigación». De modo que, incluso siguiendo las recomendaciones de cosas como PolitiFact, hay patrones preocupantes que deberían llamar a la cautela respecto de estas vacunas.

Además de ello, el reporte de efectos indeseados, muchos de ellos graves, es extremadamente alto también. 

Hagamos pues una crítica más equilibrada del VAERS y lo que permite ver, y complementémosla con algunas fuentes más duras. Por ejemplo, con las muertes reales y oficiales reportadas por el CDC.

2.1 Primero, el VAERS es definitivamente una sub-representación de lo que pasa. 

En efecto, el mecanismo VAERS no reporta más que una pequeña fracción de los eventos (incluidos  fallecimientos) reales. Esto es conocido y admitido por las propias autoridades del VAERS, y ocurre por un conjunto de causas. El reporte no es obligatorio; el reporte genera responsabilidades incluso penales -en caso de falsificación- para la persona que se hace responsable; y el reporte es muy engorroso en términos del tiempo y detalles que insume llenarlo. De modo que sean cuales sean las cifras que arroja el VAERS, estas son necesariamente sólo una fracción de las ocurrencias reales, y de qué fracción se trata es materia especulativa -algunos indican que es el 1% y otros que es el 25%, por ejemplo. Ver por ejemplo un estudio para el nivel de subreporte de anafilaxis aquí

2.2 Segundo, existe un problema de definición conceptual respecto de qué es lo que se está reportando. 

En efecto, los problemas y síntomas experimentados por algunos o muchos de los vacunados tienen un amplio espectro que complica cualquier panorama simplista. Muchos de ellos -especialmente los más graves- involucran problemas circulatorios que llegan hasta el infarto fulminante, o el ACV provocado por coagulación, pasando por diversas formas de parálisis, inflamaciones y dolores persistentes, miocarditis, problemas con la coagulación, sangrados, pérdida de la visión y el habla, y desórdenes de la función menstrual, abortos espontáneos, entre otros. Pero -y debido al ambiente obviamente enrarecido y las presiones que son cosa de todos los días en relación al asunto de las vacunas, su efectividad, sus riesgos relativos, etc.- se desarrolla una verdadera guerra dialéctica y de «papers» encontrados, de donde es muy difícil obtener una visión clara. 

2.3 Tercero, «correlación no es causalidad», y «cercanía en el tiempo de dos eventos» no es demostración de que existe conexión causal entre ellos.

Esto es perfectamente lógico, y debe tenérselo en cuenta. Pero si nada impotante cambió en el mundo de la vacunación en diciembre de 2020 salvo que se comenzó a vacunar contra COVID-19, y los eventos reportados en conexión con esta vacuna suben hasta golpear el techo, no es la hipótesis más plausible decir que ambos hechos no tienen nada que ver, ni ignorarlo. Es preciso profundizar.


2.4 La mortalidad inexplicada

Veamos pues otra fuente de datos. Sea el CDC, el lugar más oficial y autorizado de Estados Unidos que lleva el conteo de fallecimientos y sus causas. 

Un elemento que parece significativo, entre otros y además del aumento indiscutible y astronómico de reportes VAERS, es el aumento de muertes desde que se comenzó a vacunar, en Estados Unidos, por lo que se conoce como «Signos, síntomas y hallazgos clínicos y de laboratorio anormales, no clasificadas de otra forma» (categoría R00-R99). 

Esto, en palabras más simples, son todas las muertes que aun el CDC no puede explicar. Steve Kirsch tiene una interpretación más detallada -y más extrema- que la que sugeriremos aquí.

Abajo se ve una captura de pantalla con los datos del CDC para esa categoría al 16 de junio, donde se ve que existe un aumento muy significativo de esa categoría «R00-R99». En el gráfico se ve la curva (en rojo) de esas muertes, aumentando abruptamente a partir de la vacunación; se la compara con un evento estacional que característicamente lleva a un aumento de fallecimientos en esos meses invernales, la categoría J09-J18, «Influenza y neumonía», (en azul):  

Cuenta provisional de muertos semanales en estsdos de Estados Unidos. Fuente: Centers for Disease, Control and Prevention (CDC)

Las muertes no explicadas trepan a un total muy por encima de lo normal desde el mes de Febrero 2021, un mes y medio después de comenzar la vacunación. 

Para que se aprecie con claridad cuán anormal este aumento es, compáreselo con los casos de la misma categoría, R00-R99 en los últimos 7 años. Las muertes «inexplicables» son la línea azul. En este caso, la línea roja muestra las muertes por influenza:

Serie histórica de muertes atribuidas a la categoría «Signos, síntomas y hallazgos clínicos y de laboratorio anormales, no clasificadas de otra forma«. Fuente: Centers for Disease, Control and Prevention (CDC)

El reporte de muertes asociadas en VAERS directamente a la vacuna es de casi 6.000 al momento de escribir este reporte . Recuérdese que el VAERS sub reporta de un modo significativo -pero en este momento imposible determinar cuán significativo.

El lector puede conectar los dos datos recién brindados -fallecimientos reportados por el CDC como «no explicados» desde que se comenzó a vacunar en Estados Unidos, y reporte de muertes en VAERS asociadas a la vacunación contra COVID-19. Acaso no sea insensato aventurar que la unión de ambos eventos, y cada uno por sí solo, alcanzan para plantear la hipótesis de que podría estar habiendo efectos secundarios graves, y muertes, asociadas a las vacunas con aprobación de emergencia contra COVID-19. 

Mientras que esos son los datos más relevantes que pueden citarse para Estados Unidos, hay sistemas similares en Canadá, países de la Unión Europea o Israel que también podrían consultarse. En todo caso esta es información suficiente ya para dar una alarma seria, sin contar los numerosos eventos anecdóticos de fallecimientos con una o dos dosis de vacunas, a menudo por causas similares a COVID-19 o por muertes vinculadas a fallas cardiovasculares, que -como casi todo el mundo hoy- conocemos, y que hemos dejado fuera a propósito y para mantener este reporte en la mayor neutralidad posible.


PARTE 3. La aprobación de las vacunas y la versión por el momento oficial y autorizada: la proteína espiga no viaja

Como el lector verá si consulta los textos que componen este dossier -y si quiere profundizar, también le remitimos a otros materiales fundamentales en inglés, citados en este número- el problema fundamental reside en el hallazgo -que se ha intentado negar por parte de las mismas voces de los «fact checkers» y por campañas de ataque personal llevadas adelante a menudo en base a anónimos, como se verá- de que la proteína espiga generada por las vacunas, que se creía era biológicamente inactiva, y que se creía permanecía en la zona de la inyección, en realidad se acaba de descubrir que se libera y viaja por todo el cuerpo, instalándose en diversas partes del cuerpo, con un alto potencial de crear daños a corto, mediano o largo plazo.

El problema por ahora reside, pues, en si es correcto este hallazgo, y si la proteína espiga se comporta como estaba previsto por quienes diseñaron las vacunas, o no.

Demos primero el argumento que niega que haya cualquier problema. Derek Lowe, desde su blog en Science Translational Medicine, afirma que no los hay, apoyando la versión oficial sostenida por las empresas fabricantes. Traducimos aquí el párrafo fundamental, donde Lowe explica por qué no puede compararse el comportamiento y efectos de la proteína espiga generada por la vacunación con la proteína espiga original del virus:

Ahora llegamos a una diferencia clave: cuando una célula recibe el efecto de una nanopartícula de ARNm o de un vector de adenovirus, por supuesto comienza a expresar la proteína Spike (espiga). Pero en lugar de ensamblarse en más partículas virales infecciosas, como ocurriría en una infección real por coronavirus, esta proteína se traslada a la superficie de la célula, donde permanece. Ahí es donde se presenta al sistema inmunitario, como una proteína intrusa anormal en la superficie celular. La proteína Spike no se libera para vagar libremente por el torrente sanguíneo por sí misma, porque tiene una región de anclaje transmembrana que (como su nombre indica) la deja pegada. Así es como se asienta en el propio virus, y hace lo mismo en las células humanas. Véase la discusión en este artículo sobre el desarrollo de la vacuna Moderna, y lo mismo se aplica a todas las vacunas de ARNm y vectores que producen la espiga. Ciertamente, no se da la situación de infección real de los virus cubiertos de Spike que se arrastran por todas partes a través de la circulación. La proteína Spike producida por la vacunación no se libera de manera que llegue a encontrarse con las proteínas ACE2 en la superficie de otras células humanas en absoluto: está asentada en la superficie de las células musculares y linfáticas en el hombro, no vagando por los pulmones causando problemas.

Esa es la versión que dieron por buena las agencias reguladoras, la FDA norteamericana, la Agencia Europea del Medicamento, etc. al momento de aprobar las vacunas condicionalmente. Y hasta el momento, esas reguladoras siguen manteniendo su confianza en que los resultados anunciados por las empresas eran correctos. 


PARTE 4. Los desafíos a la versión oficial sobre la seguridad de las vacunas. Las opiniones de Robert Malone, el creador de la tecnología de vacunas ARNm

¿Cuál es el problema con esa versión oficial, que es la que usted encontrará en la mayoría de narrativas «centrales» u «oficiales» hoy respecto de la vacuna? Aparentemente, los científicos que crearon la vacuna creyeron que este sería el caso, e intentaron incluso asegurarse de que lo sería. Pero, al no haberse realizado los estudios con la extensión y profundidad requerida, hay acontecimientos científicos que parecen comenzar a revelar desde hace unas semanas que, en realidad, la vacuna no se comporta como se esperaba.

¿En quién podemos apoyar esta afirmación? Encontramos una voz que es considerablemente experta como para escucharla. Se trata del creador mismo de la tecnología ARNm empleada en estas vacunas, Robert Malone.

Robert Malone ha descrito recientemente su trayectoria profesional así: «Soy un médico y científico afincado en Estados Unidos con un amplio historial de innovaciones exitosas en ciencia básica y aplicada, patología, virología molecular, inmunología, desarrollo de vacunas, biodefensa, gestión de proyectos, desarrollo clínico, asuntos normativos y bioética. Llevo trabajando en esta área desde 1984 y he intervenido en múltiples hallazgos, normalmente apoyando a clientes farmacéuticos o al Departamento de Defensa de los Estados Unidos. He recibido autorización de nivel «secreto» para el Departamento de Defensa. Desempeñé un papel clave en el avance del candidato a vacuna contra el ébola rVSV-ZEBOV de PHAC y en la participación de Merck en el desarrollo, lo que dio lugar a la eventual concesión de licencias para este producto tan importante de la investigación canadiense de PHAC.

También soy el inventor original de las vacunas de ARNm y de ADN. Esta afirmación está corroborada por publicaciones académicas, así como por un amplio conjunto de patentes estadounidenses y mundiales con fecha de presentación de 1989.»

Veamos pues lo que explica Malone al ser entrevistado en el podcast DarkHorse del biólogo, profesor universitario y divulgador científico Dr. Bret Weinstein –le pasamos el link a BitChute aquí porque, desde luego, el podcast original en YouTube ha sido censurado. 

Aunque el lector puede interesarse en saber que Weinstein está republicando la conversación (originalmente de 3 horas) en varios y muy interesantes fragmentos, aquí, aquí, aquí y aquí. Todos son invalorablemente valientes e interesantes -hasta que los censuren de nuevo, ahí están.

Así iba la parte relevante a nuestro asunto de aquella conversación:

Bret Weinstein: La teoría es que la vacuna codifica la proteína espiga sola (sin el resto del virus). Es decir, el material genético estabilizado y recubierto por un lípido es enviado a células del cuerpo y ahí da la orden a la propia célula del cuerpo para que produzca una proteína, la «espiga». En qué consiste lo que se va sabiendo: en que la proteína espiga por sí misma es muy peligrosa. Es citotóxica. ¿Es esta una descripción justa?

Dr. Robert Malone: Más que justa. Y yo alerté a la FDA acerca de este riesgo hace muchos, muchos meses… Simplemente para dejarlo bien claro: Ellos sabían. Les mandé los manuscritos, y su determinación fue que no pensaban que esa documentación fuese suficiente respecto del riesgo de la que espiga estuviese activa biológicamente.

B. Weinstein: Hoy sabemos que la spike es muy peligrosa. 

R. Malone: Si la proteína espiga hiciese lo que los prospectos de estas vacunas dicen que hace, que es alojarse en la membrana de la célula que está haciendo la transcripción, sería mucho menos destructiva. No se trata solo de la literatura que acompaña a la vacuna, se trata de la literatura publicada por la gente que la desarrolló -que desarrolló estos clones. Ellos sabían que existía un riesgo de que la espiga estuviese biológicamente activa y que hubiese eventos adversos, si no se quedaba adherida a las células que estaban siendo transfectadas -las que recibieron el ARN y crearon esas proteínas espiga.

Entonces, usaron un método de ingeniería genética, de poner un dominio transmembrana en ellas, para asegurarse de que se mantuviese aislada y se mantuviese quieta en esa célula. Luego hicieron estudios no clínicos limitados. Y dijeron «parece que se queda quieta. Nosotros la ingenierizamos para que se quedase quieta». Y publicaron eso.

El problema es que eso, en general, no es considerado suficientemente bueno. Un paquete de datos no clínicos. Normalmente, antes de liberar una vacuna para que sea usada en humanos, no nos apuramos. Tenemos que hacer en animales una serie muy rigurosa de pruebas. 

Revelar que la espiga se separa de la célula en la que se supone debe permanecer y queda liberada es algo que absolutamente debió ser conocido y comprendido bien mucho antes de arriesgarse a ponerla en seres humanos.

Yo soy un regulador profesional, y hablé con la FDA, y tengo buenos amigos ahí en posiciones de mando. Ellos estaban conscientes, ya cuando se estaban haciendo los ensayos clínicos al azar, que estaban ocurriendo estos eventos adversos. Muchos se demoraban de manera extraña, y eran atípicos para lo que es un estudio para una vacuna. Esta es una tecnología totalmente nueva, y eso como que va al centro del problema. Creo que una de las cosas que pasan es que se asume que esta es una vacuna como cualquier otra. Y no lo es.  

 

Yo no sabía… yo recibí el paquete de datos que los canadienses obtuvieron via FOIA, dentro de las 24 horas de que se liberó, lo revisé -en nombre de TrialSite, a pedido- y francamente me alarmé de lo que vi. Muy inusual. De modo que le pedí a un regulador aun más experimentado y senior que yo que lo mirase. Y él descubrió más cosas. Como la ausencia del Reprotox -Paquete de Toxicidad Reproductiva-, que normalmente debe hacerse e incluirse. Así como la Genotoxicity -que es la toxicidad a los genes del sistema en prueba. Ese es algo como el Nivel 1 para genotoxicinomas. Pero, estos son ensayos imperfectos. Si hay un truismo en la investigación no-clínica es, como siempre decimos, que los ratones mienten, los monos engañan, y los seres humanos son los únicos que prueban si algo es seguro y efectivo para humanos. Pero uno debe hacer algo antes de permitir que un material sea testado inicialmente en humanos. En fin, lo que fue alarmante, es que lo que se había hecho, al menos en ese paquete. Y me dijeron… hablé con Peter Marks, el director de CBER sobre estas preocupaciones, y me dijo que Pfizer había presentado un nuevo paquete de datos en las últimas dos semanas, y que estaban evaluándolo. De modo que pienso que tenemos que tomar esos datos con un poco de cautela, porque están siendo actualizados, y aun no sabemos lo que hay de nuevo.»  

S. Kirsch: ¿Pero estos datos nuevos son sobre humanos?

R. Malone: No, son en roedores

S. Kirsch: Bueno, ¡pero los roedores no tienen la misma afinidad a los receptores ACE2!

R. Malone: Estamos en terreno confuso. Y pienso que todos podemos estar de acuerdo -Tony Fauci podría estar de acuerdo- que se tomaron atajos debido a la emergencia, y cuando uno hace eso… Estos son procesos para confirmar la seguridad que han evolucionado durante décadas…


PARTE 5. Las alertas de Byram Bridle

El Dr Byram Bridle, de quien hablábamos al principio, es Profesor Asociado de Inmunología Viral de la Universidad de Guelph, en Canadá. El Dr. Bridle es exactamente lo contrario a un «antivacunas». Se trata de un doctor en inmunología viral que ha pasado buena parte de su carrera investigando y creando… precisamente, vacunas. Él mismo describe lo que hace: -«Trabajo mucho. He pasado mi carrera desarrollando vacunas. Nunca he recibido financiación para esta investigación de ninguna fuente de la industria farmacéutica. He recibido financiación de las agencias gubernamentales que he enumerado aquí. Así que tenemos dos agencias federales de financiación, los Institutos Canadienses de Investigación Sanitaria, y otra, el Consejo de Investigación de Ciencias Naturales e Ingeniería de Canadá«. 

Bridle está en este momento en el ojo de una tormenta que amenaza con quitarle su trabajo y su título profesional -al final transcribimos la ejemplar carta de apoyo que, sin conocerlo, le escribió Robert Malone hoy 19 de junio-, luego de que divulgase y comentase una información que obtuvo antes que nadie, junto a un grupo de colaboradores internacionales. Esa información surge de un reporte hecho al gobierno japonés por Pfizer, que Bridle encontró en una referencia a un reporte del British Medical Journal que transcribimos también en este número.

Entre la campaña de ataques personales a Bridle se incluye la creación anónima de un sitio web que usurpa su nombre, donde se intenta destruir -con argumentos que hemos revisado y no merecen mayor destaque, pues se limitan a citar un conjunto de trabajos no arbitrados creados todos en un solo hospital de Israel y sobre un número minúsculo de casos-, junto a una cita al mismo párrafo de la misma entrada del blog de Derek Lowe que citamos al comienzo de este reporte, el cual está cuestionado posteriormente por todo lo nuevo que ha aparecido. 

Byram Bridle -preocupado fundamentalmente por las posibles efectos de las vacunas en la población más joven, que según opinan muchos expertos, no la necesita- ha reunido su posición en este documento, titulado «Las Vacunas Covid-19 y los niños: guía de un científico para padres» 

Transcribimos a continuación el Resumen Ejecutivo y los capítulos más sustanciales de esta guía.


«Las vacunas Covid-19 y los niños: guía de un científico para padres»

Resumen Ejecutivo

«La vacuna de ARNm COVID-19 de Pfizer BioNTech ha sido autorizada en virtud de una orden provisional por Health Canadá para su uso en canadienses a partir de los 12 años, con compromisos obligatorios para el seguimiento de seguridad y eficacia a largo plazo. La autorización en virtud de una orden provisional significa que se necesita información adicional sobre la seguridad, la eficacia y la calidad de la vacuna, incluso en niños y adolescentes, para para respaldar la futura autorización completa de la vacuna en el mercado y su licencia.

Existe cierta incertidumbre respecto a la seguridad a largo plazo de la vacuna COVID-19 de Pfizer BioNTech en todos los en todos los individuos, y especialmente en niños, jóvenes y adultos jóvenes en edad fértil. De hecho, algunos estudios de seguridad parecen haberse dejado de hacer, en la prisa por lanzar las vacunas, y cada día se aprende más sobre ellas. 

Por ejemplo, antes se suponía que la vacunación con las vacunas de ARNm es segura porque es un evento localizado en el cuerpo, pues la vacuna queda limitada al músculo del hombro tras la inyección, y desencadena una respuesta inmunitaria en los nódulos linfáticos locales. Sin embargo, hay pruebas de que la vacuna COVID-19 de Pfizer no permanece en el lugar de la inyección. De hecho, una vez inyectada, el contenido de la vacuna parece viajar ampliamente por todo el cuerpo, hasta el cerebro y otros tejidos sensibles, como la médula ósea, el bazo, el hígado, las glándulas suprarrenales, los ovarios etc. No se sabe si estos sitios del cuerpo están involucrados en la producción de la proteína de la espiga, ya que esto nunca fue estudiado. No obstante, se han publicado nuevos datos según los cuales, tras la vacunación con la vacuna Moderna (una vacuna de ARNm muy similar a la vacuna de ARNm de Pfizer), la proteína de la espiga puede entrar en el sistema circulatorio. Presumiblemente, esto significa que la proteína de la espiga puede viajar extensamente por todo el cuerpo.

Es importante entender qué órganos producen la proteína de la espiga, qué factores hacen que la que la proteína de la espiga entre en la circulación, cuánto tiempo circula la proteína de la espiga y en qué fluidos corporales (por ejemplo, el semen, la saliva, la leche materna, la orina) la proteína de la espiga está presente. Esta información es increíblemente importante porque recientemente se ha descubierto que la proteína de la espiga es «biológicamente activa».

Esto significa que la proteína de la espiga no es sólo un antígeno que el sistema inmunitario reconoce como extraño. Significa que la proteína de la espiga, por sí misma, puede interactuar con receptores en todo el cuerpo, llamados receptores ACE2, causando potencialmente efectos indeseables como daños al corazón y al sistema cardiovascular, coágulos de sangre, hemorragias y efectos neurológicos. 

Aunque algunos podrían argumentar que el riesgo de que la proteína de la espiga cause este tipo de daños es sólo un riesgo teórico, cuando estamos vacunando en masa a una población predominantemente sana, incluidos niños, adolescentes y adultos en edad fértil, no tenemos absolutamente ningún margen de error.

Las incertidumbres científicas actuales exigen que sea interrumpida la administración de la vacuna COVID-19 de Pfizer a niños, adolescentes y adultos jóvenes en edad fértil hasta que se realicen estudios científicos adecuados que se centren en la seguridad, la farmacocinética y la biodistribución de las vacunas y de la proteína de espiga codificada en la vacuna. La interrupción de la vacunación puede hacerse de forma segura porque:

– El riesgo de COVID-19 grave y potencialmente letal en estas poblaciones específicas es tan bajo que necesitamos estar muy seguros de que los riesgos asociados a la vacunación masiva no son mayores;

– Los miembros asintomáticos de esta población no representan un riesgo sustancial de transmitir el COVID-19 a otros; y 

– Existen estrategias eficaces de tratamiento precoz para los pocos niños, adolescentes y jóvenes adultos en edad fértil que pueden estar en riesgo de desarrollar COVID-19 grave, como la ivermectina, fluvoxamina y budesonida.

No es apropiado utilizar una vacuna «experimental» en un grupo de población a menos que el beneficio de la vacunación supere el riesgo de la misma en ese grupo de población. Siendo ya tan bajo el riesgo de COVID-19 grave en niños, adolescentes y adultos jóvenes en edad fértil, no se puede concluir que el beneficio de vacunar a estos grupos de población con una vacuna de la que no se conoce ni la seguridad ni la eficacia a largo plazo supere el riesgo. En otras palabras, el riesgo de COVID-19 grave es tan bajo en niños adolescentes y adultos jóvenes en edad fértil que los estándares de seguridad deben ser mucho más altos para ellos.

Pruebas de que las vacunas COVID-19 basadas en ARNm pueden distribuirse por todo el cuerpo

Cuando se diseñaron las vacunas COVID-19, no se apreció que la proteína spike podría dañar las células del cuerpo. Como consecuencia, la administración de las actuales vacunas COVID-19 puede poner a las personas en riesgo de dañar sus células, especialmente si la expresión de la proteína spike no se limita al lugar de inyección de la vacuna. Se hizo una suposición con estas vacunas que ha demostrado ser incorrecta. La suposición era que las vacunas de ARNm, que son una nueva tecnología, se comportarían igual que las vacunas tradicionales. Muchos pensaron que las vacunas de ARNm se quedarían en el lugar de la inyección y que el único lugar al que irían es a los nódulos linfáticos de drenaje en las inmediaciones del lugar de la inyección. Más concretamente, se pensaba que las células del sistema inmunitario llegarían al lugar de la inyección y crearían trozos del virus y llevarían estos trozos a los ganglios linfáticos donde se mostrarían a las células B y T (es decir, a los linfocitos B y T). Los linfocitos B y T se activarían, se multiplicarían en gran número

(por eso los ganglios linfáticos se hinchan cuando una persona está montando una respuesta inmune) y luego se dirigen a buscar el patógeno en el cuerpo. En particular, las células B son la fuente de los anticuerpos.

Por desgracia, los investigadores han llegado a saber que las vacunas de ARNm no se quedan en el músculo del hombro. De hecho, tienen el potencial de extenderse por todo el cuerpo a través de la sangre. Obviamente, esta es una conclusión muy seria, así que vamos a repasar la sólida evidencia científica que demuestra este potencial de biodistribución.

Un informe que Pfizer proporcionó al gobierno japonés (véase el Apéndice 2) fue publicado como referencia #25 en un artículo publicado en BMJ que se puede encontrar en este enlace. En la sección 2.6.5.5B del informe al gobierno japonés hay una tabla que contiene datos de biodistribución de las nanopartículas lipídicas.

Esta tabla muestra dónde se encuentra su «vacuna» sustituta (es decir, representada en laboratorio por pequeñas burbujas de grasa sustitutiva que contienen un marcador de detección analítico) acabó en el cuerpo de las ratas inmunizadas, utilizadas en el laboratorio como sustitutos de los humanos. A continuación se reproduce una parte de la tabla se reproduce a continuación. Por favor, revise los datos para que pueda obtener la imagen completa. Me gustaría destacar algunas observaciones. En primer lugar, como se muestra en el rectángulo azul que he añadido a la tabla, una gran parte de la dosis de la vacuna sustitutiva permaneció en el lugar de la inyección, como era de esperar. 

Notablemente, sin embargo, la mayor parte de la dosis de vacuna se había ido a otra parte. 

Cuadro del estudio de biodistribución de vacuna Pfizer, reporte a la agencia reguladora japonesa
Cuadro del estudio de biodistribución de vacuna Pfizer, reporte a la agencia reguladora japonesa (continuación)

La parte derecha de la tabla (mostrada en el informe al gobierno japonés) enseña que entre el 50 y el 75% de la dosis de vacuna no permaneció en el lugar de la inyección. La gran pregunta es, ¿a dónde fue a parar? 

Mirando los otros tejidos se muestran algunos de los lugares a los que fue y se acumuló. El rectángulo rojo muestra que la vacuna sustituta circulaba en la sangre. También hay pruebas de que una cantidad sustancial de la vacuna fue a lugares como el bazo (rectángulo verde), el hígado (rectángulo marrón), los ovarios (amarillo rectángulo), las glándulas suprarrenales (rectángulo morado) y la médula ósea (rectángulo naranja). La vacuna también llegó a otros lugares, como los testículos, los pulmones, los intestinos, los riñones, la glándula tiroides, la hipófisis, pituitaria, el útero, etc. La vacuna sustituta probada en un laboratorio se distribuyó ampliamente por todo el cuerpo de los animales de laboratorio.

Basándose en los resultados de esta prueba de biodistribución, deberían haberse realizado más pruebas para evaluar los impactos en más tejidos y durante un tiempo antes de que se autorizara el uso de la vacuna, especialmente en niños en crecimiento, adolescentes y adultos jóvenes en edad fértil. El fabricante de la vacuna, los investigadores y las autoridades reguladoras deberían haber examinado de forma más exhaustiva la posibilidad de que los animales de prueba eliminaran la vacuna mediante la evaluación de la saliva, la orina y las heces. Hay que tener en cuenta que hubo evidencia de cierto tráfico de la vacuna hacia la glándula salival y la vejiga, lo que indica que existe la posibilidad de que la vacuna se desprenda del cuerpo. Además, la biodistribución de la proteína de la espiga creada por el cuerpo después de la vacunación debió ser determinada cuidadosamente. Estos estudios deben realizarse en al menos dos modelos animales, uno de los cuales no debe ser un roedor, ya que los roedores tienen niveles de afinidad de unión al receptor ACE2 que es mucho menor que la de los humanos y puede, como resultado, subestimar el impacto de la proteína de la espiga en los seres humanos. También debería haber habido una evaluación de dónde iban la vacuna y la proteína de espiga en humanos en un ensayo clínico de seguridad de fase 1 muy limitado.

Esto podría no haber importado tanto si la proteína codificada por el ARNm fuese inerte, aunque los riesgos de autoinmunidad con la deposición de los nanomateriales lipídicos en diferentes órganos son ciertamente dignos de consideración. Pero ahora que sabemos que la proteína codificada por el ARNm tiene de sus propias actividades biológicas, existe un potencial aún mayor de daño a los órganos y tejidos derivados del material vacunal en circulación.

Aunque no son tan detallados como los datos del informe al gobierno japonés, el informe de Pfizer a la Agencia Europea del Medicamento establece conclusiones similares en cuanto a la amplia distribución de su plataforma de vacunas por todo el cuerpo. El informe se encuentra en el Apéndice 3. Es muy preocupante el siguiente extracto de la sección 2.3.2 en la página 45: «No se han realizado estudios tradicionales de farmacocinética o biodistribución con la vacuna candidata BNT162b2«. Si esta es la primera vez que esta plataforma tecnológica de vacunas se ha puesto en marcha para su amplia distribución a los humanos, y si los datos de biodistribución japoneses mostraron evidencia de la propagación de la vacuna sustituta, hay que preguntarse ¿por qué se permitió el uso de esta vacuna experimental sin haber sido sometida primero a un estudio crucial de biodistribución? Esto nos habría dicho a dónde iba la vacuna en el cuerpo antes de su uso en las personas.

Apoyando la necesidad de abordar las incertidumbres y preocupaciones relativas a la biodistribución de la vacuna y la proteína resultante existe un artículo científico revisado por pares que acaba de ser aceptado para su publicación. En él se describe un estudio en el que se evaluó a 13 trabajadores sanitarios para la presencia de la proteína de la espiga en su sangre después de recibir la vacuna de Moderna (una vacuna de ARNm con una tecnología de plataforma esencialmente idéntica a la de la vacuna de Pfizer-BioNTech). En particular, la proteína de la espiga, (o la parte que se une al receptor ACE2), pudo encontrarse en la circulación en 3 de las 13 personas (y en 11 de las 13 personas), respectivamente42. La proteína de la proteína se pudo detectar en la sangre hasta dos semanas después de la vacunación en la mayoría de los individuos, y a los 28 días post-vacunación en un individuo. Algunos pueden argumentar que la concentración de la proteína era baja en la mayoría de las personas estudiadas. Sin embargo, una proteína que circula a una baja concentración durante dos o más semanas podría acumularse en las células a lo largo del tiempo, ya que la sangre perfunde constantemente (es decir, fluye a través de) los tejidos corporales. Además, los estudios de biodistribución en los apéndices sugieren que la proteína de la espiga podría concentrarse en muchos tejidos que que no serían evidentes si se observara sólo la sangre. También existe la posibilidad de que haya proteínas de espiga de la ACE2 en las células que recubren los vasos sanguíneos, pero esto no se investigó.

En cualquier caso, en este estudio a pequeña escala cabría esperar bajas concentraciones de la proteína de espiga en la circulación. Las altas concentraciones de una proteína que puede causar daños en los vasos sanguíneos en un gran número de personas no sería consistente con una baja incidencia de eventos adversos severos.

Recuérdese que el programa de vacunación de AstraZeneca fue suspendido en Canadá debido a una incidencia de 1:55.000 de coágulos de sangre. Si las proteínas de espiga en la sangre fueran responsables de un efecto secundario severo, uno esperaría ver altas concentraciones de esta proteína en sólo una entre muchas miles de personas; un fenómeno que probablemente no se detectaría en un análisis de sólo 13 personas. Es evidente que es necesario trabajar más para evaluar la biodistribución de las proteínas de la espiga en el cuerpo humano después de la vacunación.

Leche materna

En un artículo pre-impreso (nota: esto significa que el artículo aún no ha sido sometido a una revisión revisión científica independiente), hay datos que indican que el ARNm puede detectarse incluso en la leche materna después de la vacunación. Este aspecto del estudio fue minimizado, pero proporciona una prueba de principio de que esto puede ocurrir. Sabiendo lo que sabemos ahora, no sería sorprendente tener la proteína de la espiga

en la leche materna de algunas mujeres lactantes si se vacunaran. Las proteínas que circulan en la sangre suelen concentrarse en la leche materna. En particular, se han notificado algunos acontecimientos adversos de sangrado en el tracto gastrointestinal después de mamar de madres que habían recibido la vacuna COVID-19. 

Estos son algunos ejemplos del VAERS de EE.UU. (no he buscado más desde mayo de 2021):

Acontecimientos adversos graves relacionados con la lactancia después de recibir una vacuna COVID-19:

– VAERS ID #945282; una madre de 32 años hizo que su hija de 2 meses que estaba amamantando murió 7 días después de que la madre recibiera la vacuna de Pfizer-BioNTech

– VAERS ID #949926; una madre de 34 años hizo que su hijo de 4 meses en periodo de lactancia expulsara sangre y mucosidad en las heces a partir de 2 días después de que la madre recibiera la vacuna Moderna

– VAERS ID #992676; una madre de 30 años en período de lactancia, su hijo de 2 meses de edad experimentó anorexia, regurgitación, heces sanguinolentas descoloridas, vómitos de sangre, ulceración del estómago y hemorragia en el tracto gastrointestinal a partir de 2 días después de que la madre recibió la vacuna Moderna

También se produjeron otros tipos de acontecimientos adversos en lactantes asociados a la lactancia materna de madres que habían recibido recientemente la vacuna COVID-19. En aras de la brevedad, aquí he enumerado los números de identificación del VAERS; cualquiera puede buscarlos en la base de datos del VAERS disponible al público.

– VAERS ID #s: 903355, 911226, 913968, 913971, 918972, 921052, 927664, 936865,

939409, 974519, 978085, 978485, 984448 (madre) – 984602 (bebé), 1049482,

1105816, 1168901, 1171284

***

También hay un artículo preimpreso que describe cómo una vacuna basada en el adenovirus puede resultar en proteínas de espiga que dañan el sistema vascular. Este tipo de vacunas actualmente no se administradas a los niños en Canadá. El mecanismo es diferente al de las vacunas basadas en ARNm, pero el resultado es similar. Los autores de este artículo han acuñado un término interesante para describir el efecto de una vacuna contra el COVID-19 que causa el mismo daño en el cuerpo que el SARS-CoV-2; lo llamaron «síndrome de imitación de COVID-19 inducido por la vacuna»

PEG (Polietilenglicol)

Resulta que la sugerida amplia distribución de las vacunas de ARNm en todo el cuerpo tiene un precedente histórico, como la inmunización contra la gripe, por ejemplo. Sin embargo mucha gente no se da cuenta de que las nanopartículas lipídicas no fueron diseñadas para funcionar como vacunas. Fueron diseñadas para servir como terapias genéticas, o para transportar cargas de medicamentos por todo el cuerpo, incluso al cerebro, donde se podría intentar tratar enfermedades como el Alzheimer, la enfermedad de Parkinson y los cánceres cerebrales. El uso de PEG, se ha asociado a un shock anafiláctico en algunas personas tras recibir una vacuna de ARNm. 

El PEG se añadió a las nanopartículas lipídicas en los primeros días del desarrollo de fármacos para promover una distribución mucho más amplia en el cuerpo. En concreto, cuando el PEG se añade a las nanopartículas lipídicas, ayuda a las partículas evitan ser consumidas por las células en todo el cuerpo, especialmente las células del sistema inmunitario, lo que limitaría la distribución de la carga de ARNm. De hecho la adición de PEG a las nanopartículas lipídicas fue aclamada como un avance porque «este efecto es sustancialmente mayor que el observado anteriormente con los liposomas convencionales y está asociado a una prolongación de más de 5 veces del tiempo de circulación del liposoma en sangre «. 

En retrospectiva, parece que se ha cometido otro error en la prisa por administrar estas vacunas a las personas: Podría decirse que el componente PEG debería haberse eliminado de la formulación de nanopartículas lipídicas. Esto probablemente habría dado lugar a nanopartículas lipídicas con una mayor tendencia a permanecer en el lugar de la inyección y ser captadas por las mismas células del sistema inmunitario que queremos inducir una respuesta inmunitaria.

ConclusiónLa suposición de que las vacunas COVID-19 permanecen en el lugar de la inyección (es decir, el músculo del hombro) no está respaldada por las pruebas. Los estudios de laboratorio han demostrado que la propia vacuna, y la proteína de la espiga que codifica, pueden llegar a la sangre y distribuirse ampliamente por todo el cuerpo. Las vacunas dirigidas a la proteína pico del SARS-CoV-2 fueron diseñadas para inducir anticuerpos que se unieran a esta proteína para evitar que el virus pudiera infectar nuestro cuerpo. Se suponía que la proteína de la espiga era la «primera cosa» que debía proporcionar una vacuna; un objetivo para el sistema inmunitario. No nos dimos cuenta del potencial de la proteína de la espiga por sí sola para causar daño a las células del cuerpo. Ahora entendemos que las actuales vacunas de ARNm de COVID-19 tienen el potencial de distribuirse por todo el cuerpo, inoculando potencialmente e inadvertidamente inoculando muchos tejidos con una proteína que es posiblemente dañina. Si se está causando daños desconocidos a algunos órganos, éstos podrían no ser claramente evidentes hasta años después de la vacunación. Los datos presentados aquí no proporcionan pruebas de daños a largo plazo. Sin embargo, proporcionan la justificación para plantear una serie de cuestiones de seguridad. Estas cuestiones deben ser investigadas a fondo en estudios de seguridad antes de utilizar las vacunas COVID-19 en niños, adolescentes y adultos jóvenes en edad fértil.»

Una preocupación más allá de las proteínas de espiga circulantes: el potencial de inducción de autoinmunidad

Algunos científicos han propuesto que la proteína pico del SARS-CoV-2 podría tener porciones que son muy similares a las proteínas de nuestro propio cuerpo47. De ser cierto, inducir la inmunidad contra la proteína de la espiga podría, en teoría, promover trastornos autoinmunes. De hecho, dos investigadores descubrieron que existía una reactividad cruzada entre los anticuerpos inducidos contra la proteína de la espiga y varias proteínas «propias «. Esto llevó a recomendar, hace casi un año, que se evitara atacar la totalidad de la proteína de la espiga en las vacunas y, en su lugar, dirigirse sólo a las porciones de la proteína que no son similares a las proteínas de nuestro propio cuerpo. Por desgracia, las enfermedades autoinmunes pueden ser insidiosas y tardan años en manifestarse.

La amplia distribución de una vacuna de ARNm por todo el cuerpo implica otros mecanismos que podrían conducir a una enfermedad autoinmune. En primer lugar, las vacunas de ARNm promueven una fuerte inflamación. Esta es la razón por la que muchas personas tienen dolores en los hombros después de ser inmunizadas. Promoción de la inflamación en tejidos críticos, como los ovarios, después de ser sembrados con la vacuna podría tener consecuencias nefastas. Se supone que tejidos como los ovarios no deben inflamarse. Esto es así porque la inflamación causa mucho daño a los tejidos normales, lo que es indeseable en un órgano diseñado para la reproducción. Además, la proteína espiga codificada por la vacuna está diseñada para permanecer anclada en la superficie de la célula que la ha fabricado. Si los anticuerpos están presentes, como sería el caso de varios días después de la vacunación o la infección natural, podrían unirse a las proteínas de espiga en las células de todo el cuerpo, lo que provocaría su destrucción. Tomemos los los ovarios, de nuevo, como escenario teórico. Si fueran a sufrir cualquier tipo de destrucción de tejido, existe la posibilidad de que se liberen proteínas que el sistema inmunológico nunca ha visto antes.

Esto se debe a que nuestro sistema inmunitario aprende a tolerar lo «propio» a una edad muy temprana. Sin embargo, los órganos como los ovarios y los testículos comienzan a expresar nuevas proteínas durante la pubertad que el sistema inmunitario no ha sido enseñado a tolerar. Si éstas se liberan debido a un daño en el tejido, esto podría proporcionar las las mismas dos señales que necesita una vacuna para activar el sistema inmunitario: la señal 1 (proteína diana) y la señal 2 (señales de peligro asociadas al daño). Esto podría dar lugar a una respuesta autoinmune contra el órgano. En este ejemplo (ovarios), este daño podría no hacerse evidente hasta años años después, al intentar tener un bebé. Esto es una especulación, pero se basa en una gran cantidad de literatura científica que estudia cómo se inician las enfermedades autoinmunes. En particular, esto podría ocurrir en cualquiera de los tejidos sembrados con la vacuna si empiezan a expresar la proteína de la espiga.

Esto es ciertamente digno de investigación antes de la vacunación masiva de niños, adolescentes y adultos jóvenes en edad fértil.

Incluso el hecho de que las actuales vacunas COVID-19 hagan que las células musculares del hombro expresen la proteína de la espiga, es un problema potencial. Esto podría dar lugar a respuestas inmunitarias contra el tejido muscular. Esto es especialmente preocupante, porque Israel sospecha de una relación entre las vacunas COVID-19 y la inflamación del músculo cardíaco (una enfermedad conocida como miocarditis). De hecho, la Agencia Europea del Medicamento está investigando activamente esta posible relación.

Una vez más, con este tipo de preocupación en la comunidad mundial, uno debe preguntarse por qué estas vacunas se imponen con tanta fuerza a los jóvenes canadienses que no corren un alto riesgo de contraer la COVID-19. Será una tragedia si repetimos algo similar o incluso peor que el fiasco de la vacuna de AstraZeneca con nuestros jóvenes.»

¿Por qué no todos los que se vacunan experimentan un efecto secundario grave?

Es probable que la proteína de la espiga no entre en circulación en todas las personas. De hecho, en el estudio de 13 personas vacunadas con la vacuna Moderna, diez no tenían evidencia de la proteína de la espiga y dos no tenían evidencia de la subunidad S1 (un fragmento de la proteína de la espiga) en su sangre. Además, es importante recordar que, tras la vacunación, las personas fabrican la proteína de la espiga en sus propias células. La cantidad y la calidad del ARNm en cada dosis de la vacuna puede variar de un lote a otro.

La estabilidad del ARNm también depende de su manipulación, ya que es muy temperatura. Por lo tanto, diferentes personas recibirán diferentes cantidades de ARNm activo. Las personas que reciben la misma cantidad de ARNm pueden producir diferentes cantidades de la proteína de espiga dependiendo de lo metabólicamente activas que sean sus células. Y es probable que haya muchos otros factores, como el tamaño del cuerpo, etc. Todo esto podría contribuir a una variabilidad sustancial en la concentración de proteínas de espiga que produce una persona. En particular, cabe esperar que una inyección de vacuna estándar tenga un impacto diferente en un joven de 75 libras que en un adulto de 200 libras. Los efectos adversos que conocemos que conocemos parecen ser relativamente raros. Algunos efectos adversos pueden pasar desapercibidos. Por ejemplo, sabiendo que la proteína del pico entra en la circulación y sabiendo que puede matar las plaquetas, no sería no sería sorprendente que la mayoría de las personas tuvieran alguna pérdida de plaquetas después de vacunarse. Además, las plaquetas podrían captar el ARNm de las nanopartículas lipídicas circulantes y luego mostrar la de la proteína de la espiga en su superficie, lo que las marcaría para su destrucción por la consiguiente respuesta de los anticuerpos. Sin embargo, el recuento de plaquetas no se controla de forma rutinaria después de de las clínicas de vacunación, ni las empresas de vacunas han hecho públicos sus datos sobre el de plaquetas después de la vacunación. De hecho, en un primer estudio en humanos de BNT162b1, un prototipo anterior de la vacuna BNT162b2 de Pfizer que se utiliza actualmente, que codifica la subunidad S1 de la proteína (que contiene la porción de la proteína spike que se une a los receptores ACE2, llamada dominio de unión al receptor), el número de plaquetas disminuyó tras la vacunación tanto en los adultos jóvenes como en los mayores estudiados.

Lamentablemente, los valores de química clínica y hematología tras de la vacunación con la vacuna BNT162b2, que es la que se utiliza actualmente para vacunar personas, no se publicaron en el primer estudio en humanos de Pfizer.

Uno no sabría si está experimentando una pérdida de plaquetas a menos que su recuento de plaquetas fuera peligrosamente bajo y sufriera un traumatismo que provocara una hemorragia. Más preocupante es la posibilidad de que se creen efectos de los que podríamos no saber durante mucho tiempo. Por ejemplo, el daño a los ovarios o a los testículos podría provocar una infertilidad que no se manifestaría hasta que se intentara tener hijos. Los ovocitos presentes en los ovarios de las recién nacidas representan el suministro fijo de ovocitos de esa mujer para toda la vida, que son los precursores de los óvulos. Estos ovocitos no pueden reproducirse ni regenerarse si se dañan o destruyen.

Los daños en el útero podrían potenciar los abortos espontáneos o los abortos involuntarios durante el embarazo.

El hecho es que existe un conjunto de mecanismos biológicos claramente establecidos que plantean numerosas preocupaciones científicas legítimas sobre las vacunas COVID-19. No podemos confiar simplemente en que ninguna de estas preocupaciones termine por hacerse realidad. Por el contrario, debemos volver a seguir el método científico.

Debemos detener el despliegue del programa de vacunación para niños, jóvenes y adultos jóvenes en edad fértil, y pedir a los fabricantes de las vacunas COVID-19 que se tomen el tiempo necesario para realizar los estudios de biodistribución y seguridad adecuados para responder a estas preguntas emergentes, y luego realizar una reevaluación precisa del riesgo de COVID-19 frente a los riesgos asociados a las vacunas experimentales de COVID-19.


PARTE 6. Bridle amenazado

Una vez que Byram Bridle -junto a los doctores, también canadienses, Dr. Patrick Philips y Dr. Don Welsh- hizo públicas estas preocupaciones, éstas no fueron tomadas como la razonable alarma de alguien experto y preocupado por la salud de los canadienses y de todo el mundo, sino como un ataque -uno debería preguntarse a qué o a quiénes- que merecía ser respondido con violencia institucional. 

Bridle ha ofrecido recientemente una conferencia de prensa en donde, entre otras cosas, dice algunos conceptos que merecen ser reproducidos. Dice, por ejemplo, que aunque es un individuo introvertido al que no le gusta estar expuesto a audiencias, es, sin embargo, «un servidor público. Mi trabajo es financiado por ustedes, canadienses, con sus dólares de impuestos, trabajo en una institución académica que es financiada públicamente, y veo por tanto que es mi responsabilidad ante los canadienses que, cuando tienen preguntas, puedan dirigirse a mi y preguntar, si son pertinentes a las áreas en que soy experto, y es mi responsabilidad dar la respuesta más informada que pueda.«

«Fui entrevistado cinco minutos por un programa radial expresé lo que pienso yo y una conjunto internacional de colegas expertos en vacunas como yo, y luego de esos cinco minutos mi vida quedó patas arriba, probablemente para siempre. 

En menos de 24 horas alguien había montado un sitio usando mi nombre de dominio, se abrió una cuenta falsa de Twitter, para enchastrarme, y empecé a sufrir toda clase de ataques, por email, por teléfono, y definitivamente en las redes sociales.

Yo nunca tuve una presencia en las redes sociales, hasta hace unos días, en que tengo una presencia falsa en redes montada por otros.

Debo mencionar también que estoy experimentando acoso, mucho acoso, en mi lugar de trabajo.» 

Las autoridades de la universidad Guelph, dice Bridle, lo han apoyado y han honrado el principio de libertad académica y de expresión. «Pero ha habido colegas que me han estado acosando, tanto en las redes sociales como en el lugar de trabajo.

Esto ha ido tan lejos como para tener a uno de los miembros del Comité Científico Covid 19 de Ontario publicando por primera vez el link al sitio web falso que se armó para insultarme, y llegaron tan lejos como a divulgar información médica confidencial sobre mis padres. Esto es un acto inconcebible. Se trata de un médico. Un médico practicante debería saber que no debe comunicar información médica confidencial sobre personas.

Formo parte de un grupo que actualmente ya tiene 100 profesionales, siendo muy nuevo aun, cuyo propósito es hablar libremente sobre la ciencia subyacente al Covid19. y Solamente nos sentimos seguros dentro de ese grupo. De los 100, solamente yo y otra persona estamos dispuestos a hablar en los medios abiertamente. El resto tiene miedo por sus trabajos, los médicos tienen miedo de perder sus licencias, y los demás tienen miedo de perder el trabajo.»

Es muy posible que por expresar estas cosas mi carrera ya haya quedado destruida. Y yo no entiendo esto. Como canadienses deben preguntarse, ¿quieren que sean suprimidas las voces de médicos y científicos? Estamos polarizados en Canadá ahora. Tenemos gente en dos bandos. Tenemos que entender que somos todos apasionados por igual. Estamos todos buscando lo mejor. Estamos haciendo nuestros análisis de riesgo. Por ejemplo, en mi caso, con los niños. Y honestamente siento que seguir adelante con la vacunación ahora, sin hacer los estudios que corresponden, podríamos estar haciendo más daño que bien. Yo soy apasionado de esta posición, pero respeto a los que tienen la posición contraria. Lo único que pido es el mismo respeto para mí y mis colegas«. 


La carta de Robert Malone en apoyo al Dr. Byram Bridle

19 de junio de 2021

De: Robert W. Malone, MD, MS 357 Hebron Valley Rd, 

Madison, VA 22727 

A quien corresponda

Escribo esta carta para apoyar al buen Dr. Bridle y su derecho a expresar libremente su opinión científica, que está respaldada por la literatura y un razonamiento deductivo bien informado.

Soy un médico y científico residente en Estados Unidos con un amplio historial de innovaciones exitosas en ciencia básica y aplicada, patología, virología molecular, inmunología, desarrollo de vacunas, biodefensa, gestión de proyectos, desarrollo clínico, asuntos regulatorios y bioética. Llevo trabajando en esta área desde 1984 y he pasado por múltiples brotes, normalmente apoyando a clientes farmacéuticos o al Departamento de Defensa de los Estados Unidos. He recibido autorización a nivel «secreto» para el Departamento de Defensa. Desempeñé un papel clave en el avance del candidato a vacuna contra el ébola rVSV-ZEBOV de PHAC y en la participación de Merck en el desarrollo, lo que dio lugar a la eventual concesión de licencias para este producto tan importante de la investigación canadiense de PHAC.

También soy el inventor original de las vacunas de ARNm y de ADN. Esta afirmación está corroborada por publicaciones académicas, así como por un amplio conjunto de patentes estadounidenses y mundiales con fecha de presentación de 1989.

He evaluado de forma independiente la mayor parte de los datos que sirven de base a las comunicaciones del Dr. Bridle en relación con los riesgos de seguridad asociados a las vacunas genéticas COVID-19, coincido con sus conclusiones y he planteado de forma independiente mis preocupaciones a la FDA de EE.UU., incluso hablando directamente con el director del CBER, Peter Marks.

Estoy particularmente alarmado y sorprendido por las posiciones bioéticas que está adoptando el gobierno de Canadá en relación con estas vacunas en fase experimental. Muy sorprendido. Siempre he considerado que el gobierno y el pueblo de Canadá son eminentemente razonables, casi hasta el exceso. Estas políticas parecen contrarias a lo que me han enseñado como los principios básicos de la investigación clínica y la bioética en seres humanos.

Y luego está la censura del discurso académico legítimo, lo que nos lleva de nuevo al caso concreto del Dr. Bridle. En resumen, ¿sus acusadores no tienen vergüenza? Estoy verdaderamente sorprendido. Una vez más, esto va en contra de todo lo que siempre había creído sobre el pueblo y la cultura de Canadá. Supongo que tendré que replantearme mis suposiciones sobre la sensatez fundamental de los canadienses.

Además, estos ataques le convertirán en un mártir mundial y amplificarán su mensaje. ¿Es eso realmente una buena política pública?

Por favor, detente un momento. Piensa en lo que está pasando aquí. Esto no es justo. Esto no es correcto. Esto no es adecuado. El Dr. Bridle ha examinado los datos de que dispone y ha sacado conclusiones razonables sobre el significado de esos datos en su totalidad. No se está beneficiando de esto. No hay conflictos de intereses financieros. No es alguien que busque fama y fortuna. Está haciendo lo que puede, de buena fe, para ayudar a proteger a la población de Canadá y del mundo, y en particular a los adolescentes y los niños. 

En resumen, en lo que respecta al COVID-19, considero que la censura general del gobierno de Canadá, los errores bioéticos, y este ejemplo específico en el que está involucrado el Dr. Bridle, son particularmente atroces, e inconsistentes con todo lo que había creído anteriormente en cuanto a la razonabilidad fundamental y el compromiso con la equidad de la cultura política y social canadiense. 

El proceso científico requiere la disensión y el debate para llegar a la verdad. Este es un principio fundamental. El Dr. Bridle ha dicho la verdad tal como la ve. Otros pueden interpretar los datos de manera diferente. Mi evaluación está muy alineada con la del Dr. Bridle. Eso no significa que esté bien o mal. El tiempo lo resolverá. Pero estoy seguro de que los intentos de silenciar al Dr. Bridle y de dañar su carrera y su reputación son fundamentalmente erróneos. 

Independientemente de cuáles sean sus juicios y opiniones, o las mías, por favor, dejemos que la ciencia y el proceso científico sean quienes resuelvan esto. Estos ataques a la credibilidad del Dr. Bridle y a sus esfuerzos de buena fe por alertar sobre las señales de inseguridad asociadas a estas vacunas son muy inapropiados y contraproducentes. Es de suponer que la historia no verá esto con buenos ojos. Los canadienses no siempre han estado en el lado correcto de la historia -sirvan de testigos los pueblos indígenas. Pero, según mi experiencia, intentan hacer lo correcto. 

Hagan lo correcto en este caso. 

Sinceramente

Robert W Malone, MD, MS


Para leer más

  • ¿Peor que la enfermedad? Revisando algunas de las posibles consecuencias no deseadas de las vacunas ARNm contra Covid-19

https://ijvtpr.com/index.php/IJVTPR/article/view/23/51

  • COMIRNATY (Vacuna Covid-19) Reporte de evaluación de la Agencia Europea del Medicamento, Febrero 2021;

https://www.ema.europa.eu/en/documents/assessment-report/comirnaty-epar-public-assessment-report_en.pdf

  • La proteína espiga del SARS-CoV-2 daña la función endotelial vía desregulación de ACE 2

https://www.ahajournals.org/doi/full/10.1161/CIRCRESAHA.121.318902

  • Malone, R. La verdadera historia de cómo se inventó la vacunación ARNm

https://www.rwmalonemd.com/mrna-vaccine-inventor

  • La fluvoxamina en el tratamiento del Covid19

https://www.treatearly.org/fluvoxamine

  • La proteína espiga cruza la barrera hematoencefálica en ratones

https://www.nature.com/articles/s41593-020-00771-8