4.10.24

Ministras Batres y Esquivel alertan golpe de Estado de la Suprema Corte

Nancy Flores
  

En la sesión del pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ocho ministros y ministras –encabezados por la presidenta Norma Lucía Piña Hernández– aprobaron revisar la reforma constitucional al Poder Judicial de la Federación, a pesar de no tener competencia y de que eso implicaría un conflicto de interés. Por ello, las ministras Lenia Batres Guadarrama y Yasmín Esquivel Mossa advirtieron, en sus votos particulares en contra, que se trata de un golpe de Estado en curso.

Para la ministra Lenia Batres, “si la Suprema Corte se arroga atribuciones que no tiene, viola el principio de supremacía constitucional, así como la división de poderes y el Estado Constitucional de Derecho. La Suprema Corte estaría dando un auténtico golpe de Estado al pretender someter a controlconstitucional el trabajo del poder reformador [el Congreso], que ha participado en el proceso de reforma constitucional en materia del Poder Judicial en estricto cumplimiento a lo ordenado en el artículo 39 constitucional, que establece que todo poder público dimana del pueblo y se instituye en beneficio de éste, quien en todo momento tiene el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”.

La juzgadora señaló ante sus pares que ningún poder constituido puede pasar por encima de la Constitución, que es la que sitúa su esfera de competencias. “Por ello, resulta inaceptable la pretensión de atribuir facultades metaconstitucionales a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a efecto de subordinar a los otros Poderes de la Unión; incluso, al poder reformador, emergiendo como un auténtico ‘supremo poder conservador’, que ni en los mejores tiempos del conservadurismo del siglo XIX concentró tal poder, soslayando completamente el principio de separación de poderes y de supremacía constitucional como fundamentos de la República”.

Por su parte, la ministra Esquivel manifestó su preocupación porque, con esta resolución, la Suprema Corte desconoce el poder reformador de la Constitución, al darle trámite en un ‘expediente varios’ si es constitucional o no una reforma constitucional.

Por eso, cuestionó si aprobar el proyecto para revisar la reforma judicial “es preámbulo esto de un golpe de Estado constitucional de derecho”. Asimismo, la doctora en derecho inquirió si, con esta resolución, “la Corte quiere desconocer el poder reformador de la Constitución, quiere crear una crisis constitucional inaceptable mandando el mensaje de que esta Corte puede echar abajo una reforma constitucional en un procedimiento administrativo previsto en la ley orgánica al Poder Judicial de la Federación”. Por lo cual anunció un voto particular en contra del proyecto.

Minutos antes, la ministra Yasmín Esquivel expuso que “por mandato constitucional, el pasado 23 de septiembre ya inició el proceso electoral extraordinario 2024-2025, para la elección de un gran número de juzgadores federales; por lo que estamos en plena etapa de preparación de un procedimiento complejo que –me parece– ya no podemos detenernos a revisar, por las implicaciones que tendría para la sociedad dejar en la incertidumbre si habrá o no comicios el primer domingo de junio de 2025, a pesar de lo que establece con toda claridad la Constitución”.

Agregó que el tribunal constitucional tiene la obligación de garantizar la estabilidad de las instituciones, no de pretender socavarlas desde sus cimientos, como lo “sería pretender que seamos nosotras y nosotros mismos quienes determinemos cuál es el mejor mecanismo para alcanzar la legitimidad de nuestros nombramientos”.

Agregó que tras la aprobación y publicación de la reforma constitucional al PJF, “que nos convoca a renovar nuestros cargos por la vía del voto popular, no podemos detenernos a examinar las peticiones de quienes consideran que esto significa un retroceso en la vida democrática, o un atentado al principio de división de poderes; pues ello sería tanto como someter al órgano autor de las reformas a la Constitución al ‘control de calidad’ de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Lo cual sería abiertamente antidemocrático, atentatorio a dicho principio, al invadir las competencias del Poder revisor de la Constitución [el Congreso], que es precisamente quien nos otorgó la legitimidad a nuestros actuales cargos como depositarios de la soberanía popular”.

Para la juzgadora, es evidente que hay resistencias alcambio, “pero debemos tomar en cuenta que la dinámica social nos ha impuesto –nos guste o no– nuevos retos a los que debemos atender sin demora, porque nosotros somos quienes servimos a la sociedad y no a la inversa”.

Esquivel Mossa también declaró que “la Constitución nos entregó la delicada función de hacerla cumplir y es la que nos brinda la legitimidad para juzgar, pero nunca nos confirió la facultad para enjuiciarla a ella misma, y mucho menos a la forma en que se procesan sus adiciones o reformas, porque eso agregaría una etapa más al procedimiento legislativo previsto en el artículo 135, el cual para mí concluye en forma definitiva e inatacable con la promulgación correspondiente”.

La ministra Batres acusó que el proyecto que se les presentó es incongruente, al proponer “interpretar, de manera ilógica, que en el caso de la fracción XVII del artículo 11 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, es intrascendente que sea el mismo Poder Judicial quien promueva y resuelva este tipo de controversias; es decir, reconoce carecer de legitimación en los medios de control constitucional vigentes en la Constitución Política, pero de manera absurda considera que sí la tiene para promover ante sí mismo, un procedimiento administrativo de revisión a las reformas constitucionales”.

A esta reflexión, se sumó el posicionamiento –también en contra– de la ministra Loretta Ortiz, quien advirtió ante sus pares que se está forzando la interpretación de las leyes en este caso.

“Respetuosamente, estoy en contra del proyecto que se pone a nuestra consideración. Al respecto, en un primer término coincido con la primera parte del proyecto, en el sentido de que la petición de las personas, relativa a este tribunal pleno efectúen control judicial de contenido de la Constitución federal, no actualiza el supuesto de procedencia del artículo 11, fracción 22ª, de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación. Dicha fracción otorga la atribución a esta Suprema Corte para conocer sobre la interpretación y resolución de los conflictos que se deriven de contratos o cumplimiento de obligaciones contraídas por particulares, o dependencias y entidades públicas con la Suprema Corte o con el Consejo de la Judicatura Federal, con base en los criterios emitidos por este pleno 2010. Cierto es que esta Suprema Corte puede resolver los conflictos que surgen con otros poderes públicos, órdenes de gobierno o particulares, en aras de asegurar que tanto el máximo tribunal como el Consejo de la Judicatura Federal les sean respetadas sus atribuciones constitucionales y legales. Así, en este tipo de controversias pueden analizarse normas generales que,eventualmente, pudieran restringir su esfera de competencia o imponer limitaciones u obligaciones que inciden o alteren su orden jurídico; sin embargo, no debe perderse de vista que en dicho precedente, la Corte resolvió si a partir del ordenado en la Constitución federal estaba obligada a realizar el pago de impuestos sobre nóminas regulado en la normativa local; de modo que criterio aislado 18/2010 no resulta aplicable para resolver el presente asunto”.

1.10.24

Kursk, las elecciones, y el desesperado plan ‘neocon’ para provocar la 3era Guerra Mundial

SALVADOR GÓMEZ / Tras la ofensiva ucraniana en Kursk, el conflicto empieza a discutirse a nivel nuclear. La sombría perspectiva ucraniana es ahora reconocida unánimemente por los medios occidentales. Los dos escenarios ante la elección norteamericana son opuestos. ¿Cuáles son las remotas posibilidades de salida negociada?

GLOBO

Veamos los hechos significativos de los últimos dos meses. El día 6 de agosto, Ucrania lanzó una ofensiva por sorpresa en la región rusa limítrofe de Kursk.

La zona tenía apenas unos guardias fronterizos, y nadie en Rusia aparentemente esperaba ese movimiento -tal vez porque militarmente tenga tan poco sentido, y de hecho trabaje contra las posibilidades estratégicas de Ucrania, como se verá. Las tropas ucranianas avanzaron unos 10 o 15 km dentro del territorio rural ruso, escasamente habitado, separadas, en un frente de unos 20 km de ancho. La incursión afectó a la villa de Sudhza, de 5000 habitantes, pero no consiguió en los primeros días su objetivo aparentemente principal de ponerse en situación de atacar instalaciones nucleares rusas en la región. 

La incursión generó una ola de entusiasmo en los medios occidentales, los que la informaron como una prueba de que el ejército ucraniano estaba tomando la delantera en la guerra. Según el general Syrskyi, comandante en jefe ucraniano desde febrero, entrevistado por CNN, si bien “Rusia tiene ventaja en aviación, en misiles, en artillería, en la cantidad de munición que utilizan, por supuesto, en personal, tanques, vehículos de combate de infantería“, los ucranianos han logrado con esta ofensiva mostrar que “a pesar de la ventaja de Rusia en términos de hombres y blindados, su ejército tiene vulnerabilidades“.

La ubicación y dimensión de la presencia ucraniana al día 14 de setiembre, en un mapa pro-Ucrania en el sitio que hemos usado como estándar en todos estos análisis, liveuamap.com,  puede observarse abajo. La zona de la incursión ucraniana es la mancha azul violeta aproximadamente donde indica la flecha. El territorio en rojo, mientras tanto, es el que tiene controlado y ocupado Rusia dentro de Ucrania. Los puntos marcados son lugares con actividad militar el día correspondiente.

Durante algunas semanas, en agosto, las tropas ucranianas fueron siendo rodeadas por un contingente de unos 10.000 soldados rusos enviados a la zona.

Desde el punto de vista militar, la ofensiva no era fácil de explicar. Para realizarla, Ucrania debió destinar parte de las ya exiguas tropas que tenía desplegadas en el frente de batalla principal, en el Donbas, debilitando con ello un frente en el cual lleva todas las de perder desde el comienzo mismo de la guerra. La única posibilidad de éxito consistía en establecer defensas fortificadas con la suficiente rapidez como para hacer más difícil el trabajo del ejército ruso una vez llegase. Syrskyi justifica la invasión diciendo que tenían información de que los rusos iban a lanzar una ofensiva desde esa zona, y que esto la demoró, al establecer una zona segura que aleja los puntos de lanzamiento ruso de drones o misiles.

Casi dos meses después de la incursión, con un retroceso ucraniano total en Kursk, y la presencia de algunos contingentes todavía en escaramuzas en la zona del detalle encima -véase la escala adjunta en el mapa ampliado sobre la zona, correspondiente al 29 de setiembre, para tener una idea de la dimensión territorial actual-, la incursión no ha traído otra cosa a la guerra que lo previsible: la destrucción de más personal y material ucraniano, y el debilitamiento de Ucrania allí donde es más necesario que se mantenga lo más fuerte que sea posible, que es los puntos de más actividad en el frente de Donbas. Debido a la gran superioridad de personal ruso, es muy distinto movilizar 10.000 soldados para un bando y para el otro.

Conscientes de la situación, que se deterioró a toda velocidad para Ucrania a consecuencias del debilitamiento que trajo la invasión, los medios occidentales comenzaron, ya al principio de setiembre, a advertir la posibilidad de un colapso. La lucha es especialmente importante alrededor de las ciudades -y nudos logísticos- de Kupyansk y Kramatorsk, aun fuera del alcance ruso. De comprometerse la resistencia ucraniana en ellas, todo el Donbas y todo el Este del país terminaría de caer en manos rusas. Antes de llegar a ellas, el punto neurálgico de los combates está ahora hacia la dirección de Pokrovsk, y algunas villas a su alrededor. Es allí donde se está reportando la mayor presión del ejército ruso. 

La ciudad de Pokrovsk -centro, abajo, en el lado ucraniano- es el principal punto de riesgo hoy para Ucrania en el Donbas. De tomar los rusos este nudo logístico, se debilitaría significativamente la posición de Sloviansk y Kramatorsk -más al norte en el mapa. Obsérvese la escala. La guerra se produce de modo territorialmente muy lento, como guerra de desgaste entre dos ejércitos fortificaados uno frente al otro

“Peligro en el Donbas, al debilitarse el frente ucraniano” titulaba el Economist el 8 de setiembre.

En los mismos días, BBC comunicaba “Los ucranianos advierten que pueden quedar rodeados, a medida que Rusia avanza en el Este”, refiriéndose justamente al “caldero” que los rusos estaban montando alrededor de la mencionada Pokrovsk. 

Una catarata de reportes similares, que el correr del mes de setiembre ha profundizado, muestran la conciencia de la fragilidad de la situación ucraniana en el punto donde la guerra se determina, que es precisamente el que estamos mencionando.

La propia CNN ya admitía el 8 de setiembre: “Superada en armamento y personal, el ejército ucraniano lucha contra la baja moral y la deserción”

Ahora bien, si este ha sido, en el campo de batalla, el resultado de la decisón de Zelenski y su mando, ¿qué sentido pudo tener la invasión de Kursk, con estas catastróficas consecuencias? 

Un intento desesperado

La principal respuesta, que es bastante obvia, es la siguiente. El mando ucraniano sabe que vienen las elecciones en Estados Unidos el día 5 de noviembre, y que estas serán decisivas para la continuación del apoyo a Ucrania y una posible escalada en la situación (si gana Harris), o al contrario (si ganase Trump) un corte del apoyo a Ucrania, y una fuerte presión norteamericana sobre Kiev para un final de la guerra que, hoy, implicaría una victoria rusa de hecho. Retención por Rusia de los territorios tomados, y Ucrania fuera de OTAN, serían condiciones mínimas a las que Ucrania debería ceder si quiere que la guerra termine ahora.

Ante esa situación, Ucrania ha decidido jugar el todo por el todo para obtener algún tipo de posibilidad propagandística, a efectos de volver a la carga por más apoyo. 

El problema es que, vacíos los arsenales occidentales -como lo denuncia aquí el propio Washington Post- y -sobre todo- carente Ucrania de medios para movilizar muchos más contingentes, ese apoyo implica una escalada del conflicto. Dicho de otro modo, en la desesperación de Ucrania y de los neocon norteamericanos, puesto que como repiten a diario, “Putin no puede ganar”, la opción de provocar una guerra nuclear total está ahora sobre la mesa.

Es por eso que hemos visto a Keir Starmer, el Primer Ministro británico, viajar a Washington con un plan para autorizar a Kiev a lanzar misiles de largo alcance Storm Shadow (franco-británicos) y ATACMS (norteamericanos) dentro del territorio ruso (por el momento, el permiso ha sido negado por Washington), es por eso que hemos visto a Zelenski peregrinar nuevamente por la televisión y los gabinetes norteamericanos en ocasión de la Asamblea de las Naciones Unidas a fines de setiembre, y es por eso que los medios en Europa y el mundo entero estuvieron discutiendo, durante setiembre, la posibilidad de que la guerra nuclear estallase.

“Enfrentamos un peligro sin precedentes. El Pentágono y el Congreso deben cambiar de actitud. America no puede fabricar las armas que precisa en el tiempo en que las precisa. Eso debe cambiar”

Hoy, por tanto, podría decirse que el resultado de la ofensiva de Kursk ha sido previsible en dos sentidos. Primero, ha servido para dar lugar a una nueva ofensiva propagandística de la OTAN y Estados Unidos. Como lo dicen los ideólogos que escriben en Foreign Affairs Kaufman y Lee, la interpretación victoriosa que se le dio a la incursión “permitió cambiar la narrativa sombría anterior ….“. Si bien, como vimos, esta propaganda solo duró un par de semanas, y luego colapsó en los propios medios occidentales. 

En segundo lugar, era previsible que un ejército que está en sus últimas fuerzas, si destinaba parte de sus escasos recursos a abrir un nuevo frente, debilitaría zonas de la línea de contacto que son fundamentales. Es lo que, también, pasó.

Una vez más: el territorio no es el criterio

La lectura que persiste en Occidente, centrada en interpretar lo que está pasando en función de cuánto territorio toman los rusos, ha tenido una nueva demostración de que es equivocada. Ucrania “tomó” una cantidad ínfima de territorio ruso, lo cual fue magnificado por Occidente siguiendo su propia lógica territorial, solo para, unas pocas semanas más tarde, tener que admitir la catástrofe, y realizar que no tuvo ninguna importancia, en absoluto, para la marcha real del conflicto, salvo en el sentido de debilitar aun más las defensas ucranianas en el Donbas.

Lo hemos dicho en casi todos nuestros informes previos: esta no es una guerra territorial, sino una guerra de desgaste. Esa es la estrategia rusa, y así es que se está peleando esta guerra, y esa es la única manera lógica y razonable de evaluarla. En esa línea, lo que ha ocurrido desde el comienzo mismo, es que el mando ruso ha elegido una aproximación cautelosa, lenta, que al mismo tiempo se ha demostrado efectiva. Sentados tras las líneas defensivas que construyeron luego de tomar, en pocas semanas, todo el territorio pro-ruso del Donbas que estaba originalmente bajo ataque de Kiev, han comenzado a emplear la superioridad aérea, de comunicaciones, de armamento, y la ventaja logística de pelear con su propio territorio a la espalda, para demoler lentamente la resistencia ucraniana. Han avanzado, con mucho criterio y muy despacio, sin arriesgar personal y equipo, en determinados puntos de la línea de contacto -recordar la lenta toma de Bajmut, por ejemplo-, pero el objetivo ruso claramente no es territorial, sino la destrucción de la capacidad bélica ucraniana y occidental. 

Uno de los puntos neurálgicos de esta red defensiva ucraniana está en la pequeña ciudad de Vugledar, cerca de ciudad Donetsk, la que está en territorio controlado por los rusos. Vugledar es importante porque protege el territorio que lleva a Pokrovsk, el punto neurálgico de la guerra hoy. 
Se ha informado en las últimas horas del 28 de setiembre que los rusos están ya en control de Vugledar.

Ante la inminencia de la rendición oficial de Vugledar, medios ucranianos en Telegram acusan a la 72 Brigada de ser responsable por la pérdida de la ciudad

Mientras los ucranianos pierden fuerzas, hombres y tiempo en la aventura de Kursk, los rusos han aprovechado para hacer un nuevo avance en el punto que es más importante, probablemente, en toda la línea de contacto, que es hacia la ciudad de Pokrovsk. Pokrovsk es un importante nudo logístico, y el control de esa ciudad -también fortificada- implicaría un muy importante paso hacia la destrucción final de las defensas ucranianas en el este, y prácticamente el derrumbe de toda la situación defensiva ucraniana más allá del Dnieper.

Pokrovsk con sus carreteras y vías férreas convergiendo desde varias direcciones

La invasión ha tenido otro efecto negativo para Ucrania, al permitir a la propaganda rusa subir un paso más en la retórica nacionalista. Ante la opinión pública rusa, el pequeño contingente ucraniano aislado en los montes y zonas rurales de Kursk se ha presentado como una suerte de nueva violación nazi del territorio patrio, según la retórica tradicional rusa vigente desde la Segunda Guerra Mundial, lo que ha dado pie a los sectores más guerreristas en Moscú para presionar por una intensificación de la agresividad con la que Rusia conduzca las operaciones. Esto se ha traducido, por lo menos, en una renovada lluvia de misiles y drones sobre puntos clave de la infraestructura energética y militar en todo el territorio de Ucrania en las últimas semanas. 

La respuesta de Rusia

Inmediatamente que se supiera que la idea de Zelenski y los británicos era escalar el conflicto de cara a las elecciones, Moscú respondió de dos modos. Primero, advirtiendo que cualquier ataque sobre su territorio que representase una amenaza a “la supervivencia de Rusia” sería contestado empleando armas nucleares. Y luego, mucho más concretamente el día 25 setiembre, ante el Consejo de Seguridad de Rusia, Vladimir Putin informó que se habían hecho cambios en la doctrina de uso de armas nucleares del país. El cambio más importante es: mientras que hasta ahora solo se usarían armas nucleares contra otro estado que tuviese bombas nucleares y atacase primero a Rusia con ellas, ahora, si Rusia es atacada por un estado no nuclear apoyado por uno con armas nucleares, de tal modo que pusiese en cuestión la supervivencia del estado ruso, Rusia lo tratará como si fuese un estado nuclear, y puede responder con armas nucleares.
Por supuesto este cambio está dirigido a Ucrania. Pero podría ser Polonia o Finlandia o un estado báltico, o, por ejemplo, un ataque a Kaliningrado de los países vecinos (Polonia, Lituania, etc.). Además, Moscú anunció que desde ahora considera a Bielorrusia como parte de Rusia, a los efectos de la aplicación de estos criterios, en virtud de la alianza que existe entre ambos países. Eso es, si alguien tuviese la intención de atacar Bielorrusia para conseguir un nuevo frente que obligue a los rusos a ocuparse de ello, Rusia misma respondería.

¿Cuál sería la efectividad real del armamento de “largo alcance” que pretende usar Zelenski?

La noción norteamericana, presente en el citado artículo de Foreign Affairs, de que los misiles de largo alcance occidentales, “si se permitiese que Ucrania los usase” cambiarían el curso de la guerra, es una nueva fantasía, semejante a cuando se decía que los lanzamisiles norteamericanos, o los tanques Leopard alemanes, iban a ser el “game changer“. Se dieron esas armas a Ucrania, y hoy han sido destruidas por los rusos, y la guerra luce peor que nunca.

El objetivo declarado de este armamento de mayor alcance sería que Ucrania impactase aeródromos rusos para prevenir que la fuerza aérea rusa siguiese usándolos para lanzar las bombas planeadoras que tanto estrago han causado en las defensas y fortificaciones ucranianas, Pero el propio Lloyd Austin, jefe militar supremo de Estados Unidos, ha admitido que los rusos ya han movido esas bases aéreas más allá del alcance de este tipo de armamento, y como informa Reuters, aun si esas armas fuesen usadas por Ucrania, “no sería un game changer“, no cambiaría el curso de la guerra. Por tanto, ¿cuál sería el propósito de permitirles usar estas armas a los ucranianos? ¿Se trata de otro esfuerzo propagandístico para ganar tiempo y dar la sensación de que se tienen posibilidades que en realidad no se tienen?

Esos mismos misiles -los Storm Shadow ingleses y aun los ATACM norteamericanos- ya están en poder de Ucrania, y ya han sido experimentados sobre Crimea. Tienen entre 250 y 300 km de alcance máximo respectivamente. Ucrania los ha usado, y nada ha ocurrido digno de nota. No han superado las defensas rusas, y no han cambiado la direccion de la guerra. Los pocos que Ucrania aun tiene, si fueran empleados hacia dentro del territorio continental ruso, no tienen tampoco el alcance para llegar ni siquiera a 200 km de Moscú, ni hay existencias en ninguna cantidad apreciable, como para cambiar el curso de la guerra. Washington tampoco está en condiciones de fabricar una cantidad significativa en el tiempo necesario. Mucho menos la escuálida industria armamentística europea. ¿Entonces?

Es más, los ucranianos han logrado un éxito al colocar al menos un dron en un depósito de armamentos en la región de Tver, relativamente cerca de Moscú, provocando una explosión de grandes proporciones que obligó incluso a la evacuación de civiles de las inmediaciones, debido a los incendios que siguieron a la conflagración. La información sobre este evento ha sido censurada dentro de Rusia por el Ministerio de Defensa, que sigue una estricta -y obviamente equivocada- política en ese sentido.

Pese a estos eventos aislados, ninguno ha logrado cambiar el fondo del asunto. La clave es siempre la misma, y ya la hemos publicado desde marzo de 2022: esta es una guerra de desgaste, peleada por Rusia con medios militares -y una extraordinariamente pobre propaganda-, frente a una guerra política y propagandística, peleada por Occidente colectivo con gran talento y medios propagandísticos. Ucrania y Europa son las víctimas, con los ucranianos poniendo la gran mayoría de la sangre.

Por tanto, y dado que esa es la lógica -palabrerío occidental contra balas rusas-, los medios occidentales -ahora más explícitos en cuál es su verdadero juego- siguen insistiendo en la necesidad de cambiar “la percepcion de que Ucrania va perdiendo que se ha instalado“, como dijo creo que fue el New York Times en una de las tantas notas de propaganda falsa que publica a diario.

El problema, claro, es que no es solo ‘una percepción’. El problema es que, luego de dos años de una lucha muy valerosa, Ucrania va terminando de gastar sus hombres y sus municiones y material, y ha estado en una evidente desventaja desde que la guerra empezó. Y no hay mucho que pueda hacerse para cambiar eso. La percepción es totalmente secundaria al final, aunque parezca de vida o muerte en el durante. Si bien la propaganda anglo ha sido espectacular durante toda la guerra, los porfiados hechos siempre ganan. Y los porfiados hechos son que Ucrania, al comienzo, durante, y ahora mismo, no puede obtener sus objetivos en esta guerra. Ni puede retener su territorio, ni podrá ingresar a la OTAN. E incluso si la locura y desesperación de los ideólogos neocon que han provocado todo este desastre para Ucrania y Europa lograsen escalar la situación hasta que se llegue a un punto en el que Rusia arriesgase algo serio en materia de supervivencia, el resultado indudable será la 3era Guerra Mundial, intercambio de golpes nucleares intercontinentales, y “destrucción mutua asegurada”. Eso no significará, tampoco, una victoria sobre Rusia, sino el fin de la vida en el hemisferio nor-occidental, como mínimo.

Lo que viene ahora, siendo más realistas, es el invierno, que caerá sobre una Ucrania a la que los constantes ataques con misiles rusos a la infraestructura energética, que han arreciado mucho luego de la aventura de Kursk, han dejado ya con muy serios problemas para proveer la energía necesaria para hacer funcionar el país. Esta situación de la infraestructura ucraniana comienza a plantear ahora una seria interrogante sobre la poblacion civil que vive lejos del territorio de confiucto, de Kiev a oeste. La guerra ha ocasionado a Ucrania ya más de 6 millones de emigrados a Europa y USA, y 1 millon y medio a Rusia. Si las condiciones de vida en el oeste empeoran, la catástrofe humanitaria se profundizará.

¿Cuáles son las opciones de salida de la guerra?

Según la lectura que hemos hecho aquí, los Estados Unidos -al igual que Rusia, y a diferencia de Ucrania y de Europa- han obtenido en esta guerra una serie de objetivos que tenían planteados. Para Rusia, ha sido impedir que Ucrania entre en la OTAN, defender a la población étnica rusa que estaba siendo atacada desde 2014 en Ucrania, y apropiarse de valiosos territorios en materia de recursos naturales -además de haber abortado los planes de Occidente de quedarse con los recursos energéticos inmensos que están debajo de Crimea.

Los Estados Unidos, por su parte, han conseguido romper la conexión energética entre Rusia y Europa, que amenazaba el predominio geopolítico americano sobre el viejo continente, y representaba la amenaza de un crecimiento en la independencia técnica, económica y por consiguiente política de Alemania. Ha conseguido con ello quedarse con parte significativa del mercado energético europeo. Ha debilitado todo reflejo o intento de independencia política y económica de Europa. Ha metido dentro de la OTAN a algunos nuevos estados europeos, y pasará a usarlos como territorio para nuevas bases militares desde las que seguir intentando estorbar a Rusia -Finlandia ya ha anunciado que colocará una base OTAN a 130 km de su frontera con Rusia.

La clase política norteamericana actual, además de lo anterior, ha asegurado gracias a esta guerra una fuente de recursos para ellos y para el complejo militar industrial y sus lobistas, que parece ser un barril sin fondo, y sería ocioso calcular aquí los centenares de miles de millones de dólares que ya se aprobaron -debo decir, se robaron- en el Congreso bajo el pretexto de “ayuda a Ucrania”, mientras Ucrania se desangra y el senador Lindsay Graham sigue declarando que habrá que insistir en seguir la guerra “hasta el último ucraniano”, y que Estados Unidos “nunca hizo un mejor negocio”, pues los que mueren en una guerra como esta son “ucranianos y rusos, y no norteamericanos”.

Rusia ha asegurado ya la mayoría de sus objetivos declarados -agregados otros como su giro al Este y su crecimiento económico y en relevancia política global, que creo no eran esperados del todo ni siquiera por los rusos-. Y si no se negocia pronto, los obtendrá todos.

Las opciones norteamericanas para hacer que termine el conflicto sin que se reconozca que es una victoria rusa en toda la línea, por otro lado -es decir, de maquillar propagandísticamente una derrota final- son escasas, en la medida en que la narrativa de una victoria ucraniana es más y más increíble y desprestigiada con cada nuevo revés. La euforia imaginaria por el avance en Kursk duró menos de un mes.

Más breve: las opciones norteamericanas para cambiar la victoria rusa en derrota, no existen -salvo un conflicto nuclear generalizado que termine con el hemisferio norte, incluidos los EEUU.

Para peor, la posibilidad de un “plan de paz” suena difícil ante las posiciones irreductibles de Kiev y Moscú. Con motivo de la reciente Asamblea General de la ONU, Lula convocó a una reunión paralela donde -según se informó- Brasil, con el apoyo de China, propuso un alto al fuego inmediato y una serie de puntos de negociación para encarar luego, y poner fin al conflicto. Solo diecisiete países asistieron a la convocatoria. Antes incluso que se reuniese, Zelenski ya había salido a decir que no le interesaba lo que en esa reunión se propusiese, y que la única posibilidad de negociación es que los rusos se retiren de todos los territorios que ocupan… También acusó a China de ser aliado de Rusia. Los Estados Unidos, por las mismas horas, advirtieron a China que es contra el derecho internacional enviar armas a Rusia -al tiempo que Blinken anunciaba que, en virtud de la autoridad que tenía, destinaba 5.000 millones más en apoyo a Kiev. El “derecho internacional” depende, pues, del bando en que cada país esté. 

Ante esta situación, los rusos, que tienen todas las de ganar, simplemente pueden quedarse callados ante el plan de paz -que en otro contexto les resultaría incómodo-, o incluso decir vagamente que estarían interesados…: Ucrania ya les está garantizando que ese plan no avanzará, y Rusia no se verá emplazada por sus propios aliados a conceder nada.

Al mismo tiempo que esto ocurría, Zelenski se reunió con Trump, en una última y deprimente situación para la agenda del líder ucraniano en New York. Mientras esperaban las fotografías, con Zelenski al lado, Trump declaró que sabe que Putin -de quien se declaró allí mismo muy amigo- quiere una “solución justa”, y que él, Trump, terminaría con la guerra en “minutos” si ganase la elección. La cara de Zelenski mientras sufría esta nueva humillación quedó registrada por los fotógrafos.
Luego de la reunión, que duró menos de una hora, Zelenski se mostró profesional, dijo que le había enseñado a Trump su “Plan de Victoria”, y que todo iría bien. Aquí la foto -con un comentario sarcástico del periódico alemán Der Spiegel.

“La expresión de horror de Selenskyj ante el juego perverso de Trump”, es el título. En el copete “La helada reunión entre Donald Trump y Zelensky lo demuestra: La química entre los dos hombres no es nada buena. Pero el presidente ucraniano ha tenido su buena dosis de experiencia con la humillación”

La verdad parece ser que en Washington -único y exclusivo lugar, además de Moscú, donde algo real puede ocurrir en materia de esta guerra- a Zelenski ya se lo evita. Ya hay poco que darle y sacarle, y todo el mundo comprende que, sea cual sea el resultado de las elecciones, el futuro estrictamente militar de Ucrania no existe. Pero sí existe la opción de aniquilación total para los fanáticos rusófobos que han lanzado el “proyecto Ucrania” -Victoria Nuland, Robert Kagan, Bill Kristol, Anthony Blinken, Biden cuando estaba en sus cabales, y otros de la misma índole-. Para ellos, una última opción de máxima, que es intentar lograr una provocación a la que Putin -que no parece reaccionar ante ninguna, pese a la presión de sus propios ultranacionalistas y guerreristas internos- reaccione con algún uso de la capacidad nuclear rusa. Quienes piensan que esto es imposible por irracional y estúpido, no conocen la historia humana, y en particular la historia de Europa, especialmente antes de la Primera Guerra Mundial -cuya secuela casi inevitable fue luego también la Segunda Guerra Mundial. 

Si esto por fin ocurriese, incluso aunque terminase rápido y tuviese un alcance limitado, significaría un paso más en el proceso en curso de autodestrucción civilizatoria de Europa y Estados Unidos -además de la destrucción parcial de Rusia-. Algo que, en la mentalidad desesperada de los sectores más fanáticos del globalismo occidental, suena a mejor opción que una lenta, inevitable, trágica y aburrida a la vez victoria rusa. Esta sería demasiado insoportable para toda la visión del presente y el futuro que los neocon y su prensa siguen presentando. Del Washington Post y el New York Times al Guardian, no importa cuan “liberales” se presenten, son todos neocon a la Rumsfeld-Cheney hasta los huesos. Esa visión se resume en una ominosa y casi misteriosa ya frase, que Occidente repite: “Putin no puede ganar“. El correr de las semanas indicará exactamente qué alcance tiene ese mantra, pronunciado por los sujetos que controlan uno de los dos arsenales nucleares más grandes en el planeta.


Posdata: A la hora de cerrar este número, se confirma el asesinato por parte de Israel del líder máximo de Hezbollah, Hassan Nasrallah, luego del lanzamiento de misiles desde aviones F-15 de la Fuerza Aérea Israelí que perforaron el bunker donde se encontraba, en Dahiya, Beirut. Con este golpe, Israel afirma haber destruido a “toda” la dirigencia de Hezbollah.
El evento llega en un momento en que recrudece la violencia de Israel sobre la frontera libanesa, y se anuncia una invasión terrestre.
Estados Unidos ha celebrado oficialmente la muerte de Nasrallah.

Aunque también ha declarado -junto a sus aliados ingleses y europeos- su oposición a la apertura por parte de Israel de un nuevo frente de guerra convencional en Líbano, lo que se presume que podría provocar el involucramiento directo de Irán, y tal vez de otros aliados. Al contrario, llamaron a un cese al fuego inmediato.

Voceros norteamericanos han declarado que Estados Unidos no está en condiciones de iniciar una nueva guerra a un mes de las elecciones y a la vista de las complicaciones de la actual situación en Ucrania.

5.8.24

Fuera manos de Venezuela

Carlos Fazio

 
El 3 de agosto, al dar a conocer el segundo boletín del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela, su titular, Elvis Amoroso, confirmó que con 96.87 por ciento de las actas escrutadas, Nicolás Maduro se impuso en los comicios presidenciales con 6 millones 408 mil 844 votos (51.97 por ciento), frente al opositor Edmundo González, quien obtuvo 5 millones 326 mil 104 sufragios (43.18). Sin embargo, más allá del resultado −que mandata al actual presidente a gobernar por un nuevo periodo de seis años entre enero de 2025 y 2031−, la actual guerra cognitiva comunicacional de saturación contra Maduro y el chavismo en el occidente colectivo, no tiene que ver con los votos y las actas y tampoco con la democracia y las libertades, sino con los intentos de la administración Biden por reditar las fracasadas políticas de cambio de régimen de sus antecesores George W. Bush, Barack Obama y Donald Trump e imponer en el Palacio de Miraflores a la oligarca María Corina Machado, con posiciones afines a las del capitalismo salvaje del sádico de la motosierra, Javier Milei, figura salida de un Marvel cómics para ejecutar la agenda de la plutonomía en Argentina.

Desde el mismo día de los comicios, 28 de julio, Venezuela había entrado en una nueva fase de una guerra híbrida de espectro completo impulsada por Washington que sigue los manuales de la guerra no convencional del Pentágono, y que dirigida a desconocer el resultado y desestabilizar el país para imponer un gobierno títere, combinó la ciberguerra con la guerra urbana paramilitar, junto con una vasta campaña de intoxicación (des)informativa en los medios hegemónicos y las llamadas redes sociales, que tuvo en Elon Musk, como nuevo actor emergente visible del complejo digital-financiero-militar-industrial de Estados Unidos, a uno de sus principales protagonistas.

La secuencia de un golpe de Estado continuado que se intensificó en junio pasado con sabotajes contra el sistema eléctrico e infraestructura crítica; intentos de magnicidio; un blackout (apagón) informativo sobre la campaña de Maduro y la fabricación de una metarrealidad mediante la difusión de noticias falsas ( fake news) que colocaba urbi et orbi a Edmundo González como seguro vencedor de los comicios, incluyó un intento de sabotaje la madrugada del 27 de julio en la subestación eléctrica de Ureña, que de haber sido volada por sus perpetradores habría afectado el servicio eléctrico en los estados Zulia, Mérida, Yaracuy, Barinas, Apure, Trujillo y Táchira a horas de abrir los centros de votación automatizados: en Venezuela el proceso electoral es digital, no hay boletas de papel, la urna es una máquina electrónica y el conteo es automático; al cierre de los colegios electorales, el software suma los votos y da el resultado, es decir, el acta de escrutinio. De allí que la intentona buscaba generar un apagón eléctrico en el occidente del país para caotizar el proceso el día de los comicios.

Si bien la jornada electoral transcurrió con normalidad, ya se había activado una intensa actividad maligna de bots a favor del candidato Edmundo González, y un masivo ataque cibernético a modo de enjambre contra el sistema de transmisión de datos del CNE, causa de la ralentización en el envío de votos y del proceso de totalización de los mismos, retraso que sirvió de caldo de cultivo para la agenda golpista de María Corina Machado y sus patrocinadores en la Casa Blanca.

Según denunció el presidente Maduro el 29 de julio, el ataque referido se trató de un DOS (denial of service, denegación de servicio) perpetrado desde la República de Macedonia del Norte, que consiste en saturar las redes con una enorme cantidad de tráfico espurio para evitar que se transmita la información. El DOS es un tipo de ataque habitual que se ha registrado en países como Hong Kong (durante las protestas de 2019) y contra grandes corporaciones como Telecom o Amazon. De acuerdo con Misión Verdad, Macedonia, miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), comparte información de inteligencia con Estados Unidos y desde 2018 mantienen un programa común en materia cibernética supervisado por el US Cyber Command (Comando Cibernético de EU), rama del Pentágono a cargo del general Timothy Haugh, quien también está al frente de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés), institución encargada del dominio cibernético y cuyos escándalos de espionaje y actividades maliciosas han rebasado los límites de su propio país.

En ese contexto entra en escena Musk, activo propagandista de Machado, cuya firma SpaceX −según Reuters y Bloomberg− está construyendo una red de cientos de satélites espías que pueden operar como un enjambre en órbitas bajas, mediante un contrato clasificado de 2021 con la Oficina Nacional de Reconocimiento de EU. A raíz del putsch en Bolivia, el también dueño del consorcio de autos a batería Tesla, dijo en 2020: Daremos un golpe de Estado a quien queramos. Lidiad con eso. De allí que Maduro lo señalara como padrino de la ultraderecha golpista venezolana.

Asimismo, la noche del 28 de julio entraron en acción los llamados comanditos de Machado, fuerza paramilitar integrada por militantes de extrema derecha, grupos de la delincuencia organizada local y narcotraficantes colombianos, que responde al manual de guerra no convencional de fuerzas especiales de EU y al esquema táctico operacional de guerra urbana del Pentágono, que desarrollaron actos de violencia racista y clasista contra el enemigo chavista, incendiando alcaldías, sedes del PSUV y espacios comunitarios, y derribando la estatua del indio Coromoto y también de Hugo Chávez, en un intento por resquebrajar la unidad cívico-militar-policial, cooptar a sectores de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y destruir al Estado desde dentro.

Maduro ha repetido en estos días que el fascismo no entiende de diálogo ni de democracia. Por eso aseguró que se le combatirá con la ley y la Constitución en la mano. Y ante un eventual escenario de invasión estadunidense, recordó que la Milicia Popular Bolivariana, integrada por 5 millones 200 mil milicianos, es el arma secreta de una guerra de todo el pueblo inspirada en la doctrina vietnamita. En Venezuela se juega si el subcontinente sigue por el camino de la paz o si se impone el fascismo. De allí, lo del título.

23.7.24

México no necesita maíz transgénico: es un peligro para las variedades nativas

Darren García


El maíz transgénico amenaza la biodiversidad mexicana por su potencial de contaminar las variedades nativas con genes que no les corresponden por naturaleza. Además, afecta la cultura y las tradiciones alrededor de este cultivo. Consultadas por Contralínea, científicas y activistas coinciden en que no es necesario que el país corra el riesgo, por lo que se pronuncian a favor de prohibir los organismos genéticamente modificados

Las 64 razas de maíz que se cultivan en México, de las cuales 59 son nativas, se verían amenazadas de permitirse la siembra de maíz transgénico. La batalla, en tribunales desde hace más de una década, se libra entre campesinos, sociedad y académicos contra una voraz industria que busca el control alimentario mexicano.

Una vez que el maíz transgénico se libera al ambiente, se va a cruzar con otros tipos a través del polen, lo que “podría afectar a nuestras variedades nativas de maíz”, y provocaría “que se fueran perdiendo algunas que tuvieran estos genes que no le corresponden”, advierte Michelle Esther Chauvet Sánchez Pruneda, investigadora de Biotecnología y economía agrícola por la UAM Azcapotzalco.

Éste potencial riesgo fue uno de los motivos por los que una de las iniciativas que, el pasado 5 de febrero, el presidente Andrés Manuel López Obrador envió al Congreso para reformar el artículo 4 de la Constitución, en la cual se define al maíz como un “alimento básico y elemento de identidad nacional destinado al consumo humano, [que] debe ser libre de modificaciones genéticas, como las transgénicas. [Por tanto, México] se declara libre de cultivos de maíz genéticamente modificado. [Y] debe priorizarse su manejo ecológico”.

Capital del maíz en riesgo

“El maíz es de polinización abierta”, explica a Contralínea la también doctora en economía por la UNAM, Michelle Chauvet. “Esto quiere decir que una mazorca de maíz se cruza con otra por el viento. En realidad, es un intercambio de polen entre las plantas”, a lo que se conoce como flujo génico; de tal manera que un maíz puede contaminarse con genes que no le corresponden por naturaleza y perder su carácter nativo, con afectación directa a la biodiversidad mexicana de cultivos.

Una de las perspectivas en pro de este tipo de maíz es que “promete ser una tecnología que puede resolver fuertes problemas en la producción de este cultivo, que se exprese en incrementos de productividad y resistencia a plagas”. Sin embargo, añade una publicación de la Revista argumentos ­–de la UAM Xochimilco­­­–, esto presenta un gran desafío para países “que poseen una gran riqueza biológica y una larga tradición cultural en el cultivo del grano, como es el caso de México”.

Diversas investigaciones a nivel internacional coinciden en que el maíz (Zea mays) surgió en México hace 8 mil o 10 mil años. “Este cultivo se originó mediante el proceso de domesticación que llevaron a cabo los antiguos habitantes de Mesoamérica a partir de los ‘teocintles’”, pariente del maíz, cuenta la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad en su página web. “México es el centro de origen del maíz. Aquí se concentra, muy probablemente, la mayor diversidad de maíz del mundo”.

El grano de maíz “es el principal grano cultivado en México” y “se cultiva en todas las entidades del país”, enuncia la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) en el Panorama agroalimentario 2023. En cuatro de las cinco regiones mexicanas es el cultivo dominante. Sólo el sur-sureste tiene otro: la caña.

La centro-occidente fue la región que más maíz produjo en 2022, con 8.46 millones de toneladas (Mt). Por su parte, Sinaloa contribuyó con el 20.8 por ciento del valor total nacional de maíz, con 5.2 millones de toneladas, seguido de Jalisco (3.9 Mt) y Michoacán (2.09 Mt).

Tan sólo en 2020, la población mexicana consumió 19 millones 35 mil toneladas de maíz. Para el “ciclo de mercado 2022/2023”, aumentó en más de 200 mil toneladas, según la “Balanza disponibilidad-consumo” del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) de noviembre de 2023. Además, México tiene un consumo anual per cápita de 196.4 kilogramos, sintetiza la Revista mexicana de ciencias agrícolas, en un artículo de marzo de 2023.

Derechos en contra de los agricultores

Otro tipo de tecnologías en la agricultura se dieron a través de químicos sintéticos –como fertilizantes, herbicidas, plaguicidas y maquinaria– a partir de la llamada revolución verde, surgida en la década de 1940, cuando se pensaba que la crisis alimentaria era por “la escasa producción de alimentos” y, para solucionarlo, se llevó a cabo “el aumento de la productividad mediante el desarrollo tecnológico en la industria agrícola, narra un artículo de la revista Veredas de la UNAM.

Luego de los químicos, llegaron los organismos genéticamente modificados (OGM) –o transgénicos–, resistentes a plagas y herbicidas. A esto se le conoce ‘tecnologías como forma de poder’. “En gran parte tiene que ver con un desarrollo de las tecnologías de punta y más específicamente hablando de la biotecnología moderna, […] desde la primera liberación de un organismo genéticamente modificado en la década” de 1990, dice Arcelia González Merino, doctora en ciencias políticas y sociales por la UNAM.

A pesar de que González Merino no niega que la innovación pueda ayudar, acusa que la agroindustria va “en detrimento de posibles beneficios no solo de pequeños productores, campesinos, sino toda la sociedad en general”, pues se priorizan las ganancias. De igual manera, la innovación “generalmente va asociada a la figura de la patente o derechos de obtentor”, dice a Contralínea la doctora González Merino.

La persona obtentora es aquella “física o moral que mediante un proceso de mejoramiento haya obtenido y desarrollado, una variedad vegetal de cualquier género y especie”, define así la Ley Federal de Variedades Vegetales, publicada en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el 25 de octubre de 1996, en el gobierno del priísta Ernesto Zedillo.

Esta ley surgió en el marco de la Unión Internacional para la Protección de Obtenciones Vegetales (UPOV, por su sigla en inglés), organización intergubernamental creada en 1961 con el fin de “proporcionar y fomentar un sistema eficaz para la protección de las variedades vegetales, con miras al desarrollo de nuevas variedades vegetales para beneficio de la sociedad”, pronuncian en su página web. Actualmente hay 79 miembros, de los cuales México es uno de ellos desde agosto de 1997.

La persona obtentora tiene el derecho de “aprovechar y explotar […] una variedad y su material de propagación, para su producción, reproducción, distribución o venta, así como para la producción de otras variedades vegetales e híbridos con fines comerciales” por sí mismo o de terceros, con una duración de 15 a 18 años según la especie, siempre y cuando sea nueva, distinta en sus caracteres, estable después de reproducirse y homogénea, contempla el documento mexicano. Además, no se requiere el permiso del obtentor para uso de otras personas en investigación, autoconsumo o beneficio propio.

De UPOV hay dos figuras, la de 1978 y 1991. México se encuentra en la primera, aunque “hay ahorita presión para que se adscriba a un sistema de protección más riguroso [el segundo] y que, pues hay problemas justo para los campesinos”, menciona la doctora Arcelia González. En esta nueva extiende el plazo de los derechos de obtentor de 20 a 25 años. “Evidentemente en 20 años ellos ya tienen otra innovación, entonces nunca los alcanzamos”, critica la investigadora.

A partir de esto, se atenta contra la tradición campesina de intercambiar semillas con otras personas o guardarlas para posteriores siembras, agravado aún más porque se corre el riesgo de que sus propios maíces se contaminen con transgénicos y llegue un momento en que utilicen alguna variedad que, por ley, no les pertenece. “Si tenemos presencia de esos transgenes, eso permite que reclamen su propiedad intelectual esas grandes empresas” y cobrar regalías a las y los agricultores, señala la doctora.

En su artículo 48, fracción VII, la ley mexicana indica que se multará con “2 mil a 10 mil días de salario mínimo” por “aprovechar o explotar una variedad vegetal protegida, o su material de propagación, para su producción, distribución o venta sin la autorización del titular”.

A partir del 1 de enero de este año, el salario mínimo se ubicó en 374.89 pesos diarios en la “Zona Libre de la Frontera Norte” y 248.93 pesos para el resto del país. Esto significa que las infracciones podrían ser desde 497 mil 860 pesos hasta 2 millones 489 mil 300 pesos en el resto del país y de 749 mil 780 pesos hasta 3 millones 748 mil 900 pesos en el norte.

“El que tú tengas en tu campo o en tu cosecha una variedad transgénica que no plantaste, no te exime de tener que pagar regalías al propietario de la innovación”, explica González Merino en referencia a la llamada “carga de la prueba”. México, “al ser parte de UPOV, hemos adquirido esas disposiciones también como válidas”.

La también investigadora agrega que este sistema se encuentra “en manos de empresas trasnacionales [como Bayer-Monsanto, Dupont o Syngenta] por un lado y, por otro, también algunos gobiernos de países más industrializados, como Estados Unidos, que han intentado promover, utilizar y apoyar el crecimiento y el desarrollo de la industria”. En México, agrega, “el 80 por ciento de la producción de semillas híbridas está en manos” de estas empresas.

Además, cambió radicalmente quién vende las semillas: ahora lo hacen las empresas. “Históricamente no era así […], ahora este poder tiene que ver con la concentración y que tienen muchas estrategias de control: venden la semilla más el fertilizante más el herbicida. Te venden el paquete completo; entones, esa forma de concentrar todo lo que implica la producción y venta de semillas, hace que ellos tengan todo el poder”, y que atenten contra la seguridad alimentaria, enfatiza la doctora Arcelia González.

Lo anterior se ve reflejado en que México cada vez importa más maíz amarillo (transgénico, usado para alimento de animales y otras industrias) de Estados Unidos, “porque hemos dejado en manos de la iniciativa privada la producción de semillas tan importantes”, agrega la investigadora.

De acuerdo con el SIAP, en 2023 México importó 5 mil 872 millones 512 mil dólares de maíz, superior por más de 100 millones de dólares en comparación con el 2022. En cambio, exportó 107 millones de dólares.

El Panorama agroalimentario 2023 de Sader menciona que Estados Unidos generó en 2022 más de 14 veces en maíz que lo generado en el país, y es el principal productor a nivel mundial. México es el séptimo, con 26 millones 553 mil 239 toneladas. Además, importó más de 17 millones de toneladas. Esto a pesar de que en territorio mexicano se consume 10 veces más maíz que en Estados Unidos.

Revolución sin justicia

En México inició la revolución verde, añade la revista Veredas, “con la fundación del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y el Trigo”. Comenzó a la par una serie de modificaciones legales para adaptar la agricultura mexicana a los intereses de la revolución verde, por lo que el Estado disminuyó cada vez más en sus funciones reguladoras y pasó simplemente a ser un espectador.

En 1996 se creó la Ley Federal de Variedades Vegetales para regular el derecho de obtentor de semillas mejoradas y que no fueran a ser usadas de otra forma que la ley no permitiera, contempla la Revista Agricultura, Sociedad y Desarrollo de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM).

No fue hasta 2007, en el sexenio de Felipe Calderón, que se modifica la ley de 1996, por la cual “se creó un marco de protección a los derechos de obtentor y se sembraron plantas transgénicas”. Dos años antes, en 2005, con Vicente Fox al mando del Ejecutivo, se creó la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados, conocida como “Ley Monsanto”, que, en el papel, buscaba “regular específicamente a las tecnologías transgénicas”.

En entrevista con Contralínea, la activista Montserrat Téllez explica que “esos gobiernos vendieron nuestra agricultura básicamente”. La integrante de la organización Semillas de Vida y de la campaña Sin Maíz No Hay País, detalla que desde la década de 1980 sucedió “un giro de la política agrícola hacia una perspectiva neoliberal […] y se dejó vulnerable al sector campesino, que es el que produce la gran mayoría de nuestros alimentos”.

Contrario a lo anterior, “con este gobierno logró llegar gente, posicionarse en distintos espacios dentro, gente que siempre ha estado en la lucha hace muchos años, y esa gente ha sido muy congruente en su labor. Hemos tenido un conjunto de modificaciones al marco normativo que han generado condiciones distintas de lucha”, afirma la integrante de Semillas de Vida; aunque “no podemos ignorar que hay contradicciones”.
Punto de quiebre

El debate sobre el maíz transgénico explota cuando, en 2001, “se detectó la presencia […] en plantaciones de maíz nativo en la Sierra de Oaxaca” por los investigadores Ignacio Chapela y David Quist, publicado en un artículo de la revista Nature, explica el libro El maíz en peligro ante los transgénicos, publicado en 2013, coordinado por la doctora Elena Álvarez-Buylla, actual titular del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt).

Esto derivó en un informe elaborado por la Comisión para la Cooperación Ambiental, creada por los países del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). “No cabe duda que los transgenes están ya presentes en el maíz mexicano y se propagarán”, confirmó el texto de 2004, el cual agregó que la fuente principal de tal presencia “es el grano cultivado en Estados Unidos”, mismo que se importaba a México sin separación, por tanto, se mezclaba con los nativos.

La importación de maíz transgénico, advierte Montserrat Téllez, es una manera de posible contaminación, pues “el maíz entra en grano, y el grano es también semilla. El grano entra vivo a nuestro país. Eso se suma a que no hay trazabilidad, no hay un seguimiento de qué sucede con ese grano nuevo que entra. Se asume que como aquí somos autosuficientes va hacia la industria pecuaria [o] los ultraprocesados, pero se ha demostrado que sí está en nuestros alimentos”.

Si bien concluyeron que “no existe evidencia empírica alguna que el proceso de producir cultivos genéticamente modificados sea dañino o benéfico en sí para la salud animal o humana”, reconocen que estos “no parecen atender” las necesidades “más urgentes” de los campesinos.

Asimismo, indicaron que “la evaluación del riesgo del maíz transgénico en México está inextricablemente ligada al papel central del maíz en la historia y cultura mexicana”, tanto en creencias como valores “culturales, simbólicos y espirituales” que no se presentan en Canadá ni en Estados Unidos.

Se debe considerar “socialmente aceptable” la protección “al campesinado y sus variedades tradicionales de maíz […], resulta claro que la reducción máxima de los riesgos de la introgresión de transgenes en las razas locales de maíz mexicano se lograría mediante la prohibición total de la importación de organismos vivos modificados en la forma de maíz transgénico”, a pesar de sus costos “inaceptablemente elevados”, sugiere el informe.
La presencia se mantiene

En 2019, el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), publicó un informe acerca de una revisión de los maíces transgénicos en México. De cinco estados de la República (Veracruz, Oaxaca, Ciudad de México, Michoacán y Chiapas), regiones “que cuentan con la mayor diversidad de maíces”, obtuvieron 1 mil 580 muestras de ADN para revisión.

De éstas, 1 mil 455 (es decir, el 92.1 por ciento) dieron negativo a “presencia de transgenes”; el restante 7.9 por ciento (125 muestras) dio positivo “para tres eventos: MON810, NK603 y TC1507”, describió la investigación. Del total de las positivas, 58 provenían de Chiapas, 13 en Veracruz, 11 en Oaxaca, siete en Michoacán y seis de la Ciudad de México.

“A nivel mundial existen 229 eventos transgénicos de maíz aprobados para consumo humano y animal, de los cuales el 51.52 por ciento (118 eventos) contienen al menos alguno de los eventos transgénicos analizados en este trabajo”, los cuales también son los más comunes a ser encontrados en alimentos procesados, explicó el texto del INECC.

México no necesita maíz transgénico

En el país se han autorizado dos tipos de transgénicos de maíz. El primero “tiene el gen de la bacteria Bt (Bacillus thuringiensis) que hace que la planta produzca la toxina Bt, que funciona como insecticida”, contra plagas, explica Greenpeace México en un documento junto a la Universidad Autónoma de Chapingo (UAC). El segundo funciona para resistir a herbicidas, como el MON87429.

Las y los campesinos “siembran en el periodo otoño-invierno. No hay tantas hierbas porque no hay las condiciones, entonces el maíz resistente a herbicidas no nos viene a funcionar, y el resistente a plagas tampoco porque, por el invierno, pues tampoco hay plagas”; es por eso que México no necesita de maíz transgénico, aclara la doctora Michelle Chauvet.

“Este maíz que es resistente a este insecto pues no es funcional, porque realmente en México no tenemos ese problema tan grave de esa plaga como en Estados Unidos, donde sí es una plaga muy importante”, concuerda Beatriz Rendón Aguilar, doctora en Ecología por la UNAM.

Por otra parte, “si en el norte se autoriza la siembra de eventos transgénicos para forraje [alimento de animales], pues obviamente no les va a servir la línea transgénica que tiene que ver con gusano, porque se supone que nunca va a llegar a la reproducción de maíz”, añade la doctora en entrevista para Contralínea.

En cambio, “las variedades nativas sobresalen por su resistencia a entornos adversos y otras características como sus colores, texturas y contenido de nutrientes, por ello es importante fomentar su producción y la adopción en su cultivo de prácticas agronómicas sustentables que contribuyan a obtener mejores rendimientos”, sugiere la Sader.
Tensa calma en tribunales

Ante la presión de “corporaciones productoras de semillas transgénicas”, en 1995, científicos del Comité Nacional de Bioseguridad Agrícola (CNBA) “encargados de aprobar los permisos de siembra, propusieron una moratoria de facto a la siembra experimental y comercial de maíz transgénico”, explicaba la revista Metodhos, de la Comisión de Derechos Humanos del entonces Distrito Federal.

Esta moratoria la retomó la hoy extinta Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) a finales de 1998 y se extendió hasta el 6 de marzo de 2009, cuando se reforma la Ley de Bioseguridad y se permite entonces “la entrada de maíz transgénico a suelo mexicano”. Enseguida se dieron 24 permisos en 24 localidades de estados como Sinaloa, Sonora, Chihuahua y Tamaulipas “para experimentar con maíz transgénico”, continúa el texto.

El 8 de marzo de 2011, Sagarpa “otorgó a Monsanto el primer permiso para la siembra piloto de maíz amarillo transgénico (MON603) en una superficie menor a una hectárea” entre Tamaulipas y Nuevo León, advierte la revista. Para 2012 ya eran 248 permisos, de los cuales se aprobaron 195, añade el Laboratorio de estudios sobre empresas transnacionales de la UNAM.

Tal escalada en favor de los intereses del capital urgió a la sociedad organizada a realizar una demanda colectiva. Cincuenta y tres personas ­–desde campesinos hasta investigadores– demandaron el 5 de julio de 2013 a Sagarpa, Semarnat (Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales), “así como [a] empresas transnacionales que buscaban instalarse junto a sus transgénicos en México”.

La demanda buscaba, de acuerdo con la colectiva Semillas de Vida en su página web, la declaración de que “se han liberado al ambiente de forma voluntaria o involuntaria organismos genéticamente modificados de maíz en lugares no permitidos y en actividades no autorizadas”.

De igual manera, que esos OGM afectan “al derecho humano de conservación, utilización sostenible y participación justa y equitativa de la diversidad biológica de los maíces nativos ya que sobrepasa los límites permitidos por la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados (LBOGM)”; y que “con mayor razón se afectará la agrobiodiversidad si se liberan a gran escala maíces transgénicos”, puntualiza el texto.

Por tanto, se pretendía que “con base en las propias leyes se nieguen los permisos de liberación o siembra de maíz transgénico en todo el país”, explica la colectiva. Esto a través del juzgado federal doceavo de Distrito en materia Civil del Distrito Federal.

El Consejo de la Judicatura, en el documento DGCS/NI: 41/2013, fechado el 14 de octubre de 2013, confirmó que el 17 de septiembre de ese año, se ordenó a las secretarías “abstenerse de realizar actividades tendentes a otorgar permisos de liberación al ambiente de Organismos Genéticamente Modificados del maíz”, así como liberación comercial, piloto y experimental “sin que esta medida implique revocar los ya dictaminados o concedidos”.

“Esta decisión es en tanto el juicio no acabe”, explica Montserrat Téllez. Entonces [la lógica fue]: como la materia del juicio puede verse afectada si no ponemos este freno, cuando terminemos el juicio ya va a estar contaminado todo el maíz si permitimos que siembre”.

El 13 de octubre de 2021 se negaron cuatro amparos promovidos por Monsanto, Syngenta, Dow AgroSciences y PHI México en la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación por unanimidad. El amparo en revisión era el 1023/2019.

El 4 de enero de este año, la Suprema Corte votó en contra de “la resolución de un juicio de amparo a favor de la empresa Bayer-Monsanto contra el decreto presidencial para la sustitución progresiva del uso de glifosato y prohibición de maíz transgénico, presentado por el magistrado Ricardo Gallardo Vara”, lo cual celebró la colectiva.

Sin embargo, la integrante de Semillas de vida alerta que también “el año pasado se dio una primera decisión del juez en la que pues no se nos da la razón a la colectividad demandante”. Y, si bien fueron a otra instancia, tampoco les favoreció la decisión. “Ahora vamos a ver cómo nos va. Se está dando la lucha en otra instancia” junto a un grupo de abogadas y abogados que apoyan.

“Debemos seguir […] apoyando esta demanda de los pequeños productores y de los campesinos para que el maíz se declare casi como un cultivo de seguridad nacional y la base de la alimentación, que lo es, y por lo mismo cuidarlo”, indica la doctora Arcelia González Merino.
La lucha trasciende fronteras

El 31 de diciembre de 2020, el presidente publicó un decreto en el DOF con el fin de establecer los lineamientos de las dependencias para sustituir gradualmente el uso de glifosato y la siembra de maíz transgénico en México, así como su consumo en personas con fecha límite al 31 de enero de 2024.

Para el 13 de febrero de 2023, se remplazó con otro decreto que agrega la prohibición de la importación de ambas tecnologías, sólo que en el caso de maíz transgénico se permite el destinado para alimentación animal y uso industrial, con la promesa de que desaparezca gradualmente; esta vez se fijó el plazo límite al 31 de marzo de 2024. No cumplieron con las fechas establecidas.

A nivel nacional ocasionó una serie de amparos. “Buscaban que el decreto fuera declarado inconstitucional y quedara sin efectos”. Uno fue por parte de Semillas y Agroproductos Monsanto y Monsanto Comercial, filiales de la transnacional Bayer, explica Conahcyt en su comunicado 544, de junio pasado.

El instituto aportó evidencia científica en favor de la postura del gobierno mexicano. Luego de disputas legales, Monsanto Company desistió de la demanda, lo que significó un triunfo “a favor de la vida, la salud, la naturaleza, la riqueza biocultural y la soberanía alimentaria”, celebró Conahcyt.

A nivel internacional, el decreto llevó Estados Unidos a comenzar una controversia en un panel del T-MEC, principalmente por el tema de la prohibición de maíz transgénico en tortillas y masa, bajo el argumento de que las acciones de México “carecen de evidencia científica” y no están acorde los lineamientos del Tratado, así como afectan a los agricultores estadounidenses. Tal controversia comenzó otra etapa a finales de junio pasado.

“Para nosotras, esta controversia es una expresión más de que las grandes corporaciones van por todo. No van a dar ni un paso atrás en su afán imperialista de controlar por completo el mercado de maíz en nuestro país a través de los genéticamente modificados”, exhibe Montserrat Téllez.