Washington (proceso.com.mx).- El gobierno de Enrique Peña Nieto encubre las violaciones a los derechos humanos cometidas por las fuerzas de seguridad y autoridades porque le preocupa mantener una buena imagen de México en el extranjero, denunció la organización Human Rights Watch (HRW).
“Hay tres soldados de bajo rango
acusados de esta masacre (Tlatlaya). Da la impresión que el encubrimiento
continúa, no es creíble que tres soldados hayan tomado la decisión por sí
solos, sin haber consultado con nadie”, declaró en rueda de prensa José Miguel
Vivanco, director ejecutivo de la
División de las Américas de HRW.
Al referirse a la masacre de 22 personas
en Tlatlaya, Estado de México, y a la desaparición de 43 jóvenes en Ayotzinapa,
Guerrero, Vivanco recordó que en México los militares y policías de todos los
niveles cuentan con la libertad y seguridad para cometer delitos atroces.
Respecto al caso de Iguala, Vivanco
reprobó que la reacción del gobierno haya sido tardía:
“¿Saben dónde queda Iguala?, a menos de 200 kilómetros de la
capital de México, a tres horas por carro, del Distrito Federal. No hay excusa,
este no es un sitio remoto que queda en la selva, distante, de difícil acceso…
parece que al gobierno de Peña Nieto le preocupa más su imagen que resolver la
situación de los estudiantes secuestrados y probablemente salvar la vida de
muchos de ellos”.
HRW dio a conocer que este miércoles
envió una carta al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y al Procurador
General de Justicia, Jesús Murillo Karam, en la que le notifican que los esfuerzos
del gobierno de Peña Nieto “han sido insuficientes” y “contradictorios”.
De los casos Tlatlaya y Ayotzinapa, HRW
considera incluso que es vergonzoso que fuera gracias a los medios de comunicación
que se “desmoronara” la posición inicial y oficial de intentar encubrir la
participación de militares y policías en estos crímenes.
Al hablar de la situación que sufren los
habitantes de Guerrero por la desaparición de los 43 normalistas, la muerte de
seis civiles y el descubrimiento de 28 cadáveres en fosas clandestinas, Vivanco
no tuvo empacho en reprobar las reacciones de Peña Nieto:
“El 30 de septiembre (pasado) el
presidente de México reacciona, y reacciona mal; reacciona sosteniendo que el
problema es de Iguala, y el problema no es de Iguala, el problema es de México,
y el responsable último por la suerte, la seguridad y la vida de esos
estudiantes es el gobierno de México”.
La alternativa a esto, según HRW,
hubiera sido que Peña Nieto hubiese dispuesto la presencia inmediata, que
Murillo Karam hubiera acogido inmediatamente el caso.
Según Vivanco, el gobierno de Peña Nieto
ante situación como la de Tlatlaya e Iguala tiende a improvisar porque para la administración
los derechos humanos “es un tema secundario”, al que reacciona sólo por
intentar mantener una imagen contraria a la realidad que se vive en México.
“Sólo reacciona frente a los escándalos
mayores, cuando la opinión publica exige respuestas, cuando los medios – de comunicación-
colocan estos datos, escándalos en las primeras planas”, reprobó Vivanco.
El representante de HRW insistió que el
gobierno mexicano “adopta medidas de parche para abordar esa crisis como una crisis
muy circunstancial, esperando; y me imagino que con la ilusión, de que estos
temas van a desaparecer a las pocas horas o a los días de la preocupación
nacional y van a poder darle vuelta a la hoja y enfocar la atención en otros
temas”.
Respecto a la reacción del gobierno de
Barack Obama ante los casos de Iguala y Tlatlaya, Vivanco agregó: “Me habría gustado,
evidentemente, declaraciones mucho más contundentes por parte de la
administración Obama, que en general ha sido
bastante, yo diría silenciosa y mas bien ha evitado formular críticas al igual
que la administración anterior, del presidente
(George W. Bush, los derechos humanos en México”.
En la conclusión de su análisis y
valoración de lo hecho por Peña Nieto en materia de derechos humanos, HRW puso
en tela de juicio la posibilidad de que México aporte algo valioso a la
comunidad internacional, ahora como participante en las misiones militares de
paz de las Naciones Unidas (ONU).
El de México, según Vivanco, “es un
ejército que no tiene la cultura de los derechos humanos y no cuenta con un record
que pueda servir”, a los propósitos de las misiones de paz de la ONU.
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