Nikolay Sofinskiy*
La crisis ucrania, que no comenzó ayer sino mucho antes, fue el
resultado de la miopía estratégica de Occidente y de la traición a las
promesas dadas. Rusia advirtió en repetidas ocasiones que la expansión
de la OTAN y los intentos de arrastrar a Ucrania a un proyecto antirruso
llevarían a una tragedia. Sin embargo, en Washington y Bruselas
prefirieron ignorar estas señales.
El régimen neonazi de Kiev, que llegó al poder como resultado de un
golpe de Estado inconstitucional en febrero de 2014, apostó por la
represión violenta de quienes no aceptaron la nueva realidad. Los
Acuerdos de Minsk, que podrían haber evitado la catástrofe, fueron
utilizados por el régimen de Kiev y sus tutores occidentales sólo como
una pantalla para preparar a Ucrania para la guerra. Esto ya ha sido
reconocido hace tiempo por los ex líderes de Alemania y Francia.
Desde el golpe de Estado, Kiev ha seguido un camino sistemático de
desmantelamiento de todo lo ruso: el idioma, la cultura, la historia. El
cierre de medios de comunicación en ruso, la prohibición de la
educación en ruso y la persecución de la Iglesia ortodoxa ucrania son
signos de una política nacionalista que, en última instancia, sólo ha
profundizado la división interna. Además, los ataques contra la
población civil han continuado todos estos años.
En febrero de 2022, Rusia se vio obligada a tomar la única decisión
posible en esas circunstancias: iniciar una operación militar especial
(basándose en el artículo 51 de la Carta de la ONU) para proteger a los
habitantes de Donbás y cambiar el equilibrio de poder que amenazaba la
propia existencia del Estado ruso.
¿Y qué está ocurriendo ahora? Ucrania se encuentra en una situación sin
salida. Las élites occidentales están cansadas de la guerra, su economía
está estancada. En Washington y Bruselas comprenden que el "proyecto
Ucrania" se ha convertido en una carga insoportable. Incluso dentro de
la propia Ucrania, el estado de ánimo está cambiando: la movilización
forzosa masiva de soldados, la corrupción y la división en las élites
están debilitando las posiciones del líder ilegítimo Zelensky. En
realidad, Ucrania ya ha perdido como Estado y se ha convertido en un
Estado fallido, que lo sacrificó todo en favor de los juegos
geopolíticos ajenos.
Hoy día, ya es evidente que la crisis ucrania es parte de una
reconfiguración global del mundo. Moscú ya no jugará según las reglas
impuestas, y el mundo avanza rápidamente hacia la multipolaridad, donde
Occidente colectivo ya no es el hegemón indiscutible. Sin embargo, en
esta nueva realidad surge un desafío: ¿es posible el diálogo?
Espero que sí. En este contexto, las recientes negociaciones entre Rusia
y Estados Unidos son una señal importante. Washington, que hasta hace
poco rechazaba categóricamente la posibilidad de discutir una solución
pacífica con Moscú, ha cambiado su posición. El presidente Trump es el
único líder occidental que ha declarado pública y abiertamente que una
de las causas fundamentales de la situación en Ucrania fue la línea
agresiva de la administración anterior para arrastrar a Ucrania a la
OTAN.
¿Está Rusia preparada para el diálogo? Sin duda. Nuestro país ha
afirmado durante todos estos años que es necesario resolver el problema
de la seguridad mundial. En estas condiciones, Rusia propone crear en
Eurasia un nuevo sistema de seguridad que tenga en cuenta los intereses
de todos los estados de este vasto continente, basado no en una
estructura de bloques, sino en garantías de seguridad colectiva
bilaterales y multilaterales. Proponemos un modelo basado en los
principios del diálogo, la cooperación y el respeto por las decisiones
soberanas de sus participantes.
Es importante que esta nueva arquitectura esté abierta para todos: tanto
para los países de Europa como para los miembros de la OTAN. Es
evidente que esto no puede lograrse de inmediato, pero en un futuro
previsible se podría acercar a una discusión con los europeos sobre
posibles formas de establecer en el continente euroasiático un marco de
seguridad equitativo e indivisible. Esto responde objetivamente a los
intereses de Europa, si desea mantenerse como uno de los centros
independientes del desarrollo mundial. Sin garantías de seguridad
confiables y buenas relaciones con Rusia, este objetivo difícilmente
será alcanzable.
*Embajador de Rusia en México
24.2.25
El ocaso del "proyecto Ucrania": ¿qué le espera a Europa y al mundo?
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario