Diputadas y diputados. Senadoras, senadores, autoridades locales
y federales. Invitadas e invitados del extranjero. Licenciado
Enrique Peña Nieto, le agradezco sus atenciones. Pero, sobre todo,
le reconozco el hecho de no haber intervenido, como lo hicieron
otros presidentes, en las pasadas elecciones presidenciales.
Hemos padecido ya ese atropello antidemocrático y valoramos el
que el presidente en funciones respete la voluntad del pueblo. Por
eso, muchas gracias, licenciado Peña Nieto.
Amigas y amigos, por mandato del pueblo iniciamos hoy la cuarta
transformación política de México, puede parecer pretencioso o
exagerado, pero hoy no solo inicia un nuevo gobierno, hoy comienza
un cambio de régimen político.
A partir de ahora se llevará a cabo una transformación pacífica y
ordenada, pero al mismo tiempo profunda y radical, porque se acabará
con la corrupción y con la impunidad que impiden el renacimiento de
México.
Si definimos en pocas palabras las tres grandes transformaciones
de nuestra historia, podríamos resumir que en la Independencia se
luchó por abolir la esclavitud y alcanzar la soberanía nacional,
en la reforma por el predominio del poder civil y por la
restauración de la República. Y en la Revolución nuestro pueblo y
sus extraordinarios dirigentes lucharon por la justicia y por la
democracia.
Ahora, nosotros queremos convertir la honestidad y la fraternidad
en forma de vida y de gobierno. No se trata de un asunto retórico
o propagandístico, estos postulados se sustentan en la convicción
de que la crisis de México se originó, no solo por el fracaso del
modelo económico neoliberal aplicado en los últimos 36 años, sino
también por el predominio en este periodo de la más inmunda
corrupción pública y privada.
En otras palabras, como lo hemos repetido durante muchos años,
nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los
gobernantes y de la pequeña minoría que ha lucrado con el
influyentismo.
Esa es la causa principal de la desigualdad económica y social, y
también de la inseguridad y de la violencia que padecemos.
En cuanto a la ineficiencia del modelo económico neoliberal,
baste decir que ni siquiera en términos cuantitativos ha dado
buenos resultados. Recuérdese que luego de la etapa violenta de la
Revolución, desde los años treinta, hasta los setenta del siglo
pasado, es decir, durante 40 años, la economía de México creció a
una tasa promedio anual del 5 por ciento.
Y durante ese mismo periodo, en dos sexenios consecutivos, de
1958 a 1970, cuando fue ministro de Hacienda Antonio Ortiz Mena,
la economía del país no sÓlo creció al 6 por ciento anual sino que
este avance se obtuvo sin inflación y sin incremento de la deuda
pública. Por cierto, Ortiz Mena no era economista sino abogado.
Posteriormente hubo dos gobiernos, de 1970 a 1982, en que la
economía también creció a una tasa del 6 por ciento anual pero con
graves desequilibrios macroeconómicos, es decir, con inflación y
endeudamiento.
En cuanto a la política económica aplicada durante el periodo
neoliberal, de 1983 a la fecha, ha sido la más ineficiente en la
historia moderna de México. En este tiempo la economía ha crecido
en 2 por ciento anual, y tanto por ello como por la tremenda
concentración del ingreso en pocas manos, se ha empobrecido a la
mayoría de la población hasta llevarla a buscarse la vida en la
informalidad, a emigrar masivamente del territorio nacional o a
tomar el camino de las conductas antisociales.
Lo digo con realismo y sin prejuicios ideológicos: la política
económica neoliberal ha sido un desastre, una calamidad para la
vida pública del país. Por ejemplo, la reforma energética, que nos
dijeron que vendría a salvarnos sólo ha significado la caída en la
producción de petróleo y el aumento desmedido en los precios de
las gasolinas, el gas y la electricidad.
Cuando se aprobó la reforma energética hace 4 años se afirmó que
se iba a conseguir inversión extranjera a raudales, como nunca. El
resultado es que apenas llegaron 760 millones de dólares de
capital foráneo, lo que únicamente representa el 1.9 por ciento de
la incipiente inversión pública realizada por Pemex en el mismo
periodo, y apenas en 0.7 por ciento de la inversión prometida.
En los considerandos de las leyes aprobadas en ese entonces se
aseguraba que en ese año íbamos a estar produciendo 3 millones de
barriles diarios, y la realidad es que estamos extrayendo solo 1
millón 763 mil, 1 millón 763 mil barriles diarios. Es decir, 41
por ciento menos de lo estimado y con tendencia a la baja.
Es tan grave el daño causado al sector energético nacional
durante el neoliberalismo, que no solo somos el país petrolero que
más gasolinas importa en el mundo, sino que ahora ya estamos
comprando petróleo crudo para abastecer a las únicas seis
refinerías que apenas sobreviven, téngase en cuenta que
precisamente desde hace 40 años no se construye una nueva
refinería en el país.
Aquí agrego otros saldos de la política económica neoliberal o
neoporfirista. De México es originario el maíz, esa planta bendita
y somos la nación que más importa maíz en el mundo. Antes del
neoliberalismo producíamos y éramos autosuficientes en gasolinas,
diesel, gas, energía eléctrica. Ahora compramos más de la mitad de
lo que consumimos de estos insumos.
En este periodo el poder adquisitivo del salario mínimo se ha
deteriorado en 60 por ciento y el salario de los mexicanos es de
los más bajos del planeta. Tenemos el doble de enfermos de
diabetes en comparación con países de América Latina. Durante el
periodo neoliberal nos convertimos en el segundo país del mundo
con mayor migración. Viven y trabajan en Estados Unidos, 24
millones de mexicanos. Y por lo que hace a la violencia, estamos
en los primeros lugares del mundo.
Según la última medición de Transparencia Internacional ocupamos
el lugar 135 en comparación con 176 países evaluados. Ocupamos el
lugar 135 en corrupción, entre 176 países evaluados y pasamos a
ese sitio luego de estar en el lugar 59 en el 2000, subir al 70 en
el 2006, escalar al 106 en el 2012 y llegar en 2017 a la
vergonzosa posición en que nos encontramos.
Por eso insisto. El distintivo del neoliberalismo es la
corrupción. Suena fuerte, pero privatización ha sido en México
sinónimo de corrupción. Desgraciadamente casi siempre ha existido
este mal en nuestro país, pero lo sucedido durante el periodo
neoliberal no tiene precedente en estos tiempos que el sistema en
su conjunto ha operado para la corrupción. El poder político y el
poder económico se han alimentado y nutrido mutuamente y se ha
implantado como modus operandi el robo de los bienes del pueblo y
de las riquezas de la nación.
En la época de la llamada, o del llamado desarrollo
estabilizador, o compartido, que va de los años 30 a los 70 del
siglo pasado, los gobernantes no se atrevieron a privatizar las
tierras ejidales, los bosques, las playas, los ferrocarriles, las
telecomunicaciones, las minas, la industria eléctrica ni mucho
menos a enajenar el petróleo, pero en estas últimas tres décadas
las máximas autoridades se han dedicado, como en el Porfiriato, a
concesionar el territorio y a transferir empresas y bienes
públicos, e incluso funciones del Estado a particulares nacionales
y extranjeros.
No se trata, como antes, de actos delictivos individuales, o de
una red de complicidades para hacer negocios al amparo del
gobierno. En el periodo neoliberal la corrupción se convirtió en
la principal función del poder político, por eso si me piden que
exprese en una frase el plan del nuevo gobierno, respondo: acabar
con la corrupción y con la impunidad.
Pero al contrario de lo que pudiera suponerse, esta nueva etapa
la vamos a iniciar sin perseguir a nadie porque no apostamos al
circo ni a la simulación.
Queremos regenerar, de verdad, la vida pública de México. Además,
siendo honestos, como lo somos, si abrimos expedientes dejaríamos
de limitarnos a buscar chivos expiatorios, como se ha hecho
siempre, y tendríamos que empezar con los de mero arriba, tanto
del sector público como del sector privado.
No habría juzgados ni cárceles suficientes, y lo más delicado, lo
más serio, meteríamos al país en una dinámica de fractura,
conflicto y confrontación, y ello nos llevaría a consumir tiempo,
energía y recursos que necesitamos para emprender la regeneración
verdadera y radical de la vida pública de México, la construcción
de una nueva patria, la reactivación económica y la pacificación
del país.
Estamos ante un asunto político de Estado, y como tal debemos
enfrentarlo. Mi postura al respecto la definí con toda claridad
desde la campaña. Dije que no es mi fuerte la venganza, y que si
bien no olvido, sí soy partidario del perdón y la indulgencia.
Además, y esto es muy importante, creo precisamente que en el
terreno de la justicia se pueden castigar los errores del pasado,
pero lo fundamental es evitar los delitos del porvenir.
En consecuencia, propongo al pueblo de México que pongamos un
punto final a esta horrible historia y mejor empecemos de nuevo,
en otras palabras, que no haya persecución a los funcionarios del
pasado, y que las autoridades encargadas desahoguen en absoluta
libertad…
Que las autoridades encargadas desahoguen en absoluta libertad
los asuntos pendientes, por cierto, hoy se constituye una comisión
de la verdad para castigar los abusos de autoridad, para atender
el caso de los jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa.
Que se castigue a los que resulten responsables, pero que la
Presidencia se abstenga de solicitar investigaciones en contra de
los que han ocupado cargos públicos o se hayan dedicado a hacer
negocios al amparo del poder durante el período neoliberal.
Desde mi punto de vista, en las actuales circunstancias es más
severa y eficaz la condena al régimen neoliberal, dejar en claro
su manifiesto fracaso y su evidente corrupción, y hacer todo lo
que podamos para abolir el régimen neoliberal y someter a procesos
judiciales o a juicios sumarios a sus personeros, quienes a fin de
cuentas no dejan de ser menores ante la esperanza de todo un
pueblo y la fortaleza de una nación como la nuestra.
Pero de cualquier manera, como en todos los asuntos de
trascendencia para la vida pública del país, yo defenderé con
libertad y argumentos mi postura del punto final y de pensar y
trabajar hacia el porvenir, pero la ciudadanía tendrá la última
palabra, porque todos estos asuntos se van a consultar a los
ciudadanos.
También aclaro que si se acepta mi propuesta de mantener al
margen de este asunto al Poder Ejecutivo, tal determinación se
aplicará para los de antes y para los que se van, no para
nosotros, quienes mantendremos en alto el ideal y la práctica de
la honestidad. Empiezo por informar que hemos promovido una ley
para convertir la corrupción en delito grave, que aunque parezca
increíble no lo era.
Con apego a mis convicciones y en uso de mis facultades, me
comprometo a no robar y a no permitir que nadie se aproveche de su
cargo o posición para sustraer bienes del erario o hacer negocios
al amparo del poder público.
Esto aplica para amigos, aplica para compañeros de lucha y
familiares.
Dejo en claro que si mis seres queridos, mi esposa o mis hijos,
cometen un delito, deberán ser juzgados como cualquier otro
ciudadano. Solo respondo por mi hijo Jesús, por ser menor de edad.
En cuanto a mi persona, he promovido desde hace años la reforma
al artículo 108 de la Constitución para eliminar la impunidad y
los fueros de los altos funcionarios públicos, empezando por el
presidente de la República, quien ahora, según la iniciativa de
ley que hoy, este día, estoy enviando al Senado, podrá ser el
presidente de la República juzgado como cualquier ciudadano por el
delito que sea, aun estando en funciones.
Un buen juez por la casa empieza. Pondremos orden en la cúpula
del poder, porque la corrupción se promueve y se practica
fundamentalmente desde lo alto hacia los niveles inferiores. Es
decir, vamos a limpiar al gobierno de corrupción de arriba para
abajo, como se limpian las escaleras.
El otro distintivo del nuevo gobierno será la separación del
poder económico del poder político. El gobierno ya no será un
simple facilitador para el saqueo, como ha venido sucediendo. Ya
el gobierno no va a ser un comité al servicio de una minoría
rapaz. Representará a ricos y pobres, creyentes y libres
pensadores, y a todas las mexicanas y mexicanos, al margen de
ideologías, orientación sexual, cultura, idioma, lugar de origen,
nivel educativo, o posición socioeconómica. Habrá un auténtico
Estado de derecho, tal como lo resume la frase de nuestros
liberales del siglo XIX, al margen de la ley nada y por encima de
la ley nadie.
También transitaremos hacia una verdadera democracia, se acabará
la vergonzosa tradición de fraudes electorales. Las elecciones
serán limpias y libres y quien utilice recursos públicos o
privados para comprar votos y traficar con la pobreza de la gente
o el que utilice el presupuesto para favorecer a candidatos o
partidos, irá a la cárcel sin derecho a fianza.
El combate a la corrupción y la austeridad nos permitirá liberar
suficientes fondos, más de lo que imaginamos, mucho más, para
impulsar el desarrollo de México. Con esta fórmula sencilla de
acabar con la corrupción y de llevar a la práctica la austeridad
republicana, no habrá necesidad de incrementar impuestos en
términos reales, y ese es un compromiso que estoy haciendo, ni
aumentarán los precios de los combustibles más allá de la
inflación.
Ahora resulta que los que aumentaron el precio a las gasolinas
están pidiendo que baje. Hago el compromiso responsable, que
pronto, muy pronto, cuando terminemos la refinería que vamos a
construir en México y se rehabiliten seis refinerías, va a bajar
el precio de la gasolina y de todos los combustibles.
Tampoco, que se oiga bien y que se oiga lejos, tampoco vamos a
endeudar al país.
Cuando terminó el sexenio del presidente Fox la deuda pública
–esto no se sabe, pero no está de más recordarlo– era de 1.7
billones. Cuando dejó el gobierno Calderón, la deuda aumentó a 5.2
billones, más de 200 por ciento. Y en esos dos sexenios fue cuando
se recibió más dinero por la venta de petróleo al extranjero y
todo se derrochó o se fue por el caño de la corrupción.
Ahora la deuda es de 10 billones. Nada más para pagar el servicio
de esa enorme deuda tenemos que destinar del presupuesto del año
próximo alrededor de 800 mil millones de pesos. Por eso, ya no va
a aumentar la deuda pública. Ese es nuestro compromiso.
No gastaremos más de lo que ingrese a la hacienda pública. Se
respetarán los contratos suscritos por los gobiernos anteriores,
pero ya no habrá más corrupción ni influyentismo en negociaciones
con empresas particulares.
Me comprometo, y soy hombre de palabra, a que las inversiones de
accionistas nacionales y extranjeros estarán seguras y se crearán
condiciones hasta para obtener buenos rendimientos, porque en
México habrá honestidad, Estado de derecho, reglas claras,
crecimiento económico y habrá confianza.
Reitero también que se respetará la autonomía del Banco de
México. Estamos elaborando el presupuesto del año próximo y
gracias a los ahorros que obtendremos con el combate a la
corrupción y con la aplicación de las medidas de austeridad, se
incrementará la inversión pública para rescatar la industria
petrolera y la industria eléctrica.
Vamos a impulsar proyectos productivos con inversión pública y
privada, nacional y extranjera. Estos proyectos se crearán como
cortinas de desarrollo de sur a norte del país, para retener a los
mexicanos en sus lugares de origen. Queremos que la migración sea
optativa, no obligatoria. Vamos a lograr que los mexicanos tengan
trabajo, prosperen y sean felices donde nacieron, donde están sus
familiares, sus costumbres y sus culturas.
Por ello, se construirá el tren maya, se sembrarán un millón de
hectáreas de árboles frutales y maderables en el Sur-Sureste. Se
rehabilitarán, como ya lo expresé, las refinerías existentes y
haremos una nueva refinería en Dos Bocas, Paraíso, Tabasco, para
dejar de comprar la gasolina en el extranjero.
En el Istmo de Tehuantepec se promoverá la creación de una vía
férrea para un tren de contenedores de carga y se ampliarán los
puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos, para comunicar en menos
tiempo a los países de Asia con la costa este de Estados Unidos.
En este corredor habrá energía eléctrica y gas a precios bajos,
así como subsidios fiscales para la instalación de fábricas y la
creación de empleos.
En tres años estará funcionando –me canso, ganso–, además del
actual, el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, con dos pistas
adicionales en la Base Aérea de Santa Lucía.
Asimismo, desde el primero de enero próximo entrará en vigor la
zona libre a lo largo de los 3 mil 180 kilómetros de frontera con
Estados Unidos. Esta franja de 25 kilómetros de ancho se
convertirá en la zona libre más grande del mundo. Allí se cobrará
lo mismo de impuestos y costarán igual los energéticos que en
California, en Arizona, Nuevo México y Texas, de la Unión
Americana.
En otras palabras, en esta franja se reducirá el IVA del 16 al 8
por ciento. El impuesto sobre la renta bajará al 20 por ciento. La
gasolina, el gas y la electricidad costarán menos que en el resto
del país y se aumentará al doble el salario mínimo.
Esta será la última cortina de desarrollo para retener con
trabajo y bienestar a nuestros compatriotas en el territorio
nacional. En cuanto al bienestar de nuestro pueblo el plan es
combatir la pobreza y la marginación como nunca se ha hecho en la
historia.
Hoy presento formalmente a este Congreso reformas
constitucionales, proyectos de reforma a la Constitución, para
establecer el estado de bienestar y garantizar el derecho del
pueblo a la salud, la educación y a la seguridad social.
Haremos a un lado la hipocresía neoliberal. El Estado se ocupará
de disminuir las desigualdades sociales, no se seguirá desplazando
a la justicia social de la agenda del gobierno. No se condenará a
quienes nacen pobres a morir pobres. Todos los seres humanos
tienen derecho a vivir y ser felices, es inhumano utilizar al
gobierno para defender intereses particulares y desvanecerlo
cuando se trata de proteger el beneficio de las mayorías. No es
lícito, no es jugar limpio defender la facultad del Estado para
rescatar instituciones financieras en quiebra y considerarlo una
carga cuando se busca promover el bienestar de los más
necesitados.
Es pertinente, pues, exponer con toda claridad que vamos a
atender y a respetar a todos. Que vamos a gobernar para todos,
pero que le vamos a dar preferencia a los vulnerables y a los
desposeídos. Por el bien de todos, primero los pobres.
Nuestra consigna de siempre es, a partir de hoy, principio de
gobierno. Enumero algunas acciones.
Se cancelará la mal llamada reforma educativa. Se creará el
Instituto Nacional para la Atención de los Pueblos Indígenas.
Iniciará de inmediato el programa de atención médica y
medicamentos gratuitos en las zonas marginadas del país y se
volverá universal en todo el país este programa de atención médica
y medicamentos gratuitos, a la mitad del sexenio. Es mi
compromiso.
Los aumentos al salario mínimo no volverán a fijarse por debajo
de la inflación como llegó a suceder en el periodo neoliberal. En
2 millones 300 mil jóvenes serán contratados para trabajar como
aprendices en talleres, empresas, comercios y diversas labores
productivas o sociales, y se les pagará un salario mientras se van
capacitando de 3 mil 600 pesos mensuales. Ya no va a haber ninis.
No se va a dar la espalda a los jóvenes ni se les va a ofender
llamándoles de esa manera, porque no es culpa de ellos que no
tengan oportunidad de trabajo y de estudio.
Se otorgarán 10 millones de becas a estudiantes en todos los
niveles de escolaridad, se crearán 100 universidades públicas, se
fomentará el deporte y las actividades artísticas, la ciencia y la
tecnología.
La pensión a los adultos mayores, que fue una creación de nuestro
movimiento, el programa de la pensión a los adultos mayores
aumentará, esa pensión, al doble, y tendrá carácter universal. Es
decir, también van a recibir este apoyo los jubilados, pensionados
del ISSSTE y del Seguro.
Un millón de personas con discapacidad o con capacidades
diferentes tendrán una pensión igual que la de los adultos
mayores.
Se atenderá de inmediato a los damnificados por los sismos, se
otorgarán créditos a la palabra a agricultores, ganaderos,
pescadores, a dueños de talleres, a los artesanos, a pequeños
comerciantes, a empresarios.
Se ayudará a productores del campo con subsidios y precios de
garantía, y se venderá a precio justo una canasta de alimentos
básicos para combatir la desnutrición y el hambre.
Es importante precisar que los destinatarios de estos programas
recibirán lo que les corresponde de manera directa, personalizada,
sin intermediarios, con el propósito de que no haya manipulación
de los apoyos con fines electorales, y que lleguen a sus
beneficiarios completos estos apoyos, sin moches ni comisiones
indebidas.
También vamos a evitar afectaciones al medio ambiente. Aprovecho
para reiterar que no se permitirá el fracking ni transgénicos.
Como se comprenderá la necesidad de emprender estas y otras
acciones explica y justifica el plan de austeridad republicana al
que nos hemos comprometido, y que, dicho sea de paso, no
significa, como se piensa en otros países, un mero conjunto de
ajustes en el gasto productivo y social del presupuesto. Aquí lo
entendemos no solo como un asunto administrativo, sino como una
política de principios, toda vez que implica terminar con los
privilegios de la alta burocracia. Juárez decía que los
funcionarios debían aprender a vivir en la justa medianía, y
nosotros sostenemos que no puede haber gobierno rico, con pueblo
pobre.
Por eso, bajarán los sueldos de los altos funcionarios públicos.
Ya se aprobó esa ley en este Congreso, en esta legislatura. Van a
bajar los sueldos de los de arriba, porque van a aumentar los
sueldos de los de abajo.
Ya no habrá servicio médico privado para los altos funcionarios
públicos. Se destinaban 5 mil millones de pesos nada más para el
pago de la atención de servicios médicos a los altos funcionarios
públicos.
Ya no habrá cajas de ahorro especial para los altos funcionarios
públicos. Ya no hay, ya se aprobó esa ley.
Nadie podrá viajar en aviones o helicópteros privados a expensas
del dinero público. Desde el lunes próximo se pondrá en venta el
avión presidencial y toda la flotilla de aviones y helicópteros
para uso de altos funcionarios.
El presidente de la República ganará el 40 por ciento de lo que
recibía el presidente saliente.
No habrá compras de vehículos para funcionarios, ser reducirá en
50 por ciento el gasto de publicidad del gobierno.
Se van a disminuir las unidades administrativas en el país y no
habrá oficinas del gobierno en el extranjero, salvo por supuesto,
las embajadas y los consulados.
Los 8 mil elementos del Estado Mayor que se destinaban a cuidar
al presidente y los 3 mil 200 agentes de Gobernación, hasta ayer
dedicados al espionaje, pasarán a formar parte de la Guardia
Nacional.
No viviré en Los Pinos y esa residencia oficial ya se abrió,
desde hoy, al público y se integrará al bosque de Chapultepec para
convertirse en uno de los espacios más grandes e interesantes del
mundo para el arte y la cultura.
Otro cambio importante será el de la creación de la Guardia
Nacional, si lo autoriza el pueblo y el Poder Legislativo, para
enfrentar el grave problema de la inseguridad y de la violencia
que padecemos. Esto significa replantear el papel de las Fuerzas
Armadas ante la inoperancia de las corporaciones policiales.
Es indispensable aceptar que la Policía Federal creada hace 20
años para suplir la labor de las Fuerzas Armadas en el combate a
la delincuencia, es en la actualidad un agrupamiento de apenas 20
mil efectivos, que carecen de disciplina, capacitación y
profesionalismo.
En cuanto a los agentes ministeriales y los cuerpos policiales
estatales y municipales, se debe reconocer, sin generalizar, que
muchos están movidos por la corrupción y no por el deber del
servicio público, y que su descomposición los pone bajo el dominio
de la delincuencia. El ciudadano mexicano en la actualidad está en
estado de indefensión. No tenemos policías para cuidar a los
ciudadanos.
Siempre he pensado que ante el problema de la inseguridad lo
pertinente es atender las causas que originan la violencia, y así
lo haremos, pero ante la ineficiencia de las corporaciones
policiales y el grave aumento de homicidios, robos, secuestros,
feminicidios y otros crímenes, estoy solicitando al Congreso, con
carácter urgente, la aprobación de una reforma constitucional que
nos permita crear, con la integración de la Policía Militar, la
Policía Naval y la Policía Federal, una Guardia Nacional para
realizar funciones de seguridad pública, con pleno respeto a los
derechos humanos.
Sé que es un tema polémico, pero tengo la obligación de expresar
mi punto de vista con realismo y argumentos.
Las Fuerzas Armadas están entre las mejores instituciones de
México. El Ejército Mexicano se constituyó en 1913 para enfrentar
al gobierno usurpador de Victoriano Huerta. Se trata de un
Ejército revolucionario, surgido del pueblo y que desde entonces
ha experimentado pocos quiebres en su unidad y disciplina.
La última rebelión militar fue la del general Saturnino Cedillo,
en 1938-1939 y nunca el Ejército Mexicano ha dado un golpe de
Estado a una autoridad civil. Su lealtad al gobierno y su falta de
ambición por el poder económico y político tiene en buena medida
su explicación, entre otros factores, en que el Ejército Mexicano
no es un agrupamiento elitista, sino que siempre se ha nutrido del
pueblo raso. El soldado es pueblo uniformado.
Ciertamente no todos los militares han ostentado comportamientos
intachables y tampoco debe omitirse el hecho de que el Ejército ha
participado en actos de represión por órdenes de autoridades
civiles. Pero en nuestros institutos castrenses no se han formado
minorías corrompidas, como sucede en otros ámbitos del poder, y a
diferencia de lo que ocurre en otros países, en México no se sabe
de militares que formen parte de la oligarquía. Además, es un
hecho que el Ejército cuenta con respaldo de la opinión pública,
es una institución que a lo largo de su historia ha mantenido su
profesionalismo y ha sido eficaz, sin duda, en tareas de auxilio a
la población en casos de desastre, en terremotos, inundaciones,
huracanes, y ha prestado otros servicios a la comunidad.
Las Fuerzas Armadas han hecho escuelas, tienen universidades,
centros de investigación, poseen disciplina y espíritu de cuerpo,
han mantenido su vocación nacionalista, y esto es muy importante,
y nunca han estado subordinadas a ninguna hegemonía o fuerza
extranjera.
Lo mismo puede decirse de la Secretaría de Marina, téngase en
cuenta que esta dependencia se creó en 1940, cuando la original
Secretaría de Guerra y Marina se dividió en dos instituciones.
Así pues, el Ejército y la Marina pueden ser previa preparación y
capacitación para el respeto de los derechos humanos, y mediante
la aplicación de protocolos para el uso de la fuerza, las
instituciones fundamentales para garantizar la seguridad nacional,
la seguridad interior y la seguridad pública.
Agrego que el Plan de Paz y Seguridad incluye la creación de 266
coordinaciones territoriales en el país. Todos los días desde las
seis de la mañana voy a presidir, en Palacio Nacional, la reunión
del Gabinete de Seguridad, en la cual recibiremos el parte o
reporte de lo sucedido en las últimas 24 horas y tomaremos las
medidas necesarias.
Añado que según nuestras leyes el titular del Poder Ejecutivo es
el comandante supremo de las Fuerzas Armadas y reafirmo el
compromiso de que el presidente de México nunca dará la orden de
reprimir al pueblo ni será cómplice o encubridor de eventuales
violaciones a los derechos humanos.
En materia de política exterior nos apegaremos a los principios
constitucionales de no intervención, autodeterminación de los
pueblos, solución pacífica de las controversias y cooperación para
el desarrollo.
Mantendremos buenas relaciones con todos los pueblos y gobiernos
del mundo, por eso agradezco la presencia del señor Michael Pence,
vicepresidente de los Estados Unidos y a su señora esposa, Karen
Pence.
Y quiero destacar que, desde el día primero de julio, desde el
día de mi elección, he recibido un trato respetuoso del presidente
Donald Trump, a quien agradezco que en plan de amistad haya
enviado a esta ceremonia a su hija Ivanka.
La misma atención he recibido del primer ministro de Canadá,
Justin Trudeau. Con ellos, con los dos mandatarios, con el
presidente de Estados Unidos y con el primer ministro de Canadá
estoy hablando para ir más allá del Tratado de Libre Comercio de
América del Norte y lograr un acuerdo de inversión entre empresas
y gobiernos de las tres naciones, para impulsar el desarrollo de
los países centroamericanos y también del nuestro. Y enfrentar de
esta forma, y no con medidas coercitivas, el fenómeno migratorio.
Me da mucho gusto contar con la presencia de presidentes de
América latina y del Caribe. México no dejará de pensar en Simón
Bolívar y en José Martí, quienes junto con Benito Juárez siguen
guiando con sus ejemplos de patriotismo el camino a seguir de
pueblos y de dirigentes políticos.
Gracias por estar aquí, Jimmy Morales Cabrera, presidente de la
República vecina de Guatemala. Juan Orlando Hernández Alvarado,
presidente de la República de Honduras y su señora esposa, Ana
García. Óscar Samuel Ortiz Ascencio, vicepresidente de la
República del Salvador. Colville Young, gobernador general también
de nuestra vecina República de Belice. Miguel Díaz-Canel Bermúdez,
presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la hermana
República de Cuba.
Danilo Medina Sánchez, presidente de la República Dominicana.
Jovenel Moïse, presidente de la República de Haití. Iván Duque
Márquez, presidente de la República de Colombia. Nicolás Maduro
Moros, presidente de la República bolivariana de Venezuela. Lenín
Moreno Garcés, amigo Lenín, presidente de la República de Ecuador
y su señora esposa Rocío González. Amigo Evo Morales, presidente
del estado plurinacional de Bolivia. Martín Vizcarra Cornejo,
presidente de la República del Perú.
Agradezco la presencia de Julie Payette, gobernadora general de
Canadá. Brahim Ghali, presidente de la República Árabe Democrática
Saharaui. De Kim Yong-nam, presidente de la República de la
Asamblea Popular Suprema de la República Popular Democrática de
Corea. Shen Yueyue, vicepresidenta de la Asamblea Popular China.
También agradezco, por los lazos de historia, de cultura, que nos
unen, la presencia de Felipe VI, rey de España. Del primer
ministro António Costa, de la República portuguesa. De Eugene
Philip Rhuggenaath, primer ministro y ministro de asuntos
generales de Curazao. Ana Birchall, viceprimera ministra de
Rumania. De Lucía Topolansky, vicepresidenta de la República
Oriental del Uruguay. De Gabriela Michetti, vicepresidenta de la
República de Argentina. De Hugo Velázquez, vicepresidente de la
República del Paraguay y su señora esposa, Lourdes Samaniego. De
Claudia Dobles Camargo, primera dama de la República de Costa
Rica.
Agradezco a muchos representantes de los organismos
internacionales, de gobernadores, de autoridades, de varios
países. Están aquí amigos entrañables como Miguel Ángel Revilla,
presidente del gobierno de Cantabria y su señora esposa, Aurora
Díaz. Está nuestro amigo, Jeremy Corbyn, miembro del Parlamento
del Reino Unido, dirigente del Partido Laborista.
Está también un embajador de la poesía y de la congruencia,
Silvio Rodríguez, y su esposa, Niurka González.
Amigas y amigos, llegué a la Presidencia de la República después
de muchos años de lucha personal y colectiva. Aquí recuerdo a los
que iniciaron este movimiento, a los que sembraron lo que ahora
nosotros estamos cosechando. Dirigentes sociales, políticos,
muchos que se nos adelantaron, pero fueron los precursores de esta
lucha, de este movimiento. Nunca los vamos a olvidar.
Llegamos después de muchos años, y en mi caso, como en la mayoría
de los que forman parte de este gran movimiento, sin dejar la
dignidad en el camino, manteniendo en alto nuestros ideales,
nuestros principios. En mi caso particularmente, también en el de
muchos otros, mujeres y hombres, mi honestidad, que es lo que
estimo más importante en mi vida.
Estoy preparado para no fallarle a mi pueblo. Ahora que venía
para acá, se emparejó un joven en bicicleta y me dijo: Tú no
tienes derecho a fallarnos. Y ese es el compromiso que tengo con
el pueblo: No tengo derecho a fallar.
Nada material me interesa ni me importa la parafernalia del
poder. Siempre he pensado que el poder debe ejercerse con
sabiduría y humildad, y que sólo adquiere sentido y se convierte
en virtud cuando se pone al servicio de los demás.
Estoy consciente de la gran expectativa que existe entre los
mexicanos, y el desafío que significa enfrentar los grandes y
graves problemas nacionales, pero soy optimista y creo que vamos a
salir bien, vamos a enfrentar bien los grandes y graves problemas
nacionales porque creo en el pueblo y en su cultura, la cultura
del pueblo, de nuestro pueblo, las culturas de México que siempre
han sido nuestras salvadoras.
Con nuestras culturas hemos enfrentado epidemias, terremotos,
inundaciones, hambrunas, invasiones, guerras civiles, crisis
económicas, epidemias, malos gobiernos y otras calamidades, y
siempre hemos resurgido con dignidad y con orgullo.
La herencia de civilizaciones nos ha forjado como un pueblo
tenaz, combativo, luchón, emprendedor, honesto, con una
excepcional idiosincrasia de fraternidad, de amor al prójimo, de
verdadera solidaridad.
Nuestro pueblo no es flojo, no es perezoso, no es indolente, por
el contrario, es de las sociedades más trabajadoras del mundo, y
ahí está el ejemplo de nuestros paisanos migrantes que por
necesidad han ido a ganarse la vida a Estados Unidos y ahora están
enviando a sus familiares 30 mil millones de dólares anuales.
Esas remesas son la principal fuente de ingresos de nuestro país
y el dinero de mayor beneficio social que recibimos del
extranjero.
México no es el cuerno de la abundancia que su silueta en el mapa
pareciera evocar, pero aun así tenemos muchos recursos naturales:
agua, petróleo, gas, yacimientos minerales, vientos, sol, playas,
contamos con bosques y selvas, con buenas tierras para la
producción agropecuaria y forestal, y somos de los países con
mayor biodiversidad en el mundo.
Por eso estoy optimista, creo que ya estamos logrando, se está
iniciando y ya vamos en el camino de lograr el renacimiento de
México, que nos vamos a convertir en una potencia económica y,
sobre todo, en un país modelo que habrá de demostrar al mundo que
acabar con la corrupción es posible, y así lo haremos, porque de
esa manera construiremos una sociedad más justa, democrática,
fraterna y siempre alegre.
Son tres cosas las que necesitamos para enfrentar la crisis de
México y dos de ellas están aseguradas de antemano. Lo reitero, un
pueblo trabajador y suficientes riquezas naturales. Pronto, muy
pronto, tendremos lo tercero, un buen gobierno, y en ese
compromiso empeño mi honor y mi palabra.
Gobernaré con entrega total a la causa pública, dedicaré todo mi
tiempo, mi imaginación, mi esfuerzo a recoger los sentimientos y a
cumplir con las demandas de la gente. Actuaré sin odios, no le
haré mal a nadie, respetaré las libertades, apostaré siempre a la
reconciliación y buscaré que entre todos y por el camino de la
concordia, logremos la cuarta transformación de la vida pública de
México.
Por último, así como soy juarista y cardenista, también soy
maderista y partidario del sufragio efectivo y de la no
reelección.
Trabajaré 16 horas diarias para dejar en seis años muy avanzada
la obra de transformación, haré cuanto pueda para obstaculizar las
regresiones en las que conservadores y corruptos estarán
empeñados.
Por eso aplicaremos rápido, muy rápido, los cambios políticos y
sociales para que si en el futuro nuestros adversarios, que no
nuestros enemigos, nos vencen, les cueste mucho trabajo dar marcha
atrás a lo que ya habremos de conseguir. Como dirían los liberales
del siglo XIX, los liberales mexicanos, que no sea fácil
retrogradar.
Pero también dejo en claro que bajo ninguna circunstancia habré
de reelegirme, por el contrario, me someteré a la revocación del
mandato porque deseo que el pueblo siempre tenga las riendas del
poder en sus manos. En dos años y medio habrá una consulta y se
les preguntará a los ciudadanos si quieren que el presidente de la
República se mantenga en el cargo o que pida licencia, porque el
pueblo pone y el pueblo quita, y es el único soberano al que debo
sumisión y obediencia.
Acepto el reto y les invito a participar para celebrar juntas y
juntos, el esplendor y la grandeza futura de nuestro querido
México. Gracias de todo corazón. Que viva México. Viva México.
Viva México.
2.12.18
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