Revista Milenio, México, D.F., 15 de octubre del 2001
La guerra, el primer mes
La trama secreta de los vínculos del clan Bush con Bin Laden
Por Walter Goobar
BUENOS AIRES.- Algunos millonarios invierten su dinero en apadrinar instituciones de beneficiencia o clubes deportivos. El saudita Osama bin Laden ha adoptado los conceptos de la globalización y la privatización de la economía, y los ha trasladado al mundo del terror: no necesita el apoyo de gobiernos, sino que una fortuna de 300 millones de dólares y miles de discípulos lo han convertido en un empresario autónomo del terror. En un refugio secreto excavado en una montaña afgana, Bin Laden tiene una oficina con computadoras, teléfonos satelitales y el fusil Kalashnikov con que combatió a los “ateos comunistas”.
Desde allí, maneja sus exportaciones de cuero a Italia, sus ventas de semillas y aceite de girasol a Túnez y Marruecos, la construcción de una autopista en Sudán, y financia los grupos fundamentalistas más sanguinarios para concretar un único objetivo: la Guerra Santa contra su antiguo patrón, Estados Unidos.
La figura de este hombre alto, delgado, de mirada fúnebre, nariz aguileña y barba negra que ha comenzado a encanecer, parece arrancada de una vieja versión de Las mil y una noches, pero a los 44 años Osama bin Laden no se conforma con ser el banquero de Alá, sino que también se reivindica su profeta y estratega.
Washington tiene razones de sobra para querer la cabeza de este ex aliado devenido hoy en el “terrorista más peligroso del mundo”. Una de las facetas más silenciadas es su antigua sociedad con el actual presidente George Bush y los nexos de ambos con el escándalo de BCCI, el banco que protagonizó uno de los mayores desfalcos financieros de la historia. La trama secreta de las relaciones de Bin Laden con el clan Bush, aporta claves para entender por qué a Estados Unidos le ocurre una vez más lo mismo que al doctor Frankenstein: está horrorizado por la criatura que ha creado.
Bush, Bin Laden y el BBCI
En junio de 1977, George W. Bush formó en Texas su propia compañía petrolera, Arbusto Energy, cuyo nombre es la traducción al español de su apellido. Uno de los principales inversores era el empresario James R. Bath, que se dedicaba al transporte aéreo. En 1991, la revista Time describió a Bath como “un lobbista cuyas vinculaciones iban desde la Agencia Central de Inteligencia (CIA) hasta los socios mayoritarios y directivos del Bank of Credit & Commerce”.
Además de estar involucrado en el lavado de dinero, el tráfico de armas, canalizar los fondos para las operaciones encubiertas de la CIA, los sobornos a gobiernos y manejar los depósitos de varios grupos terroristas, el BCCI protagonizó una multimillonaria defraudación que llevó a su clausura en julio de 1991.
Según los periodistas Jonathan Beaty y S.C. Gwynne, autores del libro Banco bandido, Bath “hizo su fortuna inicial invirtiendo el dinero del jeque Kalid bin Mahfouz y otros sauditas conectados al BCCI como el jeque Bin Laden,” que es el padre de Osama bin Laden. Según los autores de Banco bandido, los 50 mil dólares que Bath invirtió en Arbusto Energy de Bush, pertenecerían a los sauditas porque el texano “no tenía dinero propio en ese momento”.
De esta manera, el dinero de Bin Laden padre contribuyó a sentar las bases para la primera empresa exitosa y la fortuna de Bush, hijo.
Más tarde, el Buró Federal de Investigaciones (FBI) y el organismo antilavado Financial Crimes Enforcement Network, investigaron a Bath cuando uno de sus socios norteamericano denunció que los sauditas estaban utilizando a Bath y al BCCI para realizar tráfico de influencias en Estados Unidos.
En declaraciones judiciales, Bath admitió que era el apoderado de cuatro prominentes y acaudalados ciudadanos sauditas que usaban su nombre para invertir en Estados Unidos. Aunque no dio sus nombres, en el libro Guerras non sanctas, John Cooley aporta evidencias irrefutables indicando que uno de esos magnates era el traficante de armas Adnan Kashoggi, quien además tenía tratos con el padre de Bin Laden y con el jefe de la CIA, William Casey. Así, el testaferro de Bin Laden padre recibía cinco por ciento de comisión de los negocios que concretaba y en 1977 adquirió y operó por cuenta de Bin Laden el aeropuerto Houston Gulf.
Muerte en Texas
Salem bin Laden murió en 1988, en un misterioso accidente aéreo ocurrido en Texas, el estado de donde proviene la familia Bush. Salem volaba en un BAC 1-11 que había sido comprado en julio de 1977 al entonces príncipe y actual monarca de Arabia Saudita. El plan de vuelo de ese avión ha sido el centro de numerosas investigaciones.
De acuerdo con uno de sus pilotos norteamericanos, el avión había sido utilizado para las negociaciones secretas que en octubre de 1980 mantuvieron emisarios norteamericanos e iraníes. A instancias de la CIA y de George Bush padre, los iraníes demoraron hasta después de las elecciones estadounidenses la liberación de los rehenes en Teherán, para así derrotar en las urnas al demócrata Jimmy Carter. Salem también había participado activamente en el escándalo Irán-Contras. Su muerte en Texas abrió especulaciones de que habría sido eliminado por ser un testigo comprometedor para la famila Bush.
Osama bin Laden, empresario del terror.
Tras la muerte de Salem, Bakr junto a 13 de los 54 hermanos del clan Laden, tomó las riendas del emporio familiar. La mayoría de los hermanos son hijos de madres distintas y poseen nacionalidades distintas. Bakr y Yehia son los representantes del “Grupo Sirio”; Yeslam, del “Grupo Libanés”. También hay un “Grupo Jordano”, mientras que Abdul Aziz, uno de los hermanos menores, representa al “Grupo Egipcio”. Osama bin Laden es el único miembro del clan que tiene una madre saudita. A través del complejo entramado familiar, el empresario del terror posee vasos comunicantes con los principales contratistas del Pentágono y la CIA. La familia Bin Laden es accionista de la empresa de
telefonía satelital Iridium, conformada por un consorcio de 19 empresas entre las que se cuentan tres punteros del complejo militar estadounidense: Martin Marrieta, Lockheed y Raytheon. Las acciones de estas tres empresas fueron las que más aumentaron después de los atentados. Un hermano de Osama, Hassan bin Laden, es además miembro del directorio de la filial Medio Oriente de Iridium. La empresa ha sido acusada por miembros del Congreso estadounidense de vender a China información clasificada sobre el sistema misilístico norteamericano. El otro beneficiado fue el propio Bin Laden quien realizó operaciones de compra-venta de acciones en varias bolsas del mundo, que le habrían redituado 250 millones de dólares a la causa fundamentalista.
En la entrevista que Said bin Laden --primo del célebre terrorista-- concedió al canal de televisión Al Jazeera, hubo un momento excepcional. Fue cuando el banquero extrajo del bolsillo el diploma que obtuvo Osama, al graduarse por la Universidad de J’edda. “No sólo la familia, sino también la casa real saudita tenía sus expectativas cifradas en él”, dijo el primo. Pero Osama bin Laden, alias Mohamed Alk Wahad, alias Abdala Atia, rechazó la oferta que en 1981 le hizo Turki Ibn Aziz Bin Saud (hermano de Fahd, el actual monarca saudita) de convertirse en ministro del Petróleo, porque ya había elegido el Camino de la Iluminación. Arabia Saudita perdió a un administrador de primera línea, pero el terrorismo islámico ganó a una figura que combina un fanatismo ciego con una brillante capacidad administrativa y financiera.
El imperio de Al-Qaeda
“Cada vez que se vende una gaseosa de cualquier marca y en cualquier parte del planeta, la fortuna de Osama bin Laden aumenta y con ello crece también la capacidad de su organización terrorista para librar la Guerra Santa contra Occidente”, afirma el periodista británico Simon Reeve, autor de Los nuevos chacales, un reciente libro sobre Al-Qaeda (La Base, en árabe) la gigantesca empresa bélico- financiera que dirige el magnate saudita.
La mayoría de las gaseosas contiene goma arábiga, una sustancia que evita la decantación en el fondo de la botella o de la lata. La Gum Arabic Company de Sudán, que provee el grueso de la goma arábiga utilizada también en la fabricación de medicamentos y cosméticos, es una de las muchas propiedades de Osama bin Laden.
“Bin Laden tiene más recursos que muchos gobiernos nacionales,” afirma Daniel Benjamin, un experto del Centro de Estudios Estratégicos de Washington. Según la revista británica Jane’s Intelligence Review el imperio de Bin Laden consta de los siguientes bienes reconocidos: barcos pesqueros y frigoríficos en Mombasa (África); la empresa de transportes marítimos Zirkani & Laden International, con sede en Sudán; el Banco de Recursos Botánicos de Jartum, dedicado a la exportación de frutos tratados genéticamente; talleres de pulido de diamantes y lapislázuli en Tayikistán; minas de diamantes en Uganda; empresas madereras en Turquía, y empresas exportadoras de frutas en diversos puntos de África y Asia. La pista financiera de Bin Laden arranca en Sudán, los Emiratos Árabes Unidos y Dubai, y ayuda a sostener a los grupos fundamentalistas en Ginebra, Londres y Chicago. George W. Bush, en la ruta de Al-Qaeda.
Los fondos de inversión Ladin International y Taba Inversiones, una empresa constructora y la empresa de transportes Qudurat Transport Company ayudan a canalizar las inversiones y proporcionan cobertura para la compra de armas, explosivos e insumos químicos.
Diversas instituciones bancarias británicas --como el Barklays y el National Westminster Bank (transformado ahora en el Royal Bank of Scotland)--han prestado sus nombres a Bin Laden para adquirir uranio de Sudáfrica o pertrechos que llevan incorporadas altas tecnologías estadounidenses e israelíes, como por ejemplo aparatos de visión nocturna y miras infrarrojas diseñados por ELTA (empresa de óptica y computación de Tel Aviv) y aparatos de navegación guiados por satélite. En la cúspide del aparato financiero se encuentra el propio Osama, pero de las transferencias del dinero se ocupa su cuñado, Muhamad J’amal Kalifa, un ingeniero graduado en la Universidad de Harvard.
Del manejo de las donaciones provenientes de instituciones caritativas islámicas, con sede en Estados Unidos, son responsables el jeque Muhamad Al Amadi, que reside en Etiopía, y un tal Abu Zubayda, administrador de origen palestino que reside la mayor parte del tiempo en Europa.
Según fuentes coincidentes de servicios de inteligencia occidentales, la mayoría de las donaciones estimadas en 300- 350 millones de dólares anuales descansan en una cuenta del Banco Islámico en Kuwait. El arrepentido Jamal Ahmed al-Fadl, que durante una época se desempeñó como cajero del financista, ha permitido conocer algunos detalles de la estructura financiera de La Base.
Al-Fadl abandonó Al-Qaeda en 1996, cuando se descubrió que se había apropiado de las comisiones proveniente de las operaciones del grupo. El desertor reveló que además del Barcklays Bank de Londres, Bin Laden también tiene dinero en una cuenta del banco GiroCredit de Viena, hoy llamado Erste Bank. Por su parte, el diario suizo Blick publica que una sociedad financiera denominada Taqwa (en árabe, temor a Dios) que tiene sede en Panamá y en Lugano (Suiza) pudo servir para las operaciones financieras del terrorista saudita.
La CIA y las mezquitas
Sin embargo, los orígenes de la multinacional del terror fueron humildes. Al-Qaeda surgió de la constelación que formaban dos grupos de veteranos de la guerra de Afganistán, bajo el mando de Abdula Azam, un acaudalado industrial de origen palestino. Azzam, quien fue guía espiritual de Bin Laden, murió en Pakistán al estallar su automóvil. Se desconoce quién fue el autor de su muerte, aunque sí se sabe que, a partir de entonces, Osama tomó las riendas de la organización que había creado Azam en 1981, potenciando sobre todo su aparato financiero.
Poco antes de morir, Azzam había roto con su discípulo, por la insistencia de éste en invertir el dinero procedente de las donaciones en negocios especulativos, algo que el islam prohíbe. La muerte de Azzam dejó a Osama las manos y la mente libres para construir su imperio.
Durante la ocupación soviética de Afganistán, la CIA, bajo la dirección de William Casey canalizó seis mil millones de dólares para financiar y entrenar a los rebeldes afganos. Casey convenció al Congreso norteamericano que proporcionara a los afganos los misiles antiaéreos Stinger, que sirvieron para derribar los aviones y helicópteros soviéticos, y ahora serán empleados contra los norteamericanos. Con la retirada rusa en 1989, la CIA celebró con champán lo que se consideró la operación encubierta más exitosa de la Guerra Fría.
Pero el festejo no duró mucho: los sofisticados métodos de combate enseñados a los afganos y los generosos arsenales entregados por Estados Unidos y los países europeos se convirtieron en un bumerán. Varios comandos británicos que entrenaron a los rebeldes afganos coinciden en que fue la CIA quien inicialmente le dio carta franca a Osama bin Laden en Afganistán y quien lo instó a utilizar organizaciones humanitarias y mezquitas en Estados Unidos para reclutar voluntarios para la Guerra Santa. De uno de los centros de reclutamiento de Bin Laden en Brooklyn, los voluntartios pasaban a “La Granja”, que es como se conoce en la jerga del espionaje a Camp Peary, un centro de reclutamiento de la CIA en Virginia. En “La Granja”, los reclutas musulmanes provenientes de todo el mundo aprendieron las técnicas de sabotaje y terrorismo.
Entre los egresados más famosos se cuenta Ramzi Ahmed Yusuf, quien actualmente cumple condena a cadena perpetua como principal implicado en el anterior atentado contra las torres gemelas. Otros se convirtieron en miembros del estado mayor de la organización de Bin Laden. Después de la retirada soviética de Afganistán, Bin Laden se mostró desilusionado con las disputas entre los afganos y volvió a Arabia Saudita. Desde allí coordinó el envío de veteranos musulmanes a los Balcanes, Chechenia, Yemen y Sudán donde estableció su propio banco: el Al-Shamal Islamic. La ruptura definitiva con Estados Unidos se produjo durante la Guerra del Golfo: Bin Laden tomó abiertamente partido por Saddam Hussein. En mayo de 1996, volvió a Afganistán con sus tres esposas y 13 hijos, y en septiembre de ese mismo año emitió su primera declaración de guerra contra los norteamericanos quienes --sostenía-,estaban ocupando Arabia Saudita.
Misterio talibán
Hace más de siete meses, y coincidiendo con la llegada de George Bush a la Casa Blanca, el experto británico en temas de Afganistan escribió: “El ascenso de George W. Bush a la Presidencia (...) puede aportar nueva luz en torno a por lo menos dos misterios centrales sobre los talibán. El primero se refiere a la extensión conque la Administración Clinton alentó a viejos aliados de la Guerra Fría, Pakistán y Arabia Saudita, para reclutar y financiar una fuerza militar tribal para poner fin al caos de los guerreros afganos en la era post soviética. El segundo misterio consiste en aportar una explicación coherente sobre la estudiada incompetencia del FBI, la CIA y otras agencias norteamericanas de inteligencia para resolver las supuestas amenazas a Estados Unidos por parte de Osama bin Laden y su organización. Los lazos de Bush con la industria energética, particularmente a través de la petrolera Unocal, son lamentables, ya que tienden a restringir aún más el conocimiento de la política norteamericana en Afganistán en la última parte de la década de los noventa.”
12.11.01
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