5.12.25

Para un análisis semiótico de TV azteca

Fernando Buen Abad Domínguez


TV Azteca no nació como un fenómeno cultural autónomo ni como un emprendimiento empresarial aislado; nació como un manotazo ideológico-mercantil oligarca en sus alianzas neoliberales como vector de una semiótica del poder que encontró en la televisión una prótesis para la reproducción de su estulticia. Los favores del poder fueron televisados.

Toda su historia —desde su privatización exprés hasta la consolidación de su retórica sensacionalista, doctrinaria y mercantil— es una crónica de cómo el capital mediático se fusiona con el poder político que manipula para fabricar consensos, disciplinar percepciones y naturalizar los privilegios. La frase “los favores del poder fueron televisados” no es un juicio moral sino una descripción materialista: hubo beneficios, hubo pactos, hubo mecanismos de blindaje político, hubo propaganda disfrazada de entretenimiento, y todo ello se volvió espectáculo para que la relación entre la élite gobernante y la élite mediática pareciera algo normal, inevitable, incluso patriótico.

Un análisis semiótico-histórico exige revisar el origen del signo televisivo que reproduce TV Azteca. No se trata solo de imágenes: es un régimen de signos. La pantalla funciona como dispositivo de simplificación, dramatización y alineamiento. El signo televisivo empresarial se articula alrededor de tres operaciones semióticas: primero, la espectacularización, que convierte todo conflicto social en entretenimiento para neutralizarlo; segundo, la personalización, que reduce la lucha de clases a un drama individual y sentimental; tercero, la mercantilización, que convierte incluso la desgracia en una mercancía. TV Azteca se especializó en estas operaciones desde su origen, porque así se correspondía con la exigencia política de su nacimiento, ofrecer estabilidad simbólica al mismo poder que le regaló concesiones, ventajas regulatorias y un mercado publicitario prácticamente cautivo. Mucho embute y mucho gasto propagandístico gubernamental

Cuando en los años noventa el Estado mexicano transfirió parte de su poder televisivo a la nueva empresa, no estaba democratizando el espectro: estaba sustituyendo un monopolio estatal- privado por un duopolio funcional al modelo neoliberal emergente. Se reconfiguró la semiótica de la obediencia. TV Azteca aparece como “competencia”, pero en realidad es un doble reforzado, dos bocas para una sola ideología dominante. El signo de la pluralidad operaba como una máscara. Al mismo tiempo, se vendía como un imaginario colectivo en el que la televisión ya no era sólo entretenimiento, sino árbitro moral, juez emocional y orientador político. Aunque la empresa se presentaba como la modernización mediática de México, en realidad actuó como amplificador de la política de despojo económico que avanzaba, y como legitimadora de gobiernos que se beneficiaban de la violencia simbólica que ella misma producía. La semiótica del “país que avanza” fue construida a contracorriente de la realidad social que se deterioraba.

Con mucho fútbol.En la pantalla de TV Azteca, los favores políticos no solamente se mencionaban, se narraban como épica. Se disfrazaban de éxito empresarial, de patriotismo económico o de renovación generacional. El poder político necesitaba un medio que dramatizara la narrativa del nuevo México: competitivo, privatizado, “global”, obediente al capital financiero. Y TV Azteca cumplió. Sus noticieros fabricaron una estética de la urgencia donde el conflicto social minimizado o presentado como anomalía, nunca como consecuencia estructural. Sus programas de opinión funcionaron como dispositivos de persecución simbólica contra cualquiera que amenazara la estabilidad del régimen. La semiótica no es solo contenido: es tono, es ritmo, es encuadre, es silencio. TV Azteca dominó el arte de los silencios estratégicos, que son tan ideológicos como sus editoriales.

Su televisión privada no se limita a informar: codifica comportamientos. La historia semiótica de TV Azteca es la historia de cómo una nación fue enseñada a mirar. Mirar con desconfianza al pobre, con fascinación al millonario, con sumisión al poderoso, con morbo al crimen, con indiferencia al origen social de la violencia. La pantalla construyó un país donde la desigualdad aparece como un paisaje natural, donde el sufrimiento se vuelve espectáculo y donde la corrupción es un escándalo momentáneo que no altera el orden jerárquico. En esa narrativa, el poder político siempre aparece como árbitro, nunca como responsable estructural. Así se televisan los favores: convirtiendo la complicidad en paisaje, la violencia en rating y la injusticia en costumbre.

Esa semiótica histórica de TV Azteca incluye, necesariamente, la arquitectura legal que la sostiene. Leyes hechas a la medida, concesiones eternizadas, regulaciones laxas o inexistentes, y una clase política que utiliza la pantalla como mercado negro de legitimidad. La reciprocidad es total, el poder garantiza el negocio; el negocio garantiza la narrativa. Así, la empresa se convierte en un ministerio no oficial de la ideología, uno que opera sin necesidad de uniformes ni discursos solemnes, porque su poder reside en la naturalidad, en que el espectador crea que lo que ve es “la realidad”. Esa es la victoria suprema de la semiótica burguesa, cuando ya no se siente como ideología, sino como sentido común. Y todo sin pagar impuestos.

Su historia semiótica como empresa está todavía presente. Cada noticiero, cada novela, cada reality reproduce un orden semiótico que invisibiliza las causas y exhibe las consecuencias, que culpabiliza al de abajo y disculpa al de arriba, que convierte la política en escándalo y el escándalo en mercancía. En ese circuito, el poder se televisa no para ser comprendido, sino para ser aceptado.

Es la empresa que el poder necesitó, y que contribuyó a consolidar un modelo de control social donde la obediencia es espectáculo. Los favores del poder fueron televisados, sí, pero no como excepciones, como normalidad. La pantalla no mostró la complicidad, la celebró. No la ocultó, la estetizó. No la denunció, la convirtió en parte de la identidad nacional.

Ese es el núcleo del problema, mientras la televisión siga siendo un aparato para anestesiar la conciencia crítica, cualquier proyecto emancipador deberá confrontar su semiótica, desmontar sus signos, revelar sus operaciones y disputar su hegemonía. Porque la historia de TV Azteca es una lección sobre cómo el poder se transmite no solamente por decretos, sino por imágenes; no sólo por leyes, sino por narrativas; no sólo por coerción, sino por “seducción”. Y mientras esa maquinaria siga intacta, la democracia será una escenografía y la verdad una mercancía.

28.11.25

Krauze, Castañeda, PRIAN: háganse responsables del Frankenstein fascista

Héctor Alejandro Quintanar

"El antiobradorismo y la oposición partidista hoy no se ha dado cuenta que estas hordas impresentables de fascistas no son excepciones o anécdotas en esa corriente opositora. Son muchos, son representativos y son autoritarios. Los que se autonombran intelectuales liberales llevan años transitando juntos con estos inmundos compañeros de ruta".



Corría el año de 2006, hace ya dos décadas, cuando México vivió un momento inédito en la historia de su democracia, porque el partido en el poder entonces, el PAN, decidió poner al proceso democrático en jaque y optó por emitir una avalancha sin precedentes -debido a su costo monetario y a su nivel de vileza- de campañas ilegales y sucias en la competencia presidencial de ese año.

Emitir propaganda sucia no era algo nuevo en México. Por ejemplo, en 1968, desde los turbios sótanos de la Secretaría de Gobernación se publicaron miles ejemplares de un panfleto apócrifo llamado "El Móndrigo", que era un supuesto diario encontrado en un joven perteneciente al movimiento estudiantil de ese año. El libro era una farsa sucia que pretendía demeritar a los estudiantes movilizados, pintarlos como exaltados pro-soviéticos o algo así, y, obviamente, con eso justificar su represión.

Si bien la autoría de ese libelo indigno se le atribuyó al escritor priista Emilio Uranga, el autor real, como dio a conocer Gerardo Antonio Martínez, fue Jorge Joseph, un priista guerrerense que era un vulgar porro, pero tenía a su favor ser un tipejo letrado, y que en 1968 fungía de asesor de Díaz Ordaz. Más allá de la redacción del libelo "El Móndrigo", es más memorable que en un diálogo epistolar, Octavio Paz y Carlos Fuentes se refirieran a ese texto de propaganda sucia como un “asco” y señalaran que su autor -fuera Uranga o Joseph- era una vil “cucaracha”.

Asimismo, en la historia del Siglo XX en México, los periódicos y noticiarios -radiales o televisivos- fueron espacios de abierta calumnia a muchos actores políticos. Desde el recurrente uso del “transgresores de la ley” con que Zabludovsky solía demeritar a activistas sociales hasta Lolita de la Vega inventando desde Televisa, en 1994, que un grupo de periodistas italianos eran los reales responsables de la creación del EZLN. No hace falta ahondar más para documentar que mucha de la cháchara que históricamente ha provenido de los medios alineados del viejo régimen y del panismo ha sido propaganda sucia.

Pero con el PRI y hasta antes de 2006 esa suciedad solía aparecer mayormente en la línea editorial de medios oficialistas -como noticiarios parciales- y en plataformas clandestinas -como el libelo apócrifo de "El Móndrigo"-; mientras que el discurso oficial del priismo, sea de sus presidentes o de sus candidatos y sus campañas, siempre era, demagógicamente, proclive a las exaltaciones populares, y, por razones de hipocresía y no de convicción, difícilmente se le iba a ver a este discurso lanzando invectivas directas contra amplios sectores sociales.

El año 2006 fue un cambio radical en ese sentido, porque por primera vez en la historia, la campaña oficial del partido en el poder se basaba no en exaltar las virtudes de su candidato, sino en deturpar, agredir y mentir contra el principal candidato opositor, su entorno y a la corriente social que representaba. Si el PRI hacía eso mediante terceros o con vías soterradas en el Siglo XX, el PAN agravó con cinismo esta práctica al usar sus tiempos oficiales de su campaña a la presidencia con espots (esos mensajes históricos y mentirosos o de pánico moral que apelaban al “peligro para México”) y suciedades por internet, pagadas con dinero público, que, deliberadamente, violaban varios artículos del Cofipe, código que también violó el presidente Fox, al convertirse en el primer mandatario en la historia en intervenir con campañas abiertas pagadas del erario en horario triple A. En 1994 Salinas hizo algo parecido con Zedillo poniendo ilegalmente recursos del Estado a su favor, pero hasta ese fraudulento priista supo actuar con una estratégica discreción.

De vuelta a 2006, hagamos un recuento de algunas de las bajezas que esa campaña sucia panista emitió en medios electrónicos y, principalmente por internet, que, como zona no regulada, fue convertida por el foxismo y el calderonismo en un inmundo muladar fascista. Por adelantado ofrezco una disculpa por el tono indigno y soez de las frases siguientes, pero tal cual se emitieron, y en honor a la verdad, aquí se comparten. En un pasquín apócrifo llamado "La Neta", publicado en el bajío con dinero proveniente de erarios locales y federal panistas, se dijo, por ejemplo que:

1. El verdadero nombre de López Obrador era Manuel Andrés, y sus siglas eran MALO.

2. Se dijo que AMLO asesinó a su hermano cuando niños.

3. Se dijo que AMLO se alzaría violentamente para obtener lo que los votos no le dieron.

4. Lo acusaron de ser dictador en la Ciudad de México.

En internet, desde la Secretaría de Gobernación foxista, convertida en una letrina goebbelsiana de terrorismo ideológico, con cargo al erario y con uso de logística pública, se enviaban correos electrónicos por millones, donde se decía que “AMLO era el whiskas porque ocho de cada diez gatos lo prefieren”; se decía que AMLO quería hacer un eje México-La Habana-Caracas; se decía que AMLO tenía una casa en Chapultepec; que no se había titulado; que estaba recibiendo armas del ejército venezolano; que tenía operadores bolivarianos en la Ciudad de México; que había cometido bestialismo con una mula o que había asesinado a su hermano. Todo, desde luego, no sólo rotundamente falso, sino indigno de una política civilizada.

Estas turbiedades apócrifas por internet tuvieron, sin embargo su correlato en la campaña oficial o en el discurso abierto. Es decir, no se trató sólo de bestias desquiciadas diciendo estupideces en internet, como si se tratara de las vandalizadas paredes de un baño público, que pueden mover al asco, pero pareciera que no salen de ahí. No fue así. Porque esas bajezas sucias y de la web que emitía el Gobierno foxista, y luego el calderonista, tenían equivalentes abiertos, con nombre y apellido, en el discurso público donde personajes visibles las repitieron como loros mentirosos.

Por ejemplo, un porro de Tv Azteca, Jaime Sánchez Susarrey, repitió la tontería de que AMLO era Manuel Andrés; Germán Martínez retomó en una entrevista con López Dóriga en 2006 la mentira de que López Obrador no se había titulado; el periódico salinista La Crónica de Hoy publicó el 6 de marzo de 2006 la falsedad de los recursos venezolanos en la campaña de AMLO; y hasta el turbio Jefe Diego, en el famoso debate con López Obrador de marzo de 2000, tuvo el acierto de condenar la mentira de que AMLO mató a su hermano, engaño muy vil que sin embargo los foxistas y calderonistas sí reprodujeron en vías anónimas.

La conclusión de la campaña de 2006 no acabó con esta inmundicia, que fue retomada por la Secretaría de Gobernación del calderonismo, como expuso el periodista Jaime Avilés en noviembre de 2007, porque desde esa instancia se enviaban diariamente millones de correos electrónicos -el equivalente a las granjas de bots de hoy, pero pagadas y emitidas desde el entramado público- donde se decían cosas como éstas:

1. AMLO de niño mató a un amigo suyo con una bola de béisbol.

2. El pejelagarto hijo de su pejeperra madre y su esposo ocultaron que su hijo asesinó a su hermano.

3. López tiene problemas psicológicos, como epilepsia mental y profunda incultura.

4. Encinas y López Obrador son la jitomata y la perejila.

5. Dolores “Pamierda” quiere hacerse del control del PRD.

Asimismo, esos correos se referían a periodistas de La Jornada como “ardidos maricones”; y a los partícipes de las marchas contra la privatización petrolera en 2008 como “gatos acarreados”; y a los periodistas críticos de Calderón se referían como “cotorras legítimas y rancias”. Ningún paladín del liberalismo dijo entonces que estas bajezas era un intento de intimidación del calderonismo contra la prensa crítica. Ya en exposiciones más viles y preocupantes, en esos correos también se instaba a llevar comida envenenada al plantón de Reforma en 2006; o se instaba al magnicidio de López Obrador. Este acoso virtual grotesco duró todo el sexenio calderonista, porque los últimos correos así se terminaron de enviar el 30 de noviembre de 2012. Si Calderón convirtió al país en fosa común con su entrega del país al narco, también le debemos haber convertido al debate público en una fosa séptica con sus bajezas virtuales.

Y no era cháchara irrelevante esa avalancha de inmundicia. Eran correos electrónicos que, de nuevo, con cargo al erario y desde la operación de la Secretaría de Gobernación, cometían la indecencia de emitir propaganda goebbelsiana; pero también toda esa basura tenía su equivalente más mustio en periódicos y noticiarios de las derechas mexicanas, donde, por ejemplo; un farsante mendaz llamado Leopoldo Mendívil, publicó en el pasquín salinista La Crónica de Hoy en 2011 la mentira de que AMLO estaba quizá enfermo de diabetes y eso tendría que inhabilitarlo como candidato presidencial en 2012; mientras en Letras Libres, el pseudoperiodista Ricardo Alemán inventó en octubre de 2006 el mito de que López Obrador “mandó al diablo las instituciones”. Por cierto, 12 años más tarde, en plena campaña de 2018, en mayo Alemán publicó una incitación al asesinato de López Obrador. Y cuando obviamente Canal Once y Televisa, medios donde participaba ese porro irresponsable, lo mandaron al diablo a él, y con razón, por incitar a un crimen, el tipo graznó censura y acusó a AMLO, que aún no ganaba la elección de ese año, de ser el responsable. Como siempre: los fascistas son victimarios con discurso de víctimas.

Así, esa campaña sucia que comenzó en 2006 y se ha extendido por décadas no tenía precedentes ni tiene hoy equivalentes. En su momento fue la inversión en propaganda sucia en contra de un candidato más cara en la historia de la democracia mexicana. Y no se agotaría ahí. Los grupos empresariales que violaron abiertamente al Cofipe en 2006, volvieron ellos sí a mandar al diablo a las instituciones en 2008, al emitir de nuevo spots televisivos contra López Obrador, a quien compararon con Hitler, Pinochet y Victoriano Huerta, por el atrevimiento del tabasqueño y su movimiento de demandar que hubiera diálogo democrático en el Congreso respecto a la Reforma Energética del calderonismo en ese año.

Desde entonces, en el discurso de ese espectro que podemos definir como antiobradorismo, la mentira, la especulación absurda y la calumnia vil han sido una parte sustancial de su construcción. Como dijo Carlos Monsiváis, desde Francisco I. Madero, ningún actor político ni ningún movimiento ha sido tan calumniado, que no criticado, como el obradorismo, que ha padecido el acoso desde los años ochenta en Tabasco, cuando los porros priistas lo acusaban de querer convertir las iglesias en células soviéticas, hasta hoy, donde cada día surgen nuevos bulos y agresiones.

En este lapso, ha habido momentos definitorios, donde los ideólogos de la derecha presuntamente liberal, tuvieron oportunidad de darse cuenta de esta vena profundamente autoritaria y canallesca que es esencia del antiobradorismo. Se enlistan aquí algunos ejemplos de cercanías de este espectro político con posturas absolutamente impresentables:

1. Cuando Felipe Calderón escupió su frase de que él ganaría “haiga sido como haiga sido”, donde evidenció con cinismo que ni a él ni a su partido, en ese momento en el poder, le importaba violar las reglas de la democracia para imponerse en el poder.

2. El desafuero de López Obrador en 2004-2005, episodio que mostró que Fox y el PAN estaban dispuestos a la regresión autoritaria de hacer un golpe de estado técnico y encarcelar a un inocente con tal de frenarlo políticamente y, de nuevo, no perder el poder.

3. La cínica frase de un ex canciller foxista, como Jorge Castañeda, quien en 2004 excretó con todo cinismo -y en pleno contexto del golpista desafuero- que a López Obrador había que ganarle a la buena, a la mala o de todas las formas posibles. Exactamente veinte años más tarde, en marzo de 2024, fiel a su convicción autoritaria, ese pedante fracasado exigió en televisión nacional, que Xóchitl Gálvez y el PAN violaran la ley electoral de nuevo y se dedicaran a hacer guerra sucia, “pero sucia en serio”, para reducir la ventaja en encuestas de Claudia Sheinbaum. Por cierto, lo hicieron, y no sirvió de nada.

4. Cuando en 2009 se supo que Salvador Borrego, nazi mexicano, panfletista exaltador y hagiógrafo de Hitler; primer revisionista negador del holocausto en lengua castellana y conocido judeófobos, había votado por Fox, igual que muchos palurdos autoritarios de la ultraderecha mexicana, que incluso tuvieron puestos clave en su gobierno y hacían comentarios fascistas, como Ramón Muñoz o Carlos Abascal.

5. Cuando repetidamente se supo de los intentos de fortalecer la raíz nazi del PAN, como cuando Óscar Sánchez invitó toda la vida al nazi Salvador Borrego a dar cursos de formación política a jóvenes militantes panistas, como se hizo público en el año 2013.

6. Cuando en 2014 se supo que un grupo de jovenzuelos neonazis eran también militantes del PAN y organizaban faramallas militaristas, pero también tenían vínculos con preeminentes militantes del blanquiazul jalisciense y con Emilio González, ex gobernador panista de esa entidad, que sin embargo comenzó su juventud política en el Partido Demócrata Mexicano, heredero del sinarquismo.

Esos momentos no fueron anecdóticos. Fueron reveladoras puntas de iceberg para tener idea de qué tipo de gente conformó al antiobradorismo autoritario en el poder -como en los gobiernos de Fox y Calderón-; y a qué tipo de escoria, incluso de corte fascista, podían interpelar socialmente.

Un resumen breve de estos años de propaganda sucia contra el obradorismo diría lo siguiente: la campaña de mentiras repetidas mil veces lleva cuatro décadas de existir, se agravó en el bienio 2004-2006, no tenía precedente ni tiene hoy equivalente alguno. Y, como señalaron los caricaturistas Toño Helguera y José Hernández en Proceso en 2008, esa campaña contaminó irremediablemente a la democracia mexicana.

Con estos carísimos y sistemáticos antecedentes, a absolutamente nadie debería sorprenderle lo siguiente. En las marchas de la oposición partidista a partir de 2018, sea con los “chalecos amarillos”, FRENAA o la Marea Rosa, hemos visto exabruptos de esta magnitud:

En las marchas irrisorias de la oposición y de FRENAA en 2019 y 2020, algunos partícipes decían barbaridades como que Martí Batres era espía de la extinta KGV; Gilberto Lozano decía sin tapujos, y reproduciendo la judeofobia del siglo XX, que Claudia Sheinbaum era una “señora soviética”; algunos asistentes juraban que AMLO no era mexicano sino “un indio de argentina”; y no faltó quien llamó a que asesinaran a López Obrador. Cosa que, por cierto, ya habían hecho algunos faranduleros ridículos como Celia Lora o Eliuh Gil, en 2019. Y, en un caso no insólito pero indignante, en la marcha de la presuntamente democrática Marea Rosa de noviembre de 2022, quien robó protagonismo fue una asistente genuina, quien en un ánimo racista gritó que López Obrador era un indio patarrajada.

Así, el discurso panista -y también del PRI- ceñido al antiobradorismo, ha sido, con sus mentiras, bajezas, calumnias, promovidas con dinero público, desde el aparato del estado y por décadas, el caldo de cultivo perfecto para radicalizar a entes mal informados, esos sí resentidos y acomplejados, quienes encuentran su solaz en el autoengaño o sienten que odiar al obradorismo les da estatus o algo así. Pero lo más temible no es eso, sino que en el camino han violado sistemáticamente la ley, las reglas de competencia electoral y han fraguado golpes autoritarios indignos de un país democrático, como el desafuero o fraude de 2006.

En esa medida, ¿a quién sorprende que en las últimas dos marchas de las derechas hayan salido grupúsculos nazis de sus cloacas para llamar “puta judía” a la Presidenta Sheinbaum o vistieran suásticas? A nadie. Cambie usted el tono, y no hay diferencia alguna entre el “puta judía” que escupió un nazi desquiciado, y el “Sheinbaum es una judía búlgara” que espetó Vicente Fox en 2024; como tampoco hay diferencia en la tipa racista que en la Marea Rosa llamó “indio patarrajada” a AMLO y el “AMLO es el mesías tropical” de Enrique Krauze en 2006.

El antiobradorismo y la oposición partidista hoy no se ha dado cuenta que estas hordas impresentables de fascistas no son excepciones o anécdotas en esa corriente opositora. Son muchos, son representativos y son autoritarios. Los que se autonombran intelectuales liberales llevan años transitando juntos con estos inmundos compañeros de ruta. Y, hay que insistirlo, no se limitan a ser desquiciados de internet o bots o ciberpiojos. Ahí están como ejemplo no sólo la campaña “haiga sido” oficial del PAN en 2006 sino también la Operación Berlín de Fernando García Ramírez y Enrique Krauze en 2018. Hoy, los autores de esas bajezas son muy similares al Jorge Joseph que Octavio Paz y Carlos Fuentes llamaron “asco” y “cucaracha”.

Hoy esa derecha partidista y de la comentocracia, en vez de sorprenderse o indignarse por la aparición de nazis en marchas contra Claudia Sheinbaum, debería hacerse responsable del monstruo que han ayudado a forjar. Y no sólo con los nazis sino con la derecha estándar, esa que desde cargos públicos foxistas o calderonistas y peñistas; o en el periodismo vil, creen que “haiga sido como haiga sido”; “hagamos guerra sucia en serio”; “mientras más mentiras digas contra Morena mejor te va” o “la verdad ya es irrelevante” son consignas válidas, cuando en realidad son exabruptos reveladores de una naturaleza autoritaria y miserable que no se aleja demasiado de las suásticas indignas.

O si no logran hacerse responsables, por lo menos deberían cuestionarse por qué ese tipo de gente secunda sus discursos. Porque esa sempiterna campaña sucia o de pánico moral que comenzó en 2006 no ha servido para construir mayorías, sino solamente para fanatizar a lo peor de la sociedad mexicana, que hoy puede ver en Salinas Pliego a un referente también. En vez de acusar que hoy se vive “autoritarismo” háganse cargo del Frankenstein cuya existencia daña a todos, incluidos a sus creadores.

27.11.25

Golpe en Marcha: Doctrina Monroe 2.0

Óscar David Rojas Silva


Ha iniciado una operación en México para incluir de facto a nuestro país en la lista negra de los países que desafían la hegemonía estadounidense. El primer paso de esta campaña es situar a México en la lista de los países que tienen problemas estructurales y en los que se debiera justificar la injerencia y tutela exterior para “resolver” los propios efectos nocivos de la expansión imperialista. En entregas anteriores (9 de octubre 2025) hemos revisado cómo la ideología neocolonial instrumentaliza la democracia y los derechos humanos como banderas para poder golpear a los países en resistencia. Hoy se adiciona un nuevo elemento: el narcotráfico.

La mal llamada marcha de la generación Z es la prueba del comienzo de este periodo de golpeteo trasnacional. Una primera paradoja que surge de esta marcha es que no fue protagonizada por la propia generación Z, al contrario, esta fue sustituida por la vieja reacción de la “marea rosa” más un bloque violento de acción directa, mezclada con el amargo y dantesco pánico de Salinas Pliego al ver desaparecer aquel poder judicial que garantizaba sus mecanismos de elusión fiscal. No es un detalle menor la reciente exploración de este personaje para convertirse en el Milei mexicano, lo que significa combinarse abiertamente con las fuerzas trasnacionales de ultraderecha.

Esta marcha contó con un periodo de calentamiento ideológico marcado por la campaña de “narco-gobierno”, mismo que ha entroncado con la política estadunidense de presionar a nuestro país con declaraciones acosadoras que buscan desacreditar la estrategia mexicana e imponer como única solución la intervención directa (bombardeos) de nuestro vecino del norte. No olvidemos cómo durante los momentos más intensos de la guerra arancelaria, las negociaciones comerciales fueron anclados a temas de seguridad y narcotráfico. El punto cumbre fue, sin duda, el artero asesinato de Carlos Manzo, presidente municipal de Uruapan, cuya lucha fue apresuradamente cooptada por la narrativa de derecha a tal grado que la propia familia se deslindó de la marcha en cuestión.

Todos estos elementos han sido reencuadrados ahora bajo la operación de una “revolución de color”, estrategia regular utilizada por los EUA para los cambios de régimen en países con intereses estratégicos. No perdamos de vista cómo estos procesos son una puesta en escena para el golpeteo mediático masivo, por ello este pasado 15 de noviembre observamos una distinción: ya no se trató de un templete con mensajes políticos sino la búsqueda directa de violencia y provocación para lograr las escenas necesarias que puedan convencer de que las protestas sociales son orgánicas y que realmente hay una crisis tal que podría llevar al derrocamiento.

Ya lo estamos experimentando en tiempo real, mientras que al interior de nuestro país podemos identificar perfectamente que estas escenas no representan en lo absoluto la realidad social del país, en el exterior los poderes mediáticos corporativos globales dan por válido, en forma automática, el mensaje distorsionado tan anhelado por la guerra híbrida. La realidad es que el problema del narcotráfico es transexenal y transnacional por lo que su combate no se limita a asuntos de seguridad sino de la recuperación integral de la economía sobre el sistema criminal de cobros de piso, sustitución de productores, comerciantes y aprovechamiento del proceso de exportación para el lavado masivo de dinero. No tiene sentido omitir que nada de este poder es posible sin la participación del sistema bancario internacional.

Como se ha visto, EUA ha decidido elevar la tensión en nuestro subcontinente, ha comenzado por presionar a Venezuela y a Colombia a través de ejecuciones directas y extrajudiciales contra supuestos narcotraficantes en lanchas. Previamente presenciamos las presiones directas por parte de este país a Panamá en el marco de la campaña anti-China. Trump ha utilizado sus micrófonos para influir en las decisiones soberanas de países como Brasil en su lucha contra la ultraderecha y ha convertido al presidente de Argentina en su bufón personal del endeudamiento mientras que se atreve a dictar preferencias electorales. Lo que quiero destacar es que estamos frente a una campaña continental para intentar operar una Doctrina Monroe 2.0.

¿Por qué ahora? Como se sabe, y no es para nada un detalle menor, la hegemonía estadounidense se encuentra en su ciclo final, la propia estridencia y virulencia del Make America Great Again acepta que su poder ha declinado y que busca recuperarlo de alguna forma (o mejor dicho de cualquier forma). La mala noticia para nuestros vecinos es que estos procesos son irreversibles, como la propia historia de otras potencias nos lo demuestra. No se trata de un asunto voluntario sino de las fuerzas históricas concretas. Por lo que esta nueva andanada significa que aquel poder ya no puede ser ejercido a escala global por lo que retorna, transitoriamente, a la búsqueda de fortalecer la hegemonía regional.

Desde la interpretación de los propios estadounidenses ya queda claro que no han tenido, sino que aceptar una tripolaridad de facto, no han podido ya imponer sus condiciones a Rusia –con las implicaciones que tiene para mantener el dominio sobre Europa– ni a China –con lo que pierde el dominio del pacífico– por lo que buscan fortalecer su posición ajustando su dominio sobre América Latina y el Caribe.

Pero, y este es el punto central, la visión proveniente desde el sur global está optando por la construcción de un mercado mundial multipolar, es decir, uno que permita las interconexiones directas y de libre asociación basada en los intereses de cada una de las naciones. Se trata de la necesaria afirmación de la soberanía de los países en sus decisiones de política económica y planificación general de la estructura económica. No es un detalle menor enfatizar que este proyecto impulsado por China tiene su fuerza en un ejercicio contundente para lograr emanciparse del influjo hegemónico, no de hoy, sino de una larga lucha anticolonial y antiimperialista, todo esto basado en gran medida por la potenciación del análisis del mercado mundial basado en la teoría marxista.

Por todo lo anterior es necesario apuntar elementos singulares para afinar la estrategia de tránsito hacia la visión multipolar antes que a la tripolar. La afirmación de soberanía, por tanto, es esencial para el éxito del proceso de transformación. México tiene, una vez más, una serie de características inéditas que vale la pena poner al frente para ajustar las velas en el mar contemporáneo. Al mismo tiempo que EUA quisiera simplemente imponerse como lo hizo durante los gobiernos neoliberales (o incluso con los gobiernos autoritarios del siglo XX) su posición post-hegemónica implica una desindustrialización crónica por lo que necesita de nuestro país para sus propias cadenas productivas, el TLCAN logró constituir una fusión productiva que ha constituido el mercado norteamericano – junto con Canadá– como un polo global unificado.

El Plan México, por ello, representa la estrategia para poder recibir inversión extranjera directa con miras a facilitar la transferencia de tecnología y dirigir este metabolismo bajo una planificación estratégica propia. No debe pasarse por alto que esto que pareciera un deseo abstracto ha comenzado a tener concreción, especialmente desde la recuperación estratégica del dominio energético, pero también el de la recuperación democrática del poder judicial, mismo que durante el neoliberalismo se dedicó a garantizar privilegios para el capital nacional y trasnacional, pero que hoy se ha estrenado en una nueva era al cobrarle impuestos al quinto hombre más rico del país y establecer multas sustantivas al sector minero. Sin dejar de mencionar que su democratización disminuye dramáticamente los riesgos del tan temido lawfare.

México está adquiriendo condiciones para avanzar en las posibilidades de otro tipo de políticas económicas y sus formas de distribución. Las condiciones globales están a favor además para la búsqueda de la diversificación. Por ello, desde mi punto de vista, esta nueva campaña es virulenta puesto que es la única manera en la que EUA podría debilitar o desestabilizar el proceso mexicano. Si bien, como hemos dicho, es de su propio interés la industrialización relativa de México para su propio objetivo de consolidar la tripolaridad, asume que tiene el derecho de conducir su proceso sin la molesta restricción de la coordinación con un gobierno de izquierda.

Todas estas condiciones exigen, especialmente de parte de las izquierdas (especialmente desde el academicismo), una toma de conciencia de que el “antigobiernismo” que se instauró en estos movimientos durante el neoliberalismo no pueden continuar sin sufrir una autorreflexión profunda, puesto que la mayoría de los análisis se ha quedado a nivel de lo político electoral y sus falencias (algo natural puesto que el sistema político es heredado) pero no se repara en los cambios estructurales a nivel de Estado que están ocurriendo desde 2018. Se le quiere medir con la misma vara a este gobierno por el solo hecho de ser gobierno, lo cual no solo refleja una falla epistemológica sino también de claridad ideológica.

Es decir, el proyecto nacional que está en evolución es mucho más amplio que lo que sucede en el partido del poder, pero también más amplio que el propio programa de gobierno. El problema de esta relativización es que le abre espacio a la injerencia puesto que los grandes problemas que todavía tenemos, como es el caso del narcotráfico o la desigualdad estructural, inhiben una defensa clara y contundente del derecho democrático que nuestro país está ejerciendo frente a la tormenta global del cambio hegemónico.

La marcha de la mal llamada Generación Z ha sido un intento burdo por recrear las condiciones pre-2018 donde muchos de nosotros estuvimos en las calles, debemos tener cuidado de caer en la trampa del “todos son iguales” que tanto conviene a las fuerzas de derecha, pero sobre todo a la ultraderecha internacional. El movimiento mayoritariamente electo ha aceptado el proceso de resolución integral, de fondo, de estos grandes conflictos, la guerra y las respuestas estridentes nunca han servido más que para patear el balón hacia adelante, por ello la respuesta frente a esta problemática ha sido por la vía del fortalecimiento de la seguridad, nuevo marco contra las extorsiones y el comienzo de la limpia del poder judicial que liberaba delincuentes los fines de semana, pero sobre todo es una respuesta de fondo para levantar la economía regional y con ello reordenar la correlación de fuerzas entre economía criminal y el proyecto nacional.

Óscar David Rojas Silva*
*Economista (UdeG) con estudios de maestría y doctorado (UNAM) sobre la crítica de la economía política. Académico de la FES Acatlán y la UAM Xochimilco. Director del Centro de Estudios del Capitalismo Contemporáneo y comunicador especializado en pensamiento crítico en Radio del Azufre y Academia del Azufre.

13.11.25

Carlos Manzo con el PRIAN

Fabrizio Mejía Madrid

"Para entender la violencia siempre será necesario volver al año que todo comenzó, el 2006 y la idea de Calderón de que la seguridad era la voluntad de un sólo personaje y que la testosterona era una política pública. Porque, en el fondo, lo que la derecha Mcprianista reivindica es al vengador ranchero. Y en eso han tratado de convertir al difunto Carlos Manzo".


El video empieza cuando Carlos Manzo pone una caja de donas Krispy Kreme en una mesa al lado de un maletín negro. Atrás está el publicista político Carlos Alazraki deglutiendo una dona mientras observa hacia otro cuarto de donde salen aplausos. Alazraki es, desde el año 2000, el propagandista personal de Roberto Madrazo, exgobernador de Tabasco y dueño familiar de Latinus. Antes, este anunciante fue el creador del eslogan de la campaña de Arturo Montiel para la gubernatura del estado de México en 1999 que decía: “Los derechos humanos son para los humanos, no para las ratas”. Lo que significaba, desde entonces, que había un discurso fascistoide de negarle el derecho a un juicio a los delincuentes y ejecutarlos sin mediar investigación. En el video aparece, de pronto, Jesús Ortega exdirigente del desaparecido PRD, y Rubén Moreira, el guardaespaldas del porro Alito en el PRI, quien le estrecha con énfasis la mano a Manzo que tiene puesto el sombrero que se tambalea. Rubén Moreira es Diputado del PRI y exgobernador de Coahuila entre 2011 y 2017 y, junto con su hermano, endeudó a su estado hasta el 2044. También ha sido relacionado con una mega red de huachicol fiscal de combustible de contrabando manejada por el Mono Muñoz Luévano, el lavador de dinero de Los Zetas, capturado en 2016 en España, extraditado a Estados Unidos donde se declaró culpable, y ahora preso en México. En el video, Alazraki le pregunta a un hombre calvo que entra al cuadro de la cámara si conoce al Presidente Municipal de Uruapan. El calvo es Rubén Aguilar, exvocero de Vicente Fox, quien responde, efusivo: “Lo he visto en las fotos y rompiendo madres, diciendo lo que se requiere porque es lo que se requiere”. Después de haber sido vocero de Fox, lo fue también de Ricardo Anaya, y escribió un libro ---sí, escuchó bien--- un libro con Rubén Moreira llamado “Jaque mate al crimen organizado”, y cuyo prólogo proviene del puño decisivo de Jorge Castañeda, el excanciller de Vicente Fox. Con la entrada de Aguilar nos damos cuenta de que lo que estamos viendo es el final de una reunión. Chucho Ortega felicita al Alcalde de Uruapan y se va. Moreira empieza a advertirle algo. Alazraki le pide el teléfono de su yerno al exvocero de Fox porque Rubén Aguilar es suegro de Jorge Álvarez Máynez, el excandidato presidencial del Movimiento Ciudadano. Mario di Constanzo, economista del ITAM y actual vocero del PRI, se acerca para pedir una foto con Carlos Manzo. Quien está grabando el video le pregunta a Constanzo si quiere que le tome la foto con el Alcalde de Uruapan y ahí se corta el video.

Empiezo esta columna con la descripción del video porque me resulta notable esta reunión de la minúscula familia del McPRIAN al menos por tres razones. Una: que todos estos personajes se acerquen para saludar a un simple Presidente Municipal como era el de Uruapan. Segunda: me pareció también notable el nivel de familiaridad con el que lo tratan. “¡Maestro!”, lo saluda Moreira. Y, por último, me parece significativo que exista este video, es decir, que quien lo tomó lo centrara en la visita de este Presidente Municipal al final de una reunión de lo más apolillado del McPRIAN. No quiero especular. Lo único que sabemos de cierto es que esta reunión existió cuando ya era el Presidente Municipal, es decir, en algún momento entre su elección el 2 de junio de 2024 y su asesinato el primero de noviembre de este año.

Lo que siguió es lo que me interesa. La creación de un personaje después de muerto. Estos mismos opositores lo tomaron como una bandera ---quizás lo única que tienen--- para llamar a un sector de la población a la exasperación, al enardecimiento, y finalmente a la violencia. No otra cosa fue juntar la convocatoria a la supuesta marcha de la generación Z con el homicidio del Alcalde y con el bloque negro que ha irrumpido en todas las protestas menos las de la Marea Rosa o Xóchitl Gálvez. La intención es generar imágenes de violencia, aunque sea con porros disfrazados con uniformes de la Guardia Nacional. La vida pública de Carlos Manzo empieza después de su asesinato como lo que tanto le ha gustado a la derecha: los vengadores. Esos personajes que surgieron en el sexenio de Vicente Fox como Isabel Miranda de Wallace o Alejandro Martí encarnaron, al menos en la creación de su propio mito, que el problema de la seguridad se arregla por pura voluntad de un hombre o una mujer y que el Estado no sirve ni para perseguir o investigar y menos para impartir justicia. Así, el vengador detenta a la justicia como algo personal. Es interesante que el mismo Felipe Calderón o Genaro García Luna trataran también de encarnar al vengador cuando usurparon no sólo al poder presidencial por medio del fraude electoral de Fox contra López Obrador en 2006, sino el legislativo y el judicial porque aplicaron leyes que no existían para impartir la supuesta justicia de las armas, la tortura, el desplazamiento, y la desaparición. Calderón es un usurpador de los tres poderes de la República porque jugó a disfrazarse con un uniforme que siempre le quedó grande: Quiso personificar a una autoridad individual, solitaria, que ejercía una fuerza ilegal contra supuestos transgresores de alguna ley. Eso lo decidía él y García Luna, nadie más. Asesinaron y detuvieron personas que eran declarados “daños colaterales” o acusados ante los medios de comunicación como narcotraficantes y que salían liberados por los jueces en números exorbitantes. Casi el 90 por ciento de los supuestos narcotraficantes exhibidos ante las cámaras de televisión como delincuentes salieron libres después. Así que esos vengadores como Calderón y García Luna supuestamente buscaban cumplir con alguna concepción de justicia pero, al hacerlo, usurpan la autoridad del Estado mexicano. Pero también había un contenido de clase en todo esto. Los vigilantes buenos eran empresarios que habían sufrido un agravio como un secuestro, pero había unos malos, los pobres que linchaban a un supuesto ratero. Mientras los medios ensalzaban a unos, condenaban a los otros y exigían que la autoridad los encarcelara por tomar la justicia por propia mano. Cuando llegó Calderón, el asunto estaba legitimado a tal grado que una parte de la población creyó que unos mexicanos tenían que morir para que los demás vivieran seguros. Esa mentalidad de guerra es la guerra de una sola persona que sabe qué es la justicia, que la aplica por sí misma, y que no le importa ni la proporcionalidad del uso de la fuerza, ni las consecuencias de sus acciones.

Ese es el mito que han tratado de inflar de Carlos Manzo: un justiciero solitario que no necesitaba del Estado para hacer el bien y que murió porque lo dejaron solo o, ya instalados en el delirio flotante, como Salinas Pliego, que lo asesinó Morena, es decir, un partido político. Eso, por supuesto, no tiene nada que ver con la relación real de Manzo con poderes fácticos en su ciudad o con las reuniones con el PRIAN, pero esa es la creación mediática después del asesinato. Más allá de esto, la idea del hombre que logra hacer justicia por su sola mano no sólo es anti-estado de derecho, sino que va en contra de lo que consideramos justicia: que haya procedimientos imparciales y conocidos por todos. Lo que hizo Calderón fue una matanza de inocentes ---porque todos, antes de una sentencia, somos inocentes--- sin aportar nada a la reconstrucción del sistema judicial ni al respeto por las leyes. Fue todo lo contrario por carecer de un diagnóstico y un plan. Fue contraproducente porque usurpó poderes legislativas al estar el Ejército fuera de la ley, y del judicial al ejecutar y detener personas sin investigar. El resultado fue el aumento del 148 por ciento de la violencia en su sexenio. Algo que tardó más de una década en revertirse como tendencia y que ahora resulta ridículo reivindicar ante el despliegue de todo el Estado mexicano, no sólo de las fuerzas de seguridad, sino de educación, empleo, salud, deporte, cultura, caminos para dar una opción pacífica a quien esté siendo obligado a insertarse en el crimen. Ya lo hemos dicho: los abrazos son todas esas opciones que se tienen al momento de decidir si se delinque o no. Si no hay esas opciones y sólo la amenaza de morir, la decisión no cambiará. Eso, por supuesto, no elimina a quien decida incorporarse al crimen. No es magia, es una opción. Por eso resultó tan ridículo que TvAzteca tratara de desprestigiar el modelo de seguridad actual diciendo que el asesino de Manzo estaba en edad de recibir su beca del Bienestar.

Pero volvamos a la creación del Alcalde de Uruapan después de muerto. Lo del sombrero, por ejemplo, es una condición de un estereotipo del campo privatizado. La clave es la palabra “Independiente”. Se dice que era un Alcalde independiente, aunque en realidad sólo era sin partido. La reunión con sus excamaradas del PRI del que fue militante de las Juventudes Revolucionarias en Michoacán, desmiente ese mito, pero no importa para el caso de su construcción post-mortem. El ranchero independiente, con sus botas de charol y su sombrero blanco, es Vicente Fox en su campaña del año 2000. El ranchero se siente superior a los ejidatarios que cultivan y cosechan en colectivo. Él es tan autosuficiente que resulta petulante. Él vive de la ilusión de que uno consigue por sí mismo el destino y que, además, está justificado si lo defiende con las armas. Él es recio porque no tiene pasado ni futuro, sólo un espacio ilimitado de presente. A lo mejor por eso nos dicen que dejemos hablar del pasado cuando tratamos de explicar la raigambre que fundamenta un desarreglo tan profundo como la seguridad y la justicia en México. Que ya no hablemos de Calderón o, como dice el Reforma, que dejemos de echarle la culpa al pasado. Me pregunto si es un problema de culpa o de responsabilidad. No se trata de pecados, como podrían pensar los acólitos de Junco, sino de compromiso, que es muy distinto. Para responsabilizarse de algo hay que entenderlo y trazar una ruta para modificarlo. Y, para entender la violencia, siempre será necesario volver al año que todo comenzó, el 2006 y la idea de Calderón de que la seguridad era la voluntad de un sólo personaje y que la testosterona era una política pública. Porque, en el fondo, lo que la derecha Mcprianista reivindica es al vengador ranchero. Y en eso han tratado de convertir al difunto Carlos Manzo.

Ahora bien: Vicente Fox, al responder a una pregunta de esa humanista llamada Beatriz Pagés Rebollar en el Atypical que tan cálidamente recibió al Alcalde de Uruapan, sobre cómo hacían para que la gente saliera a votar por la revocación del mandato de la Presidenta de México, Fox cruelmente sólo dijo: “La mitad del trabajo ya la hizo Carlos Manzo. Ahora nos toca a nosotros la otra mitad”. El muerto usado como publicidad electoral. En el mismo tenor, otro supuesto ranchero, Diego Fernández de Cevallos, cuyo mayor rancho fue hasta hace poco el Poder Judicial, escribió sobre el asesinato en Milenio: “Muerte maravillosa”, en un texto en el que llama “arpía” a la Presidenta de México, y clama a los cielos tormentosos de su imaginación degradada, cito textualmente: “Ojalá que las multitudes en Uruapan y en muchos municipios de Michoacán sean preludio de lo que pronto veamos en las calles y plazas del país; y que se escuche en todas partes el grito ensordecedor de: ¡Fuera zánganos malparidos!”

La viuda de Manzo no contribuyó a la paz, sino a seguir sacando del pozo de los votos nulos. En su discurso como interina dijo en su mitin en Uruapan: “Quienes mandaron matar a Carlos Manzo no supieron que este sombrero tiene una fuerza imparable, incansable y que en 2027 les vamos a dar ese voto de castigo porque vamos a hacer valer la memoria de Carlos Manzo”. La viuda apenas estaba tomando posesión del cargo de su marido que duró apenas un año y ya estaba en campaña electoral para el 2027. Y su propuesta era votar por el PRIAN como venganza. En sintonía con Diego Fernández, Vicente Fox, y el PRI recién inyectado con el botox de la Generación Z, la viuda no dejó pasar su oportunidad de refrendar el acuerdo de su esposo de seguir independiente aunque dentro de las coordenadas del PRIAN.  

Es como si el cargo fuera una propiedad y pudiera justificarse la legítima defensa. La idea es que una persona que no está haciendo nada malo, que actúa plenamente dentro de sus derechos, no debería estar obligada a ceder terreno a alguien que sí lo está haciendo. Este terreno a defender es una propiedad con su cerca de púas y sus caballos; es una cosa de los rancheros de la frontera del Oeste estadounidense. No se refiere a la Presidencia de la República donde el rancho sería todo el país o a un estado o a una ciudad como Uruapan. No existe legítima defensa en el caso de los representantes populares. Es un delirio que sólo alguien como Fox o Fernández de Cevallos intentarían sostener: que una autoridad debe comportarse como un vengador justiciero o como Batman. Pero ese es el delirio que le quieren vender a la sociedad. Otra vez sin diagnóstico, sin un plan, ni un objetivo al que llegar. Otra vez pensando que es una cosa de la voluntad de una persona. O bueno, ahora de un muerto o quizás, tan sólo, de su sombrero.


14.10.25

Acta de defunción para el Premio Nobel de la Paz

Requiescat in pace
Fernando Buen Abad Domínguez


I. Declaración inicial

Se extiende el acta de defunción al llamado “Premio Nobel de la Paz”, muerto por causas estructurales y degenerativas propias del sistema capitalista que lo engendró. Su muerte ocurrió en plena era de la guerra económica, militar, financiara y mediática, bajo la presión del golpismo imperialista de una burguesía que convirtió la “paz” en mercancía macabra y espectáculo de inmoralidad. No fue un fallecimiento súbito. Fue una agonía lenta, sostenida por discursos de filantropía hipócrita, por aparatos mediáticos que anestesiaron conciencias, por fundaciones que hicieron de la guerra un negocio y de la paz un pretexto.

La fecha de defunción se inscribe en la cronología difusa del capitalismo tardío, cuando las guerras preventivas se declararon “humanitarias”, cuando las bombas se presentaron como portadoras de democracia y cuando los premios —en lugar de la justicia— se convirtieron en absoluciones para los verdugos.

II. Causas del fallecimiento

Murió el Premio Nobel de la Paz de sobredosis de cinismo. La paz que decía exaltar fue consumida por la misma lógica del capital que fabrica enemigos, que necesita de la guerra para reproducirse, y que lava su rostro ensangrentado en los templos del prestigio burgués. Murió envenenado por su propia contradicción: pretendía celebrar la concordia en un mundo edificado sobre la competencia, la violencia y la expropiación.

El acta “médica”, firmada por la historia, indica que su sistema inmunológico-ideológico fue destruido por la hipocresía. Cada vez que premiaba a un asesino con palabrerío de estadista, su cuerpo sufría una hemorragia de sentido. El Premio Nobel de la Paz murió porque la paz dejó de ser un horizonte emancipador y se volvió un pretexto de dominación. En manos del imperialismo, el galardón fue degradado a sello de legitimación política, a máscara moral que disimula los intereses del poder mundial. Murió de asfixia semiótica: el signo “paz” perdió su contenido emancipador y fue reemplazado por un significante hueco, dócil, rentable.

III. Lugar del fallecimiento

Murió en la catedral del espectáculo macabro global. En el altar de los noticiarios, en los palcos diplomáticos, en los banquetes donde los empresarios de la guerra brindan con champagne por la “paz”. Murió en los pasillos de las cancillerías, en las oficinas de marketing político, en las pantallas que transforman el sufrimiento en rating y la hipocresía en virtud. Murió rodeado de cámaras, aplausos y discursos. No hubo silencio respetuoso ni duelo verdadero. Fue un funeral mediático: los mismos que lo mataron transmitieron su sepelio en vivo, con comentarios sobre “el legado” y “la inspiración humanitaria”. El espectáculo de su muerte fue su última función: un cadáver que aún servía para simular moralidad. Ella sonreía.

IV. Certificado de causas estructurales

-Causa primera: El divorcio entre ética y economía política.

La paz fue transformada en símbolo desvinculado de la producción material de la vida. En lugar de cuestionar las causas de la violencia —la explotación, el saqueo, la dominación imperialista—, el Nobel de la Paz se dedicó a premiar los síntomas. Esa abstracción idealista fue su sentencia de muerte.

-Causa segunda: El fetichismo mediático.

La medalla, el discurso, la ceremonia: todo se convirtió en simulacro. La “paz” fue estetizada hasta volverse irreconocible. En el brillo del oro del medallón se reflejaba el oro del capital.

-Causa tercera: La complicidad institucional.

Las academias, los parlamentos, las corporaciones y los medios se alinearon para canonizar a los verdugos. Así se construyó la narrativa de una paz funcional al orden establecido.

-Causa cuarta: La desfiguración del signo “humanidad”.

Murió el Premio Nobel de la Paz cuando se divorció la palabra “humano” de su contenido histórico. La humanidad fue reducida a un concepto sentimental, vacío, despolitizado. Ganó el golpismo.

V. Autopsia semiótica

Al abrir el cuerpo semiótico del difunto, se hallaron rastros de discursos en descomposición. En el interior del tórax: promesas incumplidas. En los pulmones: aire viciado de diplomacia hipócrita. En el estómago: residuos de marketing humanitario. En el corazón: una cicatriz profunda con forma de dólar. Todo intoxicado con clamores de inasión, muerte, antidemocracia y entreguismo obsceno.

Las vísceras ideológicas mostraron que su metabolismo simbólico dependía de la aprobación mediática. Cada aplauso era una transfusión de legitimidad. Cada silencio cómplice, un analgésico. Se detectaron múltiples infecciones: relativismo moral, neutralidad cobarde, universalismo abstracto.

El cerebro del Premio Nobel de la Paz mostraba una atrofia avanzada de pensamiento crítico. Las áreas dedicadas al análisis de las causas estructurales de la violencia estaban atrofiadas, sustituidas por una hiperactividad de relaciones públicas. En su memoria, fragmentos de discursos se repetían como bucles sin contenido: “esperanza”, “diálogo”, “compromiso”, “valores compartidos”… Palabras que habían perdido toda conexión con la praxis emancipadora.

VI. Contexto histórico de la defunción

Murió en el siglo XXI, cuando la guerra se volvió digital, cuando los ejércitos se camuflaron en redes sociales, cuando las sanciones económicas mataron más que las balas, y cuando los drones bombardearon en nombre de los derechos humanos. Murió cuando el capital aprendió a vender la destrucción como desarrollo, la ocupación como libertad, la tortura como justicia preventiva. En ese contexto, el Premio Nobel de la Paz se convirtió en un fetiche global. Su muerte fue la muerte de una semiosis humanista. Lo que alguna vez pretendió ser símbolo filantrópico burgués de reconciliación se transformó en emblema de hipocresía institucionalizada.

VII. Testigos de la muerte

Firmaron como testigos del fallecimiento los pueblos del mundo que nunca recibieron el premio, aunque soportaron todas las guerras. Testificaron los niños palestinos bajo los escombros, los campesinos africanos desplazados, las madres latinoamericanas que buscan a sus hijos desaparecidos, los trabajadores explotados por las corporaciones que financian los comités del premio. Ellos fueron los verdaderos jueces y notarios de esta defunción. Su silencio, su dignidad y su resistencia son la prueba más elocuente de que la paz auténtica no necesita premios sino justicia.

VIII. Última voluntad del difunto

En sus últimos suspiros, el Premio Nobel de la Paz pidió que no se le erigieran monumentos ni se repitieran sus ceremonias. Dijo que prefería el anonimato del olvido a la perpetuación de su farsa. Pidió que su epitafio dijera:

 “Aquí yace una idea que el capital desfiguró. Murió de tanto ser usada contra los pueblos.”

Pidió, también, que su cuerpo simbólico fuese donado a la filosofía de la semiosis, para su estudio crítico. Que se analicen sus signos, sus discursos, sus metamorfosis, hasta entender cómo un símbolo de emancipación puede convertirse en máscara de dominación.

IX. Acta filosófica de constatación

En rigor dialéctico, esta defunción no es solo la muerte de un premio, sino la manifestación del ocaso de una civilización que ha perdido el sentido del bien común. La “paz” institucionalizada, domesticada y comercializada, revela el agotamiento moral de una ideología que ya no puede sostener su propio discurso sin recurrir a la mentira. El signo “paz”, en manos del capitalismo, se convierte en antónimo de sí mismo. Donde dice “paz” hay estrategia de dominación; donde dice “reconciliación”, hay impunidad; donde dice “esperanza”, hay propaganda. La semiosis burguesa de la paz opera como narcótico colectivo: un opio semántico que calma las conciencias, pero perpetúa las cadenas.

X. Certificación semiótica final

Certifico que el Premio Nobel de la Paz ha muerto, pero declaro simultáneamente que el signo “paz” no está condenado a la extinción. Lo que ha muerto es su fetichización burguesa. Su nueva vida sólo será posible bajo nuevas condiciones históricas, cuando la paz deje de ser consigna y se vuelva praxis material, cuando la justicia no sea premio sino principio, cuando la humanidad sea consciente de que la paz no se decreta: se construye con lucha de clases, con ciencia, con solidaridad, con organización. La paz verdadera no necesita comités de selección, necesita sujetos históricos emancipados. Su lugar de nacimiento no será un palacio sueco, sino los territorios donde los pueblos se niegan a morir.

XI. Epitafio filosófico

 “Murió el Premio Nobel de la Paz, pero no la esperanza de una paz justa.

Murió el signo domesticado, pero la semiosis emancipadora sigue viva.

Murió el simulacro, pero la historia aún respira en los pueblos que luchan.”

XII. Firma del notario

Firmo esta acta no como burócrata del sentido, sino como testigo crítico de su muerte. No hay duelo, hay conciencia. No hay nostalgia, hay análisis. El cadáver del Premio Nobel de la Paz descansa en el panteón del humanismo traicionado.

Filosofía de la semiosis, año de la conciencia crítica.

23.9.25

Netanyahu and Nazism

Thierry Meyssan

It is shocking to consider that a Jew could be a Nazi. Yet a few rare exceptions were, and received the title of "Honorary Aryan" from the Führer. Vladimir Jabotinsky, the leader of the "Revisionist Zionists," did not receive it, but he shared with the Nazis their racial conception of nationalism. He advocated the founding of a "Jewish Empire" alongside the Third Reich and received support from the Nazi Party. One of his disciples negotiated with Adolf Eichmann the extermination of 450,000 Hungarian Jews in exchange for the emigration of a thousand "Revisionist Zionists." They shared the spoils of their crime. Last month, Benjamin Netanyahu, just before being accused of genocide by the United Nations, claimed to be not a "Zionist," but a "revisionist Zionist."



Benjamin Netanyahu has always presented Vladimir Jabotinsky as a Jewish hero, but for a long time he refrained from giving in to him.
The "Special Committee to Investigate Israeli Practices Affecting the Human Rights of the Palestinian People and Other Arabs of the Occupied Territories" submitted its report (A/79/363) to the United Nations General Assembly on September 20 [1].

It cautiously names what it observed. It writes, "The facts recorded in the present report lead the Special Committee to conclude that Israeli policies and practices implemented during the period under review display elements characteristic of genocide."

It is now clear to all: the State of Israel, under the leadership of Benjamin Netanyahu, is committing genocide. One-third of the Israeli population has demonstrated against him, and two-thirds oppose his current military actions. So how did the self-proclaimed "only democracy in the Middle East" get to this point?

To understand this, we must first distinguish between the various Jewish communities in the Diaspora and the Jewish population of Israel. The reactions of each vary greatly, even though Jewish communities as a whole persist in believing that Israel is potentially their "safe haven" in the event of an anti-Semitic threat.

Next, we must acknowledge that Benjamin Netanyahu’s coalition government, since December 2022, bears no relation to previous governments. Only the Jews of the European Diaspora have failed to understand this, while those of the American Diaspora, for example, have already massively disassociated themselves from Benjamin Netanyahu’s crimes.

Three months after his accession to power, in early March 2023, I explained in these columns [2] that the Israeli government coalition had given itself a roadmap for a gradual coup d’état, the main stages of which I outlined. I also identified the group behind this project: the Revisionist Zionists of Vladimir Jabotinsky (1890-1940) and their American Straussian allies. I explained that the Jewish supremacists Itamar Ben-Gvir (Minister of National Security) and Bezalel Smotrich (Minister of Finance), although claiming to be followers of Rabbi Meir Kahane, were themselves Revisionist Zionists since Kahane was an agent of them in the United States.

Yet, while Jewish communities have always been the scene of heated disputes, they unite in persuading themselves that none of their members ever allied themselves with Nazism. Yet Jews are like other men, and among them, some have allied themselves with the Nazis. Russian Foreign Minister Sergei Lavrov, who attempted to address this issue during an interview on Italian television in May 2022, was forced to swallow his remarks. It is true that he had been imprudent enough to speak of Volodymyr Zelensky’s Jewishness and not that of Benjamin Netanyahu. However, the two men today share the same ideology, and the remark directed at one could also be directed at the other.

The relationships between revisionist Zionists and fascists on the one hand, and the Nazis on the other, have still not been studied as such. At most, we know that David Ben-Gurion described Jabotinsky as "certainly a fascist and perhaps a Nazi."

Fascism is a cult of violence. Nazism, on the other hand, is an ideology of racial hierarchy. Fascism undertakes massacres, Nazism commits genocides.

• We still have the greatest difficulty addressing Jabotinsky’s relationship with Duce Benito Mussolini. Yet it was under the latter’s auspices that he founded Betar in the suburbs of Rome.

• The Nazis’ relations with the Jews were never completely hostile. Reinhard Heydrich took a stand in Das Schwarze Korps in May 1935 to distinguish between enemies, that is, assimilationist Jews, and friends, namely Jews who favored their emigration to Palestine. He reiterated this distinction several times, including when he organized the "final solution." His aim was not to exterminate all Jews, but only those who did not subscribe to racial theories and who did not aspire to create a "Jewish empire."

From 1933 to 1939, the Nazis allowed German Jews to emigrate to British Mandatory Palestine on the condition that they sell their property in Germany and recoup its value in the form of German exports to Palestine. Revisionist Zionists were the main promoters of this agreement (known as the "Haavara Agreement," or "Transfer Agreement"), which was reviled by most of the diaspora [3].


In 1934, SS officer Leopold von Mildenstein traveled to Palestine, where he was received by Ben-Gurion. This medal bears the inscription: "A Nazi goes to Palestine and does not speak in ’Der Angriff’." Von Mildenstein subsequently recruited Eichmann to organize the "Final Solution" convoys.
• In April 1935, the Nazi authorities authorized Betar to wear black uniforms because they considered this movement the best supporter of these agreements [4].

• In an interview with Joseph Goebbels’s daily newspaper Der Angriff (The Attack) in September 1935, the Revisionist Zionist banker Georg Kareski defended the Nuremberg Racial Laws. He explained that they were in line with the laws proposed by the Revisionist Zionists: "The Nuremberg Laws of September 15, 1935, apart from their constitutional provisions, seem to me to be entirely in line with such mutual respect for the specificity of each people. The interruption of the process of dissolution of many Jewish communities, encouraged by mixed marriages, is, from a Jewish point of view, entirely welcome. For the establishment of a Jewish national existence in Palestine, these factors, religion and family, are of decisive importance."

• In 1936, in an interview with the communist newspaper New Masses, Jabotinsky declared: “Revisionism is naive, brutal, and primitive. It is savage. You go out into the street and take any man—a Chinese man—and ask him what he wants, and he will answer you 100%. That’s us. We want a Jewish empire. Just as there are Italian or French empires in the Mediterranean, we want a Jewish empire. […] Palestine must be the homeland of ten or twelve million Jews.” [5]

The Zionists dreamed of a Jewish “national home,” the Revisionist Zionists of a Jewish “empire.”

• In 1937, the Revisionist Zionists also supported the Franco-Polish project known as the “Madagascar Plan.” This was again intended to oppose assimilationism and encourage the transfer to Madagascar to build a Jewish empire there.

• It was not until 1938 that the German Revisionist Zionist Party (Staatszionisten) was dissolved.

• Jabotinsky died at the beginning of World War II while in exile in New York. Ben-Gurion opposed the return of his remains to Israel. However, the Revisionist Zionists continued to work with the Nazis.

• Throughout the war, the Hungarian “revisionist Zionist” Rezső Kasztner negotiated in secret with the Nazis. He even met with Adolf Eichmann, probably in 1944, and informed figures such as David Ben-Gurion. He claimed to have obtained permission to flee for those who would buy their freedom. He collected at least 8.6 million Swiss francs, but sent them to their deaths. At the end of the war, he became spokesman for the Israeli Minister of Trade and Industry. However, he was impeached in 1953, accused of having deceived Hungarian Jews and robbed them. He became a hated figure in Israel and was assassinated during his trial. According to the recent book by historian Nadav Kaplan, his elimination was allegedly a secret service operation ordered by David Ben-Gurion [6]. The question has been asked as to who benefited from Rezső Kasztner’s maneuvers: the Nazis alone, or also the "revisionist Zionists"? In other words, did the two groups work together against Hungarian Jews?

In a 1960 interview with Life, Eichmann claimed that Kasztner "had agreed to do everything possible to ensure that the Jews would not resist their deportation, and even that they would behave properly in the regroupment camps. If I closed my eyes and allowed a few hundred or a few thousand young Jews to emigrate to Palestine, that would have been a good deal." In other words, he would have sacrificed 450,000 Hungarian Jews to save 1,684 Revisionist Jews.

• All these cases resurfaced when Judge Benjamin Halevy, who had ruled in the Rezső Kasztner case, was forced to preside over the trial of SS officer Adolf Eichmann. Eichmann confirmed that he was a member of a Revisionist Zionist association. This was obviously impossible to verify, but Anna Arendt, who attended the trial, was convinced of it. From that moment on, the Soviets denounced the collusion between the revisionist Zionists and the Nazis, but the West, not examining their claims, called Khrushchev an anti-Semite.


While Benjamin Netanyahu never claimed any affiliation with Vladimir Jabotinsky, he always presented Jabotinsky’s successor, Yitzhak Shamir, as his mentor.
During the post-war period, revisionist Zionists became entrenched in the Mossad, under the authority of Yitzhak Shamir. They committed various crimes in Latin America, Africa, and Asia, under the protection of the CIA during the Cold War. It was during this time that they recruited SS Special Forces commander Otto Skrozeny.

Now, when we witness the massacre of Palestinian civilians, under the pretext of eliminating Hamas, which in any case no longer has the means to retaliate, we can only wonder if Benjamin Netanyahu, too, is behaving like a Nazi?


Benjamin Netanyahu is the son of Benzion Netanyahu, the private secretary of the fascist—and "possibly Nazi"—Vladimir Jabotinsky.
Source: Israeli government

To be clear, Benjamin Netanyahu, who had always refused to speak of "Greater Israel," mentioned it during an interview on i24News in Hebrew a month ago, on August 23, 2025. He was answering questions from journalist Sharon Gal, a former MK for the Yisrael Beytenu party. The latter gave him an amulet, not seen on screen, depicting "a map of the Promised Land," that of "Greater Israel." He then asked him if he felt close to this idea. Provocatively, the Prime Minister replied that he felt invested with a "historical and spiritual mission" and that he was "very" attached to the vision of a "Greater Israel." [7]


Le 23 août 2025, Benyamin Netanyahou déclare sur i24News que sa « mission historique et spirituelle » est de réaliser le Grand Israël du Nil à l’Euphrate. Il est le seul chef de gouvernement au monde à annoncer ainsi son intention d’annexer ses voisins.
Le rapport du « Comité spécial » de l’ONU n’est pas simplement un avis d’expert sur lequel les juges de la Cour internationale de Justice pourront s’appuyer. C’est aussi une question qui nous est posée : avons-nous tiré les conclussions du changement de régime progressif en Israël ?
Les Israéliens qui refusent de regarder la vérité en face seront les prochaines victimes de Netanyahou : comme les nazis tuèrent les démocrates allemands, les sionistes révisionnistes n’auront aucun égard pour eux.

On August 23, 2025, Benjamin Netanyahu declared on i24News that his "historic and spiritual mission" was to realize a Greater Israel from the Nile to the Euphrates. He is the only head of government in the world to thus announce his intention to annex his neighbors.

The report of the UN "Special Committee" is not simply an expert opinion on which the judges of the International Court of Justice can rely. It also poses a question to us: have we drawn the right conclusions from the gradual regime change in Israel?

Israelis who refuse to face the truth will be Netanyahu’s next victims: just as the Nazis killed the German democrats, the revisionist Zionists will have no regard for them.

Thierry Meyssan

Translation
Roger Lagassé


[1] “Israeli practices and settlement activities affecting the rights of the Palestinian people and other Arabs of the occupied territories”, Special Committee to Investigate Israeli Practices Affecting the Human Rights of the Palestinian People and Other Arabs of the Occupied Territories, United Nations (A/79/363), September 20, 2024.

[2] “The coup d’état of the Straussians in Israel”, by Thierry Meyssan, Translation Roger Lagassé, Voltaire Network, 7 March 2023.

[3] According to the Jabotinsky Institute in Tel Aviv, the various organizations of the Revisionist Zionist movement were responsible for the introduction into Palestine of 72 illegal immigrants in 1937, 3,240 in 1938, 14,476 in 1939 and 3,609 in 1940. Source: correspondence from the institute with Francis Nicosia (No. 469 of September 28, 1976).

[4] The Third Reich and the Palestine Question, Francis R. Nicosia, University of Texas Press (1985).

[5] « Brown Shirts in Zion : Jabotinsky—The Jewish Hitler », Robert Gessner, New Masses, Vol. 14 No. 8, February 19, 1935.

[6] « מדוע חוסל קסטנר » (Pourquoi Kastner a-t-il été assassiné ?), Nadav Kaplan, Steimatzky (2024).

[7] Voltaire, actualité internationale - N°140-141 - 5 septembre 2025.

19.9.25

Resistencia o vasallaje

Carlos Fazio

El ataque israelí de decapacitación de Hamas en Qatar y la guerra híbrida de EU contra Venezuela, parte de una misma estrategia

 

En medio de frágiles negociaciones solicitadas por Estados Unidos para un alto el fuego en Gaza, el ataque ilegal y extraterritorial de Israel el pasado 9 de septiembre en Doha, Qatar, tuvo como objetivo decapitar a la cúpula política del Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina (HAMAS). Un patrón ya documentado en la guerra de los 12 días, cuando Washington y Teherán mantenían contactos preliminares sobre un posible nuevo acuerdo nuclear, y EU e Israel atacaron a Irán.

En la consecución de sus objetivos geoestratégicos, mutuos y personales -entre ellos consumar el genocidio, la limpieza étnica y aplicar la política de tierra arrasada como parte del plan “Riviera Gaza”-, Donald Trump (China, BRICS, Venezuela, Brasil) y Benjamín Netanyahu (Gran Israel) encarnan al policía bueno y al policía malo. Ambos cometen perfidia (un crimen de guerra), pero mientras Trump finge negociar y atrae a la mesa de negociación al adversario como estrategia de distracción, Netanyahu se encarga de destruirlo con premeditación, alevosía y ventaja. Ambos dinamitaron ahora las hilachas de diplomacia que quedaban.

El impacto simbólico es profundo. La mesa de negociación político-diplomática, tradicionalmente un espacio protegido de los ataques militares, ya no es garantía de nada. Peor: se ha convertido en una trampa para eliminar al enemigo. Quedó claro y lo ratificó Netanyahu al decir que los negociadores de Hamas son un objetivo militar. 

De paso, la neutralidad y la soberanía nominales del Estado mediador, Qatar, socio estratégico de Washington que alberga la base aérea de Al Udeid, sede del cuartel general del Mando Central (USCENTCOM) del Pentágono y el mayor enclave militar en la región, han sido vulneradas.

Según el analista de asuntos militares Mohammad Molaei, el régimen israelí desplegó un paquete de aproximadamente 15 cazas furtivos F-35I Adir, complementados con plataformas de ataque F-15I Ra’am, lanzando una salva de 10 bombas dirigidas Rafael Spice-2000 y posiblemente municiones AGM-158 JASSM-ER de alcance extendido. Estos activos, guiados mediante protocolos de supresión de defensas aéreas enemigas (SEAD/DEAD), penetraron el espacio aéreo catarí sin ser detectados, explotando las brechas en los sistemas regionales de defensa aérea integrada del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG, integrado por los países árabes ribereños del Golfo Pérsico).

De acuerdo con Molaei, después del ataque, la invocación de Qatar al artículo 51 de los derechos de autodefensa de la Carta de la ONU sonó vacía, ya que sus radares de banda X AN/TPY-2 de Raytheon, capaces de advertir misiles balísticos, permanecieron inactivos, priorizando la postura diplomática sobre una respuesta cinética. A su juicio, el rol cómplice de Estados Unidos  en esta violación merecen un análisis a través del prisma de la logística expedicionaria y el intercambio de inteligencia.

La postura de la administración Trump, simulando sorpresa posterior al hecho, se desmorona bajo el escrutinio de su red de sensores centrada en Al-Udeid. El radar de advertencia temprana AN/FPS-132 del Comando Central del Pentágono, emplazado en la base aérea de Al-Udeid, posee un alcance de detección superior a los 3,000 kilómetros para objetivos de baja observabilidad, fusionando los datos de banda X TPY-2 con las señales satelitales SBIRS GEO para seguimiento persistente de misiles. Esa arquitectura, integrada a través de enlaces de datos Link-16, debería haber iluminado el paquete de la IAF a 500 millas náuticas, activando baterías Patriot PAC-3 MSE o Raptors F-22 del 379th Expeditionary Wing. Sin embargo, no sonó ninguna alerta; los jets del régimen sionista de Israel atravesaron el “ojo de la aguja” sin ser molestados.

En realidad, los activos de Al-Udeid sirven como un nodo militar avanzado israelí. Según Mohammad Molaei, este conducto unidireccional, carente de salvaguardias recíprocas por parte de Qatar, convirtió a la base en cómplice de la vulnerabilidad de Doha, como lo demuestra la ausencia de intervención de EU en el ataque. El silencio de Centcom no solo anuló los pactos de defensa mutua bajo el SOFA (Acuerdo sobre el Estatus de las Fuerzas) firmado en 2002 entre EU y Qatar, sino que amplificó la percepción de la falta de fiabilidad de la administración Trump, erosionando la cohesión del CCG en medio del aumento de las posturas disuasivas iraníes A2/AD (Negación de acceso/Negación de área).

El primer ministro catarí calificó la agresión como “terrorismo de Estado” y prometió represalias. Pero ello oculta una dura realidad: ni Doha ni sus hermanos árabes poseen la autonomía doctrinal o la profundidad material para una respuesta calibrada. La impotencia del CCG está codificada en los anexos de seguridad de los Acuerdos de Abraham, donde Riad y Abu Dabi, a pesar de la adquisición de F-35, ceden al veto de Washington sobre las acciones cinéticas anti-Israel, temiendo represalias a través de los puntos de estrangulamiento de la petrolera saudí Aramco o las vulnerabilidades de desalinizadoras de Taweelah de los Emiratos Árabes Unidos (EAU).

De manera predecible, la retórica inflamada de Qatar y las demás monarquías absolutas del Golfo se disipará en maniobras diplomáticas, tal vez a través de resoluciones de la Organización de la Cooperación Islámica (OCI), mientras el régimen israelí recalibra para nuevos ataques.

El mensaje, pues, es inequívoco: el paraguas de la defensa colectiva voló por los aires; los procesos de normalización basados en principios de equilibrio, mutua legalidad y cooperación militar entre EU y las monarquías del Golfo (Qatar, Arabia Saudita, Emiratos y Bahréin), están regidos por una subordinación propia de protectorados y giran en función de las prioridades bélicas de Israel como portaviones terrestre de Washington en Medio Oriente. Según señaló un editorial del diario británico  The Guardian, “para Trump parece que no hay verdaderas líneas rojas  cuando se trata del gobierno extremista de Israel”. 

Como antes en el caso de Irán, priman el chantaje, la fuerza bruta y la capacidad de imponer hechos consumados. La negociación no se concibe ya como un límite a la violencia, sino como un escenario subordinado a ella. El intento de asesinato de los negociadores de Hamas marca un punto de inflexión. En términos sistémicos, ese cambio remata los fundamentos del viejo orden internacional. Sumados el genocidio y la limpieza étnica en Gaza, el derecho internacional ha terminado de fenecer. 

Moraleja: la seguridad no depende de terceros. Los estados se enfrentan a una disyuntiva binaria: aceptar el vasallaje, o como hizo Irán, construir su propia capacidad de disuasión y formas de resistencia que le permitan preservar un mínimo de autonomía y soberanía. 

Trump exhibe músculo militar en el Caribe

Eso nos lleva al despliegue militar de EU en el Caribe, cuyo objetivo central es un cambio de régimen en Venezuela, instalar un gobierno cipayo y apoderarse de sus hidrocarburos, el oro y otros minerales geoestratégicos.

En sus intentos por imponer un gobierno títere en Venezuela, durante un cuarto de siglo seis sucesivas administraciones de Estados Unidos (Clinton/Bush/Obama/Trump/Biden/Trump) han recurrido a sus manuales de guerra de baja intensidad, híbrida, de colores o de zona gris, incluida la actualización de su tecnología y sus métodos bélicos, pero no han obtenido resultados.

Por eso, ahora, Trump, quien durante años ha fantaseado con el uso promiscuo de la fuerza militar contra el tráfico de drogas, ha vuelo a desempolvar esa estrategia como tapadera para proyectar su dominio militar.

El narcotráfico es un delito, no un acto de guerra. Por eso, para intentar eludir ese obstáculo, su equipo fabricó la forzada asimilación de los cárteles de la droga con el terrorismo, reeditando la vieja matriz utilizada en 1985, con fines propagandísticos injerencistas, por el ex embajador de EU en Colombia Lewis Tambs: la narcoguerrilla, que pocos años después devino, oportunamente, en narcoterrorismo. 

En el marco de la renovada política de máxima presión impulsada por el secretario de Estado y asesor de Seguridad Nacional, Marco Rubio, EU busca provocar un incidente o falso positivo, como pretexto para justificar una escalada de agresiones militares contra Venezuela. Se trata de un libreto conocido, entre cuyos precedentes están el incidente del Golfo de Tonkín en 1964, cuando el gobierno de Lyndon Johnson arguyó ataques del Vietcong contra el destructor USS Maddox como excusa para intervenir en la guerra de Vietnam, y la falsa narrativa de la administración Bush Jr. sobre las “armas de destrucción masiva” de Sadam Hussein para intervenir en Irak en 2003. 

En la actual coyuntura, The Washington Post ha señalado que el despliegue naval en el Caribe implica una suerte de “militarismo performativo”. No es un plan estratégico coherente sino un gesto escénico para demostrar fuerza, producir imágenes altisonantes y alimentar titulares para consumo interno; una lógica que ya se había visto en ciudades como Los Ángeles o Washington, donde se enviaron tropas contra la voluntad de las autoridades locales. Según el diario estadunidense y la agencia británica Reuters, las operaciones letales y el despliegue naval se ejecutan con fundamentos legales difusos, pruebas débiles y consecuencias diplomáticas imprevisibles. No obstante, las repercusiones en el Caribe son inmediatas.

Como señaló Rosa Miriam Elizalde en Cubadebate, la función de Donald Trump en este engranaje es darle formato de espectáculo. Ha hecho de la política exterior un guion para titulares inmediatos: renombrar simbólicamente el Departamento de Defensa como “Departamento de Guerra”; desplegar cazas supersónicos sobre Puerto Rico; amenazar con derribar aviones venezolanos y ofrecer recompensas millonarias por la captura de Nicolás Maduro. Todo ello compone una puesta en escena destinada a proyectar dureza y control, aunque en realidad genera incertidumbre y desestabilización.

A ello responde la puesta en escena de la narcolancha en el Caribe el 2 de septiembre (ver “El difuso incidente de la narcolancha y otras argucias del intervencionismo de EU en Venezuela”, Mate Amargo 3/IX/2025), con saldo de 11 presuntos muertos, seguida de un segundo ataque cinético el día 15, con otros tres supuestos asesinados (acciones letales que un grupo de expertos de la ONU consideró como ejecuciones extrajudiciales) y del ilegal y hostil abordaje de una embarcación atunera con nueve pescadores por marines del destructor USS Jason Dunham (DDG-109), valorado en miles de millones de dólares y equipado con misiles crucero, mientras operaba en aguas de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) venezolana el viernes 12.

No obstante, esas acciones podrían marcar el inicio de una nueva fase de una guerra no convencional, multidimensional y cinética, bajo el viejo ropaje de la “seguridad hemisférica”.  Esa estrategia combina provocaciones y operaciones sicológicas con campañas de intoxicación mediática y narrativas criminales que utilizan al mítico cártel de Los Soles y al extinto Tren de Aragua, con la finalidad de manufacturar a Venezuela como un narco-Estado que “amenaza” la seguridad continental, y justificar así una escalada militarista e incluso la intervención directa del Pentágono. 

Una variable es fabricar un escenario tipo Libia, mediante un levantamiento opositor interno que cuente con apoyo aéreo y misilístico de las fuerzas de EU desplegadas en el Caribe. Una fórmula sembrada en el Diario de las Américas por el exmarine Jesús Romero, miembro de un oscuro think tanks al servicio de Marco Rubio (el Instituto de Inteligencia Estratégica de Miami), que busca convencer a Trump de que el sistema de defensa aéreo de Venezuela ha “colapsado” y una operación así sería “pan comido”. (sic) La tesis del levantamiento interno ha estado presente desde las primeras guarimbas de 2007 y se aceleró en 2024 cuando María Corina Machado planteó la opción táctica del enjambramiento (swarming).

Otro opción sería la de la decapitación del gobierno de Maduro, ya utilizada por Trump en el asesinato del general iraní Qassem Soleimani con un dron, en 2020; una táctica replicada por su socio genocida Netanyahu en Yemen; en el devastador ataque de decapitación contra Hezbolá en el Líbano; el igualmente descarado contra los principales líderes iraníes durante su “guerra de doce días” con Teherán, y ahora en Doha, Qatar.

La filtración del Instituto de Inteligencia Estratégica de Miami en el Diario de las Américas coincide con la denuncia del ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, en el sentido de que los trabajos de inteligencia estadunidenses se han incrementado de manera exponencial en los últimos meses.

El ministro dijo que la noche del sábado 13 se detectó el sobrevuelo de aviones RC-135 (capaces de recopilar inteligencia en tiempo real hasta 200 millas dentro del territorio venezolano), KC-135 (naves cisterna que suministran combustible en pleno vuelo y permiten misiones prolongadas) y E-3 Sentry AWACS (puestos de comando aéreo con radar de largo alcance), lo que implica que no son simples patrullajes rutinarios: son piezas de un despliegue táctico que encaja perfectamente en la definición amplia de “uso de la fuerza”, esto es, presencia disuasiva, recolección de inteligencia estratégica, preparación logística y búsqueda de incidentes que justifiquen una escalada.

Padrino no sólo denunció la frecuencia creciente de estos vuelos, triplicados en agosto y diarios en septiembre, ahora realizados de noche o madrugada, sino también su carácter ilegal y peligroso ya que violan normas operacionales al no notificar planes de vuelo, arriesgando accidentes aéreos en aguas venezolanas. Pero más allá de lo técnico, advirtió sobre su intención política: provocar un casus belli.

En esa variable, ¿es probable un ataque militar seguido de una invasión a Venezuela?  Los 4.500 soldados estadunidenses desplegados en el Caribe jamás podrían tomar Venezuela, un país con montañas, selva y múltiples centros urbanos; ni siquiera si se multiplicaran. Sin embargo, el escenario sí insinúa una peligrosa coreografía de amenazas calculadas de la administración Trump, sin cruzar el umbral de la confrontación abierta. Por ahora.

 Los ejercicios UNITAS y una Guerra en Zona Gris

Previamente, Reuters había reportado que cinco cazas estadounidenses F-35 aterrizaron el sábado pasado en Puerto Rico después que Trump ordenara que 10 aviones furtivos se unieran como refuerzo militar en el Caribe para supuestamente contrarrestar los cárteles de la droga. Y no está de más consignar, que el 15 de septiembre iniciaron los megaejercicios navales UNITAS 2025 con la participación de buques de 25 países y más de 8 mil efectivos frente a las costas de Miami, en la retaguardia del despliegue de la Armada estadunidense en el Caribe.

Según el sitio oficial America’s Navy, los ejercicios, organizados por el Comando Sur (SOUTHCOM) de EU, incluyen múltiples navíos de superficie, submarinos, aeronaves y sistemas de flota no tripulados, junto a ejercicios en tierra, cercana a estaciones navales en los estados de la Florida, Carolina del Norte y Virginia. Las maniobras, que concluirán el 6 de octubre, incluyen defensa aérea, guerra antisubmarina, interdicción marítima, desembarcos anfibios, ejercicios con fuego real -incluido un SINKEX (hundimientos de barcos)- y la integración de sistemas no tripulados e híbridos.

Además de buques de Argentina, Belice, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Jamaica, México, Paraguay, Perú, República Dominicana y del país anfitrión, Estados Unidos, en los ejercicios participan navíos de Alemania, Países Bajos, Canadá, España,  Francia, Grecia, Italia, Marruecos, Japón, Portugal y Singapur. Para el investigador venezolano José Negrón Valera, UNITAS “no es más que la fachada para imponer de la manera menos traumática posible un bloqueo marítimo a Venezuela”.

En ese contexto, el despliegue de buques estadunidenses listos para entrar en acción frente a las costas venezolanas, además de enmarcarse en una típica estrategia de operaciones psicológicas  (PsyOp) para generar temor al interior del país sudamericano y tratar de “quebrar” los sectores de apoyo del gobierno de Maduro, plantea el escenario de una “guerra en zona gris”, entendida como un conflicto por aproximación en un espacio ambiguo o difuso, donde se amplían los márgenes de acción para el atacante sin entrar en enfrentamiento militar directo. Se trata de una variante de la guerra híbrida difícil de visualizar, porque la frontera entre la guerra y la paz se difumina en un espacio intermedio donde no hay una confrontación abierta.

Como señaló un reporte de Telesur, básicamente, esta modalidad bélica no respeta las reglas de juego establecidas y abre varios frentes de batalla al mismo tiempo, pero donde no exhibe una fuerza militar tangible que responda a las leyes previstas de la guerra convencional. Sus amenazas están pensadas para imposibilitar o confundir los cálculos de riesgo tradicionales, provocando la paralización del oponente incapaz de decidirse entre la inacción o la acción, ya que la primera puede implicar una derrota y la segunda un uso desproporcionado de la fuerza. Se apela a la utilización únicamente de medios que permitan tanto la “negación plausible”, como la “no atribución”, de ahí el recurso a los ataques cibernéticos, que dificultan sobremanera la inculpación de sus responsables -si es que llega a conocerse el origen de los mismos- o de unidades paramilitares.

En la coyuntura, Venezuela enfrenta una nueva agresión multidimensional que forma parte de la agenda de cambio de régimen de la administración Trump 2.0, encubierta bajo la pantomima de la lucha contra el narcotráfico. En este contexto, Vladimir Padrino ha alertado que Estados Unidos busca fabricar un casus belli mediante acciones de bandera falsa o falsos positivos. Su denuncia no debe leerse como una reacción aislada, sino como una alerta temprana dentro de un patrón histórico documentado: el de un poder hegemónico en decadencia, pero que lejos de retirarse sigue expandiendo su presencia militar en el Gran Caribe (considerado históricamente como el Mediterráneo estadunidense), incluso en tiempos de paz declarada. 

Otro patrón histórico documentado son los montajes. Al respecto, ayer, el ministro de Relaciones Interiores de Venezuela, Diosdado Cabello, informó sobre el desmantelamiento de una operación de falsa bandera, que estaría a cargo de la Administración de Control de Drogas​ (DEA, por sus siglas en inglés), para vincular al país suramericano con el tráfico de drogas. 

En una rueda de prensa, Cabello informó que el lunes 16 de septiembre, con información previa de inteligencia, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana monitoreó durante 20 horas el traslado de una pequeña embarcación que salió de Puerto López, en La Guajira colombiana, pasó por la península de Paraguaná, en el estado venezolano de Falcón, y fue interceptada cerca del Puerto de Cumarebo, en la costa de esa entidad con salida al Caribe.

Cabello detalló que le hicieron todos los llamados de alto a los cuatro tripulantes, cumpliendo con los protocolos de interdicción de drogas, y que finalmente “al verse rodeados, se rindieron”. Entre el material incautado se encuentran una embarcación tipo ‘Go fast’ con cuatro motores fuera de borda, un teléfono satelital, 100 sacos de clorhidrato de cocaína, dos teléfonos inteligentes, dos radiotransmisores, un GPS y 2.400 litros de combustible en 28 bidones.

 Cabello dijo que el operador de la droga es Levi Enrique López Bati, quien posee estrechos vínculos con Gersio Parra Machado, quien opera en el Catatumbo y en La Guajira colombiana. Y aseveró que, con conocimiento de causa, López “es agente de la DEA, un narcotraficante” y que el movimiento de esa droga iba a ser parte de una operación de falsa bandera de EU contra Venezuela. Llamó la atención que los cuatro detenidos portaban cédula de identidad venezolana.

Maduro y la Guerra de Todo el Pueblo

El 15 de septiembre, el presidente Nicolás Maduro reiteró que en caso de una agresión militar al país, Venezuela pasará a una fase de lucha armada de carácter popular, con eje en la concepción de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana de “Guerra de todo el pueblo”; una estrategia en base a la unidad popular, civil y militar, y la movilización política-territorial del Partido Socialista Unificado de Venezuela. Ergo, una combinación de movilización militar y disuasión popular, que remite en el imaginario histórico a un “Vietnam recargado” (reloaded) para Washington.

Venezuela ha desplegado una respuesta multifacética. Militarmente, la FANB ha reforzado sus defensas aéreas y costeras con 25 mil soldados desde la semana pasada, anticipando posibles ataques aéreos. Pero más allá de lo táctico, ha lanzado el Plan Independencia 200, que combina el despliegue de la FANB en 284 puntos estratégicos con la movilización de la Milicia Nacional Bolivariana.

En teoría, la resistencia cívico-militar se desarrollaría en el escenario físico y virtual, en las calles, en las redes y en la mar, articulada por las fuerzas armadas y ocho millones de milicianos. Este último elemento es clave: en lenguaje militar, se trata de “disuasión por costo”. El despliegue miliciano en una estructura de resistencia eleva el precio de cualquier intervención, recordando a Estados Unidos el trauma de Vietnam: una guerra de desgaste y prolongada; impopular y políticamente insostenible para Washington.

Ayer, miércoles 17, al anunciar la activación de la maniobra de campaña ‘Caribe Soberano 200’ en el marco de ejercicios militares en el mar venezolano, el ministro de Defensa Padrino dijo que la FANB activó milicias especiales de pescadores, tropas élites, así como diversas embarcaciones de la Armada, entre ellas, buques con artillería antiaérea. Los ejercicios también son acompañados con sobrevuelos en altamar de aviones de combate Sukhoi, tanques anfibios en las costas, entre otros elementos para la defensa del territorio, dispuestos a expulsar cualquier amenaza como tropas extranjeras, mercenarios y/o delincuentes vinculados al narcotráfico internacional o planes sediciosos.

En un contexto global donde Estados Unidos se encuentra involucrado de lleno en varios frentes de guerra (Ucrania, Medio Oriente, estrecho de Taiwán), Trump podría tener que pensarlo dos veces y evitar aventuras sin retorno. El apresto operacional venezolano indica que puede hacer peligrosamente costosa una intervención militar estadunidense.

 En la rueda de prensa del pasado lunes, Maduro catalogó a Marco Rubio como “el señor de la muerte y de la guerra, del odio”. No obstante, dejó una puerta abierta. Aunque reconoció que los canales diplomáticos con EU se encuentran en un estado de degradación profunda: “No están en cero, pero están deshechos”, dijo que Caracas mantiene “comunicación mínima con el señor (John) Mc Namara por la liberación de nuestros migrantes”.

La concentración de fuerzas del Pentágono en la región caribeña confirma que los canales diplomáticos bilaterales se encuentran “deshechos”, como dijo Maduro, en gran medida por la ambición de Marco Rubio y el afán de destruir cualquier alternativa política viable.

El martes, durante su participación en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), celebrada en Asunción, Paraguay, el enviado especial del presidente Trump para el caso Venezuela, embajador Richard Grenell (el otro interlocutor de Maduro), dio una entrevista donde defendió la diplomacia y la búsqueda de un acuerdo con el gobierno de Maduro. Y en un mensaje indirecto a su enemigo interno (Marco Rubio) en el seno de la administración trumpista, dijo: “Siempre me oirán como alguien que aboga por el diálogo. He ido a ver a Nicolás Maduro. Me he sentado frente a él. He expresado la postura de América Primero. Entiendo lo que quiere (…) Creo que aún podemos llegar a un acuerdo. Creo en la diplomacia. Creo en evitar la guerra”.

Según Grenell, “Trump odia la guerra”.

En un momento de máxima hostilidad entre Washington y Caracas, Grenell abrió una rendija para el diálogo y la paz. Hasta ahora, Trump ha manejado la incertidumbre como variable estratégica. En el caso venezolano, aunque acicateado por Marco Rubio, toda la escalada militar depende de él en última instancia. Su pragmatismo oscila entre el instinto de línea dura y el temor al costo político. La moneda está en el aire.

 (*) Carlos Fazio, escritor, periodista y académico uruguayo residente en México. Doctor Honoris Causa de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Autor de diversos libros y publicaciones.