5.2.25

Diez tesis de la guerra comercial de Trump

Mario Campa

México y Canadá ganaron una batalla, pero no la guerra. Con Trump arropado por una base galvanizada, escenarios impredecibles nublan el horizonte.


1. México y Canadá ganan oxígeno con la postergación de aranceles. Los negociadores compraron tiempo. Tienen a su favor que las redadas y deportaciones masivas ocasionarán miedo y un descenso natural en los flujos migratorios. También, que miles de migrantes cruzaron en el ocaso de Biden. Pero en la política antinarcóticos será complejo definir y presumir cifras contundentes para convencer a Trump, asumiendo que exista posibilidad real de convencimiento. En cualquier caso, el comercio sale beneficiado. No únicamente gana espacio de adaptación, sino que además tendrá 30 días para pactar menores inventarios con los clientes estadounidenses y descuentos razonables para aprovechar el desfase tarifario.

2. Donald Trump mostró debilidades que volverá a ventilar. Desde el primer anuncio obsequiaba señales para el ojo atento al detalle. Por ejemplo, diferenció la electricidad, el gas y el petróleo de Canadá con un arancel del 10 por ciento que sugería temor de causar malestar al consumidor y a los productores. La inclusión de una cláusula contra represalias también presagiaba cabildeo corporativo. Asimismo, es probable que la caída de los mercados bursátiles, el sospechoso silencio de los republicanos y críticas como la del Wall Street Journal que apodó a la guerra comercial como “la más tonta en la historia” hayan mermado la confianza. Los 30 días de pausa develarán más costuras.

3. Reducir el tráfico de fentanilo no es el fin último de Trump. La argumentación al interior descansó en los déficits comerciales y fiscales. El Presidente incluso exigió a Canadá abrir su sistema bancario a la inversión estadounidense. No todas las amenazas son aire, como China pudo constatar en 2018-19 con aranceles que han recaudado cientos de miles de millones de dólares. Trump busca bajar la tasa tributaria a los corporativos y podría rellenar el vacío con aranceles o con austeridad a la Milei. El fentanilo parece una gambeta para decretar una “emergencia nacional” y ganar poderes discrecionales, además de servir de navaja suiza para proclamar victorias fáciles.

4. Trump subestima el déficit comercial con Vietnam y otras economías asiáticas. En el 2017, Estados Unidos importaba en bienes 38 mil millones de dólares más de los que exportaba a Vietnam. Para el 2023, los aranceles a China habían disparado el déficit comercial en más de 100 mil millones de dólares. Trump ayudó a convertir a Vietnam en potencia textil. Esa clase de efectos indeseados podría padecer Norteamérica en una guerra comercial prolongada hasta elevar el atractivo relativo de países como Corea, Indonesia e India. La incertidumbre desatada por las amenazas arancelarias posiciona a Asia como refugio.

5. La relación de Canadá con Estados Unidos sale dañada. La presunta “envidia del mundo”, como algunos apodan esta alianza entre vecinos, está fracturada. El abucheo del himno estadounidense en arenas de hockey y basquetbol, la cancelación del contrato entre Ontario y Starlink (de Musk), la proliferación de etiquetas “hecho en Canadá” en los supermercados y la remoción de licores importados de las vinaterías delatan sensaciones de traición entre los canadienses. La desconfianza puede subir si la guerra comercial escala.

6. Trudeau y Sheinbaum elevan su capital político al interior. Remar contra el nacionalismo suele ser una apuesta perdida de antemano. En Canadá, Trudeau pronunció su mejor discurso con el anuncio de represalias y ocurre cuando su partido liberal recupera intención de voto. En México, Sheinbaum encontró amplio apoyo partidista, empresarial y popular con su estilo de serena firmeza. En cambio, Eduardo Verástegui, Lilly Téllez y Xóchitl Gálvez se esforzaron por demostrar impericia y verdor político. La última encuesta de Latinobarómetro en la región muestra que los mexicanos calificaban con un 2.4 sobre 10 a Trump hace un año y que eran quienes peor lo evaluaban incluso antes de los aranceles. Elegir el lado estadounidense, de manera abierta o encubierta, era un marco perdedor y la oposición en México entregó el primer round.

7. México y Canadá ganaron una batalla, pero no la guerra. Con Trump arropado por una base galvanizada, escenarios impredecibles nublan el horizonte. Mientras persistan los déficits comerciales y fiscales de Estados Unidos, el neomercantilismo al mando buscará víctimas donde olfatee debilidad. Tiene como activos la asimetría regional, una Europa radicalizada, el repudio a la globalización en el mundo desarrollado y la popularidad de oligarcas como Musk en públicos apolíticos. México y Canadá tienen pocas cartas por jugar, pero usarlas en momentos críticos compra tiempo para esperar que los republicanos pierdan en dos años el Congreso y en cuatro la Presidencia.   

8. El modelo de orientación de exportaciones da señales de agotamiento. Desde la entrada al GATT (luego OMC) y la firma del TLC/NAFTA, Salinas y su camarilla buscaron atar el futuro comercial y geopolítico nacional a Estados Unidos. El PAN dobló la apuesta y reforzó como dogma aquello de deprimir los salarios para preservar competitividad frente a China: un error. El crecimiento prometido nunca llegó, en cambio se importaron las recesiones del 2001-02 y 2008-2009 fabricadas en Estados Unidos. Además, México quedó expuesto a los cambios de humor del Presidente estadounidense en turno. Años más tarde, Morena cabalgó abismos y ofreció continuidad con el T-MEC, aunque reorientó el gasto para fortalecer el mercado interno. El ajuste estructural toma dirección correcta, aunque la coyuntura exige mayor magnitud. El Plan México puede ser la entrada trasera al interior.

9. México debe diversificar. Es cierto, decirlo es más fácil que hacerlo. Pero sembrar hoy permitiría cosechar mañana. Uno, firmar tratados comerciales con Europa y Brasil ampliaría mercados para las manufacturas, aunque conllevaría importación de alimentos: una compensación tolerable. Dos, fortalecer el mercado interno con la política salarial, la mitigación de la pobreza y la reactivación de la política industrial son pasos firmes, aunque falta la reducción de la semana laboral. Tres, es aconsejable ajustar la banca de desarrollo del comercio internacional —el Bancomext de Lázaro Cárdenas — para incluir como meta una genuina diversificación. Cuatro, relanzar la CELAC estrecharía vínculos comerciales con América Latina, pero demanda espinazo institucional permanente. Por último, entrar a los BRICS podría ser arriesgado por el contexto norteamericano, pero firmar acuerdos bilaterales pasaría desapercibido para en un futuro cerrar la pinza.

10. La política exterior de Trump genera repudio, pero también aplauso. Que Europa esté lo más desplazada a la derecha desde la Segunda Guerra Mundial es muestra de choques tectónicos emergentes. El sentimiento de época proyecta a Trump como líder apolítico y heterodoxo, por más irónico que resulte su alianza con oligarcas del internet. No hay otra forma de explicar el éxito de Javier Milei, quien hasta hace unos años hubiera pasado por merolico. Es temporada de ultras, y un Trump o Musk envalentonados pueden tumbar gobiernos, deshuesar instituciones y voltear alianzas históricas. El consenso de la posguerra está en horas bajas. En esas aguas hirvientes toca nadar. La activación del nacionalismo mexicano y canadiense y los boicots dan esperanza de contención frente al matón de la cuadra. El repudio moviliza e ilusiona.

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