Andrés Avila Armella
El tres de junio, los titulares de distintos medios de comunicación
internacionales amanecieron anunciando la victoria contundente en las
elecciones por parte de Claudia Sheinbaum, ubicándola en general como
parte de la izquierda mexicana y del mundo, lo cual despierta tanto
entusiasmo y simpatía entre quienes suelen ser simpatizantes de la
izquierda, así como animadversiones entre quienes se ubican
políticamente como parte de la derecha, o cuando menos como enemigos de
la izquierda. A partir de ello se pueden tejer una serie de suposiciones
y expectativas, por lo que este artículo pretende esclarecer algunos
aspectos que seguramente no son tomados en cuenta por muchos medios de
comunicación y articulistas de los medios con mayor difusión.
Por ello me propondré aclarar algunos puntos básicos sobre cómo es la
política en México y cómo suelen alejarse en nuestra realidad política
las apariencias de los hechos, y con ello evitar hacernos de
expectativas fuera de la realidad y enfocarnos acertadamente dentro de
ella.
Antes de entrar en las particularidades sobre México, me parece
necesario aclarar que los resultados electorales son una forma
dialécticamente inválida para analizar la voluntad popular, pues esto
sólo se relaciona directamente a través de la ideología liberal
burguesa. Si bien es posible que haya alguna influencia de la voluntad
popular en los resultados electorales, esto se encuentra muy limitado,
pues mucho antes de que la gente salga a votar, ha habido una serie de
acuerdos entre grupos oligárquicos de poder, que van desde lo
internacional hasta lo local, que son los que permiten explicar porque
aparecen dos o tres nombres principales en la boleta de votación. Es
todo un sistema donde se requiere financiamiento millonario, espacio en
medios de comunicación, información privilegiada y muchísimas
condiciones logísticas que nunca están al alcance de organizaciones
populares, y menos aún de las que estén confrontadas con los dueños del
dinero.
Es cierto que algunas veces en la historia se dan condiciones para que
el terreno electoral sea, cuando menos por algún momento, la arena de
confrontación de la lucha de clases, pero en México no es exactamente
así y daremos algunas razones en las próximas líneas.
Generalidades de nuestro sistema político
En México, como en otros países de Nuestra América y del mundo, existen
fuerzas que tradicionalmente se ubican en la derecha, es decir,
abiertamente conservadoras, anti comunistas, ligadas a organismos
religiosos y proclives a subordinarse abiertamente a potencias
extranjeras, sobre todo a Estados Unidos; y hay fuerzas que se
consideran a sí mismas de izquierda, por considerarse afines a las
causas populares.
Pero en México hay algunas peculiaridades a tomar en cuenta y mencionaré solo algunas:
– Desde el final de la guerra de intervención (1862-1867) en
donde México sufrió y resistió a la invasión del ejército francés de
Napoleón III, suceso dentro del cual los abiertamente conservadores
fueron promotores y protectores de la invasión, en México ninguna fuerza
política se reivindica a sí mismo como conservadora, pues
inevitablemente se asocia el término a quienes provocaron una de las
mayores tragedias nacionales.
– El estado mexicano, su ideología y simbología son liberales, a
pesar de ser un país de mayoría católica, los mexicanos crecemos y
somos educados en las escuelas públicas en medio de una clara exaltación
de los valores liberales entre los que está la necesaria separación de
la Iglesia y el Estado, y somos educados en la admiración a Benito
Juárez, quien luchó con vehemencia por dicha separación, razón por la
cual, artimañas como la intentada al final de campaña por Xóchitl
Gálvez, candidata de la oposición, reivindicándose como la candidata de
Dios, tienen menos impacto de lo esperado en otros países de
Latinoamérica.
– México paso por un período peculiar llamado Revolución
Mexicana, en donde se formaron grandes ejércitos populares que lucharon
contra una dictadura oligárquica. La Revolución mexicana concluyó con el
asenso de un grupo de intelectuales y militares que por un lado habían
combatido a los ejércitos liderados por Emiliano Zapata y Pancho Villa,
pero que por otro lado reclamaban para sí el prestigio de haber
encabezado y finalizado exitosamente una revolución social que al final
trajo justicia y democracia al país. Con ello se creó la quimera del
gobierno de la Revolución Mexicana, el cual se convirtió en un gobierno
con discurso alineado a la social-democracia a nivel internacional, pero
que internamente se destacó por asesinar y reprimir a luchadores
sociales y a la izquierda revolucionaria del país.
– Ese gobierno de la Revolución mexicana que se hizo partido,
(Partido Nacional Revolucionario, PNR, Partido de la Revolución
Mexicana, PRM, Partido Revolucionario Institucional, PRI), tenía
internacionalmente la imagen de ser un gobierno progresista, pero
internamente los mexicanos sabíamos que no correspondía su fama
internacional con la realidad nacional.[ii]
– Los fundadores de las coaliciones de izquierda electoral
mexicana, que lograron colocarse como protagonistas de los procesos
electorales, fueron personajes formados políticamente dentro del PRI,
donde aprendieron la retórica liberal, nacionalista con tintes social
demócratas. Dentro de ese grupo de personas, figuraban Cuauhtémoc
Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador.
– La mayoría de los personajes del partido MORENA (Movimiento
de Regeneración Nacional) tienen su origen en el priísmo y no en la
izquierda socialista ni comunista, y lo que ellos entienden por
izquierda corresponde al pensamiento político de corrientes internas del
PRI, quienes tienen en la figura del expresidente Lázaro Cárdenas del
Río a su mayor referente moral, mismo que al interior de la historia del
priísmo, fue muy útil para dar legitimidad a todas las medidas
antipopulares que se tomaron por los gobiernos del PRI después de la
exclusión de Lázaro Cárdenas y sus más allegados, de las decisiones
trascendentes de Estado. Lázaro Cárdenas ha sido el presidente de
México cuyo programa ha sido más de izquierda y es un hito en la
historia mexicana del siglo XX por haber impulsado la reforma agraria y
la nacionalización del petróleo entre otras cosas. Los gobiernos
posteriores a él siempre se fueron recorriendo hacia la derecha, pero
todo presidente de México se reivindica cardenista, hasta los
presidentes del partido de derecha, PAN, tuvieron que evitar criticar al
General Cárdenas. Por otra parte, ningún candidato presidencial, ni
siquiera los de MORENA, ha propuesto retomar las medidas impulsadas por
Lázaro Cárdenas y mucho menos recorrerse a la izquierda de él.
– Una parte de los cuadros de MORENA sí provienen de una parte
de la izquierda en México que alguna vez militó en Partidos u
organizaciones de ideología socialista, y que fueron disueltas asumiendo
que la lucha histórica en contra del capitalismo no tenía más
posibilidades y que era necesario aprovechar las ventajas de la llamada
en esos años transición a la democracia. Sheinmbaum, a diferencia de
López Obrador, no viene del PRI, pero tampoco viene de la militancia
socialista previa a la campaña de 1988, sino de una generación que su
juventud la sorprendió en la Universidad Nacional Autónoma de México, en
medio de la claudicación de personajes y organizaciones de la lucha
comunista y que vieron aparecer dentro del Frente Democrático Nacional,
después PRD (Partido de la Revolución Democrática) la única izquierda
posible en México, tejida a partir de la alianza entre viejos priístas y
personajes de ideología socialista buscando hogar político. Sheinbaum
fue parte de un movimiento estudiantil universitario que defendió la
gratuidad de la educación superior en 1986- 1987, y se sumó al frente
electoral del FDN con Cuauhtémoc Cárdenas (hijo de Lázaro Cárdenas y ex
gobernador por el PRI en el estado de Michoacán) a la cabeza. Ya como
parte del grupo de la burocracia de estado, a través del PRD, el grupo
político del cual formaba parte en la UNAM, se volvió en contra del
movimiento estudiantil de 1999-2000, por no alinearse a los tiempos y
modos convenientes a la campaña electoral de Cuauhtémoc Cárdenas para el
año 2000.[iii]
– El partido MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional) nació
como una edición del PRD convocado directamente por López Obrador, al
romper definitivamente con un grupo que se adueñó de sus órganos
directivos excluyendo de ellos a sus principales ideólogos y fundadores.
– MORENA creció en los últimos años incorporando a sus filas a
miembros y grupos políticos locales y regionales que habían pertenecido
al PRI, al PAN o al PRD, y que eran los operadores políticos en un
sinnúmero de rincones del país. La dinámica de dichos grupos
prácticamente no tiene nada de ideológica y son meramente pragmáticos,
es decir, son coaliciones de personas que se suelen meter a las
competencias electorales como una mera forma de ganar dinero, acaparar
puestos públicos y distribuir a conveniencia favores y gestiones
políticas. Es la forma en que funcionaron los gobiernos del PRI, y eso
lejos de desaparecer, se ha acoplado a esta nueva coalición. Por
supuesto, muchos de esos grupos están ligados al crimen organizado y son
profundamente corruptos; este hecho no es ignorado por las esferas más
altas del morenismo, quienes han visto en éste método el único posible
para seguir ganando elecciones en ayuntamientos, gubernaturas y espacios
de poder local, sumando votos de esta manera para las grandes
competencias electorales como la presidencia de la república.
– Muchos de esos grupos son oligárquico locales y son
históricamente enemigos de las agrupaciones independientes de lucha
popular, es decir, son enemigos históricos del sindicalismo
independiente, de la lucha estudiantil popular, de los concejos
campesinos e indígenas etc. Razón por la cual en dichos sectores se
mantiene una clara distancia y desconfianza hacia el gobierno, a pesar
de declararse de izquierda, elemento que por lo explicado anteriormente
no es novedoso en México, sino que forma parte de la careta habitual
desde hace cien años del estado mexicano. El gobierno de MORENA como lo
hacía el priísmo en otras épocas, acusa a las organizaciones de
izquierda independientes, de hacerle el juego a la derecha, al fascismo o
al conservadurismo.[iv]
– Las elecciones en México, como en muchas partes del mundo,
se asemejan más a un juego de apuestas que a un proceso de
participación democrática para reflejar la voluntad popular. La ventaja
final de Sheinbaum no refleja necesariamente entusiasmo masivo, sino
simplemente el hecho de que al aproximarse la recta final de la
contienda y al estar claro que las tendencias favorecían claramente a
ella, muchos de los grupos políticos que se mantenían indecisos o con
unas fichas en un equipo y otras en el rival, se decantaron por operar
políticamente en favor de quien llevaba la delantera, esperando claro,
ganar algo con ello.
El resultado de las elecciones exige para Sheinbaum y su partido, el
pasar de la etapa de la recolección de apoyos a la etapa de pagar por
esos apoyos; la forma de pago va desde no defraudar a la gran oligarquía
imperialista quien confía en que no habrá un viraje hacia la izquierda
respecto a las políticas seguidas por el gobierno de López Obrador,
hasta complacer a todos esos grupos de poder local quienes demandan el
respeto a sus privilegios y el apoyo del gobierno en sus disputas en
contra de grupos similares y en contra de sectores populares no
alineados.
Limitantes de nuestra posición económica y geopolítica
México es un país cuya economía es típica de un capitalismo dependiente,
secundario exportador y con algunas áreas del país que aún es primario
-exportador, dependiente como ningún otro de la economía de los Estados
Unidos de América y compartiendo con éste más de tres mil kilómetros de
frontera terrestre con el gigante imperialista.
México es para el Estado norteamericano, un país geoestratégicamente
relevante, por su demografía, 127 millones de habitantes, su potencial
productivo como país receptor de capital con fines de manufactura que
puede aprovechar una fuerza de trabajo que puede realizar en muchas
áreas las mismas funciones que la norteamericana pero a un costo mucho
menor. México es para Estados Unidos parte de su reserva estratégica de
recursos naturales y humanos que bien pueden ser empleados tanto en
tiempos de paz como de guerra.
La oligarquía mexicana está subordinada a la norteamericana y ha
preferido históricamente estar vinculada al comercio exterior de América
del norte a intentar un mercado interno o a formar un bloque comercial
adverso al norteamericano. El Estado mexicano sin embargo no se suele
representar más que excepcionalmente por miembros de esa oligarquía,
sino acorde a su narrativa histórica, ha preferido hacerse representar a
través de intelectuales formados políticamente quienes utilizan una
retórica nacionalista y popular, a la vez que evitan confrontarse con
dicha oligarquía. Así funcionó el PRI muchos años y así ha funcionado el
gobierno actual.
Es por ello que ni a Trump ni a Biden les pareció que fuera necesario
confrontarse con el gobierno de López Obrador, por conocer que en la
historia de la política mexicana, es un requisito que el presidente de
México represente discursivamente independencia frente a Whashington,
situación que se puede ilustrar a través de una frase que se le
atribuye al ex presidente Gustavo Díaz Ordaz[v], todo presidente de
México tiene que mentársela de vez en cuando a Estados Unidos.
México sigue siendo a nivel global un aliado de Estados Unidos y a nivel
comercial parte del bloque de América del Norte, y en este momento
representa para éste último, la posibilidad de competir contra China en
algunos aspectos; ni López Obrador ni Sheinbaum, han planteado alejarse
de Estados Unidos para acercarse a China por ejemplo, sino que han
mantenido abiertamente su aceptación de que las cosas en ese sentido se
mantengan como hasta ahora.
Dicho de otra manera y para explicárselo a quienes lean este artículo
desde algún otro país; México es un país subordinado a la política
exterior de Estados Unidos, pero no de la misma manera en que lo son
otros gobiernos de Latinoamérica; México y su cancillería suelen ser
independientes en cuanto a algunos posicionamientos diplomáticos, pero
esa independencia no llega a un nivel de confrontación con la
cancillería norteamericana, incluso en muchos momentos, México ha
servido como puente diplomático con Estados abiertamente confrontados
con Estados Unidos. En este caso, se puede esperar que el asunto se
mantenga de la misma manera, y que en algunos aspectos, dicha política
exterior se torna más favorable a una agenda multipolar, a diferencia de
lo practicado por los dos gobiernos panistas, aliados de la democracia
cristiana internacional, quienes tuvieron una política exterior más
similar al de cualquier gobierno latinoamericano subordinado a
Washington.[vi]
Por otra parte, en este mismo punto es relevante señalar que la mayoría
de los problemas que padece la población mexicana trabajadora y popular,
son resultado de cuestiones estructurales que tienen que ver con ese
tipo de economía dependiente y exportadora; me refiero por ejemplo al
papel de los cárteles de la droga mexicanos y la forma en que accionan y
amenazan la seguridad familiar, la precariedad laboral, la pobreza, la
depredación ambiental, así como las formas concretas en que se combinan
negativamente los factores macro-económicos con las situaciones locales.
Dichos problemas no van a cambiar porque un partido u otro hayan ganado
las elecciones, y no se pueden combatir dichos problemas albergando
esperanzas en que se resolverán sin necesidad de entrar en una
confrontación más abierta y más directa contra el gobierno
norteamericano y la oligarquía mexicana aliada de éste.
De cualquier modo hay que ser claros en algo, ni Sheinbaum ni López
Obrador han prometido ser ese tipo de gobierno, no han tratado de evocar
a estados socialistas como la URSS, China o Cuba, ni siquiera a países
que sin ser socialistas son no alineados como el de Venezuela de Chávez o
Irán, sino que han insistido tanto en medios nacionales como
internacionales que justamente no es ese tipo de gobierno el que
proponen ni es esa relación con Whashington la que tendrían.
En materia macro-económica tampoco han buscado salirse del renglón y
hasta ahora la llamada 4 T se ha comprometido a no aumentar los
impuestos a los grandes empresarios, ni a privar de autonomía al Banco
de México, ni a modificar sustancialmente la política hacia los
trabajadores asalariados, ni los campesinos pobres del país, razón por
la cual no es de esperarse que salga del gobierno electo alguna
iniciativa para romper el Tratado Comercial de América del Norte
(TMEC-TLCAN), ni para esperar que se preste ayuda energética
significativa a Cuba, ni para que haya una reforma agraria, ni para que
hayan cambios sustanciales en las relaciones capital – trabajo.
Por ahora, hemos cumplido los objetivos del presente artículo poniendo
sobre la mesa datos sobre la situación política de México que no se
están tomando mucho en cuenta en los análisis que se están promoviendo
en las principales cadenas periodísticas. Por supuesto, el análisis
amerita detenernos más a profundidad en cada punto y agregar otros
tantos, pero eso se hará en lo sucesivo.
Por ahora, sólo concluiré señalando que de momento no está ganado que
vaya a haber alguna reforma en favor de la clase trabajadora o de los
sectores históricamente oprimidos en México, pues esa no es la razón por
la que sucedieron las cosas así este 2 de junio, y que por tanto, si se
aspira a ese tipo de reformas, se tiene que desatar la organización
independiente de los trabajadores y del pueblo para exigir las reformas
necesarias, para conducirlas y ser parte de ellas; es decir, la
organización independiente tiene la tarea de orillar al gobierno electo a
acercarse cuando menos a su agenda y a sus necesidades. En materia
internacional es importante recordar que, para lograr objetivos más
relevantes para revertir el orden imperialista, se requiere mucho más y
se requiere sobre todo que las organizaciones populares, independientes y
revolucionarias vean a las organizaciones que luchan de manera
independiente en México a sus pares y se realicen acciones para
favorecer la cooperación entre ellas para fortalecer la agenda de la
clase trabajadora.
Notas:
[ii] Sobre todo, a partir del gobierno de Lázaro Cárdenas, el gobierno
de México se caracterizó por su posición antifascista, apoyando la
República española y recibiendo a los exiliados de la guerra civil, más
tarde lo hizo también condenando las dictaduras militares y recibiendo
perseguidos políticos principalmente del cono sur. México fue el único
país que votó en contra de la expulsión de Cuba en la OEA. Internamente
sin embargo el estado mexicano practicó los mismos métodos de tortura,
asesinatos extrajudiciales y desapariciones forzadas en contra de las
guerrillas mexicanas.
[iii] En ese entonces, dicho grupo era conocido como PRD- Universidad. Y
se sumó al clamor de los medios de comunicación muy ligados al PRI que
se dedicaban a denostar al movimiento estudiantil y a clamar por la
represión policíaca en su contra.
[iv] Para muestra se pueden buscar las intervenciones de Luis
Echeverría, uno de los mayores asesinos en la historia de México, al
referirse a los grupos estudiantiles que en la UNAM y la Universidad de
Guadalajara luchaban contra los poderes fácticos del PRI.
[v] Gustavo Díaz Ordaz fue el presidente que ordenó la masacre de
estudiantes en 1968 y que la CIA lo muestra en documentos
desclasificados como informante junto con Luis Echeverría.
[vi] Aquí nos referimos a los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón
Andrés Avila Armella. Sociólogo y doctor en Estudios
Latinoamericanos por la UNAM. Secretario General de la UNIÓN COMUNISTA
DE LA CLASE PROLETARIA (UCCP). Miembro de la Secretaría General
Colegiada del Sindicato Independiente de Trabajadoras y Trabajadores
Académicos de la UNAM (SITTAUNAM)
4.6.24
Aclaraciones y expectativas sobre el triunfo de Sheinbaum en México
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