William I. Robinson*
El líder bolchevique Vladimir Lenin publicó en 1916 su famoso estudio El
imperialismo: fase superior del capitalismo, en medio de la Primera
Guerra Mundial y un año antes del triunfo de la revolución soviética.
Lenin argumentó que la sangrienta conflagración debía entenderse como
una batalla entre los estados europeos para establecer zonas de
influencia coloniales en competencia entre sí. Según Lenin, este
conflicto expresaba un conflicto subyacente entre clases capitalistas
nacionalmente organizadas y, por tanto, la esencia del imperialismo era
la rivalidad entre estas clases nacionales para controlar al mundo.
Avancemos un siglo y el capitalismo ha sufrido mayores transformaciones
mediante la globalización, proceso caracterizado sobre todo por la
interpenetración e integración transfronteriza de capitales nacionales.
En 2018, apenas 17 conglomerados financieros globales administraron
colectivamente 41.1 billones de dólares, más de la mitad del PIB del
planeta, en lo que el sociólogo estadunidense Peter Phillips considera
en La élite global de poder como "una red entrelazada de capital que se
extiende por el mundo", de manera que es imposible desenredar esta masa
de capital trasnacional y colocarla en casillas nacionales.
Esta masa de capital concentrado y centralizado a escala mundial no
tiene identidad nacional. Más bien corresponde a una nueva clase
capitalista trasnacional (CCT) que ha promovido desde los estados –a
través de las políticas neoliberales, los tratados de libre comercio,
etcétera– el surgimiento un nuevo sistema globalizado de producción,
finanzas y servicios que incorpora a todo el mundo. La CCT está por
encima de cualquier Estado-nación. Sus integrantes comparten el mismo
interés de clase en defender una economía global abierta e integrada y
en suprimir cualquier desafío a la misma, ya sean las luchas de clase
desde abajo contra el capital trasnacional o las tendencias políticas
estatales de corte populista, nacionalista, y proteccionista.
Dadas estas realidades, ¿tiene vigencia hablar de imperialismo? La
respuesta depende de lo que entendemos por imperialismo. Si lo definimos
como la competencia entre clases capitalistas nacionales expresada en
rivalidades económicas nacionales ya superamos la fase imperialista del
capitalismo mundial.
Pero si por imperialismo entendemos las presiones incesantes para la
expansión hacia afuera del capitalismo y los mecanismos políticos,
militares y culturales que facilitan esa expansión y la apropiación por
la CCT de la riqueza que ésta genera, entonces es un imperativo
estructural inherente al capitalismo y un proceso que antecede la
situación que describió Lenin. Durante los 500 años transcurridos desde
la génesis del sistema capitalista mundial, el colonialismo y el
imperialismo incorporaron de manera coercitiva zonas y pueblos a su
redil. Esta "acumulación originaria" llega a su fin, sobre todo a raíz
de la incorporación en las últimas décadas de la ex Unión Soviética y
China al sistema.
El capitalismo mundial aún conquista espacios, naturaleza y seres
humanos. Es deshumanizante, genocida, suicida y maniaco. Pero se ha
trasmutado. La cara fea del capitalismo global no es imperialismo en el
viejo sentido ni de capitales nacionales rivales ni de conquista de las
regiones precapitalistas por los estados centrales. En esta época de
capitalismo globalizado, el imperialismo se refiere a los incesantes
esfuerzos por la CCT y sus representantes políticos en los estados de
promover y defender los intereses del capital trasnacional, es decir,
seguir abriendo el mundo al pillaje del capital trasnacional y socavando
cualquier resistencia.
Si la teoría clásica del imperialismo está ahora desfasada, ¿cómo
entendemos el intervencionismo estadunidense en el mundo y su papel
hegemónico en el sistema internacional? En resumen, EU ha intentado
desempeñar un papel de liderazgo en nombre de los intereses capitalistas
trasnacionales, es decir, Washington no escatima esfuerzos en poner al
mundo disponible para la CCT y en procurar que el mundo sea seguro para
la explotación de esta CCT ante cualquier obstáculo.
Sucedió algo ilustrativo con la invasión a Irak en 2003. Establecida la
ocupación, el procónsul estadunidense en Bagdad invitó a los ricos de
todo el mundo a invertir en el país bajo la garantía de las fuerzas de
ocupación. Las primeras compañías que invirtieron en los campos
petroleros iraquíes fueron la petrolera francesa Total y las petroleras
estatales de China que pudieron entrar al mercado iraquí gracias a la
ocupación estadunidense.
La CCT no enfrentó barreras para invertir en Rusia antes de la invasión a
Ucrania, no obstante las tensiones políticas entre Washington y Moscú,
en tanto los principales conglomerados capitalistas basados en EU y
China han experimentado una mayor integración y entrelazamiento en las
últimas décadas. Las tensiones geopolíticas se agudizan con la nueva
guerra fría y a raíz de la invasión a Ucrania, pero estas tensiones
tienen una explicación más allá de la competencia entre capitales.
La expansión capitalista es un proceso que genera constantes crisis y
contradicciones desconcertantes. Mientras la CCT persigue la acumulación
sin fin de capitales, los estados compiten por atraer a sus respectivos
territorios el capital trasnacionalmente móvil y se esfuerzan por
externalizar hacia otros pueblos y estados las tensiones políticas
internas de cara a la crisis del capitalismo global y de la legitimidad
de los estados, la crónica inestabiliadad política, y la desintegración
social.
El centro de gravedad del sistema global se desplaza hacia China. La
crisis de hegemonía en el sistema internacional se produce en el marco
de una sola economía global, integrada e interdependiente, al lado de
una multipolariadad política. El desfase entre una economía globalizada y
un sistema de autoridad política basado en el Estado-nación genera
enormes tensiones geopolíticas. Entre más comprendemos la naturaleza
cambiante de esta bestia que es el imperio del capital global, más
podemos diseñar estrategias de resistencia y transformación. La tarea se
hace cada vez más urgente frente a la amenaza de una guerra nuclear,
del colapso de la biosfera, y la cada vez más aguda desigualdad y
desintegración social alrededor del mundo.
* Profesor de sociología, Universidad de California en Santa Bárbara
27.10.22
El imperio del capital global
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