Alfredo Jalife-Rahme
Una serie de artículos de The Financial Times sobre Brasil no presagia nada bondadoso y pareciera que las aves de rapiña del financierismo global desregulado van a poner a prueba su exitoso modelo geoeconómico y, más que nada, su complementariedad con China.
Los dirigentes brasileños están conscientes de la brutal "guerra de las divisas", tema tratado por Bajo la Lupa desde hace 15 años, y profundizado el año pasado (21/11/10).
Círculos militares de Estados Unidos aseguran sotto voce que la degradación de "triple A" a "doble A" de S&P es todo un montaje teatral entre Obama y los republicanos para que el "supercomité" bipartidista posea la coartada política de reducir el déficit por una suma sustancial. Pronto lo sabremos.
A sus 81 años, Schwartz György (alias "George Soros") no descansa pese a su reciente escándalo erótico con una modelo brasileña y The Daily Mail On Line (Mark Duell, 9/8/11) lo señaló de haber descolgado mil millones de dólares de ganancias especulativas durante el bursátil "agosto negro" gracias a que recibió la anticipada información privilegiada (es aliado de Obama) de que S&P degradaría la calificación de la deuda soberana de Estados Unidos. ¡Así hasta mi abuelita fallecida se haría multimillonaria desde su tumba!
La conspicua ave de rapiña del financierismo global, el megaespeculador George Soros (presunto hombre de paja de los banqueros esclavistas Rothschild), apuesta contra Brasil, de donde ha sacado abruptamente sus tóxicos capitales golondrinos (como también de México en fechas recientes ante la impotencia de la "triple C" también "degradada" en las finanzas locales: Carstens-Cordero-Calderón, en ese orden).
"La guerra global de las divisas" se ha exacerbado y ha puesto en peligro de balcanización al euro, la única divisa competitiva del billete verde, con alrededor de 25 por ciento de los intercambios internacionales.
En forma anómala, para la época de la incipiente mutipolaridad, el dólar aún concentra 60 por ciento de los intercambios globales y se ha impuesto por default como "la reserva" financierista gracias a sus triunfos militares durante todo el siglo XX.
La libra esterlina y el yen nipón andan cada uno en alrededor de 3.5 por ciento de los intercambios y las restantes divisas de los otros 189 países de la ONU cuentan con 8 por ciento (incluidos los BRICS, el franco suizo, y el "superpeso" mexicano).
El disparo de la cotización del franco suizo refleja la fuga de capitales del vecino euro y el alza concomitante de oro y plata, mientras los exportadores helvéticos (sobre todo de alimentos) comienzan a sufrir sus estragos. Este axioma de auto-daño exportador es generalizado desde el yen nipón hasta el real brasileño (que se ha revaluado en forma espectacular 40 por ciento).
La prensa de Gran Bretaña en su conjunto sentencia ferozmente la defunción del euro (Jeremy Warner, The Daily Telegraph, 15/8/11).
Las grandes turbulencias, profundizadas por los programas de las supercomputadoras –transacciones de alta frecuencia (HFT, por sus siglas en inglés)–, tienen como resultado la fuga del euro hacia el dólar, que intenta colmar así transitoriamente sus agujeros negros de deuda impagable.
Se trata de una batalla entre un gigante en decadencia, el dólar, y la segunda divisa global, el euro, sin cobertura militar creíble y carente de cohesión política indivisa.
En una entrevista hipercínica a Der Spiegel (15/8/11), el megaespeculador con disfraz de "filántropo" (sic) George Soros diagnostica en forma financierista ultra-reduccionista "una triple crisis de la banca global, de las divisas (sic) y de la deuda soberana". ¡Qué novedad!
Luego de aconsejar recetas para el suicidio de Alemania y el rescate del euro para beneficiar en última instancia al sionismo jázaro y a sus políticos trasatlánticos controlados (Obama y Cameron), su entrevistador le refiere que "muchos ciudadanos (sic) europeos acusan a los especuladores" (cita al mismo Soros) "de tratar de socavar (sic) al euro".
Soros delata que China sostiene tras bambalinas al euro por "tener interés en una alternativa al dólar" y, en forma esotérica (al estilo de la "mano invisible" de Adam Smith del siglo XVIII) refiere que "existe un comprador misterioso (sic) que apuntala al euro". ¿Impidió China que Soros (léase: los banqueros Rothschild y el sionismo jázaro) aniquilara al euro?
Desde 2011, antes de que China tuviese la preponderancia global de hoy, ya habíamos detectado las selectivas triangulaciones geopolíticas con las divisas: "China con el euro y Japón con el dólar" (El Financiero, 25/11/2001).
Diez años más tarde, China –la gran triunfadora de la globalización geoeconómica– juega al precario equilibrio entre sus excesivas tenencias en dólares y sus recientes adquisiciones en euros.
Sea lo que fuere, "China se prepara ya a la tormenta" (Shi Jin, China Daily, 15/8/11), que sus funcionarios calculan será de pronóstico reservado en lo que queda de agosto y todo septiembre.
Tanto la degradación financiera de Estados Unidos, deliberada o no, como la crisis de la deuda soberana en la eurozona, afectarán las exportaciones de China, cuyos empresarios se preparan a la "recesión global de doble hundimiento", con un horizonte de tres años de "recuperación". La proporción de exportaciones de China a Estados Unidos (70 por ciento del total) –y prácticamente el restante a Europa– será dramáticamente reducida a la mitad.
Mientras el vicepresidente Joe Biden rinde pleitesías al uncido presidente Xi, China publicita el mismo día que "compró mas bonos del Tesoro de Estados Unidos en junio" (China Daily, 16/8/11).
China es gradualista y no arrojará al dólar por la borda porque acabaría por suicidarse. Su "diversificación" multipolar será paulatina y secuencial: triple compra de oro, activos europeos (nota: los activos petroleros y gaseros de Estados Unidos son inexpugnables debido a su "nacionalismo y seguridad económicos") y deuda de los países emergentes, al unísono de la tersa liberación para la convertibilidad del yuan/renminbi.
A mi juicio, Estados Unidos opera cuatro estratagemas mediante la guerra de las divisas: 1) aplaca a los multipolares; 2) demuestra la trágica inmutabilidad del dólar (paradójicamente una moneda-chatarra); 3) devalúa al billete verde (relativamente al grueso de las otras pequeñas divisas sobrevaluadas, en especial, de los BRICS y los "países emergentes") con el fin de exportar más, y 4) paga menos deuda a sus pletóricos acreedores (entre ellos el "itamita México neoliberal").
China ha abierto simbólicamente un poco más su válvula de revaluación del yuan frente al dólar para intentar apaciguar las tempestades foráneas y domésticas (riesgo latente de hiperinflación).
A final de cuentas la verdadera batalla supremacista no es entre el dólar y el euro (ambas condenadas en el mediano plazo por su mediocridad de crecimiento económico, su deuda impagable, su colapso juvenil y la ruptura de su pacto social) –de allí la explosión del oro y la plata–, sino el control mundial entre Estados Unidos y China.
No se dio el "G-2" que buscaba la insolvente banca transatlántica israelí-anglosajona. Estados Unidos y Gran Bretaña replicaron con "la guerra de las divisas" y hoy estamos en un "G-0" de lucha salvaje y caos global.
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