Judith Amador Tello y Armando Ponce
Para el investigador interdisciplinario John Saxe-Fernández,
México está atrapado entre su gobierno, que responde a los “country
managers” del capital internacional, y las fuertes presiones económicas y
políticas que implica la llegada a la Presidencia de Estados Unidos de
Donald Trump, un machista xenófobo. En entrevista, el académico explica
las relaciones perversas de poderes que propician cambios legales y
políticas idóneas para dejar a las naciones inermes ante el saqueo. Sin
embargo, el estudioso enfatiza que existen salidas políticas.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Con la historia en la mano, el contexto
presente, la ley de seguridad interna en puerta y la vista puesta en la
transición política de 2018, John Saxe-Fernández, académico del Centro
de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la
UNAM, plantea los escenarios a los que se enfrentará México con la
llegada Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos el viernes 20.
Los liga inexorablemente al gasolinazo y la explosión social de los
días posteriores a su anuncio, porque a decir del intelectual, autor de
La compraventa de México, Terror e imperio y La energía en México:
situación y alternativas, todo forma parte de un programa impuesto hace
más de tres décadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco
Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), organismos
que representan los intereses del Departamento del Tesoro de Estados
Unidos.
Premio Nacional de Periodismo 2008, Saxe-Fernández recuerda las
definiciones que tanto Bernie Sanders como Tony Schwartz dieron
recientemente sobre Trump. El primero dijo que es “un mentiroso
patológico”, en tanto su escritor fantasma, quien aparece como coautor
con el magnate del libro El arte de la negociación, considera que es un
sociópata.
Añade su machismo, su xenofobia, y establece, tras seguir todo el
proceso electoral de Estados Unidos –en el cual fue eliminando “uno a
uno” a 17 contrincantes con el discurso de que chinos y mexicanos les
roban el trabajo a los estadunidenses y están siendo invadidos por los
musulmanes– que Trump logró tocar “fibras importantes” porque hay un
malestar en la clase trabajadora blanca, a la cual “le han quitado el
sueño americano” porque sus salarios no han subido en décadas.
Nunca, remarca el profesor, se desvió de esa línea de “guerra de
clases, siendo un multimillonario, y logar ganar”. Lo hace en un
contexto en el cual el mundo ya no es bipolar, tras la caída de la Unión
Soviética, pero tampoco (como han dicho otros especialistas) hay un
control monopolar de Estados Unidos, sino una “creciente
multipolarización”, y así se manifiesta en el Brexit y en la presencia,
para el caso de México, de empresas como Volkswagen, Toyota, inversiones
farmacéuticas, bancos europeos, japoneses, chinos.
“Pero nos agarra a nosotros con una clase gubernamental que ya tiene
36 años siguiendo diseños precocidos por el FMI a nivel macroeconómico,
por el BM por rama, y por el BID, pero hay que entender que estos no son
organismos económicos internacionales, esa es una verdad a medias: son
instrumentos del Estado estadunidense, montados en Bretton Woods. ¡El
Tesoro de Estados Unidos es dueño del 51% de las acciones del BM!”
Recuerda que Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, hizo una
“leve crítica” a los programas de globalización, siendo el economista
en jefe del BM. Ello causó que en 1999 el entonces secretario del
Tesoro, Larry Summers, ordenara su despido y no se le permitiera
jubilarse. Así lo reveló el propio Stiglitz al periodista Greg Palast,
colaborador del London Observer y Newsnight de la BBC de Londres, en
octubre de 2001.
El reportero cuenta que el extecnócrata les ayudó además a traducir
del idioma “burocratés” un documento clasificado como confidencial del
BM titulado “Estrategia de asistencia de país”. En él se describen los
cuatro pasos que los organismos antes mencionados imponen a los países a
los cuales otorgan créditos.
Esos antecedentes son, a decir de Saxe-Fernández, “tremendamente
importantes para pensar lo que viene en la relación de México con
Estados Unidos con alguien como Trump, que está realizando acciones de
agresión económica desde Twitter, con mil 600 millones (de dólares de
inversión originalmente destinada a México) que niega la Ford, por
ejemplo”.
Considera que todo ello forma parte del contexto de la sucesión
presidencial y de lo que está pasando aquí, “en función de algo tan
grave para México como es el gasolinazo”. Para muestra menciona el hecho
de que el magnate de bienes inmobiliarios eligiera a Rex Tillerson,
ejecutivo de Exxon Mobil –“¡nada menos!”– como secretario de Estado.
Luego inscribe las reformas estructurales y el gasolinazo en el marco
de los programas de asistencia a los países y desglosa los cuatro pasos
en que consiste, relatados por Stiglitz a Palast:
“El primer paso se llama privatización de los bienes nacionales, pero
Stiglitz dice que prefiere llamarla ‘sobornización’ porque los
funcionarios involucrados, del presidente a los ministros o secretarios
de Estado, reciben 10% en depósito en una cuenta suiza ¡y es legal!”
Recuerda Saxe-Fernández que la “gran subasta de bienes nacionales se
dio en la Unión Soviética en 1985 con Boris Yeltsin, pero acá con
Salinas (de Gortari) también”.
El paso dos es la desregulación del mercado de capitales, que permite
que las inversiones entren y salgan, y que los especuladores incidan en
la moneda. Stiglitz lo llama “dinero caliente”, que entra y especula
con bienes raíces (el negocio de Trump). Los precios de las propiedades
pueden bajar por los suelos, explica el estudioso, porque las tasas de
interés se elevan, la producción industrial se hace pedazos y las
reservas del país pueden vaciarse en cuestión de días o hasta horas.
Viene en el tercer orden la regulación de los precios de los
productos por el mercado, se eliminan todo tipo de subsidios, con lo
cual suben desde la comida, el agua, el gas y demás. Todo ello irrita a
la población, que quizá participe en movilizaciones sociales que
Stiglitz denomina “disturbios del FMI”. Ahí el BM recomienda simplemente
enfrentar las protestas “con firmeza política”.
El cuarto paso, a decir del economista, es una estrategia de
reducción de la pobreza porque –ironiza– el FMI y el BM “no son tan
desalmados”.
Peor que improvisados
Saxe-Fernández retoma “la narrativa” de la Coparmex hace unos días al
negarse a firmar el llamado Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y
la Protección de la Economía Familiar, propuesto por Enrique Peña
Nieto, por considerar que era “improvisado”.
El investigador considera que en realidad el gasolinazo y sus
consecuencias no se hicieron de última hora, y seguramente hubo quienes
sabían lo que venía y lo que viene –que seguramente será peor–; a ello
atribuye la insólita renuncia de Agustín Carstens al Banco de México:
“La Coparmex dijo que es un gobierno de improvisados. Y yo me temo
que no, es muy difícil que no pensaran, por ejemplo, en que podían haber
avisado a la población: ‘Habrá un gasolinazo, pero va a haber una línea
de subsidio al transporte para ir deteniendo una explosión social, o
vamos a subsidiar lo fundamental de la canasta básica para que no los
afecte la subida de precios’.”
Por el contrario, añade, la población fue afectada “brutalmente” y al
gobierno no le importó, con todo y que vienen elecciones, acción
“sumamente inadmisible”.
Informa que la entrevista de Palast a Stiglitz es de 2001, para
señalar que no se debe perder de vista lo que llama “disturbios del
FMI”, porque es crucial para entender la situación actual del país:
“Dije que es muy generosa la percepción de la Coparmex de un gobierno
improvisado. (Cabe mencionar que al cierre de la edición este organismo
empresarial retomó el diálogo con el gobierno.) ¡No! Puede que aún
peor, en el sentido de que es un gobierno que quiere aprobar una ley de
seguridad interior, planteada mucho antes de este gasolinazo, contra la
cual hay oposición y el senador Manuel Bartlett llegó a decir que sería
un golpe de Estado (Proceso 2094). Ciertamente constitucionaliza el
estado de excepción.”
De aprobarse, advierte, se hará constitucional el hecho de privar al
país de la función de defensa nacional, puesto que los altos cargos de
la Marina y el Ejército, especialmente el secretario de la Defensa,
Salvador Cienfuegos, han declarado que “la función de defensa nacional
se deterioraba con las funciones policiales casi de Ministerio Público,
que además son inconstitucionales”.
Tanto la Constitución mexicana como la Convención de Palermo, dice
Saxe-Fernández, señalan que los militares no deben participar en la
lucha contra el crimen organizado, sino las fuerzas policiales, pero lo
primero que hizo Felipe Calderón fue usar militares y el resultado fue
un “sexenio atroz, y el que le siguió, también”.
Explica que de esa forma “se genera una hecatombe humanitaria. Lo que
tenemos entonces es un gasolinazo que está sacando a la gente a las
calles, ocasionando saqueos, hay provocadores, gente que se aprovecha o
que es pagada para hacer eso, que puede ser de dentro o de fuera, pero
es viejísima esta historia.”
Lo que sigue es que salen los organismos financieros, en voz de los
country managers –como llamaba su amigo el expresidente de Costa Rica
Rodrigo Carazo a los altos funcionarios sometidos a los programas de
préstamo del FMI y BM–, a justificar la necesidad de que los precios se
rijan por las fuerzas del mercado:
“Tenemos entonces una nación que se va desmantelando, hay fuga de
capitales, baja la moneda nacional y se van sobre el tesoro de la
nación, sobre la reserva, empiezan a venderla hasta que se queda sin
ella. Es decir, se está abriendo un curso de enorme conflictividad que
calza al dedillo, porque lo fundamental es pasar esa ley de seguridad
interior, y tratan de convencer a sectores importantes de la sociedad de
que se requiere esta ley.”
Señala el “efecto brutal” que dicha ley podría tener en el próximo
proceso de transición de un gobierno a otro, y cuestiona por qué se
lanzó el gasolinazo justamente en este momento, cuando se pudieron tomar
otras medidas, como han señalado varios economistas.
Se pregunta: “¿Por qué incendiar al país ahora?” Y añade: “El
incendio viene de una acción gubernamental. Ya las precondiciones
estaban: la caída de los salarios, la privatización, todo ese desgaste
que hemos vivido ya casi 36 años, son seis sexenios acumulando todo
esto, en 250 mil muertos, 28 mil desaparecidos, torturas a lo largo y
ancho del país, con mecanismos de una represión brutal, de terrorismo de
Estado que hace desaparecer a 43 estudiantes…”
Defensa ante Trump
El analista afirma que si realmente se quiere reconstruir al país de
cara al próximo gobierno de Estados Unidos, tendrá que haber un programa
de sustitución de importaciones, comenzando por las agrícolas, pues la
política de las últimas décadas ha sido quitar todo: semillas,
fertilizantes, apoyo a la infraestructura, para poner a los campesinos a
competir con los farmers estadunidenses, lo que ha significado sacarlos
por millones del campo. Subraya que ello “es de una violencia de ese
nivel”.
El país requiere seguridad alimentaria, menos dependencia de la
gasolina y los gobiernos han promovido una destrucción interna de
Petróleos Mexicanos. Le parece grave que se estén importando gasolina,
maíz y alimentos en general. Ante el poderío de Estados Unidos y las
agresiones de Trump, el gobierno debe optar por modernizar al campo,
invertir en él y lograr que el país sea autosuficiente.
Añade que parte de la salida, que “es inmensa”, está en sustituir
importaciones, producir aquí los 400 mil millones de dólares anuales que
se gastan en ellas, con lo cual ese monto sería un colchón. Se pregunta
si lo hará el gobierno actual, y no requiere meditar más de un segundo
para responderse:
“No. Se necesita un gobierno que articule el interés público nacional
de México. Eso no lo tenemos. Y es un requisito fundamental, es ahí
donde veo que la ley de seguridad tiene como dirección frenar a Andrés
Manuel López Obrador, mantener la masacre de los mexicanos y
constitucionalizar el estado de excepción. Y el gasolinazo les viene muy
bien, es el escenario donde se va dando la sucesión de Estados Unidos,
con un señor que está activando los instrumentos de guerra comercial con
el mundo.”
Y lo que hace México ante esa guerra comercial, siendo que tiene
varias canchas donde defenderse, es la “insensatez” de colocar a Luis
Videgaray Caso en la Secretaría de Relaciones Exteriores, “cuando pudo
haber sido perfectamente un emisario privado para manejar bien la
relación con Trump”.
En su opinión se necesitaba a alguien con el perfil del fallecido
embajador Gustavo Iruegas, “un hombre de Estado, con unos 30 o 40 años
de experiencia diplomática, que sabe con quién está tratando, y no el
que dice que viene a aprender. No hay sensatez en esa decisión, es
precipitada, (Peña Nieto) no está pensando en el país, lo deja
vulnerable”.
Cuando lo que se necesita es ir poniendo “la casa en orden”, dice, se
incendia el país, pues en ese contexto la corrupción, los robos de los
gobernadores, los bonos de los funcionarios parecen una provocación
mayor; todo articulado de la manera descrita por Stiglitz a Greg Palast y
por los documentos clasificados, donde sale toda la idea de la
provocación para poner al país de rodillas y sacar raja en el contexto
de desestabilización, para seguir comprando los bienes nacionales.
“No hay ninguna lógica nacional, por eso digo que se necesita un gobierno que articule el interés público de México.”
Expresa que es buena idea desmantelar el TLCAN y el Tratado
Transpacífico, renegociarlos. La pregunta es: si se tienen country
managers en lugar de gobernantes y secretarios de Estado, ¿se negociaría
en los mismos términos que cuando se acordaron?
Advierte: “Estamos a tiempo para tener un gobierno nacional, creo yo.
No hay nada inexorable, son situaciones e instituciones hechas por el
ser humano y consecuentemente pueden ser modificadas, ahí es donde
tenemos aperturas interesantes como ésta”.
Recuerda que cuando se firmó el TLCAN el empresario y político
estadunidense Ross Perot se pronunció en contra, y Al Gore, entonces
vicepresidente de Bill Clinton, lo encaró al decir que cómo se atrevía a
oponerse si es tan importante para Estados Unidos como la compra de
Luisiana en 1803 o de Alaska en 1827.
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