13.8.10

Denuncian el uso de sonidos como arma de control y represión social

Se criminaliza a los jóvenes sin distinción alguna, advierte el antropólogo Chui Longina
Carlos Paul

Con el propósito de advertir e informar sobre los aparatos tecnológicos sonoros utilizados para ejecer control social, el colectivo español Escotiar presenta la instalación El Mosquito Device, como parte de la Muestra Internacional de Arte Sonoro que se exhibe en la Fonoteca Nacional.
Mosquito Device es el nombre con el que se conoce un dispositivo que emite un sonido muy desagradable de alta frecuencia, el cual sólo pueden escuchar los jóvenes menores de 30 años.

Su objetivo es dispersar a los jóvenes de manera indiscriminada de sus lugares habituales de reunión, de plazas públicas o de los exteriores de centros comerciales, entre otros espacios.

Esta manera de control social criminaliza a los menores sin distinción alguna, comenta en charla con La Jornada el antropólogo y artista sonoro español Chui Longina, integrante del colectivo Escotiar.

“Desde hace cinco años –añade– se han instalado cinco mil 500 en Gran Bretaña, sin oponer resistencia las organizaciones de derechos humanos ni la sociedad civil. Actualmente en Estados Unidos se instalan estos dispositivos de control social.”

Un punto diabólico

Chui advierte sobre este aspecto negativo y oculto del sonido. El Mosquito Device es un emisor de ultrasonido con presión de 95 dB (emite 17.500 Hz), fue fabricado por Compound Security (País de Gales) en 2004 y se empezó a distribuir a escala masiva en 2006.

El aparato tiene un costo aproximado de 600 dólares, por lo que cualquier persona con ese dinero y acceso a Internet lo puede comprar.

En Francia, Bélgica, Holanda y norte de Alemania se intentó ponerlo en marcha, pero gracias a las reacciones de diferentes organizaciones no gubernamentales se prohibió su instalación, explicó Longina.

“El sonido ultrasónico que emite el Mosquito no puede ser escuchado por mayores de 30 años, debido al envejecimiento natural del oído; de la misma manera que se arruga la piel, se arruga una parte del oído interno y eso provoca que dejemos de ser sensibles al espectro superior de las frecuencias sonoras.

“Ése es el punto diabólico que tiene El Mosquito –expresa el artista sonoro–, pues es un aparato que instalan adultos para repeler a los jóvenes, el cual está cargado de simbolismos, ya que utiliza una tecnología que se ha empleado durante muchos años para dispersar plagas de cucarachas, mosquitos y hormigas.

“Ahora se usa para dispersar jóvenes, y lo que se está haciendo es criminalizar un perfil de edad de manera indiscriminada.

El Mosquito es un arma acústica de control social que además no deja marca en la superficie de la piel y eso hace imposible documentar un ataque con ella.

Por ese motivo, enfatiza Longina, los artistas sonoros o los interesados debemos realizar acciones artísticas para suscitar su prohibición, hecho que se ha logrado ya en Europa hace un mes. Desde el 15 de julio de este año se ha prohibido su instalación por la Comisión Europea, con excepción de Gran Bretaña.

Manguerazo sonoro

Como antropólogo, Chiu considera que si aún no se han instalado en América Latina se debe a que existe una diferencia cultural entre los ámbitos anglosajón y latino.

“En el mundo latino la relación de los hijos con sus padres sólo termina cuando mueren éstos, mientras en el mundo anglosajón, cuando los hijos cumplen la mayoría de edad, la relación pasa a ser horizontal y los padres sueltan la responsabilidad como tales. Así, un chico de 18 años pasa a ser un ciudadano más que si crea problemas, los padres aplauden estos dispositivos que los resuelven.

“El Mosquito no es la única arma acústica. Otro ejemplo es un aparato denominado LRAD. Se trata de un dispositivo de largo alcance, de aproximadamente 500 metros, que utiliza la policía. En Georgia se ensayó hace dos años y luego en Gaza; también se utilizó para desalojar la embajada de Brasil en Honduras y se ha usado en Pittsburgh.


“Este dispositivo genera un caos muy especial, pues hace que la persona pierda el control de sí misma. Es similar a cuando la policía hace uso de mangueras con agua a presión, pero en este caso es un manguerazo de sonido.
“El LRAD emite un sonido brutal –parecido al del mosquito, pero audible para todo mundo– y hace que las personas que lo escuchan no puedan evitar taparse los oídos, porque si no les revienta los tímpanos. Es una forma de decir: ‘arriba las manos’ sin necesidad de pronunciar la frase.

El gran problema de las armas acústicas es que no dejan marca en el cuerpo.

Bombardeo en Guantánamo

Otro ejemplo es lo que se hacía en Guantánamo hasta hace dos años.

“En este caso –prosigue Chui Longina–, en las dos horas previas a un interrogatorio, los presos eran bombardeados con white noise (sonido blanco). Técnicamente es el sonido que contiene todas las frecuencias y a la misma intensidad sonora. Se podría considerar como el sonido perfecto.

“La sensación de ensoñación o relajamiento que se tiene al escuchar este sonido es similar cuando se realiza un paseo por la playa y escuchamos el mar o el sonido de la lluvia a través de la ventana.

Cuando se bombardea a una persona con sonido blanco durante dos horas hace que el cuerpo humano se fatigue, del mismo modo que se fatiga una persona que ha corrido 20 kilómetros. Entonces, cuando se llega al interrogatorio, lo único que desea es acabar cuanto antes para descansar.

Otro dispositivo se denomina hypersonic sound. Es un aparato que emite una frecuencia de forma paralela y dirigida, es decir, emite un sonido como si fuera un haz o un rayo de sonido que sólo escucha una persona que esté en un lugar específico.

El funcionamiento de ese aparato tiene aspectos positivos y negativos. Se ha utilizado en Estados Unidos, por ejemplo, para difundir promocionales.

“En un anuncio para la serie de televisión Paranormal indicaban: ‘70 por ciento de las personas creen en fenómenos paranormales. ¿Y usted?”’

En el piso había una marca. Si alguien se paraba ahí escuchaba una voz como si fuera la de Dios. Pero únicamente lo escucha una persona y las demás no se enteran.

“También sirve para alguien que hace fila en un centro comercial o banco. El dispositivo sonoro nos podría recordar: ‘saque usted su identificación’ o ‘pague con determinados billetes’.

“La posibilidad de dirigirse a un solo individuo puede tener otros usos. Imaginen una manifestación de 20 o 200 personas con pancartas y que a cien metros un policía apunte al rostro de un manifestante con ese dispositivo acústico y lo amenace. Ninguno de los que lo rodean sabrá que le han hablado y él nunca podrá demostrar que lo han amenazado. Ése es el poder del hypersonic sound.”

Contra el sonido poco o nada puede hacerse, concluye el creador sonoro. Existe un vacío legal respecto de la regulación del sonido. No hay ninguna legislación que norme la calidad del sonido. Existe normas en torno a la cantidad, a los decibeles, a la intensidad, pero no sobre la cualidad del mismo. Y es justamente por ese vacío legal por donde se cuelan esos aparatos.

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