Ernesto Hernández López*
La semana pasada comenzó una batalla internacional por la tortilla. EU
afirma que el gobierno mexicano viola obligaciones comerciales
Estados Unidos ignora las cifras comerciales y tergiversa la política mexicana sobre el maíz.
La semana pasada comenzó una batalla internacional por la tortilla. Por
un ingrediente fundamental de los tacos, Estados Unidos inició una
disputa comercial con México.
En 2023, mediante un decreto, el gobierno mexicano prohibió el maíz
modificado genéticamente (OMG) para consumo humano. Estados Unidos
afirma que esto viola las obligaciones comerciales. Preocupado por sus
exportaciones de maíz transgénico, formó un panel comercial en el marco
del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-mec). La semana pasada se
celebraron audiencias durante dos días.
Incluso antes de esto, la controversia estaba sobrecargada; era un lío
chapucero. Hasta la fecha, los documentos jurídicos presentados por
Estados Unidos y México contienen 586 páginas, 758 pruebas documentales y
casi 2 mil notas a pie de página.
Asimismo, los argumentos abarcan más de 20 disposiciones del T-mec y
varios anexos. Canadá y las organizaciones no gubernamentales han
aportado documentos adicionales. Es difícil de seguir, ya seas un
experto en comercio, un científico o simplemente te preocupe la
seguridad alimentaria.
La postura estadunidense tiene dos puntos débiles: errores económicos y
tergiversaciones sobre el decreto. Se trata de fallas básicas, propias
de una clase de introducción al Comercio Internacional, sobre lesiones y
política. Las torpezas sobresalen de la jerga jurídica y científica de
los expedientes. Estados Unidos debería abandonar el caso.
Un buen lugar para empezar a entender la lucha es el propio decreto. El
artículo sexto prohíbe el maíz transgénico para consumo humano, definido
precisamente como ingrediente para tortillas o masa. Detiene las
aprobaciones de maíz transgénico para estos dos productos; eso es todo.
El decreto es explícito al no tocar los OGM para alimentación animal o
uso industrial; mercados a los cuales los productores estadunidenses
exportan principalmente.
Las motivaciones del decreto incluyen la protección de la salud humana,
la biodiversidad y la seguridad alimentaria. La prohibición responde a
los riesgos del glifosato, un herbicida necesario para cultivar maíz
transgénico. El mismo es considerado como una causa probable de cáncer
por las agencias sanitarias internacionales y los tribunales
estadunidenses.
Además, México es el centro de origen y diversidad del maíz, una
designación científica que indica una vulnerabilidad genética extrema.
En 2021, el Tribunal Supremo de México dictaminó que los OMG amenazan
con dañar esta biodiversidad. Más inmediato, el maíz proporciona la
mitad de la ingesta diaria de proteínas de los ciudadanos.
Con el artículo sexto, el gobierno reduce estas amenazas al prohibir los
OMG en las tortillas y la masa que comen millones de personas cada día.
Por estos riesgos científicamente establecidos, adaptó el decreto para
que sólo afectara a dos alimentos básicos.
De igual manera, Estados Unidos ignora las cifras económicas recientes.
Las importaciones mexicanas de maíz han aumentado desde el decreto. La
semana anterior a las audiencias, el Departamento de Agricultura
estadunidense informó sobre un “récord” de exportaciones para 2023 y
2024. Asimismo, prevé tendencias similares para el próximo año. Esto
confirma los informes anteriores que citaban aumentos del 20 por ciento.
En pocas palabras, el decreto no tiene ninguna repercusión real en el
comercio de maíz. ¿Por qué? Porque, en su inmensa mayoría, los
agricultores estadunidenses exportan maíz para la alimentación animal y
no para el consumo humano. Seamos claros, Estados Unidos lucha a medida
que aumentan las exportaciones; no tiene sentido.
Además, tergiversa el decreto. Argumenta que México impone una
“prohibición de la tortilla de maíz”, lo cual es falso. Sólo suspende
las autorizaciones para el consumo humano; el maíz transgénico puede
seguir importándose.
México describe esto como una “limitación de uso final”, ya que regula
cómo se utiliza el maíz transgénico, lo cual se aplicaría a cualquier
lugar, incluidas las granjas nacionales.
Además, Estados Unidos exagera lo que hace el decreto. Asimismo, discute
sobre cuestiones que no vienen al caso. Lo que denomina “instrucciones
de sustitución” para obligar a sustituir el maíz OGM en la alimentación
animal. La queja es que las instrucciones no son claras.
Problema: el decreto no obliga a la sustitución. Lo que hace es
describir las acciones futuras y los requisitos previos necesarios, con
el objetivo de sustituir los piensos modificados genéticamente.
El artículo séptimo dice que la Comisión Federal para la Protección
contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) seguirá aprobando el maíz
transgénico en la alimentación animal, siempre y cuando no sea para
tortillas. Aclara que las dependencias federales llevarán a cabo
cualquier posible sustitución. Implícitamente, los gobiernos estatales
no tienen ningún papel.
El artículo octavo explica los elementos necesarios antes de cualquier
sustitución. También, designa los parámetros para sustituir el maíz OGM
para animales. Las condiciones previas incluyen determinar la seguridad
alimentaria nacional y cualquier impacto en la salud humana. En dos
presentaciones, México explica que los prerrequisitos no se han dado.
Por lo tanto, no ha fijado ninguna fecha para la sustitución, y mucho
menos ninguna orientación.
El decreto no exige en ninguna parte alternativas a los OMG; no afecta
al maíz para el ganado. Las quejas estadunidenses no dan en el blanco.
La disputa acaba de empezar a calentar el comal. El informe final del
panel llegará en noviembre. Hasta entonces, espere un lío con más
argumentos científicos y jurídicos amontonados. En términos más
sencillos, Estados Unidos ignora la realidad comercial y tergiversa el
decreto. Errores básicos que agravan los obstáculos en las normas de
seguridad alimentaria del T-mec.
Esto debería inspirar resolución frente a la repetición de derrotas
comerciales para Estados Unidos. Los agricultores estadunidenses y los
consumidores mexicanos merecen algo mejor. Poner fin a la disputa
asegura un comprador de maíz en un país vecino y promueve la salud
pública en México. El rumbo actual sólo produce incertidumbre.
*Profesor de la Facultad de Derecho, de Chapman
University, en California, Estados Unidos; investigador de derecho
internacional privado
5.7.24
Los primeros tropiezos en la guerra de la tortilla con México
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