28.1.11

La Traición

Luis Javier Garrido
La crisis nacional se ha ahondado al iniciar 2011 por las revelaciones de los actos indignos cometidos por Felipe Calderón que tipifican claramente el delito de traición a la patria.

1. Las nuevas filtraciones de papeles del Departamento de Estado estadunidense hechas por Wikileaks, y difundidas el lunes 24 por el diario español El País, revelan que Felipe Calderón, abdicando de sus responsabilidades y violando abiertamente la Constitución General de la República, autorizó, por un lado, a agentes de la FBI estadunidense a actuar en México interrogando a detenidos, y que por el otro solicitó en 2010 al gobierno de Barack H. Obama una intervención armada de Estados Unidos para pacificar Ciudad Juárez, decisiones que configuran una serie de abiertas violaciones a la Carta Magna, que lo ponen frente a la posibilidad de ser destituido bajo las más graves acusaciones.

2. Un presidente de la República, aun siendo espurio, no tiene facultad alguna para permitir a agentes de un Estado extranjero actuar en su territorio porque ello supone cancelar de un plumazo la soberanía nacional, de ahí el escándalo que se ha ido generando en nuestro país, ahondando la crisis nacional y las burlas a Calderón –y a México– en el extranjero. El País, que de manera continua lo ha encubierto, publica el lunes 24: El FBI interroga a sus anchas a los inmigrantes en territorio de México. A sus anchas, sí, se mueven los agentes de esa y de otras múltiples agencias estadunidenses, y los escándalos que están por venir son impredecibles.

3. Las revelaciones sitúan muy claramente a Felipe Calderón, mucho más que en casos precedentes, ante la posibilidad de ser acusado, en términos de los artículos 108, 110 y 111 constitucionales, para destituirlo y procesarlo penalmente por el delito gravísimo de traición a la patria, como han empezado a señalar múltiples juristas, y no podrá salvarse de ello si no es por el apoyo de los legisladores del PRI, quienes hasta la fecha han actuado como sus cómplices. La desastrosa gestión de facto de Calderón lo ha hecho actuar en una forma indigna y servil ante los poderes del exterior, que no puede excusarse por haber llegado de manera ilegítima y con extrema debilidad a la Presidencia de la República, y que tiene pocos antecedentes en la historia nacional, pues está generando a México una situación cada vez más complicada, hundiéndolo en un desastre de enormes dimensiones.

4. La llamada “guerra contra el narco” de Calderón, que con propósitos electorales ahora busca traer con una serie de operativos insensatos al Distrito Federal, es ya repudiada por todos los sectores del país, pues ha generado una violencia de extrema gravedad, conduciendo a un baño de sangre que viola garantías individuales y sociales de los mexicanos y lesiona no sólo la vida social y la economía de México, sino que compromete el futuro del país, por lo que resulta urgente ponerle un alto de inmediato.

5. El delito de traición a la patria no es definido por la Constitución General de la República, pero es claro que un gobernante que viola abiertamente el mandato de la misma, abdica de sus responsabilidades para servir a intereses del exterior, autoriza a agentes policiacos y militares de otro país a actuar en su territorio y a asumir funciones del Estado mexicano buscando hacer de su país un Protectorado, lo ha cometido.

6. La aterrada reacción del gobierno de facto ante las evidencias presentadas por Wikileaks sobre su nueva violación al orden constitucional de la nación dio cuenta, sin embargo, una vez más, del desprecio de la gente de Acción Nacional y El Yunque a las leyes y a la soberanía de México, pero también de su ineptitud, pues los subordinados de Calderón se enredaron en una serie de mentiras. Francisco Blake (secretario de Gobernación) aceptó en Tijuana el día 24 que agentes de la FBI interrogan a migrantes centroamericanos en oficinas del gobierno mexicano, pero trató de minimizar esa intervención sentenciando que se trataba de una práctica normal y legal, como confirmó el día 26 Cecilia Romero (ex comisionada del Instituto Nacional de Migración), dando múltiples detalles de la forma en que se produce la intervención estadunidense, pero ese mismo día su sucesor, Salvador Beltrán del Río Jr., negó los hechos y calificó de falsa la información de Wikileaks (La Jornada, 27/01/11).

7. El presidente Obama ha asumido que la nueva correlación de fuerzas en el Congreso estadunidense tras las elecciones de 2010 lo obliga a una completa derechización de su gobierno abandonando todas sus promesas de campaña, y así ha entregado el manejo directo de la economía estadunidense (y mundial) a los ejecutivos de la banca privada, que hace un año criticaba, y se ha sometido en lo relativo a las políticas con México a las tesis de los halcones republicanos, por lo que ha perdido toda noción de respeto a las formas. La visita de Hillary Clinton (secretaria de Estado) el miércoles 23, dos días después de la divulgación de la información de Wikileaks, llamó la atención, sin embargo, no por ser el colmo del intervencionismo, sino por la docilidad con que Calderón y sus colaboradores aceptaron todas las expresiones de injerencia de la esposa de Bill Clinton, asumiendo que había venido a respaldarlos tras el escándalo de las filtraciones y más aún: a anunciar que Washington respaldaría en 2012 el continuismo panista.

8. Hillary Clinton asumió el lunes 24 su papel de defensora del régimen espurio de Calderón y de sus acciones atroces contra el pueblo de México, pero con muy poco éxito, pues cometió múltiples deslices intervencionistas en sus discursos al dictarle prácticamente al gobierno las políticas que ha de seguir en la supuesta guerra contra el narco, diciendo que no hay otra alternativa y al insistir en hablar en plural para subrayar que tales políticas son las de Washington, como también al declarar a la CNN que quien gane en 2012 debe seguir en la misma línea, dictando así a México su programa para los próximos años. Nada diferente a lo que hizo en su anterior viaje a Afganistán el año pasado, donde igualmente colmó de elogios al también presidente espurio Hamid Karzai y, para no variar, anunció que las políticas impuestas ahí por el Pentágono proseguirían muchos años.

9. La carta dirigida el pasado lunes 24 a Hillary Clinton por Andrés Manuel López Obrador, quien es la principal voz de oposición en México, le recordaba que la inseguridad y violencia que padecemos los mexicanos tiene su origen en las políticas económica y social de elite que han impuesto los gobiernos del PRI y el PAN en los años recientes, y le demandaba un viraje de las políticas actuales de Washington, a fin de fincarla en lo sucesivo en el respeto a la soberanía, la cooperación económica y la solidaridad entre pueblos.

10. El futuro de México se está jugando en este 2011, pues el país requiere entrar a la legalidad para salvar su destino, lo que no es factible con la extrema derecha entreguista y traidora en el poder.

24.1.11

Hillary, la guerra y la sangre

Carlos Fazio
 
Eduardo del Río (Rius) explicó que la finalidad central de la campaña ¡Basta de sangre!, impulsada por él, Julio Scherer y los moneros de La Jornada, es sacudir a una sociedad de agachados que tiene miedo de protestar contra la violencia desatada por la estrategia contra el crimen del régimen de Felipe Calderón.
El punto de partida de la campaña es la condena de toda violencia criminal; está implícito en el mensaje. No obstante, con base en la tautológica retórica oficial (los responsables de la violencia son los violentos, Calderón dixit), los propagandistas del gobierno y sus papagayos orgánicos en los medios han deslizado que los cartonistas no se atreven a meterse con los homicidas que secuestran, balacean, degüellan, descuartizan o pozolean a sus víctimas; los verdaderos hijos de puta, según los definió Héctor Aguilar Camín. Si se trató de un coloquialismo trivial soltado sin pensar, que exhibe la debilidad del chascarrillo, el dicho está haciendo escuela entre los cultores de la guerra de Calderón contra los malos, autoerigidos en tribunal de facto para el linchamiento mediático de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos por sus informes sobre las flagrantes violaciones humanitarias cometidas por el Ejército, la Marina y la Policía Federal.
En Twitter, el caricaturista José Hernández argumentó que a Calderón se le hace responsable de impulsar una falsa guerra, simulada con espots engañosos y estériles, que además de ser anticonstitucional es selectiva y electorera y no ha tocado la base patrimonial de los cárteles de la economía criminal. Recordó que los juguetes que presume Calderón son para matar seres humanos y que a los delincuentes hay que juzgarlos y condenarlos, no asesinarlos.
En abono de lo anterior, creemos que hace falta responder otras preguntas que expliquen los 40 mil muertos y ocho mil desaparecidos de la guerra irregular de Calderón. ¿Existen objetivos encubiertos que hacen explicable o necesaria la espiral de violencia desatada por la estrategia de seguridad calderonista? ¿Cómo intervienen en esta guerra los grandes empresarios? ¿A quiénes beneficia el terrorismo de Estado derivado de la aplicación de la tortura, los degollamientos, decapitaciones, desapariciones forzosas y ejecuciones sumarias practicadas indistintamente por fuerzas de seguridad del Estado y grupos paramilitares vinculados y/o bajo la protección de éstas?
Hemos insistido en que la estrategia de Calderón no es fallida. Responde a una práctica predeterminada de doble vía, que combina una guerra reguladora por el control de las rutas y los mercados de la economía criminal, con una guerra de contrainsurgencia basada en la estrategia estadunidense de consolidación de territorios, practicada en Colombia y Afganistán. La lucha (armada) de Calderón fue diseñada en Washington y forma parte de los acuerdos secretos en el marco de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte y el Plan México (Iniciativa Mérida).
La total subordinación del régimen entreguista de Calderón a las directivas de la Casa Blanca y el Pentágono ha posibilitado un acelerado proceso de reingeniería de las fuerzas militares y policiales locales, que ya son parte orgánica del modelo de privatización de la seguridad contrainsurgente y de control político-social militarizado, local, regional y nacional.
En pleno auge del capitalismo del desastre (Naomi Klein), como peón designado por los poderes fácticos para la reconfiguración violenta del territorio mexicano en función de los intereses (legales e ilegales) del capital transnacional, la política de shock y conmoción de Calderón ha sido desplegada para generar caos, confusión y terror en la población. La dualidad terror militar colectivo-tratamiento de shock económico (Milton Friedman/Escuela de Chicago) ha estado presente en el Chile de Pinochet, la Indonesia del general Suharto (Plan Yakarta) y en Irak invadido, bajo la inicial tutela neocolonial de Paul Bremer III.
La doctrina de shock y pavor responde a un modus operandi clásico. Necesita condiciones políticas autoritarias y se aprovecha de una crisis o un estado de shock colectivo, producto de una guerra, un colapso del mercado o una catástrofe (el Katrina en Estados Unidos), para combinar medidas de seguridad represivas con la venta al mejor postor de los pedazos de la red estatal, las tierras, las minas, el petróleo, el agua y otros recursos geoestratégicos a los agentes privados y pescadores de oportunidades como Carlos Slim.
Tras la ocupación militar de Irak, el ex agente de la CIA Mike Battles sintetizó: Para nosotros, el miedo y el desorden representaban una verdadera promesa. Así, la privatización del gobierno y de la guerra (de ejércitos y policías), y la introducción de un sistema de vigilancia agresiva, con limpieza social, ejecuciones en masa, desapariciones, tortura, fosas comunes, encarcelamiento, reducción de libertades civiles y violación flagrante de derechos humanos, son puestos al servicio del libre mercado por el nuevo Estado corporativista.
Con el aporte de un narcoparamilitarismo interrelacionado con grupos políticos, financieros, empresariales y núcleos del poder legal (incluidas porciones del Estado), el miedo y el desorden son los catalizadores de un nuevo salto hacia adelante. Si los grandes magnates (incluidos los de los grandes consorcios mediáticos) no se quejan, es porque en medio de la guerra de Calderón siguen haciendo pingües negocios. El trauma colectivo generado por la guerra urbana en Ciudad Juárez, Monterrey, Tijuana o Apatzingán ha servido, además, para dar el pistoletazo de salida a contrarreformas económicas y sociales de corte radical (ley Televisa, extinción de Luz y Fuerza del Centro, cerco al sindicato minero).
En ese contexto, ¿la señora Clinton llega a atizar el estigma de la narcoinsurgencia y el Estado fallido?

20.1.11

Farewell to the Utterly Unique John Ross

All the Right Enemies

By FRANK BARDACKE

John’s gone. John Ross. I doubt that we will ever see anyone remotely like him again.
The bare bones, as he would say, are remarkable enough. Born to show business Communists in New York City in 1938, he had minded Billie Holliday’s dog, sold dope to Dizzy Gillespie, and vigiled at the hour of the Rosenberg execution, all before he was sixteen years old. An aspiring beat poet, driven by D.H. Lawrence’s images of Mexico, he arrived at the Tarascan highlands of Michoacan at the age of twenty, returning to the U.S. six years later in 1964, there to be thrown in the Federal Penitentiary at San Pedro, for refusing induction into the army.
Back on the streets of San Francisco eighteen months later, he joined the Progressive Labor Movement, then a combination of old ex-CPers fleeing the debased party and young poets and artists looking for revolutionary action. For a few years he called the hip, crazy, Latino 24th and Mission  his “bio-region,” as he ran from the San Francisco police and threw dead rats at slumlords during street rallies of the once powerful Mission Coalition.
When the not so ex-Stalinists drove him and others out of P.L. (“break the poets’ pencils” was the slogan of the purge) he moved up north to Arcata where he became an early defender of the forest and the self-described town clown and poet in residence. From there it was Tangier and the Maghreb, the Basque country, anti-nuke rallies in Ireland, and then back to San Francisco, where he finally found his calling as a journalist. “Investigative poet” was the title he preferred, and in 1984, he was dispatched by Pacific News Service to Latin America, where he walked with the Sendero Luminoso, broke bread with the Tupac Amaru, and hung out with cadres of the M-19.
In 1985, after the earthquake, he moved into the Hotel Isabela in the Centro Historico of Mexico City, where for the next 25 years he wrote the very best accounts in English (no one is even a close second) of the tumultuous adventures of Mexican politics.
During the Mexican years, he managed to write nine books in English, a couple more in Spanish, and a batch of poetry chapbooks, all the while he was often on the road, taking a bus to the scene of a peasant rebellion or visiting San Francisco or becoming a human shield in Baghdad, or protecting a Palestinian olive harvest from marauding Israeli settlers.
He died this morning, a victim of liver cancer, at the age of 73, just where he wanted to, in the village of Tepizo, Michoacan, in the care of his dear friends, Kevin and Arminda.
That’s the outline of the story. Then there was John. Even in his seventies, a tall imposing figure with a narrow face, a scruffy goatee and mustache, a Che T-shirt covered by a Mexican vest, a Palestinian battle scarf thrown around his neck, bags of misery and compassion under his eyes, offset by his wonderful toothless smile and the cackling laugh that punctuated his comical riffs on the miserable state of the universe.
He was among the last of the beats, master of the poetic rant, committed to the exemplary public act, always on the side of the poor and defeated. His tormentors defined him. A sadistic prison dentist pulled six of his teeth. The San Francisco Tac Squad twice bludgeoned his head, ruining one eye and damaging the other. The guards of Mexico’s vain, poet-potentate Octavio Paz beat him to the ground in a Mexico City airport, and continued to kick him while he was down. Israeli settlers pummeled him with clubs until he bled, and wrecked his back forever.
He had his prickly side. He hated pretense, pomposity and unchecked power wherever he found it. Losing was important to him. Whatever is the dictionary opposite of an opportunist—that’s what John was. He never got along with an editor, and made it a matter of principle to bite the hand that fed him. It got so bad, he left so few bridges unburnt, that in order to read his wonderful weekly dispatches in the pre-internet years, I had to subscribe to an obscure newsletter, a compilation of Latin American news, and then send more money to get the editors to send along John’s column. [John had a relationship lasting many years with CounterPunch, publishing hundreds of dispatches, with only trifling hiccups with the editors. AC/JSC.]
He had his sweet side, too. He was intensely loyal to his friends, generous with all he had, proud of his children, grateful for Elizabeth’s support and collaboration, and wonderful, warm company at an evening meal. When my son, Ted, arrived in Mexico in 1990, John helped him get a job, find a place to live, introduced him around, and became his Sunday companion and confidant, as they huddled in front of John’s 11-inch TV watching the weekly broadcasts of NBA games.
He was a great, true sports fan, especially of basketball. One of the last times I saw him was at a friend’s house in San Francisco, in between radiation treatments, watching a Warriors game on a big screen TV, smoking what he still called the “killer weed.” Joe and I listened to him recount NY Knicks history, the origin of the jump shot,  and Kareem’s last game, which somehow led to a long complaint about kidneys for sale in Mexico that had been harvested in China out of the still warm body of some poor, rural immigrant who had been legally executed for jaywalking in Beijing.
The very last time I had the pleasure of his company was at breakfast in Los Angeles when Ted and I saw him off on his last book tour, promoting El Monstruo, his loving history of Mexico City. He was in great form. His cancer was in remission—a “cancer resister,” he called himself—and he entertained us with a preview of his trip: long, tiresome Greyhound rides, uncomfortable couches, talks to tiny groups of the marginalized, the last defenders of lost causes without the money to buy his books. It would be a losing proposition, like so many of his others, all of which secure his place among the angels.   

Frank Bardacke taught at Watsonville Adult School, California’s Central Coast,  for 25 years. His history of the United Farm Workers and Cesar Chavez, Trampled in the Vintage, is forthcoming from Verso. He can be reached at bardacke@sbcglobal.com

12.1.11

El gran negocio de la venta doméstica y global de armas por EU y su cultura de la muerte

Alfredo Jalife-Rahme
Desde la cárcel iraquí de Abu Ghraib hasta Arizona, Estados Unidos ha mostrado ser un país gravemente enfermo y su principal patología es la violencia doméstica y global que exacerba su nada boyante estado de salud mental, cuando la mitad de sus adolescentes cumplen los criterios de un trastorno mental (AFP, 14/10/10) y Uno de cada cinco adultos padeció una enfermedad mental en 2009 (CNBC, 18/11/10). Tal es el entorno de Jared Lee Loughner, multihomicida juvenil de Arizona y presunto sicópata.
Hace cuatro meses el ex presidente Carter había advertido que Estados Unidos estaba más polarizado que durante la Guerra Civil (prisonplanet.com, 21/9/10).
El nivel de violencia ha infectado a los políticos (el caso de la furibunda amazona Sarah Palin es para manicomio), a sus comentaristas y a sus multimedia, donde descuella Fox News, consagrado a los tambores de guerra domésticos y globales.
El blog de Stephen Gandel en la revista Time (19/10/10) se alarmaba de que las medidas monetaristas de Ben Shalom Bernanke, gobernador de la Reserva Federal, pudieran provocar una guerra civil al favorecer unilateralmente a la plutocracia.
No se debe imputar únicamente a la supuesta insanidad mental del joven desempleado (un clásico nini gringo) de 22 años como factor primordial de su multihomicidio, sin considerar su medio circundante en Arizona, que exhibe una desconcertante desregulación en la venta de armas de alto poder, que pueden ser portadas hasta en los bares, al unísono de la mayor regulación a los migrantes mexicanos y latinos.
Arizona es un estado política y mentalmente enfermo. Su gobernadora, Jan Brewer, epitomiza la misantropía y el racismo mexicanófobo, mientras su senador John McCain, fracasado ex candidato presidencial por el Partido Republicano, durante su campaña se puso a bailotear (literal) con el cántico bélico bombardeemos, bombardeemos Irán. Este es el entorno ultrabélico donde fue criado y creado Jared Lee Loughner.
La misma representante Gabrielle Giffords, del Partido Demócrata, estaba a favor de la desregulación de las armas y, por desgracia, fue víctima de su credo.
Por enésima vez han sido puestos en la picota la cultura de la muerte y el culto fálico a las armas en manos civiles por la poderosa Asociación Nacional del Rifle –que, con el lobby israelí AIPAC, constituye uno de los principales grupos cabilderos de presión en Estados Unidos–, muy cercano al Partido Republicano y a la ideología racista WASP (blanco protestante anglosajón). Este también es otro entorno violento de Jared Lee Loughner.
Una pesadilla es la posesión obsesiva de 270 millones de armas en Estados Unidos para una población de 310 millones, lo cual no tiene parangón (Small Arms Survey, 2007) y se ha vuelto, a nuestro juicio, un asunto pandémico de salud pública y una amenaza a la seguridad planetaria.
Detrás de los hidrocarburos y el narcotráfico, el negocio de la venta de armas es el tercero más lucrativo del planeta: supera los 1.5 billones de dólares, lo cual corresponde a 2.7 por ciento del PIB global (Anup Shah, World military spending, globalissues.org, 7/7/10).
La distribución global del gasto militar en 2009 coloca en un insuperable primer lugar a Estados Unidos con 46.5 por ciento del total, seguido muy lejos por China (6.6), Francia (4.2), Gran Bretaña (3.8), Rusia (3.5), los siguientes 10 países combinados (20.7) y el resto del mundo (14.7 por ciento). Esto es muy discutible ya que Estados Unidos gasta en realidad el doble de lo presupuestado (más de 1.2 billones de dólares, es decir, 12 veces más que China), que oculta mediante artilugios contables en el rubro de investigación y desarrollo. Este es el entorno global bélico de Jared Lee Loughner, oriundo de Tucson.
Según SIPRI Arms Industry Database, las 100 principales trasnacionales productoras de armas en el mundo (top 100) incrementaron sus ventas y alcanzaron 385 mil millones de dólares en 2008, cantidad que equivale al PIB de 105 países en vías de desarrollo.
De las 20 primeras trasnacionales proliferadoras de la muerte, 16 son apabullantemente anglosajonas: dos británicas (BAE Systems y Rolls Royce) y 14 estadunidenses (Lockheed Martin, Boeing, Northrop Grumman, General Dynamics, Raytheon, L-3 Communications, United Technologies, SAIC, KBR/Halliburton, Computer Sciences Corp., Honeywell, ITT Corporation, AM General y Navistar).
Los seis primeros lugares de ventas anualizadas, en orden descendente, son anglosajones: la británica BAE Systems (que carga a cuestas el pestilente escándalo Al-Yamamah y que realiza la mitad de sus ventas en Estados Unidos) con 32 mil 420 millones de dólares; y las estadunidenses Lockheed Martín (29 mil 880 millones), Boeing (29 mil 200 millones), Northrop Grumman (26 mil 90 millones), General Dynamics (22 mil 780 millones) y Raytheon (21 mil 30 millones).
Solamente estas seis trasnacionales anglosajonas detentan 161 mil millones de dólares, 42 por ciento del total.
En 2008, los fabricantes de armas de Estados Unidos produjeron 1.4 millones de pistolas, 432 mil revólveres, 1.6 millones de carabinas, 753 mil fusiles y 176 mil de otro tipo de armas de fuego. De este apabullante total de 4.36 millones de pequeñas (sic) armas, según una muy cuestionada definición, solamente fueron exportadas 245 mil (5.6 por ciento del total y cuyo principal mercado es México), es decir, el uso es prácticamente doméstico.
Las armas de fuego son responsables de 30 mil muertes cada año en Estados Unidos (¡le ganaron al genocidio de Calderón, hoy su principal socio latinoamericano!): la mitad por suicidios y más de 10 mil homicidios (lorientlejour.com, 10/1/11).
¿Y los heridos? De acuerdo con Brady Campaign, que aboga por su regulación y/o su abolición, 300 personas son heridas o asesinadas cada día (¡súper sic!) por una arma de fuego en Estados Unidos, entre ellos 67 menores de edad.
Supuestamente desde 1994 –lo cual se volvió sumamente laxo en 2004, en la etapa bushiana de la hollywoodense Seguridad del Hogar–, una ley federal obliga a los armeros a verificar los antecedentes de los adquirientes y prohíbe su compra a criminales condenados, toxicómanos, autores de violencias conyugales y a individuos con deficiencias mentales (whatever that means).
Con tantas limitaciones teóricas, las ventas deberían ser mínimas, pero sucede que los armeros sedientos de ganancias no son nada estrictos en la aplicación federal que puede ser modificada por una legislación estatal muy laxa, como son los casos específicos de Arizona y de Jared Lee Loughner, quien con inquietante facilidad adquirió en una tienda de deportes (sic) su ametralladora con 30 balas, pese a su presunta sicopatía.
La gravedad del asunto es que la laxitud paranoica y lucrativa de Arizona ha infectado a su vecino México, donde 70 por ciento de las armas capturadas fueron adquiridas principalmente en tres estados: Texas, California y Arizona (El Paso Times, 1/11/10).
¿De dónde proviene el otro 30 por ciento, cuya gran parte es presuntamente provista por Israel a los cárteles de la droga mexicanos, según Stratfor?
Por cierto, Houston es el primer lugar abastecedor de armas a los cárteles mexicanos (Houston Chronicle, 4/1/11), que son compradas legalmente (sic) y luego transportadas en forma clandestina en la frontera (La globalización del crimen, UNODC, 2010).
Lo peor: la cultura de la muerte y la enfermedad global de Estados Unidos y doméstica de Arizona han alcanzado al México neoliberal calderonista, hoy más itamita que nunca. ¡Viva el lucro letal!

8.1.11

Mercados y resistencia civil

Orlando Delgado Selley


MÉXICO, 7 de enero (apro).- Europa vivió en 2010 un encarnizado enfrentamiento entre la población y los mercados. Desde febrero, cuando el recién llegado gobierno socialista griego destapó el problema de las finanzas públicas, heredado por el gobierno conservador saliente, los grandes inversionistas internacionales, advertidos por las agencias calificadoras de posibles dificultades para que se cumplieran los compromisos crediticios en ese país, demandaron mayores intereses y, al mismo tiempo, menor gasto público.
Con ello, lo que hacían era obligar al gobierno griego a destinar los recursos que se habían presupuestado para atemperar los impactos sociales de la crisis entre la población con mayores dificultades.
         La recesión provocada por la contracción crediticia, que siguió al estallido de la burbuja inmobiliaria en 2007, provocó la pérdida de millones de empleos en el mundo entero. Europa construyó, después de la segunda guerra mundial, un conjunto de instituciones destinadas a defender el nivel de vida de la población frente a cualquier circunstancia crítica.
La crisis en esos países, en consecuencia, no afecta a la población en la misma medida que en América Latina, porque el Estado está obligado por ley a responder a la pérdida de empleo con pagos a los afectados, durante el tiempo que duren en la condición de desempleados, es decir mientras estén en paro.
Esto implica que frente a la reducción del gasto privado, derivada de la contracción económica, automáticamente se incrementa el gasto público. La crisis, pues, se suaviza para la gente. Naturalmente, este aumento automático del gasto, en condiciones en las que la actividad económica se contrae y, por lo tanto, se reduce el pago de impuestos, obliga a que el gobierno demande recursos en los mercados financieros para hacer frente a sus requerimientos de gasto.
Ello trae como consecuencia finanzas públicas deficitarias, lo que significa incrementar su endeudamiento. Pero ese déficit no se debe a irresponsabilidad gubernamental, sino al cumplimiento de responsabilidades legalmente establecidas, acordes con un modelo social en el que la búsqueda de la equidad es un propósito fundamental.
Por eso en Europa no existen niveles de concentración del ingreso, como los estadunidenses o los de América Latina.
En 2007 estalló una crisis provocada por una expansión colosal del crédito, explicada por un cambio en la forma de operar de los bancos y por la eliminación de la regulación preventiva creada después de la crisis de 1929-33.
A esto se añadió la aparición de entidades financieras de nuevo tipo y de innovaciones financieras que crearon nuevos instrumentos de inversión que podían ser colocados en cualquier lugar del mundo instantáneamente, ofreciendo rendimientos extraordinarios.
La nueva etapa del capitalismo presenció una redistribución de recursos desde los sectores productivos hacia el sector financiero. La lucha por el excedente económico ya no sólo era entre el trabajo y el capital, sino entre los capitales productivos y los financieros.
La crisis se concentró en Europa en 2010, y actualmente vive dificultades derivadas de la deuda de los gobiernos, la llamada deuda soberana, así como de las principales empresas bancarias, empezando por los acontecimientos griegos, que terminaron con el rescate de ese país después de tres difíciles meses.
Enseguida, la presión de los mercados se expandió a los otros países de la periferia europea: Portugal, España e Irlanda. Los mercados atacaron tras las declaraciones de las empresas calificadoras, exigiendo mayores tasas de interés, derivadas de que se había incrementado la posibilidad de incumplimiento de los pagos comprometidos.
Los mercados, que en realidad son personas de carne y hueso perfectamente identificadas en los grandes bancos internacionales, demandaron, además, que los gobiernos redujeran su déficit.
Su preocupación tiene una explicación simple: la garantía del pago de los intereses se logra haciendo que se reduzcan otros renglones del gasto público. Se trata de una sencilla operación redistributiva: lo que antes se había presupuestado para destinarse a amplios sectores sociales y había sido aprobado por los respectivos parlamentos, ahora se requería que se les retirara para poder destinarlo al mayor pago de intereses, previa aprobación de los mismos parlamentos.
Los gobiernos fueron respondiendo uno a uno con un importante recorte al gasto público, lo que implica que las partidas presupuestales destinadas a apoyos sociales de diverso tipo se reducen, incluyendo pensiones, apoyo a desempleados, servicios sociales y --la medida estelar-- aumento a la edad de jubilación y disminución de pensiones.
Esta medida se ha aplicado no sólo en los países que enfrentan dificultades de costo para fondearse, sino también en los países más fuertes, como Alemania, Reino Unido y Francia.
         En todos esos países, estas medidas aprobadas por los respectivos parlamentos han sido enfrentadas con acciones de resistencia de diverso tipo: manifestaciones, paros de ciertos sectores, huelgas generales, y en algunos casos, como el inglés, incluso con acciones violentas.
La resistencia se ha dado en todos lados y en todos ha sido infructuosa. Gobiernos de distinto signo ideológico argumentan las mismas razones: no es posible seguir con un sistema que jubila a sus trabajadores a los 63 años, no pueden sostenerse ajustes automáticos a las pensiones derivadas de la pérdida de capacidad adquisitiva.
En consecuencia, dicen los gobiernos de derechas y también los de izquierdas, la responsabilidad gubernamental es alargar los tiempos de jubilación, limitar los ajustes a las pensiones, reducir los tiempos del pago por estar desempleado, etc.
         Lo que no dicen es que en realidad esos gastos se reducen porque ha aumentado el costo de la deuda, de modo que lo que pierden las poblaciones lo ganan los inversionistas. Los gobiernos se doblegan ante los mercados, abdicando de su responsabilidad social. Ese giro es asombrosamente aprobado por parlamentos elegidos como representaciones de los ciudadanos, lo que pone de relieve la crisis de ese mecanismo de representación política.
La resistencia, por lo mismo, ocurre extra parlamentariamente, pero los resultados son nulos. Los mercados siguen ganado y las sociedades perdiendo. El 2011, por desgracia, seguirá ese camino.
o_selley2001@yahoo.com