Entregamos este artículo cuando en el
Senado se ha detenido la votación sobre la legislación secundaria, pero
es indudable que será aprobada casi como un trámite. Al gobierno le urge
pasar a la “ronda uno”, en la que espera otorgar los primeros contratos
a empresas privadas para que puedan iniciar “rápidamente” la
exploración y explotación de hidrocarburos. Ku Maloob Zaap ha iniciado
manifestaciones del inicio de su declive.
Acelerar el flujo de efectivo
El objetivo de la reforma es que empresas
privadas amplíen la exploración y ayuden a elevar la extracción. Si en
el futuro se eleva la producción aceitera a 3 millones de barriles
diarios, la reforma habría sido exitosa. La petrocracia
internacional y el gobierno mexicano habrían logrado revertir la caída
que Petróleos Mexicanos (Pemex) sufre desde hace 1 década. Ese éxito les
permitiría mantener el nivel actual del ingreso fiscal.
No es cierto que hasta dentro de varios
años se sabrán los resultados de la reforma. A partir de la definición
de la reforma que hemos propuesto podemos formular indicadores que nos
permitirán empezar a medir de inmediato su éxito o fracaso.
Los indicadores serían, entre otros:
1. Cuántas empresas presentaron ofertas y fueron aceptadas como nuevas operadoras. Hoy la única es Pemex.
2. Cuántos nuevos equipos de perforación
se instalan en territorio nacional. Por ejemplo, Pemex ha tenido en
áreas de lutitas, en promedio, dos equipos en el sexenio de Felipe
Calderón y cuatro en lo que va de Enrique Peña Nieto. Si logra duplicar
el número de torres de perforación (rigs), puede decirse que la licitación fue exitosa.
El arribo de las nuevas torres de
perforación no puede ocurrir al día siguiente de la licitación, pero
tampoco las empresas ganadoras de concesiones podrán mantener sus
bloques ociosos por años.
3. Otro indicador es la duración de la
perforación. Pemex ha tardado en promedio 7 meses y 10 días en la
perforación de cada pozo en lutitas. Si los extranjeros disminuyen ese
récord, podrá comprobarse si son más eficientes. Este aspecto tiene
relación con los costos.
4. A mediados de 2015 se conocerán, en el
caso de que se realizaran, los primeros resultados de los nuevos pozos.
Entonces podremos saber si las empresas privadas pudieron descubrir
aceite en volúmenes comerciales, si es cierto que sus herramientas
sísmicas y su método para establecer las localizaciones de sus pozos son
más atinados. Desde luego vamos a seguir estrechamente dónde perforaron
ellos y dónde falló Pemex.
En aguas profundas
En esta área las condiciones son
totalmente diferentes a las de esquistos. Aquí, ni en el supuesto de que
en este mismo año (2014) iniciaran actividades las empresas privadas
más experimentadas se podrá obtener producción (o como prefieren decirlo
los economistas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público: “flujo
de efectivo”, ingreso de dólares) en un plazo tan breve como lo que
queda del sexenio.
Hace 10 años, discutíamos con Maclovio
Yáñez, entonces director de la Región Norte, quien aseguraba que desde
2008 el gobierno disfrutaría de los primeros barriles de la extracción
en aguas profundas. Por eso, hoy después de que se han recorrido el 90
por ciento de las mejores áreas prospectivas, podemos decir a los
actuales funcionarios de Hacienda y de Energía que, en aguas profundas,
no obtendrán ni un sólo dólar; quizá, condicionado a que se resuelvan
problemas geológicos, podrá haber extracción hasta la década 2020-2030. A
quienes los han ilusionado con dinero rápido del Golfo profundo, los
han engañado.
Entre paréntesis
Es oportuno repetir que la reforma
energética no se realizó para abaratar gasolinas, la energía eléctrica o
el gas licuado de petróleo (LP). Para ello no era necesario modificar
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Bastaba un
poquito de inversión para no quemar tanto gas de los pozos, entre otras
medidas.
La “ronda uno”
En corto, dado el apresuramiento del
gobierno, la primera licitación podría efectuarse a finales de 2014, y
sin duda no más allá de los primeros meses de 2015.
¿Los escenarios posibles? La elite que toma las decisiones, podría, desde la primera ronda, poner toda la carne en el asador,
esto es, licitar todas las áreas prospectivas. Las nombramos en orden
de importancia según la rapidez con que puedan ofrecer flujo de
efectivo:
a) Áreas de lutitas. Bloques en Coahuila,
Nuevo León, Tamaulipas y Norte de Veracruz, incluso Chihuahua. La
Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) espera tener los
primeros dólares en este mismo sexenio y estiman un potencial tres veces
mayor a la reserva probada de hidrocarburos en este país.
b) En este escenario de toda la carne en el asador,
sin esperar los resultados de Maximino 1DL (pozo iniciado en estos días
a cargo de la West Pegasus, que de resultar productor abriría
posibilidades de asociación aprovechando el acuerdo de yacimientos
trasfronterizos) y de una vez licitar bloques adyacentes a la línea
fronteriza y poner a disposición bloques frente a las costas de
Tamaulipas, las que, presumen, es un área de crudos ligeros.
c) En el gobierno consideran a México un
país definitivamente postrado por el miedo. Creen que la actual
correlación de fuerzas sociales es definitiva, que los sectores
mayoritarios, campesinos, obreros, indígenas jamás recuperarán su
capacidad de defenderse. Esa caracterización puede llevarlos a licitar
también los bloques de crudo difícil, que hemos englobado como “geología
compleja”.
Es un conjunto de proyectos como el de
los crudos ultrapesados frente a la costa de Campeche, el área presal al
Sur de Veracruz, Tabasco y Chiapas, que requiere equipos especiales
para la perforación de una docena (más o menos de los pozos perforados
por Pemex). En algunos casos se ha esperado casi 1 año sólo la llegada
de una torre de perforación.
En este sector de geología difícil, incluimos los bloques en Chicontepec, especialmente aquellos donde la aplicación de fracking masivo ha logrado tasas de retorno de unos meses, como en el campo Escobal, en Puebla (véase Contralínea, 10 de junio de 2013, página 18).
¿Qué pasará con la “ronda uno”?
Nuestro pronóstico: un fracaso en lutitas
y un poco de más interés de las empresas privadas en algunos bloques de
Chicontepec, donde pozos con fracking ya mostraron un buen
potencial. Repetimos, por cuarta o quinta vez: las licitaciones en
lutitas serán pobres, se interesarán unas pocas empresas, y, a lo mejor,
ninguna. Desde luego es una hipótesis, pero formulada con base en un
diagnóstico que se actualiza permanentemente, no sólo por quien suscribe
esta nota, sino por un equipo que ha trabajado varios años.
Las grandes empresas rehusarán exponer
sus capitales porque la geología hasta la fecha no garantiza la
recuperación de las inversiones.
Puede
ser que cientos de empresas compren las bases. Desde luego el número de
compradores de las bases de las licitaciones no indica nada (hasta
nosotros, en el Instituto de Investigaciones Económicas de la
Universidad Nacional Autónoma de México, pediremos a nuestra directora
que nos proporcione los fondos para comprar esos documentos, que nos
permitan leer las letras chiquitas de los modelos de contrato).
Luego de la subasta sabremos qué empresas solicitaron que se les
otorgaran bloques. Esperamos que la lectura de las bases permita conocer
plazos para iniciar operaciones.
En 2015 veremos cuántos nuevos equipos de
perforación iniciarán operaciones en México (algunos funcionarios del
gobierno de Coahuila han dicho que esperan que sean miles). Nuestro
pronóstico es que, si acaso, una decena.
Pudiera ser que entren a este incierto
negocio el grupo Alfa de Monterrey, que ya tiene inversiones en lutitas
del otro lado del Río Bravo en los esquistos de Texas y de Kansas; los
chinos de Sinopec; los españoles de Repsol; quizá el mexicano don Luis
Vázquez, de Grupo Diavaz, y algunos otros aficionados a las apuestas.
¿Cuántos nuevos pozos? En Texas cada
equipo perfora entre ocho y 10 pozos cada año, y el costo promedio es de
7.5 millones de dólares. Suponiendo sin conceder que los privados
abatan tiempos y costos y logren disminuirlos a 10 millones por pozo, en
1 año habrán perforado unos 100 pozos y, si no descubren un área óptima
(sweet spot), habrán perdido, en conjunto, 1 mil millones de dólares.
¿Por qué ese panorama? Porque van a encontrar lo mismo que Pemex: sólo gas y en cantidades muy pequeñas.
Nuestro pronóstico empieza a generalizarse
Cuando empezamos a exponer este
pronóstico estábamos aislados, hoy muchos analistas empiezan a coincidir
con nosotros. Veamos algunos ejemplos.
Wood Mackenzie, una consultoría cuyo
metodología es la encuesta a expertos, acaba de informar, el pasado 13
de junio, según nota de Reuters, que “la mayoría de los analistas del
sector son pesimistas sobre las perspectivas del esquisto a corto plazo
en México, desde luego con excepciones como las de investigadores de
Citigroup.
Mackenzie, cuyas oficinas centrales se
ubican en Londres, Inglaterra, considera que los proyectos en lutitas de
México no son suficientemente atractivos y, acaso, los inversionistas
se interesarán por unos 100 campos viejos antes que los pozos en lutitas
más costosos (“Energy consultancy Wood Mackenzie estimates 109
mature oil fields, accounting for less than 2 percent of current output
of about 2.5 million bpd, are likely to lure investment before costlier
shale fields”).
No es la primera vez que Mackenzie
advierte a sus clientes sobre la necesidad de prudencia ante las
exageradas expectativas. Desde febrero, el analista latinoamericano de
la firma, el doctor Pablo Medina, había señalado: “antes de hablar de
inversiones se tiene que tomar en cuenta que la inseguridad en el Norte
de México está latente, y también la escasez de agua. Son temas que se
tendrán que ir resolviendo antes de la logística…”
Medina reconoció el potencial mexicano
como “interesante”, pero precisó que México está “en una etapa muy
temprana de exploración como para crear un escenario o un momento”. Ofreció cifras del escaso número de pozos perforados por Pemex, de
nuestros costos más elevados. Y concluyó: “así que, en este rubro, va a
llevar más tiempo poder hablar de un desarrollo real”.
Otro ejemplo es el Chicago Tribune
que, en un amplio reportaje publicado el pasado junio dedicado a
reseñar la violencia desatada por los narcotraficantes en la frontera
Norte, hace notar que ni siquiera Alfa de Monterrey se ha anotado
explícitamente para explorar las lutitas de México, aunque, como ya
adelantamos, tiene inversiones en lutitas en Estados Unidos.
También otros medios extranjeros
publicaron artículos dudando sobre las perspectivas de la reforma
energética, señalando como el factor principal la inseguridad que reina
en las entidades prospectivas. La revista World Oil dijo que la frontera Norte es “zona de guerra”; Global Post entrevistó a un security manager
de una empresa extranjera operando en nuestro país, quien refiriéndose a
las relaciones cotidianas con los campesinos afectados, los calificó
como “una verdadera pesadilla”.
Sin desconocer la importancia de los
factores señalados por esos medios, nosotros insistimos que el problema
fundamental es la geología y, desde luego, el mercado.
El atractivo de Chicontepec
Por esos mismos criterios geológicos
podemos agregar que la reforma de Peña no será totalmente infructuosa.
Hay muchas posibilidades de que varias empresas inviertan en bloques en
Chicontepec. Desde 1993 los primeros pozos horizontales en esa área
permitieron constatar que esa tecnología logró elevar el rendimiento
hasta 800 barriles diarios, pero no se desarrolló porque los precios, de
ese entonces, no permitían cubrir los elevados costos.
Si se llegara a encontrar en México una
zona productora importante de aceite, no habrá obstáculo que los
detenga. En Estados Unidos no lo ha sido ni la escasez de agua ni los
daños a la salud.
Nadie puede asegurar los resultados
¿Podrá encontrarse en México un área
importante de lutitas? ¿Un prospecto que ofrezca altas producciones
iniciales y bajas tasas de declinación? La verdad es que nadie tiene una
respuesta. La experiencia en Estados Unidos muestra que, a pesar de los
grandes avances de los métodos sísmicos y otros en la exploración,
parámetros fundamentales en la evaluación, como la tasa de declinación,
sólo se conocen cuando el pozo revela su comportamiento. El riesgo en
lutitas se ha trasladado a la etapa de desarrollo.
En conclusión: ¿tendrá éxito la reforma?
El secreto está en las rocas. La reforma es una apuesta donde los
perdedores pueden ser no sólo inversionistas privados, sino miles de
agricultores y ganaderos, miles de nuevos enfermos por los cancerígenos
en sus aguas, miles de indígenas despojados de sus terrenos. ¿Tiene el
actual gobierno derecho a jugar este albur?
*Investigador en el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México
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