Al apostarle a
que con el paso del tiempo y los acontecimientos recientes puedan borrar
su historia de complicidad y servicio a gobiernos corruptos y abusivos
del Partido Revolucionario Institucional, el secretario general de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el
expriísta José Ángel Gurría ha venido a México para pretender dar clases
y consejos al gobierno de izquierda de Andrés Manuel López Obrador
sobre la situación económica, política y social del país.
Los pronósticos económicos de la OCDE
para el crecimiento de México son muy bajos (1.6 por ciento para 2019 y 2
por ciento para 2020) y se contraponen al optimismo de desarrollo que
plantea el presidente de la República (2 por ciento 2019 y 2.3 por
ciento 2020).
En conferencia de prensa y entrevistas con medios de comunicación, el apodado Ángel de la Dependencia
(por su servilismo y entreguismo a las políticas económicas dictadas
desde Washington cuando fue secretario de Hacienda en el gobierno
priísta de Ernesto Zedillo), Gurría urge a López Obrador a restablecer
el estado de derecho para lograr las metas económicas del país.
Ante ello, horas después de que Gurría
“aconsejara” al gabinete lópezobradorista de lo que se tiene que hacer
para cumplir la meta de crecer hasta un 4 por ciento, el presidente de
la República de inmediato respondió que las estimaciones de la OCDE para
México en materia económica no son reales.
López Obrador advirtió así sobre un tema
que a Gurría aún le causa nerviosismo: “Se los vamos a demostrar,
porque hay una variable que permitirá al país crecer, y es que ya no hay
corrupción como la que había cuando ellos (PRI) gobernaron”, en una
clara alusión al pasado de abusos e impunidad de quienes gobernaron al
país con Zedillo como presidente y Gurría su secretario de Hacienda.
Y el presidente López Obrador tiene
razón cuando señala que la “variable” de la corrupción hará la
diferencia entre su administración con gobiernos anteriores del PRI y
del PAN, cuando los mandatarios en los últimos 30 años (Carlos Salinas,
Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Peña Nieto) se dedicaron
a saquear las arcas públicas del país, lo que mantiene al país con nuna
enorme desigualdad económica y social, con decenas de millones de
mexicanos en pobreza extrema, una violencia incontenible y la falta de
justicia por la impunidad que ellos cultivaron.
En esta columna se guardan aún los
archivos con documentos oficiales que involucran a José Ángel Gurría en
actos de corrupción cuando fue titular de Hacienda, como aquellos
beneficios fiscales que le otorgó a sus amigos, empresarios, políticos
y, principalmente, a los hermanos de su entonces jefe el presidente de
la República Ernesto Zedillo Ponce de León.
Documentales oficiales de la Secretaría de Hacienda en poder de Oficio de papel,
así como versiones de funcionarios en ese gabinete, confirman que en
1998 Gurría otorgó un trato preferencial a los hermanos del presidente
Zedillo, de nombres Rodolfo, Verónica Crystela y Luis Eduardo Zedillo,
así como a su empresa Grupo Intecon, para que poudieran
liquidar extemporáneamente impuestos sin recargo alguno que no enteraron
al fisco entre 1991 y 1996.
En ediciones anteriores escribí en esta
columna como en los primeros días del gobierno panista de Vicente Fox,
su secretario de la Contraloría Francisco Barrio Terrazas intentó
investigar por corrupción al exsecretario Gurría, pero el propio
gobierno foxista con Francisco Gil Díaz en Hacienda echaron a andar la
maquinaria de corrupción e impunidad y se lo impidieron.
Inmovilizado, el contralor Barrio le
pidió ayuda directamente al secretario Francisco Gil Díaz para
investigar a la familia Zedillo Ponce de León, pero su petición fue
rechazada y le negaron las pruebas de cómo su antecesor había
beneficiado ilegalmente a la empresa de los hermanos de Zedillo.
En información publicada en esta columna
en diciembre de 2000, se dio cuenta de la explicación que el arquitecto
Rodolfo Zedillo, hermano de Ernesto y presidente del Grupo Intecon,
hizo a Oficio de papel sobre los beneficios fiscales que recibieron por parte de Gurría cuando su hermano Ernesto era el presidente de la República.
En aquella ocasión Rodolfo Zedillo
juraba que “no había recibido un trato preferencial de la Secretaría de
Hacienda en la liquidación de sus adeudos fiscales”; sin embargo, sí
reconocía haber incurrido en retrasos de obligaciones tributarias “por
causas externas a las propias empresas”. Y agregaba que los adeudos
fiscales fueron liquidados con “cargos muy sustanciales en apego a la
ley”.
Es decir si les habían condonado
impuestos y una vez echo esto público en la prensa fueron a pagar el
adeudo, aunque con cinismo los hermanos Zedillo aseguraban que “jamás he
recibido un trato especial de autoridad alguna y que, por el contrario,
las autoridades han sido especialmente cuidadosas con mi familia para
que ésta cumpla con el pago de sus impuestos”.
Sin embargo, las pruebas en poder de
este columnista que se guardan aún en viejos archivos se explica cómo
las cuatro empresas de la familia del expresidente Zedillo –Integración
de Sistemas para la Construcción; Conductores Eléctricos de México;
Promociones Electro Iris, e Inmobiliaria y Constructora Gegaza–
acumularon deudas y recargos por impuestos no pagados al gobierno
federal hasta por 15 millones 275 mil 343 pesos entre 1991 y 1996.
Para resolver ese problema antes de que
su pariente dejara la Presidencia de la República, el arquitecto Rodolfo
Zedillo buscó un arreglo con las autoridades hacendarias para asegurar
que no fueran acusados posteriormente, por lo que en mayo de 1998
aseguraron haber pagado créditos fiscales por 8 millones 103 mil 779
pesos, lo que le significó una condonación de más de 7 millones de
pesos.
De acuerdo con la tarjeta informativa
que el exsubsecretario de Ingresos, Tomás Ruiz, le envió al entonces
secretario José Ángel Gurría, el SAT también les autorizó a las empresas
de la familia Zedillo incorporarse a los convenios del Programa de
Apoyo Fiscal, que les permitió pagar en una sola exhibición el saldo de
los adeudos y los relevó de las obligaciones de presentar la garantía
del interés fiscal y, por si eso fuera poco, los créditos que les otorgó
Hacienda no fueron garantizados y al final les condonó las multas.
Cada uno de los créditos fiscales que
las autoridades hacendarias les fincaron por las omisiones en que
incurrieron los Zedillo al no pagar las contribuciones de sus cuatro
empresas, se encontraba sin garantía alguna, lo que es contrario a las
disposiciones fiscales, pues el espíritu de toda norma tributaria es en
el fondo salvaguardar el interés fiscal, mismo que debe ser garantizado a
plenitud en todos los créditos que las autoridades hacendarias
determinen, situación que en el caso de las empresas de los Zedillo no
se cumplió, lo que confirma el trato preferencial del fisco federal a
favor de la familia del expresidente de la República.
Estas irregularidades de la familia
Zedillo, permitidas y solpadas por el entonces secretario de Hacienda,
ejemplifican cómo José Ángel Gurría fue parte de la maquinaria de
corrupción y abusos que mantuvo al PRI en el poder por tantos años y que
ahora el actual secretario general de la OCDE quiere venir a dar
consejos y dictar línea sobre las políticas públicas que debe seguir el
actual gobierno de izquierda de López Obrador.
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