Nydia Egremy
Los activistas europeos emboscados en San Juan Copala habían propuesto a sus gobiernos y organizaciones no gubernamentales apoyar propuestas de desarrollo para los pueblos indios mexicanos sumidos en la pobreza. La solidaridad de los activistas de los derechos humanos encontró las balas de la organización paramilitar Ubisort, que mataron al finlandés Jyri Jaakkola y a la mexicana Bety Cariño. A pesar de las promesas de Felipe Calderón, hasta ahora no hay investigaciones ni detenidos
Jyri Antero Jaakkola, Meni Morne, David Casinori Portavano, Martin Santana y la alemana Lisa llegaron a México procedentes de Alemania, Bélgica, Finlandia e Italia. Durante meses, convivieron con mujeres y hombres de las comunidades indígenas del país y los conmocionó el grado de miseria, desnutrición y penuria en que viven. Ante esa violenta realidad, propusieron a sus gobiernos y organizaciones emprender proyectos de desarrollo que respetaran su autonomía; pero a las 14:50 horas del 27 de abril, esas aspiraciones fueron liquidadas: dos balas se alojaron en la cabeza del finlandés Jyri; la mexicana Beatriz Cariño Trujillo también fue alcanzada por los disparos de paramilitares.
Los europeos se habían sumado a la caravana internacional de paz que salió de Huajuapan de León, Oaxaca. Pretendían llegar al poblado triqui de San Juan Copala para auxiliar a los habitantes asediados por un cerco que se mantiene desde hace meses. Jyri contactó a los organizadores de la caravana para orientarlos sobre la situación de los indígenas; antes habían asistido a la presentación de un video.
Todos viajaban en la camioneta Ford Van blanca, que arriba del parabrisas ostentaba una calcomanía con la palabra “soledad”. Abajo de esa calcomanía, unos 10 centímetros hacia la izquierda, está el impacto de las balas que ultimaron a los ocupantes del asiento delantero del vehículo.
La representación diplomática de Finlandia en México fue notificada del asesinato de su compatriota a las 20:00 horas de ese martes. Fue entonces que se dispuso que Seppo Tunturi, el ministro consejero, encabezara al grupo que viajó a Oaxaca para conocer los hechos y ocuparse del retorno de Jyri a su país.
Entretanto, en la ciudad de México, personal de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) ofrecía “todo su apoyo” a las embajadas de los países de donde procedían los extranjeros emboscados.
Martin Santana es originario de Bélgica y conoce bien la problemática social que viven las comunidades oaxaqueñas, pues estudia temas sobre el desarrollo sustentable. David Casinori es un italiano que vino al país a redactar su tesis sobre movimientos sociales. Ambos viajaban en la camioneta que abría el paso de la caravana.
Segundos después de la agresión, Martin escapó de la balacera contra la camioneta Ford. En su huida encontró a Mónica Citlali Santiago Ortiz, integrante de la organización Voces Oaxaqueñas Construyendo Autonomía y Libertad. La joven había recibido un balazo y corría en busca de ayuda. Ambos lograron abordar una ambulancia –que también había sido baleada– que los condujo a un hospital.
Mónica recuerda que, esa mañana, la finlandesa Meni Morne se sumó a la caravana: “Venía sola, no sé si conocía a Jyri, y subió con nosotros”. Meni sería la primera sobreviviente entrevistada por los corresponsales extranjeros que desde Oaxaca dieron cobertura al ataque.
Menos de 12 horas después de los acontecimientos, la mañana del 28 de abril, los italianos leían en el diario La Reppublica este titular: “México, ataque a la caravana de la paz. Cinco muertos, un italiano secuestrado”. La nota describía que, hasta entonces, el italiano David Casinori estaba desaparecido y probablemente hubiera sido raptado; agregaba que en la zona no había intervenido el Ejército.
El diario reportó que “la policía no se arriesgó a entrar” a la zona del ataque. Agregó que “las fuerzas de seguridad del estado de Oaxaca, al estar cerca, no entraron a la zona a pesar del ataque de unas 40 personas contra el convoy humanitario para acompañar a salvo al grupo en el que iba David Casinori”.
Un día después, La Reppublica dio cuenta de que Casinori estaba a salvo. Logró contactarse por teléfono con un funcionario de la embajada en México, aunque estaba bajo el efecto del impacto por la agresión que sufrió. Él, como sus otros compañeros extranjeros que vivieron la pesadilla de las balas paramilitares, vino a este país a contribuir con sus propuestas para mejorar las condiciones de vida de los indígenas mexicanos.
La promesa perdida
Jyri viajó a México para realizar labores relacionadas con la cooperación internacional, algunas, subvencionadas por el Ministerio de Exteriores de Finlandia. Colaboraba con la organización gubernamental finlandesa Uusi Tuuli (Nuevo Viento). También colaboró con la Universidad de la Tierra de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, donde preparó algunos proyectos para contribuir al desarrollo de las comunidades indígenas.
Pretendía promover la autosuficiencia alimentaria de los pueblos indígenas; sostenía que el empleo de técnicas de mejoramiento elevaría su producción agrícola y podrían comercializarlos mejor. Sus trabajos hacían énfasis en la preservación de la cultura y métodos de producción tradicionales.
Sus compatriotas lo recuerdan como un joven entusiasta que, en cuanto llegó a México, procuró obtener información de distintas fuentes sobre las comunidades necesitadas de este país. Antes de partir a Oaxaca, comentó que era apremiante que el gobierno de su país emprendiera ya los proyectos de ayuda bilateral y que se dirigieran hacia los pueblos indígenas.
El 11 de mayo, durante el homenaje en memoria a este joven, Ulla Vaïsto, la embajadora de Finlandia en México, recordó que él era un activista finlandés preocupado por estudiar el desarrollo sustentable, comercio justo y derechos humanos. “Este joven no pudo concluir su labor porque fue víctima de un asesinato cruel, junto a la ciudadana mexicana Beatriz Cariño. Los culpables de este acto aún están libres”. Tras esa tragedia, la embajada de Finlandia en México ha exigido que se aclare este crimen y que los culpables sean sentenciados.
Anteriormente, la representante de Finlandia había entregado, en nombre de su gobierno, una nota diplomática a la SRE. Ahí exigía el esclarecimiento de “este hecho condenable y que los culpables sean llevados ante la autoridad y castigados según la legislación mexicana”. Esa exigencia también se transmitió al gobierno de Oaxaca, donde se abrió la averiguación previa, y a la Procuraduría General de la República.
Vaïsto admitió entonces que el proceso para llevar ante la justicia a los asesinos de Jyri “no será rápido ni fácil, pero lo más importante es que se investigue a fondo, se encuentre a los culpables, éstos sean llevados al tribunal pertinente y se les castigue conforme a las leyes mexicanas”.
Hizo notar que Jyri era una persona seria, con convicciones, que quería trabajar por el bien de Oaxaca, por el desarrollo social sustentable y “por hacer una diferencia”. El homenaje concluyó con el reconocimiento a quienes sumaron sus voces para exigir el esclarecimiento de los “cobardes hechos, para que éstos no queden impunes”.
Siete días después de ese homenaje, el 18 de mayo, la presidenta de Finlandia, Tarja Halonen, y el presidente de México se reunieron en Madrid, España. Ambos asistían a la VI Cumbre América Latina y el Caribe-Unión Europea. Ahí, Felipe Calderón le manifestó su pesar por el fallecimiento de Jyri Jaakkola y le reiteró que su gobierno se comprometía a esclarecer los hechos y el castigo a los responsables.
Días después de estos hechos, el cuerpo de Jyri llegó a su patria y fue recibido por sus padres y dos diputadas del Partido Verde finlandés: Satu Hassi y Heidi Hautala. Esta última preside el grupo de derechos humanos ante el Parlamento Europeo.
Gestiones en el vacío
A las 18:36 del miércoles 29 de abril, la Secretaría de Relaciones Exteriores emitió su comunicado de prensa número 123. Ahí se anunciaba la creación de un “grupo de trabajo” con embajadas de la Unión Europea para “identificar y localizar a sus ciudadanos involucrados en los hechos de San Juan Copala, Oaxaca”.
Además de manifestar que el gobierno de México lamentaba “profundamente” el fallecimiento de la mexicana Beatriz Cariño y del ciudadano finlandés Jyri Jaakkola, se planteó que se trataba de dar respuesta a las “inquietudes manifestadas” por diversas embajadas europeas por la participación de algunos de sus connacionales, en lo que denominó “caravana de derechos humanos”.
El comunicado anunció que participarían diferentes dependencias federales y representantes de las embajadas europeas. La invitación a “sumarse a este grupo” también se transmitió a la Unión Europea a través de la embajada de España en México, pues ese país ostenta la presidencia temporal de esa organización regional.
También citó que una “comisión plural” –de la que no informó qué representantes extranjeros la integraban– se había trasladado a Oaxaca. Daba cuenta que el 28 de abril, un día después del ataque paramilitar, el grupo sostuvo una reunión de trabajo con Evencio Martínez Ramírez, secretario general de Gobierno; Luz Candelaria Chiñas, procuradora de Justicia, y Javier Rueda Velázquez, secretario de Seguridad Pública de esa entidad.
Desde entonces, las embajadas europeas acreditadas en México, cuyos ciudadanos fueron víctimas del ataque, reciben de vez en cuando telefonemas de las autoridades mexicanas que les “informan” que persisten las investigaciones. Más de un mes después de esos hechos, ninguna persona ha sido presentada ante la justicia como resultado de la investigación que realizan el gobierno federal y el gobierno de Oaxaca por el asesinato de Beatriz Cariño y de Jyri Jaakkola. Entretanto, todos los días y desde toda la Unión Europea, este caso sigue presente en la opinión pública y en los parlamentarios de aquel continente.
Jyri Jaakkola: in memoriamMensaje para Contralínea de Ville-Veikko Hirvelä, madre del activista finlandés asesinado por paramilitares de San Juan Copala, Oaxaca, el pasado 27 de abril.Estudió en la universidad de la ciudad de Turku, en la costa, pero pronto se percató que esa forma de educación no era para él. Pensó que lo necesitaban más en el trabajo solidario internacional, a favor del comercio justo, la paz y la comprensión entre los pueblos; ya sentía de forma muy profunda la injusticia que permitía a unos cuantos acceder a la educación gratuita y exclusiva. Es decir, sólo la gente europea, de clase media y blanca.Aunque era un estudiante brillante, que estudió filosofía y ciencias políticas, no se dedicó a hacer fortuna y seguir con el conformismo europeo en un mundo de miseria e injusticia. Por ello, en un acto solidario con quienes no tenían la misma oportunidad de estudiar que él, Jyri renunció a sus estudios. Entonces, comenzó su camino en la organización no lucrativa Uusi Tuuli (Viento Nuevo), donde trabajó por la justicia local, apoyó a productores locales en países desarrollados y las comunidades indígenas.En esas actividades, Jyri viajó en el barco Estelle, haciendo campaña por el comercio justo. Fue voluntario de World Shops (locales de venta de productos por el comercio justo), y participó en el Proyecto de Bangladesh Aamutähti World Shop’s, así como en la Red Europea de Tiendas Mundiales. En ese tiempo, ya estaba comprometido en la lucha por la justicia climática y era miembro de la organización finlandesa ambiental Hyökyaalto.Jyri fue conocido por su actitud positiva, dedicada e incansable. Se familiarizó con la vida local de los países que visitó. En Angola, auxilió a las víctimas de la guerra; en Bangladesh, asistió a las comunidades pobres, así como a los indígenas mexicanos.El pensamiento anarquista y antiautoritario fue parte importante de la vida de Jyri y de ello discutía en sus artículos. Construyó su ideología en la vida social de cada día al participar en todas las actividades, como impulsar las comunas y los círculos de comida orgánica.Jyri sabía que la mayor necesidad de cambio sobre la Tierra está aquí, en los países occidentales industrializados. Que nuestro consumismo y poder económico para gobernar el mundo tienen su base en los bajos precios de las materias primas y en el trabajo barato del sur; así como en la destrucción del medio ambiente. Esta sobreexplotación que evita la igualdad global, la verdadera democracia y la vida decente en los países desarrollados.Una vez en México, Jyri quería compartir la alegría y la pena de la vida cotidiana y su lucha por los derechos humanos. Esperaba aprender algo de los movimientos mexicanos de autonomía y de las comunidades, a los que podría ayudar en Finlandia. En la primavera de 2010, realizaba actividades para Uusi Tuuli y diversas organizaciones mexicanas en Oaxaca. Sus tareas incluían apoyar el derecho a la seguridad alimentaria y mejores condiciones de vida en las comunidades autónomas indígenas.También tomó parte en campañas sobre el cambio climático y visitó diferentes sitios en Oaxaca para conocer más los derechos de uso de la tierra entre esas comunidades.
Jyri el caminanteTatjana Markus recuerda a su compañero:Jyri llegó a Oaxaca con una mirada clara, corazón abierto y gran deseo de aprender, observar, compartir, disfrutar y regocijarse de las bellezas de la vida, el poder del compañerismo, la magia de la interacción. Vino a Oaxaca con dos oídos como conchas de mar, sus ojos como dos cámaras y su corazón abierto y listo para dar y recibir. Vino como un caballero andante pero sin caballo, armadura ni pretensiones. Enamorado de la vida. Vino a Oaxaca como un hombre despierto. Para él no había fronteras geográficas o culturales, ésas que la nación Estado nos impone. El sufrimiento de un hermano o hermana en cualquier parte del mundo era suyo, y el sistema del diablo era el mismo en todas partes. Las balas no tienen nacionalidad, como tampoco el amor y la camaradería.
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