Lucy Sharratt
El propósito de las restricciones del maíz genéticamente
modificado en México es salvaguardar la integridad del maíz nativo
de la contaminación y proteger la salud humana. Lo que busca la
impugnación estadounidense y canadiense es defender los intereses
de la industria biotecnológica
CIUDAD DE MÉXICO. -En México, un decreto presidencial ha prohibido
el uso de maíz genéticamente modificado (GM) para fines
alimenticios, pero los gobiernos de Estados Unidos y Canadá están
utilizando el acuerdo comercial (T-MEC) para impugnar estas
acciones.
El propósito de las restricciones del maíz GM en México es
salvaguardar la integridad del maíz nativo de la contaminación GM y
proteger la salud humana. Lo que busca la impugnación estadounidense
y canadiense es defender los intereses de la industria
biotecnológica.
Estados Unidos y Canadá quieren obligar a México a abrir su mercado
a todos los alimentos y semillas genéticamente modificados. Canadá
respalda la impugnación de EE.UU. (como tercero en la controversia)
a pesar de que no exporta maíz a México.
México tiene derecho a restringir el uso del maíz GM. Los Estados
Unidos argumentan que las acciones de México no tienen fundamento
científico, pero el gobierno cuenta con vasta evidencia científica
para justificar sus políticas precautorias.
Nuestra organización, la Canadian Biotechnology Action Network(Red
Canadiense de Acción Biotecnológica), es una amplia red de grupos de
agricultores y ecologistas que lleva 15 años vigilando los OGM, y
apoyamos las restricciones de México. Fuimos uno de los dos grupos
canadienses autorizados para enviar comentarios de expertos sobre
los riesgos del maíz GM al panel de arbitraje en esta controversia.
Sin embargo, en enero, a petición del gobierno de EE.UU. y con apoyo
de Canadá, se les retiró la invitación a los grupos canadienses,
basándose en la cuestión técnica de que la controversia es sólo
entre EE.UU. y México.
Aun así, publicamos nuestro análisis para demostrar que la
restricción de México está sustentada científicamente. Las
investigaciones siguen encontrando indicios de daños potenciales
para los seres humanos por el consumo de maíz GM resistente a los
insectos. La ciencia también sigue advirtiendo acerca de los efectos
que la exposición al herbicida glifosato, utilizado en la producción
de maíz GM, puede tener en la salud.
La mayoría de las plantas de maíz GM están modificadas genéticamente
para matar plagas de insectos. Las plantas GM expresan una toxina de
la bacteria del suelo Bacillus thuringiensis (Bt), la cual se sabe
que daña los intestinos de determinados tipos de insectos, pero no
todos. Los agricultores han utilizado Bt en aerosol durante mucho
tiempo para matar a las plagas, pero las toxinas Bt en los cultivos
GM son diferentes de las Bt naturales en cuanto a estructura,
función y efectos biológicos. De hecho, los estudios revisados por
pares en la bibliografía científica demuestran que las toxinas Bt
utilizadas en las plantas GM pueden dañar especies de insectos que
no son sus objetivos previstos.
Prueba tras prueba quedan demostrados los impactos negativos del Bt
donde se suponía que no los había. Por ejemplo, los resultados de
una prueba publicada en 2023 por investigadores de Brasil y
Colombia, apoyados por el gobierno de Brasil, encontraron [LS1] que
el Bt había tenido muchos impactos significativos en la salud de las
avispas, afectando incluso a la siguiente generación. Investigadores
académicos de China y Pakistan también encontró una menor diversidad
en el microbioma del intestino de las arañas lobo expuestas al Bt.
Esto se suma a otra prueba de laboratorio publicada en 2023,
financiada por el gobierno francés, que encontró que una toxina Bt
en particular altera el crecimiento y funcionamiento normal de las
células intestinales en las moscas de la fruta, lo que plantea la
posibilidad de que las toxinas Bt puedan dañar el revestimiento
intestinal de los animales, incluidos los humanos.
Además de estos resultados, varios [LS2] ensayos de alimentación en
animales de laboratorio también muestran que las toxinas Bt y los
cultivos Bt GM pueden tener efectos tóxicos en los mamíferos. Se han
observado diversos efectos tóxicos e indicios de toxicidad en
sangre, estómago, intestino delgado, hígado, riñón, bazo y páncreas,
así como respuestas inmunitarias, aunque el mecanismo no se ha
dilucidado a partir de estos estudios. Resulta un tanto grave que
los gobiernos de Estados Unidos y Canadá no exijan estudios sobre
alimentación animal para demostrar la seguridad de los alimentos
genéticamente modificados. De hecho, existen muy pocas pruebas
multigeneracionales y a largo plazo en animales en la bibliografía
científica.
Pero la toxicidad de las Bt no es el único problema de seguridad. La
producción de maíz GM también está vinculada al uso de glifosato y
otros herbicidas relacionados con graves problemas de salud, como
enfermedades neurológicas y algunos tipos de cáncer. La Agencia
Internacional para la Investigación del Cáncer de la Organización
Mundial de la Salud clasifica el glifosato como “probable
carcinógeno humano” y, como lo demuestran las demandas exitosas
contra Bayer/Monsanto, existe amplia evidencia de que la exposición
directa a herbicidas a base de glifosato puede derivar en linfoma no
Hodgkin en específico. En esencia, la evidencia también señala el
peligro de la exposición a residuos en los alimentos, que es la
preocupación destacada por México en relación con el maíz GM.
Esta preocupación es particularmente apremiante porque los mexicanos
comen más maíz que nadie en el mundo, en gran parte a manera de
harina mínimamente procesada para hacer tortillas. Se trata de una
forma de comer maíz GM totalmente diferente a la dieta de
ingredientes de maíz en alimentos altamente procesados que se
acostumbra en EE.UU. y Canadá. La particular exposición dietética de
México al maíz GM requiere que este país determine su propio “nivel
aceptable de protección” frente a los riesgos.
En su presentación frente al panel del litigio comercial, el
gobierno estadounidense sostiene que no se han encontrado efectos
adversos para la salud de los consumidores. No obstante, al no haber
un seguimiento de los alimentos modificados genéticamente, no existe
fundamento científico para hacer esta afirmación. No se han
realizado estudios posteriores a la comercialización en poblaciones
de seres humanos para determinar si se han presentado efectos
adversos para la salud y, sin un seguimiento o etiquetado de los
alimentos GM, dichos estudios no son factibles.
EE.UU. y Canadá argumentan esencialmente que, si ellos han decidido
que un alimento modificado genéticamente es seguro, entonces México
debería estar de acuerdo.
A principios de marzo se publicará la defensa formal de México para
la restricción del maíz GM como parte del proceso de litigio
comercial. Poco después escucharemos los argumentos de ocho grupos
no gubernamentales autorizados para enviar comentarios. Esos
documentos deberían explicitar que las restricciones a este tipo de
maíz por parte de México están sustentadas por la ciencia y tienen
justificación para defender el futuro del maíz y proteger la
seguridad alimentaria.
1.3.24
La ciencia justifica la precaución de México sobre el maíz transgénico
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