27.3.17

Desmilitarizar la seguridad pública

Carlos Fazio

Bajo una fuerte y sostenida presión política y deliberativa mediática del alto mando castrense, el Congreso mexicano discute sendas iniciativas que buscan dotar de un marco jurídico ad hoc la intervención de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública, funciones que la Constitución define como propias de las policías. Entre ellas, la prevención e investigación del delito; la detención de infractores de la ley; el aseguramiento de la escena del crimen y la evidencia; recoger testimonios; realizar peritajes penales, e instalar retenes para inspeccionar bienes y personas.

Los amanuenses promotores legislativos de esas iniciativas anticonstitucionales plantean, también, autorizar a los militares hacer uso de cualquier método de recolección de información, lo que potenciaría las acciones de inteligencia (espionaje de teléfonos móviles y fijos, vigilancia cibernética, etcétera) sobre toda la ciudadanía y legalizaría la práctica común de los apremios ilegales y la tortura.

En virtud de la amplia autonomía que les brinda su especialización y el monopolio de jure y de facto del máximo poder coercitivo del Estado (el control de los medios de fuego), y del empoderamiento político alcanzado por las corporaciones militares desde el gobierno de Vicente Fox, el cabildeo de los titulares de las secretarías de Defensa y Marina ha logrado imponer como eje de la discusión el concepto de seguridad interior, una categoría difusa nunca antes regulada e introducida bajo una lógica de seguridad nacional impuesta por Estados Unidos al calor de la guerra a las drogas (una misión de estricta naturaleza policial), que define al enemigo interno (el narcotráfico como sustituto de la subversión comunista), y que al amparo de gobiernos entreguistas ha venido acotando los mandatos constitucionales sobre la misión clásica de defensa exterior de la Federación: la defensa nacional y la preservación de la soberanía e integridad territorial.

La iniciativa del diputado priísta César Camacho define las acciones de orden interno como aquellas orientadas a prevenir amenazas a la seguridad interior en una zona geográfica del país, e incluye la instalación de puestos de vigilancia y de reconocimiento, patrullajes, seguridad en instalaciones estratégicas y las demás que se consideren necesarias, lo que indica una flexibilidad absoluta y abre la posibilidad de mayor militarización.

A su vez, la ambigua definición sobre la salvaguarda de la continuidad de las instituciones del Estado abre la puerta a la intervención militar en todo aquello que de manera discrecional sea considerado un peligro para la seguridad interna por el presidente de la República, incluidos el control de la disidencia política y la protesta social. Se contempla, también, que los militares podrán contrarrestar la resistencia no agresiva con el uso de la fuerza y armas.

En su lógica inicial, aunque ilegal y con base en un estado de excepción de facto, la guerra a las drogas de Felipe Calderón era una medida extraordinaria que debía ser temporal. Diez años después, la intervención militar en la represión del delito de narcotráfico ha resultado un fracaso. Según justificó el general Salvador Cienfuegos, los militares no estudian para perseguir delincuentes. Pero además, como dijo su antecesor en la Secretaría de Defensa, Guillermo Galván, la preparación castrense es para el ataque, no para la disuasión. Eso explica el elevado índice de eventos de letalidad perfecta (de combates donde sólo se registraron muertos y ningún herido) y exhibe la actuación sistemática de las fuerzas armadas en la comisión de ejecuciones extrajudiciales y el exterminio de presuntos delincuentes vencidos, muertes sobre las cuales se levantaron muy pocas averiguaciones previas.

Lo que realmente está en juego es el modelo de militarización del combate a las drogas, que ha devenido catástrofe humana: más de 200 mil muertos y 36 mil desaparecidos. De mantenerse ese modelo, significaría seguir postergando el fortalecimiento de las instituciones civiles del Estado y las policías, y profundizaría la militarización permanente de la seguridad pública y la vida nacional. La abdicación del Estado en su obligación de garantizar esa tarea que corresponde al ámbito civil, sería dar un paso más hacia un régimen discrecional y autoritario de nuevo tipo, sin los contrapesos de los poderes Legislativo y Judicial, y abierto, por tanto, a mayores arbitrariedades y flagrantes violaciones a los derechos humanos.

La formulación de una ley que legalizaría la actuación militar en tareas de seguridad en las que no están capacitados –y que ha generado desgaste dentro de las corporaciones castrenses− podría llevar a la toma de peligrosas decisiones de coyuntura, con el agravante de que, debido a que todo dato sobre seguridad interior se mantendría bajo reserva y discreción, se blindarían las responsabilidades y la rendición de cuentas de los militares –a las que están sometidos el resto de los servidores públicos−, al tiempo de que se difuminarían las posibilidades de control civil y ciudadano, transparencia y escrutinio público.

De hecho, en su función de policía militarizada orientada a enfrentar amenazas internas, las fuerzas armadas casi nunca proveen información detallada a los legisladores. Así ha ocurrido en casos como el de los niños Almanza, los estudiantes del Tecnológico de Monterrey, Tlatlaya, Iguala, Tanhuato, Nochixtlán y Tepic. Por lo que no se ejerce una cabal supervisión parlamentaria, limitándose el Congreso a aprobar el presupuesto castrense sin intervenir en su elaboración ni ejercer un control sobre el gasto. A ello se suma la falta de fiscalización sobre la variable mercenaria del Ejército y la Marina, gracias a los recursos extra que llegan como parte de los programas de entrenamiento y cooperación de Estados Unidos, incluidos los de la Iniciativa Mérida. Urge, pues, acotar la acción deliberativa de los mandos y el regreso de los militares a sus cuarteles.

19.3.17

Decesos del ATP y el TLCAN; auge del "RCEP" chino: el mayor tratado comercial global

Alfredo Jalife-Rahme

Para intentar paliar su tremendo déficit comercial global de bienes sin servicios de 750 mil millones de dólares al año, la trumponomics permuta el multilateralismo por el bilateralismo mediante el cual EU impone su voluntad militar/atómica (https://goo.gl/6ny8Fz).

Los cuatro principales déficits comerciales en bienes de EU son con China (347 mil millones de dólares: 40 por ciento), Japón (69 mil millones de dólares), Alemania (65 mil millones de dólares) y México (63 mil millones de dólares).

Todos los secretos proyectos multilaterales con enfoque geopolítico de los Bush, Clinton y Obama están siendo enterradas por la trumponomics: ATP, contra China; TTIP, contra Rusia, y TISA, contra el mundo (https://goo.gl/rrLhRQ).

No haré leña del árbol caído de los aniquilados ALCA y el Plan Puebla-Panamá (PPP), a los que se adhirió en forma grotesca la dupla Fox/Castañeda Gutman, que preservó más los intereses de EU e Israel que los de México.

Por cierto, 15 años antes de que apareciera Trump, el desastre de la migración mexicana en EU se debió en gran medida a la insolencia infatuada de la dupla Fox/Castañeda Gutman, que rechazó un acuerdo bajo el inigualable concepto diplomático de la enchilada completa. ¡Qué nivelucho!

Se han desgajado todos los proyectos y tratados de EU para dominar las regiones y el mundo –ALCA, PPP, ATP, TTIP, TISA, y ahora el agónico TLCAN–, mientras China ha acelerado sin mucho ruido desde hace más de cuatro años la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés) con el fin de contrarrestar el irredentismo mercantilista geopolítico de Obama.

El núcleo del RCEP-16 lo constituyen los 10 miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean, por sus siglas en inglés), con tres superpotencias neoeconómicas –China, India y Japón–, dos países de la anglósfera –Australia y Nueva Zelanda– y Sudcorea, que representan en su conjunto la mitad de la población mundial y 30 por ciento del PIB global: 21.4 billones de dólares.

Los tratados mercantilistas de Occidente fenecen, incluida la sitiada Unión Europea, mientras el poco publicitado RCEP-16 se posiciona como el mayor tratado de libre comercio del planeta, pero con un nítido enfoque regional donde China nolens volens se ha erigido en su líder conceptual.

Aquí los matices son seminales: la globalización anglosajona es financierista, mientras la globalización que pregona China es economicista.

Una civilización milenaria como China no se cuece al primer hervor, por lo que ha sido muy precavida para liderar el libre comercio a escala regional y global.

El primer ministro chino, Li Keqiang, arrojó un balde de agua helada a los novatos mercantilistas de América Latina (AL), inseminados por el fallido neoliberalismo, quienes alucinan permutar al ATP-12 por el RCEP-16 y a EU por China: no excederemos nuestro alcance para hacer cosas que China no debe hacer (https://goo.gl/Y1O8DY).

El grave problema de los reduccionistas mercantilistas es que carecen de cultura geopolítica e ignoran los límites que impone la realidad cuando China desea afianzar su posicionamiento regional, mientras rechaza imitar el irredentismo de EU en AL, cuyos regímenes neoliberales fracasados han quedado huérfanos después del desprecio supremacista de Trump.

Una cosa es que China haya asistido a las exequias del ATP en Viña del Mar (Chile) –adonde incluso llegó el representante de EU a supervisar el desasosiego neoliberal de AL– y otra es clavarse a un esquema que colisiona con la cosmogonía y los intereses de China que no va abandonar a sus aliados asiáticos para complacer a los saltimbanquis del México neoliberal itamita que andan más desbrujulados que de costumbre.

Bai Ming, investigador de la Academia China de Comercio Internacional y Cooperación Económica, desechó la exuberancia retórica de que China sustituirá a EU para convertirse en el líder del libre comercio.

China deberá concluir las negociaciones del RCEP-16 antes de lanzarse a aventuras de sueño guajiro, como el sepultado ATP (https://goo.gl/fVF0Jd).

Las prioridades comerciales de China comportan acuerdos de libre comercio con el Asean-10, al unísono de un acuerdo trilateral con Sudcorea y Japón, países con los cuales Pekín tiene problemas geopolíticos delicados debido al injerencismo de Trump.

Más allá de su región afín, enfocada al RCEP-16, la prioridad de China no está en el ATP, sepultado por Trump, sino en la ruta de la seda terrestre/marítima, cuyo proyecto y trayecto peligran, a mi juicio, por la inminente manipulación del yihadismo por la CIA en Xinjiang (China), India e Irán.

Mei Xinyu, investigador del Instituto de Comercio Internacional y Cooperación Económica en el Ministerio de Comercio, sentencia que China y el ATP son incompatibles: No está en línea con sus intereses cuando China es ya el máximo exportador global y el segundo mayor importador y no espera ganar mucho adhiriéndose al ATP, cocinado por Obama contra China, que está lleno de contenido que viola las básicas reglas económicas, además de reflejar valores (sic) occidentales que socavan la equidad económica (https://goo.gl/HU2FKH).

Entiendo que los ignaros negociadores mexicanos, que padecen una anacrónica adicción neoliberal mercantilista sin rumbo, no lean la prensa china, pero asombra que tampoco sigan a sus mentores de EU, en específico, al Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés).

Shiro Armstrong, del CFR, expone que el ATP, proyecto estadunicéntrico, está muerto y es fútil esperar su resurrección cuando sin la participación de EU, la mayoría de los otros países tendrán poco incentivo para continuar, como el premier nipón, Shinzo Abe, quien admitió que “un ATP sin EU carece de sentido (https://goo.gl/fJxQUm)”: EU y Japón cuentan con 79 por ciento del total del PIB del fallecido ATP.

Armstrong comenta que la oportunidad más promisoria para fortalecer el orden económico asiático basado en reglas puede ser el RCEP-16.

En forma correcta, Armstrong aduce que el RCEP-16 difiere del sepultado ATP-12, absolutamente estadunicentrista, al promover una agenda de cooperación en la que los países desarrollados se espera ayuden a los menos desarrollados. ¡Todo lo contrario del avasallador ATP de Obama a cuyo esquema se sometió sin resguardos el México neoliberal itamita!

Hasta la desangelada reciente reunión de los encargados de las Finanzas del G-20, en Baden-Baden (Alemania), reflejó el proteccionismo del trumpismo y su corolario del nacionalismo económico.

En el seno del disfuncional G-20 se notó la fractura mercantil del trumpismo, aliado con Japón, frente Alemania y China.

Desde el Brexit hasta el trumpismo, la grave crisis de la globalización financierista ha acentuado la dinámica de la desglobalización y el renacimiento de los nacionalismos económicos.

China, en forma prudente, recoge los escombros del desastre mercantilista occidental al que se clavó en forma insensata el México neoliberal itamita, que ignoró el significado de seguridad nacional al regalar su petróleo por presiones de Hillary Clinton y hoy paga muy caro sus dramáticas consecuencias.

13.3.17

La guerra mediática y la posverdad

Carlos Fazio

En momentos en que desde la Casa Blanca se asoma el rostro del fascismo del siglo XXI como la encarnación de la dictadura emergente de la clase capitalista trasnacional, es dado suponer que los patrocinadores de la guerra y el terrorismo mediáticos contra Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador y los demás países de la ALBA intensificarán, renovados, sus afanes injerencistas, desestabilizadores y golpistas como parte de la política imperial de cambio de régimen en los países considerados hostiles por la diplomacia de guerra de Washington.

Como dice Ignacio Ramonet, con el perfeccionamiento de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, sin que nos demos cuenta, millones de ciudadanos de a pie estamos siendo observados, espiados, controlados y fichados por Estados orwellianos que llevan a cabo una vigilancia clandestina masiva en alianza con aparatos militares de seguridad y las industrias gigantes de la web.

De esa estructura panóptica o especie de imperio de la vigilancia da cuenta la reciente divulgación por Wikileaks de 8 mil 761 páginas web que detallan los métodos de espionaje electrónico del Centro Cibernético de la Agencia Central de Inteligencia, para extraer mensajes de texto y audio de dispositivos como teléfonos móviles, computadoras, tablets y televisores inteligentes, mediante malware, virus y herramientas que permiten a más de 5 mil piratas informáticos (los hackers globales de la CIA) explotar vulnerabilidades de seguridad para burlar el cifrado de aplicaciones de mensajería.

Pero de manera paralela y complementaria, cuando se abre paso la era de la llamada posverdad (o el arte de la mentira flagrante), tiene lugar otra guerra en el espacio simbólico, que es librada por los medios hegemónicos cartelizados contra los pueblos de Nuestra América, con el objetivo de imponer imaginarios colectivos con los contenidos y sentidos afines a la ideología y la cultura dominantes, que utiliza además medios cibernéticos, audiovisuales y gráficos para manipular y controlar las conciencias de manera masiva.

El terrorismo mediático es parte esencial de la guerra de cuarta generación, la última fase de la guerra en la era de la tecnología; es consustancial a los conflictos asimétricos e irregulares de nuestros días. Con su lógica antiterrorista y contrainsurgente, los manuales de la guerra no convencional del Pentágono dan gran importancia a la lucha ideológica en el campo de la información y al papel de los medios de difusión masiva como arma estratégica y política. El poder multimediático conformado por cinco megamonopolios –con sus expertos, sus intelectuales orgánicos y sus sicarios mediáticos− es parte integral de una estrategia y un sistema avanzado de manipulación y control político y social. Pero los medios convertidos en armas de guerra ideológica son, además, una de las principales fuentes de obtención de superganancias.

En ese contexto, más allá de lo que ocurra en la realidad, la narrativa de los medios es clave en la fabricación de determinada percepción de la población y las audiencias mundiales. De allí que mientras impulsan una guerra de espectro completo, el Pentágono y la CIA intensifican sus acciones abiertas y clandestinas contra gobiernos constitucionales y legítimos.

A modo de ejemplo cabe consignar que en el ataque continuado contra el proceso bolivariano de Venezuela, los guiones del golpe de Estado de factura estadunidense exhiben sucesivas fases de intoxicación (des)informativa a través de los medios de difusión bajo control monopólico privado –en particular los electrónicos−, combinadas con medidas de coerción sicológica unilaterales y extraterritoriales y un vasto accionar sedicioso articulados con redes digitales de grandes corporaciones en la web, partidos políticos y dirigentes de la derecha internacional, poderes fácticos y grupos económicos trasnacionales, fundaciones, ONG y la injerencia de organismos como la Organización de Estados Americanos (OEA), a través de ese cadáver político que es hoy su secretario general, Luis Almagro.

Todo lo anterior ha sido reforzado en la coyuntura con la puesta en práctica de ese neologismo de resonancias orwellianas entronizado por el Diccionario Oxford como palabra del año: la posverdad, un híbrido bastante ambiguo cuyo significado denota circunstancias en que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal. Según un editorial de The Economist de Londres, Donald Trump “es el máximo exponente de la política ‘posverdad’ (...) una confianza en afirmaciones que se ‘sienten verdad’, pero no se apoyan en la realidad”. Su victoria electoral habría estado fundada en aseveraciones que sonaban ciertas, pero que no tenían base fáctica; en verdades a medias basadas en emociones y no en hechos.

Lo que nos conduce al arte de la desinformación. Al uso de la propaganda como una tentativa de ejercer influencia en la opinión y en la conducta de la sociedad, de manera que las personas adopten una opinión y una conducta predeterminadas; se trata de incitar o provocar emociones, positivas o negativas, para conformar la voluntad de la población. En ese contexto, y ante la llegada de Donald Trump a la Oficina Oval con su gabinete de megamillonarios corporativos, militares imperialistas, expansionistas territoriales y fanáticos delirantes, es previsible pensar que las guerras asimétricas impulsadas por la plutocracia trasnacional se profundizarán bajo diferentes modalidades.

México ya lo está padeciendo: a golpes de Twitter y órdenes ejecutivas, la anunciada palestinización del país a través de la continuación del muro fronterizo iniciado en los años 80 y el lanzamiento de una cacería de millones de indocumentados sigue alimentando la teoría de los bad hombres como chivos expiatorios en el socorrido discurso neoautoritario y con reminiscencias hitlerianas y de poder desnudo del nuevo inquilino de la Casa Blanca.

7.3.17

México demostró en los siglos XIX y XX que es posible repudiar una deuda

Eric Toussaint
CADTM

México es el único Estado ex colonial que, en el siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX, logró por sus propios medios infligir humillantes derrotas a sus acreedores. México repudió en 1861 una parte de las deudas externa e interna que le reclamaban y obtuvo una victoria en 1867, después de haber rechazado un importante cuerpo expedicionario francés. Desde 1914 y durante más de treinta años, bajo la presión de una auténtica revolución popular, México suspendió el pago de su deuda. Durante este período, con los altibajos de las movilizaciones y los progresos sociales, se pusieron en marcha profundas reformas económicas y sociales y, después de la Segunda Guerra Mundial, se reforzó la economía del país.

Esta historia es poco conocida y merece ser destacada, pues debería inspirar a los pueblos del presente. Demuestra que la lucha determinada de un país dominado frente a las grandes potencias y a las finanzas internacionales puede conducir a importantes progresos sociales. Y demuestra igualmente que ninguna victoria es definitiva, sobre todo cuando son los que gobiernan quienes la cuestionan.

Este estudio dedicado a México, que abarca el período que va desde principios del siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial, demuestra cómo un Estado periférico puede repudiar victoriosamente una deuda, aunque esta sea reclamada bajo la amenaza de los cañones de las potencias imperiales.

Este artículo es el sexto de una serie que versa sobre el tema «La deuda como instrumento de subordinación de Latinoamérica» Los dos primeros son «Cómo el Sur ha pagado por las crisis del Norte y por su propia sumisión», http://www.cadtm.org/Como-el-Sur-ha..., y «La deuda y el librecambio como instrumentos de subordinación de Latinoamérica desde su independencia», http://www.cadtm.org/La-deuda-y-el-...
Siguiendo con: «El repudio de las deudas por parte de Costa Rica debería inspirar a otros países», http://www.cadtm.org/El-repudio-de-...; «El repudio por Estados Unidos de la deuda reclamada à Cuba por España en 1898», http://www.cadtm.org/El-repudio-por...; «EEUU, el sheriff de las Américas. Pequeño recordatorio sobre la política de Estados Unidos en relación a sus vecinos de América», http://www.cadtm.org/EEUU-el-sherif...; y hay que añadir un artículo dedicado a «Las tres olas de repudio de las deudas públicas en Estados Unidos en el siglo XIX», http://www.cadtm.org/Tres-olas-de-r...

La serie dedicada a América completa cinco artículos ya publicados que versan sobre el Mediterráneo: «La Grecia independiente nació con una deuda odiosa bajo el brazo», http://www.cadtm.org/La-Grece-indep...; «Grecia: La continuidad de la servidumbre mediante la deuda desde finales del siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial», http://www.cadtm.org/Grecia-La-cont...; «La deuda como instrumento para la conquista colonial de Egipto», http://www.cadtm.org/La-deuda-como-...; «Francia se apoderó de Túnez usando la deuda como arma», http://www.cadtm.org/Francia-se-apo...

Las clases dominantes locales prestaban al Estado colonial español

España conquistó México a sangre y fuego a partir de 1519. |1| Madrid denominó Nueva España a esta colonia. La guerra de independencia comenzó en 1810 y terminó con la victoria de los independentistas en 1821. A finales del siglo XVIII, las clases dominantes locales, incluido el clero, prestaban al Estado colonial y también a la metrópolis con un tipo de interés del 5 %. En efecto, propietarios de minas, grandes terratenientes y ricos comerciantes españoles, establecidos en México, y el clero mexicano prestaban a la metrópoli sumas importantes con un tipo de interés que oscilaba entre el 5 y el 6 %. Este dinero servía para financiar las guerras emprendidas por España en el continente europeo. Fue así como unos títulos españoles era comprados por las clases dominantes de México para contribuir a la guerra emprendida por España contra Inglaterra en 1782 y contra la Francia revolucionaria en 1793-1794. Cuando comenzó la guerra por la independencia de México en 1810-1811, las clases dominantes cerraron el grifo del crédito al gobierno español de México y a Madrid puesto que era demasiado arriesgado en la nueva situación. |2| Solamente los comerciantes españoles residentes en México aún prestaban dinero al gobierno colonial de México en 1813, a un tipo de interés del 5 %, |3| ya que tenían mucho interés en la derrota de los independentistas, y estaban convencidos de que en caso de que fuera derrotado el bando español serían indemnizados por Madrid.

La lucha por la independencia era promovida, con algunas excepciones, por sectores acomodados de la población de origen europeo, que, como en el resto de Latinoamérica, querían liberarse del yugo colonial. |4| Al igual que en el conjunto del continente en esa época, el movimiento era dirigido por los criollos, descendientes de padres de origen europeo nacidos en las colonias españolas. Los caudillos de la independencia dejaban muy poco espacio a las poblaciones indígenas, que representaban alrededor del 80 por ciento de los seis millones de habitantes de México. |5| Tras la independencia, en 1821, Iturbide, el nuevo jefe de Estado, se planteó la cuestión de pagar o no pagar la deuda del anterior régimen colonial. Consideró tres opciones: primera, repudiar la deuda, pues se trataba de una deuda acumulada en beneficio de la potencia colonial que había explotado al país; segunda, confiscar los bienes de la iglesia, ponerlos en venta y utilizar la recaudación para saldar la deuda; y tercera, obtener un préstamo de Londres con el fin de reembolsar las deudas anteriores. |6| Para no entrar en conflicto con las clases dominantes locales, que eran tenedoras de una gran parte de la deuda colonial, Iturbide decidió no repudiar la deuda. Así mismo, para tranquilizar al poderoso alto clero, decidió no nacionalizar los bienes de la Iglesia. Y, contra el interés del pueblo, optó por pedir un préstamo a Londres y dedicar una parte significativa del mismo al reembolso de la deuda colonial. Las clases dominantes mexicanas, en todo caso un sector mayoritaria de ellas, tenían interés en que el Tesoro público de su país se endeudara en el exterior…

En el artículo «La deuda y el librecambio como instrumentos de subordinación de Latinoamérica desde su independencia», http://www.cadtm.org/La-deuda-y-el-..., los empréstitos realizados por México ante Londres en los años 1824-1825 fueron analizados rápidamente. Estos están en el origen de un encadenamiento de sucesos que se escalonaron a lo largo del siglo XIX y condicionaron fuertemente la historia del país en sus relaciones con las potencias extranjeras. Hay que señalar que las condiciones de los préstamos, así como su gestión, eran absolutamente abusivas.

En febrero de 1824, México emitió un empréstito en Londres por intermedio del banco Goldsmith and Company. Las condiciones eran leoninas pues favorecían abusivamente a la firma Goldsmith. Mientras México se endeudaba por el equivalente de 16 millones de pesos mexicanos (o sea, 3,2 millones de libras esterlinas), no recibió nada más que 5,7 millones de pesos, o sea, 1.140.000 de libras esterlinas, es decir el 35 % de la suma prestada. Si se tiene en cuenta el interés a pagar, mientras que México recibía por un lado 5,7 millones de pesos, por el otro se comprometía a reembolsar, en un período de 30 años, 40 millones de pesos, (16 millones en capital, a los que se sumaban 24 millones de pesos en forma de intereses, pues el tipo fijado era de 5 %). Dicho de manera más simple, México recibía 1 y se comprometía a reembolsar 7. Ya en el momento del préstamo, Goldsmith obtuvo una enorme ganancia.

En 1825, México tomaba un préstamo por la misma suma (16 millones de pesos o 3.200.000 libras esterlinas) de otra sociedad financiera, Barclay & Company,7 y recibía 6,5 millones de pesos, 1.300.000 libras esterlinas). A 30 años, se comprometía a reembolsar 44.800.000 (16 millones de pesos de capital a los que se sumaban 28,8 millones de pesos como intereses, pues se había fijado el tipo de interés en el 6 %)

Al contrario de la narración oficial, la suspensión de pagos de la deuda mexicana y de otros países de Latinoamérica (así como la de Grecia) que se produjo a partir de 1827 no constituyó la causa de la crisis que afectó a las finanzas londinenses, sino su consecuencia. Tampoco era la consecuencia de las turbulencias que continuaron sacudiendo a los países de Latinoamérica y a otros, como Grecia.

La crisis se presentó súbitamente en Londres a partir de diciembre de 1825, como consecuencia del estallido de la burbuja especulativa financiera que se había desarrollado en el curso de los años precedentes y que afectaba principalmente a las actividades internas británicas. Además, en el marco de la fiebre especulativa, los banqueros de Londres acordaron masivamente créditos a unos países que estaban en lucha por su independencia (las batallas decisivas libradas por Simón Bolívar tuvieron lugar en Latinoamérica en 1824, y los independentistas griegos estaban en una posición frágil en su conflicto con el imperio otomano…). Cuando la crisis despegó en Londres, los países de Latinoamérica y Grecia pagaban normalmente su deuda externa.

En el caso de México, las dos firmas financieras, Goldsmith por un parte y Barclay por la otra, que habían emitido los títulos mexicanos en 1824-1825, habían obtenido unos beneficios considerables a costa del país. Hay que destacar igualmente que Goldsmith había deducido del préstamo de 1824 los intereses y el reembolso del capital correspondiente a los años 1824-1825. Además, del préstamo de 1825 efectuado mediante la intermediación de Barclay, una cuarta parte sirvió para reembolsar a Goldsmith por el año 1826. Goldsmith especuló con los títulos mexicanos: mientras que el banco los había comprado al 50 % de su valor, vendió una gran parte de ellos a terceros al 58 % de su valor. A continuación, a principios de 1825, cuando la euforia bursátil estaba en su apogeo, los vendió al 83 % de su valor. |7|

Sin embargo, la firma Goldsmith quebró en Londres en febrero de 1826 |8| y Barclay lo hizo en agosto de ese mismo año. México, evidentemente, no era responsable de ello, sino, seguramente, una de sus víctimas.
A causa de la bancarrota de Barclay, México perdió 304.000 £, que habían sido retenidas por esa firma a fin de asegurar el pago de los intereses y el inicio del reembolso del capital para todo el año 1826 y parte del año siguiente.

Si México y muchos otros países entraron en cesación de pagos a partir del 1 de octubre de 1827 fue porque el grifo del crédito, que se había abierto «generosamente» en Londres en 1824-1825, se cerró de repente en diciembre de 1825. México, como los otros países deudores, contaba por supuesto con nuevos préstamos de Londres para reembolsar los precedentes. Las condiciones con las que los países habían aceptado endeudarse hacían imposible la continuación de los reembolsos si no había nuevos préstamos. En otras palabras, las condiciones de los préstamos de 1824-1825 eran tan desfavorables para los deudores de los nuevos países independientes que hacían imposible el reembolso sin nuevos préstamos.

A principios de los años 1830, Lorenzo de Zavala, ministro de Finanzas mexicano, |9| afirmaba que México tendría que haber renunciado a endeudarse con Londres, ya que los recursos económicos mexicanos eran suficientes. |10| Hay que precisar que era presidente del Congreso constituyente cuando se realizaron los empréstitos de 1824-1825. Lucas Alamán, ministro en 1824, igualmente reconoció a posteriori, en 1852, que el empréstito de Londres había sido funesto. |11| José Mariano Michelena, que reemplazó en Londres, en 1825, a Borja Migoni, quien había negociado los empréstitos de 1824 y 1825, denunció las tasas usurarias. |12| Sin embargo, un autor como J. Bazant, en una obra publicada en 1968 y que es una autoridad en los medios académicos, afirmaba erróneamente que México había hecho bien en endeudarse con Londres y que, en resumidas cuentas, las condiciones del empréstito no eran tan malas. |13| El principal argumento de Bazant consiste en decir que también otros países aceptaron unas condiciones muy poco favorables. No es un argumento convincente. Hay que tener en cuenta criterios objetivos, tales como el precio de emisión, el tipo real de interés, incluso las comisiones que se debían pagar. México tuvo que aceptar unas condiciones que tendría que haber rechazado. De todos modos, el empréstito de Goldsmith de 1824 es de lejos el peor de todos los que se acordaron a los países de Latinoamérica en el curso de la década de 1820. |14| De todos modos, no sería porque otros gobiernos también hubieran aceptado endeudarse contra los intereses reales del país por lo que los préstamos tomados por México serían legítimos. Además, unos países que, como Paraguay y Egipto en esa misma época, se negaron a recurrir al empréstito exterior lograron resultados exitosos muy importantes. Cuando Egipto aceptó, a partir de la década de 1850, recurrir masivamente al empréstito externo, fue cuando las cosas comenzaron a ir mal. |15|

Estrecho lazo entre deuda interna y deuda exterior

En contraste con los préstamos acordados al Estado colonial español con unos tipos de interés del 5 al 6 %, las clases dominantes locales prestaban a unos intereses usurarios (entre 12 y 30 %, incluso mayores) |16| al nuevo Estado mexicano. Por consiguiente, el empréstito exterior serviría, en parte, para pagar la deuda interna. A los mexicanos ricos (grandes terratenientes, grandes comerciantes o incluso propietarios de minas o de ferrocarriles) que prestaban al Estado les interesaba que las autoridades mexicanas prosiguieran endeudándose en el exterior. Estos préstamos servían así ampliamente para pagar la deuda interna y proporcionaban otras ventajas: eran una fuente de beneficios para las clases mexicanas dominantes que resultaban compradoras de títulos mexicanos en el exterior. Constituían una fuente de divisas extranjeras que los capitalistas mexicanos necesitaban para importar productos (bienes de equipamiento, bienes de consumo, armas, etc.).

El hecho de financiar una amplia serie de actividades del Estado por el empréstito también permitía a las autoridades mexicanas no aumentar los impuestos que pagaban los ricos.

La utilización de dos empréstitos, de 1824-1825, ilustra muy bien lo dicho anteriormente: el 25 % del total sirvió para pagar la deuda interna, el 15 % para la compra de armas en Londres; el 8 % para la compra de tabaco a grandes productores mexicanos (un tabaco que luego era revendido por el Estado); el 52 % para gastos corrientes del Estado (pago de salarios, de jubilaciones; gastos de funcionamiento). |17| Por lo tanto, 0 % en inversiones de desarrollo.

El ejemplo de México es muy interesante desde el siguiente punto de vista: unos capitalistas mexicanos adquieren nacionalidad inglesa o francesa a fin de obtener protección de los gobiernos de Londres o de París. Ahora bien, el pretexto que utilizaron Francia, Gran Bretaña y España para agredir militarmente a fines de 1861 a México, fue precisamente la necesidad de obtener el reembolso de las deudas de México con unos ciudadanos franceses, británicos o españoles. La cuestión es que una parte de dichos ciudadanos eran en realidad mexicanos ricos residentes en México pero que habían adquirido la nacionalidad de unas potencias europeas a fin de obtener su apoyo en su conflicto con el Estado. En sentido literal eran unos «vende-patria».

Las reestructuraciones de la deuda de los años 1830 y 1840

Como se ha indicado antes, México suspendió el pago de la deuda externa (los préstamos Goldsmith y Barclay) en octubre de 1827 y su gobierno intentó recurrir a la deuda interna aceptando en 1828 unos tipos de interés muy elevados dado que las clases dominantes locales se mostraban muy exigentes: el 1 de junio de 1828, Manuel Lizardi concedió un préstamo a una tasa anual del 536 %; el 23 de julio de 1828, Ángel González prestaba al 232 %. |18| Nueve años más tarde, en Londres, la sociedad financiera de Manuel Lizardi tuvo el papel de intermediario entre el gobierno mexicano y los tenedores de los títulos Goldsmith y Barclay, y por esa función embolsó unas comisiones considerables (véase más adelante). |19|

El país entró en negociación con los acreedores de Londres que habían constituido en 1829 un comité de tenedores de títulos mexicanos. En 1831 las autoridades mexicanas hicieron enormes concesiones a los acreedores. Cuando los atrasos de intereses del período que iba de octubre de 1827 a 1831 se elevaban a un 1.100.000 libras esterlinas, aceptaron que estos atrasos se convirtieran en una nueva deuda de un monto de 1.600.000 libras esterlinas (es lo que se denomina capitalización de intereses, o la conversión de intereses impagos en capital remanente a reembolsar).

¿Cual era la situación tras el acuerdo de 1831 entre México y los acreedores? México recibió en 1824-1825 unos 2,44 millones de libras, pagó dos millones en forma de intereses y reembolso de capital entre 1824 y 1827; no recibió ningún nuevo desembolso hasta 1831, y se encontraba con una deuda que había aumentado: había pasado de 6.400.000 libras a 6.850.000 libras.

En el caso del empréstito Goldsmith de 1824, México reembolsó, entre febrero de 1824 y julio de 1827, 1.570.000 libras mientras que no había recibido más que 1.130.000 libras en total y por todo. |20| Tendría que haber repudiado el empréstito ante el carácter leonino del contrato, tanto más cuando la sociedad Goldsmith había quebrado en 1826. Pues bien, en 1831, México aceptó un reconocimiento de deuda restante por un monto de 2.760.000 libras del préstamo Goldsmith. |21|

En 1831, México reanudó los pagos externos, pero solo durante un año. En 1837, aunque no recibió ningún otro préstamo externo, llegó a un nuevo acuerdo con los acreedores de Londres. La deuda volvió a crecer: pasó de 6.850.000 libras a 9.300.000 libras. México efectuó pagos de intereses y amortización del capital de 1842 a 1844.

En 1846 tuvo lugar una nueva negociación en el curso de la cual el capitalista mexicano Manuel Lizardi logró unos beneficios fraudulentos considerables a costa de su país y en beneficio del comité de acreedores. A pesar de los pagos efectuados en 1842-1844, la deuda mexicana pasó de 9.300.000 libras a un poco más de 10.000.000 libras, sin que hubiera habido el menor ingreso de nuevo crédito. Se trataba de asientos contables que permitía el crecimiento, en beneficio de los acreedores, de la deuda restante, y acordaba una apariencia de respiro a México. La comisión cobrada como suplemento por Manuel Lizardi se elevaba a 876.000 libras esterlinas. Después de haber embolsado esta suma, Lizardi disolvió su sociedad financiera con el objetivo de escapar de futuros procesos.

En 1847, Estado Unidos entró en guerra con México para apropiarse de una enorme porción de su territorio. Se apoderó de la mitad del territorio mexicano, anexando los actuales estados de Texas, Nevada, Utah, Colorado, Nuevo México, Arizona y California. Y transitoriamente ocuparon la capital, México.

Después de la guerra, Washington aprobó una compensación por los territorios conquistados (15 millones de pesos mexicanos, unos tres millones de libras esterlinas). Gran parte de esta suma se destinó al pago de la deuda interior a las clases dominantes locales y a reanudar el pago de la deuda externa durante los años 1851 a 1853 (siempre se trató del pago de los empréstitos de 1824-1825). |22|

Las oscuras convenciones internacionales firmadas por México entre 1851 y 1853 con Gran Bretaña, Francia y España.

En diciembre de 1851, México aceptó firmar una convención internacional con Gran Bretaña por la cual reconocía una deuda con ésta y declaraba que estaba dispuesta a indemnizar a personas y empresas británicas que hubieran sufrido daños por parte de las autoridades mexicanas en el pasado: se trataba de deuda interna comprada por unas firmas británicas y cuyo pago se había suspendido. Esta convención fue impuesta por Gran Bretaña ejerciendo un chantaje: si México quería tener la capacidad de emitir nuevos empréstitos en Londres debía firmar este tipo de tratado internacional. Si no lo firmaba, México corría el riesgo de enfrentarse a una intervención militar británica tendiente a obtener justicia para sus súbditos. Aparte de que esta convención favorecía a empresas y súbditos británicos concediéndoles unos reembolsos absolutamente exagerados, contenía una disposición aún más perjudicial y escandalosa que merece una corta explicación. Una parte de la convención inglesa consistía en créditos de la casa mexicana Martínez del Río Hermanos, porque, según comenta Bulnes con su característico sarcasmo: « era costumbre en aquellos tiempos que los mexicanos acaudalados se convirtiesen en ingleses o españoles para escapar a ciertas obligaciones que como mexicanos les correspondía. Se utilizaba también el cambio de nacionalidad para recurrir al ministro extranjero y amenazar a la primitiva patria con escuadras y ejércitos si ésta no saciaba de toda preferencia al agio y el abuso. La casa de los señores Martínez del Río, poseedora de algunos miles de bonos del tabaco, se convirtió en entidad inglesa, y con el apoyo del representante británico se hizo reconocer sus créditos en calidad de deuda convencionada inglesa. El ministro que cometió este disparate tan funesto como bochornoso para la Nación fue el Sr. Pina y Cuevas, quien sonriendo admitió (el 26 de enero de 1849) la intervención del ministro inglés en un asunto esencialmente nacional. » (Bulnes, La deuda inglesa, p. 74) |23|.

Los hermanos Martínez del Río no fueron los únicos. El mismo año, México firmó una convención similar con España. Seguirían otras dos en el curso de los años 1842-1853. |24| “Una tercera parte de la convención española de 1851, por 7.500.000 pesos, según datos de 1855, consistía en créditos que se hallaban en manos de mexicanos, sobre todo del conocido prestamista Antonio Garay. La segunda convención española (la del padre Moran) tiene una larga y complicada historia legal que aquí se puede omitir; el hecho es que en 1851, el poseedor de sus créditos no era ya el padre Moran como apoderado de los misioneros dominicos, sino el conocido capitalista e industrial mexicano, Cayetano Rubio. En números redondos, tenemos, pues, el sorprendente resultado siguiente: créditos de Martínez del Río Hermanos 3.500.000 pesos; créditos de mexicanos en la convención española 2.500.000 pesos; Convención del padre Moran (Cayetano Rubio) 1.000.000 pesos, así que en total 7.000.000 pesos.” |25|

Así mismo, entre los años 1851 y 1853, México firmó tres convenciones similares con Francia. |26| Según J. Bazant, la mitad de la deuda reconocida por México a través de estas convenciones internacionales estaba en realidad en manos de capitalistas mexicanos que habían adquirido la nacionalidad británica, francesa o española.

Gran Bretaña, Francia, y España, imponiendo estas convenciones a México, querían dotarse de un documento internacional de coerción sobre el país. A partir del momento en el que México las firmaba, abandonaba una parte de su soberanía y daba a las potencias extranjeras un argumento para declararle la guerra en el caso de un impago de la deuda. Hasta entonces, los tribunales mexicanos rechazaban las demandas de súbditos británicos, españoles o franceses cuando éstas concernían a reclamaciones relativas a la deuda interna. Igualmente, los tribunales extranjeros no podían dar curso a las demandas de sus ciudadanos y de sus empresas si éstas concernían a la deuda interna de un país soberano, como México. Al aceptar la firma de estas convenciones, México admitía la transformación de una deuda interna en deuda externa, y aceptaba que otros Estados sustituyeran a sujetos privados.

Concretamente, las deudas internas fueron remplazadas por nuevos títulos soberanos mexicanos que tenían validez internacional y que eran reembolsados con los ingresos aduaneros. La nueva deuda externa heredada de esas convenciones se elevaba a 14,2 millones de pesos (o sea, un poco menos de 3.000.000 de libras esterlinas). Es importante precisar que ningún ingreso del exterior en México correspondía a esta suma: simplemente se trataba una vez más de un asiento contable que transformaba una deuda interna en deuda externa. La deuda externa, que antes de las convenciones se elevaba a 52.700.000 de pesos (un poco más de 10.000.000 de libras esterlinas) |27| correspondientes al timo de los empréstitos Goldsmith y Barclay de 1824-1825, tuvo un crecimiento de 14,2 millones de pesos y llegaba a los 66,9 millones de pesos. |28|

Evidentemente, las autoridades mexicanas, compuestas de representantes de las clases dominantes locales, al firmar estas convenciones actuaron contra los intereses de su país y de su población.
Se verá qué ventajas buscaban obtener de estas convenciones estas potencias extranjeras en los años 1860. Diez años más tarde se asistiría a la concreción dramática de la amenaza: unos capitalistas mexicanos, a partir de 1861-1862, apoyaron la invasión francesa, británica y española, así como la imposición por parte de Francia de un príncipe austriaco como emperador de México. Para descartar definitivamente la trampa de las convenciones internacionales sobre el reconocimiento de deudas y el abandono de soberanía que ello implicaba, el Congreso mexicano adoptó en 1883 un decreto que prohibía esas convenciones (véase más adelante).

La revolución de Ayutla y la lucha entre Liberales y Conservadores
En 1885, la dictadura del conservador Santa Anna fue derrocada por la revolución de Ayutla y el Partido Liberal asumió el poder.


Con el fin de favorecer el desarrollo de una burguesía capitalista en México, los liberales querían expropiar sus tierras al clero y a las comunidades indígenas. |29| Las leyes dictadas en tal sentido se conocen como las de la Reforma, y serían ratificadas con la sanción de la Constitución de 1857 (véase el anexo 1 Política social y económica de Benito Juárez). Reaccionando, el partido Conservador, representando los intereses del clero y de los grandes terratenientes, se lanzó a la guerra de la Reforma, contra el poder liberal, con el apoyo del papa Pío IX (véase el anexo 2. Diferencias y similitudes entre Liberales y Conservadores a mediados del s. XIX en México). El liberal Benito Juárez, que había accedido a la presidencia en 1858, fue destituido por los militares conservadores. El general Zuloaga, que dirigía la plaza militar de la capital usurpó la presidencia. Benito Juárez tuvo que abandonar México y organizó la resistencia armada contra los usurpadores partiendo del norte del país, gozando de apoyos en todo el territorio. Entre 1858 y el 1 de enero de 1861 coexistieron dos gobiernos, el conservador, con sede en México, y el de los liberales cuya sede se desplazaba según el desarrollo de la guerra. |30|

El escándalo de los títulos Jecker emitidos por el general Zuloaga, presidente usurpador


En 1858, el ministro de Finanzas del presidente conservador de la época intentó realizar una gran operación de reestructuración/conversión de la deuda interna por un monto de 57 millones de pesos. Los nuevos títulos emitidos comenzaron vendiéndose al 5 % de su valor nominal, luego se hundieron vendiéndose al 0,5 %. México se endeudó por un monto de 57 millones de pesos y no recibió en contrapartida más que 443.000 pesos (o sea, menos del 1 % del valor nominal de la emisión) y títulos antiguos. Un fiasco completo para el Tesoro pero una ganga para los compradores de títulos. En particular para el banquero suizo Jean Baptiste Jecker, |31| establecido en México desde 1835, importante accionista de minas de plata (la minas Taxco y de Mineral Catorce), quien había comprado una gran cantidad de títulos entre el 0,5 y el 5 % de su valor. Un año más tarde, México realizó un nuevo empréstito interno utilizando los servicios del banquero Jecker. Éste adquirió títulos por un valor de 15 millones de pesos y, a cambio, entregó al Tesoro público mexicano 618.927 pesos (alrededor del 4 % del valor de los títulos) y los títulos emitidos el año anterior por un valor de 14.400.000 de pesos y comprados por una bicoca. El coste total de la operación para Jecker se elevaba a 1.500.000 pesos (es decir, la compra de una gran parte de los títulos emitidos en 1858 y la nueva emisión de 15 millones de pesos de los títulos Jecker).

Benito Juárez, desde el 3 de noviembre de 1858, había dictado un decreto desde la ciudad de Veracruz, que la prensa clandestina había revelado a los habitantes de México y que estaba concebido así: «Benito Juárez, presidente constitucional interino de los Estados Unidos Mexicanos hacemos saber a todos los habitantes de la República que: En virtud de los poderes de los que soy revestido, me ha parecido conveniente decretar lo que sigue: Cualquier persona que, directamente o indirectamente, preste socorro a individuos que haya eludido la obediencia al gobierno supremo constitucional suministrándole dinero, víveres, municiones o caballos, perderá por ese solo hecho el valor íntegro de las sumas u objetos que habrá librado, y además, será condenada a pagar, en calidad de multa, al tesoro el doble de dinero que habrá suministrado, o el doble del valor de los objetos que habrá librado.

Dado en el palacio del gobierno general en Veracruz, el 3 de noviembre de 1858.» |32|
Jecker y los capitalistas locales que financiaban el gobierno usurpador estaban por lo tanto informados de los riesgos que asumían.

El repudio de la deuda interna y la suspensión de pago de la deuda externa en 1861

El 1 de enero de 1861, Benito Juárez, después de que sus tropas vencieran al ejército de los conservadores, entró triunfalmente en la capital. Benito Juárez y su gobierno repudiaron los préstamos internos realizados entre 1858 y finales de 1860 por los usurpadores. De todos modos, propuso a Jecker indemnizarlo por la suma que él había realmente gastado, a saber, 1.500.000 pesos. Éste lo rechazó y buscó el apoyo de Francia para obtener el máximo beneficio. El emperador Napoleón III buscaba un pretexto para llevar a cabo nuevas conquistas territoriales: quería tomar posesión de México (cuyo territorio es tres veces mayor que Francia) y de sus minas de plata. El gobierno francés exigía a México que reembolsara los títulos que tenía Jecker (quien, recordemos, era de nacionalidad suiza) según su valor nominal, así como los títulos mexicanos que habían adquirido ciudadanos franceses. El carácter falaz del argumento utilizado es aún más evidente cuando se tiene en cuenta el hecho siguiente: Francia concedió la nacionalidad francesa al banquero J. B. Jecker en marzo de 1862, mientras que la invasión comenzó tres meses antes, a principios de enero de 1862 (véase más adelante).
 
Ya en 1839, Francia atacaba México

Francia ya había utilizado los perjuicios causados a sus ciudadanos en México como pretexto para obtener ventajas comerciales. Después de la independencia, la caótica situación ocasionó que muchos comerciantes franceses en México sufrieran pérdidas, e incluso que algunos fueran muertos durante los disturbios.
 

En septiembre de 1838, la pastelería del francés Remontel en Tacubaya fue saqueada. La Francia de Luis-Felipe reclamó como indemnización por esos daños y otros «préstamos forzados» 600.000 pesos (unos 3 millones de francos). Ante el rechazo de las autoridades mexicanas, Francia envió una escuadra que tomó San Juan de Ulloa y destruyó el puerto de Veracruz. Los mexicanos dieron a esta intervención el nombre de «guerra de los pasteles» para mostrar el desfase entre el motivo invocado y sus efectos.
 

Sin embargo, esta guerra tuvo consecuencias para México, que debió reconstruir el puerto de Veracruz, y perdió durante su reconstrucción los ingresos de la aduana que allí se generaban. Además, debió firmar el tratado de Veracruz, en marzo de 1839, por el que se comprometía a pagar los 600.000 pesos reclamados, pero, sobre todo, conceder ventajas comerciales a Francia, en particular, para las importaciones de tejidos y productos de lujo. .

Jecker había hecho quebrar a su banco en mayo de 1860 y los liquidadores encontraron entre los activos los bonos mexicanos de 1858 y de 1859 por un monto de 68 millones de pesos, lo que significaba que Jecker solo había vendido una cantidad ínfima contrariamente a sus afirmaciones, |33| y eso recuerda lo que hizo, en la misma época, el banquero francés Erlanger con respecto a los títulos tunecinos emitidos en París en 1863, véase (http://www.cadtm.org/Francia-se-apo...). Hay que señalar que el duque de Morny, hermano ilegítimo de Napoleón III, presidente de la Asamblea Nacional, había comprado el 30 % de los títulos Jecker. |34|

Como ya se indicó, Benito Juárez, después de vencer en la lucha por el poder entre liberales y conservadores, intentó volver a poner en orden las finanzas del país. Gran Bretaña lo reconoció como presidente en febrero de 1861, esperando que el gobierno de Juárez retomara los pagos de la deuda ligada a los préstamos Goldsmith (1824) y Barclay (1825), respetara la convención de 1851 y asumiera las deudas contraídas desde entonces por sus sucesores. |35| Sin embargo, Benito Juárez decidió en 1861 suspender por un año el pago de la deuda ligada a los préstamos Goldsmith y Barclay. En julio de 1861, extendió a dos años la suspensión de pagos y en consecuencia ningún pago se efectuó a Gran Bretaña, Francia y España, países que habían apoyado a los presidentes conservadores que habían usurpado el poder entre 1858 y 1860.

La invasión francesa y la ocupación de México (1862-1867)

El 31 de octubre de 1861, Gran Bretaña, Francia y España firmaron una convención internacional por la que las tres potencias coloniales estaban de acuerdo en recurrir a la fuerza contra México con el fin de obligarlo a pagar sus deudas. |36| Las convenciones firmadas por México entre 1851 y 1853 fueron invocadas para justificar esa agresión. La presidencia de Estados Unidos intentó una mediación: Washington propuso prestar a México el dinero que necesitaba para continuar con los pagos a Gran Bretaña, Francia y España. Pero el senado estadounidense finalmente rechazó esa propuesta de su gobierno |37| y por lo tanto, se prosiguieron los preparativos de la invasión. Los españoles desembarcaron en diciembre de 1861, los británicos el 4 de enero de 1862 y los franceses cuatro días más tarde. El cuerpo expedicionario francés era el más importante y fue Francia, el único de los tres países que continuó la invasión. Efectivamente, Gran Bretaña y España se opusieron a la pretensión de Francia de conquistar México, abolir la república e instaurar una monarquía. Los británicos y los españoles reprocharon oficialmente a los franceses adelantar unas exigencias totalmente desproporcionadas y que, por consiguiente, la convención de octubre de 1861 la daban por muerta.
Así que, británicos y españoles se retiraron de México en abril de 1862. Las tropas francesas tardaron un año en llegar a la capital y ocuparla, para instaurar, con el apoyo de una parte de las clases dominantes locales, una monarquía católica. El príncipe Maximiliano de Austria fue proclamado emperador. Buscó durante su reinado, que llegó hasta 1867, obtener el apoyo popular emprendiendo algunas reformas sociales pero fue un fracaso. A Maximiliano de Austria se le veía, sin duda alguna, como un emperador fantoche que servía a los intereses de Francia.

El reconocimiento de las deudas Jecker contraídas por los presidentes conservadores de 1858-1860 constituyó unas de sus primeras medidas. Otra consistió en emitir un nuevo empréstito internacional en París y Londres por 200 millones de francos franceses (o 40 millones de pesos, o sea, 8 millones de libras esterlinas). |38|

En realidad, el nuevo empréstito solo tuvo éxito en París y fue organizado por el Crédit Mobilier y el banco Fould-Oppenheim & Cie. El Crédit Mobilier había sido fundado en 1852 y se beneficiaba de la protección de Bonaparte. |39| El banco Fould-Oppenheim & Cie estaba directamente ligado al ministro de finanzas de Napoleón III, Achille Fould, hermano del propietario de dicho banco. Las condiciones de la emisión fueron cercanas a las del préstamo Goldsmith de 1824. Mientras que México se endeudaba en 200 millones de francos, el producto de la venta de los títulos había conseguido solamente 100 millones de francos, una parte de los cuales se quedó en París. Maximiliano de Austria emitió un segundo empréstito, también en París, en abril de 1864 por 110 millones de francos (22 millones de pesos). Pero todo el dinero se quedó en Francia. |40| Maximiliano realizó un último empréstito a comienzos de 1865 por un monto de 250 millones de francos (50 millones de pesos). |41| En total, mientras México se había endeudado en 560 millones de francos, solamente 34 millones llegaron a México. |42| Más de la mitad de la suma prestada fue a parar directamente al ministerio francés de Finanzas. Por su parte, Jecker recibió 12,6 millones de francos.

La expedición militar internacional ordenada por Napoleón III terminó en una derrota humillante, y las tropas francesas se retiraron de México en febrero de 1867. |43| Durante su corto reinado, Maximiliano, totalmente instrumentalizado por Francia, triplicó la deuda externa mexicana. Cuando Benito Juárez reintegró el Palacio presidencial a México y puso fin definitivamente al régimen de ocupación, repudió todas las deudas contraídas por Maximiliano de Austria e hizo ejecutar al ex emperador en junio de 1867. Reafirmó también el repudio de la deuda interior contraída entre fines de 1857 y fines de 1860 por los presidentes conservadores Zuloaga y Miramón.

En el transcurso de la lucha contra la ocupación francesa, el gobierno de Benito Juárez había contraído una deuda con Estados Unidos por un monto de 3 millones de pesos. Esa deuda fue saldada. Era evidente, que el régimen de Benito Juárez tenía necesidad del apoyo de Washington frente a las otras potencias coloniales. Y también que Washington, una vez terminada la guerra de Secesión, desarrollara nuevamente su política imperialista con respecto a México. Como se verá más adelante, la estrategia utilizada por Estados Unidos consistía en una política de inversiones en México, especialmente en los ferrocarriles. Sin embargo, Washington recurrió nuevamente a la intervención militar después del estallido de la revolución mexicana a partir de 1910.

Después de su vuelta al poder, Gran Bretaña presionó al régimen de Benito Juárez con el fin de que retomase el pago de la vieja deuda externa concerniente a la convención de 1851. México respondió que esa convención ya no era válida, puesto que desde entonces, Londres había participado en una expedición militar contra México en 1862 y luego, había reconocido el régimen de ocupación de Maximiliano de Austria. |44|

En cuanto al saldo de los préstamos Goldsmith (1824) et Barclay (1825), México no hizo ningún pago hasta 1886, pero no lo repudió.

Y en relación a la convención de 1852-1853 con Francia, México consideró que había dejado de tener validez debido a la invasión. Es muy importante señalar que Francia terminó por aceptar de facto la posición de México, puesto que se restablecieron plenamente las relaciones diplomáticas entre los dos países en 1880, sin que Francia pusiera como condición el reconocimiento de esas antiguas deudas. Fue una victoria muy importante para México. Francia no quería perder la posibilidad de invertir en México y comprendió que, si mantenía exigencias inaceptables para México, no lograría nada.

Luego veremos que el gobierno de Porfirio Díaz adoptó, posteriormente, una política con Francia, y las otras potencias, contraria a los intereses mexicanos en materia de deuda externa.

El régimen de Porfirio Díaz (1876-1910) y la vuelta al endeudamiento masivo

Un nuevo período de la historia de México comenzó en 1876 cuando el general Porfirio Díaz (un liberal que había servido bajo las órdenes de Benito Juárez) derrocó por las armas al gobierno liberal de Sebastián Lerdo de Tejada, que había sucedido en 1872 a Benito Juárez. Es el comienzo del porfiriato, un régimen liberal autoritario que «modernizó» el país al abrirlo mucho más a los capitales extranjeros, favoreciendo la acumulación de capital de una burguesía nacional con ayuda de la expoliación y del desarrollo acelerado de las relaciones de producción capitalista, sin acabar completamente con las formas de explotación preexistentes al capitalismo.

Entre 1880 y 1884, Díaz confió el poder en el general Manuel Gonzáles, uno de sus fieles. Es el período durante el cual se puso en marcha una importante reestructuración de la deuda que desembocó en un nuevo ciclo de endeudamiento masivo. El porfiriato duró hasta el estallido de la revolución mexicana en 1910. Entre 1888 (fecha del primer empréstito internacional realizado por dicho régimen) y 1910, la deuda pública externa de México se multiplicó por 8,5, pasando de 52,5 millones de pesos a 441,4 millones de pesos, y también la deuda pública interna se duplicó.

Un cálculo edificante: En 1883, cuando el Congreso mexicano aprobó la ley que fijaba el marco de la deuda a renegociar con los acreedores, su monto se elevaba a 100 millones de pesos. Entre 1888 y 1911, México pagó alrededor de 200 millones de pesos en intereses y en reembolso del capital y su deuda pública total (externa e interna) alcanzó los 578 millones de pesos. |47| En resumen, México reembolsó dos veces lo que debía y se encontró seis veces más endeudado. El monto recibido realmente por México fue muy poco ya que el aumento de la deuda fue producto, esencialmente, de asentamientos contables durante las sucesivas reestructuraciones. Además, la escasa suma recibida fue muy mal gastada, generalmente en subvenciones a los capitalistas propietarios de los ferrocarriles (véase mas adelante).

A pesar de ese funesto balance, varios autores de referencia en materia de deuda elogiaron el porfiriato. W. Wynne escribió: «En 1877, la llegada al poder del presidente Díaz marcó el comienzo de una era de paz y de gobierno fuerte, y en 1885-1886, un reglamente definitivo y realizable para los antiguos préstamos previsto a través de un plan completo de reajuste presupuestario. Una vez eso terminado, un nuevo capítulo de la historia de la deuda externa del país comienza a escribirse, afectando al conjunto de la vida económica y social de la nación. Se contrajo una sucesión de nuevos préstamos, que contribuyeron, en particular, a la construcción de ferrocarriles y a trabajos públicos, mientras que inversiones extranjeras importantes eran destinadas a la explotación privada de los recursos naturales.» (pp.3-4). |48| J. Bazant escribió como conclusión de su obra sobre la deuda de México: «De igual manera, durante la fase del porfiriato, el progreso material no se podía lograr —dadas las circunstancias, esto es, las condiciones económicas, sociales, culturales y políticas del país, que derivaban, a su vez, de un largo proceso histórico— por medios diferentes a los empleados, medios que consistieron esencialmente en un aumento cuantioso de la deuda externa y de las inversiones extranjeras, como en otros países.» (p. 240). |49|

Estas dos citas indican claramente el partido tomado por los autores. No dudan en embellecer el porfiriato y las políticas de endeudamiento que, bajo ese régimen, fueron, en realidad, nefastas para el país y para su población.

Se vuelve al engranaje de la deuda

En relación a la deuda externa, México dejó de pagarla en 1861, con la llegada de Benito Juárez a la capital y eso duró hasta 1888. |50| Se debe señalar que el gobierno de Benito Juárez, a fines del año 1860, tuvo la buena idea de recomprar al 10 % de su valor una parte importante de los títulos correspondientes a las convenciones firmadas con Gran Bretaña a comienzos de los años 1850. |51| Por una parte, el coste de esa compra no era alto; por otra parte, mediante esa operación se retiraban títulos de la circulación. El país se ahorraba el pago de los intereses y evitaba eventuales reclamaciones.

Después de tomar de poder, el general Porfirio Díaz buscó reestructurar las antiguas deudas con el fin de enriquecer a los capitalistas mexicanos que poseían una gran parte de ella, y de mejorar las relaciones con las grandes potencias extranjeras. Esto pasó en 1888.

Dado que la Constitución mexicana no le permitía ser reelegido indefinidamente, colocó al general Manuel González en la presidencia del país entre 1880 y 1884. Fue este último el que hizo avanzar las negociaciones con los acreedores. En 1883, logró convencer al Congreso de otorgar un mandato al gobierno para negociar los nuevos empréstitos reconociendo, a su vez, una parte de la antigua deuda externa, especialmente la ligada al saldo de los préstamos Goldsmith (1824) y Barclay (1825). El decreto aprobado por el Congreso el 14 de junio de 1883 |52| repudiaba claramente las siguientes deudas: todas las deudas contraídas por los gobiernos ilegítimos (usurpadores), aquellas contraídas por el general Zuluoga y su sucesor, Miramón, entre el 17 de diciembre de 1857 y el 24 de diciembre de 1860, las contraídas o renegociadas por Maximiliano de Austria. |53|

Una disposición muy importante del decreto: cualquiera sea el origen de los créditos y la nacionalidad de los acreedores, cualquier deuda pública debe conservar su carácter mexicano sin que se pueda darle una dimensión internacional ni asignar algunos ingresos del Estado a su reembolso. El Congreso buscaba de ese modo sacarle a las potencias extranjeras la posibilidad de atacar a México bajo el pretexto de hacer respetar una convención internacional sobre deudas externas. Declarar que la deuda debe permanecer mexicana significaba que en caso de litigio con los acreedores, ya fueran extranjeros o nacionales, la única jurisdicción competente era la mexicana. Decir que ningún ingreso particular del Estado podía ser asignado al reembolso de la deuda, era salvaguardar el derecho de México a reembolsar la deuda si existían medios para ello.

Las limitaciones fijadas por la ley indicaban muy claramente que para una parte importante del Congreso y de la opinión pública mexicana, era inconcebible retomar el reembolso de algunas deudas consideradas como ilegítimas o impuras, para utilizar las palabras de los debates públicos de los principales protagonistas de la época.

El decreto del 14 de junio de 1883 tuvo, resumiendo, un doble significado: por una parte, autorizaba al gobierno de Manuel González a renegociar la antigua deuda externa; y por otra, el poder legislativo fijaba un marco obligatorio al limitar las concesiones que el gobierno podía hacer con respecto a las exigencias de los acreedores.

El 1 de junio de 1884, el gobierno de Manuel González violó el decreto del 14 de junio de 1883, al llegar a un acuerdo con los acreedores internacionales con el fin de reembolsar las deudas ligadas a las convenciones firmadas al comienzo de los años 1850 con Gran Bretaña. |54|

Finalmente, el acuerdo con los acreedores fue sometido para su ratificación por el Congreso, en noviembre de 1884. Esto provocó un importante revuelo entre los parlamentarios y en las calles. |55| Los parlamentarios que se oponían al acuerdo que el gobierno había efectuado con los acreedores exigían una auditoría previa de las deudas con el fin de determinar su validez, legitimidad y decidir si era necesario repudiarlas. Finalmente, cuando el gobierno quiso pasar por sobre el Congreso se produjeron importantes protestas. Los estudiantes iban a la cabeza de las manifestaciones y la represión hizo un muerto. Los debates en el Congreso fueron suspendidos, pero eso no impidió que el gobierno de Manuel González y luego el de Porfirio Díaz realizaran acuerdos con los acreedores de la convención de Londres indemnizándoles con un tipo de interés que les era muy favorable y en un tiempo muy corto. |56| Y claro estaba, como ya lo vimos, que al menos la mitad de la deuda, llamada de Londres, estaba en manos del capitalismo mexicano. Es muy probable que entre el 30 y el 50 % de los títulos de Londres los poseyera el propio Manuel González y su cuñado, Ramón Fernández, embajador de México en Francia. |57|

Las dificultades encontradas por Manuel González en el Congreso al final de su mandato y las manifestaciones en la calle indicaban claramente que el tema de la deuda constituía un elemento central del debate nacional y que la orientación adoptada por el gobierno en dicha materia era rechazada por una parte importante de la población. La prensa de la época dio testimonio de ello.

Después de esos incidentes tan importantes, Porfirio Díaz comenzó, el 1 de diciembre de 1884, su segundo mandato, fortaleciendo un poco más la política presupuestaria con el objetivo de reembolsar la deuda y de realizar nuevos empréstitos.

En 1888, la reestructuración de la deuda heredada de los préstamos Goldsmith y Barclay

Finalmente. México efectuó un nuevo empréstito en el extranjero en 1888, del que dos tercios sirvieron para pagar el saldo de la deuda Goldsmith y Barclay, ya con más de 60 años de antigüedad.

Como recordatorio, en 1824 y 1825, México recibió gracias a los préstamos Goldsmith- Barclay 2,7 millones de libras esterlinas (o sea cerca de 13,5 millones de pesos). Empero, el país reembolsó 5,1 millones de libras (es decir, casi el doble de la suma recibida), de los que 4 millones de libras correspondieron al pago de intereses y 1,1 millones de libras al reembolso del capital.

En 1888, México dedicó 5,4 millones de libras esterlinas (27 millones de pesos) a reembolsar el saldo de la deuda Goldsmith y Barclay. Una verdadera estafa. Un acto que fue contra el interés de la nación y sirvió a los estrechos intereses de los capitalistas mexicanos que poseían una parte de los viejos títulos Goldsmith y Barclay. |58| Por supuesto, los extranjeros en posesión de esos títulos también salían favorecidos. Y todo eso se le cargó al Tesoro público mexicano.

El empréstito de 1888, según autores de referencia como J. Bazant, puso fin a unas viejas deudas de 1824-1825 mientras que en realidad la antigua deuda fue reemplazada por una nueva deuda de 34 millones de pesos, |59| que México pagó hasta 1910, y cuyo saldo formó parte de la negociación de la deuda que tuvo lugar de 1922 a 1942.

Solo podemos expresar nuestro desacuerdo con el juicio emitido por J.Bazant quien escribió «Con el préstamo de 1888 terminó la historia de los empréstitos de 1824 y 1825. Éstos habían sido contratados a una tasa real de interés de 12 y 8%, respectivamente. Sin embargo, como consecuencia de los múltiples arreglos y operaciones que culminaron en el rescate de 1888, México llegó a pagar sólo menos del 3% anual en promedio de ambos préstamos. Se puede pues, concluir que, pese a las numerosas complicaciones que estos préstamos le habían traído al país, a fin de cuentas resultaron económicos.» |60|

Los empréstitos de 1824-1825 reestructurados en 1888 (recordemos que ya habían sido reestructurados 4 veces entre 1830 y 1850) |61| constituyeron una terrible carga que debía soportar el pueblo mexicano.

Balance de la política de endeudamiento del porfiriato

Durante el porfiriato, el gobierno impuso un ajuste presupuestario con el fin de liberar un margen financiero suficiente para garantizar el reembolso de la deuda. Las medidas de austeridad consistieron en una rebaja de los salarios en la función pública, un aumento de impuestos y el rechazo a realizar gastos sociales.

En los años de este régimen, fueron emitidos siete empréstitos. El primero en 1888 que sirvió esencialmente para reembolsar las viejas deudas, como ya vimos. Los de 1899 y 1910 sirvieron nuevamente para pagar deudas. El de 1893 sirvió para los gastos corrientes del gobierno. Los de 1889, 1890 y 1904 sirvieron para subvencionar a los capitalistas mexicanos y extranjeros que invertían en el desarrollo de la red de ferrocarriles.

Al leer los nombres y la nacionalidad de los bancos extranjeros que intervinieron en los empréstitos del porfiriato y los lugares donde fueron emitidos, podemos seguir la evolución del gran capital y el aumento en potencia de los nuevos centros financieros internacionales. Mientras los préstamos de 1824 -1825 fueron emitidos en Londres por bancos ingleses, y los de la ocupación francesa lo hicieron en París por bancos franceses, los empréstitos de los años 1888, 1893 y 1899 fueron emitidos por intermedio de bancos alemanes (Bleichroeder, Deutsche Bank, Dresdner Bank) y las negociaciones se hicieron en Berlín. A partir de 1899, entraron en escena los bancos de Estados Unidos y especialmente el JPMorgan (que en 2017 es el mayor banco de Estados Unidos) y, en 1910, volvieron con fuerza los bancos franceses, en particular el Banco de París y de los Países Bajos |62| (que en 2017 es el mayor banco francés con el nombre de BNP Paribas)

Lo que también es asombroso, es que el retorno de México a las plazas financieras europeas en calidad de prestatario a partir de 1888 coincide con una vuelta al crédito masivo por parte de los bancos europeos a países de América Latina. Las plazas financieras europeas habían sufrido una gran crisis a partir de 1873 que las llevó al cierre del grifo del crédito. Pero los mismos bancos volvieron a tener ganas de conceder préstamos a los países de la periferia y en particular a los países de América Latina durante los años 1880, ya que esto estaba ligado a la fiebre especulativa de la inversión en los ferrocarriles, ya fuera en Argentina, Uruguay, Brasil o México.

Volvamos a México. El endeudamiento proveyó ingresos regulares y cuantiosos a los capitalistas extranjeros y mexicanos que compraban títulos de la deuda mexicana. Las nuevas deudas sirvieron para hacer regalos a las grandes sociedades privadas de los ferrocarriles como lo veremos. Esas sociedades, después de haber suministrado beneficios rápidos a sus propietarios privados fueron luego nacionalizadas a la demanda de los propios propietarios privados y con gran gasto del Estado. Para comprarlos, el Estado se endeudó.

Contrariamente a los autores que afirman que era muy positivo endeudar el país en el extranjero ya que eso permitía abrir su economía y dotarlo de infraestructuras, estamos convencidos de que habría sido posible financiar un desarrollo verdaderamente útil para la población sin recurrir a un endeudamiento que resultó muy oneroso y lleno de irregularidades, de fraudes y de malversaciones. Se tendrían que haber anulado las deudas ilegítimas pasadas (lo que habría ahorrado al país realizar los dos primeros empréstitos y los dos últimos que sirvieron para proseguir el reembolso de los dos primeros). No era necesario subvencionar a los capitalistas que habían desarrollado los ferrocarriles. Era necesario desarrollar la red ferroviaria en el marco de un servicio público y planificarlo según otras prioridades, diferentes de la exportación de materias primas hacia el extranjero y de la importación de productos manufacturados de Europa y de Estados Unidos. Era necesario recaudar impuestos sobre el patrimonio y los ingresos de los más ricos, sobre los beneficios de las empresas extractivas con el fin de no tener que recurrir al endeudamiento exterior (o a minimizar al máximo su necesidad). Se debía organizar una reforma agraria, promover la industria local, reforzar el mercado interior y desarrollar el sistema de educación.

La política del porfiriato en el medio agrario

Bajo el porfiriato, el acaparamiento de las tierras que pertenecían a pequeños campesinos, a los pueblos y a las comunidades indígenas se institucionalizó, bajo la forma de «compañías de agrimensura» encargadas de delimitar las tierras, supuestamente vírgenes, y que el gobierno ofreció en parte a estas compañías y vendió el resto a la burguesía. Pero esas tierras en general no eran vírgenes sino que eran de propiedad colectiva. La burguesía llevó una guerra feroz contra los campesinos con la ayuda del aparato represor del Estado y de sus milicias privadas. Feroz porque el bando de los grandes propietarios disponía de medios mucho más importantes que los campesinos, y estos últimos, que no poseían otra cosa que sus tierras y su aprovisionamiento de agua, resistieron hasta el final. Las rebeliones campesinas fueron sofocadas por el poder y las haciendas de los grandes propietarios, mientras se extendían por territorios cada vez mayores por sus asaltos continuos a los pueblos. El proceso permitió no solo eliminar poco a poco la propiedad colectiva de las tierras sino crear también una clase de campesinos sin tierra que solo disponían de su fuerza de trabajo, y que muy pronto deberán venderla a los capitalistas para poder vivir. |63|

Adolfo Gilly escribió sobre estas expoliaciones violentas: «ese proceso acelerado de acumulación a expensas de formas económicas precapitalistas se desarrolló en una fase de expansión mundial del capitalismo, diferente en eso del proceso clásico de acumulación primitiva. Desde ese punto de vista, el fenómeno presenta similitudes unas veces con la exterminación de indios en Estados Unidos, a veces con las guerras coloniales de los países imperialistas; aunque se trataría, en este caso, de una guerra colonial llevada a cabo por un gobierno burgués en su propio país y contra su propio pueblo.» |64|

En una sociedad todavía mayoritariamente agraria, el capitalismo mexicano se desarrollaba, en primer lugar, alrededor de las haciendas, vastas propiedades agrícolas formadas en torno a un núcleo central protegido por muros y compuesto por la casa del propietario, alojamientos para los empleados y otras edificaciones necesarias para el funcionamiento del establecimiento (administración, graneros, iglesia, etc.). Si el modelo de hacienda fue introducido por la colonización española, se desarrolló considerablemente durante el porfiriato. Según Adolfo Gilly, debido a su capacidad de utilizar y apropiarse de las tierras vecinas, la hacienda disponía «de una remarcable elasticidad frente a las variaciones del mercado de productos y de la mano de obra, pudiendo replegarse sobre el autoconsumo o ampliarse con el fin de producir más para el mercado, en función de los ciclos de la economía.» |65| La hacienda emplea diferentes tipos de trabajadores, peones cuya fuerza de trabajo estaba fijada en la hacienda gracias a las relaciones de dependencia servil por endeudamiento, y trabajadores temporales, empleados según las necesidades del mercado. A esta combinación de diferentes relaciones de producción se agregaba el hecho de que las haciendas eran también lugares de poder político que poseía la clase dominante, y que completaba, en el ámbito local, el poder central del porfiriato.

Un indicador evidente del carácter catastrófico de la política agraria del porfiriato, si nos referimos a los intereses de la población en su conjunto fue el siguiente: en 1891-1892 México tuvo que importar masivamente maíz de Estados Unidos para evitar el hambre |66| mientras que el maíz era, y es, el cereal de base para los mexicanos y que los campesinos sabían muy bien como producirlo. Solamente, la política de desarrollo de los latifundios favorecía otros usos de la tierra: la ganadería extensiva, plantaciones de caña de azúcar, café, tabaco, cáñamo…

Un historiador mexicano del siglo xix, Francisco Bulnes, habla de los «28 favoritos del régimen», a quienes se vendieron por cantidades irrisorias unas 50 millones de hectáreas maravillosamente fértiles, que ellos enajenaron a compañías extranjeras. Se hizo entrega, «por un plato de lentejas», de la mitad de la Baja California a Louis Hüller, alemán naturalizado norteamericano; se cedieron a Hearst, «casi por nada» tres millones de hectáreas de excelentes tierras en Chihuahua; al coronel Greene enormes concesiones de tierras cupríferas en Cananea; a Rockefeller y a Nelson Aldrich «concesiones escandalosas de tierras hulleras»; se despojó a varios pueblos del Estado de México de sus montes arbolados para entregarlos a la papelera extranjera San Rafael y Anexas; se traspasaron a compañías norteamericanas las antiguas empresas mineras mexicanas Pachuca y Real del Monte, y Santa Gertrudis; se otorgó exención a las empresas petroleras de los derechos de exportación de su producto, único provecho que México podía obtener de esa riqueza; se modificó el Código Minero para favorecer las propiedades hulleras de Huntington en Coahuila; se toleró a Guggenheim casi el monopolio de la industria metalúrgica y hubo otras muchas concesiones más. |67|

En 1910, la concentración de tierras era extremadamente elevada. Mientras México contaba con una población de un poco más de 15 millones de habitantes para un territorio de alrededor de 197 millones de hectáreas, 834 terratenientes poseían cerca de 168 millones de hectáreas. |68|

Los ferrocarriles

Durante un banquete celebrado en Boston, el general Ulysses S. Grant, ex presidente de Estados Unidos y concesionario de una línea en construcción de México a Oaxaca, hizo el siguiente comentario: «No tengo duda de que con la construcción de ferrocarriles podríamos adquirir en México esos productos [azúcar, café, tabaco] que, en vez de tenerlos de países antidemocráticos, esclavistas y de excesivos derechos aduanales, los tendríamos de un país republicano, cuyos derechos de exportación son menores. ¿Y a qué precio? Ya no al de nuestro dinero, sino al de nuestros productos [maquinaria, herramientas, artefactos] que remitiremos a cambio de sus frutos. » |69|

Antes de que el liberal Porfirio Díaz lo derrocara en 1876, su predecesor Sebastián Lerdo de Tejada, también liberal, había sido más reticente en relación a la voluntad de Washington de extender su red ferroviaria a México, y por lo tanto, penetrar profundamente en el territorio mexicano. Haciendo referencia a las regiones semidesérticas que separan México de Estados Unidos, declaraba: «Entre la fuerza y la debilidad, conservemos el desierto». |70| Posteriormente, Porfirio Díaz abrió todas las grandes puertas de México a los intereses de su vecino del norte.

Aunque la primera línea fue inaugurada en 1873, es a partir de 1880 que se desarrolló verdaderamente el ferrocarril, y hasta el final del porfiriato en 1910. De 1.086 km. que había en 1880, la red pasó a 9.558 km. en 1890 y a cerca de 14.000 en 1900 y 19.205 km. en 1910. |71| La construcción y explotación de los ferrocarriles fueron confiadas a empresas estadounidenses y británicas que se beneficiaban de numerosas ventajas: abundantes subvenciones del Estado, cesión gratuita de terrenos, mano de obra requisada y muy mal pagada, exoneración de impuestos y de derechos de aduana, e incluso la organización de una policía privada.

La cuarta parte de lo recaudado por el Estado era desviado hacia las subvenciones a las firmas privadas de los ferrocarriles. |72| En 1890, la mitad de la deuda interna servía para financiar las subvenciones a los capitalistas propietarios de los ferrocarriles (37 millones de pesos sobre una deuda total de 74 millones de pesos). |73|

Karl Marx en 1879 sobre los ferrocarriles

Según Karl Marx, «No hay, por lo tanto, ninguna duda de que en los Estados [coloniales o semicoloniales], la creación de los ferrocarriles aceleró la desintegración social y política, al igual que en los Estados más avanzados, el desarrollo final, y, por consiguiente, el cambio final de la producción capitalista fue más rápido. En todos los Estados, salvo en Inglaterra, los gobiernos enriquecieron y patrocinaron las compañías ferroviarias a costa del tesoro público. En Estados Unidos, estas compañías recibieron como regalo, a su beneficio, una gran parte del terreno público, no solamente la tierra necesaria para la construcción de las vías sino varios kilómetros cuadrados de tierras a ambos lados de las vías […]. De esa forma se convirtieron en los más grandes propietarios de tierras, en un momento en que los pequeños agricultores inmigrantes preferían evidentemente las tierras situadas de tal manera que sus productos tuvieran asegurado el transporte al alcance de la mano. […] En general, los ferrocarriles dieron, evidentemente, un impulso inmenso al desarrollo del comercio exterior, pero el comercio en los países que exportan principalmente materias primas aumenta la miseria de las masas. […] el nuevo endeudamiento, contraído por los gobiernos en nombre de los ferrocarriles aumenta el peso de los impuestos que deben soportar,…» (Carta de Karl Marx a Danielson en 1879, citada por A. Gilly, p. 281)

La parte de las subvenciones en el coste real de la construcción alcanzaba regularmente la mitad o los dos tercios. Por cada kilómetro a construir, se acordaba una subvención. Los ferrocarriles en principio tenían como objetivo favorecer las rutas comerciales y por lo tanto se los enlazó con la red estadounidense. Integraban a todas las regiones que atravesaban a la naciente economía capitalista, haciendo subir el valor de las tierras y favoreciendo de esa manera el proceso de expoliación de las comunidades campesinas indígenas ya comentado, desintegrando los modos de vida precapitalistas. Políticamente, los ferrocarriles permitieron también afirmar la autoridad del poder central, puesto que podía reprimir más fácilmente cualquier protesta en su territorio. |74|

A comienzos de los años 1900, las dos principales redes de ferrocarril pertenecían a sociedades privadas estadounidenses. |75| En 1904, México compró al banco Speyer una de las dos redes. Antes de eso, México se había endeudado para subvencionar a la red controlada por ese banco. La compra de esa red le costó a México 9 millones de dólares. A continuación, el país se endeudó con ese mismo banco por un monto de 40 millones de dólares de los que solo 16 millones llegaron a las cajas del Tesoro Público. Esa deuda de 40 millones debía ser reembolsada con un interés real del 5 % y en un período de 50 años, el último pago debería tener lugar en 1954. |76| En 1909, México financió la compra de la otra red controlada por compañías de Estados Unidos mediante un empréstito en los bancos de ese país, generalmente ligados directamente a los propietarios de la red.

La compra de la red permitió al Estado mexicano controlar 13.744 km. de vías férreas, o sea, dos tercios de la red. De hecho, los capitalistas mexicanos y estadounidenses deseaban desligarse de sus acciones de los ferrocarriles ya que habían dejado de ser rentables. |77| Habían dado buenos dividendos mientras el Estado las subvencionaba masivamente. El Estado compró la red ferroviaria a precio muy alto a las empresas privadas, generalmente bancos y se endeudó con los mismos bancos para financiar la compra.

Por otro lado, Adolfo Gilly: «Considerados en su conjunto, los procesos de formación del mercado interior, de integración de la economía en el nuevo mercado mundial y de desarrollo de la producción capitalista bajo el porfiriato representan un único fenómeno cuyo remarcable dinamismo está confirmado por múltiples indicadores. Con el ferrocarril, es todo el sistema de comunicaciones el que progresa: le telégrafo, que acompaña a las vías férreas; las rutas (…), los puertos, el correo. En las grandes ciudades se inauguran redes de iluminación eléctrica y de agua potable.» |78|

Inversiones extranjeras

La industrialización del país pasaba principalmente por el flujo entrante de capitales extranjeros: «Hacia 1884, las inversiones extranjeras en el país llegaban a cerca de 110 millones de pesos. En 1911, alcanzaban los 3.400 millones de pesos (…). Esas inversiones se repartían en 1911 entre los siguientes sectores: ferrocarriles, 33,2 %; industria extractiva, 27,1 % (minas y metalurgia, 24 %; petróleo, 3,1 %); deuda pública, 14,6 %; comercio y bancos, 8,5 % (bancos, 4,9 %; comercio, 3,6 %); electricidad y servicios públicos, 7 %; agricultura, ganadería et bosques, 5,7 %; industria de transformación, 3,9 %. Del total de las inversiones extranjeras, 62 % eran de origen europeo (inglés y francés en un 90 %) y 38 % de origen norteamericano. Pero México solo absorbía el 5,5 % del total de las inversiones europeas en el extranjero mientras que, en cambio, recibía el 45,5 % de las inversiones extranjeras de Estados Unidos.» |79|

Hay que señalar que al final de porfiriato, el petróleo descubierto en 1901 comenzó explotarse y a recibir inversiones provenientes de Estados Unidos y de Gran Bretaña.

El fin del porfiriato y el comienzo de la revolución en diciembre de 1910

«Durante una generación, Porfirio Díaz gobernó México con mano de hierro. En ese período transformó un país turbulento y asolado por los bandidos en un país pacífico y respetuoso de la ley, en el que la vida y la propiedad estaban seguras.» |80| Para el jurista William Wynne, autor de este comentario, en realidad el derecho que el Estado debía hacer prevalecer era el derecho de los capitalistas a controlar sistemáticamente los recursos de un país y de su pueblo. Una dictadura, como la de Porfirio Díaz puede permitir llegar a esa situación y, por lo tanto merece su aprobación. A los ojos de este jurista, es fundamental que el país se endeude y que a los acreedores se les pague sin que se pueda cuestionar la legitimidad o legalidad de los contratos. Desde su punto de vista, el balance del porfiriato fue positivo. En realidad, el proceso de desposesión, de expoliación y de explotación había alcanzado tales proporciones que una revolución social se estaba gestando y acabaría estallando. Comenzó por el rechazo al autoritarismo del presidente Porfirio Díaz, pero, desde su inicio, contenía una dimensión social e identitaria. Las comunidades campesinas indígenas expoliadas querían justicia. Querían las tierras que les habían sido robadas y vivir en ellas dignamente. Los trabajadores asalariados exigían la mejora de sus derechos sociales y políticos. Otros sectores sociales víctimas del desarrollo capitalista bajo el porfiriato adelantaban sus reivindicaciones y formarían parte de la revolución que marcó a México durante la década de 1910.

Cuando el general Porfirio Díaz, en el poder desde 1876, se hizo reelegir a los 80 años en diciembre de 1910, su impopularidad era tal que el llamamiento a resistirle terminó por desencadenar una revolución. Ese llamamiento había sido lanzado, en especial, por Francisco I. Madero, hijo de una familia capitalista opulenta. |81| Madero había fundado el Partido nacional anti-reeleccionista.

Después de unos comienzos difíciles, el sublevamiento que había tenido sus primeros éxitos en el norte del país se extendió a otras regiones, especialmente a Morelos (al sur de la capital) donde el dirigente indígena Emiliano Zapata y sus compañeros luchaban por la restitución de las tierras comunales expoliadas por los grandes propietarios. El devenir de los acontecimientos llevó al dictador Porfirio Díaz a dimitir en mayo de 1911 y partir al exilio en Europa. |82|

Después de haber sido elegido presidente en las elecciones de octubre de 1911, Madero intentó canalizar la revolución. Se opuso a las reivindicaciones agrarias radicales propugnadas por Emiliano Zapata |83| y sus partidarios pero también se puso en contra a los conservadores y a Estados Unidos. En febrero de 1913 fue asesinado luego de un golpe de Estado orquestado por el general Victoriano Huerta al que Madero le había confiado un comando militar estratégico. El general golpista Huerta había recibido luz verde de la embajada de Estados Unidos para derrocar a Madero. En esa época, el republicano William H. Taft era presidente de Estados Unidos. |84| Taft tenía intereses directos en los negocios de varios grandes grupos privados estadounidenses activos en México. |85|

En 1911-1912, México efectuó dos empréstitos internacionales por un monto total de 20 millones de dólares con el banco Speyer de Nueva York que había, como ya lo hemos visto, concedido créditos al régimen de Porfirio Díaz en 1904 y 1909. El empréstito de 1912 sirvió en parte para pagar los intereses del primero, sabiendo, por otra parte, que era necesario reembolsar el capital en un tiempo record, en 1913. Después del asesinato del presidente Madero, el usurpador Huerta logró emitir en París en junio de 1913 un empréstito por el equivalente a 58 millones de pesos. Visiblemente, los bancos de Estados Unidos habían comenzado a valorar el proceso revolucionario que se estaba desarrollando y la inseguridad que representaba para ellos. Por el contrario, los bancos europeos, que vivían la euforia financiera que precedió a la Primera Guerra Mundial, se precipitaron proponiéndole créditos al dictador. Los bancos franceses (Banque de Paris et des Pays Bas, Société Générale, principalmente) suscribieron el 45 % del monto total, los bancos alemanes (entre los cuales el Deutsche Bank) 19 % y un banco inglés también el 19 %. El banco Speyer, que no participó en el empréstito, era muy favorable al mismo ya que una gran parte debía servir a reembolsarle la suma que había prestado en 1911-1912.

En enero de 1914, Huerta, con la soga al cuello financieramente hablando, suspendió el pago de la deuda. |86|. México retomó el pago de sus deudas un poco más de 30 años más tarde, después de haber obtenido una enorme victoria contra sus acreedores (véase más adelante).

La revolución mexicana de 1910-1920

La revolución mexicana fue profunda. Del lado popular, el mayor actor fue el campesinado indígena (que constituía la mayoría de la población), y el movimiento obrero tuvo un papel real pero secundario. |87| No obstante, la represión de los mineros de Cananea en el estado de Sonora y de los obreros de Río Blanco, en Veracruz en 1906, exacerbó el descontento de la población y contribuyó a crear condiciones favorables al estallido de la revolución.

El movimiento dirigido por Emiliano Zapata fue el más avanzado en el movimiento popular. Fue masivo en el estado de Morelos y era conocido como la Comuna de Morelos. Emiliano Zapata y su movimiento ponían por delante, desde noviembre de 1911, el plan Ayala que iba mucho más allá que el programa del presidente Madero conocido como el Plan de San Luis de Potosí.

Mientras que Madero se limitaba a prometer la revisión de los juicios por los que el porfiriato había expoliado enormes superficies de tierras a costa de las comunidades campesinas indígenas y de los pequeños campesinos independientes, el plan Ayala llamaba a tomar las armas para acabar con los grandes latifundios. Emiliano Zapata y su plan llamaban a repartir las tierras, a atribuirlas a aquellos y aquellas que las trabajaban, a devolver las tierras a las comunidades que habían sido despojadas por las leyes liberales que remontaban a 1856 y que fueron agresivamente aplicadas bajo el porfiriato. El lema del plan Ayala era: «Reforma, Libertad, Justicia y Ley».

Madero organizó la represión contra el movimiento zapatista al que buscaba destruir, así como contra las organizaciones socialistas y anarquistas, especialmente en el norte del país. La eliminación de Madero por el general Huerta en 1913 fue bienvenida por la antigua clase dirigente porfirista, por la iglesia católica y por los militares. La represión contra el movimiento popular se intensificó.

Venustiano Carranza, un dirigente liberal, admirador de Benito Juárez, hizo un llamamiento a derrocar al general Huerta y para ello hizo momentáneamente una alianza con el Ejército de liberación del sur de Emiliano Zapata y con Pancho Villa |88| que había creado, cerca de la frontera con Estados Unidos, la División del Norte. Carranza repudió la deuda contraída por Huerta durante su último empréstito de 1913. Mientras tanto, en Estados Unidos, el demócrata Woodrow Wilson sucedió a Taft en la presidencia. Adoptó una política diferente a la de su predecesor con respecto a Huerta. Lo consideraba un usurpador y esperaba a ver cómo evolucionaba la situación para decidir finalmente a quien reconocería Estados Unidos. Con el fin de influir sobre los acontecimientos, envió 44 buques de guerra para bloquear y ocupar el puerto de Veracruz en abril de 1914, con el pretexto de impedir la llegada de armas provenientes de Alemania y destinadas a Huerta.

Si bien las ideas y objetivos de Pancho Villa eran menos avanzados en el plano social |89| que los del movimiento de Zapata, ambos líderes llegaron a realizar acuerdos con el fin de influir en el proceso que se desarrollaba. Sus ejércitos de liberación se encontraron en la capital México a fines de noviembre de 1914 y los dos dirigentes se reunieron en el palacio presidencial el 6 de diciembre de 1914. Ambos se oponían a Venustiano Carranza.

Finalmente, después de numerosas peripecias, Carranza logró imponerse, luego de una serie de batallas que enfrentaron sus fuerzas armadas tanto a las de Huerta como a las de Pancho Villa, que eran, a su vez, enemigas entre sí. Huerta fue obligado a exiliarse en julio de 1914 y Washington reconoció a Carranza como presidente de facto.

A partir de ese momento, Estados Unidos interviene directamente para terminar con Pancho Villa y Emiliano Zapata cuyas reivindicaciones amenazaban los intereses de la empresas privadas estadounidenses (plantaciones, minas, petróleo…).

Con el fin de ayudar a Carranza a destruir la base social de Zapata y de asesinarlo, Estados Unidos le suministró 53.000 fusiles en 1915. Carranza se lanzó hacia una tentativa de exterminación de la resistencia zapatista: ejecuciones y deportaciones masivas, destrucciones de pueblos, construcción de una trinchera de 100 km. para proteger la capital de una ofensiva zapatista, utilización de armas químicas provistas por Washington… |90| A pesar de la amplitud de las atrocidades cometidas, fue un fracaso patente. El ejército zapatista se reconstituyó en menos de un año. Por otro lado, Estados Unidos envió, el 15 de marzo de 1916, un cuerpo expedicionario de 12.000 soldados (algunos autores hablan de 5.000) al estado de Chihuahua para eliminar a Pancho Villa. El general Pershing dirigía ese ejército estadounidense y entre sus oficiales estaban los futuros generales Patton (el de la batalla de las Ardenas en el invierno de 1944), que proponía en esa época la anexión de México, y Eisenhower, futuro presidente de Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. Esa intervención militar fue un fiasco, la guerrilla de Pancho Villa resistió.

El fracaso que tuvieron los que quisieron aplastar a las fuerzas de Pancho Villa y al movimiento de Emiliano Zapata indica claramente el enorme apoyo popular que tenían. La atroz represión no alcanzó su objetivo, mientras el ímpetu revolucionario del pueblo subsistió hasta los años 1918-1919.

Con el fin de consolidar su poder, Carranza tomó medidas de justicia social tanto en el ámbito rural como urbano. Se dio cuenta de que, para luchar contra la influencia zapatista, era necesario satisfacer, aunque de forma parcial, las demandas provenientes de los sectores populares. Cuando se retomó la capital sin combates después de la partida voluntaria de las tropas zapatistas y villistas a fines de diciembre de 1914 (tanto Zapata como Villa nunca tuvieron la intención de tomar el poder ni de ocupar o tomar la capital), Carranza tomó medidas concretas para los sectores populares urbanos y celebró acuerdos con los sindicatos, incluida la distribución de ayuda humanitaria. Apoyó al sindicato de electricistas contra su patrón. Detuvo a comerciantes y a 180 curas. Los dirigentes de la Casa del Obrero Mundial (sindicatos anarquistas) firmaron un acuerdo con Carranza y el general Obregón, que tenía un papel clave en su entorno, por el cual se comprometían a participar en la guerra contra Pancho Villa a cambio de concesiones. |91| El 6 de enero de 1915, Carranza promulgó una ley de reforma agraria. Su alcance era limitado pero tenía el fin de alienar una parte de la base campesina de Zapata y Villa.

Un año después del pacto firmado con los dirigentes de la Casa del Obrero Mundial, Carranza acabó con las concesiones ya que habían dejado de serle necesarias puesto que la división del Norte había sido destruida. La represión anti obrera y anti sindicalista comenzó de nuevo. En respuesta, el 31 de julio de 1916 se desencadenó una huelga general en México contra la política de Carranza, que comenzó masivamente pero que la aplastó la represión. |92| En julio-agosto de 1916, en el momento en que Carranza reprimía y aplastaba al movimiento obrero en México, se realizó una ofensiva masiva contra los zapatistas en Morelos. A pesar de esas acciones trágicas e impopulares, Carranza, en enero de 1917, para consolidar su poder y darle legitimidad, hizo adoptar la Constitución más avanzada en lo social para la época y para todo el planeta. Esa constitución retomaba elementos del plan Ayala. Afirmaba que la nación debía poder disponer de sus riquezas naturales, que el campesinado debía poder disponer de la tierra, e instituía numerosos derechos sociales. Anunciaba una reforma agraria y leyes sociales (jornada de 8 horas, derecho de asociación en sindicatos, derecho de huelga, salario mínimo, limitación del trabajo de las mujeres y de los niños).

La carta de Emiliano Zapata sobre la revolución rusa con fecha del 14 de febrero de 1918

Habríamos estado equivocados si hubiéramos creído que Emiliano Zapata limitaba el alcance de su combate al territorio mexicano y a las masas campesinas. Estos extractos de su carta sobre la revolución rusa indican de manera evidente la importancia que atribuía, por una parte, a la solidaridad entre las dos grandes revoluciones en curso y, por otra parte, la necesidad de la alianza entre los obreros y los campesinos.

Mucho ganaríamos, mucho ganaría la humana justicia, si todos los pueblos de nuestra América y todas las naciones de la vieja Europa comprendiesen que la causa del México revolucionario y la causa de la Rusia irredenta, son y representan la causa de la humanidad, el interés supremo de todos los pueblos oprimidos.

Aquí como allá hay grandes señores, inhumanos, codiciosos y crueles que de padres a hijos han venido explotando hasta la tortura, a grandes masas de campesinos. Y aquí como allá, los hombres esclavizados, los hombres de conciencia dormida empiezan a despertar, a sacudirse, a agitarse, a castigar.
 

No es de extrañar, por lo mismo, que el proletariado mundial aplauda y admire la revolución rusa, del mismo modo que otorgará toda su adhesión, su simpatía y su apoyo a esta revolución mexicana al darse cabal cuenta de sus fines.
 

Por eso es tan interesante la labor de difusión y de propaganda emprendida por usted en pro de la verdad; por eso deberá acudir a todos los centros y agrupaciones obreras del mundo, para hacerles sentir la imperiosa necesidad de acometer a la vez y de realizar conjuntamente las dos empresas: educar al obrero para la lucha y formar la conciencia del campesino.
 

Es preciso no olvidar que en virtud y por efecto de la solidaridad del proletariado, la emancipación del obrero no puede lograrse si no se realiza a la vez la liberación del campesino.
 
De no ser así, la burguesía podría poner estas dos fuerzas, la una frente a la otra, y aprovecharse, por ejemplo, de la ignorancia de los campesinos para combatir y refrenar los justos impulsos de los trabajadores citadinos; del mismo modo que, si el caso se ofrece, podrá utilizar a los obreros poco conscientes y lanzarlos contra sus hermanos del campo.» |93|

Al leer la carta, nos damos mejor cuenta de por qué las clases dominantes mexicanas y el gobierno de Estados Unidos querían acabar con Emiliano Zapata.

En abril de 1919, Carranza consiguió mediante engaños hacer asesinar a Emiliano Zapata.

En 1920, Carranza fue finalmente derrocado por el general Obregón, un personaje clave de su entorno al que ya hemos citado. Unos meses después del derrocamiento de Carranza, el general Álvaro Obregón fue elegido por más de un millón de votos en la elección de septiembre de 1920. El 1 de diciembre accedió oficialmente al puesto de presidente. Estaba apoyado por los dirigentes sindicales, especialmente, los de la Confederación Regional Obrera mexicana (CROM), un sindicato fundado en 1918. En 1920, Obregón consiguió convencer a Pancho Villa que depusiera las armas y licenciara a las últimas tropas que todavía le eran fieles, proponiéndole una renta vitalicia y el reconocimiento de su grado de general de división del ejército federal. Sin embargo, lo mando asesinar en 1923.

A partir de 1918-1919, la dinámica revolucionaria había terminado. Los elementos más revolucionarios y los más visionarios como Emiliano Zapata y sus partidarios fueron eliminados o recuperados por el sistema.
El país estaba dotado de una Constitución muy avanzada pero solo fue parcialmente puesta en práctica. En consecuencia, las clases dominantes locales trataron de revertir las importantes concesiones que habían tenido que acordar durante la revolución.

Los gobernantes que se sucedieron enterraron progresivamente las grandes conquistas sociales de los años 1911-1917, aunque, a partir de 1934, surgieron de nuevo con fuerza (véase más adelante). Los gobiernos también intentaron llegar a compromisos con los acreedores de la deuda externa desde 1921.

Las renegociaciones con la deuda a partir de 1921.

Entre 1922 y 1942 (¡20 años!) se realizaron largas negociaciones con un consorcio de acreedores dirigido por uno de los directores del banco JPMorgan de Estados Unidos.

En febrero de 1919, se constituyó un cártel de banqueros acreedores de México con el nombre de Comité Internacional de Banqueros con Intereses en México (International Committee of Bankers on Mexico). Estaba presidido por T. W. Lamont representante de JPMorgan de Nueva York, y reunía a bancos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Países Bajos, Bélgica, Suiza y Alemania.

En 1921, el presidente Álvaro Obregón invitó a T. W. Lamont a México con el fin de entablar negociaciones que llegaron, en junio de 1922, a un acuerdo. |94| Se trató de un acuerdo funesto para el país que mostraba claramente el cambio de orientación política del gobierno. Se aproximaba a la política del porfiriato en materia de endeudamiento, es decir, la sumisión a los intereses de las clases dominantes locales y a los bancos internacionales poseedores de la deuda externa e interna.

Por este acuerdo, el presidente Obregón y su gobierno reconocían una deuda pública que se elevaba a 500 millones de dólares, mientras que en 1910 la deuda era de 220 millones de dólares y que los empréstitos suplementarios realizados después de esa fecha, o sea, los realizados por el usurpador Huerta entre 1911 y 1913, representaban un saldo de 30 millones de dólares (efectivamente, los 20 millones prestados por el banco Speyer habían sido reembolsados gracias a un empréstito realizado en París en 1913). El presidente Obregón aceptaba, por lo tanto, reconocer un monto de deuda que era el doble de lo que se debía. |95| Además, aceptaba agregarle 200 millones de intereses atrasados. |96| Una verdadera traición a los intereses del país y del pueblo mexicano. Tanto más que la deuda contraída por el dictador Porfirio Díaz (220 millones de dólares) así como los empréstitos realizados por el usurpador Huerta (30 millones de dólares) correspondían claramente a una deuda odiosa puesto que se habían acumulado contra el interés de la población y que los bancos acreedores eran concientes de ello. |97|

El Congreso de México controlado por el presidente ratificó el acuerdo y el país inició los reembolsos en 1923, pero las sumas a pagar eran tan elevadas y el déficit presupuestario tan grave que, el 30 de junio de 1924, Obregón suspendió el pago de la deuda.

México retomó las negociaciones con Lamont de JPMorgan, terminando en un nuevo acuerdo en 1925, y que el Congreso, una vez más, ratificó. Con el fin de retomar los pagos, el nuevo presidente mexicano Plutarco Elías Calles (presidente desde diciembre de 1924 hasta noviembre de 1928) negoció una línea de crédito con el Comité de Banqueros. Se hicieron algunos pagos en 1926, y luego en 1927, pero México de nuevo suspendió el reembolso de la deuda.

El Comité de Banqueros envió en 1928 una comisión de expertos con el fin de analizar la situación. En su informe, los expertos criticaron la realización, por parte del gobierno, de demasiados gastos sociales, en particular, en la educación pública. Consideraron también que México efectuaba demasiadas inversiones en el sistema de riego y en el establecimiento de un sistema de crédito público para los campesinos. Reconocieron que, para evitar una nueva revolución, era necesario realizar algunos gastos públicos pero los que había hecho el gobierno eran, según los expertos, exagerados. |98|

Se retomaron las negociaciones entre el gobierno y el Comité de Banqueros. Un nuevo acuerdo fue adoptado en 1930 pero, por primera vez desde 1922, un importante número de parlamentarios se opuso a su ratificación. Además, cuatro de los diputados del estado de Chihuahua presentaron un proyecto de ley con el fin de declarar una moratoria de 10 años en el reembolso de la deuda, para utilizar las sumas así ahorradas en gastos útiles para la sociedad. |99| El gobierno decidió no correr el riesgo de quedar en minoría en el Congreso y no se atrevió a someter a votación el acuerdo pactado con el Comité de Banqueros.
Mientras tanto, los efectos de la crisis de Wall Street de octubre de 1929 se hizo sentir fuertemente en la cantidad de derechos de exportación recaudados y el proyecto de retomar el pago de la deuda se volvió más y más impopular. En enero de 1932, el Congreso aprobó una ley que anulaba el último acuerdo pactado por el gobierno con el Comité de Banqueros. Finalmente, el 1 de septiembre de 1933, el presidente Abelardo Rodríguez anunció que México no retomaría el pago de su deuda externa.

El presidente Lázaro Cárdenas en 1934-1940 preparaba la victoria de 1942 contra los acreedores.

En diciembre de 1934, Lázaro Cárdenas comenzó un mandato presidencial que se prolongó hasta diciembre de 1940. Durante ese período de seis años, Lázaro Cárdenas realizó importantes reformas de izquierda, y algunas de ellas permitieron por primera vez poner en práctica algunas aspiraciones revolucionarias de los años 1910-1917 y de la Constitución de 1917.

Lázaro Cárdenas comenzó su mandato en un contexto de luchas sociales y, especialmente, de huelgas obreras, y adoptó una orientación que rompía con la que había dominado la política desde 1920. Se opuso a su predecesor Plutarco Elías Calles. Rechazó retomar las negociaciones con el Comité Internacional de Banqueros.

Una de las primeras medidas de Cárdenas fue sobre la reforma de la educación pública. La reforma del artículo 3 de la Constitución que entro en vigencia en diciembre de 1934 decía: «La educación que imparte el Estado será socialista, y además de excluir toda doctrina religiosa, combatirá el fanatismo y los prejuicios, para lo cual la escuela organizará sus enseñanzas y actividades en forma que permitan crear en la juventud un concepto racional y exacto del universo y de la vida social.» Se puede leer en la explicación de los fundamentos del proyecto de ley presentada a la Cámara de diputados: «La instauración de la enseñanza socialista en la República mediante la aprobación de la reforma del artículo 3, no significa la transformación económica inmediata del régimen en el cual vivimos; significa la preparación del material humano que necesita la revolución para continuar y consolidar su obra. El futuro del país pertenece a la infancia y a la juventud socialista que se orienta y cultiva ahora en los establecimientos educativos. Será esa juventud la que realice definitivamente las aspiraciones del proletariado y de las clases oprimidas de México». La puesta en práctica de esos principios fue limitada debida a la inercia del sistema. |100|

Reforma agraria

En virtud de una de las disposiciones del artículo 27 de la Constitución de 1917, que preveía la posibilidad de expropiar tierras para restituirlas a los ejidos, |101| Lázaro Cárdenas expropió 18 millones de hectáreas pertenecientes a latifundistas mexicanos y a firmas extranjeras. Distribuyó las tierras en beneficio de las comunidades agrarias indígenas que se organizaban en propiedades colectivas tradicionales conocidas como ejidos. Las tierras por lo tanto no eran atribuidas a un propietario privado. El objetivo, además de retomar la demanda expresada por Emiliano Zapata y el plan Ayala, era de devolver, de alguna manera, a las comunidades lo que les había sido robado y, más allá, favorecer el desarrollo de una agricultura de subsistencia con el fin de satisfacer las necesidades del mercado local. Las comunidades campesinas que recibían las tierras podían valorizarlas como decidieran pero no podían venderles. Las comunidades ejidales se dotaron de estructuras de decisión para administrar las tierras. El gobierno de Lázaro Cárdenas fundó un banco público, Banco Nacional de Crédito Ejidal (Banjidal). El gobierno financiaba también la formación de los técnicos para mejorar el uso de las tierras. La reforma agraria cardenista se diferenciaba de las políticas aplicadas por los gobiernos anteriores en la medida en que aquellos se limitaron a retornar tierras (por otra parte, en cantidades muy limitadas) a propietarios individuales privados.

Nacionalización de los ferrocarriles y del petróleo

La huelga de ferroviarios de 1936 desembocó en la nacionalización completa de los ferrocarriles.
En 1938, tuvo lugar la nacionalización del petróleo en un contexto de huelgas obreras de ese sector. La explotación petrolera que había comenzado al final del porfiriato estaba totalmente en manos de compañías británicas y estadounidenses. El párrafo 4 del artículo 27 de la Constitución de 1917 declaraba que las reservas de los campos petrolíferos eran de propiedad de la nación. En 1937, los trabajadores del petróleo entraron en un conflicto muy duro con los propietarios de las empresas petroleras que rechazaban conceder el aumento salarial exigido por los huelguistas. El 18 de marzo de 1938, Lázaro Cárdenas anunció al país que intervenía en el conflicto para ponerle fin expropiando las empresas petroleras. Precisó que en el término de 10 años los propietarios extranjeros tendrían una compensación. Eso desató la ira de los capitalistas extranjeros y de Gran Bretaña que rompió relaciones diplomáticas con México con el fin de ejercer una presión máxima sobre el gobierno. |102| Lázaro Cárdenas mantuvo el tipo. Creó la empresa pública Petróleos Mexicanos (PEMEX). La decisión de Cárdenas levantó un enorme entusiasmo en la población. Y señalemos que PEMEX fue privatizada setenta y cinco años después, en 2013, en el marco de una profundización de las políticas neoliberales.

Política internacional

En relación con la política de Cárdenas, también hay que mencionar que su gobierno fue uno de los pocos en haber suministrado armas a los republicanos españoles oponiéndose al bloqueo decretado contra los republicanos por los gobiernos británicos y francés. El gobierno de Cárdenas también recibió y sostuvo financieramente a 40.000 republicanos españoles después de la derrota por las tropas franquistas, armadas masivamente por la Alemania nazi y la Italia fascista. Cárdenas acogió también a Trotsky, ese revolucionario ruso perseguido por Stalin a quien ningún gobierno de Europa quería concederle un visado ni un derecho de residencia prolongada. |103| Cárdenas mantuvo, por otro lado, relaciones amistosas con el exiliado ruso, lo que no impidió que agentes de Stalin lo asesinaran en México, en agosto de 1940.

Lázaro Cárdenas también fue muy popular ya que, desde que accedió a la presidencia, se bajó su sueldo a la mitad y abandonó el tradicional palacio presidencial (el castillo de Chapultepec, antigua residencia de los virreyes de Nueva España) para cambiar su residencia a Los Pinos, menos ostentosa, y transformó el antiguo castillo en el Museo Nacional de Historia de México. Al final de su mandato, sus conciudadanos pudieron darse cuenta de que no se había enriquecido.

En conclusión, se puede afirmar que, si bien Lázaro Cárdenas no buscó romper con el capitalismo, realizó grandes reformas estructurales que mejoraron la situación del pueblo, concretando parcialmente las reivindicaciones fundamentales expresadas durante la revolución de 1910-1917, y reforzaron el ejercicio de la soberanía del país sobre sus recursos naturales. También llevó a cabo una política internacional anti-imperialista y de solidaridad con los pueblos.

La victoria de 1942 contra los acreedores

El rechazo de Lázaro Cárdenas de retomar el pago de la deuda o incluso de retomar las negociaciones con el Comité Internacional de Banqueros desembocó en una victoria. Para sucederle, su ex ministro de Defensa, Manuel Ávila Camacho fue elegido presidente y Lázaro Cárdenas se convirtió en el ministro de Defensa del nuevo gobierno.

A partir de 1941, para mejorar las relaciones con México, el presidente de Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt, presionó a los banqueros de su país, comenzando por JPMorgan, con el fin de que capitularan ante el gobierno mexicano. Washington estaba por entrar en la Segunda Guerra Mundial a partir de diciembre de 1941, y tenía necesidad de que su vecino mexicano (al igual que Brasil que también estaba en suspensión de pagos) fuera un aliado sólido.
El acuerdo que puso fin al conflicto entre el Comité Internacional de Banqueros y México constituye un verdadero acto de capitulación de los bancos.

Aunque el Comité Internacional de Banqueros exigía el pago de una deuda evaluada en 510 millones de dólares (capital e intereses incluidos), el acuerdo final preveía el pago de un poco menos de 50 millones de dólares, o sea, una reducción de más del 90 %. Además, lo increíble es el tipo de interés aplicado para la compensación en relación a los intereses atrasados: 1/1000 para los intereses atrasados anteriores a 1923, 1/100 para el período 1923-1943. |104| Sin embargo, en numerosos acuerdos de reestructuraciones de deuda que datan del siglo xix o de la primera mitad del siglo xx, los intereses atrasados eran totalmente convertidos en el capital que se debía. Recordemos que el acuerdo firmado en 1922 por Obregón y el Comité Internacional de Banqueros, implicaba el reconocimiento por México de una deuda de 500 millones de dólares. Pero habían pasado 20 años. Al aceptar reembolsar una deuda de 50 millones de dólares (capital más intereses atrasados), México obtuvo una victoria extraordinaria.

Y no fue todo: los tenedores de los títulos estaban obligados a presentar sus títulos y registrarlos y estampillarlos ante las autoridades mexicanas, antes de poder pretender una compensación. Los banqueros debían registrar sus títulos ante el gobierno mexicano: jamás visto hasta ese momento. Hay que señalar que los bancos alemanes que formaban parte del Comité Internacional de Banqueros no fueron autorizados a presentar sus títulos ya que se consideraban cómplices de una potencia enemiga.

Agreguemos que Washington, a partir de 1940, intentaba comprar petróleo mexicano mientras que hasta ese momento no había habido ninguna compensación petrolera pagada por México. La sociedad petrolera Sinclair comenzó a comprar petróleo a la empresa pública Pemex. Sinclair que había exigido una compensación de 32 millones de dólares, aceptó finalmente una compensación de 8 millones que sería pagada con una parte de los dólares que Sinclair debía pagar a Pemex por comprarle 20 millones de barriles de petróleo en un período de 4 años. Finalmente se llegó a un acuerdo general y México prometió pagar 23 millones de dólares para indemnizar al conjunto de sociedades petroleras estadounidenses expropiadas en 1938. |105|

Gracias al acuerdo sobre la deuda, a los otros aspectos de la política llevada a cabo durante el mandato de Cárdenas y al contexto de la posguerra, México pudo implementar una política de desarrollo económico, aplicando estrictas medidas proteccionistas hasta los años 1950. México no comenzó a demandar préstamos a los bancos privados hasta finales de la década de 1950.
Conclusiones y reflexiones finales

México es el único país ex colonial que, en el siglo xix y en la primera mitad del xx, logró por sus propios medios imponer humillantes derrotas a sus acreedores. México repudió en 1861 una gran parte de la deuda que le era reclamada y obtuvo una victoria total en 1867. Luego, un poco menos de veinte años más tarde, las clases dominantes y el dictador Porfirio Díaz consiguieron que México diera marcha atrás. Es el caso típico de complicidad y pasividad de las clases dominantes de un país sometido que sus intereses giran constantemente en torno a la sumisión a las potencias imperialistas europeas o/y a Estados Unidos.

Cuando Porfirio Díaz finalmente fue derrocado y estalló una auténtica revolución popular, México suspendió, nuevamente, el pago de la deuda. La suspensión duró más de 30 años (desde 1914 hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial) y fue acompañada por la puesta en marcha de profundas reformas económicas y sociales. La victoria frente a los acreedores fue completa, pero no quiere decir definitiva.

Lo que precede explica el gran interés en conocer todo lo que pasó en México desde su independencia en 1821 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. El otro país que repudió con éxito su deuda, contando solamente con sus fuerzas, fue la Unión Soviética en 1918. El punto común con México, es la coincidencia entre los procesos revolucionarios y el repudio de las deudas. No obstante las diferencias son: 1. el gobierno bolchevique pura y llanamente repudió todas las deudas zaristas;[107] 2. Rusia era, en el momento de la revolución de 1917, una potencia imperialista, ciertamente declinante, mientras que México era una ex colonia española codiciada por los crecientes imperialismos europeos y de Estados Unidos. Los otros países que repudiaron exitosamente las deudas pertenecían a la categoría de grandes potencias —es el caso de Estados Unidos—[108] o estaban directamente protegidos por alguna de ellas —como el caso de Costa Rica, protegido por Estados Unidos frente a Gran Bretaña a comienzos de los años 1920—.[109] Y por ello, la experiencia mexicana es excepcional y deber ser conocida. Sin embargo, hay muy poco escrito sobre todo esto. Por parte del pensamiento dominante, hay mucho interés en disimular la historia real de México. Por parte de la izquierda, había una gran laguna y es de esperar que este libro contribuya a llenarla.

Agradecimientos
El autor agradece por la lectura y/o por la ayuda en la búsqueda de documentos a Víctor Isidro, Nathan Legrand, Carlos Marichal, Alejandro Manríquez, Silvia Elena Meza, Damien Millet y Claude Quémar.
 

El autor es el único responsable de los eventuales errores contenidos en ese trabajo.
Traducido por Griselda Pinero y Raul Quiroz

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Por Eric Toussaint
Notas :
|1| 1 Antes de la conquista española, la población del México actual era de entre 18 y 25 millones de personas. Menos de un siglo más tarde, hacia 1600, había descendido a cerca de 3,5 millones de habitantes. Según un cálculo con valores más bajos, la población de México antes de la conquista era de unos 7,5 millones en 1500 y bajó en 2/3 después de la conquista hasta los 2,5 millones de habitantes en 1600. Fuente: Angus Maddison, L’économie mondiale : statistiques historiques, OCDE, Paris, 2003, p. 120. Thomas Calvo, especialista en América hispana, da las siguientes cifras sobre la población antes de la conquista española del Imperio azteca y sus márgenes: 18,3 millones de habitantes; en los territorios del Norte, 2,5 millones; en México central, 15 millones: en Chiapas, 0,8 millones. Fuente: Thomas Calvo, L’Amérique ibérique de 1570 à 1910, Nathan université, 1994, p. 14.
|2| Véase Jan Bazant, Historia de la deuda exterior de México, 1823-1946, El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, México, pp. 18-19.
|3| Véase Bazant, p. 21, y Alamán, p. 323.
|4| Algunos pueblos indígenas se habían sublevado muchas veces en el curso de los siglos precedentes y algunos de ellos, como los Yaquis de Sonora, en México, prosiguieron la lucha después de la independencia puesto que no sacaron ningún beneficio con ella.
|5| Evolución de la población de Méxique entre 1600 y 2015 (en millones d’habitantes): 1600 : 3,5 ; 1700 : 4,0 ; 1800 : 5,7 ; 1850 : 7,7 ; 1895 : 12,7 ; 1910 : 15,1 ; 1940 : 19,6 ; 1950 : 25,8 ; 1990 : 86,0 ; 2000 : 97,4 ; 2015 : 121,7. Fuente: Jean Batou hasta 1990 (p. 171) y estadísticas oficiales a partir de 1895 (fecha del primer censo oficial.
|6| Véase Bazant, pp. 27-28.
|7| Véase: Morning Chronicle, Londres, 8 de febrero de 1825, mentionado por William Wynne en, State Insolvency and Foreign Bondholders. Selected Case Histories of Governmental Foreign Bond Defaults and Debt Readjustments. Vol. 2, 1951, p. 5.
|8| 9 J. Bazant, p.48.
|9| Lorenzo de Zavala (1788-1836), que había participado en la lucha por la independencia en los años 1810, era un importante terrateniente en Texas. Se rebeló contre su país en 1836 cuando participó en la creación de la república independiente de Texas. Como represalia, México le retiró la nacionalidad. Estados Unidos anexó Texas a su territorio en 1845.
|10| J. Bazant, p. 39.
|11| L. Alaman, p. 983.
|12| J. Bazant, p. 39.
|13| J. Bazant, p. 233
|14| Véase la tabla elaborada por el propio Bazant. p. 46.
|15| 16 Véase «La deuda como instrumento para la conquista colonial de Egipto», http://www.cadtm.org/La-deuda-como-...
|16| J. Bazant, p. 45.
|17| J. Bazant, p. 234.
|18| J. Bazant, p. 54.
|19| J. Bazant, p. 53.
|20| J. Bazant, p. 67 à 70
|21| J. Bazant, p. 58.
|22| En 1853, bajo nuevas presiones y amenazas expansionistas de Estados Unidos, Santa Anna vendió el territorio de la Mesilla por 10 millones de pesos. Este monto fue dedicado a combatir a los rebeldes liberales (Plan de Ayutla) que deseaban derrocar a Santa Anna y con ello logró mantenerse en el poder hasta 1855.
|23| J. Bazant, p. 96
|24| Véase William Wynne, State Insolvency and Foreign Bondholders. Selected Case Histories of Governmental Foreign Bond Defaults and Debt Readjustments. Vol. 2., 1951, pp. 16-17
|25| J. Bazant, p. 96.
|26| Véase William Wynne, State Insolvency and Foreign Bondholders. Selected Case Histories of Governmental Foreign Bond Defaults and Debt Readjustments. Vol. 2, 1951, p. 18.
|27| J. Bazant, p. 96.
|28| J. Bazant, p. 96.
|29| Según investigaciones recientes, realizadas por historiadores mexicanos, las comunidades indígenas habían resistido la aplicación de las leyes dictadas a partir de 1856 tendientes a comercializar sus tierras ancestrales. Simulando acatar las leyes, lograron protegerse. Fue más tarde, durante el largo período de la presidencia de Porfirio Díaz, cuando la expropiación de sus tierras se extendió realmente.
|30| Durante este periodo de lucha por el poder, tanto liberales como conservadores firmaron tratados con EEUU y España buscando financiar la guerra, sin que les importaran las consecuencias desfavorables para el país. Los liberales aceptaron firmar el tratado McLane-Ocampo mediante el cual cedían el paso de los norteamericanos por el istmo de Tehuantepec, privilegios comerciales y la posibilidad de intervención militar en territorio nacional, a cambio de un préstamo de 2 millones de pesos. El Senado de EEUU rechazó este tratado y nunca logró entrar en vigor. Los conservadores, por su parte, firmaron con los españoles el tratado de Mont-Almonte en el que se aceptaban deudas de dudosa procedencia contraídas por Santa Anna en 1853. Fuente: Nueva Historia Mínima de México, pp. 304-308
|31| Véase su biografía en https://fr.wikipedia.org/wiki/Jean-.... No hay que tomar esta biografía al pie de la letra.
|32| Citado por É. de Kératry, La créance Jecker : les indemnités françaises et les emprunts mexicains, Librairie internationale, 1867, p. 17, http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bp...
|33| E. de Kératry, p. 30 y W. Wynne p. 20.
|34| Bazant, p. 100. Véase también E. de Kératry, op. cit.
|35| Wynne, p. 21
|36| W. Wynne, p. 25.
|37| Hay que tener en cuenta que la guerra de Secesión había comenzado en abril de 1961 y se terminó en abril de 1965.
|38| 1 peso = 5 francos franceses; 1 libra esterlina = 5 pesos; 1 livre esterlina = 25 francos franceses.
|39| El Crédit Mobilier corrió la misma suerte que la expedición francesa a México y quebró en 1867.
|40| J. Bazant, p. 103.
|41| La estafa de este último empréstito levantó tales protestas que Napoleón III tuvo que indemnizar a los tenedores de títulos con una suma de 87 millones de francos franceses. Es cierto que una parte de los que se beneficiaron de esa indemnización habían participado en la estafa. Es evidente que la suma de 87 millones de francos se agregó a la deuda pública francesa que beneficiaba a los ricos que compraban sus títulos. Véase J. Bazant, p. 103 y W Wynne, p. 30
|42| Cálculos de J. Bazant, p. 105, especialmente sobre la base de É de Kératry.
|43| De los 38.493 militares franceses enviados a México, murieron 6.654 por heridas o enfermedades, o sea, un sexto de las fuerzas francesas. En 1863, el jedive de Egipto apoyó a Francia ofreciendo un batallón de 450 soldados al Imperio mexicano, de los que muchos eran sudaneses, supuestamente más resistentes a las enfermedades tropicales. A partir de 1864-1865 Austria-Hungría envió 7.000 hombres (polacos, húngaros…) en apoyo a la agresión extranjera. También fueron enviados soldados belgas. Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Segun.... El rey de los belgas, Leopoldo II (que reinó de 1865 a 1909) intentaba obtener ventajas en la conquista de México ya que tenía aspiraciones coloniales. Llegó a concretar sus proyectos coloniales a partir de 1885 con la conquista del Congo. La hermana de Leopoldo II, Charlotte, era la esposa del príncipe Maximiliano de Austria. Esta mujer apoyaba activamente los proyectos de Bonaparte y de su padre Leopoldo 1º
|44| W. Wynne, p. 29.
|45| El lema de Porfirio Díaz «Orden y Progreso» ejemplifica su método autoritario para lograr la “modernización” del país, justificado en la ideología positivista.
|46| Señalemos que Benito Juárez no intentó, en forma activa, mejorar las condiciones de vida de los peones y de otros campesinos. Benito Juárez no hizo desaparecer ni la semi esclavitud de los peones debido a sus deudas trasmitidas de forma hereditaria, ni las prisiones privadas ni las mutilaciones corporales en las haciendas. Esa ausencia de atención con respecto a los campesinos y a las comunidades indígenas, así como los ataques a sus propiedades comunitarias provocaron sublevaciones: la de Chamelas en Chiapas en 1869, el movimiento de resistencia dirigido por Julio Chávez López (sobre la base de principios socialistas y anarquistas) a fines de la década de 1860 en Chalco y Texcoco, la prosecución de la lucha del pueblo yaqui en el estado de Sonora.
|47| Calculos del autor basados en J. Bazant (especialmente pp. 147, 160, 175, 176, 272).
|48| W. Wynne, pp.3-4
|49| J. Bazant, p.240
|50| Una sola excepción: el reembolso del empréstito de 3 millones de pesos contraído en 1865 con Estados Unidos por el gobierno de Benito Juárez para adquirir armas con el objetivo de derrotar a la ocupación francesa. El reembolso de ese empréstito terminó en 1893.
|51| J. Bazant, p. 109
|52| Véase el texto del decreto: http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080... , p. 326 à 328
|53| Véase Jeff King The Doctrine of Odious Debt in International Law. A Restatement, University College London, 2016, p. 72-73.
|54| J. Bazant, p. 127.
|55| Véase la prensa de la época: El Monitor, Ciudad de México, nº 278 del 19 de noviembre de 1884; El Nacional, Ciudad de México, nº 242, 19 de noviembre de 1884; La Libertad, nº 243, 31 de octubre de 1884.
|56| W. Wynne, p. 45.
|57| J. Bazant, p. 134.
|58| Además, contrariamente a la repudiación pronunciada por Benito Juárez en 1867 y al decreto de junio de 1883, el gobierno aceptó contabilizar en la compensación pagada a los acreedores una parte del coste de los títulos emitidos por Maximiliano de Austria en el marco de una reestructuración de la deuda, llamada de «Londres». Véase J. Bazant, p. 130
|59| La nueva deuda que fue consecuencia del pago del saldo de los préstamos Goldsmith y Barclay se elevó, efectivamente, a 34 millones de pesos ya que para poder pedir en préstamo la suma de 27 millones de pesos, México debió reconoce runa nueva deuda superior a ese monto en la medida de que el nuevo empréstito se vendió por debajo de su valor nominal y donde hubo que pagar una comisión al banco alemán Bleichchroeder que gestionó el empréstito.
|60| J. Bazant, p. 237
|61| J. Bazant, pp. 234-235; W. Wynne, pp. 7 a 13.
|62| W. Wynne, p. 57.
|63| Sin embargo, a fines del siglo XIX y comienzos del XX, el desarrollo capitalista de México no se basaba solamente en una mano de obra «libre»puesto que junto a las relaciones de producción capitalista (explotación salarial), existían relaciones de producción precapitalistas, e incluso algunas formas de esclavitud. Efectivamente, varias comunidades indígenas fueron deportadas para efectuar trabajos forzados en plantaciones de cáñamo y de tabaco.
|64| A. Gilly, p. 21.
|65| Ibid., p. 28.
|66| W. Wynne, p. 51.
|67| J. Bazant, p. 177.
|68| A. Gilly, p. 36.
|69| J. Bazant, p. 123 quien cita a Fuentes Díaz, El problema ferrocarrilero en México, p. 25.
|70| J. Bazant, p. 123.
|71| A. Gilly, p. 32.
|72| J. Bazant, p. 125.
|73| J. Bazant, pp. 141-142.
|74| Algunos años más tarde, los revolucionarios utilizaron plenamente los ferrocarriles para desplazar a sus tropas en el país.
|75| J. Bazant, p. 165.
|76| J. Bazant, p. 167-169.
|77| Es un proceso que tuvo lugar en numerosos países en todo el planeta, en la misma época.
|78| A. Gilly, pp. 33-34.
|79| Ibid., p. 35.
|80| W. Wynne, p. 59.
|81| Madero había estudiado en Baltimore, en la HEC (Escuela de Estudios Superiores de Comercio) de París, en la Universidad de California en Berkeley, en las Academias Culver en Indiana.
|82| Durante su exilio, hizo una estadía en Suiza, en Interlaken, luego en París. Después viajó a Alemania donde Guillermo II, que iba a «desencadenar» la Primera Guerra Mundial, lo recibió con honores. También visitó Egipto, pasó un tiempo en Roma y en Nápoles. Murió a los 85 años el 2 de julio de 1915 en París y lo enterraron en el cementerio de Montparnasse. En resumen, tuvo un exilio dorado. Algunos jerifaltes del régimen neoliberal mexicano actual desean repatriar sus restos.
|83| Emiliano Zapata (1879-1919) fue el dirigente revolucionario que llegó más lejos en la defensa de los derechos de las comunidades campesinas indígenas. La lucha armada que dirigió estaba intrínsicamente ligada a la lucha de las masas populares, especialmente, en su estado natal de Morelos. Su programa no se detenía en los derechos de las masas rurales aunque estas constituyeran su base fundamental.
|84| Con respecto a la política de William H. Taft que fue presidente de Estados Unidos de 1909 a 1913, véase «El repudio de las deudas por parte de Costa Rica debería inspirar a otros países», http://www.cadtm.org/El-repudio-de-...
|85| J. Bazant, p. 181.
|86| W. Wynne, p. 64.
|87| Durante el porfiriato, el movimiento obrero estaba organizado, en un principio, en los sectores de minas y de ferrocarriles. En esos casos, el proletariado aprovechaba las experiencias de lucha en Estados Unidos con base en un sindicalismo revolucionario. El movimiento obrero también tenía las influencias de las otras luchas de la clase obrera a escala mundial, especialmente la experiencia de La Comuna de París, en 1871. Los órganos de prensa socialistas hicieron su aparición: El Socialista en 1872; La Comuna en 1874, que más tarde será La Comuna mexicana. 1872 es también el año de la aparición de la primera central obrera, llamada el Gran Círculo de los obreros, implantado principalmente en las industrias textiles y en el artesanado. Esa organización se desintegrará partir de 1879, al dividirse por el apoyo a dos candidatos de la burguesía en 1880. Adolfo Gilly escribió: «Esa desintegración del Gran Círculo marcó el fin de una época y coincidió con los comienzos de eses período de desarrollo impetuosos del capitalismo de los años 1880-1890, que veía como el joven proletariado industrial se organizaba de una manera más auténticamente sindical, sobre todo los obreros ferroviarios, los textiles y los mineros.» (A.Gilly, p. 41). Así que, a pesar de la terrible represión del régimen de Porfirio Díaz, se contaron 250 huelgas entre 1876 y 1911. Aunque salieran exitosas o derrotadas, permitieron la organización política de las fuerzas productivas frente a las contradicciones del capitalismo, y preparan la explosión revolucionaria de 1910. Durante la revolución, la corriente anarquista ejerció una verdadera influencia. Estaba especialmente representada por los hermanos Flores Magón que presentaban un programa libertario. En 1911, uno de los hermanos Flores Magón. Apoyado por anarquistas de diversas nacionalidades, entre los cuales un centenar de internacionalistas de la organización estadounidense Industrial Workers of the World, participó en la toma de dos pueblos mexicanos próximas de la frontera con Estados Unidos: Mexicali (300 habitantes) y Tijuana (100 habitantes) que estaban poco o nada defendidos. Durante cinco meses, hicieron vivir sobre pocos kilómetros cuadrados la Comuna de Baja California, experiencia comunista libertaria: abolición de la propiedad privada, trabajo colectivo de la tierra, formación de grupos de productores, etc. antes de ser abatidos militarmente, y eso marcó el fin de la tentativa de establecer una república socialista libertaria.
|88| Pancho Villa (1872-1923) era un ex campesino que había tenido problemas con la justicia como consecuencia de conflictos con grandes propietarios. Siempre en el ostracismo, había ejercido múltiples ocupaciones, incluida la de cuatrero en la montaña. Fue en esa lucha desigual contra los guardias rurales de Porfirio Díaz que este proscrito desarrolló sus inmensas cualidades de combatiente. Además de su aptitud para el combate, Villa demostró rápidamente su agudo sentido para la organización militar, no solo en relación con los soldados campesinos que componían su ejército, sino también con sus oficiales de su estado mayor. Ese talento organizador incluso le permitió suscitar la adhesión de los sectores obreros del Norte, principalmente mineros y ferroviarios que se unieron a su ejército. Y eso fue mucho más que una anécdota: los ferroviarios que se ganó Pancho Villa tuvieron un papel irremplazable en la organización de los movimientos de trenes y desplazamiento de las tropas revolucionarias. Fuente: A. Gilly, p. 90.
|89| No obstante, cuando Pancho Villa fue designado gobernador del estado de Chihuahua en 1913, puso en práctica una serie de medidas radicales a favor del pueblo y contra las clases dominantes locales. Véase Paco Ignacio Taibo II, Pancho Villa. Una biografía narrativa, Planeta, Barcelona, 2007.
|90| Véase, Jan Martínez Ahrens, «Toda la munición contra Zapata», El País, 24 de diciembre de 2016. http://cultura.elpais.com/cultura/2...
|91| Según Adolfo Gilly, esa decisión de firmar un pacto no había podido ser aprobada por la Asamblea General del 8 de febrero de 1915. Hubo una fuerte oposición, pero, a pesar de eso, parece que 9.000 «obreros» participaron en los batallones rojos del ejército de Obregón que luchaba contra la División del Norte. Incluso, hubo un «grupo sanitario anarquista». Véase A. Gilly, pp. 157-159. Véase también https://es.wikipedia.org/wiki/Revol..., que confirma el relato de Gilly.
|92| A. Gilly, p. 179.
|93| Declaración de Zapata sobre la Revolución rusa (1918-02-14), carta al General Genaro Amezcua La Habana, Cuba. https://es.wikisource.org/wiki/Decl...)
|94| W. Wynne, p. 66-67.
|95| J. Bazant, p. 239. J. Bazant que, en general, se mostró muy favorable a todos los compromisos que se habían acordado con los acreedores, declaró que esa suma de 500 millones de dólares era increíble.
|96| W. Wynne, p. 68.
|97| Para una definición argumentada de la deuda odiosa véase: É. Toussaint: «La deuda odiosa según Alexander Sack y según el CADTM» http://www.cadtm.org/La-deuda-odios...
|98| W. Wynne, p. 77.
|99| W. Wynne, p. 82. Véase también el New York Times del 30 de noviembre de 1930.
|100| Este aspecto del proyecto educativo cardenista ha sido señalado como uno de los puntos donde se evidencia de manera clara que su discurso político no se correspondía con las acciones concretas que se impulsaron para lograrlo. Si bien en lo escrito la propuesta de educación pública era ambiciosa y abiertamente pugnaba por ideales socialistas (algo bastante extraño en el discurso oficial mexicano), al momento de traducir dichas aspiraciones a políticas concretas, no se logró romper con las inercias de un sistema educativo que tradicionalmente había estado construido sobre bases burguesas. Aun así, y pese a no haber logrado la transformación profunda de la realidad del país, y haberse quedado corto por lo que respecta a la formación de actores que pudieran dirigir la emancipación obrera y campesina en México, el proyecto educativo de Cárdenas tuvo alcances reales.
|101| Un ejido designa en México a una propiedad comunitaria atribuida a un grupo de campesinos para efectuar allí trabajos agrícolas. En principio, en el régimen de ejido, los miembros de la comunidad se benefician del usufructo de las tierras sin posibilidad legal de venderlas o cederlas. En 1993, el presidente Salinas de Gortari, profundizando la política neoliberal de sus predecesores, hizo reformar la Constitución con el fin de permitir la venta masiva de los ejidos. Uno de los objetivos de la sublevación zapatista del 1 de junio de 1994 era la de cuestionar esa política del gobierno.
|102| Las relaciones diplomáticas fueron restablecidas entre los dos países en octubre de 1941 ya que Londres buscaba aliados frente a la Alemania nazi y temía un acercamiento entre México y Berlín.
|103| Otro dato que muestra la simpatía de Cárdenas por los movimientos revolucionarios, pero que no se refiere a la época en que fue presidente, fue la ayuda que brinda a Fidel Castro y al Che Guevara para salir de la cárcel un par de semanas antes de zarpar en el Granma hacia Cuba. Fidel y el Che habían sido encarcelados en la ciudad de México tras una denuncia del gobierno de Batista a las autoridades mexicanas de que unos guerrilleros se encontraban operando en México. Estando en la cárcel, Fidel logró convencer al guardia que lo dejara salir a él solo. Luego, consiguió una audiencia con Cárdenas a quien le solicitó ayuda para sacar a los demás prisioneros de la cárcel. Cárdenas mostró su empatía con el proyecto de Fidel.
|104| W. Wynne, p. 97 y la tabla p. 106.
|105| W. Wynne, pp. 94-95.


Eric Toussaint es maître de conférence en la Universidad de Lieja, es el portavoz de CADTM Internacional y es miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia. Es autor de diversos libros, entre ellos: Bancocracia Icaria Editorial, Barcelona 2015,, Procès d’un homme exemplaire, Ediciones Al Dante, Marsella, 2013; Una mirada al retrovisor: el neoliberalismo desde sus orígenes hasta la actualidad, Icaria, 2010; La Deuda o la Vida (escrito junto con Damien Millet) Icaria, Barcelona, 2011; La crisis global, El Viejo Topo, Barcelona, 2010; La bolsa o la vida: las finanzas contra los pueblos, Gakoa, 2002. Es coautor junto con Damien Millet del libro AAA, Audit, Annulation, Autre politique, Le Seuil, París, 2012. Coordinó los trabajos de la Comisión de la Verdad Sobre la Deuda, creada por la presidente del Parlamento griego. Esta comisión funcionó, con el auspicio del Parlamento, entre abril y octubre de 2015. El nuevo presidente del Parlamento griego anunció su disolución el 12 de noviembre de 2015. A pesar de ello, la comisión prosiguió sus trabajos y se constituyó legalmente como una asociación sin afán de lucro.