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Alfredo Jalife-Rahme
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¿Existirá un
efecto Sandy, que azota Nueva York y la costa Este, en los cruciales comicios de Estados Unidos (EU)? Las elecciones están tan apretadas que cualquier noticia y la capacidad de respuesta de los candidatos puede afectar el resultado en pocos días.
Ezra Klein, de The Washington Post (26/10/12) llega hasta conjeturar una victoria del
voto populardel republicano Mitt Romney, pero con un determinante triunfo de Obama en el colegio electoral, que requiere 270 votos, donde, por cierto, los 18 votos de Ohio serían decisivos.
EU todavía se encuentra muy atrasado en su sistema electoral de corte decimonónico, donde en última instancia el sufragio es indirecto con el peso específico de la proporción de votos electorales de acuerdo con la demografía de cada estado. De allí que existen ocho
estados indecisos(swing states) con unos 100 votos electorales que pueden afectar el epílogo no apto para cardiacos. El ex presidente James Carter ha llegado hasta fustigar el sistema electoral de su país como uno de los peores del mundo, que contrasta con el de Venezuela al que considera
el más perfecto del mundo.
Ohio mide unos 116 mil kms2 (10 mil kms2 más que Chiapas) y tiene 11.5 millones de habitantes, de los cuales uno de cada ocho empleados pertenece al sector automotriz y cuya percepción será determinante para inclinar la balanza del
estado indeciso, donde Obama ha mantenido una precaria ventaja.
Según Klein, a ocho días de la elección, “las encuestas de los estados son también claras: Obama va a la cabeza en Ohio, Wisconsin, New Hampshire, Iowa, Nevada, Michigan y Pennsylvania. Colorado y Virginia se encuentran empatados. Florida y Carolina del Norte favorecen a Romney. Aun si Obama pierde Colorado y Virginia, todavía obtendría más de 290 votos electorales (20 más de los necesarios).
Durante los tres debates en la muy cerrada elección entre el presidente Obama y su contrincante Romney, su país vecino del sur nunca fue citado en política exterior salvo en forma tangencial –la Border Patrol por el primero y la ignominiosa ley Arizona por el segundo: que afectan a la transfrontera–, la inmigración (en forma muy genérica, más con el fin de atraer el relevante voto latino) y una sola vez fue pronunciado
Méxicopor el candidato oriundo de Detroit y ex gobernador de Massachusetts: en referencia al nacimiento de su padre en la comunidad mormona de Chihuahua, a lo que agregó de manera tajante
de padres estadunidensespara no perturbar al Partido del Té ni a los blancos anglosajones protestantes (WASP, por sus siglas en inglés) que forman la base electoral protorracista del Partido Republicano, junto a su arma ideológica de destrucción disuasiva: la protuberante Asociación Nacional del Rifle, cuyo manual teológico muy bien puede ser el libro mexicanófobo Quiénes somos, del supremacista Samuel Huntington, que no ha sido suficientemente escudriñado como el Mein kampf posmoderno, notario de la guerra de religiones y raciales que se han desatado en el planeta con su intoxicante Choque de civilizaciones, en sincronía de las fracasadas guerras bushianas de Irak y Afganistán.
Para los avezados/abusados analistas de México y AL llamó poderosamente la atención que Romney, durante el segundo debate, como propuesta del cese de la dependencia energética de EU –a la que le endosa la culpa indebidamente al presidente en turno cuando ha sido una política integral de todos los presidentes de EU sin excepción desde antes de la Primera Guerra Mundial–, haya formulado a los energéticos de
Norteaméricacomo viabilidad redentora.
Que conste que no dijo
EUsino
Norteamérica, que de facto integra los preciados energéticos (hidrocarburos y agua) tanto de Canadá como de México: este último hipotecado metafóricamente desde el 18 de septiembre de 2001 (siete días después del fatídico 11/9) mediante
Los nuevos horizontes en las relaciones EU-México–patrocinado por el muy influyente Centro de Estudios Internacionales Estratégicos (CSIS, por sus siglas en inglés), el ITAM (sic), la Universidad de Texas en Austin y una entelequia entreguista Cidac– apuntalado seis años después por el Aspan y en espera de la incorporación al Comando Norte y hasta al esquema de ciberseguridad del Pentágono.
Los acuerdos transfronterizos de extracción de hidrocarburos entre EU (con alta tecnología) y México (sin tecnología) apuntan en el Golfo de México en la dirección irreversible del traslape energético de
Norteamérica, además de los gasoductos provenientes de Canadá para abastecer la incurable adicción estadunidense.
En el tercer debate parte significativa radicó en el tema delicado de China que expuso el antagonismo de los contrincantes. Una cosa son los debates destinados a jalar a los indecisos y otra son las políticas explícitas.
Obama, con la mira en el sector automotriz de Ohio y sus trascendentales 18 votos electorales, reviró a Romney –quien había fustigado el rescate por el gobierno de la industria automotriz a un precio muy elevado– que su política llevaría a la importación de vehículos chinos y al desmantelamiento doméstico. Fue un buen golpe electorero de Obama, pero faltaba lo mejor sobre China, el primer centro manufacturero del planeta.
Más allá de que Romney esté dispuesto a condenar a China como
manipulador de divisas–desde el primer día de su gobierno, en caso de su victoria–, llamó la atención su audaz propuesta de crear una zona amplia de maquila en toda AL para sustituir al gigante asiático, lo cual representa una verdadera revolución en las relaciones comerciales de EU.
En fechas recientes ha sido la tónica en la prensa anglosajona –en particular, la revista británica The Economist, portavoz del modelo neoliberal y muy cercana a los intereses de los banqueros Rothschild– contrastar a China con México en términos de la mano de obra barata en la manufactura. Palabras más menos: México está por desplazar a China como principal centro manufacturero del outsourcing (
deslocalización) de EU cuando la brecha laboral se ha reducido en detrimento del gigante asiático.
Los clásicos turiferarios del modelo mercantilista neoliberal han llegado hasta definir a México como la
nueva China del siglo XXI–en términos puramente comerciales reduccionistas, desde luego, y haciendo caso omiso de la descomunal brecha tecnológica entre México (muy rezagado) y China, que avanza a pasos acelerados en todas las áreas del conocimiento.
Lo relevante de la propuesta de Romney para convertir a AL en el nuevo centro manufacturero de EU en lugar de China, radica en que se despliega en la mesa de discusión en momentos en que Obama impulsó su política
pivotede contención militar del gigante asiático.
A final de cuentas, lo expresado por Romney durante los debates, tanto sobre los
energéticos de Norteaméricacomo sobre el nuevo centro manufacturero estadunidense en AL, constituyen las dos caras de la misma moneda de confrontación militar con China.
www.alfredojalife.com @AlfredoJalife
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