24.9.16

La lucha de clases no ha terminado: regresarán las rebeliones

Marcelo Colussi

La humanidad sigue debatiéndose entre explotados y explotadores. El capitalismo, sin aparente rival en el mundo, se ensaña con los seres humanos, los recursos naturales y el planeta mismo. La discusión se ha centrado en la pertinencia o no de la existencia del Estado, cuando debería centrarse en el hecho más trascendental e incontrovertible del devenir histórico-social del homo sapiens: la lucha de clases

“Defiendo la construcción del Estado como uno de los asuntos de mayor importancia para la comunidad mundial, dado que los Estados débiles o fracasados causan buena parte de los problemas más graves a los que se enfrenta el mundo: la pobreza, el sida, las drogas o el terrorismo”. Esta idea jamás podríamos asociarla al pensamiento neoliberal, que se caracteriza por una apología de la libre empresa y de la reducción del Estado.

Pero curiosamente es lo que dice Francis Fukuyama en su libro Construcción del Estado: gobierno y orden mundial en el siglo XXI, del 2004.

Funcionario del gobierno estadunidense, Fukuyama se hizo famoso cuando en 1992 (acompañando la desintegración de la Unión Soviética y la caída del campo socialista de Europa del Este) pronunció el grito triunfal en su libro El fin de la historia y el último hombre: “la historia ha terminado”.

Pero, en realidad, lo dicho por él ni es un pensamiento profundo ni encierra verdad alguna. La historia no había terminado. ¿A quién se le podría ocurrir tamaño dislate? Es más que obvio que se trata de una visceral manifestación ideológica, un grito de fanático atolondrado más que una serena reflexión de un acendrado académico.

A inicios de la década de 1990, caído el muro de Berlín y derrumbado el campo socialista europeo, el capitalismo se sintió exultante, triunfal. Todo parecía indicar que la economía planificada no llevaba a ningún lado, y que el mercado se imponía como modelo único e inevitable. Coadyuvaba a esta visión la idea de democracias parlamentarias más “civilizadas”, con más respuestas a los problemas sociales que las “dictaduras” del proletariado de partido único.

La misma población rumana, por ejemplo, se encargó de fusilar a un Ceaucescu con la misma saña que lo hicieran anteriormente los italianos con Mussolini. La derrota del experimento socialista, al menos la “presentada” por la prensa capitalista, parecía total.

Fue tan grande el golpe –y, en buena medida, el golpe mediático que el capital supo implementar al respecto– que el discurso dominante inundó toda la discusión. La izquierda misma quedó perpleja, sin argumentos. Parecía cierto que la historia nos dejaba sin respuesta. Pero la historia no había terminado. ¿Puede terminar acaso? ¿De dónde saldría esa monumental tontería?

El término “globalización” se adueñó de los espacios mediáticos y el ámbito académico, pasando a ser sinónimo de progreso, proceso irreversible, triunfo del capital sobre el “anticuado” comunismo que moría. Y nos lo hicieron creer. La siempre mal definida globalización pasó a ser el nuevo dios y, según se nos dijo –Fukuyama fue uno de sus principales difusores–, ésta traería desarrollo y prosperidad para todo el planeta. La historia había terminado (mejor dicho: el socialismo había terminado), y el término que lo expresaba con “elegancia” –por no decir con refinado sadismo– era globalización. No se podía estar contra ella.

Levantar los “viejos”, “anticuados”, “antediluvianos” planteos del socialismo, del “defenestrado” marxismo, condenaba al ostracismo. Eran sólo quimeras de nostálgicos trasnochados. Ése fue el discurso dominante que buena parte de la izquierda terminó aceptando.

A tal grado que, en muy buena medida, esa izquierda fue cooptada por la ideología del posibilismo, de la resignación. De ahí que, ante tanto golpe recibido, algunos años después la aparición de izquierdas  (encabezadas en muy buena medida por Hugo Chávez en Venezuela con la propuesta de un renovado socialismo del siglo XXI –nunca definido hasta hoy– encendieran tantas esperanzas.

Para la década de 1990 del pasado siglo, el optimismo triunfalista del neoliberalismo en boga campeaba sobre el mundo. Después de las “fracasadas” experiencias socialistas –habría que discutir más eso del “fracaso”– o, mejor dicho, después de la presentación mediática, que hacía al capitalismo victorioso de los acontecimientos que marcan estos años, no parecía quedar mayor espacio para las alternativas.

Con fuerza irrefrenable, las políticas neoliberales barrieron el planeta. Según nos aseguraban sus mentores, por fuerza traerían la paz y la felicidad. Se quitaban así del medio, de un plumazo, los inconmensurables logros derivados de todas esas experiencias socialistas, en cualquiera de sus expresiones: en la Rusia bolchevique, en la China con Mao Tse Tung, en la Cuba revolucionaria, en Vietnam, en la Nicaragua sandinista.

En todas esas experiencias, no hay que olvidarlo nunca, se terminó con el hambre, con la desnutrición crónica, con el analfabetismo, con la exclusión de los por siempre excluidos. En todas esas experiencias –no hay que olvidarlo jamás– el poder popular fue un hecho, las mujeres mejoraron sustancialmente su condición de eternas oprimidas, no hubo niños de la calle, el deporte y la cultura pasaron a ser política de Estado, y los logros científicos (Premios Nobel a granel) brillaron rutilantes.

Ningún país que fue intervenido con planes neoliberales (léase: capitalismo despiadado sin anestesia) logró algo de esto; por el contrario, en todos ellos (tanto en el opulento primer mundo como entre los pobres del Sur) creció alarmantemente la pobreza, aunque hubiera supermercados abarrotados de productos maquilados en el Tercer Mundo.

Pero hoy, 2 décadas y media después del grito de guerra proferido por Fukuyama y respaldado por el “No hay alternativas” de la dama de hierro, Margaret Tatcher, la realidad nos muestra una cara bastante distinta a la paz y felicidad planetarias. El capitalismo creció, sin duda, pero a condición de seguir generando más pobreza y devastando el planeta. La riqueza se reparte cada vez en forma más desigual, con lo que puede decirse que, si algo creció, es la injusticia. Y las guerras no sólo no han desaparecido sino que pasaron a ser un elemento vital en la economía global.

De hecho, en la dinámica de la principal potencia –Estados Unidos– son su verdadero motor: ocupan alrededor de un cuarto de todo su potencial y definen su estrategia política, tanto en el plano interno como internacional.

Peor aún: las estrategias bélicas siguen dominando el panorama político mundial, con la posibilidad de un enfrentamiento con armas nucleares como una circunstancia real, lo que suscitaría la peor tragedia para la humanidad.

Por tanto: la historia no había terminado. ¿Podemos quedar impasibles ante tamaña estupidez intelectual? ¿No debemos reaccionar ante la fanfarronería académica y levantar nuestra voz? La historia sigue, y aunque la escriban quienes la ganan, ahí está devorando seres humanos, cambiando, transformándose continuamente, haciéndonos ver que, junto a la “oficial”, hay otra historia: la verdadera.

Después de algunos primeros años de impactante conmoción, tanto el campo popular como el análisis objetivo de los hechos fue emergiendo del estado de shock, y se hizo evidente que el momento de euforia de los grandes capitales era un triunfo coyuntural, pero no más que eso: un triunfo puntual (una batalla) en una larga historia que sigue su curso. ¿Por qué iba a terminar la historia?

“Siéntate al lado del río a ver pasar el cadáver de tu enemigo”, señaló hace 2 mil 500 años el sabio chino Sun Tzu en el Arte de la Guerra. Al parecer, él entendió mejor el sentido de la historia que ese moderno oriental americanizado, Fukuyama. La historia no termina.

Tras los desastres que ocasionó el retiro del Estado en la dinámica económico-social de tantos países –siguiendo las recetas impuestas, por supuesto de los organismos financieros internacionales de Bretton Woods (Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial)–, en esta ola neoliberal absoluta también hay gente pensante que reacciona. Este desastre –con éxodos imparables de inmigrantes desde el Sur hacia el Norte, niveles de violencia creciente y brotes desesperados de terrorismo– torna el mundo cada vez más problemático, más invivible. Y ahí aparece nuevamente Francis Fukuyama.

En realidad en el libro de 2004 citado inicialmente, Fukuyama no se desdice radicalmente de lo dicho años atrás, pero lo matiza, lo cual, en otros términos, no es sino expresión de una inconsistencia intelectual enorme. Un grito de guerra no es teoría. Y lo que años atrás se nos presentó como formulación seria y sesuda –que la historia había terminado– no pasa del nivel de pasquín barato de pueblito de provincia, mal redactado y peor pensado.

No hay en juego ningún concepto riguroso: sólo fanfarronería ideológica. Si luego Fukuyama debió apelar a esta revalorización del papel del Estado es lisa y llanamente porque la historia le demostró la inconsistencia del show propagandístico lanzado años atrás.

Además, pone el acento en el Estado, y no en las relaciones estructurales que en él se expresan. El problema no consiste en si el Estado debe ser fuerte o débil: el problema sigue siendo las luchas de clases, la estructura real de la sociedad, de la cual el Estado es expresión. ¿Acaso terminaron las luchas de clases? Si así fuera, ¿por qué los centros de poder siguen almacenando armas y denostando al marxismo como su peor enemigo?

La historia no ha terminado porque la matriz misma del ser humano es eso: la historia, el devenir, el fluir. Ser y tiempo (historia), dijo Heiddeger. “No podemos bañarnos dos veces en un mismo río”, sentenció Heráclito de Efeso hace 2 milenios y medio en la Grecia clásica. No se equivocaba: la historia pasa, fluye, no se detiene.

El capitalismo –exultante, victorioso, lleno de glamour y de gloria en la actualidad, pero que hace agua por doquier– es solo un momento de esa historia. Nada es eterno. Sí hay alternativas, habría que responder. En tanto haya injusticias, habrá quien levante la voz y se oponga a ellas, aunque hoy día se amarre la protesta, se criminalice y se intente reemplazarla por espejitos de colores. Esa lucha interminable es nuestra historia como especie.

18.9.16

Adquisición telúrica de Monsanto por Bayer

El ocaso de los campesinos de Estados Unidos y el mundo

Alfredo Jalife-Rahme

La industria agrícola global sufre un giro telúrico de alcances geopolíticos cuando se han escenificado varias megafusiones a los dos lados del Atlántico-Norte, sumadas a la repentina aparición de China.
 
La adquisicíón de Monsanto, reina de los polémicos transgénicos, por Bayer, consagrada a la industria farmacéutica, sacudió al mundo agrícola.

Si para Hugh Grant, mandamás de Monsanto, la adquisición por Bayer es un matrimonio celestial, para los ambientalistas Amigos de la Tierra condensa un “matrimonio hecho en el infierno (https://goo.gl/Fznu06)”.

Werner Baumann (WB), el mero mero de Bayer, exulta que la mega-fusión creará un líder global en agricultura, ya que constituye el género de abordaje revolucionario (sic) en el sector que será necesario para alimentar al mundo, cuando se espera un crecimiento de 3 mil millones de personas en 2050 que habrá que alimentar.

Para WB no se trata de un recorte de costos, sino de crecimiento e innovación de dos empresas que son muy complementarias en términos de cobertura regional y productos de portafolios.

Mas allá de que Europa se opone a los transgénicos –no se diga del choque de dos culturas empresariales y alimentarias–, la amalgama de Monsanto y Bayer, los dos principales vendedores de cultivo de algodón en EU, oligopolizará 70 por ciento de los acres de cultivo.

Con una inocencia que no le queda, la británica BBC cuestiona: “¿Cuál es exactamente (sic) el interés del gigante Bayer en Monsanto, el mayor productor de semillas del mundo (https://goo.gl/n9JTpk)?”

Bayer no vende sólo aspirinas; sus actividades van desde la producción e investigación de medicinas hasta semillas, pesticidas, abonos e ingeniería genética. Del negocio de la compañía alemana, 49 por ciento procede del sector médico. Del resto, 26 por ciento corresponde a su división especializada en materiales científicos (llamada Covestro), y 22 por ciento a lo que la empresa denomina ciencia de los cultivos, según BBC.

Su interés en el negocio agrícola y su captura de Monsanto –cuya marca tendrá que ser borrada de la faz de la tierra por el rechazo de ambientalistas y consumidores europeos por su laxa producción de transgénicos– radica en posicionarse como líder agrícola global, ya que “la mitad del volumen de negocio del nuevo conglomerado –que será el mayor suministrador agrícola del mundo– estará relacionado con la agricultura”, a juicio de la BBC.

¿Cuál es la razón del giro brutal de Bayer de su principal enfoque farmacéutico?

Según el portal ruso Sputnik, “la compra de Monsanto se da en una época de reorganización en el sector agrícola mundial (https://goo.gl/NpXqmP)”.

En 1996 existían 600 empresas independientes de cultivo, cuya mayoría ha sido adquirida por seis grandes jugadores, tres de Estados Unidos (Monsanto, Dow Chemical y DuPont), dos de Alemania (Bayer y BASF) y uno de Suiza (Syngenta), que ahora controlan 63 por ciento del mercado global.

Las tres recientes grandes adquisiciones o megafusiones –las estadunidenses Dow Chemical y DuPont (130 mil millones de dólares); ChemChina y Syngenta (44 mil millones), y ahora Bayer/Monsanto (66 mil millones) “reducirá de seis a cuatro el número de jugadores globales en el sector agribusiness (https://goo.gl/NgTZ1n)”.

Llama la atención la quietud de la alemana BASF, que opera en más de 80 países con ingresos por 78 mil millones de dólares en 2015.

Nada nuevo bajo el sol agrícola cuando una de las tendencias inherentes a la globalización financiera es su oligopolización, cuando no su monopolización, como expuse desde hace 16 años en mi libro El lado oscuro de la globalización: post globalización y balcanización (https://goo.gl/JylqXV)”.

Es notorio el malestar de los medios anglosajones, como The New York Times y Financial Times, que ahora se propulsan como defensores de los agricultores y consumidores en Estados Unidos, cuando sus homólogos en el México neoliberal itamita, Latinoamérica, África y Asia nunca les importaron un comino (http://nyti.ms/2cITuKR).

Según The New York Times, las cuatro principales adquisiciones del agribusiness en el lapso de un año han creado la posibilidad de mayores costos para los agricultores, mientras Roger Johnson, presidente de la Unión Nacional de Agricultores de Estados Unidos, invoca en el desierto la amenaza a la seguridad nacional.

The New York Times mueve el tapete del muerto en pleno periodo electoral para impedir la adquisición alemana de Bayer, que ha capturado la atención de los legisladores y reguladores en Washington, ahora preocupados por sus regulaciones antitrust, que aplican en forma selectiva.

Por lo pronto, la implacable calificadora Fitch amenazó con degradar a Bayer, lo cual denota el malestar anglosajón.

La consolidación global, que tiende a un oligopolio de cuatro empresas –donde ha aparecido China, cuya estatal (¡ojo!) ChemChina adquirió a la suiza Syngenta–, se escenifica cuando los precios de los cultivos se han desplomado –en particular la soya y el maíz–, lo cual presagia el ocaso de los campesinos en el mundo, de por sí al borde de la extinción en países como el México neoliberal itamita, totalmente (des)integrado al esquema agrícola estadunidense.

El aniquilamiento en el México neoliberal itamita de sus miserables campesinos –25 por ciento de la población (¡31 millones!), más de la mitad inactiva–, con un salario de muerte de 60 dólares al mes (https://goo.gl/FSSlST), antecedió la agonía similar de los agricultores de Estados Unidos, quienes han emitido su canto de cisne por la venta de Monsanto, sin contar la futura robotización agrícola con la participación de drones (aviones automatizados).

Y eso que Estados Unidos, superpotencia agrícola cabal, subsidia generosamente su sector agrícola con 956 mil millones de dólares (https://goo.gl/q9e8rq), casi el PIB nominal de México. ¿Cómo competir?

WB, mandamás de Bayer, comentó que necesitan el consentimiento de 30 jurisdicciones y la aprobación de los reguladores de EU, Canadá, Brasil y la Unión Europea. Es curioso que WB que no haya citado a México.

Se da por descontado que la disfuncional Comisión Federal de Competencia (sic) Económica del México neoliberal itamita, franquicia del proyecto irredentista de Estados Unidos, obedecerá lo que ordene Washington.

Las muy bien lubricadas comisiones en el México neoliberal itamita –nidos parasitarios de su kakistocracia– nunca son escudriñadas por el Congreso ni por los ciudadanos, operan con opacidad, como la fracasada Comisión Nacional (sic) de Hidrocarburos, que encabeza el itamita Zepeda Molina, acoplada al entreguista Fondo Mexicano (sic) del Petróleo para la Estabilización y el Desarrollo, donde destaca Federico Reyes-Heroles, que ni ha de saber de qué color es el oro negro que remata; ya no se diga el inolvidable SAM, que ni fue Sistema ni Alimentario ni Mexicano (https://goo.gl/9CqVy0) y que provocó una hambruna artificial en México, hoy totalmente capturado por los esquemas estadunidenses y, peor aún, arrumbado en la irrelevancia ante el giro telúrico de la oligopolización agrícola global.

15.9.16

Traición a la patria

Gilberto López y Rivas

En la Ciudad de México, siendo el día 15 del mes de septiembre de 2016, el suscrito comparece nuevamente ante las autoridades que correspondan y ante el pueblo de México, para exponer e interponer, con fundamento en lo establecido en los artículos 8 y 39 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; 2º. fracción I, 113, 116, 118 y demás relativos y aplicables del Código Federal de Procedimientos Penales, una ratificación y ampliación de denuncia de hechos por la posible comisión del delito de traición a la patria, tipificado en el artículo 123 del Código Penal Federal, contra Enrique Peña Nieto, sus funcionarios y quienes resulten responsables de anteriores gobiernos, por acción u omisión en el ejercicio de sus funciones en los actos que a continuación se describen:

1.- Alentar, permitir y coadyuvar para que un porcentaje considerable del territorio nacional sea entregado a corporaciones extranjeras mineras, en 70 por ciento canadienses, que contaminan aguas, flora y fauna y atentan gravemente contra la salud de los habitantes de su entorno, despojando en los hechos a los legítimos dueños de las tierras de propiedad ejidal, comunal y privada, mediante concesiones otorgadas a esas empresas, sin tomar en consideración que las mismas se encuentran protegidas por el artículo 27 de la Constitución. Otras corporaciones, como la Coca-Cola y cerveceras, al igual que las mineras, se han adueñado de numerosas fuentes de agua, privatizando este líquido vital en perjuicio de millones de mexicanos. Igualmente, enormes extensiones de litorales y playas, han sido adjudicados a corporaciones extranjeras. Estas acciones violentan gravemente la independencia, soberanía e integridad de la nación mexicana, al enajenar y gravar territorio nacional y sus recursos, y contribuir con ello a su desmembración.

2.- Ratificar y continuar cumpliendo lo estipulado en el Tratado de Libre Comercio (TLC), la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (Aspan), y la Iniciativa Mérida, que dañan gravemente la soberanía económica y política de la nación, en beneficio del gobierno y las corporaciones de Estados Unidos, particularmente, sin que estos tratados y mecanismos injerencistas hayan sido sancionados por el Congreso de la Unión ni hayan sido consultados a la ciudadanía. Por medio de Aspan y la Iniciativa Mérida, impuestas por los gobiernos anteriores, y aceptados por el titular del Poder Ejecutivo federal en funciones, agentes de corporaciones militares, policiacas y de inteligencia extranjeros actúan en territorio nacional, algunos de ellos presuntamente armados; estos agentes realizan tareas de seguridad e inteligencia e interfieren y monitorean nuestras comunicaciones desde la Oficina Binacional de Inteligencia, con sede en la Ciudad de México, donde actúan la Agencia de Inteligencia Militar (DIA), la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO) y la Agencia Nacional de Seguridad Nacional, dependientes del Departamento de la Defensa de Estados Unidos. Asimismo, están presentes agentes de la Agencia Federal Antinarcóticos (DEA), la Oficina Federal de Investigación (FBI) y la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), que responden al Departamento de Justicia de ese país, y, claro, la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Estos organismos mantienen enlaces que consiguen información requerida por los extranjeros en todas las dependencias militares, de seguridad e inteligencia mexicanas, en una clara violación a la soberanía y a la seguridad nacionales.

Ya en 2007 emplazamos al entonces procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, a responder sobre el hecho de que el gobierno de Estados Unidos contrató a la empresa Verint Technology Inc para intervenir todos los sistemas de comunicación de nuestro país, según el contrato 5-INLEC-07-M-0002, por un monto de 2 millones 963 mil 438 dólares. El anuncio del contrato que ganó la licitación fue publicado el 23 de febrero de 2007, en el sitio web de la administración pública estadunidense. De lo que se desprende que dicha empresa, u otra similar, continúa trabajando en el escrutinio de las comunicaciones de los ciudadanos, afectando las garantías individuales y, nuevamente, la soberanía nacional, sin que el gobierno actual haya dado cuenta de esta denuncia pública. En ese entonces planteamos estas interrogantes, hoy vigentes: ¿Quiénes deciden qué particulares, organizaciones u organismos deben ser vigilados? ¿Qué marco legal permite o no estas interferencias? ¿Quién clasifica la información y bajo qué criterios? ¿Qué organismo local o extranjero interpreta los datos obtenidos? ¿Es legal que un gobierno extranjero contrate una compañía también foránea para intervenir comunicaciones nacionales? ¿Qué opinan al respecto la CNDH, los integrantes del Congreso de la Unión, los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quienes sin duda también serán intervenidos en sus comunicaciones, en razón de la seguridad nacional y lucha contra el terrorismo?

3.- Otro hecho que configura el delito de traición a la patria es la reforma energética que modificó los artículos 27 y 28 constitucionales, que ha profundizado la privatización de Pemex en beneficio de corporaciones extranjeras y firmas privadas de los allegados de Peña Nieto. Esta reforma constituye en los hechos un acto de desnacionalización del petróleo y su entrega a las grandes corporaciones estadunidenses, como Exxon, Mobil y Chevron, acorde con los documentados artículos de mi colega y experto en el tema John Saxe-Fernández (La Jornada, 25 de julio y 22 de agosto de 2013). Con la entrega de Pemex se complementó el ciclo de la ocupación integral del país que ha venido denunciando el grupo Paz con Democracia (La Jornada, 16/11/ 07).

4.- Recibir al candidato republicano Donald Trump en la residencia oficial de Los Pinos, quien es un abierto y autodeclarado enemigo de México y los mexicanos, suceso también censurable de traición nacional. Por lo anteriormente expuesto, respetuosamente pido se sirvan: Único.- Tener por interpuesta la presente denuncia, solicitando a las autoridades competentes de los poderes Judicial y Legislativo, en virtud de su interposición, procedan a efectuar todas las diligencias pertinentes para que se acredite de manera fehaciente la responsabilidad de los acusados en el delito que se les imputa.

9.9.16

Ante el derrumbe, ¿qué México?

Jorge Carrillo Olea

Mi respeto a Carmen Aristegui.

Este escrito parte de una premisa: nuestro México, el de las actuales generaciones, no da para más. Se agotaron sus magnificencias y se preservaron vicios. Eje de un deseable remedio es aceptar que nuestros grandes propósitos de patria, democracia y justicia fallaron en su conjunto. Se agotó el sistema en todo lo deseable. Su derrumbe incluyó a un sepulturero. Hay que crear un nuevo orden, no con los antiguos modelos, sino con otros visionarios, promotores del mejor futuro posible y rigurosamente realistas.

Los viejos propósitos siguen siendo los mismos, son principios inmutables, imperativos. Las que produjeron este desfase fueron las prácticas aplicadas. Resultaron claramente contrahechas, fallidas y costosísimas. Fueron décadas de simular, de protagonismos triunfalistas, nefastos. En tanto, el mundo ha sido arrebatado en un torbellino de cambios en lo geopolítico y en la vida interna de los países. ¿Las causas?, muchas. Muchas, algunas que México comparte; lo que no compartió fue el sentido visionario y la capacidad de ejecución de ciertos líderes de aquellos rumbos. En un examen corto, para nuestro terruño han sido más de 15 años de quehacer errante.

En 1980 se formuló una alerta, un libro que se llamó Última llamada. Sus argumentos eran totalmente válidos. La crítica oficialista lo trivializó burlona. El gobierno lo despreció y llevó a su autor a exiliarse en Falfurrias, Texas, lo que llevaba todo un mensaje de desprecio del exiliado a quien lo expulsó. Alertas como aquella se han multiplicado inútilmente. Las críticas que hoy se producen ya no operarían para el presente, es muy tarde. Hay que empezar a dibujar el mañana. No es sugerir futurismo político. Es pensar en lo que debemos dejar como legado. Es un acto de responsabilidad.

A dos años, ante el derrumbe, ¿qué México? es la gran cuestión. Debemos empezar por ahí, definir el México deseable. Deseable con prudencia, con serenidad e inteligencia. ¿Qué México? es la gran cuestión. Es una tarea antes que todo de patriotas, de ilustrados en la brega o en el aula, de experimentados y sobre todo es tarea de honestos. El México deseable, viable, no es de difícil definición, el problema es aceptar y enfrentar los graves problemas que hemos postergado. El país por todos anhelado es aquel donde haya justicia, probidad, salud, educación, empleo, cohesión social, compromiso con el ambiente y prestigio internacional. No son eufemismos, si no todos, a los más los hemos tenido ya en términos discretos.

El inmediatismo nos vuelve a empujar a analizar a los supuestos candidatos, inercia engañosa. No es ningún mérito señalar que primero habría que dilucidar qué México deseamos, compatible con lo posible, y sólo entonces deducir el quién ofrecería el mejor programa. Actuar al revés es sencillamente inconducente al fin deseado.

Se necesitan seres humanos que en el conjunto de sus decisiones y acciones ratifiquen poseer una idea de Estado. Que sus solitarias meditaciones los lleven a grandes conclusiones, que posean gran habilidad para leer las estrellas. Que sus actos no sean diseñados para salvar el momento, sino que acaben por inscribirlos en la historia de la grandeza. Que sepan pensar largo y actuar corto. Sí, pero el hombre vendrá después. Hoy urge dar respuesta a la interrogante que definirá el futuro: ¿Qué México?

Estamos ante la gran incógnita para el sistema político, que es si sabremos hacia dónde debemos ir. La tradicional pregunta: ¿quién será el bueno? no debe ser lo primero. Hoy, antes de personalismos, el reto histórico de anticipar el futuro nacional es enorme y demanda gran serenidad y perspicacia. Debemos ofrecer a la nación ideas, compromisos, firmeza, sobriedad y ser capaces de contestar a ¿qué México estamos buscando?

Como inspiración inicial sería bueno releer una suma de talentosos ensayos coordinados por Jesús Ramírez Cuevas en 2011, que es Nuevo proyecto de nación. En aquel tiempo no sufrió descalificación alguna y hoy, seis años después, lamentablemente sigue siendo actual, pues poco ha mejorado para la apreciación popular.

Es lamentable que en estos días sea subversivo alentar la revolución de las conciencias y el pensamiento crítico; hoy es subversivo promover la vuelta a una ética republicana y al combate a la corrupción. Para un cierto establishment es atentatorio plantear un retorno al estado de bienestar corrigiendo desviaciones, como inaceptable les resulta pensar que el derecho a la felicidad es la aspiración esencial del hombre. Por eso, con preocupación se plantea: a dos años, ¿qué México?

8.9.16

Zonas Económicas Especiales del gran capital

David Luna Hernández

El Sur-Sureste Mexicano sufre desde hace 16 años del proceso acelerador de los planes de “integración Económica” con el ya antagónico Plan Puebla Panamá, que por cuestiones estratégicas del Imperialismo Norteamericano fue cambiado su nombre a un esquema micro, según el Estado Mexicano “Planes de Desarrollo Regional”.

Este Desarrollo Regional tienen como objetivo lo macroeconómico de la “Integración Imperialista”, el Plan Puebla Panamá sigue vivo, pero llamado de diferente forma; ahora en su tercera etapa es llamado por el Estado Mexicano como Zonas Económicas Especiales y debemos observar su consistencia para defender lo que aún es nuestro.

El pasado 1 de junio fue publicado en el diario oficial de la federación la Ley Federal de Zonas Económicas Especialesi donde Enrique Peña Nieto pretende generar el desarrollo para la Zona Sur-Sureste del país principalmente; con el fundamento de abatir la desigualdad y permitir cerrar la creciente brecha de desarrollo regional, a partir del crecimiento económico equilibrado entre regiones de mayor rezago social. Dicha Ley presentada por el Ejecutivo Federal y aprobada por el congreso de la Unión.ii

En el discurso el Estado Mexicano plantea impulsar “el crecimiento económico, reducir la pobreza, permitir la provisión de servicios básicos, y expandir las oportunidades para vidas saludables”. En realidad, el objetivo final, es otro.

La Ley Federal de Zonas Económicas Especiales (LFZEE) regulará toda acción que realice en la zona la iniciativa privada y social, pero no social de las organizaciones sociales sino de “Empresas Socialmente Responsables” como un ejemplo la Coca Cola, Shell, kellogg´s, Bimbo, McDonald´s etc.iii. Para el gran capital estos tipos de empresas trasnacionales son de carácter social, por sus programas “supuestos” de responsabilidad social. En realidad su objetivo es el aprovechamiento y explotación de los recursos naturales y humanos, sin traer un verdadero beneficio social. La iniciativa privada es representada por las grandes multinacionales Mineras y aquellas empresas que son financiadas por el BM, FMI, OCDE, BID.

Con esta ley se adecuan las facilidades para las inversiones del gran capital, recibiendo aún más beneficios fiscales, aduanales y financieros, así como facilidades administrativas e infraestructura competitiva. Es claro que el gran capital podrá adquirir hectáreas de tierras, caudales de ríos, mares y pozos de yacimientos de agua, gas, petróleo, y de explotación de minerales a cambio de generar “fuentes de empleos” en los lugares donde se establezcan aprovechando al máximo los recursos de vital importancia.

Recordemos que en esta zona el desarrollo en vías de comunicación en estos últimos tres sexenios ha sido acelerado con mega autopistas para el mayor y rápido desplazo de las mercancías de un lugar a otro, destruyendo a su paso las reservas nacionales en biodiversidad y el tejido social. Otro caso son los parques eólicos que se encuentran en la zona de istmo de Tehuantepec y Puebla sin traer algún beneficio. Refieren autoridades municipales que han estado realizando encuentros con otros municipios que se ven afectados por estos parques eólicos puesto que son un engaño, porque se les habían prometido pagar impuestos y realizar obras sociales en sus municipios.iv Ninguno de los beneficios llegó.

Con la LFZEE, las administraciones privadas de estas zonas estarán coordinadas permanentemente con los tres niveles de gobierno y sin consensar a los ciudadanos. Se realizaran reordenamientos territoriales así como ejecutar acciones de seguridad pública, esto para tener control Y buen funcionamiento de las “Zonas Económicas”. No se podrá evaluar el funcionamiento a corto, mediano y largo plazo, sino será hasta cada 5 años que se evalué y realicen los ajustes necesarios para incrementar la productividad de las zonas. Con esto las empresas aprovecharan al máximo los mantos acuíferos, el aire, la tierra, el petróleo, el gas, los minerales, la fuerza de trabajo hasta saciar su sed de explotación e irse a otra zona estratégica o permanecer en ella.

Como nos damos cuenta esta Ley otorga todas las facilidades a las trasnacionales y al Consejo Coordinador Empresarial (CCE) para generar obras de infraestructuras de transporte, de comunicaciones, de logística, energética, hidráulica, ambiental entre otras que requieran ejecutar en el exterior de la zona para operación de la misma.

El PPP en su Primera Etapa con Vicente Fox Quezada fue la apropiación de la biodiversidad y de las tierras originarias a costos bajos como consecuencia de políticas públicas que generaron pobreza e hizo que millones de mexicanos del sur sureste vendieran sus tierras a trasnacionales o al CCE y emigraran a Estados Unidos de Norteamérica con la esperanza del sueño americano; La Segunda Etapa con Felipe Calderón Hinojosa fue el rompimiento del tejido social de los pueblos con la supuesta lucha contra en narcotráfico, el acelerado desarrollo de las vías de comunicación, la creación de parques eólicos y la acelerada explotación minera, por consecuente desapariciones forzadas, familias divididas, sin tierras, sin agua, sin trabajo digno.

Y la tercera etapa, con Enrique Peña Nieto La Ley Federal de Zonas Económicas Especiales plantea que estas zonas industriales atenderán los principios de sostenibilidad, progresividad y respeto de los derechos humanos de las personas y pueblos de las áreas de influencia. Recordemos y no es difícil para el lector que estos han sido siempre los principios del Estado Mexicano, por lo cual, nunca de estos principios se cumplirán en la realidad, puesto que la explotación de los recursos naturales y humanos son los que siempre salen perdiendo; para esto es de suma importancia mencionar que en este sexenio se agudiza la superexplotación del trabajo, recomiendo le puedan echar un vistazo a un reporte de investigación del Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAMv donde se analiza la pérdida del poder adquisitivo del trabajador en el Neoliberalismo y el abaratamiento de la ganancia de la fuerza del trabajo en nuestro país. Sin duda nos dice este reporte que a pesar de que existan programas donde se inviertan fuertes cantidades millonarias de pesos, la pobreza de nuestro país crece. En 42 años, creció 58% la pobrezavi y en la actual administración federal no hay mejoras. Hoy el déficit de empleo asciende a 34 millones de plazas, por ello 26 millones de mexicanos de la Población Económica Activa PEA se ven obligados a emplearse en la economía “informal” y 8 millones de personas buscan trabajo que nunca encuentran.vii

Es un claro ejemplo que la pobreza está asociada a la Política Económica Neoliberal que durante los últimos cinco sexenios se han implementado, beneficiando por encima de la población al gran capital. Empobreciendo con los planes de desarrollo a cerca de 102 millones de mexicanos.

Con esta Tercera Etapa del PPP, la ley plantea generar fuentes de empleo; no se dice que tipo de empleos, lo más seguro es de outsourcing,viii donde se tiene salarios bajos, condiciones de trabajo deplorables y sin prestación de ley alguna; lo más preocupante es que no se tiene certeza el tiempo que pueda durar una persona trabajando en esas zonas industriales, quedando al vil desamparo. Por otro lado la ley especifica que los permisos que se podrán otorgar a las sociedades mercantiles serán hasta por 40 años. Se desarrollará el flujo del capital trasnacional otorgando permisos a empresas como Wal-Mart, Aurrera, soriana para que los trabajadores compren sus productos y en esa circulación del capital el trabajador sea el que más pierda. (Su fuerza de trabajo-su salario-sus recursos naturales-su vida) las trasnacionales se apropian de la vida y fuente de la riqueza de los mexicanos.

El Estado Mexicano con esta ley garantiza para las trasnacionales la paz social y privada de las zonas industriales, prestando la vigilancia de la Policía estatal, gendarmería, fuerzas armadas, etc. Si pensábamos que ya lo habíamos visto todo, creo que nos equivocamos, los inversionistas ahora tendrán a su favor los fundamentos legales para construir edificaciones, instalar maquinarias y equipos para realizar actividades económicas productivas, obtener autorizaciones, licencias y permisos, obtener financiamiento tanto nacional como del extranjero para continuar con sus actividades de explotación.

Es sin duda analizar desde la geografía correspondiente, todo aquel intento; es cierto que el Sistema Político Mexicano está desgastado, podrido en la corrupción y no sirve, pero es ahí donde se está ejecutando todas las leyes que permiten este saqueo; sin embargo debemos de ser muy audaces en presionar con la lucha social y organizativa a los Cabildos Municipales, Congresos Locales y al Congreso de la Unión para rechazar estos planes Geopolíticos Económicos que benefician al Gran Capital. Debemos de exigir la derogación de esta ley y su rechazo nacional conjuntamente o nos estaremos lamentando. Necesitamos profundizar más prospectiva social para estar listos en esta colisión, los escenarios son muchos, pero hay una única necesidad; transformar esta realidad a través de la acción directa y organizada contra el poder político y económico del sistema.

Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejorix

Notas:
i http://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5439557&fecha=01/06/2016
ii El 14 de diciembre de 2015 la H. Cámara de Diputados aprobó el Dictamen relativo a la Iniciativa de la Ley de Zonas Económicas Especiales con 366 votos en pro, 1 en contra y 54 abstenciones; El 14 de abril del 2016 la H. Cámara de Senadores aprobó dicho dictamen con 89 votos en pro, 8 en contra y 0 abstenciones. El 19 de abril del 2016 la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados turnó la minuta con Proyecto de Decreto por lo que se expide esta Ley de Zonas Económicas Especiales.
iii http://www.cemefi.org/esr/pdf/2015/Lista%20empresas%20ESR%202015%20OK%202110.pdf
iv http://www.jornada.unam.mx/2016/07/19/estados/026n1est
v http://cam.economia.unam.mx/reporte-de-investigacion-122
vi Ídem
vii http://cam.economia.unam.mx/mexico-fabrica-de-pobres
viii http://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/index.php/2016/07/13/el-outsourcing-sucio-negocio-del-gobierno/
ix Palabras del último discurso de Salvador Allende ante golpe de estado en chile, 11 de septiembre 1973.