En toda la Unión Europea, los campesinos se levantan contra la Política Agrícola Común (PAC) a pesar de que esa política los subvenciona. Los gobiernos les responden con medidas de ajuste, simplificando los trámites burocráticos y con discursos para animarlos. En realidad, los gobiernos nacionales son impotentes ante una estructura concebida para aplicar una ideología que resulta absurda.
Desesperación y cólera de los campesinos europeos
En toda Europa occidental y central, los campesinos están protagonizando manifestaciones. Primero fue en Países Bajos, en Italia, Suiza y Rumania. Ahora está sucediendo en España, en Francia, Alemania y Polonia. Esta revuelta campesina a escala continental se levanta contra la Política Agrícola Común (PAC) de la Unión Europea.
En el momento de la firma del Tratado de Roma, que instituyó la Comunidad Económica Europea, en 1957, los 6 Estados fundadores (Alemania Occidental, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Países Bajos) aceptaron el principio de la libre circulación de las mercancías. Renunciaban así a toda posibilidad de adoptar políticas agrícolas nacionales.
Para garantizar ingresos a los campesinos, los países instauraron entonces una política agrícola común. Según los Estados miembros se asigna una ayuda de la Unión Europea a las regiones, que a su vez reparten esa ayuda entre los agricultores o la entregan directamente a quienes explotan las tierras –como en el caso de Francia. Este es el «Primer Pilar». La Comisión Europea establece además normas de producción para mejorar la calidad de vida de las poblaciones rurales y la calidad de lo que producen. Este es el «Segundo Pilar».
El Primer Pilar no aguantó la ampliación de la Unión Europea, ni el paso al libre intercambio global –la Unión Europea se hizo miembro de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1995– que se tradujo en un desmesurado aumento de las subvenciones de la UE.
El Segundo Pilar fue pulverizado por el Pacto Verde para Europa (instaurado en 2019) que tiene como objetivo hacer bajar la temperatura del planeta limitando las emisiones de gases de efecto invernadero.
A falta de una PAC global, no hay solución posible para el fracaso del Primer Pilar –el principio anglosajón de libre intercambio global es incompatible con el libre intercambio europeo, compensado este último por la PAC europea. Los precios mínimos de los productos agrícolas, tal y como han sido anunciados por diferentes ejecutivos nacionales, no salvarán a los campesinos. Al contrario, acabarán con ellos en la medida en que se sigan aceptando productos importados mucho más baratos.
En cuanto al Segundo Pilar, su objetivo ya no es político sino ideológico. En efecto, la afirmación según la cual el calentamiento climático no es local sino global no está confirmada por los registros sobre las temperaturas. Y la afirmación según la cual el calentamiento global no proviene de factores astronómicos sino de la actividad humana no resiste al rigor del debate científico.
Es importante recordar que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (GIEC) no es un grupo de científicos sino un conjunto de altos funcionarios –sólo algunos son científicos, pero figuran en el GIEC como altos funcionarios. De hecho, el GIEC fue creado en 1988 por iniciativa de la jefa del gobierno británico, Margareth Thatcher, para justificar en su pais la transición del carbón al petróleo y, después, el paso a la energía nuclear [1]. Las conclusiones del GIEC, aprobadas por los gobiernos que tienen la posibilidad de pasar a la energía nuclear, fueron enérgicamente rechazadas por importantes círculos científicos, como la prestigiosa Academia de Ciencias de la Federación Rusa [2]. El supuesto «consenso científico» sobre el cambio climático es tan inexistente como la famosa «comunidad internacional» que emite “sanciones” contra Rusia. En todo caso, lo que sí es seguro es que la ciencia no funciona “por consenso” sino a través del conocidísimo sistema que combina la experimentación y el error.
Los intentos de desarrollar un “turismo verde” en las zonas rurales no salvarán a los campesinos. En el mejor de los casos les permitirían atraer algunos turistas para alquilarles habitaciones en sus granjas… durante algunas semanas al año. El problema no es cambiar de actividad sino permitir a los campesinos vivir decentemente y alimentar a las poblaciones de sus países.
Los campesinos del centro y del este de Europa dependen hoy de las subvenciones que reciben de la Unión Europea. No se oponen a la UE, que les permite sobrevivir, pero denuncian las contradicciones de esa entidad que los ahoga. No se trata entonces de abrogar este o aquel reglamento sino de decidir qué tipo de Europa se quiere construir.
Las próximas elecciones europeas están previstas para junio. De esa consulta saldrán los diputados que representarán a los países en el Parlamento Europeo, los únicos cargos que se someten al veredicto de las urnas en la pesada maquinaria europea. En efecto, el Consejo Europeo se compone de los jefes de Estado y/o de gobierno, que no son electos en el marco de una elección europea, y la Comisión Europea ni siquiera se somete a elecciones, sólo representa los intereses de los “padrinos” de la UE.
Los diferentes proyectos de la construcción europea
Para entender este extraño sistema, y eventualmente modificarlo, es importante que nos remontemos a su origen –entre el corto periodo que separó las dos Guerras Mundiales (1918-1939) y el periodo inmediato al fin de la Segunda Guerra Mundial (1945-1957) hubo 6 proyectos diferentes de unión entre países.
1- El primero llegó del brazo de los republicanos radicales
y proponía una unión entre Estados administrados por
regímenes comparables. Se hablaba entonces de unir países de
Europa y de Latinoamérica gobernados como Repúblicas. Las
Repúblicas y las Monarquías no se definían en términos de
elección y de sucesiones dinásticas (En Francia, el rey
Enrique IV (1589-1610) se había descrito a sí mismo como un
“republicano” en la medida en que no actuaba según los
intereses de la nobleza sino en función del Bien Común).
Nuestra definición de Repúblicas y Monarquías data de la
aparición de las Democracias (el gobierno del Pueblo, por el
Pueblo y para el Pueblo). Y se focaliza en las reglas que
rigen la designación de los dirigentes… en vez de
concentrarse en lo que hacen esos dirigentes. Por ejemplo,
comúnmente se considera que el Reino Unido contemporáneo es
más democrático que Francia y no se tienen en cuenta los
increíbles privilegios de la nobleza británica, privilegios
que se ejercen en detrimento del pueblo.
En aquel primer proyecto de unión, la Argentina de Hipólito
Yrigoyen –Argentina era entonces la principal potencia
económica de las Américas– se habría codeado con la Francia
de Aristide Briand –cuyo Imperio abarcaba territorios en
todos los continentes.
El hecho que se tratara de Repúblicas que ni siquiera
estaban en el mismo continente no asustaba a nadie.
Al contrario, eso garantizaba que la unión propuesta
nunca se transformaría en una estructura supranacional sino
que seguiría siendo un órgano de cooperación entre Estados.
Aquel primer proyecto se hundió debido a la crisis económica
de 1929 y el subsiguiente ascenso del fascismo, alimentado
precisamente por aquella crisis económica.
2- El segundo proyecto buscaba la creación de una unión que
garantizaría la paz. El ministro de Finanzas de Francia,
Louis Loucheur, aseguraba que Alemania y Francia ya
no podrían guerrear entre sí si se unían en un solo complejo
militaro-industrial [3].
Aquel proyecto se realizó, después de la Segunda Guerra
Mundial, cuando los anglosajones decidieron favorecer el
rearme alemán. En 1951, Robert Schumann, quien había sido
ministro en el régimen de colaboración con los nazis
instaurado en Francia por el mariscal Philippe Petain, creó
la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA).
La CECA expiró en 2002 y fue integrada, mediante el Tratado
de Niza, a la Unión Europea.
3- El tercer proyecto de unión contiene elementos de los
dos anteriores. Fue redactado por el conde austrohúngaro
Richard de Coudenhove-Kalergi y se trataba de unir todos los
Estados del continente europeo –exceptuando el Reino Unido y
la URSS– en el seno de una “PanEuropa”. En un primer momento
habría sido una federación comparable a Suiza, pero acabaría
convirtiéndose en una entidad supranacional, según el modelo
de Estados Unidos y de la URSS de los tiempos de Stalin –que
defendía las culturas de las minorías étnicas [4].
Ese proyecto llegó más o menos a realizarse con el apoyo de
Estados Unidos. Así se creó, en 1949, el Consejo de Europa
[no confundir con el Consejo Europeo]. Si escribo que
se realizó «más o menos» es porque el Reino Unido es
miembro fundador del Consejo de Europa, algo que no estaba
previsto inicialmente.
El Consejo de Europa elaboró una Convención de Salvaguardia
de los Derechos de los Derechos Humanos y de las Libertados
Fundamentales (CSDHLF) y se dotó de un Tribunal Europeo de
Derechos Humanos (TEDH), que debía encargarse de velar por
la aplicación de la Convención.
Pero, a partir de 2009, numerosos magistrados de ese
Tribunal comenzaron a ser “apadrinados” –por no decir
sobornados– por el multimillonario estadounidense Georges
Soros. Y comenzaron entonces a “interpretar” la Convención
de una manera que modifica la jerarquía entre las normas.
Por ejemplo, esos magistrados afirman hoy que los tratados
internacionales sobre el salvamento marítimo –donde se
estipula que los náufragos deben ser trasladados al puerto
más cercano– no prevalecen ante el derecho de los migrantes
a presentar solicitudes de asilo político en Europa.
Actualmente, ese Tribunal juzga, en ausencia, y condena
sistemáticamente a la Federación Rusa, que ya ni siquiera es
miembro del Consejo de Europa.
4- El cuarto proyecto de unión, el «Nuevo Orden Europeo»,
fue el que el III Reich quiso imponer a partir de 1941.
Se trataba de unir el continente europeo distribuyendo su
población, por regiones, según criterios lingüísticos. Cada
lengua regional, como el bretón [5], tendría su propio Estado.
Por supuesto, el Estado más importante habría sido el de la
lengua alemana, que abarcaría Alemania, Austria,
Liechtenstein, Luxemburgo, la Suiza germánica, el Tirol
italiano, los Sudetes checoslovacos, los Cárpatos eslovacos,
la región rumana de Banat, etc. Además, en aplicación de
criterios raciales, ciertas poblaciones –los judíos, los
gitanos, y los eslavos– serían “reducidas”, numéricamente
hablando, y sus miembros serían utilizados como esclavos.
Este proyecto se negoció inicialmente entre el canciller
alemán Adolf Hitler y el Duce Benito Mussolini a través del
jurista alemán Walter Hallstein y llegó a realizarse
parcialmente durante la Segunda Guerra Mundial. Pero
se derrumbó con la caída del III Reich.
5- El quinto proyecto fue formulado, en 1946, por el ex
primer ministro británico Winston Churchill [6]. Su objetivo era reconciliar a
los franceses y los alemanes ir marginar a los soviéticos.
Ese proyecto está inscrito en la visión de la Carta
Atlántica (1942). Según ese documento, el mundo de la
postguerra debía ser gobernado conjuntamente por Estados
Unidos y el Imperio británico. Ese proyecto corresponde
incluso a la visión que tiene el Reino Unido de su propio
predominio sobre el resto de la Commonwealth. En la
dirección del Atlántico, Reino Unido desarrolla una relación
privilegiada con Estados Unidos. En la dirección
continental, ejerce un papel de supervisor sobre Europa,
sin considerarse parte de ella.
Winston Churchill inició varias instituciones al mismo
tiempo. Y, en definitiva fue ese el proyecto que se concretó
primero, en 1957, bajo la denominación de Comunidad
Económica Europea (CEE) y después pasó a llamarse Unión
Europea (UE). Ese proyecto toma elementos de 3 de los
proyectos anteriores, no contiene ningún elemento de la
Unión de Repúblicas.
Los anglosajones siempre han controlado la CEE-UE a través
de la Comisión Europea. Es por eso que los miembros de la
Comisión no se someten a una elección, son designados y
nominados. Por cierto, Londres impuso como primer presidente
a Walter Hallstein, el ex consejero de adol Hitler para los
asuntos europeos.
Por otro lado, la Comisión disponía inicialmente del poder
legislativo, que ahora comparte con el Parlamento Europeo, y
utiliza ese poder para proponer normas que el Parlamento
Europeo puede aprobar o rechazar. Todas esas normas
reproducen al pie de la letra las normas de la OTAN, que,
a pesar de la creencia generalizada, no se ocupa solamente
de la defensa sino de la organización de las sociedades.
Las oficinas de la OTAN, inicialmente en Luxemburgo y
actualmente en Bruselas, al lado de la sede de la Comisión
Europea, transmiten a esta última sus directivas, que van
desde el ancho de las carreteras –para permitir el paso de
los blindados de la alianza– hasta la composición del
chocolate –conforme a las raciones de los soldados.
6- El sexto proyecto fue desarrollado por el presidente
francés Charles de Gaulle, en respuesta al proyecto de los
británicos. Se planteaba la construcción de una institución,
la “Europa de las Naciones”, que no sería federal sino
confederal. Charles de Gaulle deploró el Tratado de Roma,
pero lo aceptó. En 1963 y 1967 impidió la incorporación del
Reino Unido. Precisó que si había que ampliar la unión
tendría que ser «de Brest a Vladivostok», o sea sin
el Reino Unido pero con la Unión Soviética. Lo más
importante es que Charles de Gaulle luchó con el máximo
denuedo para lograr que las decisiones que podían influir
sobre la seguridad nacional sólo pudiesen adoptarse por
unanimidad.
La visión de Charles de Gaulle se fue con él. En 1973, Reino
Unido se convirtió en miembro de la Comunidad Económica
Europea y en 2020 abandonaron la Unión Europea. Pero Rusia
nunca fue invitada a ser miembro de la unión y actualmente
la Unión Europea acumula los paquetes de “sanciones” contra
ese país. Como colofón, la reforma de los tratados de la UE
incluye un cambio fundamental: que los temas de seguridad
se aprueben por mayoría calificada.
¿Y cómo quedan los campesinos en todo esto?
Ante el panorama de la Política Agrícola Común que se describe más arriba, nada, en las estructuras de la Unión Europea, anunciaba la actual crisis. La causa de esa crisis es la ideología británica inconfesa de la Unión Europea.
Al convertirse en miembro de la Organización Mundial del Comercio (OMC), la Unión Europea abandonó, pero sin decirlo, la libre circulación europea y pasó a la libre circulación global. Al dar ese paso, inscrito en su ADN, la Unión Europea seguía el objetivo de Winston Churchill. Las ayudas de la Unión Europea nunca podrán compensar la competencia extranjera, que obedece a otras reglas. Poco a poco nos dirigimos hacia una especialización del trabajo a escala global. El espacio de los campesinos europeos en esa especialización del trabajo a escala global será cada vez más reducido y llegará el día en que el comercio internacional se verá interrumpido y en que los europeos se verán obligados a reconstruir su agricultura o morirse de hambre.
Idénticamente, el Pacto Verde para Europa, formulado por la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, no es una respuesta al cambio climático sino a la ideología construida alrededor de esa cuestión. Con el Pacto Verde para Europa, la Unión Europea se implica en el programa de la ex jefa de gobierno británica Margaret Thatcher. El objetivo ya no es producir más con una industria y una agricultura fuertes sino con… servicios financieros. En Reino Unido esa política ha traído prosperidad únicamente a la minúscula City of London, pero ha ocasionado el derrumbe económico del Gran Manchester.
Para salvar a los campesinos europeos no basta con oponerse a la deriva supranacional de la Unión Europea. Primero que todo habrá que liberar a la UE de su ideología. Pero esa ideología no proviene de los tratados fundacionales. Es resultado de la historia misma de la Unión.
[1] «1982-1996: La ecología de mercado», por Thierry Meyssan, Оdnako (Rusia), Red Voltaire, 25 de abril de 2010.
[2] Voltaire, actualité internationale - N°44 - 9 de junio de 2023
[3] Carnets secrets, 1908-1932, Louis Loucheur, Brepols, 1962.
[4] Praktischer Idealismus, Richard de Coudenhove-Kalergi, 1925. Se publicó en francés bajo el título Idéalisme Pratique: Le plan Kalergi pour détruire les peuples européens, Omnia Verita, 2018.
[5] Se refiere a la lengua regional de la Bretaña francesa. Nota del Traductor.
[6] «Discours de Winston Churchill sur les États-Unis d’Europe», por Winston Churchill, Réseau Voltaire, 19 de septiembre de 1946.
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