6.6.12

¿Para qué sirven las reservas del Banco de México?

Alfredo Jalife-Rahme

Las reservas del Banco de México son relativamente elevadas, pero no sirven gran cosa y reflejan tanto el entreguismo como las contradicciones de quienes manejan las finanzas nacionales. Tan no han servido para mucho que ya empezó el gran declive del peso mexicano –al unísono del desplome del petróleo y la fuga de capitales a Madrid (para rellenar los agujeros negros de la quebrada banca española)– que va a arreciar antes y después de la elección. Lo advertí hace más de un mes en entrevista a Feliciano Hernández (sinembargo.mx 7/5/12).

Las reservas mexicanas sirven para apuntalar el dólar más que el peso (suena paradójico, ¿no?). Pero si la grave crisis financiera de EU arrecia, entonces Wall Street puede optar por acelerar la fuga de capitales y la devaluación del peso para intentar colmar parte de su agujero negro financierista vía mercado bursátil. En la Bolsa de Luis Téllez, operador del suprabursátil Grupo Carlyle del nepotismo bushiano, han ocurrido dos extraños accidentes en un solo mes, que han minado selectivamente las acciones mexicanas. ¿Deliberado?

En la entrevista de marras pronostiqué hace más de un mes: gran parte de las reservas van a servir para tapar los boquetes de EU, y comenzarán los ataques especulativos contra el peso, y las reservas no van a servir de nada. Ya hay antecedente de esto con todas las devaluaciones. EU imprime los dólares, pero sus reservas verdaderas del país no están en dólares, sino en oro. Ce qu il fallait démontrer!

Dentro de los 20 países con mayores reservas están los asiáticos y los petroleros, quienes las han diversificado en oro, plata y otras divisas. El mismo EU detiene 75 por ciento de sus reservas totales (367 mil 536 millones de dólares) en oro (¡supersic!) frente al raquítico 0.26 por ciento aurífero (¡supersic!) de México. ¡Increíble: ni EU confía en su dólar! Según BM, EU posee 488 mil 929 millones de dólares constituido por oro, derechos especiales de giro (SDR, por sus siglas en inglés) y reservas en dólares.

La Reserva Federal (Fed) cotiza tramposamente sus reservas de oro a un bajísimo precio de 35 dólares la onza: a precio de Bretton Woods de hace 67 años, cuando hoy en el mercado vale cinco veces más. Es probable que EU se guarde un as bajo la manga: ¿regreso al patrón oro? Quienes menos reservas poseen son los integrantes del G-7, a escala individual, menos que México (con excepción de Japón): EU 148 mil 445 mdd (¡sin oro!: 1.01 por ciento de su PIB nominal); Alemania 263 mil 17 mdd (7.10 por ciento del PIB); Japón, el mayor, 1,302,877 mdd (21.27 por ciento del PIB); Francia 185 mil 40 mdd (6.40 por ciento del PIB), e Italia 187,298 mdd (8.19 por ciento).

México ostenta 155 mil 949 millones de dólares (13.2 por ciento del PIB nominal), lo cual es mayor al G-7 (excepto Japón), pero menor a los países asiáticos y petroleros árabes (Arabia Saudita y Argelia). En forma anómala México es el primer productor de plata del mundo, lo cual no sirve para mucho (poquísimo se queda acá) porque beneficia exclusivamente a las depredadoras mineras anglosajonas. El paradigma del saqueo argentífero: Zacatecas, primer productor de plata, es el primer exportador de migrantes. Daddy Bush lanzó la idea de una canasta de materias primas (commodities) para fortalecer al dólar: alimentos, petróleo, oro, uranio, etcétera. No es mala idea: es mejor que contar con oro solamente.

En la vieja economía, antes del modelo financierista-globalizador y su dizque nueva economía, las reservas significaban tres meses de dinero para pagar las importaciones, lo cual es anacrónico. Hoy, después de las crisis financieras (v.gr efecto dragón), en el parasitario modelo financierista monetarista centralbanquista, las reservas de divisas de México sirven a la Fed con tres propósitos: 1) apuntalar el alicaído dólar, 2) sostener el carry trade (género de especulación con los diferenciales de las tasas de interés); y 3) detener algún embate especulativo contrario a los intereses bidireccionales de Wall Street (a veces conviene sostener al peso, a veces lo contrario).

Sin considerar la presente guerra de las divisas (James Rickards dixit), en general, si algún país se atreviese a adoptar una política que no beneficie los intereses de la plutocracia/bancocracia de Wall Street y la City, pues estas poderosas plazas generan ipso facto una hemorrágica fuga de capitales: gozan con el control.

Ante un Congreso emasculado, se suele dar exagerada importancia al Banco de México, que sirve a los intereses supremos de la Fed, por lo que constituye una aberración que se ostente como Banco de México (¡supersic!). ¿Para qué sirven los más de 155 mil millones de dólares de reservas en un país donde la mayoría es miserable? Pues para sostener el parasitario dólar. Tal es el saldo del modelo neoliberal financierista israelí-anglosajón que adoptó en forma masoquista el México neoliberal. En una situación ideal, el México eterno (no el efímero y accidental México neoliberal) debería poseer oro y plata (curioso: a imitación de EU) como sostén monetario y tener dólares suficientes para el comercio, lo cual le brindaría mayor autonomía relativa respecto de los centros del poder financierista de Wall Street y la City. En forma más imaginativa, el México eterno debería crear su canasta de reservas con plata (primer productor del mundo) y sus activos en petróleo para fortalecer su divisa.

El modelo del G-7/OTAN, encabezado por EU, es bancario-financierista, mientras los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) ostentan un modelo economicista basado en las materias primas. México, productor de materias primas y de mediocre infraestructura financiera (ranking 41 en el Índice de Desarrollo Financiero de Davos), ha sido absorbido insensatamente por el modelo financierista de la bancocracia, que lo ha perjudicado a todas luces. El desmantelamiento nacional empezó en El Álamo y se profundizó con el demencial TLCAN; aún no concluye: en espera del golpe final de su incorporación obligada al Comando Norte (que explica, además de las venganzas calderonistas, la decapitación de los generales coincidentemente nacionalistas).

En el México financierista 92 por ciento de la banca nacional (medido por capitalización de mercado) está en manos foráneas. Desde el punto de vista financiero somos un país esclavo de EU, cuya Fed tiene 12 sucursales; 13 si se suma Banco de México. No existe tal autonomía exterior de éste: es sólo interna frente a los tres caducos poderes locales. El México eterno cayó en la trampa monetarista centralbanquista. Somos esclavos financieros de la Fed. Lo grave radica en que ese modelo está quebrado cuando la deuda de EU es impagable: 14 veces más de lo que propalan. El modelo neoliberal financierista para sostenerse requiere del engaño permanente y la desinformación.

Urge cambiar el modelo. Existen antídotos: empezar por quitar su autonomía interna al Banco de México para que se acople a la economía política del país. Su director –no gobernador (¿de dónde?)– debe ser designado por el Congreso para que asuma sus responsabilidades al unísono del Ejecutivo. El nuevo Banco de México debe estar supeditado al desarrollo del país, no a las políticas financieristas que sólo benefician a EU y Gran Bretaña.

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