11.12.16

La militarización del "muro Trump", al estilo israelí

Alfredo Jalife-Rahme

Abunda la flagrante desinformación sobre la construcción del muro Trump, sobre todo del lado más afectado, el mexicano, que jugó al avestruz durante un cuarto de siglo, hasta que el destino lo alcanzó.

El portal texano-israelí Stratfor (https://goo.gl/CoCifG), que se ostenta como la CIA de los empresarios, rememora el cuarto de siglo (sic) del inicio de la construcción del muro por varias administraciones de Estados Unidos (EU) ante la pusilanimidad de cinco presidentes mexicanos en turno, quienes impulsaron la vulgar mercantilización en detrimento de la seguridad nacional:

1. A inicios de la década de 1990: se empezó a construir en áreas urbanas, con tapetes metálicos y material de la guerra de Vietnam.

2. En 1995: Sandia National Laboratories creó una barrera de tres capas de profundidad con vigilancia tecnológica: cámaras, imágenes termales y sensores.

3. En 2006: Secure Fence Act extendió los muros (sic) existentes (el “muro Baby Bush”) a un costo de 3 mil 400 millones de dólares, pagado por Seguridad del Hogar, que completó mil 30 kilómetros de los programados mil 50 km.

Baby Bush construyó la tercera parte del muro, con apoyo de la senadora de Nueva York, Hillary Clinton, ante las narices de los panistas Fox y Calderón, quienes no protestaron en absoluto, como ahora en forma cacofónica, quizá por sus fuertes vínculos con George Soros.

4. 2016/2017: Proyecto de terminar la construcción de sus 2/3 partes (el muro Trump), con excepción de 322 km al sur de Texas, a un costo entre 7 mil millones y 10 mil millones de dólares, por la empresa israelí Magal Security Systems (https://goo.gl/Diia5V).

Trump seleccionó al general retirado John Kelly como jefe de la Seguridad del Hogar, quien estará a cargo de terminar el muro (https://goo.gl/f4oxvf).

Kelly jefaturó el Comando Sur –que se traslapa con el Comando Norte en referencia al desahuciado y desaseado “México neoliberal itamita”–, y ha sido feroz crítico de la amenaza de terroristas y el contrabando de los narcotraficantes en la transfrontera con México.

Sin contar al flamante director de la CIA, Mike Pompeo, quien se formó en la Academia Militar de West Point, el gabinete Trump profundiza su militarización, con tres militares seleccionados (http://goo.gl/QFXdZc).

A quien hay que seguir en forma estrecha sobre el devenir del muro Trump es a Michael McCaul, representante texano (sic) del Partido Republicano y jefe del Comité Camaral de la Seguridad del Hogar, quien ha externado la securitización de la transfrontera y la confrontación de la emigración ilegal, y ha prometido colocar a México en un plan de pagos (sic) para financiar la terminación del muro.

Mientras el Congreso de EU trabaja su plan de emergencia (sic) para obliterar la transfrontera, el frívolo Senado mexicano, después de haber exhibido en forma degradante sus camisetas pro Hillary, ahora en un acto de exorcismo folclórico golpea una piñata con la efigie de Trump (http://goo.gl/D3lK1S). ¡No, bueno!

McCaul expone la militarización del muro (http://goo.gl/sOM6uz), que profundizó en The Heritage Foundation (http://goo.gl/mEVjyr): “Es más que un muro. Hablamos de un sistema histórico (sic) de defensa (¡supersic!) de varias capas (sic) para que los cárteles de la droga y los terroristas (sic) no puedan insinuarse a través de sus grietas”, lo cual significa más agentes de patrulla fronteriza (nota: quienes, como los maltratados Veteranos, votaron en forma masiva a favor de Trump), nuevas autoridades, vigilancia aérea, sensores y otras tecnologías para sellar nuestro territorio de los ilegales.

El abordaje será de tipo militar otorgando a las agencias de inmigración y de la frontera el real comando y control.

No sólo el Congreso de EU participará en el esfuerzo de financiamiento, sino también los vecinos (sic) quienes han fracasado en contener la crisis dentro de sus propios países, por lo que se ha colocado a México en un plan de pagos, a lo que aporta varias ideas razonables: nuevas tarifas de inmigración, cuotas de peaje de seguridad en la transfrontera, “captura y congelamiento de los activos de los cárteles de la droga”.

¿Se le ocurrirá al texano McCaul pagos a varios años sin intereses, ventas nocturnas con descuentos o un consumista Buen Fin?

Toda la securitización y matriculación de la transfrontera no será limitada a México y tendrá en la mira a otros países en Latinoamérica (¡supersic!) que han contribuido a la crisis y fracasado en frenar el caos, por lo que deben también pagar para arreglar la situación. Algo así como dime de dónde provienes y te diré cuánto debes pagar.

Hay que prepararse para el modelo mural israelí, impuesto en Gaza y Cisjordania, que sería implementado en las dos fronteras del fallido “México neoliberal itamita”: en el próspero norte y en el miserable sur.

¿Se contempla otro muro entre Chiapas y Guatemala y/o entre Chetumal y Belice, con supervisión israelí-estadunidense?

A McCaul se le olvida que él mismo es producto de la migración europea a EU y sentencia que el gabinete Trump tomará acciones inmediatas para buscar (¡supersic!) y deportar a todos los extranjeros criminales y asegurarse que sus gobiernos los reciban (sic).

Las medidas serán extremas, de corte persecutorio, y con una severa investigación de los antecedentes con el fin de detener a los yihadistas que exploten el sistema inmigratorio para entrar a EU como turistas, inmigrantes y refugiados.

¿Tiene contemplado la novicia secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz, entronizada en el peor momento imaginable como Reina del guacamole, dónde colocar a millones de ilegales mexicanos?

Más que a la terminación del muro, el consenso en el Congreso se encamina a una trifecta: una combinación de tecnología, vigilancia policiaca y construcción física, como aduce el presbiteriano Dennis Ross, representante republicano de Florida (sic) y miembro del equipo de transición, para quien el término muro es una metáfora, cuando en realidad se refiere a seguridad y puede ser también una valla (http://goo.gl/4YoTTn).

Si el muro Trump representó un exitoso ingrediente mercadotécnico –79 por ciento de quienes lo apoyaron insisten en frenar la inmigración–, su implementación por el Congreso no será automática, ya que en el Senado requiere de 60 votos para su aprobación cuando los republicanos sólo controlan 52.

¿Quién protegerá a los dreamers: 800 mil jóvenes indocumentados que han sido abrigados en forma temporal de la deportación, gracias a una orden ejecutiva de Obama en 2012?

Increíble: su protección no provendrá aquende el río Bravo, sino allende, donde se prepara una legislación bipartidista al respecto (http://goo.gl/Z1rLgB).

Sin que yo ampare el híper-complejo crimen transfronterizo, McCaul soslaya que la gran mayoría de migrantes de México/Centroamérica son refugiados económicos quienes, debido al neoliberalismo global que impuso el decálogo del Consenso de Washington por la unilateralidad geoestratégica de EU, huyen de sus países plutocráticos, donde no encuentran libertad económica para laborar y quienes, por efecto de ósmosis demográfica, se refugian en los países de mayor prosperidad.

3.12.16

Incertidumbres en la relación con Estados Unidos


CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Pasada la estupefacción con que fue recibido el resultado electoral en Estados Unidos, la incertidumbre se convirtió en un sentimiento generalizado. El discurso de Donald Trump carente de precisión, sus cambios de estilo después de la elección y su conocida falta de experiencia en la administración pública han sembrado dudas sobre las formas y tiempos con que planea gobernar. Tales sentimientos están muy presentes en México, el país que ocupó un lugar tan central en una campaña caracterizada por los ataques a la relación que hoy existe entre los dos países, entre otras, en materia de migración y comercio.

En la etapa de transición entre presidente electo y toma de posesión la necesidad de tener mayor claridad sobre sus propósitos se hace urgente. ¿Cuáles son, a dos semanas de su elección, las incertidumbres y certezas que están presentes?¿Cómo evalúan la relación con Estados Unidos las voces tan diversas que se están expresando en México?

La primera certeza que se ha obtenido, atendiendo a los nombramientos que ya han sido decididos por Trump, es que se mantienen sin lugar a dudas los sentimientos antiinmigrantes. La designación como procurador general de Sessions, conocido por sus ataques raciales, es suficiente para reafirmar la preferencia por una política de mano dura contra los migrantes, así como de una clara complacencia con la exaltación de una “Gran América” encabezada por blancos.

Ahora bien, paralelamente a esa certeza también hay dudas e incertidumbres sobre el grado en que los pesos y contrapesos que siempre han operado en el sistema político de Estados Unidos permitirán cumplir prontamente con tales propósitos. La decisión según la cual durante los cien primeros días se expulsarán de dos a tres millones de inmigrantes indocumentados que han cometido algún delito puede decretarse, exclusivamente, por el Ejecutivo. No obstante, su implementación requiere de la colaboración de autoridades locales. En un país con un federalismo tan fuerte como el existente en Estados Unidos, la posición de gobernadores, tribunales locales, alcaldes, defensores de derechos humanos, no puede pasarse por alto. Numerosas declaraciones aparecidas en la prensa permiten ver el grado de resistencia que pueden encontrar las deportaciones a nivel estatal.

Lo anterior no significa que va a desaparecer la voluntad de tomar medidas contra los inmigrantes, tampoco que se pueda controlar el discurso de odio contra los mexicanos en Estados Unidos que quizá estaba latente y Trump lo desencadenó. Lo importante es destacar que hay fuerzas encontradas en ese país y ello es fundamental para determinar las acciones que tomen gobierno y sociedad mexicanos para la protección de los connacionales en Estados Unidos durante la era de Trump.

Desde la perspectiva económica, la incertidumbre más notoria se da respecto a los efectos que la llegada del nuevo presidente de Estados Unidos tendrá sobre la economía mexicana. Existe ya la certeza de que a corto plazo ha sido muy negativa. La caída en el tipo de cambio, las nuevas previsiones sobre los niveles de crecimiento del PIB el próximo año dadas a conocer por el Banco de México, la parálisis en la toma de decisiones sobre nuevas inversiones extranjeras no dejan lugar a dudas. Sin embargo, el punto decisivo es el destino del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en el contexto proteccionista que domina los ánimos del actual presidente estadunidense y en numerosas partes del mundo.

Las posiciones en México sobre el tema del TLCAN y cómo defenderlo, o dejarlo a su suerte, no son homogéneas. Por lo contrario, se advierten dos grandes tendencias que, a su vez, pueden ser decisivas para el diseño de la posición de México en la economía internacional durante el presente siglo. De una parte, los defensores sin matices del libre comercio –ubicados desde hace más de dos décadas en las filas gubernamentales– consideran indispensable tomar posiciones firmes para proteger el texto vigente y “modernizarlo” a través de protocolos adicionales que podrían inspirarse, por ejemplo, en algunos de los textos negociados para el Tratado de Asociación Transpacífica. Es muy incierto el futuro de semejante propuesta la cual requiere, de una parte, el firme apoyo de Canadá y, por la otra, la aceptación de los negociadores del nuevo equipo de Trump.

En otro extremo se encuentra un buen número de economistas mexicanos cuyo punto de vista es muy crítico del texto actual del TLCAN y contemplan, en consecuencia, la pertinencia de “modernizarlo” pero desde una perspectiva distinta a las de las voces gubernamentales. Por ejemplo, sería el momento de diseñar un protocolo que contemple la movilidad laboral como un elemento del TLCAN. Aunque parezca paradójico, sería quizá el mejor camino para un acuerdo en materia de migración que sustituye a los trabajadores indocumentados, tan golpeados, por trabajadores temporales cuya presencia sería regulada por visas temporales.

No existe todavía, ni en la academia ni en las filas gubernamentales, un punto de vista articulado sobre la mejor manera de posicionar a México en este mundo en transformación donde la elección de Trump es, quizá, sólo una de las manifestaciones más visibles. El tema no ha preocupado demasiado a las élites políticas mexicanas, tradicionalmente desinformadas sobre el acontecer internacional e indiferentes a las reflexiones geopolíticas. Algunos piensan que la fuerza del imán que representa la gran potencia americana no deja muchas opciones. Cierto que se podría diversificar, pero no mucho. Por lo demás, tal diversificación depende de cómo se muevan las fichas del ajedrez internacional en este comienzo de época inaugurada por la llegada de Trump.

Finalmente, la incertidumbre está presente respecto a la manera en que la nueva relación con Estados Unidos se reflejará en la lucha electoral que se avecina. A diferencia de otras campañas para la sucesión presidencial en México, en las cuales las relaciones exteriores han tenido un lugar secundario, esta vez será ineludible tomar posición sobre la relación con Estados Unidos. Es posible que esta se limite a frases tan irrelevantes como: la voluntad de trabajar juntos para el bien de los dos países. Pero también es posible que las circunstancias inviten a una reflexión más profunda sobre como eludir confrontaciones estériles al mismo tiempo que se acorta la vulnerabilidad mexicana que hoy se resiente de una manera tan brutal.