Gustavo Leal F.
Hace unos días el
director general del IMSS, Zoé Robledo, declaró que durante el primer
año de la 4T se reducirá la acumulación de reservas y con
disciplina administrativala
viabilidad financierainstitucional
podráextenderse más allá de 2030:
creemos que podemos subirle dos años teniendo finanzas sanashasta 2032 ( La Jornada, 2/9/19). Esta visión es la de su antecesor peñista José Antonio González Anaya, autor del fantástico
salvamentodel IMSS al servicio del PRI. ¿Dónde quedó el cambio 2018 de López Obrador?
Ante Peña, en 2015, González Anaya dijo:
señor presidente, con orgullo colectivo le informo que la viabilidad financiera del instituto, está garantizada durante su administración, mientras, lo alcanzaban por minuto las denuncias sobre la calidad de los servicios.
Para Robledo: el
secretoes evitar gastar más de lo que ingresa. Y para que los servicios IMSS-4T no prosigan la ruta de profundo deterioro –consolidada por el Prian– Robledo sólo puede establecer una meta
menoracumulando reservas que suman 215 mil millones de pesos. Él quiere algo
menos excesivo: en 2019 se acumularán sólo 29 mil millones de pesos, no 34 mil. La diferencia brindará
margenpara invertir en infraestructura y erguir hospitales de tiempo completo.
Este absurdo esquema neoliberal de constituir forzosamente reservas fue impuesto, con Fox, por el tecnócrata Santiago Levy (2001) y luego fue calcado, con Calderón (2007), al Issste. Con ellas se ataban ambas instituciones a la
estabilidadmacroeconómica: de ser un efecto, los neoliberales convirtieron a las instituciones en una causa
macrode esa
estabilidad. Ciertamente, aunque la seguridad social expresa el marco económico, no lo genera. Contribuye a él.
Pero Robledo –como el director del Issste, Ramírez Pineda– no entran a este debate de fondo, como debería ser el caso de la 4T. Simplemente le dan la vuelta. Y apremiados por la necesidad de recursos
disminuyenla meta de constitución de reservas, porque como dice Robledo
de nada sirvetener grandes reservas si, al mismo tiempo, no apostamos por
mejorarlos servicios médicos.
Robledo y Ramírez Pineda preservan la operación neoliberal para garantizar la
viabilidad financiera, pero simultáneamente quieren usar las reservas para
mejorarservicios. Nunca ordenan el gran tema pendiente: el que toda institución de seguridad social requiere una caja dorada para garantizar las prestaciones de todos los que han contribuido a los institutos. No distinguen entre constituir reservas tecnocráticas sacrificando servicios y poner los cimientos de la seguridad social de la 4T; cimientos que exigen definir y defender esa caja dorada que garantizan las prestaciones amparadas en sus respectivas leyes. No desmontan definitivamente –como corresponde a la 4T– la aberración de seguir constituyendo reservas para que IMSS-Issste sigan pretendidamente contribuyendo a la
estabilidadmacro-económica.
En la 4T, Robledo debería establecer que en el IMSS no cabe un concepto como
viabilidad financiera, propio al lenguaje neoliberal. El IMSS jamás podrá dejar de tenerla. Por la naturaleza de los compromisos que adquiere con cada retención salarial y aportes patronales, cuenta de facto con el respaldo del Estado para que así cumpla la ley: que sus asegurados reciban justo esas prestaciones de ley. Además, ofrecer mejores servicios no excluye ni contradice establecer reglas claras y transparentes para la caja dorada de reservas que los hace posible.
Sobre el programa de mejora, Robledo refiere consultas y operaciones en fines de semana (ya iniciadas por González Anaya) y alude a los hospitales de tiempo completo ¿los hay de tiempo parcial?
En el fondo del asunto se localiza el impacto de la reforma Zedillo-IMSS-1995 sobre finanzas institucionales y en la nunca cumplida oferta del efímero ex director Germán Martínez para levantar una
gran auditoría, rápida y oportunaque
deberá estar lista en enero de 2019con el fin de
evitarsimulación sindical, vía contratos de protección, o en la entrega de las cuotas obrero-patronales ( La Jornada, 7/12/18). Esa indispensable auditoría debería conducir a Robledo, ya como 4T, a un pronunciamiento sobre los verdaderos determinantes de la situación financiera e, incluso, a cambiar el nombre y diseño del neoliberal Informe al Ejecutivo Federal y al Congreso de la Unión sobre la Situación Financiera y los Riesgos del IMSS impuesto por Santiago Levy.
La operación cosmética fabricada por González Anaya –como la de los panistas– sobre la situación financiera institucional fue una quimera: eludió ajustar el deliberadamente equivocado diagnóstico panista de Fox-Calderón y elaboró otro principio fabulado, tan inverosímil como el previo. Pero ignoró lo principal: el impacto de la reforma Zedillo. El masivo voto de 2018 mandató otro futuro, no priísta, para la seguridad social de la 4T.
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