31.3.19

La Conquista de México 1519-1521

Enrique Dussel


En 1992 se debatió la problemática de la "invasión del Amerindia" (denominada eurocéntricamente el "descubrimiento de América") a 500 años de 1492. Sería bueno que en estos dos años (2019-2021) rememoremos la problemática todavía actual por sus efectos de la sangrienta conquista de las grandes culturas de Mesoamérica (la azteca, maya, zapoteca, otomí, etcétera) que fue un genocidio de significación mundial, porque aquí se produjo el choque y la dominación violenta del extremo occidente de Eurasia (España) sobre las culturas del extremo oriente del Asia (ya que nuestros pueblo originarios posiblemente llegaron procedentes del Asia oriental por el estrecho de Bering).

Ciertamente España (por su ocupación militar) y Roma (por la organización de la Cristiandad de las Indias occidentales) son autoras y cómplices de un genocidio.

En efecto, no bien conocidas las "Islas del Mar Océano" al occidente del recién descubierto Océano Atlántico, el Papa concede a los reyes de España por la bula Inter caetera del 3 de mayo de 1493 las tierras recién descubiertas con la obligación de evangelizar a sus habitantes. Aquí se encuentra ya el primer motivo que justifica "pedir perdón a los pueblos originarios" por parte del Papa. El mismo Bartolomé de las Casas se preguntaba qué: ¿con qué derecho el Papado otorgaba o donaba al rey de España tierras y pueblos sobre los que no tenía ningún conocimiento, posesión o dominio? Bartolomé le negaba al Papa este derecho, que además lo hacía cómplice del crimen injusto y genocida de la conquista, con sus matanzas y por la horrible servidumbre a la que habían reducido a los pueblos originarios del continente.

Y, con respecto a España y Portugal, y muy especialmente sus reyes y al Consejo de Indias, fueron responsables de la ferocidad, violencia, sangrientos enfrentamientos con armas desconocidas para los indígenas (tales como los cañones, ballestas, caballos, etcétera), y todo tipo de vejámenes que se cumplieron.

Valgan unas citas de cartas que tuve en mis manos en el Archivo de Indias de Sevilla, enviadas al rey mostrando la situación: "Mucha de la plata que de acá se saca y va a esos Reynos, se beneficia con la sangre de os indios y va envuelta en sus cueros"(Carta del obispo mechoacano Don Juan de Medina y Rincón del 13 de octubre de 1583; AGI, México 374).

Y otro: "Avra quatro años que, para acabarse de perder esta tierra, se descubrió un aboca del infierno por la qual entra cada año gran cantidad de gente, que la cobdicia de los españoles sacrifica a su dios, y es una mina de plata que se llama Potosí" (Carta del obispo Domingo de Santo Tomás, del 1 de julio de 1550; AGI, Charcas 313) .

Quien ignore la violencia e injusticia de la conquista de Latinoamérica, y muy especialmente de México, lo mínimo que puede decirse que es un ignorante, y que al no tener mala conciencia de un verdadero crimen se hace hoy culpable de ese mismo crimen, aunque sea, y en mayor medida, el rey de España. He leído miles de Reales Cédulas en las que los reyes españoles estampaban un gran firma y que decía: YO EL REY, sin mayor indicación (había que averiguar por la fecha del documento el nombre del personaje).

Los conocidos historiadores demógrafos, Cook-Borah y Simpson dan para México una población de 11 millones de habitantes en 1519, que decreció en 1607 a los 2 millones de indígenas. Claro es que hubo enfermedades contra las cuales la población indígenas no estaba protegida, pero las matanzas en las guerras narradas por el Chalan Balam, el mal trato en la mita, la encomienda y las haciendas e ingenios, y el trabajo doméstico de las mujeres indígenas en las casas de los blancos (que se quedan amancebadas obligándolas a dejar a sus maridos para ser vejadas por los españoles y criollos), el cambio de territorio agrícola de los más fecundos a los desiertos estériles (lo que produjo hambrunas mortales como entre los tarahumaras) significará una crisis demográfica gigantesca.

Todo esto nos sugiere que es muy conveniente en México comenzar a tener presente, día a día, el 500 aniversario de la horrenda Conquista de México. Hay fechas emblemáticas: el 18 de febrero hace 500 años Hernán Cortés salía de La Habana con 600 hombres, 16 caballos, 10 cañones, 32 ballestas. El próximo 22 de abril hace 500 años que desembarcó en Veracruz; estando ya asentado en México Tenochtitlán vence el 30 de junio a Pánfilo Narváez. El próximo año, el 30 de junio se cumplirán los 500 años de los comienzos del asedio de México con el auxilio de los tlaxcaltecas y otros pueblos dominados por los aztecas. El 13 de agosto de 1521 tomarán y destruirán Tenochtitlán hace 500 años. Deben ser fechas recordadas y estudiadas día a día para tomar conciencia de que fuimos colonia, y después no hemos dejado de ser neocolonias del que no se tiene autoconciencia por el eurocentrismo cultural de nuestros criollos (los mexicanos blanco americanos hijos de españoles que quedan después en el poder hasta el presente).

La plena descolonización política, económica y cultural es necesaria en el futuro después de 500 años de la Conquista. Debe ser un propósito de la Cuarta Transformación.

¡Es tiempo ya que el rey de España y el Papa romano pidan perdón, no sólo por medio de palabras sino por actos objetivos, a los pueblos originarios por el crimen de la Conquista! ¡Pero también que pidamos perdón los criollos mexicanos, los blancos y principalmente los racistas a los pueblos originarios cumpliendo con los acuerdos de San Andrés y dando plena autonomía a los nobles y cultos herederos de las altas culturas milenarias mesoamericanas!

Enrique Dussel

27.3.19

Rusia y China respaldan a Venezuela y cambian el juego

Álvaro Verzi Rangel

Rusia y China dejaron claro esta semana que hay que tomarlos en cuenta y son básicos para la solución de la crisis de Venezuela. La línea de fuego la corrió Rusia, que hoy está en frente del patio trasero de EEUU y el fantasma de la Crisis de los Misiles de octubre de1962 atemoriza al mundo entero.
Los analistas y los diplomáticos se mantienen alertas: EEUU perdió a Venezuela ya que Rusia corrió la línea de fuego a Suramérica y el Caribe y la llevó al propio territorio de los aliadosde Washington, tras obligar a salir a los estadounidenses de Siria.

 Desviando la atención de Venezuela, EEUU rompió con décadas de consenso mundial y se convierte en el primer país en reconocer la soberanía de Israel sobre una área siria que ocupa desde 1967. El presidente Donald Trump, firmó un decreto por el que reconoce oficialmente la soberanía israelí sobre los Altos del Golán, medida que justificó por lo que calificó como las agresivas acciones de Irán y de grupos terroristas contra Israel.

“Esto es algo que debería haberse hecho hace muchas décadas”, dijo Trump al rubricar la proclamación presidencial, junto al primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, en la Casa Blanca. La ONU advirtió, sin embargo, que la decisión estadounidense no cambia en absoluto el estatus internacional de esta zona arrebatada a Siria en 1967.

Volviendo a la crisis latinoamericano-caribeña, el gobierno chino replicó al consejero de Seguridad Nacional estadounidense, John Bolton: "América Latina no es propiedad de ningún país ni tampoco es el patio trasero de ningún Estado", dijo el portavoz de la cancillería chinal Geng Shuang. Bolton había declarado que "EEUU no tolerará la injerencia de potencias militares extranjeras hostiles en los objetivos compartidos del hemisferio occidental" en alusión a dos aviones de Rusia que llegaran a Venezuela.

Washington insiste en que Latinoamérica y el Caribe es su patio trasero y necesita a la región porque va perdiendo la competición contra China y Rusia. Desconoce que los países son soberanos e independientes y pueden decidir por ellos mismos con qué naciones cooperar.

El gobierno estadounidense mantiene desde 2017 un bloqueo financiero contra Venezuela que prohíbe las transacciones con el gobierno de ese país y la petrolera estatal PDVSA (le congeló siete mil millones de dólars yh bloqueó todas los pagos de empresas estadounidenses por el petróleo venezolano) y en noviembre de 2018, la Casa Blanca prohibió a sus compañías realizar transacciones con el oro venezolano.

Sin dudas, la crisis en Venezuela responde a intereses económicos y geopolíticos de EEUU, que usa al autoproclamado presidente interino Juan Guaidó para llevar adelante sus apetencias, recurriendo incluso a sanciones secundarias a países que no están en conflicto con el gobierno constitucional de Caracas.

Estados Unidos trató de dividir el mundo en una reunión en Roma entre su asesor, el genocida Elliott Abrams y el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia Serguéi Riabkov, en busca de una “solución para Venezuela”, que pasó a ser protagonista en esta lucha por la hegemonía mundial. Pero no hubo acuerdo alguno.

Riabkov, tras señalar la "inadmisibilidad" de una intervención militar en Venezuela, dijo que “la conversación fue difícil, pero franca” y agregó que “por nuestra parte tenemos una mejor comprensión de la postura de EEUU al respecto”. Rusia ya ha manifestado que no aceptaría una intervención militar en Venezuela: esa misma semana arribaron a Venezuela dos aviones rusos que transportaban personal y equipo técnico militar.

EEUU comprendió que deberá sentarse con Putin a negociar y en ese diálogo Venezuela estará en el medio. La ONU volvió a reconocer a Maduro como el legítimo presidente y Washington debió llamar al jefe de las fuerzas militares venezolanas para pedirle permiso para retirar a los últimos funcionarios de lo que era su embajada y pidió ser escoltados hacia el aeropuerto .

Los analistas señalan recientes hechos mundiales relacionados con Venezuela que dejan claro que el país es hoy protagonista de un resurgimiento de la llamada Guerra Fría entre las potencias, solo que esta vez no son dos bloques, sino tres: Estados Unidos, Rusia y China., con una tensión creciente alimentada por las políticas agresivas del gobierno de Donald Trump.

En la reunión de la Organización de Países Productores de Petróleo en Bakú, Arzebaijian, el ministro de Petróleo declaraba que Venezuela dejaba de vender crudo a India concentrándose únicamente en la venta de petróleo a China y Rusia. Lo cierto es que India recibió un ataque desde Paquistán, orquestado por la CIA estadounidenses, para “convencerlos” de no comerciar con Venezuela.

Paralelamente, el gobierno chino negó la visa a Ricardo Hausmann, representante de Venezuela designado por Guaido ante el Banco Interamericano de Desarrollo, para participar en la asamblea del organismo en China. Más allá del desconocimiento a Guidó, la reunión fue suspendida.

Hay que recordar que los principales socios en el Banco Interamericano de Desarrollo, dirigido por el neoliberal colombiano Moreno Ocampo, son EEUU con 30%, Argentina y Brasil con 11 cada uno, la Unión Europea con 10% : todos ellos habían manifestado el apoyo incondicional a Guaidó y Hausmann, un exministro de Carlos Andrés Pérez (depuesto por corrupción) y funcionario de organismo internacionales..

En este ajedrez geopolítico mundial, no se puede olvidar que en EEUU existe una gran polémica interna por la supuesta intervención de Rusia en las elecciones del 2016 –las investigaciones del fiscal no hayan encontrado pruebas de la presunta conspiración- y que luego del fracaso de las reuniones con Corea del Norte y el tema del muro fronterizo con México, Trump arriesga mucho en un acuerdo comercial con China.

Venezuela firmó con Rusia un contrato de casi 300 mil millones de dólares para el suministro de petróleo pagado por adelantado y otro por 40 mil millones de dólares con los chinos por el petróleo.

Obviamente, a Washington poco le interesa el pueblo venezolano. De lo intenta es el asalto de los más de 300.000 millones de barriles de la reserva petrolera prioritaria del mundo. Pero la historia reciente muestra que EEUU no han podido ganar una intervención solos (lo han hecho con aliados y al momento de repartir el botín el fracaso fue nefasto, ejemplo en Irak y Libia).

Estados Unidos perdió la vía diplomática que desechó desde el principio y, siguiendo la lógica geopolítica, sólo le resta la guerra. No tiene margen de maniobra mayor de Naciones Unidas, y donde Rusia y China cuentan con poder de veto y también suma en contra a los países que han sufrido impacto por intervenciones de la OTAN.

Colombia (socia de la OTAN), que hasta intentó coparticipar en una invasión a Venezuela, es la más preocupada hoy. El poder militar venezolano, superior al colombiano, se ve ahora reforzado por el apoyo ruso, y Bogotá teme que el conflicto se desplace de la frontera norte a la retaguardia colombiana, explotando eventualmente en alguna base propia o estadounidense.

Estados Unidos es consciente que Venezuela con el apoyo ruso y chino, no es Panamá, Granada, Irak o Libia.
 
Álvaro Verzi Rangel: Sociólogo venezolano, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

24.3.19

La Guardia Nacional y el lenguaje de la pacificación



CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El intenso debate en torno a la creación de la Guardia Nacional, aprobada el 28 de febrero por el Congreso de la Unión con un consenso generalizado también entre la opinión pública, se redujo a dos puntos esenciales que, por lo menos al nivel político, ya fueron resueltos. Primero, el Ejército, que aún conduce tareas de seguridad en numerosas ciudades y regiones del país, volverá a sus cuarteles en un plazo de cinco años. Y segundo, la Guardia Nacional –adscrita a la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana– obedecerá a un mando civil y sin fuero castrense para los 35 mil elementos de la Policía Militar y los 8 mil de la Policía Naval, quienes junto con agentes de la Policía Federal y nuevos reclutas integrarán un cuerpo de 80 mil oficiales a finales de 2019.

Aunque estos puntos son cruciales para garantizar el proceso de desmilitarización de la seguridad pública del país, es necesario examinar otro aspecto clave en la creación de la Guardia Nacional: la cancelación del discurso oficial que durante 12 años de supuesta “guerra contra el narco” movilizó a las Fuerzas Armadas por todo el territorio nacional justificando incluso crímenes de lesa humanidad.

En una forma de reiterada narrativa que criminalizó a los sectores más vulnerables del país, ese discurso de guerra legitimó el terrible saldo de más 272 mil asesinatos y más de 40 mil desapariciones forzadas en México.

Ahora que sabemos con mayor certeza que la violencia atribuida a los “narcos” es resultado directo de la estrategia de militarización para supuestamente combatirlos, tenemos el reto de exigir un lenguaje de pacificación que impida a este y a cualquier otro gobierno la creación de nuevos enemigos domésticos; que imposibilite, en suma, una nueva declaración de guerra en contra de la sociedad.

Independientemente de afiliaciones políticas, los críticos de las primeras propuestas para la creación de la Guardia Nacional externaron en su momento, no sin razón, el temor de revivir la profunda herida social de la siniestra “guerra contra el narco”. Sus objeciones marcaron con claridad los peligros que conlleva dejar en manos de soldados tareas de seguridad pública que siempre debieron estar bajo una autoridad civil.

“Desmilitarizar militarizando no parecía la mejor receta porque remite a una medicina que no funcionó: la política criminal de los expresidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto –valorada por el crecimiento de las muertes violentas, las ejecuciones extrajudiciales y las desapariciones forzadas– implicó un trágico desastre”, observó el académico y periodista Ricardo Raphael.

Pero aun con un mando civil y con el Ejército emplazado para regresar a los cuarteles, es válido señalar, con el analista de seguridad Jaime López Aranda, que el esquema de la Guardia Nacional recién aprobado “operativamente no cambia nada”, pues se trata de una corporación híbrida compuesta por soldados y policías que, según él, será “la misma gente que va a hacer exactamente lo mismo”.

Aunque merecen ser considerados con seriedad, todos estos reparos permanecen, en mi opinión, en la superficie del problema real: el discurso de guerra que ha fundado el estado de excepción en México. Como explica Giorgio Agamben, el estado de excepción es la función constitutiva de todo Estado moderno, la condición que permite el desborde entre lo inscrito en el derecho y el evento que no puede ser anticipado por la ley.

Ese es el punto ciego de mucha de la crítica, pues sin detenerse en el realismo político del estado de excepción y su discurso de guerra, limita su reclamo a la constitucionalidad de la Guardia Nacional y a la impunidad de los militares suplementando la función de las policías civiles; es decir, al borde mismo del estado de excepción, pero sin adentrarse en él.

Agamben muestra que el estado de excepción –a la vez dentro y fuera de lo establecido por una Constitución– es “aquello que funda el nexo entre violencia y derecho y, a la vez, en el punto en el cual se vuelve ‘efectivo’ aquello que rompe este nexo”. En otras palabras, la pregunta de fondo no se reduce al hecho de mantener o no al Ejército a cargo de la seguridad pública del país. El problema de raíz tampoco se localiza en la constitucionalidad de un mando militar o civil, temporal o permanente.

La militarización, si hemos comprendido bien las lecciones históricas de nuestra política de seguridad nacional, ha sido la forma más reciente del estado de excepción, pero no su contenido. Este último no reside en los mandos militares sino en el Poder Ejecutivo, en la razón de guerra que se dicta a los soldados y en la construcción simbólica del enemigo que se dice combatir.

La “guerra contra el narco” produjo ríos de sangre no por haber sido ejecutada por militares, sino porque los militares fueron instrumentalizados por el Poder Ejecutivo para ocupar el territorio nacional en contra de un enemigo cuidadosamente confeccionado para ser exterminado sin consideración legal, ética o política alguna. Dicho de otro modo: la estrategia de militarización se basó en la invención de la guerra que, como advirtió el propio Felipe Calderón desde el primer día de su gobierno, sería larga, costosa, destructiva, implacable.

Un estudio mostró que los índices de letalidad de las Fuerzas Armadas mexicanas entre 2008 y 2011 rebasaban los de la Policía Militar en Brasil aun en sus más brutales operativos de exterminio en las favelas de Río de Janeiro. Quedó evidenciado así el recurrente uso del asesinato extrajudicial como método normalizado entre los soldados mexicanos.

Pero la letalidad de las Fuerzas Armadas en México fue apenas el efecto, no la causa. “Un discurso de ‘guerra’ en contra de la delincuencia que en el caso mexicano fue impulsado desde el propio Ejecutivo federal y apoyado por buena parte de los actores políticos, económicos y sociales del país” fue la razón fundamental de la oleada de violencia. “Este discurso ha adoptado características del derecho penal del enemigo”.

Así lo comprobaron los periodistas Daniela Rea, Mónica González y Pablo Ferri en su extraordinaria investigación sobre la “cadena de mando” establecida entre militares. Un soldado entrevistado resume el terrible contenido de ese discurso durante los años de la “guerra contra el narco”:

Tu enemigo es el sicario, es el narco. Te enseñan lenguaje corporal para saber identificarlos, te dicen algunas señas. Al principio (los narcos) traían camionetas o carros con potencia de arranque, de ocho cilindros. Después todo eso cambió para despistarnos, ya andaban en motos, en coches de cuatro cilindros. Después nos la cambiaron, andaban una pareja con un niño, ya era bien difícil identificar a la maña. Antes ocupaban al típico pelón, tatuado, rapado, después nos la cambiaron con playeritas polo, bien cortaditos del pelo, los que eran sicarios de élite.

Hasta donde podemos constatar, ese lenguaje está siendo transformado tanto en materia legal como política. Los integrantes de la Guardia Nacional, según se explicita en el dictamen aprobado por el Congreso de la Unión, “se regirán por una doctrina policial fundada en el servicio a la sociedad, la disciplina, el respeto a los derechos humanos, al imperio de la ley, al mando superior y en lo conducente a la perspectiva de género”.

Por otra parte, y aunque no del todo exenta de ambigüedad e imprecisión, la presidencia de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha articulado también un cambio de paradigma en su plataforma de seguridad que podría neutralizar el violento espacio de guerra construido por la militarización de los gobiernos anteriores.

El Plan Nacional de Paz y Seguridad presentado por el equipo de transición de AMLO anunció el rechazo al prohibicionismo estadunidense como problema de “seguridad nacional” para, en cambio, promover un proceso de pacificación general de la sociedad considerando el tráfico de drogas como un mero problema de salud pública.

“La única acción realista para reducir los niveles de consumo de drogas reside en reorientar de manera negociada y bilateral los recursos actualmente destinados a combatir su trasiego y aplicarlos en programas –masivos, pero personalizados– de reinserción y desintoxicación.”

Luego, desde agosto de 2018, la actual secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, propuso despenalizar la mariguana y la amapola para la producción y consumo de drogas con fines medicinales. El secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo Montaño, refrendó a su vez la propuesta ante gobernadores del país convocados por el Consejo Nacional de Seguridad Pública –el órgano superior del Sistema Nacional de Seguridad Pública, encargado de establecer políticas de seguridad– el 25 de enero de 2019.

“Más allá del narcotráfico y el crimen organizado, la vida del ciudadano está impactada por los delitos del orden común”, dijo Durazo Montaño. “Proponemos pasar de un concepto militar de combate a la violencia a uno de carácter consistente en construir la paz a partir de garantizar empleo, salud, bienestar y educación, especialmente en las comunidades donde los criminales se han convertido en la autoridad”.

Esta transformación del discurso de “seguridad nacional”, que no debe subestimarse como algo meramente simbólico, llegó a su punto más relevante con una rueda de prensa mañanera del 31 de enero de 2019, cuando AMLO anunció el fin de la política antidrogas de los gobiernos anteriores: “Ya no hay guerra (contra el narcotráfico), oficialmente ya no hay guerra. Nosotros queremos la paz y vamos a conseguirla”.

(La aparente contradicción de AMLO al pronunciarse a favor de un mando militar para la Guardia Nacional podría explicarse, como lo hace Jorge Volpi, suponiendo que los congresistas de Morena votaron por un mando civil con el consentimiento implícito del presidente y como parte de “un meticuloso plan para arrebatarles (a los militares) la seguridad pública sin perder su apoyo”).

De este modo, sin la construcción simbólica de ese ubicuo “narco” que se extrapolaba a casi cualquier ciudadano del país, la violencia podría disminuir aún con el Ejército patrullando en las calles porque carecería precisamente de un escenario de guerra y de un enemigo doméstico a combatir. Esto dependerá, desde luego, de que este nuevo lenguaje funcione verdaderamente como el principio rector del entrenamiento y las estrategias de operatividad de la Guardia Nacional.

En tanto, quienes insisten en que el problema esencial es la militarización por si sola, pueden remitirse a los sistémicos abusos policiales que cotidianamente martirizan la vida de la población negra e hispana minoritaria en Estados Unidos. Sin militares de por medio, el alarmante número de asesinatos de ciudadanos desarmados se debe en buena medida a una codificación simbólica del negro y del hispano precarizados como enemigos del orden social.

En ese contexto, el mando civil tiene escasa relevancia entre corporaciones policiacas con altos grados de impunidad, con deliberadas políticas de ocultamiento de información sobre los asesinatos de civiles y con una continua militarización de sus agentes por medio de entrenamiento y equipo proveniente de las zonas de guerra controladas por el ejército estadunidense.   

Intercambiar militares por policías con un mando civil o militar en nuestro país, igualmente acostumbrado a la impunidad policiaca y militar como expresión normalizada del aparato judicial, no hará mella en la ola de violencia si primero no cambia nuestra percepción de aquellos a quienes nos hemos acostumbrado a imaginar como enemigos de la sociedad (“narcos”, migrantes indocumentados, “huachicoleros”, pandilleros, etcétera) negándoles el derecho a la ciudadanía que nos apresuramos a defender para nosotros mismos.  

El filósofo francés Étienne Balibar concibe los procesos de emancipación no como el desarrollo depurado de un mejor gobierno estructurado en nobles políticas de bienestar social. De hecho, explica, “la historia entera de la emancipación no está tanto en la historia de los reclamos de derechos desconocidos sino en la verdadera lucha por gozar de los derechos que ya se han declarado. Y agrega: “la batalla en contra de la negación de la ciudadanía es de hecho el corazón vital de las políticas de emancipación”.

Sin un discurso de guerra, ya no habrá un enemigo doméstico supuestamente acechándonos en las orillas de la sociedad civil. Completemos el proceso de pacificación impidiendo que el Estado declare otra vez su violencia en contra de quienes no podrán defenderse, de quienes de hecho no pudieron defenderse en los últimos 12 años: los pobres, los desplazados, los que no recibieron una educación, los faltos de recursos, y luego, trágicamente, de futuro. Obliguemos a la Guardia Nacional a reconocer para todos, sin excepción, las garantías de una misma ciudadanía en tiempos de paz.
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* Oswaldo Zavala es periodista y profesor investigador en la City University of New York (CUNY). Parte de esta reflexión proviene de su más reciente libro Los cárteles no existen. Narcotráfico y cultura en México (Malpaso 2018). Twitter: @oswaldo_zavala. 
Publicado en la edición 2211 de Proceso

1  “Guardia Nacional contará con 80 mil oficiales para fin de año, prevé Durazo”, Notimex (28 de febrero, 2019).
2  Isaí Lara Bermúdez, “150 mil 992 ejecutados: la herencia de Peña”, Zeta (3 de diciembre, 2018).
3  Véase, entre otros estudios: Valeria Espinosa y Donald B. Rubin, “Did the Military Interventions in the Mexican Drug War Increase the Violence?”, The American Statistician, 69.1 (2015): 17-27.
 4 Ricardo Raphael, “Guardia Nacional: ¿desmilitarizar militarizando?”, Proceso (15 de enero, 2019).
5  Kirk Semple y Paulina Villegas, “México aprueba una Guardia Nacional de sesenta mil elementos que, según sus críticos, es más de lo mismo”, The New York Times (1 de marzo, 2019).
6 Giorgio Agamben, Estado de excepción. Homo sacer II, I (Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora, 2005, p. 15).
7  “Sé que restablecer la seguridad no será fácil ni rápido, que tomará tiempo, que costará mucho dinero e incluso, por desgracia, vidas humanas. Pero ténganlo por seguro: ésta es una batalla en la que yo estaré al frente, es una batalla que debemos librar y que unidos los mexicanos vamos a ganar a la delincuencia”. “Presidente Calderón: discurso completo en el auditorio”, El Universal (1 de diciembre, 2006).
8 Carlos Silva Forné, Catalina Pérez Correa y Rodrigo Gutiérrez Rivas, “Índice de letalidad 2008-2014: menos enfrentamientos, misma letalidad, más opacidad”, Perfiles Latinoamericanos (25.50. Flacso México, pp. 331-359, p. 334).
9 Daniela Rea, Mónica González y Pablo Ferri, Cadena de mando (cadenademando.org.).
10 “El Senado aprueba por unanimidad la creación de la Guardia Nacional con mando civil”, Animal Político (21 de febrero, 2019).
11 Andrés Manuel López Obrador, “Plan nacional de paz y seguridad. 2018-2024”, Transición.mx, 2018.
12  Idem, pp. 8-9.
13  “El próximo gobierno planteará a la ONU despenalizar drogas: Sánchez Cordero”, Proceso (22 de agosto, 2018).
14 Dennis A. García y Fabiola Martínez, “Cesará persecución a consumidores de droga: Durazo Montaño”, La Jornada (25 de enero, 2019).
15 Rubén Mosso y Jannet López, “Ya no hay guerra: AMLO”, Milenio (31 de enero, 2019).
16 Jorge Volpi, “Civil”, Reforma (23 de febrero, 2019).
17  Germán López, “American police shoot and kill far more people than their peers in other countries”, Vox (14 de noviembre, 2018).
18 Étienne Balibar, Politics and the Other Scene (New Yok: Verso, 2002, p. 6).

22.3.19

AMLO y la leyenda del Rey Canuto

Dolia Estévez

Washington, D.C.— Andrés Manuel López Obrador me hace recordar al Rey Canuto, el Príncipe de los Mares, quien según la leyenda promulgó una ley para regular el movimiento de las mareas y tratar luego de detenerlas alzando su mano sobre las olas. “…Ordeno al mar que no toque el borde de mi túnica”, dijo, y con firmeza plantó el trono en la orilla del mar, y se sentó. Una ola llegó y mojó su túnica. “El mar no me obedece. El mar obedece sólo a Dios, como lo hace el sol, la luna y las estrellas,” exclamó. 
López Obrador no puede alzar su mano sobre las olas del neoliberalismo y hacer que la marea arrase los cimientos sobre los que está sólidamente cimentada la economía mexicana. Por lo tanto, su edicto de abolición del modelo neoliberal–que dio a conocer en un acto protocolario en Palacio Nacional el domingo–debe entenderse más como un intento por ganar la narrativa evocando un epíteto que enarboló la izquierda para descalificar a sus adversarios políticos en los noventa y menos como una declaración vinculante. Si fuera algo más que retórica, hubiera validado el anuncio con un plan para nacionalizar la banca nacional en manos de extranjeros. Cuando México liberalizó los servicios financieros en 1993 en preparación a la entrada en vigencia del TLCAN salinista, la propiedad extranjera de los bancos aumentó en 85 por ciento en 10 años, pero los prestamos a las empresas mexicanas cayeron 10 por ciento del PIB. Actualmente, los capitales extranjeros son dueños de casi todos los bancos. Al vendérselos a Wall Street, México perdió la capacidad de decidir sus finanzas y su balanza de pago. Renunció a su derecho soberano a decidir el modelo económico a seguir.

Si fuera algo más que retórica, AMLO también hubiera anunciado el retiro de México del recién renegociado TMEC que encarna el neoliberalismo económico y el capitalismo de libre mercado que paradójicamente pretende rescindir. Una de las metas prioritarias del Gobierno es lograr la ratificación en el Senado de Estados Unidos de dicho proyecto neoliberal. Si, como dicen los críticos, el libre comercio devastó el campo mexicano y amplió la brecha entre ricos y pobres, entonces su incondicional respaldo al TMEC es incompatible con sus políticas de bienestar para los trabajadores y mayor equidad en el ingreso.

“Me parece que está haciendo una declaración política—enviando un mensaje a sus simpatizantes más fervientes”, me dijo Michael Schifter, Presidente del Diálogo Interamericano, “no basta con decirlo para que suceda. El neoliberalismo se ha vuelto el grito de guerra y una palabra en código para describir todos los males del capitalismo. A estas alturas no tiene mucho significado”.

En términos similares se expresó Tony Payan, Director del Centro México del Instituto para Políticas Públicas James A. Baker III de la Universidad de Rice. “Ningún ‘-ismo’ se declara vivo o muerto. Es una estrategia meramente retórica y no ayuda a nada. Los verdaderos cambios, o son revolucionarios–algo que no veo aquí–o son evolucionarios. Es decir, se dan con el tiempo y paulatinamente, conforme se integran políticas públicas que tienen proponentes y detractores”. Payan advierte que cambiar un sistema económico significa “trastocar muchos intereses y las alternativas son: o se negocia con los detractores o se les reprime. Aquí hay tentaciones que van más allá de la retórica.”

Payan ve otra riesgo en el mensaje de López Obrador contra el neoliberalismo: pensar que sólo el Gobierno puede producir crecimiento y que la iniciativa privada—donde están los personajes centrales del neoliberalismo–no puede contribuir al crecimiento. “La experiencia histórica, sin embargo, nos enseña que el mejor modelo de crecimiento, y el más justo, es uno en donde la iniciativa privada hace su trabajo, es decir, invierte en la economía y crea empleos, y el Gobierno hace el suyo, es decir, regula el mercado, desmantela los monopolios y los oligopolios, provee los bienes que la iniciativa privada no puede o no quiere, e implementa políticas fiscales que redundan en una redistribución de la riqueza nacional. Reconvertir al Estado en inversor, productor, distribuidor, consumidor, patrón y empleador es algo que ya sucedió en el Siglo XX y que no ha funcionado”. Payan reconoce que el neoliberalismo falló. Sin embargo, matiza “el neoliberalismo es el ejercicio excesivo de la libertad económica, sobre todas las otras libertadas y sobre la justicia misma. Pero pretender contraponer al Estado, o una economía dirigista, como alternativa al liberalismo equilibrado, me parece que es un retroceso”.

En diciembre, durante su discurso inaugural, AMLO culpó a las “políticas neoliberales” por los males de México y acusó a los gobiernos del “periodo neoliberal” de cumplir las “recetas que enviaban desde el extranjero”, presuntamente Wall Street y el FMI donde, denunció, “se definía la agenda nacional y se imponían las políticas públicas…”. Creer que todo se nos impone desde fuera puede ser un espejismo. Carlos Salinas de Gortari, el padre del neoliberalismo criollo, fue quien despachó a José Córdoba Montoya a Washington a suplicarle a George Bush padre negociar el TLCAN. “Fueron políticas impulsadas por los mexicanos, no al revés”, me dijo Shannon O’Neil, especialista sobre México en el Consejo de Relaciones Exteriores.