27.4.19

La OCDE y el ODS4 en la reforma educativa


La idea de materializar una sola agenda mundial que estandarice los sistemas educativos nacionales, hegemonizando los principios empresariales de la calidad y la evaluación como medio para alcanzarla, ha sido una tarea sistemática de las multinacionales que representan al neoliberalismo a escala global, algunas veces condicionando el financiamiento a la intervención de los bancos mundiales y regionales, otras imponiendo el poder de las oligarquías en esquemas que se disfrazan de cooperación y construcción de políticas públicas, una más legitimando los intereses del capitalismo mediante los organismos internacionales.

 La síntesis más reciente (2015) de esta agenda mundial de educación del neoliberalismo es el Objetivo para el Desarrollo Sostenible Número 4 (ODS4), porque los esfuerzos del Banco Mundial, del Banco Interamericano de Desarrollo y de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos, arribaron de manera protagónica a los espacios de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (en inglés Unesco), definiendo el rumbo educativo que atenderá las demandas del capitalismo del siglo XXI durante los próximos 15 años.

Para Luis Bonilla Molina, especialista en la Unesco, el ODS4 evidencia la hegemonía actual del neoliberalismo educativo en la construcción de políticas educativas pero también del proceso neocolonizador que posibilita la disolución progresiva de las autonomías conceptuales y operativas de los Ministerios de Educación nacionales(http://otrasvoceseneducacion .org/ archivos/256021) que terminan siendo incapaces de construir alternativas basadas en la historia plurinacional de cada país y en las pedagogías propias de la tradición latinoamericana, o bien, basadas en las cosmovisiones originarias.

Esta neocolonización conceptual y falta de autonomía ha sido muy visible en los gobiernos neoliberales y la Cuarta Transformación no es la excepción a la regla. En todo el proceso de la reforma no han sido capaces de defender la narrativa del bienestar social; lo mismo sucedió con los aliados parlamentarios, el Partido del Trabajo presentó una iniciativa de ley que proponía la descolonización de los saberes y los conocimientos, la emancipación social y la comunalidad indígena como un eje fundamental de la educación, pero finalmente se inclinaron por un dictamen que desechó casi por completo su propuesta, aceptando lo que ya venían promoviendo en educación temprana los partidos del Pacto por México y las organizaciones de la sociedad civil empresariales. Ni siquiera pudieron resignificar las conceptualizaciones del discurso de la derecha, tan sólo parafrasearon lo que ya está en el ambiente de la reforma educativa de globalización económica.

Cuando el Presidente de México celebra que la cámara de Diputados haya aprobado el dictamen porque con esto se da marcha atrás a una imposición que vino del extranjero, está engañando a los mexicanos. El proyecto de decreto que fue turnado a la Cámara de Senadores contiene los rasgos esenciales del Acuerdo de cooperación México-OCDE para mejorar la calidad de la educación de las escuelas mexicanas que desde el sexenio de Peña Nieto fracturó la esencia del artículo tercero para forzar ahí la regulación de las relaciones laborales de la carrera docente y los directivos, en donde las evaluaciones son el instrumento principal para alcanzar la calidad, tal cual ha pregonado el discurso hegemónico de la agenda mundial para las reformas educativas.

También recupera los conceptos que el empresariado internacional hegemonizó mediante el ODS4, pero que fueron esterilizados para no sembrar ninguna rebeldía o demanda de justicia social; es así como educación inclusiva y equitativa de calidad promueven la estandarización de las diferencias cognitivas, de los contextos escolares, de la formación de especialidades docentes, para que todo pueda ser evaluado bajo parámetros de certificación uniformes y para que la diversidad de género desemboque en igualdad de oportunidades y derecho a la apropiación homogénea de aprendizajes y las habilidades necesarios para la economía global. En la misma lógica, otros conceptos como la educación para la paz y el desarrollo emocional, sitúan la violencia en los factores individuales para no atender los estructurales, la resolución de conflictos interpersonales tiene como trasfondo el desarrollo de las competencias necesarias para modelos empresariales que tienden a la autonomía y la dispersión de los trabajadores, en cuyas circunstancias no hay otra opción más que autorregular su propia explotación.

Mientras algunos celebran la cancelación de la reforma administrativa y laboral, su carácter punitivo o el reconocimiento de la educación inicial, la oligarquía internacional sabe que con la reforma en proceso está disputando con ventaja el control de la totalidad: de la política educativa; la organización gerencial de la escuela; el currículo focalizado en el desarrollo de habilidades laborales; la elaboración y orientación por competencias de los materiales educativos; la formación instrumental, despedagogizada y despolitizada de los docentes para facilitar la asimilación de la subjetividad neoliberal en la escuela, la precarización en el trabajo y la meritocracia en la profesionalización; pero todos estos procesos atravesados por el discurso de la calidad y la excelencia; medidos, certificados y estandarizados por las evaluaciones que se definen en órganos autónomos nacionales o multilaterales en donde las corporaciones económicas están a la cabeza.

25.4.19

La dominación imperialista en Latinoamérica y Europa: notas para una discusión

Atilio A Boron
 

La desorbitada beligerancia del imperio
Una pregunta que no dejan de hacerse víctimas y testigos de la creciente agresividad del imperialismo refiere a la inexistencia, o en todo caso debilidad, de las fuerzas y actores internacionales que deberían impedir o por lo menos tratar de limitar los alcances de la intensificación de la ofensiva lanzada contra Venezuela, Cuba y Nicaragua por parte de la Administración Trump. [1] La historia de los imperios demuestra sobradamente que en su fase de declinación éstos se tornan más violentos y sanguinarios, y que sus líderes tienden a ser más toscos y brutales. No sólo sus líderes, como lo demuestra con claridad Donald Trump. También su entorno de asesores y consejeros refleja similar involución, llegando a constituir algo semejante a lo que Harold Laski, refiriéndose a los dirigentes del fascismo europeo, denominaba “elites de forajidos”. [2] No hace falta remitirse al profeta Moisés y las Tablas de la Ley para concluir que torvos personajes como John Bolton, Elliot Abrams, Mike Pompeo, Juan Cruz, Marco Rubio y la directora de la CIA, Gina Haspel, son una pandilla de hampones que sólo como producto de la acelerada descomposición moral y política del imperio trasiegan por las oficinas de la Casa Blanca cuando el sitio apropiado para sus afanes debería ser una cárcel de máxima seguridad en el desierto de Nevada. No hay entre ellos un solo estadista o un intelectual capaz de ofrecer una visión realista y sofisticada de la realidad contemporánea. Ninguno resistiría diez minutos de debate con Vladimir Putin o Serguéi Lavrov, eventualmente con Xi Jiping, porque serían intelectualmente destrozados de manera fulminante.

¿Hampones? Sí, pero también algo más. En una entrevista relativamente reciente Madelein Albright sentenció que “un fascista es un matón con ejército”, definición que calza como anillo al dedo para definir a la actual dirigencia estadounidense. [3] Son fascistas que dirigen un ejército de alcance planetario. No sorprende que el diagnóstico sobre la situación internacional de estos personajes sea de un espeluznante simplismo, a la Hollywood. Están los buenos y los malos, los primeros son ellos, los estadounidenses, y los demás, los malos que se subdividen en dos tipos. Una tropa de cobardes poco dispuestos a pagar por su defensa (como los europeos, según el círculo áulico de Trump) y un enorme conglomerado de holgazanes, ladrones, narcotraficantes, asesinos y violadores que seríamos todos los restantes habitantes del planeta. Este desaforado maniqueísmo lo expresó de manera rotunda otra eminente mediocridad que ocupó la Oficina Oval de la Casa Blanca: George W. Bush quien, al lanzar su campaña “antiterrorista” después del 11-S advirtió a los pueblos del mundo que “quien no esté con nosotros estará contra nosotros”. Con nosotros, los buenos, o los malos redimidos; contra nosotros, y ateniéndose a las consecuencias, todos los demás.

Por consiguiente, la actual escalada belicista instrumentada mediante la aplicación de todos los capítulos de la Ley Helms-Burton en contra de Cuba y un torrente de sanciones económicas en contra de Venezuela, Nicaragua y, allende del Atlántico, Rusia y Corea del Norte, es expresión de la tambaleante situación que atraviesa el imperio americano, cuyos más lúcidos analistas y estrategas coinciden en señalar que los días del apogeo imperial ya quedaron definitivamente atrás. De ahí que Trump y sus secuaces hayan arrojado por la borda las sutilezas y los delicados pasos de minué propios del juego diplomático (ejemplificado al reducir el presupuesto y funciones del Departamento de Estado y designar a un “hombre de acción” como Mike Pompeo como su Secretario) y exaltado el papel de la coerción y la violencia como instrumentos para reconstruir aquel orden mundial con que muchos se ilusionaron: el “nuevo siglo americano”, infantil espejismo con que se entretuvieron muchos académicos y analistas tras el derrumbe de la Unión Soviética pensando que este siglo veintiuno sería el del predominio absoluto e incontestable de Estados Unidos. Se equivocaron de medio a medio, y a la inicial frustración derivada del incumplimiento de tan rosados designios siguió una apuesta tan tenebrosa como temeraria por la violencia.

Una vieja obsesión y la guerra de quinta generación
Sería injusto decir que todo esto sobreviene, como un rayo en un día sereno, de la mano de Trump. Tiene orígenes lejanos. Como lo hemos demostrado en nuestro América Latina en la Geopolítica del Imperialismo [4] la opción guerrerista estaba ya firmemente instalada en los planes de la Administración Clinton y Madelein Albright fue una de sus más elocuentes voceras cuando advertía a propios y ajenos que para Washingtonla opción por el multilateralismo sería respetada “cuando fuera posible”; en caso contrario “el unilateralismo seguiría siendo necesario”. Traducción: negociación diplomática multilateral en el marco de la ONU en la medida que sea posible -y conveniente- para los intereses de EEUU; si esto no funciona el músculo militar deberá aplicarse cada vez que sea necesario. No podemos olvidar que fue el presidente Barack Obama quien en el 2015 abrió las puertas a la violencia desatada por Trump contra Venezuela cuando emitió una infame orden ejecutiva declarando que la situación del país sudamericano obligaba a la Casa Blanca a declarar una “emergencia nacional” por la “amenaza inusual y extraordinaria” que la patria de Bolívar y Chávez representaba para la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos. [5]

El razonamiento anterior permite comprender las razones por las que ante el evidente fracaso diplomático de EEUU para lograr un consenso a favor de su criminal bloqueo a Cuba –repudiado masivamente año tras año en la votación de la Asamblea General de las Naciones Unidas- o de hacer que la “comunidad internacional”se encuadre tras las directivas golpistas de Washington para designar a un fantoche impresentable como “presidente encargado” de Venezuelala respuesta del gobierno estadounidense haya sido recurrir a las nuevas armas de la guerra, esas que constituyen lo que algunos analistas denominan como “guerra de quinta generación.” Ya de poco o nada sirven los tratados de control de armas de la época de la Guerra Fría porque hoy las guerras se libran cada vez con mayor frecuencia con artefactos distintos de los convencionales: ataques informáticos, pulsos electromagnéticos teledirigidos, propaganda, terrorismo mediático, sanciones económicas, presiones diplomáticas, nanotecnología y robótica aplicadas al campo militar. No es que las armas tradicionales hayan caído en desuso sino que las tareas de “ablande” de la resistencia ante el agresor imperialista, que antaño realizaban los bombardeos y los ataques convencionales con helicópteros artillados o misiles lanzados desde navíos de guerra, hoy esas tareas se llevan a cabo apelando a una propaganda que sataniza al enemigo, promueve el caos y la desintegración social a la vez que lanza formidables agresiones económicas (bloqueos comerciales, confiscaciones de activos, amenazas a proveedores de insumos básicos o compradores de lo producido por una economía, etcétera)y ataques informáticos a centros neurálgicos de un país -una usina hidroeléctrica, por ejemplo- como lo demuestra el caso de Venezuela en estos días. Nuevas armas para un nuevo tipo de guerra que sin disparar un solo tiro pueden ocasionar inmensos daños a la infraestructura de un país al privarlo de energía eléctrica -y, por ende, de iluminación, agua, gasolina, transporte, internet, etcétera -y causar enormes sufrimientos a su población. En el caso del país bolivariano la apuesta del imperio es que ante tamañas penurias y sufrimientos se produzca un incontenible levantamiento popular que ponga fin a la revolución bolivariana y al gobierno de Nicolás Maduro. Fracasaron, y seguirán fracasando porque subestiman la capacidad de resistencia de venezolanas y venezolanos; y porque los ataques de Estados Unidos han consolidado aún más la vocación antiimperialista del pueblo venezolano al paso que la oposición –por su cipayismo, su falta de patriotismo, su desprecio por la historia nacional y por la autodeterminación popular- ha quedado reducida a casi nada. Carente por completo de capacidad de liderazgo. Guaidó se desdibuja como una figura fantasmal en acelerado proceso de evaporación, sostenido a duras penas por la canalla mediática y los gobiernos tributarios de la Casa Blanca que se desviven por satisfacer las órdenes del nuevo Calígula, el más monstruoso de los emperadores romanos según el historiador Suetonio. [6]

La agresión económica, hoy perfeccionada como un puntal del nuevo tipo de guerra, ya fue ensayada sin éxito con Cuba desde hace más de sesenta años. En un memorando elocuentemente titulado (con una enorme dosis de wishful thinking) “La declinación y caída de Castro”, fechado el 6 de Abril de 1960 y dirigido al Secretario de Estado Adjunto para Asuntos Interamericanos, Roy R. Rubottom Jr. se reconocía que la mayoría de los cubanos apoyaban al gobierno revolucionario y que, como hoy en Venezuela, no existía oposición efectiva, ante lo cual lo se concluía que el “único medio previsible para alienar el apoyo interno a Castro era el desencanto y la desafección basados en la insatisfacción y las penurias económicas.” Era responsabilidad de Washington, por lo tanto, desatar toda clase de iniciativas tendientes a producir, precisamente, los sufrimientos y privaciones que encenderían la chispa de la rebelión. [7]

La incentivación de este tipo de conducta es lo que, con las renovadas presiones económicas y financieras, está en los planes actuales de Washington en relación no sólo a Venezuela sino también Cuba y Nicaragua. Al principio de esta nota nos preguntábamos por la ausencia, o al menos notoria debilidad, de fuerzas compensatorias en el marco internacional que pudieran atenuar, cuando no neutralizar, los letales efectos de la brutal contraofensiva norteamericana encaminada a recuperar el control absoluto de Nuestra América. Es indiscutible que en el emergente mundo policéntrico o multipolar estas fuerzas compensatorias existen y, hasta ahora, han tenido una cierta eficacia en impedir que Estados Unidos apelara, como lo hiciera rutinariamente a lo largo de todo el siglo veinte, a la “opción militar”, que al decir de los personeros de Washington “está siempre sobre la mesa.” Basta con recordar lo ocurrido en Santo Domingo en 1965, Granada en 1983 y Panamá en 1989 para constatar lo mucho que ha cambiado el mundo y la declinante capacidad de Estados Unidos para apelar unilateralmente a la intervención militar para deshacerse de gobiernos desobedientes. Hoy es muy poco probable que lo vuelva a intentar, y esto es de por sí una gran noticia. Claro que si esa alternativa parece descartada se debe menos a los escrúpulos morales de la dirigencia norteamericana que a los límites que impone una correlación internacional de fuerzas en donde países como Rusia y China se han manifestado, de modo rotundo, en contra de la misma con declaraciones de una inusual dureza. Pero la neutralización de una guerra económica,o de una pertinaz propaganda satanizadora de gobiernos revolucionarios, o del terrorismo mediático para ni hablar de los ataques informáticos es algo mucho más difícil de concretar.

Europa y el imperialismo norteamericano
Lo anterior obedece, en buena medida, a la lamentable deserción de los gobiernos europeos de sus responsabilidades en el mantenimiento del orden y la legalidad internacionales. Un efectivo contrapeso a las sanciones económicas arbitrariamente impuestas por Washington a los países que, en su parecer, representan una amenaza a la paz mundial o a la seguridad nacional de Estados Unidos sólo puede ser interpuesto por gobiernos que cuenten con una cierta gravitación internacional. No es algo que esté al alcance de la enorme mayoría de los países de la periferia mundial del capitalismo, carentes de los recursos económicos, intelectuales y tecnológicos para neutralizar los dispositivos de la guerra de quinta generación que ha lanzado Estados Unidos. Pero sí es algo que las viejas potencias coloniales pueden hacer y desgraciadamente no hacen. Países como Francia, Italia, Reino Unido, Alemania, España, Portugal, Holanda y Bélgica, amén de algunos otros, podrían rechazar de plano la antidemocrática e ilegal “extraterritorialidad” de las leyes dictadas por el Congreso de Estados Unidos, y sin embargo no lo hacen. Al contrario, aceptan sin chistar este humillante avasallamiento de la soberanía nacional. Las leyes de los países europeos carecen de aplicación en Estados Unidos, pero las de éste se imponen, como corresponde a un imperio, en casi todo el mundo. Un ejemplo extremo, pero no por ello único, es lo ocurrido con el principal banco de Francia, el BNP Paribas que en Junio de 2014 fue condenado a pagar una multa de 8.834 millones de dólares (unos 6.450 millones de euros) por desobedecer las sanciones económicas impuestas contra Sudán , Irán y Cuba . No sólo eso: por órdenes del Departamento del Tesoro de EEUU el BNP Paribas tuvo también que despedir a 13 funcionarios involucrados en esas operaciones y al jefe de operaciones internacionales del banco. Y ante tamaño atropello las autoridades francesas no tuvieron las agallas para rechazar de plano la insolente injerencia estadounidense en su propio país limitándose a refunfuñar que aquella decisión “no era razonable” (el canciller Laurent Fabius dixit); o que le parecía “desproporcionada” (el presidente François Hollande) mientras el General Charles de Gaulle se revolvía asqueado en su tumba. [8]

Lo antes dicho confirma que la apuesta de la Casa Blanca para construir un imperio mundial encuentra en la casi totalidad de los gobiernos europeos vasallos dispuestos a convalidar dicha pretensión, convencidos, en su estúpida ingenuidad, que en algún momento podrán recoger las migajas de esa aventura y ser copartícipes en un ilusorio “condominio imperial”. La realidad es muy diferente y lo que queda en evidencia es que esos países se encuentran sometidos a una relación de subordinación tan asfixiante como la que caracteriza a las naciones de América Latina y el Caribe.

Tres dimensiones de la autonomía nacional-estatal
¿Europa sometida, al igual que Latinoamérica, a la dominación imperialista? Algunos podrán fruncir el ceño ante semejante afirmación. Pero si examinamos detalladamente el asunto veremos que no hay exageración alguna. Un examen sobrio de la relación entre el imperialismo norteamericano y los países europeos revela que éstos se encuentran sometidos a aquél con lazos tan asfixiantes como los que encontramos en Latinoamérica. En las tres dimensiones críticas de la actividad gubernamental: la gestión de la economía, la defensa y la política exterior la sumisión de los países de la Unión Europea a las directivas emanadas de la Casa Blanca es inocultable. En efecto, basta con recordar que ningún presupuesto de los países que pertenecen a la UE puede ser sometido al parlamento sin contar primero con el visto bueno del Banco Central Europeo. La firma de su presidente -Mario Draghi, italiano, ex director ejecutivo nada menos que de Goldman Sachs en Europa y del Banco Mundial- es la que establece cuánto se puede gastar, cómo y de qué modos financiar el gasto público. A los devaluados “representantes del pueblo”, democráticamente electos, les resta la ingrata tarea de adecuar sus promesas electorales a las duras realidades impuestas por el capital financiero global a través del BCE. Va de suyo que éste funciona en línea con el FMI y desempeña, en el ámbito europeo, las mismas funciones que la institución basada en Washington realiza en Latinoamérica. A lo anterior hay que agregar otro dato muy significativo: la mayoría de los países de la Unión Europea pertenecen también a la Zona Euro lo cual, en la práctica significa que sus gobiernos no disponen de un instrumento fundamental de gobernanza macroeconómica: la política monetaria, que permite a un país establecer un tipo de cambio, administrar la tasa de interés y devaluar o sobrevaluar su moneda en función de las cambiantes realidades de los mercados mundiales y del comercio internacional. La dictadura del Euro responde en realidad a las necesidades de la economía alemana (y en muchísimo menor medida a las economías más débiles de Europa), estando aquella íntimamente articulada con el capital financiero internacional que encuentra su expresión institucional en el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial y su expresión informal, pero de enorme gravitación, en Wall Street y en menor medida en la City londinense. Por consiguiente, la autonomía nacional en una materia tan sensitiva como la política monetaria es igual a cero en los países integrados a la Zona Euro, lo que refuerza su subordinación y su dependencia de los Estados Unidos. [9] Tomando en cuenta todas estas consideraciones la soberanía popular definitoria de la democracia en temas como el presupuesto -la “ley de leyes”, como suele decirse- queda al igual que en los países del Sur global reducida a un mero simulacro. La infortunada experiencia de Grecia en donde la voluntad popular expresada en las urnas fue desestimada por la troika que maneja la economía de la UE -el BCE, la Comisión Europea y Alemania a través de la Canciller Angela Merkel- es un triste recordatorio de la subordinación de la democracia a los imperativos del capital financiero y los mercados.

¿Qué decir de las políticas de defensa? Si en materia económica la dictadura del BCE es humillante no lo es menos a la hora de hablar de la defensa “nacional”. Esta sólo existe en los papeles y en las encendidas declaraciones oficiales porque esta política -la que establece una hipótesis de conflicto, define quién es el enemigo y como defenderse de él o la forma de atacarlo- la decide la OTAN y no los gobiernos europeos. Sus ministerios de defensa son museos en donde se exhiben uniformes militares y armas del pasado pero sin que allí se tome decisión alguna acerca de cómo defender la soberanía nacional y la integridad territorial. No sorprende, porque hace ya bastante tiempo que los gobernantes europeos han arrojado por la borda cualquier pretensión de sostener la una y la otra, consideradas como molestas antiguallas en la era de la globalización en donde, según se dice, los estados nacionales son reliquias reducidas a una vida apenas espectral. Y el nervio y el corazón de la OTAN, tal como lo reafirman continuamente los expertos, no es otro que el Pentágono. [10] De ahí se deduce que los enemigos de los europeos no pueden ser otros que los rivales de Estados Unidos. Esto no es una novedad de los últimos años sino una realidad con una historia de casi tres cuartos de siglo que se desprende de la Segunda Guerra Mundial, el orden bipolar instaurado a partir de su finalización y el desarrollo de la alianza atlántica anti-soviética cristalizada en el Plan Marshall y la creación de la OTAN. Y las guerras que se libren tendrán lugar, apropiadamente, en territorio europeo (recordar la ex Yugoslavia) o en sus cercanías (Cercano Oriente), y serán los europeos quienes tendrán que recibir a los millones de refugiados, como ha venido ocurriendo luego de los ataques a Siria, a Afganistán, a Libia, a Irak, mientras que ninguno de ellos se arriesgaría a atravesar en una patera o un bote de goma el Atlántico Norte para llegar a la Ellis Island y ser recibidos por la Estatua de la Libertad. Influjo descontrolado de refugiados que, sabemos, suele alimentar las reacciones más racistas y xenofóbicas en amplios sectores de la población y proyectar a primer plano a fuerzas de la derecha radical antaño reducidas a expresiones marginales en la vida política europea. En suma: en este terreno la subordinación de los países europeos a las prioridades militares y de defensa de Washington no sólo no es menor que la que tienen los países latinoamericanos (con algunas conocidas excepciones) sino mucho mayor, dado que Europa y la cuenca del Mediterráneo son el escenario principal de la confrontación geopolítica global. Los enemigos de Estados Unidos se convierten, automáticamente y en contra del interés nacional y de seguridad de los europeos, en los enemigos de Europa.

Tercero, la política exterior. Un país independiente debe definirla en función de sus intereses nacionales. El imperio es muy claro en este tema: John Quincy Adams, el sexto presidente de Estados Unidos sentenció que “Estados Unidos no tiene amistades permanentes sino intereses permanentes.” Y éstos no pueden ser otros que consolidar y expandir hasta donde sea posible los confines del imperio, batallar en contra de sus adversarios y enemigos y unificar la tropa de sus amigos y aliados. Pero como los gobiernos europeos han abdicado de toda pretensión de afianzar su autodeterminación y dado que desde la época de la Guerra Fría y el Plan Marshall optaron por asumir como propios los dictados de la política exterior de Estados Unidos en su competencia con la Unión Soviética y como, luego de desintegrada ésta, se entregaron a la estrategia de Washington que definió a Rusia como el rival a vencer (¡y posteriormente a China!) las capitales europeas se plegaron a las posturas más reaccionarias de la Casa Blanca en América Latina y el Caribe. Acompañaron durante más de medio siglo el criminal bloqueo contra Cuba. Más recientemente, fueron cómplices de la bufonesca maniobra de Juan Guaidó en Venezuela, estruendosamente fracasada. Esto demuestra como gobiernos de países que en su época de esplendor (que ciertamente no es la actual) dieron origen a algunas de las doctrinas y teorías que ensalzaban el estado de derecho, la legalidad internacional y el respeto a la autodeterminación de las naciones cayeron en la más abyecta sumisión al reconocer al autoproclamado “presidente encargado” de Venezuela ungido como tal por el mandamás de la Casa Blanca. Pocas veces la historia vio un espectáculo tan bochornoso como ese, cuyas consecuencias no serán fácilmente olvidadas. Por consiguiente, los gobiernos europeos renunciaron a elaborar una política exterior propia para una región que es un imperio formidable de bienes comunes y recursos naturales de todo tipo, desde agua a biodiversidad; desde petróleo a gas y energía hidroeléctrica; desde alimentos a minerales estratégicos, y asumen como propia la política exterior de saqueo y pillaje que los gobernantes estadounidenses tienen reservada desde los tiempos de la Doctrina Monroe (1823) para Nuestra América.

Resumiendo: al abstenerse de elaborar una política exterior independiente de Washington –no sólo en relación a América Latina y el Caribe sino en general, en referencia al conjunto de países que conforman la comunidad internacional- los gobiernos europeos actúan en desmedro de sus propios intereses. Si durante el apogeo del poderío soviético y con una Europa absorbida por las tareas de su reconstrucción de posguerra aquella era una opción inescapable, en la situación actual signada por el debilitamiento de la hegemonía estadounidense y la reconfiguración del tablero geopolítico mundial este curso de acción conduce a los pueblos de Europa hacia un peligroso atolladero. Entre otras cosas, aparte del riesgo de un enfrentamiento bélico en las puertas –cuando no al interior mismo- de Europa porque la aplicación integral de la Ley Helms-Burton perjudicará a Cuba y otro tanto a Venezuela y Nicaragua pero también afectará a numerosas empresas europeas –sólo en Cuba más de 200- que verán menoscabados, cuando no arruinados, sus negocios en estos países. Sordas protestas se dejan oír en varias capitales europeas y mismo la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Federica Mogherini alertó -en un comunicado conjunto también firmado por la comisaria de Comercio de la UE, Cecilia Malmström- a la Casa Blanca que su organización acudiría a la Organización Mundial del Comercio (OMC) para impugnar la decisión de aplicar con todo rigor la ley Helms-Burton y en especial su título III. Para Trump y sus hampones la intensificación de los padecimientos económicos de la población cubana, recomendada en el memorándum de 1960 que citáramos más arriba, es un arma de la guerra de quinta generación que no sólo afectará a la Isla rebelde sino también a los países europeos, que Washington los prefiere debilitados para que corran en busca de la protección que pudiera ofrecerle con sus armas convencionales. Claro que una política de este tipo podría, bajo ciertas condiciones, provocar un cambio en la conciencia de las dirigencias europeas y convencerlas que tienen poco o nada que ganar siendo furgón de cola de un imperio en decadencia y mucho que ganar estableciendo relaciones de respeto mutuo y cooperación con los dos grandes rivales de Estados Unidos, que no son sus rivales sino posibles socios de un proyecto que beneficie a todos por igual. Difícil, porque significa nada menos que revertir los férreos lazos forjados con Estados Unidos en la segunda posguerra. Pero no sería la primera vez en la historia europea en donde alianzas aparentemente inconmovibles son puestas en cuestión o viejos antagonismos dan nacimiento a nuevos acuerdos y coaliciones.

El antiimperialismo y las tareas del momento actual
De lo anterior se desprenden tres tareas urgentes. Primero, lograr un pronunciamiento a escala europea de los movimientos sociales, fuerzas políticos y de ser posible de los gobiernos y organismos regionales europeos en contra de la pretensión de Washington de profundizar la agresión económica en contra de Cuba, Venezuela y Nicaragua. En este sentido la reciente creación del Frente Antiimperialista Internacionalista en el Estado Español es un alentador paso hacia adelante. Deberá también denunciarse el descarado intervencionismo de Estados Unidos en los asuntos internos de terceros países, ninguno de los cuales es una provincia de Estados Unidos, como lo manifestara en un duro comunicado la cancillería rusa. Y subrayar, además, que la aplicación del Título III de la Ley Helms-Burton no sólo afectaría a los países latinoamericanos sino que haría lo propio con los europeos.

Segundo, concientizar a las poblaciones europeas de que ellas también están sometidas a los rigores de la dominación imperialista, que ésta no sólo se ejerce sobre los países de la periferia, y que, por esa causa, si en su locura Washington decidiera escalar su confrontación con Rusia y China y lanzar un ataque militar contra esas potencias las réplicas que éstas dispongan afectarían gravemente a los países europeos, sedes de innumerables bases militares estadounidenses que se convertirían en blancos inmediatos de la represalia afectando no sólo las instalaciones del Pentágono sino también a las poblaciones aledañas. No existe conciencia de este peligro en Europa, y es urgente e impostergable que este tema sea objeto de un muy informado debate.

Será preciso, además, acometer una tercera tarea porque no basta con la concientización: habrá que movilizar y organizar a las masas populares europeas para poner fin de su sumisión al dominio imperialista. El antiimperialismo es una lucha tan decisiva en Latinoamérica como lo es en Europa y la coordinación internacional de estas luchas es un imperativo categórico de la hora actual. Esto requiere exigir la disolución de OTAN –creada para “contener” a un enemigo, la Unión Soviética, que desapareció hace casi treinta años- y, tras cartón, clausurar las bases militares que Estados Unidos tiene en Europa que solo servirán para atraer la represalia de los países agredidos por el imperio. No es un dato menor para demostrar el sometimiento el imperialismo de los gobiernos europeos recordar el elevado número de bases militares estadounidenses asentadas en Europa, superior en cantidad y calidad a las estacionadas en Latinoamérica y el Caribe. En todos los casos poniendo en gravísimo riesgo a las poblaciones civiles que rodean a las bases, algo que, va de suyo, no despierta la menor preocupación a los estrategas del Pentágono curtidos en centenares de operaciones en donde los “daños colaterales” son cosas de todos los días.

A modo de conclusión: es imprescindible librar una batalla para que los pueblos de Europa tomen conciencia de que están tan sometidos a la dominación imperialista como sus contrapartes allende el Atlántico. Si por los latinoamericanos el imperio manifiesta sin tapujos su desprecio, en su relacionamiento con Europa prevalece un simulado respeto en lo formal que no alcanza para ocultar el vasallaje real que imponen sobre todos sus gobiernos sin excepción. Será necesario crear las condiciones para que los pueblos de Europa puedan romper el pesado velo de la ignorancia, producto de su errónea creencia en la amistad y la admiración que supuestamente les prodiga la clase dominante de Estados Unidos. Falsa conciencia cultivada con esmero por la ideología dominante y sus vehículos de divulgación y que impide que caigan en la cuenta que los principales problemas que hoy afectan a Europa: el crecimiento de la derecha radical; la xenofobia; la ruptura de la integración social; la hegemonía del capital financiero y sus efectos recesivos: el paro, la precarización laboral y la concentración de la riqueza; el incontenible flujo de refugiados por las guerras en Cercano Oriente o emigrados por la crisis económica en África así como el vaciamiento de los procesos democráticos tienen su origen en el imperialismo y las políticas que impone gracias al colaboracionismo de las decadentes burguesías europeas y sus representantes políticos. Concientizarlos también que los pueblos de Europa están en peligro porque si llegara a producirse una escalada en la rivalidad entre Washington con Moscú y Beijing Europa se convertiría ipso facto en el principal teatro de operaciones bélicas y los europeos en rehenes de ambas partes en conflicto, con las catastróficas consecuencias que es fácil de imaginar. A lo anterior hay que añadir la reaparición del terrorismo yihadista como respuesta a la abominable islamofobia del imperio y sus criminales políticas en Cercano Oriente. Batalla de ideas, por supuesto, pero combate organizacional también, porque la correlación de fuerzas existente no se podrá cambiar apelando tan sólo a discursos y argumentos teóricos. Si los pueblos no se organizan y ganan la calle el imperio seguirá perpetrando sus tropelías. Como lo está haciendo ahora en Venezuela, Cuba y Nicaragua y más pronto que tarde también, de nueva cuenta, volverá a hacerlo en Europa. Sólo una eficaz resistencia popular antiimperialista, articulada internacionalmente,podrá erigir límites infranqueables a su criminal accionar.
 
Atilio A. Boron: Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Director del Ciclo de Complementación Curricular de la Licenciatura en Historia del Departamento de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Avellaneda. Investigador del IEALC, Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires

Notas :
[1] Quiero agradecer los comentarios y sugerencias formulados a una versión preliminar de este trabajo por Ángeles Diez Rodríguez y Txema Sánchez. Quedan eximidos de toda responsabilidad por los yerros o deficiencias que puedan subsistir en el presente escrito, producto exclusivo del empecinamiento de su autor.
[2] Harold Laski, Reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo (Buenos Aires: Editorial Abril, 1945), pp. 117 y ss.
[3] (En https://elpais.com/elpais/2018/09/20/eps/1537435497_152676.html )
[4] Ediciones en varios países. Original en Ediciones Luxemburg, Buenos Aires, 2012.
[5] ( https://www.bbc.com/mundo/ultimas_noticias/2015/03/150309_ultnot_eeuu_venezuela_sanciones )
[6] Cf. sus Vidas de los Doce Césares, ediciones varias.
[7] (Ver: https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1958-60v06/d499 )
[8] Sobre este tema: https://plazafinanciera.com/mercados/empresa/mayor-sancion-banco-historia-eeuu-bnp-paribas/ y también https://elpais.com/economia/2014/06/30/actualidad/1404118266_164607.html
[9] Pertenecen a la zona Euro: Alemania , Austria , Bélgica , Chipre , Eslovaquia , Eslovenia , España, Estonia , Finlandia , Francia, Grecia, Irlanda , Italia, Letonia , Lituania , Luxemburgo, Malta , Países Bajos y Portugal. Por fuera de dicha zona se encuentran Bulgaria, Croacia, Dinamarca, Hungría, Polonia, Reino Unido, República Checa, Rumania y Suecia.
[10] Sobre esto ver Mahdi Darius Nazemroaya, OTAN. La globalización del terror (Prefacio de Miguel d’Escoto y Prólogo de Atilio A. Boron) Managua: PAVSA, 2015.

24.4.19

Boeing, las alas de la codicia

Alejandro Nadal

El vuelo 302 de Ethiopian Airlines se estrelló pocos minutos después de despegar de Addis Abeba el 10 de marzo pasado, llevando a la muerte a 157 personas. El avión era un Boeing 737 Max. Cinco meses antes, el vuelo 610 de Lion Air, con el mismo tipo de aeronave, se desplomó después de despegar de Jakarta, provocando la muerte de 189 pasajeros y tripulantes.

Estos accidentes alertaron a las autoridades de muchos países y a los ejecutivos de Boeing. Algo debía estar mal con el avión 737 Max. Mientras la Unión Europea cerraba su espacio aéreo a este tipo de aviones, la Agencia Federal de Aviación (FAA) estadunidense se resistía. El CEO de Boeing, Dennis Muillenburg, llamó a Trump para insistir en que el 737 Max era un avión seguro y que sería un error impedir que continuara volando. Pero la presión internacional se intensificó, y el 13 de marzo la FAA no tuvo más remedio y decretó que toda la flota de 737 Max debía quedarse en tierra.

La semana pasada los ejecutivos de Boeing admitieron que ciertos problemas del sistema de control aerodinámico habían sido la causa del accidente. Esto abre las puertas a un tsunami de demandas no sólo de los familiares de pasajeros, sino de docenas de líneas de aviación que compraron esos aparatos y que ahora no pueden utilizarlos. Las cancelaciones de pedidos del 737 Max suman ya más de 456, y las pérdidas en el valor de mercado de las acciones de Boeing superan 4 mil millones de dólares. La compañía se encuentra en una situación comprometida.

Poco después de que Boeing reconociera que los sistemas electrónicos de control automático pudieran estar relacionados con el accidente, otras revelaciones mostraron que el problema era más profundo y se encuentra conectado con la feroz competencia con su rival Airbus por el control del mercado mundial de aviones. A final de cuentas, la causa de los accidentes se encuentra en la irresponsabilidad y codicia de ingenieros y ejecutivos de Boeing.

En 2010 la empresa europea Airbus dio a conocer planes para dotar a su familia de aviones A320 de un nuevo motor, más grande y eficiente en el consumo de combustible. La plataforma A320 había sido un éxito comercial y le había quitado una importante parcela de mercado a Boeing. El nuevo A320neo era una grave amenaza para Boeing. Sus dirigentes tuvieron que escoger entre diseñar una nueva familia de aviones o adaptar la estructura de los 737 para la nueva batalla.

El diseñar y lanzar una nueva familia de aviones es extraordinariamente costoso para una compañía de aviones y puede comprometer a toda la empresa. Así que Boeing prefirió dotar sus 737 de nuevos motores que pudieran rivalizar con los del A320neo.

Sólo que hay una diferencia esencial entre el Airbus A320 y el Boeing 737. El primero es más alto y permite instalar los nuevos motores sin problema. En cambio, el 737 es más bajo y por esa razón no podía acomodar los nuevos motores de mayor diámetro bajo sus alas. En 2010 la compañía estuvo a punto de cancelar esa estrategia, comenzar a diseñar una nueva familia de aviones y dejar que Airbus se quedara con una mayor parcela del mercado durante algunos años. Pero en 2011 los ingenieros de Boeing anunciaron que el problema de la baja altura del 737 se había resuelto, cambiando la posición de los motores sobre los montantes en las alas y elevándolos para alejarlos del suelo.

Pero el cambio en la posición de los motores cambió el comportamiento aerodinámico del 737. Al acelerar, el avión tiende a elevar la nariz por arriba del nivel de seguridad, y si eso no se corrige el aparato pierde velocidad y sustentación. Para corregir ese defecto, Boeing instaló un sistema electrónico MCAS, que automáticamente baja la nariz del avión. Este nuevo sistema casi ni se menciona en los manuales de operación, porque Boeing quería vender el 737 Max como un aparato esencialmente idéntico a los anteriores de la misma familia, lo que permitiría reducir el costo de entrenamiento para los pilotos.

Pero muchos pilotos estadunidenses se quejaron de que el avión mostraba una peligrosa tendencia a inclinar la nariz hacia abajo. Otros se quejaron de que no habían recibido información sobre el sistema MCAS, y que nadie les había indicado cómo desactivarlo.

La FAA debió comprobar que el cambio en la posición de los motores del 737 Max no comprometía la seguridad del avión. Pero en años recientes la FAA ha sufrido tantos recortes presupuestales que tuvo que delegar a Boeing la tarea de certificar la seguridad de sus propios aparatos. Este síndrome de la autocertificación es el mismo que se promueve en el sistema financiero y la industria farmacéutica. Boeing pudo vender sus aviones 737 Max al amparo de este sistema.

Los pedidos del 737 Max pasaron de 150 en 2011 a 914 en 2012, mientras los del nuevo A320 se desplomaron. Pero hoy los accidentes de Lion Air, en Indonesia, y de Ethiopian Airlines han llevado a Boeing al borde de la quiebra, con miles de aviones 737 impedidos de volar y demandas de compañías de aviación por pérdidas astronómicas. Las alas de Boeing se derriten al calor de la codicia.

7.4.19

A dónde va México


Estas no son afirmaciones que se puedan calificar de centro, derecha o izquierda o con mescolanzas de esas posiciones. Las tesis que se sostienen son de un conocimiento riguroso. Su carácter científico, crítico del sistema en que vivimos, puede dar pie a descalificaciones que se basen en mitos, ideologías e intereses con que los aludidos se nieguen a conocer la verdad sobre lo que hacen y de que por su parte son responsables en tanto sometan la lógica de sus esperanzas a la lógica del sistema.

 Una de las formas de dominación del imperialismo neoliberal y neoconservador es la privatización del sector público de los estados metropolitanos y periféricos en procesos que al realizarse incrementan la corrupción y la criminalidad organizada, con ésta bajo la sombra de corporaciones y estados, o contratada, en caso necesario, para actos criminales contra pueblos, comunidades o personas, en acciones destinadas a despojarlos de sus propiedades, de su libertad o de su cuerpo.

Con el propio acto de privatización, el neoliberalismo ha hecho de los funcionarios públicos agentes de ventas de las propiedades nacionales y sociales o cómplices pasivos de la corrupción y la represión de que a menudo se sirven para incrementar su personal patrimonio y poder.

Neoliberalismo y corrupción están a la orden del día, tanto en la periferia económica del mundo, y en no pocos países del centro, en los que tienen como antecedente el famoso gangsterismo de Chicago y las mafias de Italia. En cuanto a los países de origen colonial o semicoloniales y periféricos, son actores de permanente uso los grupos de matones al servicio de sus amos y caciques o de las compañías trasnacionales, como la Compañía de Indias inglesa o la Mamita Yunai, estadunidense.

Esos integrantes del crimen organizado se articulan hoy en sistemas globales dominados por las corporaciones financieras y sirven o se asocian con funcionarios que se han vuelto también empresarios, que si ayer decían estar al servicio de la evangelización, de la civilización, del progreso o del desarrollo, hoy hacen de la función pública una actividad en que el funcionario se pone al servicio de la empresa privada, mediante la coima (mordida), motor del sistema y por la que los funcionarios se vuelven socios no pocas veces mayoritarios.

En las nuevas circunstancias, como los antiguos y nuevos ricos, el crimen organizado combina sus conocimientos políticos con los económicos, y todos con los criminales y tecnológicos. Participa así en la dominación de un mundo en que se exige la práctica de la normativa moral en los tratos interpares de accionistas y de grandes propietarios, en que al mismo tiempo se urden medidas de especulación y depredación, que estructuran en el propio siglo XXI nuevas formas de acumulación primitiva, despojo, así como, de esclavismo, de servidumbre, de tributación y de salarios o ingresos de hambre que en gran parte del mundo pesan sobre la inmensa mayoría de una población a la que habiendo despojado de sus tierras y territorios, dejan en plena miseria, sin asomo de trabajo y sin los más elementales recursos para vivir, para comer, beber, curarse o enterrar a su muertos. De tales hechos –difíciles de contar y de escuchar– proviene el éxodo más impresionante de la historia humana, un éxodo global en que muchos son los que mueren al atravesar selvas, desiertos y mares…

Entre las varias formas de descubrir a los verdaderos responsables de esos hechos y el dolor de que son beneficiarios, se encuentran los fabricantes de armas y los comerciantes en grande de narcóticos, quienes con las corporaciones y la gran banca actúan en un sistema cuyo atractor principal es la maximización de poder, riquezas y utilidades, en el que dominan con gobernantes y funcionarios, con legisladores y jueces que se asocian a sus proyectos entre mediaciones y represiones, que se apoyan en la cooptación o sometimiento de los propios líderes de los pueblos y se apoyan cada vez que es necesario en las fuerzas militares y paramilitares, con los que practican la supuesta persecución del crimen organizado en el que de vez en cuando sacrifican a algunos chivos expiatorios, y con el que empresarios, militares, policías y judiciales están profundamente articulados.

La comedia trágica llega al extremo de ajusticiar y desaparecer a los defensores de los pueblos en una política en que reinan la mentira y la confusión con la inmoralidad como práctica cosificadora. Un indicador de tal comportamiento del sistema es que hasta hace poco el comercio de armas ocupaba el primer lugar y que ahora lo suplanta el narcotráfico.

Es en ese mundo en el que vive hoy la República Mexicana, donde tras la victoria electoral más impresionante de la historia, de éste y muchos otros países, la ciudadanía ha puesto a la cabeza del Estado a un presidente que no sólo aparece en la escena política como famoso por su honradez, sino por su valentía y habilidad política, innegables.

A la euforia causada por semejante triunfo electoral se ha añadido otra, con el entusiasmo que ha despertado la firme tesis del elegido de que en su gobierno va a emprender la Cuarta Transformación de México, siendo que las tres primeras fueron la Independencia de México, encabezada por el cura Hidalgo; la Reforma, que con Juárez creó el Estado laico y republicano, y la Revolución Mexicana, que culminó con el gobierno agrarista, obrerista y popular que nacionalizó el Petróleo y repartió el mayor número de tierras entre los campesinos beneficiados como comuneros, ejidatarios y pequeños propietarios.

En nuestros días, a tan democráticos, justicieros y revolucionarios hechos de la Tercera Transformación, se añadió un sabor de alivio al pensar que ya no iban a estar al frente del gobierno una serie de políticos que desde los dos principales partidos –PRI y PAN– habían hecho del gobierno una fuente de enriquecimiento personal de sus jefes, que llegó a alcanzar proporciones escandalosas con los sucesivos presidentes y gobiernos para los que se volvió norma inteligente de saber y gobierno aquella frase que salió del decadente Atlacomulco, de que un político pobre es un pobre político, y con la que el presidente saliente Peña Nieto revistió orgulloso su enriquecimiento y el de la inmensa mayoría de sus colaboradores.

El triunfo colosal de López Obrador con 53 por ciento de los votos, generó un entusiasmo nacional poco común, que se hizo extensivo a buena parte de la izquierda mexicana, incluso a la que proviene del extinto Partido Comunista. Y aunque no dejó de preocupar a buena parte de los ricos y poderosos, pronto varios de los más acaudalados y famosos se integraron a un nuevo Consejo Asesor Empresarial del Presidente.

La historia de las contradicciones que en el nuevo gobierno surgieron se hizo inevitable, y si en la izquierda gubernamental se arguyó con la lógica de que no se podía ir más lejos, en la banca y las corporaciones por su parte se acentuaron medidas de presión tanto con los valores financieros, como con la moneda, y con la gasolina y el petróleo, que parecieron retar al nuevo gobernante, a confirmar su firmeza, o a negociar lo no negociable.

La primera respuesta del Presidente pareció que los actos de gobierno confirmaban su firmeza al anular un proyecto de aeropuerto en Texcoco, lugar próximo a la Ciudad de México, que no sólo había sido considerado inviable por diferentes expertos, sino al que se habían opuesto, una y otra vez, los pueblos aledaños, con tenacidad y valentía impresionantes.

La crítica de la derecha a la liquidación de la obra no se hizo esperar, lo que le valió al Presidente todo tipo de ataques por cuanto medio pudieron lanzar los inversionistas afectados y sus cómplices, quienes tacharon de irresponsable al Presidente al no tomar en cuenta que ya se habían invertido cientos de millones de pesos que él tiraba por la borda como si todavía estuviera en la campaña electoral y no se diera cuenta de su responsabilidad de gobernar.

Fue así como empezó a darse abiertamente –en las palabras y las decisiones– la lucha por definir al nuevo gobierno. En ella pareció ir triunfando el verdadero poder de la derecha, no sin escollos oficiales que frente a crecientes presiones el Presidente luchó por vencer. La destreza con que enfrentó a ese y otros problemas planteados pareció advertirse en las concesiones que hizo a uno y otro embates, entre críticas y asentimientos con que fue respondiendo a los ricos y poderosos y a la izquierda que lo acompaña.

Del conjunto de sus actos derivaron nuevas críticas a los ex presidentes neoliberales del PRIAN y a la corrupción que los caracterizaba, y críticas no menos firmes a la izquierda que no lo apoyaba acusándola, en forma visceral, de hacerle el juego a los conservadores.

A semejantes luchas verbales, el Presidente añadió, por un lado, la decisión de seguir construyendo dos termoeléctricas, un acueducto y un gasoducto. Aquéllas iban a operar en zonas de por sí carentes de agua y a las que las empresas les quitarían gran cantidad de aguas vivas para devolvérselas como aguas muertas imbebibles e inútiles para el riego de sus campos y el mantenimiento de su vida… En cuanto al gasoducto le confirmaron también lo que a las poblaciones y al propio gasoducto dañaría, pues el gasoducto había sido trazado para pasar por tierras volcánicas y estaría expuesto a violentas rupturas y explosiones de que haría víctimas también a sus vecinos.

Si contra el informe de los especialistas y contra el sentir de los pueblos, el Presidente optó por apoyar a los voraces empresarios, a esa lamentable decisión añadió una curiosa forma de pedir a la oposición que no fuera a politizar la muerte (así dijo) de quien había sido asesinado a balazos: el dirigente Samir Flores, respetadísimo líder de los pueblos que encabezaban la oposición al proyecto, y que no murió, como dijo el Presidente, sino al que a tiros mataron y de ese modo acallaron, buscando intimidar de paso a los sobrevivientes.

Tal vez esa decisión y esa forma de eludir la palabra exacta, marcan la posición que, en los hechos, iría tomando el nuevo Presidente. Juntos, actos y expresiones verbales irían definiéndolo más que los meros calificativos. La sola enunciación de los mismos reveló que el gobierno del nuevo Presidente estaba o está en las antípodas de una Cuarta Transformación liberadora.

Del poco esperado y verdadero caminar se darían en la campaña electoral varios ofrecimientos que no cumplió, como el Proyecto Integral Morelos ya señalado, y la falta de una verdadera reforma educativa que sustituya a la mal llamada reforma educativa del régimen anterior, que en realidad busca reformar la educación a modo de los empresarios y controlar a los profesores con exámenes que se les aplican con base en algoritmos de una educación y un profesorado al servicio de las empresas y corporaciones, y frente a la cual puso como secretario de educación a quien siendo secretario de Gobernación con el presidente Zedilllo, que entre otras medidas autoritarias y represivas se negó a firmar los acuerdos de San Andrés, ya aprobados y firmados por sus representantes, y por todos los partidos políticos institucionales, así como por los rebeldes del EZLN que luchaban en busca de que los derechos de los pueblos indios para que fueran parte de la Constitución real y formal de la República, y que siguen luchando por que se respeten sus derechos a organizarse como comunidades realmente autónomas que practiquen la distribución del poder y el genuino respeto de la libertad y la democracia de las comunidades y redes de comunidades.

A la definición del actual gobierno con decisiones contrarias a los ofrecimientos de campaña al sentir, pensar y actuar de los pueblos y los trabajadores intelectuales con éstos que son los maestros urbanos y rurales atacados por la derecha desde los cristeros, se añadieron proyectos en que no fueron atendidas las experiencias históricas, ni los informes de los expertos, ni quienes ven en ellos amenazas para los pueblos comprobadas en la historia de México, de América Latina, e incluso de Estados Unidos.

Para la aprobación de varios de esos y otros proyectos que son objeto de diferencias se realizó una consulta legalmente obligatoria, pero simulada con encuestas de individuos que no representan el sentir ni la voluntad de las comunidades, ni su costumbre de tomar acuerdo. Los símiles de consultas en realidad se llevan a cabo con muestras aleatorias de individuos, seleccionados en formas que carecen de todo rigor técnico y científico, y que en términos de los especialistas en la materia no son ni confiables ni válidas.

Se trata de proyectos como el Tren Maya y el Corredor Interoceánico que corresponden a una larga historia de nuestro continente, particularmente dolorosa. El proyecto del Tren Maya nos hace recordar que –como es bien conocido– el desarrollo de los ferrocarriles en Estados Unidos está estrechamente vinculado a la geografía de la desaparición de los pueblos indios….

En cuanto al Corredor Interoceánico, sin duda antecedente de un canal acuático que dados los costos mucho menores de transporte, es perfectamente previsible en un futuro inmediato. El proyecto, nos recuerda que su predecesor –el Canal de Panamá– fue causa determinante para arrebatar un inmenso territorio a la República de Colombia con la que se fundó la República de Panamá. Las políticas de balcanización han sido preferentes en la política expansionista estadunidense, con Vietnam del Sur y del Norte, Corea del Sur y del Norte, o con los países centroamericanos que se desprendieron de la antigua capitanía de Guatemala, o la destrucción de Yugoslavia y su transformación en un conjunto de republiquetas. A semejantes desastres se añade el de los two Méxicos que el historiador y antropólogo Lesley Byrd Simpson distinguió hace mucho tiempo en su libro titulado Many Mexicos... Su previsión ha sido confirmada recientemente por la titular de la Secretaría de Gobernación, que en su plática en Miami con la secretaria de Seguridad Interior de Estados Unidos, Kirstjen Nielsen, le hizo ver, que ahora Estados Unidos va a contar con dos fronteras para la contención de las bandas de tráfico de seres humanos desplazados de los países centroamericanos y el Caribe…

A semejantes proyectos de pérdida de la soberanía, en México se añade el de un incremento de las zonas económicas especiales, cuya geografía, hasta ahora, es la que conviene al comercio internacional de puerto a puerto entre el Pacífico y el Golfo, y que puede crecer y articularse en forma de nodos que dominen algo más que la industria y el comercio y desde luego un mercado hasta hoy nacional en el que van a instalar redes fabriles y comerciales de corporaciones de Estados Unidos a los que la Ley Federal de Zonas Económicas Especiales, publicada el 1º de junio de 2016, otorga derechos y privilegios de que gozarán los sectores privado y público y en que sus delegados ejercerán su autoridad soberana.

Hechos y medidas no menos importantes son los que se presentan a la ciudadanía como muestra del valor físico y cívico del presidente López Obrador y su decisión de no quedarse en el poder aunque muchos lo censuren. Es el caso, por un lado, de dar término al Estado Mayor Presidencial con el mensaje de que él es un Presidente que se cuida solo o a quien lo cuida el pueblo y, por otro, de que propone una reforma legislativa que dé el derecho a la ciudadanía para la remoción del mandato y el mandatario cuando así lo juzgue el pueblo, medidas admirablemente democráticas, pero que dejan mucho que desear en términos de la estabilidad del país y de una facilidad creciente con que podrá derrocarse al jefe de Estado. A esas medidas y otras con que parece legitimarse el presidente López Obrador, y que en lo concreto afectan la estabilidad del Estado mexicano, se añaden otras, como la creación de una Guardia Nacional, cuyo proyecto original del Ejecutivo era del todo militarista y que sólo dejó en parte de serlo por una inmensa corriente en contrario de la opinión pública.

El Estado Mexicano era un Estado antigolpe, y si desde Guadalupe Victoria el Presidente disponía de una Guardia Presidencial, que más tarde se convirtió en Estado Mayor Presidencial bajo las órdenes directas del Presidente, en tiempos del general Ávila Camacho, el Estado Mayor Presidencial llegó a tener la misma capacidad de fuego que el Ejército nacional. La estabilidad del gobierno no sólo dependía de la lealtad de las fuerzas armadas sino, también, de la estructuración para el control de sus fuerzas. Ahora y en el futuro sólo dependerá de la lealtad de los militares, como en todos los estados de América del Sur, lo que por la experiencia histórica hasta hoy da a la política del imperio mucho mayor posibilidad de intervención abierta o encubierta.

Es el caso que, para sorpresa de muchos, la restructuración del poder como su ejercicio, cuando se les analiza en su conjunto y en sus partes, tienen más que ver con el neoliberalismo populista en sus explicaciones y en sus reformas o proyectos de reforma institucional, y que no es exagerado afirmar que estas reformas son neoliberales tanto cuando dan más importancia a la corrupción que al capitalismo como causa de la inmensa desigualdad, criminalidad y amenazas de ecocidio con sus proyectos de muerte tanto aislados como sumados que se atribuyen a la corrupción y no al modo de dominación y acumulación movido por la maximización de poder y riquezas del capitalismo, y en la inmensa mayoría de las medidas que el Ejecutivo toma para un desarrollo con políticas de muerte que de lo micro a lo macro que están llevando al término de la vida en la Tierra.

Por pequeña que parezca hoy, tarde o temprano, el EZLN, el Congreso Nacional Indígena y la Red de Redes Nacional de Pueblos y Comunidades serán quienes logren la Cuarta Transformación, con la democracia basada en el poder distribuido entre pueblos y trabajadores formales e informales, quienes como quiso la izquierda de la Revolución Francesa asuman la soberanía para el logro concreto de la independencia, la libertad y el socialismo que en México quisieron y quieren los antiguos y nuevos descendientes de Zapata.

6.4.19

Vela Dib y la obediente Consar de la 4T


Abraham Vela Dib arribó desde Budapest, poco antes de tomar posesión como décimo presidente de la Comisión Nacional de Ahorro para el Retiro (Consar) a invitación directa del subsecretario de Hacienda, Arturo Herrera. Desde entonces encabeza el órgano con que el Estado mexicano regula a las Afore. Antes laboró para el FMI, el Banco de Pagos Internacionales y el Banco Central húngaro. Casi de inmediato ofreció una serie de temerarias declaraciones que confirman los grandes riesgos que conlleva expresarse precipitadamente sobre un delicado tema que demanda profundo conocimiento, toda atención y el mayor de los cuidados: las pensiones.

Siguiendo obedientemente a la OCDE (Gurría), BID (David Kaplan), CEEY (Enrique Cárdenas), CIEP (Alejandra Macías y Héctor Villarreal) y Valuaciones Actuariales (Francisco Aguirre), Vela observó que durante el nuevo gobierno habrá una reforma profunda al SAR aumentando aportaciones obligatorias y edad de retiro. Es inevitable elevar las aportaciones de 6.5 por ciento a niveles de entre 10.5 y 14 por ciento y la edad de 65 a 68 años. En su opinión: es una imperante necesidad que se tendrá lista hacia la segunda mitad de la administración con el objetivo de que los trabajadores aspiren a mayores pensiones. Será una de las más importantes reformas del sexenio y el Presidente nos dirá cuáles son los tiempos apropiados. Vela confía en que ella saldrá sin obstáculos de los diferentes actores políticos porque es una necesidad, además de que enfrentaría muy poca oposición. Como reforma integral de largo alcance, agregó, se considerarán todos los ámbitos: las reformas pensionarias de los estados, municipios, universidades y empresas del Estado como CFE y Pemex, con la idea de que migren los sistemas de beneficio definido a contribuciones definidas de cuentas individuales. Eso es lo que le conviene a México ( El Economista, 19/1/19).

Poco después sostuvo que encontraba una Consar con menor presupuesto y personal, pero que su compromiso era contribuir a dejar un sistema de Afore más sólido y confiable. Es un reto hacer más con menos ( El Economista, 23/1/19). Independientemente de que, con menos, sólo se hace menos, como sus antecesores tecnócratas, el obediente Vela Dib no reparó en que esas Afore administran el ahorro para el retiro. Y él sólo visualizó el ahorro, más no su principal objetivo: el retiro de los dueños de esos ahorros. Ese ha sido el gran fracaso del Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR): un enriquecido sistema de ahorro forzoso que paga pensiones miserables. Pero Vela parece no haberse enterado: su compromiso es con las Afore, no con las pensiones.

De inmediato, comprando la agenda de la Amafore –propalada por su entonces presidente: Carlos Noriega Curtis, hoy en abierto conflicto de interés, responsable de la Unidad de Pensiones, Seguros y Seguridad Social de la SHCP de la 4T– y dando franca continuidad a las propuestas pensionarias previas de Peña Nieto ( Gaceta Parlamentaria, núm. 3857-I, 8/9/13), el obediente Vela presentó y arropó la Iniciativa AMLO para reformar la Ley SAR ( Gaceta Parlamentaria, 23/1/19) que sólo evita entrar al fondo del asunto, deja intacto aquello que determina bajas pensiones y preserva el riesgo estructural para jóvenes, trabajadores activos y todos los que pasarán pronto a retiro: el sistema de capitalización individual sin garantía alguna de ofrecer rendimientos seguros.

Vela cree que su iniciativa, al ampliar el abanico de instrumentos con los que pueden operar las Afore, les otorgará rendimientos más atractivos. Claro que falta ver si estos se traducen en mejores pensiones, según su creencia. De igual forma, pasando por alto que la Ley del SAR (1996) establece que las Afore –en cumplimiento de sus funciones– atenderán exclusivamente al interés de los trabajadores y asegurarán que todas las operaciones que efectúen para la inversión de los recursos de dichos trabajadores se realicen con este objetivo (artículo 18), Vela también cree que, si una Afore cobra una comisión de 0.96 por ciento y el rendimiento que da es el más alto del mercado a lo mejor podría cobrar una comisión adicional por rendimiento de 0.965 o 0.025 por ciento: una especie de premio. A pesar de lo preciso que es ese artículo 18 de la Ley del SAR. Y, claro, según Vela quedando los detalles en una regulación secundaria.

Asume, además, que la primera generación Afore se registrará hasta 2025 y no en 2021. Con ello cree que puede sortear la gran explosión del SAR derivada de las fallidas reformas neoliberales IMSS-Issste-IMSS/Patrón/RJP-banca de desarrollo-CFE-Pemex, algunos estados y ciertas universidades públicas. La continuista Consar del obediente Vela y la 4T desconoce, aún, el fin del ciclo neoliberal decretado por AMLO el 18 de marzo. Los costos de esa obediencia serán muy altos.

5.4.19

Jaque al rey


CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Luis Barjau,­ etnólogo,­ investigador de la Dirección de Estudios­ Históricos­ del INAH, y autor de La conquista de La Malinche­ (Planeta/Conaculta, 2009), se pregunta si destruir una civilización milenaria no merece al menos “una protocolaria disculpa”.

Ya circula una carta en las vehementes redes, no firmada, que divulga el “grupo Reforma,” pero que sólo dice que el presidente de México pidió al rey de España “el reconocimiento de los agravios causados y [que]redacten un relato compartido, público y socializado de su historia común”, etcétera, a propósito del recuerdo, que no conmemoración, de 500 años del arribo de Cortés a Cozumel y del próximo 2021, en que se cumplen también los 500 de la caída de México-Tenochtitlan.

Tema realmente delicado, por las pasiones que puede desatar. Pero no parece pretexto para que el majadero escritor Arturo Pérez Reverte o el “lambón” de su colega Mario Vargas Llosa se pronuncien con tanto desenfado.

El anti-gachupinismo mexicano­ duró bastante después de la Independencia de 1810. Fue una especie de constante idiosincrásica de ciertos sectores mexicanos, pero que lentamente se disolvió. Ahora lo reviven los propios españoles y algunos colados.

Destruir una civilización milenaria sí es causa de un remordimiento que al menos merece una protocolaria disculpa. Independientemente de cuáles hayan sido las argucias y peripecias y coyunturas en que ocurrió tal catástrofe. Independientemente de que aquello haya ocurrido hace cinco siglos y de que la historia sea irreversible. E independientemente de que el tesoro descubierto por los españoles no haya quedado precisamente en sus manos.

Ahora es simple lo que se trata: los mexicanos no queremos conmemorar aquellos hechos que solo recordamos; los españoles, desde luego, no tienen derecho a festejar nada y lo que les conviene es el olvido. No del “descubrimiento” de América: sólo de las matanzas perpetradas.

Es cierto que la Conquista no la hizo la monarquía española, sino los mil 500 hombres de Hernán (contando más o menos a los mil de Pánfilo de Narváez, que al ver vencido a su jefe por Cortés, se unieron a él), ¡y más los 100 mil guerreros que se le unieron para derribar a su tirano: el mexica! Una coyuntura prodigiosa. Un tema que las ciencias sociales han visto con cierta indiferencia.

No obstante esta verdad, se difundió con presuntuosa insistencia: “Un puñado de 500 españoles venció a un imperio”. ¿Cómo se creó esa frase?

De la misma manera en que se difundió por el mundo que los indios americanos le sacaban el corazón diariamente a millares de víctimas; comían carne humana; eran sométicos y malos; cobardes; de poca fe e inconstantes, idólatras y poseídos durante siglos por Satanás.

Hay verdades y no todas las mentiras son perversas. Cortés logró alianza indígena con la promesa de romper el régimen tributario que oprimía, por parte de la Triple Alianza (México, Tacuba y Texcoco), a tantos pueblos indígenas. Esta fue una verdad a medias. Hernán Cortés no sólo no cumplió, sino que se montó en la estructura de tal sistema para que, esta vez, él fuera el depositario del tributo. Es cierto que entonces no exigió ni productos regionales ni excesivos servicios personales: pedía solamente oro, que para los indígenas tan sólo era un adorno.

El 18 de octubre de 1519 Hernán Cortés invitó a todos los principales de Cholula a un gran patio del palacio que los alojaba, con objeto de despedirse porque continuaría su ruta hacia Tenochtitlan. El local tenía sólo cuatro accesos por pequeñas puertas y en cada uno puso guardia a caballo, con soldados con armaduras, espadas, lanzas y arcabuces. Una vez que todos estuvieron concentrados en el patio, tras la señal de un disparo desató una matanza contra los cholultecas desarmados, que duró una hora y dejó alrededor de –dicen los propios cronistas españoles– 5 mil muertos. ¿Tienen importancia las causas y los propósitos de tal operación? Probablemente sí, para las pesquisas del historiador que quiere explicar estrategias y oscuros propósitos de la Conquista.

Hacia el 15 de mayo de ese mismo año, Pedro de Alvarado (al cual tanto admira Pérez-Reverte) hizo lo mismo en el Templo Mayor de Tenochtitlan. Cortés había regresado a Cempoala para combatir a Pánfilo de Narváez, que era enviado del gobernador de Cuba, Diego Velázquez de Cuéllar, para meter en cintura al desobediente Cortés. Por solicitud de Alvarado a Moctezuma, se reunió en la fiesta de Tóxcatl, celebrada cada año en el Templo Mayor, a la totalidad de principales y grandes jefes guerreros para que intervinieran en la gran danza que se ofrecía a Tezcatli­poca. López de Gómara, Bernal, Vázquez de Tapia, El Códice Ramírez, Diego Durán, Sahagún, Alva Ixtlilxóchitl y otros cronistas escribieron que la matanza hecha por Alvarado, a una señal, dejó tendidos a unos 600 señores. Los que intentaron escapar escalando los muros fueron bajados a tiros. “La nobleza mexicana allí falleció casi toda” se escribió en la Relación del origen de los indios que habitan esta Nueva España según sus historias.

Es del todo dudoso que Alvarado tomara por su cuenta tal decisión de una matanza, que fue idéntica a la ordenada por Cortés en Cholula. Y es creíble que, habiendo quedado por alcalde a la partida de Cortés a la costa, éste haya dejado instrucciones precisas.

Porque después Cortés en sus Cartas de Relación, sobre aquel drama, ni siquiera menciona a Alvarado por su nombre. Cuando regresó Cortés y “se enteró” de los sucesos, no emitió ningún reclamo al asesino, al cual ya había humillado y castigado por un delito menor cometido en Cozumel, cuando, adelantándose a la flota procedente de Cuba y arribando primero que nadie a la isla, robó objetos de oro y de barro en el templo del lugar.

El 14 de noviembre los estresados españoles rodeados en el palacio de Axayácatl y que mantenían con grilletes a Moctezuma, lo obligaron a pronunciar desde una terraza un discurso que buscara apaciguar a las masas indígenas enardecidas.

Unas fuentes dicen que surgió una pedrada de la multitud, que acertó en la sien derecha del monarca; otras, que algún soldado español hundió un espadín por “las partes bajas” del tlatoani. Esta última versión es poco creíble, puesto que Moctezuma, aún prisionero, era un escudo de mucho peso para los españoles acorralados. Como quiera que fuera, su muerte fue causada por los españoles.

Por último, vino la batalla de Tenoch­titlan, que a juicio de Bernal Díaz del Castillo, combatiente y cronista del momento, duró 93 días con sus noches. Tres meses. Hasta el 13 de agosto de 1521.

Al final de la horrenda destrucción apareció por las calles, yendo a la Plaza Mayor, la fila del pueblo desgraciado que se había escondido: mujeres, ancianos y niños transidos de hambre, esqueléticos de haber comido sólo tierra y raíces. Fue mentira entonces, también, que los mexicas comían carne humana a la menor provocación. En una ciudad surcada de cadáveres, los aterrados y escondidos pudieron haberse mantenido tres meses en copiosos banquetes.

“En los caminos yacen dardos rotos/los cabellos están esparcidos/ y en las paredes están salpicados los sesos”, lloró el gran poema de los Cantares Mexicanos.

Cuauhtémoc, derrotado, frente a un Hernán Cortés bajo un hermoso palio indígena en una terraza de la Calzada de Tacuba, ya legendario desde su silla savonarola, escuchaba las últimas palabras del héroe: “toma el puñal sobre tu cintura y mátame con él, que ya no pude defender más a mi pueblo y estoy vencido”.

De la ciudad no quedó piedra sobre piedra. ¿Por qué?

Tal vez el emisario de la cultura de Occidente se percatara, bajo el polvo de la batalla, que esta ciudad estaba intrínsecamente edificada con los hondos postulados de su religiosidad y que había que desmontarla para hacer surgir un nuevo mundo.

La población del reino azteca, que culminó una historia milenaria, sufrió una merma de 80% o más. Por la peste que se creó con el contacto biológico; por el genocidio de las batallas; por el desánimo espiritual de los indígenas sobrevivientes en un nuevo régimen y en un mundo inimaginable.

Si Cortés actuó por su cuenta, sin la aprobación de la Corona española, que delegaba sus instrucciones al virrey de Santo Domingo y al gobernador de Cuba opositores de los actos de su tercer enviado, pero que una vez que vio lo que había conquistado el gran conquistador, rápidamente preparó a sus virreyes para el control de la Nueva España, entonces, bien podría pedir disculpas a los indios de México. A nombre de Cortés.

Pero mejor que eso, en convenio con el gobierno de México, el Reino de España podría invertir (ya que es el segundo inversionista en México) en inteligentes proyectos para acelerar la economía de los grupos marginados del país. Y el gobierno de México bien podría matizar esa gran inversión en los mismos rubros de inversión económica española, consiguiendo el aporte de otros países que cuenten con una menor dosis de historia colonial, como los escandinavos u otros, por ejemplo.

Es cierto que conquista es conquista. Y que no se anda con lindezas. Aunque es bueno apuntar que en las conquistas hay antecedentes de rivalidad comercial y de conflictos de guerra, cosa que no ocurrió aquí.

Es cierto que no se debe (ni se puede) vivir en las pútridas aguas del rencor. Pero no tiene nada de malo pedir a quienes borraron del mapa a toda una civilización milenaria como la mesoamericana, paradigma único e insustituible sobre la realidad del mundo y del ser, que hagan una reflexión cabal sobre los hechos del pasado.

Y es cierto también que los gobiernos de México están en deuda con los descen­dientes de los pueblos originarios: millones de indígenas que pueblan su territorio.

4.4.19

Mexico and the Sustainable Development Goals

Laura Dowley*

The capture of the State by the corporate elite largely explains the SDGs’ slow progress - particularly in Mexico.

Agreed upon by UN member States and designed “to end poverty, protect the planet and ensure that all people enjoy peace and prosperity”, the Sustainable Development Goals (SDGs) for 2030 are commendable objectives indeed. But three years after they came into effect, progress has been sluggish, particularly in Mexico. What is going wrong?

Albeit not the only cause, the capture of the State by corporate elites goes a long way towards explaining the problem. Undue corporate influence on State institutions and policy decision-makers undermines the State’s ability to promote economic growth, reduce poverty and inequality, and protect the environment.

The capture of the State is both the cause and the effect of the stark disparities of wealth which beset Mexico and which the 2030 Sustainable Development Agenda acknowledges as one of the “huge challenges” facing sustainable development. While the Mexican economy is now the world’s 15th largest, Mexico ranks 17 in the most unequal country index in terms of distribution of wealth.

Since economic power translates into social and political power, what we end up with is a system in which the economic elite are able to ensure that the country is governed in line with their own interests. This, in turn, tends to intensify inequality.
All around the world, extreme concentration of wealth has reduced the amount of public resources available for development.
All around the world, extreme concentration of wealth has reduced the amount of public resources available for development. As countries become richer, government s paradoxically become poorer, mostly due to high levels of tax evasion and avoidance, illicit financial flows and the hiding of private profits in tax havens. A 2018 World Bank report on development found that multinational corporations are transferring up to 40% of their profits to tax havens, and that Mexico is one of the economies most affected by this phenomenon. In 2015, the Mexican State lost 197.1 billion pesos (14.2 billion dollars at the average exchange rate for that year) through tax evasion by private companies.

The establishment of a strong tax base in Mexico would undoubtedly result in a huge increase in funds available for sustainable development. Sadly, for so long as the Mexican State continues to consent to corporate interests, this is unlikely to happen.

The current human rights crisis in Mexico is symptomatic of a system that allows economic interests to shape State laws, regulations and public policies for their own benefit. Considering the high degree of convergence between human rights and the SDGs, Mexico must find a way to properly implement international human rights standards if it is even remotely serious about these goals.

Violence against journalists and human rights defenders has spiralled out of control in recent years: 120 journalists were murdered between January 2000 and October 2018 and, in 2017, Mexico was the third most dangerous country in Latin America and the fourth most dangerous in the world for land defenders and environmental activists. Today, only three months into the new administration, 14 journalists and human rights defenders have already been killed.
The capture of the State has meant that, time and time again, the Mexican State has failed to implement laws that seek to prevent human rights violations by private businesses.
The majority of the attacks against human rights activists happen in the context of business activities - not surprisingly, given the obvious discrepancy between sustainable community-led development and private-sector profit-driven interests. Mining, infrastructure construction, energy and logging are all industrial activities frequently related with targeted attacks against those who oppose them.

The capture of the State has meant that, time and time again, the Mexican State has failed to implement laws that seek to prevent human rights violations by private businesses. More often than not, large businesses act with almost complete impunity, the effect of which is to increase violence further.

The 2014 spill of toxic waste from a Grupo México copper mine into rivers in the state of Sonora, in northern Mexico – the worst environmental disaster in the history of the mining sector in Mexico – is emblematic of the Mexican State’s failure to implement laws for the protection of local communities.

At the time of the spill, the environmental regulator had actually allowed a Grupo México subsidiary to operate without the environmental permits required for handling hazardous waste, in breach of its international obligation to prevent violations of the local communities’ right to a healthy environment.

Not only are laws not properly implemented; in some cases, national legislation is unduly lenient with the private sector regarding its obligation to contribute to sustainable development.

The mining lobby, for example, has managed to ensure regulations which favour its interests over those of the affected communities. Under the guise of encouraging development, the Mining Act considers mining to be in the public interest and preferential to any other use of the land – which means that the land of indigenous and farming communities is in practice readily available to extractive companies.

The Act violates the principle of international law establishing the communities’ right to self-determination. Moreover, considering that 50% of the population in the gold and silver producing areas are living in conditions of extreme poverty, the Mexican government must ask itself if mining has actually been the catalyst for local development it had promised.

Can things change under the administration of new president Andrés Manuel López Obrador (AMLO)? His promise to fight corruption and inequality is clearly a step in the right direction.

But the road ahead will be a tough one. Both phenomena have come to be deeply entrenched under the rule of the Institutional Revolutionary Party (PRI) – the party that held power from 1929 to 2000. The conservative National Action Party (PAN) took over the presidency from 2000 until 2012, and then the PRI returned to power for a six year term marked by corruption scandals in the Federal Government.

The cancellation of the new Mexico City airport – a project mired in corruption and human rights abuses – following a nation-wide public consultation in October 2018 looked like a promising move by AMLO, who was then president elect.

But the process was criticised by experts for being non-binding and failing to meet international standards for public participation - the decision should have been made by the communities whose land was affected by the project, not by the nation as a whole.

Only a few weeks later, the new administration conducted a second consultation regarding another major development project. The results of this consultation did not go the way the 82 potentially affected indigenous communities had hoped.
The construction of the Mayan Train will go ahead despite obvious violations of the international law principle that indigenous peoples must give their free, prior and informed consent to projects which may affect them and their territories.
The construction of the Mayan Train – a train line in the south-east of the country – will go ahead despite obvious violations of the international law principle that indigenous peoples must give their free, prior and informed consent to projects which may affect them and their territories.

Presented by the government as a boost to social and economic development, with due respect for local indigenous cultures, the train also happens to cross five states that are home to major energy projects. The government itself admits that one of the project’s objectives is to allow the energy industry to flourish.

One wonders who will actually benefit from this kind of development. It looks increasingly as if local communities will be sidelined, yet again, by development policies designed to produce massive financial gains for the business and political elite.

*openDemocracy

3.4.19

Recesión en 2020 sería obstáculo para la relección de Trump


Trump dejó atrás el alucinante engaño del Rusiagate –que en México intentó imitar en forma ridícula la trama rusa y la grotesca Operación Berlín (https://bit.ly/2UrdBVm), y cuyos palafreneros a los dos lados de la transfrontera exhiben sus fuertes vínculos con el megaespeculador George Soros–, donde jugó un papel decisivo su acercamiento con los Bush (https://bit.ly/2VdDFAx).

Trump tiene el camino libre para su relección, –gracias a errores estratégicos del maximalismo del Partido Demócrata que buscaba el impeachment al precio que fuere–, si logra sortear dos obstáculos mayúsculos: 1. La Espada de Damocles de una recesión en 2020; y 2. Su guerra comercial contra China, que resultó contraproducente (https://bit.ly/2EYvjFO), cuando Pekín puede prolongar las negociaciones para dañar a Trump o acelerarlas para beneficiarlo.

Aún le quedan líos legales a Trump por su conducta sicalíptica y sus tratativas mafiosas con su organización inmobiliaria, pero no son determinantes como un impeachment, salvo en su catarsis cacofónica y afónica.

La popularidad con la opinión pública (que favorece el esquema del Partido Demócrata) es inoperante en el sistema decimonónico del Colegio Electoral de Estados Unidos (de votos fijos por Estado, que favorece al Partido Republicano), lo cual suele ser confundido por la mercenaria industria de las encuestas y los ratings falsificados.

Se detecta cierta angustia del margen de maniobra de Trump frente a la recesión, que hoy se vislumbra como una acelerada ralentización de la economía, por lo que ha recurrido a su carta existencial y electorera de corte supremacista fundamentalista blanco (https://bit.ly/2JFEXmC): la amenaza de cerrar la frontera con México para detener la enésima ola migratoria de Centroamérica.

Larry Kudlow, director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, exigió el recorte inmediato (sic) de las tasas de interés de 0.5 por ciento por la Reserva Federal a quien, a su juicio, se le ha pasado la mano restrictiva, al no existir inflación, lo cual puede empujar a EU a una intolerable recesión antes del 3 de noviembre de 2020 (https://nyti.ms/2OEUXE8).

La tensión de Trump con Jay Powell, gobernador de la Reserva Federal, ha llegado al enfrentamiento público. Trump ha insinuado nominar a Stephen Moore al Consejo de Gobernadores de la Reserva Federal.

Stephen Moore, acérrimo enemigo de Jay Powell de quien ha exigido su expulsión, aboga por un recorte sustancial de la tasa de interés, cuando la inflación ha sido menor a la esperada.

The Financial Times (29/03/19) –vinculado, con The Economist, al grupo británico Pearson, donde predomina la banca Rothschild, aliada de George Soros y archienemigos ambos de Trump– alega que los signos ominosos contra la relección de Trump vienen del lado del mercado de los bonos cuyo rendimiento a 10 años cayó a su más bajo nivel desde 2017 (la curva invertida del rendimiento negativo de los Bonos del Tesoro) que presagian que la Reserva Federal será obligada a recortar las tasas de interés para apuntalar la economía.

Según FT, Trump ancla firmemente sus prospectos de relección con la Bolsa de Valores y la expansión económica que ha roto su récord de longevidad.

Gregory Daco, economista en jefe en EU de Oxford Economics, asienta que el mercado de los bonos refleja el temor creciente de que el próximo estadio de este ciclo es una recesión.

No es ningún secreto aseverar que existe una fuerte correlación entre la situación económica y la relección de un presidente en EU, como le sucedió adversamente a Daddy Bush.

Trump puede negociar in extremis un acuerdo favorable con China, pero donde se le dificulta su margen de maniobrabilidad es en posponer la recesión, más de carácter estructural, después del primer martes de noviembre de 2020.

Recesión habrá, porque así son los estructurales ciclos económicos. Solamente faltará saber si ocurre antes o después del 3 de noviembre. Trump hará lo imposible para que sea después, con el fin de relegirse.

Dejo de lado que la recesión afectará inexorablemente a México y al mundo.